La Importancia Del Trabajo

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“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15)

Dios creó al hombre para que sea útil y trabaje. Dios no creó al hombre para que éste sea un ocioso.

PP pg. 29.2 – “A los moradores del Edén se les encomendó el cuidado del huerto, para que lo labraran y lo guardasen. Su ocupación no era agotadora, sino agradable y vigorizadora. Dios dio el trabajo como una bendición para que el hombre ocupara su mente, fortaleciera su cuerpo y desarrollara sus facultades.

En la actividad mental y física, Adán encontró uno de los placeres más elevados de su santa existencia. Cuando, como resultado de su desobediencia, fue expulsado de su bello hogar, y cuando, para ganarse el pan de cada día, fue forzado a luchar con una tierra obstinada, ese mismo trabajo, aunque muy distinto de su agradable ocupación en el huerto, le sirvió de salvaguardia contra la tentación y como fuente de felicidad.”

PP pg. 29.3 – “Aquellos que consideran el trabajo como una maldición están cometiendo un grave error, aunque en ocasiones produzca dolor y fatiga. A menudo los ricos miran con desdén a las clases trabajadoras; pero esto está enteramente en desacuerdo con los designios de Dios al crear al hombre. ¿Qué son las riquezas del más opulento en comparación con la herencia dada al señorial Adán? Sin embargo, este no había de estar ocioso.

Nuestro Creador, que sabe aquello que constituye la felicidad del hombre, señaló a Adán su trabajo. El verdadero regocijo de la vida lo encuentran únicamente los hombres y las mujeres que trabajan. Los ángeles trabajan diligentemente; son ministros de Dios a favor de los hijos de los hombres. En el plan del Creador, no cabía la práctica de la indolencia que estanca al hombre.”

Dios, en su Ley (en el cuarto mandamiento) ordena al hombre a trabajar: “Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; Mas el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios” (Éxodo 20:9). Dios ha dado seis días para que el hombre trabaje y un día (el séptimo día “sábado”) para que el hombre descanse de trabajar.

En un principio, el trabajo no era cansador para el hombre (Génesis 2:15). Pero después de la caída del hombre, por causa del pecado, el trabajo se volvió cansador. Pero aun así el trabajo había servir de salvaguardia contra la tentación y había de servir como fuente de felicidad para el hombre.

Ezequiel 16:49-50 – “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, hartura de pan, y abundancia de ociosidad tuvo ella y sus hijas; y no corroboró la mano del afligido y del menesteroso. Y ensoberbeciéronse, e hicieron abominación delante de mí, y quítelas como vi bueno.”

El profeta Ezequiel habla de que la maldad de Sodoma fue el resultado de que los padres no daban actividad física a sus hijos, y por la ociosidad de éstos se volvieron pecadores de generación por generación hasta que Jehová los exterminó “y quítelas como vi bueno.”

PP pg. 136.1 – “Nada deseaban los hombres tanto como la riqueza y la ociosidad, y, sin embargo, estas cosas fueron el origen de los pecados que acarrearon la destrucción de las ciudades de la llanura. La vida inútil y ociosa de sus habitantes los hizo víctimas de las tentaciones de satanás, desfiguraron la imagen de Dios, y estaban más cerca de satanás que de Dios.»

PP pg. 136.2 – “La ociosidad es la mayor maldición que puede caer sobre el hombre; porque le siguen el vicio y el crimen. Debilita la mente, pervierte el entendimiento y el alma. Satanás está al acecho, listo para destruir a los imprudentes cuya ociosidad le da ocasión de acercarse a ellos bajo cualquier disfraz atractivo. Nunca tiene más éxito que cuando se aproxima a los hombres en sus horas ociosas.”

PP pg. 136.3 – “Reinaban en Sodoma el alboroto y el júbilo, los festines y las borracheras. Las más viles y más brutales pasiones imperaban desenfrenadas. Los habitantes desafiaban públicamente a Dios y a su ley, y encontraban deleite en los actos de violencia.”

La mente desocupada es el taller de satanás.

OCIOSIDAD = Maldición (lleva al vicio, al crimen, debilita la mente, pervierte el entendimiento y pervierte el alma)

Las escuelas de los profetas

PP pg. 581.1 – “El Señor mismo dirigía la educación de Israel. Sus cuidados no se limitaban solamente a los intereses religiosos de ese pueblo; todo lo que afectaba su bienestar mental o físico incumbía también a la divina Providencia, y estaba comprendido dentro de la esfera de la ley divina.”

PP pg. 582.5 – “Los alumnos de estas escuelas se sostenían cultivando la tierra o dedicándose a algún trabajo manual. En Israel, esto no era considerado extraño ni degradante; más bien se consideraba un crimen permitir que los niños crecieran sin que se les enseñara algún trabajo útil. Por orden divina, a todo niño se le enseñaba un oficio, aun en el caso de tener que ser educado para el servicio sagrado.

Muchos de los maestros religiosos se sostenían por el trabajo de sus manos. Aun en el tiempo de los apóstoles, Pablo y Aquila no veían menoscabado su honor porque se ganaban la vida ejerciendo su oficio de tejedores de tiendas.”

En aquel tiempo en Israel, aún si el niño estaba destinado a ser príncipe (como era el caso de el apóstol Pablo) o un sacerdote, debía por orden divina aprender un oficio con el cual sustentarse a sí mismo cuando sea adulto. Pablo era un príncipe de Israel y sin embargo sabía el oficio de tejedor de tiendas, con el cual se sustentó en sus viajes misioneros.

Fue por esto que el apóstol Pablo escribió luego:

“Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10).

El apóstol Pablo también declaro que debemos realizar todo trabajo, así sea de salario mínimo, con el mismo respeto, integridad y valor, como si estuviéramos trabajando directamente con el Señor:

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).

La autoridad de Dios por sobre toda autoridad

Debemos realizar nuestro trabajo con esmero y esfuerzo y debemos obedecer a nuestros empleadores y jefes respetando su autoridad, siempre y cuando nada que debamos hacer vaya en contra de la Palabra de Dios que está por encima de toda autoridad.

“Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová” (Proverbios 21:1).

En la mano del Señor está el corazón de todas las autoridades públicas. Por ello Dios hará que todo hombre que quiera someterse a un “así dice Jehová” halle gracia y favor ante sus autoridades.

Daniel fue un gran ejemplo de un hombre que obedeció y respetó a la autoridad de Babilonia, siempre y cuando esta autoridad no iba en contra de la Palabra de Dios. Y cuando Daniel se puso del lado de la Palabra de Dios, aún cuando esto iba en contra de la autoridad del rey de Babilonia, Dios lo bendijo y lo protegió de todo mal. Daniel se aferró a las promesas de Dios de bendecir a todo aquel que se someta a su Palabra.

ECFP pg. 19.1 – “Daniel poseía la gracia de la genuina mansedumbre. Era leal, firme y noble. Trató de vivir en paz con todos, y sin embargo era imposible de torcer, como el glorioso cedro, dondequiera que hubiera un principio envuelto. En todo lo que no ofreciera conflicto con su lealtad a Dios, era respetuoso y obediente hacia aquellos que tenían autoridad sobre él; pero poseía un concepto tan alto de las exigencias divinas que los requerimientos de los gobernantes terrenales eran colocados en un lugar subordinado. Ninguna consideración egoísta lo inducía a desviarse de su deber.”

“Y respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).

ECFP pg. 36.1 – “El orgulloso monarca se halla rodeado por sus grandes hombres, los funcionarios del gobierno, y el ejército que ha conquistado naciones; y todos se unen en aplaudirlo como si tuviera la sabiduría y el poder de los dioses. En medio de este imponente despliegue están de pie tres jóvenes hebreos, persistiendo con perseverancia en su rechazo de obedecer el decreto del rey. Habían sido obedientes a las leyes de Babilonia, en tanto que éstas no entraban en conflicto con las exigencias de Dios; pero no se habían apartado un ápice del deber hacia su Creador.”

ECFP pg. 37.3 – “Estos tres hebreos poseían una santificación genuina. El verdadero principio cristiano no se detiene a pesar las consecuencias. No pregunta: ¿Qué pensará la gente de mí si hago esto? ¿O cómo afectará esto mis perspectivas mundanas si lo hago? Con el más intenso anhelo, los hijos de Dios desean saber lo que el Señor quiere que hagan, para que sus obras lo glorifiquen. Dios ha hecho amplia provisión para que los corazones y las vidas de todos sus seguidores puedan ser dominados por su divina gracia, a fin de que sean una luz ardiente y brillante en el mundo.”

El ejemplo de Cristo

Cuando Cristo, el Hijo de Dios, la Majestad del Universo, vino como hombre a esta tierra, Él no tuvo ningún problema con tener que barrer, lavar platos, lavar los pies de los discípulos (Juan 13:5), ni de trabajar como carpintero (Marcos 6:3).

El problema es que todos tenemos un alto concepto de nosotros mismos (Romanos 12:3).

¿Acerca de quién queremos testificar, acerca de Dios o de satanás?

Dios quiere que seamos una luz en medio de las tinieblas (Hechos 26:18; Romanos 2:19; Efesios 5:8; 1 Tesalonicenses 5:5).

“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).

“Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Filipenses 2:21).

CC pg. 89.4 – “No debemos conformarnos con el testimonio de hombre alguno en cuanto a lo que enseñan las Santas Escrituras, sino que debemos estudiar las palabras de Dios por nosotros mismos. Si dejamos que otros piensen por nosotros, nuestra energía quedará mutilada y limitadas nuestras aptitudes. Las nobles facultades del alma pueden reducirse tanto por no ejercitarse en temas dignos de su concentración, que lleguen a ser incapaces de penetrar la profunda significación de la Palabra de Dios. La inteligencia se desarrolla si se emplea en investigar la relación de los asuntos de la Biblia, comparando escritura con escritura y lo espiritual con lo espiritual.”

El más grande privilegio que puede alcanzar el hombre

ECFP pg. 15.2 – “Al cristiano se le presenta la posibilidad de realizar grandes conquistas. Puede siempre estar ascendiendo a mayores alturas. Juan tenía una idea elevada del privilegio de un cristiano. El dice: ‘Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios’ (1 Juan 3:1). No es posible para la humanidad elevarse a una mayor altura de dignidad que la de aquí se presenta. Al hombre se le concede el privilegio de llegar a ser heredero de Dios y coheredero con Cristo.

A los que han sido así exaltados, se les revelan las inescrutables riquezas de Cristo, que son mil veces más valiosas que la riqueza del mundo. Así, por los méritos de Jesucristo, el hombre finito se eleva a la compañía con Dios y su querido Hijo.”

Llegar a ser llamado “hijo de Dios” es el más grande privilegio que puede llegar a alcanzar un ser humano. Es un título que absolutamente nada que existe en nuestra sociedad nos puede otorgar. Sin embargo, es el título que menos le interesa obtener al hombre, ya que es un título que para este mundo no tiene valor.

Al hombre terrenal le interesan los títulos que se valoran en esta tierra: título de “doctor,” “ingeniero,” “licenciado,” “Master,” “PHD,” etc. Al hombre le interesan esos títulos terrenales pues estos le generan dinero, honores, y reconocimientos terrenales. Pero puede alguno de estos títulos que brinda el mundo otorgarnos la vida eterna?

Ser llamados “hijos de Dios” es tener un título real, implica ser hijo del Creador, Legislador, del Rey Celestial de todo lo que existe, existió y existirá. Pero eso no nos interesa, nos interesa más lo que este mundo destinado a desaparecer ofrece.

¿Cuál es el requerimiento para ser un hijo de Dios?

Primero hay que reconocer y confesar que uno, desde el engendramiento, es un hijo del diablo (Juan 8:44).

Adán rechazó a Aquel que le dio la vida y le dio todo, y en su lugar aceptó al que no le podía dar nada. Adán se degradó a sí mismo porque pasó a ser hijo de un ser creado en lugar de ser hijo del Creador.

Adám era hijo de Dios, pero dejó de serlo por su desobediencia a Dios – Lucas 3:36 – “Adam, que fue de Dios.”

El hombre puede llegar a ser un hijo adoptivo de Dios (Romanos 8:23), pero para poder ser adoptado por el Padre Celestial, debe primero reconocer que es hijo de otro padre – el diablo.

¿Y quiénes tienen potestad de ser adoptados como hijos de Dios?

Juan 1:12 – “Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre.”

El requerimiento para ser un hijo de Dios es la obediencia perfecta y perpetua a su santa Ley. Fue por desobediencia a la Ley que el pecado entró al mundo por medio de un hombre (Adán) y es por la obediencia perfecta y perpetua de otro hombre (Cristo) que podemos llegar a ser llamados hijos de Dios nuevamente. Esto es lo que conocemos como JUSTIFICACIÓN.

“Porque como por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19).

Es por esto que el apóstol Juan dice “a los que le recibieron.”

Debemos recibir la obediencia perfecta y perpetua a la Ley de Cristo para poder ser aceptados/justificados por Dios.

Esta ofrenda (justicia perfecta) que Cristo desarrolló aquí en la tierra como hombre, debe ahora ser presentada en el Santuario Celestial ante Dios Padre y ante la Ley que se encuentra en el Lugar Santísimo (Apocalipsis 11:19) para que el hombre pueda ser declarado justo. Es en el cielo, en el Santuario Celestial, que el hombre debe ser declarado un hijo de Dios.

Romanos 8:15 – “Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; mas habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre.”

Si Dios nos adopta, pasamos a ser hijos adoptivos de Dios.

FO pg. 107.2 – “Mediante la fe, el creyente pasa de la posición de un rebelde, un hijo del pecado y de satanás, a la posición de un leal súbdito de Jesucristo, no en virtud de una bondad inherente, sino porque Cristo lo recibe como hijo suyo por adopción.”

Isaías 9:6 – “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamarás su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”

Cristo, como hombre, es el segundo Adán y por lo tanto el nuevo padre de la raza humana. Es por esto que, además de aceptarlo como nuestra justicia, debemos aceptarlo como nuestro Padre eterno.

Jesús es dos veces padre: como Dios y como hombre.

El respeto mutuo entre trabajadores y amos

Efesios 6:5-8 – “Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo. No sirviendo al ojo, como los que agradan a los hombres; sino como siervos de Cristo, haciendo de ánimo la voluntad de Dios; sirviendo con buena voluntad, como al Señor y no a los hombres. Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, esto recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.”

Y así como el Señor ordena a los trabajadores que respeten y obedezcan a sus amos, les ordena a los amos a tener respeto por sus trabajadores. El Señor va a rendir cuenta a ambos: tanto amos como trabajadores:

Efesios 6:9 – “Y vosotros, amos, haced a ellos lo mismo, dejando las amenazas: sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que no hay acepción de personas con él.”

Santiago 5:4 – “He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.”

El respeto a la autoridad

PP pg. 280.2 – “El que desecha la legítima autoridad de sus padres, desecha la autoridad de Dios. El quinto mandamiento no solamente requiere que los hijos sean respetuosos, sumisos y obedientes a sus padres, sino que también los amen y sean tiernos con ellos, que alivien sus cuidados, que escuden su reputación, y que los ayuden y consuelen en su vejez.

También encarga que sean considerados como los ministros y gobernantes, y con todos aquellos en quienes Dios ha delegado autoridad.”

Los hijos deben respetar la autoridad de sus padres y los padres deben obedecer a Dios para poder dar el ejemplo a sus hijos.

Hay un ejemplo bíblico en la historia de los hijos de Elí. Ellos no obedecían a su padre y por lo tanto no reconocían la autoridad de Dios. Dios demandó cuentas tanto a los hijos como al padre.

PP pg. 561.1 – “Elí era sacerdote y juez de Israel. Ocupaba los puestos más altos y de mayor responsabilidad entre el pueblo de Dios. Como hombre escogido divinamente para las sagradas obligaciones del sacerdocio, y puesto sobre todo el país como la autoridad judicial más elevada, se lo consideraba como un ejemplo, y ejercía una gran influencia sobre las tribus de Israel.

Pero aunque había sido nombrado para que gobernara al pueblo, no regía bien su propia casa. Elí fue un padre indulgente. Amaba tanto la paz y la comodidad, que no ejercía su autoridad para corregir los malos hábitos ni las pasiones de sus hijos. Antes que contender con ellos, o castigarlos, prefería someterse a la voluntad de ellos, y les cedía en todo. En vez de considerar la educación de sus hijos como una de sus responsabilidades más importantes, trataba el asunto como si tuviera muy poca importancia.”

PP pg. 120.3 – “En la antigüedad el padre era el jefe y el sacerdote de su propia familia, y ejercía autoridad sobre sus hijos, aun después de que estos tenían sus propias familias. Sus descendientes aprendían a considerarlo como su jefe, tanto en los asuntos religiosos como en los seculares.”

En la antigüedad el padre de familia era el sacerdote, y por ello, por ejemplo, era quien bendecía y celebraba el matrimonio de sus hijos.

Cuando Dios estableció la institución del matrimonio en el Edén con Adán y Eva, en calidad de Padre bendijo y celebró su matrimonio (Génesis 1:28).

Cuando Isaac llamó a Jacob, le bendijo para que se casara con la misma bendición que Dios diera a Adán y a Eva para se “fructificara.”

El padre es quien bajo mandato divino tiene la potestad de celebrar el matrimonio de sus hijos, pero “esta autoridad a sido usurpada por los líderes religiosos” – en las palabras de Martín Lutero.

HC pg. 283.5 – “Si los padres están unidos en esta obra de disciplina, el niño comprenderá lo que se requiere de él. Pero si el padre, por sus palabras o miradas, demuestra que no aprueba la disciplina administrada por la madre; si le parece que ella es demasiado estricta y considera que debe expiar la dureza mediante mimos e indulgencias, el niño quedará arruinado. Pronto aprenderá que puede hacer lo que quiere. Los padres que cometan este pecado contra sus hijos tendrán que dar cuenta de la ruina de sus almas.”

Proverbios 13:24 – “El que detiene el castigo aborrece a su hijo, pero el que lo ama se esmera en corregirlo.”

HC pg. 276.2 – “Si usted ama el alma de sus hijos, llámelos al orden; pero una abundancia de besos y evidencias de cariño ciega sus ojos, y sus hijos lo saben. Haga menos caso de estas manifestaciones exteriores de amor en brazos y besos; descienda a lo hondo de la conducta y muéstreles lo que constituye el amor filial. Rehúse esas manifestaciones como un fraude y engaño, a menos que las apoyen la obediencia y el respeto por sus órdenes.”

La regla del hogar debe ser siempre lo que Dios dice en su Palabra. Y los padres deben dar ejemplo de veracidad.

Porque sino, qué dirán los padres a esta pregunta de Jehová?

Jeremías 13:20 – “Alzad vuestros ojos, y ved los que vienen del aquilón: ¿dónde está el rebaño que te fue dado, la grey de tu gloria?

1MCP pg. 158.4 – “El primer hijo debería ser educado especialmente, con mucho cuidado, porque él educará al resto. Los niños crecen de acuerdo con la influencia de los que los rodean. Sin son manejados por aquellos que son ruidosos y turbulentos, ellos también se convierten en ruidosos y casi insoportables.”

CN pg. 83.2 – “Enseñad al niño a ceder– Los pequeños, antes de un año de edad, escuchan y entienden lo que se habla con referencia a ellos mismos, y saben hasta qué punto se les permite hacer su voluntad. Madres, deberíais enseñar a vuestros hijos para que cedan a vuestros deseos. Podéis lograr esto si ejercéis dominio sobre ellos y mantenéis vuestra dignidad como madre. Vuestros hijos aprenden rápidamente lo que esperáis de ellos, saben cuándo su voluntad vence la vuestra, y obtendrán el mayor provecho posible de su victoria.”

CN pg. 83.3 – “Es una gran crueldad permitir que los malos hábitos se desarrollen, y entregar la ley en las manos de los niños y dejarlos gobernar.”

CN pg. 84.2 – “No deis nada que sea pedido con llanto– Una lección preciosa que la madre necesita repetir una vez tras otra es que el niño no debe gobernar; él no es el amo. Sino que son la voluntad y los deseos de la madre los que han de imponerse. Así se les enseña dominio propio. No le deis ninguna cosa que pidan llorando, aun cuando vuestro corazón compasivo desee mucho complacerlos; porque si una vez ganan la victoria mediante el llanto, esperarán hacerlo una vez más. La segunda batalla será más vehemente.”

CN pg. 84.3 – “Nunca permitáis manifestaciones de ira– Entre las primeras tareas de la madre, está el refrenamiento de la pasión de sus pequeños. No debería permitirse que los niños manifiesten ira; no debería permitírseles lanzarse al suelo, patalear y gritar porque se les ha negado algo que no era para su bien.

He quedado preocupada al ver cómo muchos padres permiten a los niños manifestaciones de ira. Las madres parecen considerar estos estallidos de ira como algo que debe soportarse y se muestran indiferentes ante la conducta del niño. Pero si una vez se permite un mal, será repetido, y su repetición lo transformará en hábito, y así el carácter del niño recibirá un molde equivocado.”

PP pg. 565.1 – “Elí no administró su casa de acuerdo con los reglamentos que Dios dio para el gobierno de la familia. Siguió su propio juicio. El padre indulgente pasó por alto las faltas y los pecados de sus hijos en su niñez, lisonjeándose de que después de algún tiempo, al crecer, abandonarían sus tendencias impías.

Muchos están cometiendo ahora un error semejante. Creen conocer una manera mejor de educar a sus hijos que la indicada por Dios en su Palabra. Fomentan tendencias malas en ellos y se excusan diciendo: ‘Son demasiado jóvenes para ser castigados. Esperemos que sean mayores, y se pueda razonar con ellos.’ En esta forma se permite que los malos hábitos se fortalezcan hasta convertirse en una segunda naturaleza. Los niños crecen sin freno, con rasgos de carácter que será una maldición para ellos durante toda su vida, y que propenderán a reproducirse en otros.”

Es deber de los padres enseñar a los hijos a comer lo que hay en la casa. También es deber de los padres enseñar a los niños que las horas del desayuno y del almuerzo son sagradas, que hay un horario de alimentación, de los cuales el desayuno es el más importante.

Es deber de los padres enseñar a los hijos que al no desayunar se esta quebrantando el sexto mandamiento. La cena es el alimento menos importante pues para la noche la digestión se hace más lenta y un alimento muy cargado de noche se fermenta, se forma alcohol, el cual destruye el cerebro y encima ocasiona que los niños en la mañana no tengan hambre.

Es deber de los padres educar a los hijos que se viola la ley de la salud al cenar muy pesado y muy tarde y al no desayunar.

Es también deber de los padres educar a los hijos de que debemos alimentarnos por la salud física y no por el simple fusto de la lengua y del paladar.

ED pg. 186.1 – “En muchos casos, es mejor comer dos veces al día que tres. La cena, a una hora temprana, interrumpe la digestión de la comida anterior. A una hora muy tardía, no tiene tiempo de ser digerida antes del momento de ir a acostarse. En esa forma, el estómago no tiene el descanso que necesita, se perturba el sueño, el cerebro y los nervios se cansan, se pierde el apetito por el desayuno, y todo el organismo no recibe nuevo vigor, ni está preparado para desempeñar el trabajo del día.”

ED pg. 186.2 – “No se debe pasar por alto la importancia de la regularidad de las horas para comer y dormir. Puesto que el trabajo de reparar el cuerpo se efectúa durante las horas de descanso, es esencial, especialmente para los jóvenes, que el sueño sea metódico y abundante.”

Amén. Que Dios los bendiga abundantemente.

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