Estudio sobre la Naturaleza del Hombre

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“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra. Y crió Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los crió; varón y hembra los crió.” (Génesis 1:27-28)

Dios creó al hombre con un propósito y es necesario estudiar cuál es ese propósito. Además es importante entender cuál es la condición de todos los seres humanos y cuál es nuestra verdadera naturaleza.

ED pg. 10.2 (14.5) – “A fin de comprender qué abarca la obra de la educación, necesitamos considerar tanto la naturaleza del ser humano como el propósito de Dios al crearlo.

Hemos de considerar también el cambio que sufrió la humanidad por la introducción del mal, y el plan de Dios para cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la educación de la especie humana.”

Es el propósito de este estudio analizar dos puntos:

1.- Primero: El propósito de Dios al crear la raza humana.

2.- Segundo: La naturaleza humana – Adán antes de pecar y Adán después de pecar.

El propósito por el cual Dios nos creó

La creación del hombre y de este planeta no fue por pura casualidad. Dios tiene un propósito que se va a cumplir cuando la gran controversia entre el bien y el mal llegue a su fin.

Comentario Bíblico 7ª, pg. 14 – “Dios creó al hombre para la gloria divina, para que después de pasar por la prueba y la aflicción la familia humana pudiera llegar a ser una con la familia celestial.

El propósito de Dios era repoblar el cielo con la familia humana, si hubiera demostrado obediencia a cada palabra divina.

Adán había de ser probado para ver si iba a ser obediente, como los ángeles, o desobediente. Si hubiese soportado la prueba, hubiera instruido a sus hijos tan solamente en un sendero de lealtad. Su mente y sus pensamientos habrían sido como la mente y los pensamientos de Dios. Habría sido enseñado por Dios como su labranza y edificio. Su carácter habría sido modelado de acuerdo con el carácter de Dios.”

El propósito de Dios al crear a Adán y Eva era de que la simiente de ellos ocupe el lugar de los ángeles caídos, que según la Biblia fueron la tercera parte (Apocalipsis 12:4) de millones de millones (Daniel 7:10).

Pero el hombre tenía que pasar la prueba de obediencia a cada palabra divina, no solamente a lo que le gustaba o le convenía, y esa es la decisión que nos toca decidir a cada uno de nosotros. Se trata de una decisión de carácter personal e individual.

PP pg. 342.1 – “Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. ‘El hombre que los cumpla, gracias a ellos, vivirá’ (Ezequiel 20:2; Levítico 18:5); pero ‘maldito el que no confirme las palabras de esta ley para cumplirlas’ (Deuteronomio 27:26).

El nuevo pacto se estableció sobre ‘mejores promesas,’ la promesa del perdón de los pecados, y de la gracia de Dios para renovar los principios de la ley de Dios. ‘Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón […]. Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado’ (Jeremías 31:33-34).”

Mateo 4:4 – “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

Como podemos ver, la condición de obediencia perfecta a toda palabra de Dios no ha cambiado; sigue siendo la misma condición para nosotros como lo fue para Adán y Eva.

Es importante comprender también que, después de la caída de Adán, Dios tiene otro propósito más para el hombre.

1 Corintios 3:9 – “Porque nosotros somos colaboradores de Dios; y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.”

Entonces, nuestro propósito ahora es de ser colaboradores con Dios en el plan de redención. Para cumplir su gran propósito que es el de repoblar el cielo con todos los hombres y mujeres redimidos de todas las edades.

1JT pg. 454.3 – “Los mecánicos, los abogados, los negociantes, los hombres de todos los oficios y profesiones, se educan a fin de llegar a dominar su ramo.

¿Deben los que siguen a Cristo ser menos inteligentes, y mientras profesan dedicarse a su servicio ignorar los medios y recursos que han de emplearse?

La empresa de ganar la vida eterna es superior a toda consideración terrenal. A fin de conducir a las almas a Cristo, debe conocerse la naturaleza humana y estudiarse la mente humana.

Se requiere mucha reflexión cuidadosa y ferviente oración para saber cómo acercarse a los hombres y las mujeres a fin de presentarles el gran tema de la verdad.”

Debemos estudiar la naturaleza humana y ser colaboradores con Dios con el fin de “llevar almas a Cristo,” no con el fin de llevarlos a los hombres.

La salvación de la humanidad caída no se encuentra en una institución religiosa humana. La salvación se encuentra únicamente en el trabajo de Cristo como Sumo Sacerdote en el Santuario Celestial, gracias a los medios que él consiguió en su primera venida a esta tierra: su vida de obediencia perfecta a la Ley y su sangre derramada en la cruz.

Hechos 4:12 – “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”

¿Estamos llevando almas a los hombres o a Cristo?

El trabajo de la iglesia debe ser el de llevar almas a Cristo, para que aprendan a confiar en el trabajo que él realiza como Mediador de la raza caída en el Santuario Celestial. Pero hoy en día el trabajo de la iglesia es el de llevar almas a la organización para que pongan la confianza de salvación en la institución y sus ritos en lugar de Cristo.

En el capítulo “El juicio” del libro Joyas tomo 1, Ellen G. White describe una clase de adventistas quienes “estorbaron la siembra.”

1JT pg. 521.2 – “Una clase de personas estaba anotada por haber estorbado la siembra. A medida que el ojo escrutador del Juez descansaba sobre ellos, se les revelaban distintamente sus pecados y negligencia. Con labios pálidos y temblorosos reconocían que habían traicionado su santo cometido. Habían recibido advertencias y privilegios, pero no los habían escuchado ni aprovechado.

Podían ver ahora que habían presumido demasiado de la misericordia de Dios. En verdad, no tenían que hacer confesiones como las de los viles, bajos y corrompidos; pero, como la higuera, eran malditos porque no llevaron frutos, porque no aprovecharon los talentos que se les había confiado.

Esta clase había hecho de su yo algo supremo, y había trabajado solamente a favor de sus intereses egoístas. No eran ricos para con Dios ni habían respondido a sus derechos sobre ellos.

Aunque profesaban ser siervos de Cristo, no le llevaron almas.

Si la causa hubiese dependido de sus esfuerzos, habría languidecido; porque no solamente retenían los recursos que Dios les había prestado, sino que se retenían a sí mismos.”

La naturaleza del hombre

La importancia sobre este tema no se entiende completamente en nuestro tiempo y, sin embargo, forma parte del triple mensaje angélico de Apocalipsis 14:6-12 y forma parte integral de la amonestación del Testigo Fiel de Apocalipsis 3:14-22. La naturaleza del hombre forma parte de la verdad presente para nuestra era.

1JT pg. 99.1- “La única seguridad consiste ahora en buscar como a un tesoro escondido la verdad revelada en la Palabra de Dios. Los temas del sábado, la naturaleza del hombre y el testimonio de Jesús, son las grandes e importantes verdades que se han de comprender. Resultarán como un ancla que sostenga al pueblo de Dios en estos tiempos peligrosos.

Pero la masa de la humanidad desprecia las verdades de la Palabra de Dios y prefiere escuchar las fábulas.”

2 Tesalonicenses 2:10-11 – “Por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira.”

1JT pg. 480.4 – “Aunque cuando viene al mundo el hombre es el más impotente de los seres que ha creado Dios, y es el más perverso por naturaleza, es capaz, sin embargo, de progresar constantemente.

Puede ser ilustrado por la ciencia, ennoblecido por la virtud, y puede progresar en dignidad mental y moral, hasta alcanzar una perfección de la inteligencia y una pureza de carácter tan sólo un poco inferiores a la perfección y la pureza de los ángeles.

Con la luz de la verdad que resplandece sobre los intelectos humanos y el amor de Dios que se derrama en su corazón, no podemos concebir lo que pueden llegar a ser ni cuán grande obra pueden hacer.”

“Cuando viene al mundo el hombre es el más impotente de los seres que ha creado Dios.” Efectivamente, esto se puede ver en la naturaleza. Cuando los pollitos o los patos nacen, por dar un ejemplo, ellos mismos rompen el cascarón y empiezan a caminar o a nadar en busca de comida.

De igual manera pasa con los demás animales: el becerro, el ternero, el potrillo, etc., después de nacer se paran y pronto empiezan a correr.

Los animales nacen y pelean por sobrevivir. Pero no así el ser humano. Cuando el hombre nace no tiene la capacidad de buscar su propio alimento; está completamente indefenso.

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Sin embargo, “es el más perverso por naturaleza.”

Si quizás no manifestamos esta perversidad momentáneamente es simplemente por la falta de circunstancias; pero apenas se da la oportunidad de que manifestemos nuestra perversidad, ésta se manifiesta de manera inequívoca.

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Como los padres desconocen su propia naturaleza, desconocen también la naturaleza de los hijos que han engendrado, y por lo tanto no saben cómo educarlos y mucho menos piden a Dios sabiduría para educar a los hijos en el camino correcto.

Muchas veces los padres cristianos, al ver a sus hijos entrar en las sinagogas dicen “¡gracias a Dios mi hijo ha ido a la iglesia!” Pero sin embargo no dicen “gracias a Dios mi hijo ha ido a Cristo.” Piensan que la salvación se encuentra dentro de un edificio, y no en un Dios viviente que ofrece dones para subyugar esa naturaleza perversa y desarrollar un nuevo carácter semejante al de Dios.

Es por esto que es de suma importancia estudiar la naturaleza del hombre. Debemos entender que por naturaleza, desde que somos engendrados, somos completamente rebeldes contra Dios y contra su Ley, y al ver la rebeldía en nuestros hijos necesitamos comprender que esa rebeldía es parte de nuestra naturaleza y necesitamos de la sabiduría de Dios para poder corregirnos a nosotros mismos y así corregir a nuestros hijos.

Debemos comprender que todos los hombres fallamos y todos los hombres nos van a fallar; el único que nunca nos va a fallar en las horas más críticas es Cristo y su representante en la tierra—el Espíritu Santo.

Isaías 48:8 – “Por tanto, desde el vientre se te ha llamado rebelde.”

Hay gente que se confunde con textos como Salmos 51:5 – “En maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” para decir que el rey David nació pecador, mientras que en Lucas 1:15 – “y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre” supuestamente Juan el Bautista nació “santo.” Pero estos dos textos hablan de dos cosas completamente distintas. Salmos 51:5 habla de la naturaleza del hombre, mientras que Lucas 1:15 habla de dones sobrenaturales o espirituales.

Juan el Bautista comprendía que no era “santo” sino que, mas bien, necesitaba de un Salvador personal. Por eso dijo:

Mateo 3:11 – “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, mas poderoso que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego.”

Mateo 3:14 – “Mas Juan lo resistía mucho, diciendo: Yo he menester ser bautizado de ti, ¿y tú vienes a mí?”

Tanto el rey David como Juan el Bautista nacieron con mancha de pecado, con la naturaleza pecaminosa y ambos necesitaban de un Salvador. Que Juan el Bautista haya nacido “lleno del Espíritu Santo” no implica que sea “santo” ni mucho menos libre de la mancha de pecado.

El rey David, para poder escribir aquellas palabras en el Salmo 51 y los demás Salmos, también tuvo que estar lleno del Espíritu Santo, pues todas las Sagradas Escrituras fueron escritas por hombres que eran templos del Espíritu Santo. Y fue el Espíritu Santo quien le hizo comprender a David que desde el vientre necesitamos de un Sustituto que fuera sin mancha de pecado, pues la ley demanda que seamos santos:

Levítico 20:7 – “Sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.”

Ésta es una orden: “SED SANTOS.” Todo hombre, como el rey David, debe comprender que, debido a que somos descendientes de Adán caído en el pecado, no podemos por nosotros mismos satisfacer esta demanda. Por esto todos los seres humanos necesitamos de un SUSTITUTO desde el vientre, que desde el vientre haya sido formado SIN MANCHA DE PECADO, SIN NATURALEZA PECAMINOSA. Esto no quiere decir que un hijo “herede los pecados cometidos por sus padres,” como muchas personas se confunden. Necesitamos diferenciar entre los pecados individuales y la naturaleza con mancha de pecado—el estado de ser.

Isaías 7:14 – “Por lo tanto el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamarás su nombre Emmanuel.”

Lucas 1:35 – “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.”

Estaba predicho que el Mesías iba a nacer de una virgen y que iba a ser el único ser SANTO (después de la caída de Adán), pues el Redentor del mundo tenía que satisfacer la demanda de Levítico 20:7, tenía que ser engendrado por el Espíritu Santo, sin ningún cromosoma de María, sin ningún cromosoma de hombre ni de mujer con mancha de pecado.

Hay personas que se confunden por esto y piensan: “¿Entonces la Iglesia Católica está en lo correcto al bautizar a los recién nacidos por el ‘pecado original’?” NO, porque el bautismo no quita la mancha de pecado, no borra la naturaleza pecaminosa.

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En el concepto católico del “pecado original,” el pecado de Adán (comer del fruto prohibido específicamente) es heredado por toda la descendencia y por lo tanto el bautismo es necesario para “librarse” del pecado original de Adán. Pero esto es incorrecto, pues los hijos no “heredan” los pecado cometidos por los padres. El propósito de este estudio es llegar a entender qué es lo que Adán “heredó” a su descendencia debido a su pecado. Pero debe quedar claro que no estamos hablando de un “pecado original” sino de los cambios que sufrió la naturaleza humana como consecuencia del pecado de Adán y Eva.

El concepto del bautismo que maneja el cuerno pequeño es una especie de “exorcismo” en el cual el bebe bautizado se “desprende de los demonios” y pasa a ser una “nueva criatura” “santa” y “libre de cualquier mancha”. Esta NO es la función del rito del bautismo.

Si con el bautismo se borraría la mancha de pecado, si con el bautismo fuésemos “nuevas criaturas”, entonces ya no habría necesidad de un Salvador—de un Sustituto—de Cristo. Tampoco habría necesidad de ser “transformados” y que lo “corruptible sea vestido de incorrupción” tanto en los vivos como en los muertos resucitados en ocasión de la segunda venida de Cristo:

1 Corintios 15:50-53 – “Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre NO PUEDEN HEREDAR EL REINO DE DIOS; ni la corrupción hereda incorrupción. He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad.”

Esta “corrupción” de la que habla el apóstol Pablo, la cual “no hereda incorrupción,” la cual “no puede heredar el Reino de Dios” es nuestra naturaleza pecaminosa y la depravación que tenemos TODOS los descendientes de Adán, desde el momento de ser engendrados.

Cristo, por relación paternal y maternal, era “descendiente de la tribu de Judá,” pues María y José eran judíos. Pero ellos no aportaron ningún cromosoma para el engendramiento de la humanidad de Cristo. La humanidad de Cristo fue engendrada únicamente por el Espíritu Santo dentro del vientre de María.

Esto es semejante a lo que hoy en la ciencia se conoce por “vientres de alquiler” o “gestante subrogada”—cuando una mujer acepta que se le transfiera a su útero un embrión previamente engendrado por otra persona o pareja. Hoy en día este tipo de engendramientos se llaman “fecundación en vitro.”

Hay gente que piensa que un bebe no puede ser considerado “pecador” hasta que “cometa un pecado” y por lo tanto todos los bebes nacen “santos.” Sin embargo este pensamiento contradice la definición del pecado.

1 Juan 3:4 – “Pecado es transgresión de la ley.”

Si pensamos erróneamente que la ley condena únicamente LOS ACTOS, entonces concluiremos erróneamente que un ser humano no puede cometer pecado hasta que pueda cometer el “acto.” Pero esto también pensaban los judíos en el tiempo de Cristo y fue por esto que Cristo vino a mostrarles la espiritualidad de la ley:

Mateo 5:21-22 – “Oístes que fue dicho a los antiguos: No matarás; mas cualquiera que matare, será culpado del juicio. Mas yo os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio…”

Mateo 5:27-28 – “Oístes que fue dicho: No adulterarás: Mas yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”

Los judíos en los días de Cristo pensaban que la ley sólo condenaba el ACTO CONSUMADO del adulterio. Pero Cristo les mostró que el desear o codiciar a una mujer ya era considerado adulterio.

Los judíos en los días de Cristo enseñaban que la ley sólo condenaba el ACTO CONSUMADO del homicidio. Pero Cristo les dijo que bastaba enojarse contra otra persona para cometer homicidio.

Mateo 15:19 – “Porque del corazón del hombre salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.”

La ley NO CONDENA ÚNICAMENTE LOS ACTOS, sino que también condena los deseos, las miradas, los pensamientos, las intenciones, y hasta el estado de ser, pues Dios escudriña la mente y los corazones, no únicamente los hechos consumados.

CNS pg. 60.8 – “Cristo magnificó la ley mostrando el significado admirable que tenía cada parte de ella. Enseñó que debe ser obedecida no sólo con las acciones que los hombres ven, sino también con los pensamientos que sólo Dios conoce.”

El rey David también comprendía la espiritualidad de la ley y por ello escribió:

Salmos 139:23-24 – “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”

DMJ pg. 46.3 – “Su misión era ‘magnificar la ley y engrandecerla’ (Isaías 42:21). Debía enseñar la espiritualidad de la ley, presentar sus principios de vasto alcance y explicar claramente su vigencia perpetua.”

DMJ pg. 47.1 – “Dado que la ley del Señor es perfecta y, por lo tanto, inmutable, es imposible que los hombres pecaminosos satisfagan por sí mismos la medida de lo que requiere. Por eso vino Jesús como nuestro Redentor.”

Los hombres no comprenden cabalmente la “medida de lo que requiere” la ley de Dios. Por esto necesitamos estudiar TODOS los requerimientos de la ley de Dios para poder comprender claramente la obra de Cristo en la tierra—el Evangelio.

Juan 16:7-8 – “Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya, porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere os le enviaré. Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.”

Es de suma importancia comprender que nuestra naturaleza y nuestro estado de ser implican una posición legal ante Dios y su Ley.

1MS pg. 145.1 – “Estamos en el gran día de la expiación, cuando mediante la confesión y el arrepentimiento nuestros pecados han de ir de antemano al juicio.

Dios no acepta ahora de sus ministros un testimonio suave y falto de temple. Un testimonio tal no sería verdad presente. El mensaje para este tiempo debe ser alimento oportuno para nutrir a la iglesia de Dios.

Pero Satanás ha estado procurando gradualmente despojar este mensaje de su poder, para que la gente no esté preparada para resistir en el día del Señor (JUICIO DE VIVOS).

En 1844, nuestro gran Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo del santuario celestial para comenzar la obra del juicio investigador. Han estado siendo examinados delante de Dios los casos de los muertos justos.

Cuando se complete esta obra, se pronunciará juicio sobre los vivientes.

¡Cuán preciosos, cuán importantes son estos solemnes momentos!

Cada uno de nosotros tiene un caso pendiente en el tribunal celestial.”

Cada ser humano de este planeta tiene un caso pendiente en la Corte Suprema de Justicia de Dios: el Santuario Celestial (Apocalipsis 11:19; Hebreos 12:22-28). Ahí tenemos un Juez: Dios Padre (Daniel 7:9-10), tenemos testigos: los ángeles de Dios (Mateo 18:10; Daniel 7:10), tenemos un Abogado Defensor: Cristo Sumo Sacerdote (Daniel 7:13), tenemos una ley: los Diez Mandamientos (Apocalipsis 11:19), tenemos los libros de buenas y malas obras (Malaquías 3:16; Isaías 65:6-7), el libro de la vida (Apocalipsis 3:5; Filipenses 4:3), y tenemos también al acusador: Satanás (Apocalipsis 12:10).

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Entonces vamos a estudiar la posición legal del hombre antes y después de pecar, y luego vamos a estudiar qué hizo Dios para sacar al hombre de la posición legal en que nos encontramos después del pecado. Para estudiar la posición legal del hombre, es necesario estudiarla a la luz de la ley de Dios.

¿Pero qué pasa con los bebes o niños pequeños que Dios manda al descanso?

Desde que somos engendrados nacemos con una naturaleza depravada y con mancha de pecado y tenemos una causa pendiente ante Dios, por ello desde el momento en que somos engendrados necesitamos un Salvador personal.

Pero un recién nacido, un niño o una niña pequeña, no pueden llegar a comprender su necesidad de un Salvador personal hasta que lleguen hasta cierta edad de madurez. Es por esto que la salvación de los pequeños, hasta que alcancen cierto grado de madurez, depende de la fe de los padres, particularmente de la madre (2 Timoteo 1:5).

Mateo 19:13-14 – “Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les riñeron. Y Jesús dijo: Dejád a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos.”

DTG pg. 473.3 – “Acudan las madres a Jesús con sus perplejidades. Hallarán gracia suficiente para ayudarles en la dirección de sus hijos. Las puertas están abiertas para toda madre que quiera poner sus cargas a los pies del Salvador. El que dijo: ‘Dejad que los niños venir a mí, y no lo impidáis,’ sigue invitando a las madres a conducir sus pequeñuelos para que sean bendecidos por él.

Aun el lactante en los brazos de su madre, puede morar bajo la sombra del Todopoderosos por la fe de su madre que ora. Juan el Bautista estuvo lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento. Si queremos vivir en comunión con Dios, nosotros también podemos esperar que el Espíritu divino amoldará a nuestros pequeñuelos, aun desde los primeros momentos.”

Para poder comprender mejor la “posición legal” que cada ser humano tiene ante Dios, es necesario estudiar los requerimientos de la ley de Dios.

CS pg. 641.0 (571.1) – “Ninguno de los errores aceptados por el mundo cristiano ataca más atrevidamente la autoridad de Dios, ninguno está en tan abierta oposición con las enseñanzas de la razón, ninguno es de tan perniciosos resultados como la doctrina moderna que tanto cunde, de que la ley de Dios ya no es más de carácter obligatorio para los hombres.

Toda nación tiene sus leyes que exigen respeto y obediencia; ningún gobierno podría subsistir sin ellas; ¿y es posible imaginarse que el Creador del cielo y de la tierra no tenga ley alguna para gobernar los seres a los cuales creó?

Supongamos que los ministros más eminentes se pusiesen a predicar que las leyes que gobiernan a su país y amparan los derechos de los ciudadanos no estaban más en vigencia, que por coartar las libertades del pueblo ya no se les debe obediencia. ¿Por cuánto tiempo se tolerarían semejantes prédicas? ¿Pero es acaso mayor ofensa desdeñar las leyes de los estados y de las naciones que pisotear los preceptos divinos, que son el fundamento de todo gobierno?

Más acertado sería que las naciones aboliesen sus estatutos y dejaran al pueblo hacer lo que se quisiese, antes de que el Legislador del universo anulase su ley y dejase al mundo sin norma para condenar al culpable o justificar al obediente.

¿Queremos saber cuál sería el resultado de la abolición de la ley de Dios? El experimento se ha hecho ya. Terribles fueron las escenas que se desarrollaron en Francia cuando el ateísmo ejerció el poder.

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Entonces el mundo vio que rechazar las restricciones que Dios impuso equivale a aceptar el gobierno de los más crueles y despóticos. Cuando se echa a un lado la norma de justicia, queda abierto el camino para que el príncipe del mal establezca su poder en la tierra.

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Siempre que se rechazan los preceptos divinos, el pecado deja de parecer culpa y la justicia deja de ser deseable. Los que se niegan a someterse al gobierno de Dios son completamente incapaces de gobernarse a sí mismos.

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Debido a sus enseñanzas perniciosas, se implanta el espíritu de insubordinación en el corazón de los niños y jóvenes, de suyo insubordinados, y se obtiene como resultado un estado social donde la anarquía reina soberana.

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Al paso que se burlan de la credulidad de los que obedecen las exigencias de Dios, las multitudes aceptan con avidez los engaños de Satanás. Se entregan a sus deseos desordenados y practican los pecados que acarrearon los juicios de Dios sobre los paganos.

Los que le enseñan al pueblo a considerar superficialmente los mandamientos de Dios, siembran la desobediencia para recoger desobediencia.”

Esto es exactamente lo que estamos viendo en nuestros días.

Toda la ola de crimen, violencia, corrupción, y amor por el pecado alrededor del mundo se debe a la predicación de profesos “cristianos” de que la ley de Dios está “clavada en la cruz.”

Los predicadores de esta doctrina en la que “la ley era para los judíos,” y que “la ley fue abolida” o “cambiada por la ley del amor,” están cosechando los frutos de su propia equivocación.

Todos estos profesos cristianos que han abolido los Diez Mandamientos para el pueblo han dejado al mundo “sin norma para condenar al culpable o justificar al obediente,” en las palabras de la hermana White.

La ley es la norma para JUSTIFICAR AL OBEDIENTE (Romanos 2:13).

La ley CONDENA AL CULPABLE (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8).

Antes de poder estudiar qué significan estos dos puntos, necesitamos aclarar cuál es “la ley” de la cual estamos hablando, ya que hay gente que alega que la ley incluye la ley ceremonial y las leyes dadas a Moisés como “ley nacional” sobre Israel como nación.

Sin embargo Dios sí hizo una distinción entre los Diez Mandamientos, la ley ceremonial, y la ley nacional de Israel; pues de entre todas esas “leyes” SOLAMENTE las dos tablas del pacto (los Diez Mandamientos) fueron colocadas en el arca sagrada del pacto (2 Crónicas 5:10), dentro del LUGAR SANTÍSIMO del santuario terrenal (Hebreos 9:3-4). Y este santuario, con este arca, con esta ley, con estos Diez Mandamientos, eran una COPIA del original que se encuentra en el cielo (Hebreos 9:9-11; Apocalipsis 11:19), donde Cristo es el verdadero Sumo Sacerdote que trabaja en el “perfecto tabernáculo no hecho de manos, es decir, no de esta creación” (Hebreos 9:11), pues el santuario terrenal fue construido conforme al original que Dios le mostró, y Dios le mostró el Santuario Celestial y le dijo que haga uno terrenal “conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 26:30); pues el Santuario Celestial es un edificio real, no es un símbolo, y no fue hecho de manos humanas, sino construido por Dios mismo. Tal como el apóstol Pablo explica en el libro de Hebreos:

Hebreos 8:5 – “Ellos sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le había advertido a Moisés cuando estaba por acabar el tabernáculo, diciendo: Mira, harás todas las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.”

Pero los maestros religiosos dicen que esta ley, que era una copia del original que está en el Santuario original “ya no forma parte del nuevo pacto.” Sin embargo, ¿cuál es el nuevo pacto?

Hebreos 8:10 – “Pondré mis leyes en la mente de ellos y en sus corazones las inscribiré. Y yo seré para ellos Dios, y para mí ellos serán pueblo.”

¿Qué ley es la que debe ser entronizada en la mente y los corazones de la gente? ¿La ley que dice que hay que apedrear a los que encienden fuego en sábado? ¿La ley “del amor”? ¿La ley del catecismo, que dice que el domingo es “el día de la resurrección” y del “pentecostés”? ¿La ley que dice que cada 10 de mes séptimo es día de juicio simbólico (Yom Kippur)?

El sentido común nos dice que esa ley que debe ser entronizada en la mente y los corazones de los verdaderos creyentes debe ser la única ley que se encuentra en el Santuario Celestial: la ley que menciona Pablo en Hebreos 9:9-11, la ley que el apóstol Juan vio en visión en Apocalipsis 11:19; la ley que Pablo dice es “santa, justa y buena” (Romanos 7:12), la ley que nos da conocimiento de qué es pecado (Romanos 7:7), la única ley que define qué es pecado (1 Juan 3:4), aquella ley que si no la guardamos somos “mentirosos y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 2:4): la ley moral – los Diez Mandamientos.

Antes de poder estudiar acerca de la justificación, la santificación, el evangelio, y la naturaleza del hombre, es imperativo entender y aceptar la vigencia de la ley. Pues la ley de Dios es la que indica nuestra posición legal ante Dios.

La Ley de Dios

Dios es eterno, tiene existencia propia y existe desde la eternidad y existirá por la eternidad; Dios no tiene ni principio ni tiene fin.

Eterno = no tiene principio y no tiene fin.

Isaías 40:28 – “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra?”

Deuteronomio 33:27 – “El eterno Dios es tu refugio.”

Asimismo, como Dios es eterno, su trono (su GOBIERNO) es eterno.

Salmos 45:6 – “Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre: Vara de justicia la vara de tu reino.”

Y ese trono no está aquí en la tierra, sino que está en el Santuario Celestial.

Salmos 11:4 – “Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono.”

Ese reino de Dios tiene una LEY que gobierna todo y que también es eterna, sin principio y sin fin.

Salmos 119:142 – “Tu justicia (ley) es justicia eterna, y tu ley es la verdad.”

En la Biblia, la palabra “justicia” tiene varios significados o contextos:

  1. Justicia como sinónimo de ley (Salmo 119; Salmo 142; Salmo 50:6; Salmos 111:3).
  2. Justicia como sinónimo de obediencia (Deuteronomio 6:25).
  3. Justicia como sinónimo de castigo (Job 37:23).

Dios no cambia, es inmutable; por lo tanto la ley también es inmutable, NO PUEDE CAMBIAR, NO PUEDE ABOLIRSE.

Salmos 89:34 – “No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios.”

Mateo 5:17-19 – “No penséis que he venido a abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir.

De cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido cumplido. Por lo tanto cualquiera que quebranta el más pequeño de estos mandamientos y así enseña a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumple y los enseña, éste será considerado grande en el reino de los cielos.”

Esta LEY de Dios que es ETERNA, es el FUNDAMENTO del GOBIERNO de Dios, tanto en el cielo como en la tierra.

Salmos 89:14 – “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro.”

Salmos 119:89 – “Hasta la eternidad oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos.”

Salmos 119:7-8 – “Seguros son todos tus preceptos; establecidos para siempre jamás.”

El Salmo 119 nos habla de una ley que es eterna: que no tuvo principio y que no tiene fin.

La ley ceremonial, aquella con fiestas y sábados ceremoniales, no es eterna porque tuvo un principio:

PP pg. 333.1 – “Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus corazones.

Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron sacrificios con el propósito de dirigir sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo como supremo sacrificio.

Si nunca se hubiera violado la ley de Dios, no habría habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacrificios.”

Cuando nuestros primeros padres pecaron, se estableció otra nueva ley—una ley ceremonial—que sería una ley temporal, una ley que tuvo un principio y que debía tener de igual manera un final.

Dios mismo declaró que la ley ceremonial iba a tener un fin:

Oseas 2:11 – “Y haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus sábados, y todas sus festividades.”

Y Pablo, inspirado por Dios, declaró el final de la ley ceremonial con sus fiestas y sábados ceremoniales:

2 Colosenses 2:16-7 – “Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o en parte de día de fiesta, o de nueva luna, o de sábados: lo cual es la sombra de lo porvenir; mas el cuerpo es de Cristo.”

Naturalmente hay gente que usa los versículos que hablan del FINAL de la ley ceremonial para alegar que estos indican el final de “toda la ley,” incluyendo los Diez Mandamientos. Pero esto es PERVERTIR las Escrituras, pues toda la ley ceremonial o ritual simbólico, tal como su nombre lo indica, eran SÍMBOLOS, eran SOMBRA DE LO PORVENIR.

Las fiestas y sábados ceremoniales eran sombras y símbolos que explican el plan de redención: la fiesta de los panes sin levadura, con su pascua, sábado ceremonial y primicia de las gavillas, era un símbolo del Evangelio: la obra de Cristo aquí en la tierra. La fiesta del pentecostés era una sombra que apuntaba al inicio del Ministerio Sacerdotal de Cristo en el Lugar Santo del Santuario Celestial. Y así sucesivamente cada fiesta y sábado ceremonial tiene su significado simbólico y profético.

Durante la fiesta de los panes sin levadura (o fiesta de los ázimos – Éxodo 23:14-17; 34:23; Deuteronomio 16:16), los israelitas estaban prohibidos bajo pena de muerte comer pan que tuviera levadura (Éxodo 12:15,19); y además estaban prohibidos de beber vino fermentado, porque nada que representaba a Cristo debía tener fermento.

De ahí que el apóstol Pablo cuando habla de que “nadie os juzgue en comida, o en bebida,” se refiere a la ley ceremonial. Pablo no está hablando de la comida y la bebida que el hombre consume diariamente para su alimentación. Pablo está hablando de la comida que estaba o no estaba autorizada para comer durante los días festivos del ritual simbólico.

Los Diez Mandamientos, en cambio, NO SON SOMBRA NI FIGURA de Cristo, a diferencia de la ley ceremonial. El sábado del cuarto mandamiento es un estatuto, una orden, no es un símbolo que apunta a algo profético. El sexto mandamiento que dice “No matar” es un orden, no es una “sombra de Cristo.” Esto debería ser algo que cualquier mente racional debería poder comprender y diferenciar.

La ley ceremonial quedó clavada en la cruz (Colosenses 2:14), pues no era eterna: tuvo principio y tuvo su final.

Sin embargo, los que trafican con la gracia de Cristo, alegan que: “si debemos obedecer los Diez Mandamientos,” particularmente el cuarto, entonces “deberíamos apedrear a la gente que quiebra el cuarto mandamiento.”

Los no creyentes también usan versículos de Deuteronomio, como el capítulo 22 (y de otras partes de la Biblia), para insinuar que si los cristianos quieren seguir las reglas de la Biblia, entonces deberían apedrear a todos los pecadores.

Estas dos clases de personas usan la ley nacional de Israel, para aplicarla a todo el mundo. Sin embargo esta ley era sólo para la nación de Israel, tuvo un principio y también tuvo su final.

El principio de la ley nacional de Israel fue en el monte del Sinaí, y tuvo un propósito claro para ese pueblo que había pasado 40 años de servidumbre en uno de los reinos más paganos y supersticiosos del mundo, y que ahora debían ser la nación por la cual el Dios verdadero debía ser dado a conocer en todo el planeta.

PP pg. 282.2 – “La mente del pueblo, cegada y envilecida por la servidumbre y el paganismo, no estaba preparada para apreciar plenamente los abarcantes principios de los diez preceptos de Dios.

Para que las obligaciones del Decálogo pudieran ser mejor comprendidas y ejecutadas, se añadieron otros preceptos, que ilustraban y aplicaban los principios de los Diez Mandamientos.

Estas leyes se llamaron ‘derechos’, porque fueron trazadas con infinita sabiduría y equidad, y porque los magistrados habían de juzgar según ellas.

A diferencia de los Diez Mandamientos, estos ‘derechos’ fueron dados en privado a Moisés, quien debía de comunicarlos al pueblo.”

PP pg. 283.6 – “Estos ‘derechos’ debían ser escritos por Moisés y junto con los Diez Mandamientos, para cuya aplicación fueron dados, debían ser cuidadosamente atesorados como fundamento de la ley nacional y como condición del cumplimiento de las promesas de Dios a Israel.”

El hecho de que Dios ordenó a Moisés escribir la pena de muerta para todo aquel que quebrante el sábado del cuarto mandamiento, debería hacernos reflexionar a fondo cuánto respeto deberíamos tener por su santo día de reposo.

Si Adán y Eva no hubieran pecado, nunca hubiese sido necesario instituir la ley ceremonial ni mucho menos la ley nacional de Israel. Estas dos leyes fueron decretadas por causa del pecado.

¿Y cómo llegamos al conocimiento del pecado?

No llegamos al conocimiento de pecado por la ley ceremonial, ni por la ley nacional de Israel, sino por los Diez Mandamientos.

Romanos 7:7-9 –“Tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo: pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.”

PP pg. 335.1 – “El sistema de sacrificios confiado a Adán fue también pervertido por sus descendientes. La superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje corrompieron el sencillo y significativo servicio que Dios había establecido.

A través de su larga relación con los idólatras, el pueblo de Israel había mezclado muchas costumbres paganas con su culto; por consiguiente, en el Sinaí el Señor le dio instrucciones definidas tocante al sistema de sacrificios.

Una vez terminada la construcción del santuario, Dios se comunicó con Moisés desde la nube de gloria que descendía sobre el propiciatorio, y le dio instrucciones completas acerca del sistema de sacrificios y ofrendas, y las formas del culto que debían emplearse en el santuario.

De esa manera se entregó a Moisés la ley ceremonial, que fue escrita por él en un libro. Pero la ley de los Diez Mandamientos pronunciada desde el Sinaí había sido escrita por Dios mismo en las tablas de piedra, y se guardó sagradamente en el arca.

Muchos confunden estos dos sistemas y se valen de los textos que hablan de la ley ceremonial para tratar de probar que la ley moral fue abolida; pero esto es pervertir las Escrituras.

La distinción entre los dos sistemas es clara. El sistema ceremonial se componía de símbolos que señalaban a Cristo, su sacrificio y su sacerdocio.

Esta ley ritual, con sus sacrificios y ordenanzas, debían los hebreos seguirla hasta que el símbolo se cumpliera en la realidad de la muerte de Cristo, Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Entonces debían cesar todas las ofrendas de sacrificio. Tal es la ley que Cristo quitó de en medio y clavó en la cruz (Colosenses 2:14).

PERO acerca de la ley de los Diez Mandamientos el salmista declara: ‘Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos’ (Salmos 119:89). Y Cristo mismo dice: ‘No penséis que he venido para abolir la Ley…’ (Mateo 5:17-18). En estas palabras Cristo enseña, no solo cuáles habían sido las demandas de la ley de Dios, y cuáles eran entonces, sino que además ellas perdurarán tanto como los cielos y la tierra. La ley de Dios es tan inmutable como su trono. Mantendrá sus demandas sobre la humanidad a través de todos los siglos.

Respecto a la ley pronunciada en el Sinaí, dice Nehemías: ‘Sobre el monte Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatuto y mandamientos buenos’ (Nehemías 9:13). Y Pablo, el apóstol de los gentiles, declara: ‘La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.’ Esta ley no puede ser otra que el Decálogo, pues es la ley que dice: ‘No codiciarás’ (Romanos 7:12, 7).

Si bien la muerte del Salvador puso fin a la ley de los símbolos y sombras, no disminuyó en lo más mínimo la obligación del hombre hacia la ley moral. Todo lo contrario, el mismo hecho de que fuera necesario que Cristo muriera para expiar la transgresión de la ley, prueba que esta es inmutable.”

Ahora que ya tenemos claro cuál es la ley de Dios que define nuestra posición legal, la ley que es norma de justificación y la ley que condena, pero que no tiene poder para salvar, entonces podemos seguir adelante en nuestro estudio.

En la Biblia podemos encontrar los siguientes requerimientos de la ley para que el hombre sea aceptado o justificado.

DTG pg. 710.3 – “La ley requiere justicia, una vida justa, un carácter perfecto…”

Requerimientos para ser aceptado/justificado

  1. Obediencia perfecta y perpetua a la ley (Romanos 2:13).
  2. Un carácter perfecto (Mateo 5:48).
  3. Una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16).
  4. Una vida justa (Levítico 18:4-5).

El hombre debe cumplir estos cuatro requerimientos para poder ser aceptado ante Dios y ante la ley. Si el hombre no llega a cumplir siquiera uno de estos requerimientos entonces viene:

La condenación de la ley

La muerte eterna (Romanos 6:23) o “muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).

La muerte que el hombre generalmente experimenta es conocida como “muerte primera” y es tan solo como un “sueño” (Lucas 8:52; Juan 11:11-14). Pero la condenación de la ley implica una muerte eterna y definitiva: que sea como si el hombre nunca hubiese existido (Abdías 1:16; Salmos 37:10).

Ya que hemos establecido los requerimientos de la ley, ahora podemos estudiar la condición y la posición legal de Adán antes de desobedecer la ley.

La posición legal del hombre ANTES del pecado

Estudiemos la posición legal del hombre antes de caer en el pecado, a la luz de los requerimientos de la ley.

CC pg. 62.1 – “La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la ley de Dios, la perfecta justicia.

Si la vida eterna se concediera con alguna condición inferior a ésta, peligraría la felicidad en todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado con toda su secuela de dolor y miseria para siempre.”

  1. Obediencia perfecta y perpetua a la ley (Romanos 2:13)

Para que Adán pudiese obedecer a Dios perfecta y voluntariamente, debía tener los dones del Espíritu (Gálatas 5:22-23) – específicamente: debía tener capacidad para amar.

Como el primer Adán fue creado a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27) y Dios es amor (1 Juan 4:8), el primer Adán sí tenía capacidad para amar y por lo tanto podía obedecer perfectamente la ley (Romanos 13:10).

Pero además, para poder obedecer la ley, Adán debía tener conocimiento de la ley. Por lo tanto, el primer Adán tenía la ley de Dios grabada en su mente y en su corazón (Salmos 40:8).

  1. Un carácter perfecto (Mateo 5:48)

Dios creó al primer Adán con un carácter perfecto: “conforme a su imagen y semejanza” (Génesis 1:26-17).

  1. Una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16)

Todo lo que Dios creó era perfecto, libre de mancha de pecado (Génesis 1:31).

Eclesiastés 7:29 – “He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas.”

PP pg. 39.5 – “La ola de angustia que siguió a la transgresión de nuestros primeros padres es considerada por muchos como un castigo demasiado severo para un pecado tan insignificante; y ponen en tela de juicio la sabiduría y la justicia de Dios en su trato con el hombre. Pero si estudiaran más profundamente el asunto, podrían discernir su error.

Dios creó al hombre a su semejanza, libre de pecado. La tierra había de ser poblada con individuos un poco menor a los ángeles; pero debía probarse su obediencia; pues Dios no había de permitir que el mundo se llenara de personas que menospreciaran su ley. No obstante, en su gran misericordia, no señaló a Adán una prueba severa. La misma levedad de la prohibición hizo al pecado sumamente grave.

Si Adán no pudo resistir la prueba más ínfima, tampoco habría podido resistir una mayor, si se le hubiesen confiado responsabilidades más importantes.”

  1. Una vida justa (Levítico 18:4-5)

Como Adán tenía grabada la ley de Dios en su mente y su corazón, y como tenía capacidad para amar, Dios lo había creado completamente capacitado para vivir una vida justa y perfecta. Adán estaba capacitado, solo hacía falta que él desarrollara esa vida justa voluntariamente desarrollando las facultades y talentos que su Creador le proveyó.

Entonces, habiendo estudiado al primer Adán a la luz de los requerimientos de la ley, podemos ver que Adán tenía en sí mismo todo lo que la ley demanda para poder ser aceptado en sí mismo.

Dones naturales y sobrenaturales

Para que Adán pueda obedecer la ley de Dios, el Creador le dio dones sobrenaturales, los cuales podemos leer en Gálatas 5:22-23: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Estos dones eran su vestidura interna para cubrir su desnudez espiritual, como veremos más adelante.

Los dones sobrenaturales o espirituales se caracterizan porque no son propios del hombre, no son inherentes. Estos dones fueron otorgados por el Espíritu Santo.

Pero, además de esta vestidura interna, el Creador le dio al hombre Adán un vestido externo para que cubra su desnudez física.

PP pg. 26.1 (25.1) – “Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida.

La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales. Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles. Mientras vivieron obedeciendo a Dios, esta vestimenta de luz continuó revistiéndolos.”

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PP pg. 25.3 (24.4) – “El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el carácter.”

En la semejanza exterior: el hombre tiene rostro, como Dios tiene rostro (Génesis 33:10; Éxodo 33:23); el hombre tiene ojos como Dios para ver (Génesis 7:1; 1 Samuel 26:24; 1 Reyes 11:33; 2 Reyes 10:30); el hombre tiene oídos como Dios para oír (Génesis 29:33; 2 Crónicas 7:15); el hombre tiene manos como Dios y tiene pies como Dios (Éxodo 24:9-11; Éxodo 31:18; Deuteronomio 11:2; Daniel 5:5); el hombre tiene boca como Dios para hablar (1 Reyes 8:15; 2 Crónicas 35:22; Mateo 4:4).

La “semejanza exterior” del hombre se refiere a los dones naturales que el Creador le dio al hombre y tienen que ver con la demanda de tener una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16). Estos dones son propios del hombre.

Dones naturales

  1. Facultades mentales.
  2. Facultad de la voluntad.
  3. Facultad del habla.
  4. Facultades físicas.
  5. Facultad de comer.
  6. Facultad moral.

Salmos 100:3 – “Reconoced que Jehovah es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos.”

1MS pg. 349.3 – “El hombre puede tener un intelecto brillante; puede ser rico en la posesión de dones naturales. Pero todos ellos le son dados por Dios, su Hacedor.

Dios puede quitar el don de la razón, y en un momento el hombre quedará como Nabucodonosor, degradado al nivel de las bestias del campo (Daniel 4:33). Dios hace esto porque el hombre procede como si su sabiduría y poder los hubiera recibido independientemente de Dios.

El hombre es únicamente mortal, y mientras se sienta demasiado sabio para aceptar a Jesús, permanecerá siendo únicamente mortal. Los hombres han hecho cosas maravillosas en el mundo intelectual, pero ¿quién les dio poder para hacer esto? El Señor Dios de los ejércitos.”

En cambio, la “semejanza interior” del hombre se refiere a los dones sobrenaturales de Gálatas 5:22-23, que tienen que ver con la demanda de obediencia perfecta y perpetua a la ley (Romanos 6:23). Estos dones no son propios del hombre.

Dios dio el don sobrenatural del amor a Adán para que Adán pudiera cumplir la demanda de obediencia perfecta a la ley de Romanos 2:13. Ya que el amor cumple la ley (Romanos 13:10). Si Dios no le dotaba de amor, era imposible que Adán pudiera obedecer la ley.

Pero, además de los dones sobrenaturales, para que Adán pudiera obedecer la ley, tenía que tener conocimiento de la ley, ya que no se puede obedecer una ley que se desconoce. Dios tuvo que entronizar la ley en la mente y en el corazón de Adán para que Adán supiera qué es pecado y qué es desobediencia. Si Adán no hubiera tenido conocimiento de la ley, pudiera haber alegado “nunca me dijiste qué era pecado.”

PP pg. 378.1 (333.1) – “Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus corazones.”

Adán sabía perfectamente que para tener derecho a la vida eterna debía mantenerse puro, leal, y obediente a la ley.

Cuando en Génesis 3:22 dice “Jehovah Dios dijo:-He aquí que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal” esto no quiere decir que no tenían conocimiento de la ley. Adán y Eva conocían el bien, pues todo lo que Dios había creado era bueno, mas ahora iban a tener conocimiento “en carne propia” del mal. Una cosa es tener conocimiento de la ley que dice “No matarás,” y otra cosa muy distinta es llegar a conocer la muerte, el dolor y el sufrimiento en carne propia. Al pecar ambos perdieron la santa inocencia.

PP pg. 32.1 – “Al hombre, obra maestra de la creación, Dios le dio la facultad de comprender sus requerimientos, para que reconociera la justicia y la benevolencia de su ley y su sagrado derecho sobre él; y del hombre se exige una respuesta obediente.”

La vestidura externa de Adán, esa vestidura de luz, estaba íntimamente ligada a su vestidura interna.

PVGM pg. 252.3 – “La ropa blanca de la inocencia era llevada por nuestros primeros padres cuando fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta conformidad con la voluntad de Dios. Toda la fuerza de sus afectos era dada a su Padre celestial.

Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la santa pareja. Este manto de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales de celestial inocencia. Si hubieran permanecido fieles a Dios, habría continuado envolviéndolos. Pero cuando entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó.”

La vestidura de luz externa de Adán era un símbolo de lo que tenía internamente: los dones sobrenaturales: amor, fe, lealtad, paciencia, mansedumbre, dominio propio, temperancia, etc.

Las facultades mentales

Al crear al hombre, Dios le dio facultades mentales poderosas:

  1. Inteligencia (Daniel 1:17; Proverbios 2:6-7.
  2. Memoria (Proverbios 10:7; Eclesiastés 9:5).
  3. Pensar.
  4. Comprender.
  5. La razón.

Dios creó al hombre el sexto día de la creación (Génesis 1:27, 31); y le bendijo con una inteligencia que no dio a ninguna otra criatura. El hombre fue dotado de un poder intelectual “un poco menor que los ángeles” (Hebreos 2:7).

¿Cuánto tiempo nos tomaría aprender la clasificación (por nombre, grupo, especie, etc.) de todos los animales de la tierra de memoria?

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Sin duda sería una tarea que tomaría al menos varios días.

Sin embargo, Adán tenía una facultad mental tan poderosa que no tuvo ningún problema en poner nombre a cada ser viviente del reino animal y grabarlo en su memoria.

Génesis 2:19 – “Formó, pues, Jehová Dios de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y trájolas a Adam, para que viese cómo les había de llamar; y todo lo que Adam llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.”

Si bien hablamos diferentes lenguas según las naciones que habitamos, el león es león aquí y en la China. Y fue Adán quién le puso ese nombre, así como a todo animal viviente que Dios creó en la tierra.

PP pg. 33.0 (30.1) – “Toda criatura viviente era familiar para Adán, desde el poderoso leviatán que juega entre las aguas hasta el más diminuto insecto que flota en el rayo del sol. A cada uno le había dado su nombre y conocía su naturaleza y sus costumbres.

La gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados movimientos, ‘las diferencias de las nubes’ (Job 37:16), los misterios de la luz y del sonido, de la noche y el día, todo estaba al alcance de la comprensión de nuestros primeros padres.”

Facultad mental (área material): Como hemos analizado, Adán tenía una poderosa facultad mental en esta área material (Génesis 2:19-20).

Facultad mental (área espiritual): Adán tenía un conocimiento claro de Dios; entendía que Dios tiene un carácter perfecto (justo y misericordioso al mismo tiempo – Salmos 116:5), es omnisciente/omnisapiente (Salmos 147:5; Isaías 40:28; Salmos139:1-6), omnipresente (Salmos 139:7-12; Isaías 40:27), omnipotente (Salmos 147:5; 139:13-16), Eterno (Isaías 40:28; 1 Timoteo 6:14-16), el Creador (Jeremías 27:5; Salmos 33:6; Génesis 1:27), mientras que el hombre es una criatura creada por Dios (Salmos 100:3).

Para que Adán pudiera mantener sus facultades mentales en estado de perfección tenía que cumplir la condición de obediencia perfecta y perpetua a la ley de Dios.

La facultad de la voluntad

MJ pg. 88.1 (149.1 / 104.3) – “La religión pura tiene que ver con la voluntad. La voluntad es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre, poniendo a las demás facultades bajo su dominio. La voluntad no es el gusto ni la inclinación, sino el poder de decidir que actúa en los hijos de los hombres para obediencia o desobediencia a Dios.”

Facultad de la voluntad (área material): Tiene que ver con el trabajo de la rutina de la vida diaria, pues para realizar cualquier trabajo se necesita hacer ejercicio de la voluntad. El Creador dio a Adán y a Eva su trabajo: cuidar el huerto del Edén (Génesis 2:15).

2 Tesalonicenses 3:10 – “Si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma.”

Facultad de la voluntad (área espiritual): Está íntimamente relacionada con hacer la voluntad de Dios que está expresada en su santa ley y en las órdenes que Dios da a conocer al hombre. La facultad de la voluntad en el área espiritual decide si va a obedecer o desobedecer a Dios.

Dios otorgó libre albedrío a Adán y Eva para que ellos pudieran escoger servirle y obedecerle voluntariamente.

Las facultades físicas

Se refiere al sistema músculo-esquelético.

PP pg. 515.4 – “Mientras una clase pide una parte de las bendiciones que Dios ha concedido a sus vecinos más ricos, la otra necesita el fiel servicio, la fuerza del cerebro, de los huesos y de los músculos, que constituyen el capital de los pobres.”

Job 10:8, 11 – “Tus manos me hicieron y me formaron… me vestiste de piel y carne, y me tejiste con huesos y nervios.”

PP pg. 25.1 – “Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida. La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad.”

La facultad del habla

Dios le otorgó a Adán la facultad del habla, para que se comunicase con palabras claras y fáciles de comprender, con fluidez de palabras en toda su perfección, con algunos propósitos:

  • De que Adán y su descendencia le presenten sus alabanzas y adoración por medio de cantos. (Salmos 138: 4-5, Éxodo 15: 1-2)
  • De que comuniquen las órdenes de Dios a otros hombres (Daniel 2:21-30); y de que se puedan comunicar con su prójimo (1 Samuel 19:1-3).
  • De que haga sus peticiones cara a cara (Génesis 18:23-33); y por medio de la oración (1 Reyes 8:35-36; Daniel 9:18-20).
  • De que pueda conversar (Génesis 22:7-8; Lucas 24:13-29).
  • De que el hombre le glorifique a Dios (Salmos 30:1; 86:9).
  • De que el hombre le exprese su gratitud (Salmos 19:14).
  • De que pueda enseñar (Éxodo 18:20; Deuteronomio 4:5, 9).

La facultad de comer

Génesis 1:29 – “Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.”

La facultad de comer que Dios le dio al hombre se le había otorgado con el don del la temperancia.

La facultad moral

Solamente el hombre entre todos los moradores de la tierra está sujeto a la ley moral. Los demás seres inferiores que Dios creó en la tierra están sujetos a leyes naturales; pero no a la ley moral. La orden de Génesis 2:16-17 fue una ley exclusiva del hombre y no para los seres inferiores.

La posición legal

CS pg. 586.1 (521.1) – “Adán y Eva habían sido perfectamente felices mientras obedecieron a la ley de Dios, y esto constituía un testimonio permanente contra el aserto que Satanás había hecho en el cielo, de que la ley de Dios era un instrumento de opresión y contraria al bien de sus criaturas.”

Hubo un tiempo en el cual Adán y Eva vivieron en perfecta armonía con la ley del Creador.

PP pg. 25.3 (24.4) – “Aunque únicamente Cristo es ‘la misma imagen’ del Padre (Hebreos 1:3); el hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón.

Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre.”

Ya que el hombre Adán cumplía con todos los requerimientos de la ley, entonces la ley no hallaba nada en ellos para rechazarlos, por lo tanto:

  1. Aceptado en sí mismo porque cumple todos los requerimientos de la ley: obediencia perfecta, vida justa, naturaleza sin mancha de pecado y un carácter perfecto.

La ley no hallaba nada para condenar al hombre, por lo tanto:

  1. No estaba bajo condenación.

Esta posición legal entraña dos tipos de demandas diferentes. La demanda de Romanos 2:13 (obediencia perfecta) no es igual a la demanda de Romanos 6:23 (muerte eterna). No podemos hacer un solo paquete de estas demandas.

Si la demanda es de obediencia, no podemos presentar sangre. Y si la demanda es de sangre, no se puede presentar obediencia.

La justificación y el perdón de pecados no son una y la misma cosa.

Mucha gente se cierra a hacer un solo paquete de la justificación y el perdón debido a este párrafo:

FO pg. 107.2 – “El perdón y la justificación son una y la misma cosa.”

Este párrafo debe ser estudiado en su contexto y el contexto es el ritual simbólico. El perdón y la justificación son una y la misma cosa EN CRISTO. Pero Cristo presenta dos cosas diferentes: la ofrenda y el sacrificio (Hebreos 5:1; Hebreos 8:3). La ofrenda es su vida de obediencia perfecta a la ley, la cual es presentada para justificación; mientras que el sacrificio es su sangre derramada en la cruz para el perdón de nuestros pecados.

Esto lo aprendemos del ritual simbólico porque, primeramente el animal a sacrificar debía cumplir dos requisitos: ser perfecto sin defecto alguno (Éxodo 12:5; Levítico 4:3), simbolizando la vida de obediencia perfecta sin defecto alguno de Cristo. Y el animal debía morir (Levítico 4:4; Éxodo 12:6), simbolizando el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario.

Si para justificación/aceptación bastaría la muerte de Cristo, no habría necesidad de pedir perfección. De igual manera, si para el perdón de pecados bastara una vida de perfección, no haría falta la muerte de Cristo.

Pero, volviendo a la posición legal del primer Adán: Adán tenía justicia/obediencia perfecta en sí mismo, tenía un carácter perfecto, era libre de la mancha de pecado y cualquier mancha o defecto, pues tenía el don sobrenatural del amor que lo capacitaba para obedecer la ley que estaba entronizada en su mente y su corazón.

Por esto, Adán estaba libre de condenación. Pero además había un tercer factor legal:

  1. Libre acceso directo a Dios.

Adán tenía libre acceso directo a Dios. Adán no tenía necesidad de un mediador; se podía comunicar cara a cara con su Creador.

Esta era la posición legal del hombre Adán. Pero Dios puso una CONDICIÓN para que Adán se mantenga aceptado en sí mismo, sin condenación y con acceso directo a Dios: Génesis 2:16-17.

  • Condición: Obediencia perfecta y perpetua. Y así mantener su posición legal ante Dios y la ley; para que los dones sobrenaturales se mantengan dentro del hombre y para que los dones naturales se mantengan en estado de perfección.

Lamentablemente el hombre Adán no mantuvo esa condición (Génesis 3:1-6), y como consecuencia de su pecado se produjo un cambio en su naturaleza lo cual tuvo consecuencias en su posición legal. Y ahora debemos estudiar en qué consistió ese cambio, tal como lo planteamos desde un principio:

ED pg. 10.2 (14.5) – “A fin de comprender qué abarca la obra de la educación, necesitamos considerar tanto la naturaleza del ser humano como el propósito de Dios al crearlo.

Hemos de considerar también el cambio que sufrió la humanidad por la introducción del mal, y el plan de Dios para cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la educación de la especie humana.”

La caída del hombre en el pecado

PP pg. 32.2 – “Como los ángeles, los moradores del Edén habían de ser probados. Únicamente podían conservar su feliz estado si eran fieles a la ley del Creador. Podían obedecer y vivir, o desobedecer y perecer. Dios los había colmado de ricas bendiciones; pero si ellos menospreciaban su voluntad, Aquel que no perdonó a los ángeles que pecaron no los perdonaría a ellos tampoco: la transgresión los privaría de todos sus dones, y les acarrearía desgracia y ruina.

Los ángeles amonestaron a Adán y a Eva a que estuvieran en guardia contra las argucias de Satanás; porque sus esfuerzos por tenderles una celada serían infatigables. Mientras fueran obedientes a Dios, el maligno no podría perjudicarle; pues, si fuera necesario, todos los ángeles del cielo serían enviados en su ayuda.

Si ellos rechazaban firmemente sus primeras insinuaciones, estarían tan seguros como los mismos mensajeros celestiales. Pero si cedían a la tentación, su naturaleza se depravaría, y no tendrían en sí mismos poder ni disposición para resistir a Satanás.”

En resumen: si nuestros primeros padres, creados perfectos, con capacidad para amar y con la ley escrita en sus mentes y corazones, no cedían a la tentación y al pecado, permanecerían en ese estado de perfección, libres de condenación y aceptados en sí mismos. Pero si cedían al pecado, entonces perderían sus dones sobrenaturales y sus done naturales se depravarían: dejarían de tener capacidad para amar, dejarían de ser perfectos a semejanza de su Creador.

Y desafortunadamente, Adán y Eva no cumplieron con la condición de obediencia perfecta y perpetua a la santa ley de Dios. El primer Adán depravó su naturaleza y perdió sus dones espirituales.

VAAn pg. 52.4 – “Tan pronto como Dios, a través de Jesucristo, creó nuestro mundo y colocó a Adán y Eva en el jardín del Edén, Satanás anunció su propósito de conformar a los padres de la humanidad a su propia naturaleza.”

Satanás, movido por la envidia, al ver a nuestros primeros padres vivir en alegría, paz y armonía con el Creador, decidió arruinar esa felicidad induciéndolos a desobedecer a Dios, y así conformar la naturaleza humana, que era semejante a Dios, a su propia naturaleza satánica.

Y lamentablemente lo consiguió: Génesis 3:6.

MJ pg. 32 (53.2 / 38.3) – “La obra de Satanás es destronar a Dios del corazón y moldear la naturaleza humana conforme a su propia imagen deforme. Excita todas las malas propensiones, despierta las pasiones impuras y las ambiciones.

Declara: ‘Te daré todo este poder, estos honores, estas riquezas y estos placeres pecaminosos.’ Pero pone por condición que la integridad sea sacrificada y la conciencia embotada. De ese modo degrada las facultades humanas, y las hace cautivas del pecado.”

Es por esto que nosotros tenemos la misma naturaleza de Satanás: somos celosos, envidiosos, egoístas, celosos, orgullosos; tenemos odio y deseamos ser la cabeza de todo y de todos (Romanos 1:29-31).

La posición legal del hombre DESPUÉS del pecado

CC pg. 17.1 – “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos.

Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial.

El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre.”

Esos “dones” de los cuales Adán y Eva fueron privados, fueron los dones sobrenaturales—la vestimenta interna—que los capacitaba para obedecer y amar a Dios.

DTG pg. 89.3 – “Después de inducir al hombre a pecar, Satanás reclamó la tierra como suya, y se llamó príncipe de este mundo.

Habiendo hecho conformar a su propia naturaleza al padre y madre de nuestra especie, pensó establecer aquí su imperio. Declaró que el hombre le había elegido como soberano suyo. Mediante su dominio de los hombres, dominaba el mundo.”

Job 1:6-7 – “Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán. Y dijo Jehová a Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán a Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.”

Mateo 4:8-9 – “Otra vez le pasa el diablo a un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, y dícele: Todo esto te daré, si postrado me adorares.”

Después de que Satanás logró inducir a nuestros primeros padres a desobedecer a Dios, logró conformar su naturaleza de ellos, que había sido creada a semejanza del Creador, a la misma naturaleza de Satanás.

Adán después del pecado se dio cuenta de que había perdido su vestidura externa (Génesis 3:7-8) y por ello se declaró desnudo. Pero no se percató de que había perdido también su vestidura interna, no comprendió su desnudez espiritual, sino que sólo se dio cuenta de su desnudez física.

Génesis 3:9-10 – “Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme.”

Cuando Adán y Eva se escondieron de Dios (Génesis 3:10), demostraron que habían perdido el conocimiento que tenían de Dios, y perdieron el discernimiento espiritual; pues al tratar de esconderse de Dios estaban demostrando que no comprendían que Dios es omnipresente, omnisapiente y omnipotente. Su mente estaba entenebrecida en un aspecto bastante básico acerca de Dios.

PP pg. 37.1 – “Pero el gran Legislador iba a revelar a Adán y Eva las consecuencias de su pecado. La presencia divina se manifestó en el huerto. En su anterior estado de inocencia y santidad solían dar alegremente la bienvenida a la presencia de su Creador; pero ahora huyeron aterrorizados, y se escondieron en el lugar más apartado del huerto.”

CC pg. 17.2 – “En su estado de inocencia, el hombre gozaba de completa comunión con Aquel ‘en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia’ (Colosenses 2:3).

Pero después de su caída no pudo encontrar gozo en la santidad y procuró ocultarse de la presencia de Dios. Tal es aún la condición del corazón que no ha sido regenerado. No está en armonía con Dios ni encuentra gozo en la comunión con El.”

Los dones naturales (facultades mentales, voluntad, facultad del habla, facultades físicas, facultad de comer, facultad moral) del hombre se depravaron. Mientras que los dones sobrenaturales (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio – Gálatas 5:22-23) se perdieron.

Y como todos los seres humanos somos descendientes de Adán y Eva después del pecado, ellos nos transmitieron la misma naturaleza (Romanos 5:12; Génesis 5:3): con mancha de pecado, sin amor, y sin discernimiento espiritual.

Adán y Eva, después del pecado, engendraron hijos “a su semejanza, conforme a su imagen” (Génesis 5:3), una imagen caída, depravada y pervertida, ya no conforme a la imagen y semejanza de Dios.

Isaías 1:4 – “¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, descendencia de malhechores, hijos depravados!”

Romanos 5:12 – “Así como el pecado entró en el mundo por un hombre (el primer Adán), y por el pecado la muerte (segunda), y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron.”

De hombres libres, pasamos a ser esclavos de Satanás (2 Pedro 2:29).

Sin embargo el hombre ingenuamente exclama:

“¡Jamás hemos sido esclavos de nadie!” (Juan 8:33)

A lo que nuestro Salvador responde:

“De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado.” (Juan 8:33)

Y “no hay hombre que no peque” (1 Reyes 8:46; 2 Crónicas 6:36; Eclesiastés 7:20).

De ser hijos de Dios, la raza humana pasó a ser hijos del Diablo (Juan 8:44) y por esto necesitamos ser adoptados (Romanos 8:15, 23).

Los dones naturales, en el área espiritual se depravaron, mientras que en el área material se degeneraron.

Facultades mentales después del pecado

Facultad mental (área material): Cuando Adán infringió la ley, Dios no le privó de sus poderosas facultades mentales en el área material, y éstas siguieron tan vigorosas y poderosas como antes de caer en el pecado. Una evidencia de ello lo tenemos en Génesis 4:17, donde se relata que Caín, el hijo de Adán, hizo uso de su poderosa inteligencia al diseñar una ciudad, e hizo uso de sus facultades físicas y de la voluntad en el área material al construir la ciudad que había diseñado.

Pero esas poderosas facultades mentales, por causa de la depravación del hombre y especialmente al dar rienda suelto al apetito depravado, empezaron a degenerarse.

La degeneración de las facultades naturales del hombre se hicieron más evidentes después del diluvio, cuando Dios le autorizó a la raza humana el consumo de carne (Génesis 9:3), de animales limpios.

CRA pg. 446.1 – “Después del diluvio la gente comía mayormente alimentos de origen animal. Dios vio que las costumbres del hombre se habían corrompido, y que él estaba dispuesto a exaltarse a sí mismo en forma orgullosa contra su Creador y a seguir los dictámenes de su propio corazón.

Y permitió que la raza longeva comiera alimentos de origen animal para abreviar su existencia pecaminosa. Pronto después del diluvio la raza humana comenzó a decrecer en tamaño y en longevidad.”

La degeneración que se ha ido manifestando en las facultades mentales del hombre ha sido un proceso lento y se ha necesitado que transcurran muchas generaciones desde la caída de Adán para que la degeneración sea más notoria.

Facultad mental (área espiritual): Las facultades mentales en el área espiritual quedaron también depravadas. Una evidencia de esto ya lo mencionamos en el hecho de que Adán y Eva se escondieron de Dios demostrando que perdieron noción de que Dios es omnipresente y pensaron erróneamente “estoy escondido entonces Dios no me puede ver.”

Hoy día los seres humanos demostramos la misma naturaleza y condición de Adán después del pecado: cuando cometemos un pecado queremos escondernos y no queremos atender a la presencia de Dios.

¿Y qué hacemos cuando queremos cometer algún pecado?

Miramos a todos lados para cerciorarnos de que “nadie nos ve” y entonces cometemos el pecado. Así demostramos la misma falta de conocimiento de Dios.

Facultad de la voluntad

Facultad de la voluntad (área material): Cuando Adán cedió a la tentación, Dios no le privó de la facultad de la voluntad para las cosas materiales o seculares. Como ya hemos mencionado, Caín hizo uso de la facultad de la voluntad en el área material al construir una gran ciudad, y asimismo los descendientes de Noé después del diluvio, yendo en contra de la voluntad divina, se esparcieron y empezaron a edificar una torre (Génesis 11:1-4).

Entonces el hombre caído puede hacer uso de su facultad de la voluntad en el área material para escoger donde vivir, en qué trabajar, que estudiar, con qué ropa vestirse, qué tipo de alimentos consumir, etc., sin consultar a Dios.

Facultad de la voluntad (área espiritual): Es importante entender que cuando Dios creó al hombre a su imagen y conforme a su semejanza, no colocó al hombre en un punto “neutro” entre la obediencia y la desobediencia. Dios colocó al hombre en el camino de la obediencia.

CS pg. 586.1 (521.1) – “Adán y Eva habían sido perfectamente felices mientras obedecieron a la ley de Dios, y esto constituía un testimonio permanente contra el aserto que Satanás había hecho en el cielo, de que la ley de Dios era un instrumento de opresión y contraria al bien de sus criaturas.”

Adán y Eva escogieron voluntaria y conscientemente salir del camino de la obediencia en que Dios los había colocado, para pasarse al camino de la desobediencia. Adán y Eva escogieron desobedecer a Dios.

Dios le dotó a Adán de la facultad de la voluntad y le había dado libre albedrío, y mientras él permaneciera en el camino de la obediencia seguiría en su libre albedrío. Pero al desobedecer voluntariamente a Dios, la voluntad de Adán quedó bajo el dominio de Satanás y fue reducido a la esclavitud (2 Pedro 2:19), y así perdió su libre albedrío y paso a tener siervo albedrío.

La voluntad es la facultad más importante para el desarrollo del carácter, pero ésta facultad fue puesta bajo el dominio de Satanás y, desde la caída del hombre, la voluntad con siervo albedrío ha estado obrando en el hombre el querer y hacer los deseos de nuestro padre el diablo (Juan 8:44) para la completa ruina y miseria del hombre.

Es por esto que el hombre caído naturalmente no puede escoger servir a Dios ni puede obedecerle, pues su voluntad está bajo el control de Satanás; y Satanás es un mal pagador, es un amo que se ocupa de manejar nuestra voluntad en la medida en que puede para arruinarnos y destruirnos.

El momento en que Adán cedió a la tentación, su facultad de la voluntad en el área espiritual quedó depravada y desde ese mismo instante para el hombre ya no era más un deleite hacer la voluntad de Dios expresada en Su ley y Su Palabra, porque la voluntad del hombre quedó bajo el completo dominio de otro padre. Debido a esto, a todo el linaje humano no le agrada obedecer, no le agrada hacer la voluntad de Dios en forma voluntaria, porque hacer esto se opone a la inclinación natural humana que es la de hacer de continuo el mal (Génesis 6:5).

Pero como los hombres no conocen su propio corazón: “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9), creen que nacen libres y que son libres, y no quieren admitir su condición de esclavos, por lo cual se declaran ricos (Apocalipsis 3:17) y no tienen necesidad de un Libertador.

MJ pg. 89.3 (106.2) – “Necesitas beber diariamente de la fuente de la verdad, con el fin de entender el secreto del placer y el gozo en el Señor. Pero debes recordar que tu voluntad es la fuente de todas tus acciones.

Esta voluntad, que constituye un factor tan importante en el carácter del hombre, fue puesta, en ocasión de la caída, bajo el dominio de Satanás; y desde entonces él ha estado obrando en el hombre el querer y hacer su beneplácito, pero para la completa miseria y ruina del ser humano.”

Cuando alguien nos invita “¡vamos a una fiesta!” qué fácil es acceder a esta invitación. Sin embargo si alguien nos invita “vamos a hacer obra misionera” o “vamos a estudiar la Biblia,” inmediatamente surgen las excusas y los pretextos. Esto demuestra cómo nuestra facultad de la voluntad está depravada y bajo dominio del enemigo.

Es por esto también que cuando nos invitan a hacer algo que no debemos hacer inmediatamente surgen los pensamientos en nuestra cabeza “no hago esto siempre, es sólo una vez nomas”, o también “ay! es mucho fanatismo… hay que vivir la vida! ¡Sólo se vive una vez!”

¿Pero nos hemos puesto a pensar, cuál espíritu es el que nos hace decir todas estas cosas?

Otra evidencia de todo esto la tenemos cuando nuestros hijos nos dicen: “ah! pero ustedes disfrutaron cuando eran jóvenes… yo también quiero vivir mi vida y cometer errores!”

Toda nuestra vida diaria da testimonio de que somos esclavos del pecado, esclavos de Satanás y enemigos acérrimos de Dios. Y nuestros hechos también demuestran que Satanás maneja la voluntad del hombre para su destrucción y ruina eterna porque es un mal pagador.

Facultad del habla

Esta facultad que le había sido otorgada al primer Adán para glorificar a su Creador, para alabarle y darle gracias, después del pecado quedó depravada.

Cuando Dios buscó al hombre después de su caída y le preguntó dónde estaba y qué había hecho, Adán, en vez de mostrar arrepentimiento, usó su depravada facultad del habla para excusar su pecado culpando a su esposa y de esa manera al mismo Creador.

Génesis 3:12 – “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.”

Así Adán después del pecado con la facultad del habla estaba justificando su pecado y echando la culpa a su esposa y a su Creador. Como todos los hombres somos descendientes de este Adán caído y tenemos la misma condición y la misma naturaleza, cuando cometemos algún acto ilícito prontamente buscamos justificarnos y culpar a otros antes de reconocer nuestra culpabilidad.

Después de la caída, toda la descendencia de Adán ha usado la facultad del habla no para glorificar al Creador, sino para glorificarse a sí mismos. Y hay muchos ejemplos de esto en la Biblia:

  • Nabucodonosor no quería reconocer que Dios le había dado todo su poder, majestad y reino, sino que se glorificaba a sí mismo diciendo, “¿no es ésta la Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Daniel 4:30)
  • Cuando el rey Ezequías fue sanado de una enfermedad de muerte por Dios, en vez de dar gloria a Dios se glorificó a sí mismo (Isaías 39:1-4).
  • Cuando Moisés se atribuyó el poder que sólo a Dios corresponde al hacer salir agua de la peña (Números 20:10).

Todos estos ejemplos de glorificación al hombre en lugar de a Dios terminaron en terribles consecuencias debido a la magnitud de este terrible pecado que el hombre comete a diario sin la menor consideración y sin el menor respeto a Dios.

Juan 19:10-11 – “Entonces dícele Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿no sabes que tengo potestad para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte?

Respondió Jesús: Ninguna potestad tendrías contra mí, si no te fuese dado de arriba: por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.”

A los seres humanos nos gusta hablar de lo que está de moda, de los chismes, del deporte, de la música, de política, de los famosos, de dinero, de proyectos, de novios(as), etc., pero no nos gusta conversar de cosas que tengan que ver con materia de religión.

Cuando el hombre corteja a la mujer, o viceversa, usa su facultad del habla para adorar a los seres creados, para exaltar a los seres creados en lugar de adorar y exaltar al Creador.

También le gusta al hombre usar la facultad del habla para demostrar sus progresos en el área material (y así exaltarse y glorificarse a sí mismo): “Yo he hecho esto….”, “Yo he ganado esto…”, “Yo he comprado esto….”, “Yo he construido esto…”, “Yo escribí esto…”, “Yo logré hacer esto…”, etc.

¿Pero cuánto uso de la facultad del habla utiliza el hombre para transmitir el mensaje de salvación a otros?

Más bien nos da vergüenza hablar acerca de la fe que profesamos, nos avergonzamos de ser cristianos, pero sin embargo nos falta tiempo para hacer alarde de nosotros mismos. Es así que nuestros hechos demuestran que esta facultad está completamente depravada.

Jeremías 6:10 – “¿A quién tengo de hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus orejas son incircuncisas, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.”

Facultades físicas

Cuando Adán cedió a la tentación quedó depravado como un ser integral inmediatamente, pero no quedó degenerado inmediatamente. Es decir: la depravación fue inmediata, pero la degeneración ha tomado muchas generaciones y muchos siglos.

Después del pecado, Adán siguió conservando su estatura elevada y simetría perfecta (Génesis 6:4); pero por causa de la depravación de la descendencia de Adán, al complacer sus apetitos intemperantes (especialmente después del diluvio), tanto la estatura humana como su vigor físico empezó a disminuir bruscamente.

Lucas 19:3 – “Zaqueo… procuraba ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.”

Desde la caída del hombre la estatura y vigor de la raza humana ha ido disminuyendo considerablemente, y cuanto más violan los hombres las leyes de la salud, tanto más se hace presente la degeneración y se desarrollan en el hombre toda clase de enfermedades.

Cuando el hombre viola las leyes de la salud se incapacita para prestarle servicio al Señor y también se incapacita para ser útil para sí mismo.

CRA pg. 85.1 – “Todo el que se aparte de la luz en un caso endurece su corazón para desatender la luz en otros asuntos. Todo el que viole obligaciones morales en materia de alimentación y vestido, prepara el camino para violar las exigencias de Dios con respecto a intereses eternos…”

CRA pg. 85.3 – “Dios no exige que sus hijos se nieguen a sí mismos para perjuicio de sus fuerzas físicas. Les exige que obedezcan la ley natural, para preservar su salud física. El sendero de la naturaleza es el camino que él señala, y es lo suficientemente ancho para cualquier cristiano.

Dios nos ha provisto con mano pródiga de ricas y variadas bendiciones para nuestra subsistencia y nuestro gozo. Pero para que podamos disfrutar del apetito natural, que preservará la salud y prolongará la vida, él restringe el apetito. El dice: Tened cuidado; refrenaos, negaos a satisfacer el apetito antinatural.

Si creamos un apetito pervertido, violamos las leyes de nuestro ser, y asumimos la responsabilidad por abusar de nuestros cuerpos y por acarrearnos enfermedades.”

Facultad de comer

Es por causa de la depravación del hombre que éste viola las leyes de la salud y el resultado de la violación de las leyes de la salud es la degeneración.

CRA pg. 63.2 – “La decadencia de la virtud y la degeneración de la especie se deben principalmente a la complacencia del apetito pervertido.”

CRA pg. 72.2 – “Muchos se maravillan de que la humanidad haya degenerado tanto, física, mental y moralmente. No entienden que es la violación de la constitución y las leyes de Dios, y la transgresión de las leyes de la salud, lo que ha producido esta triste degeneración.

La intemperancia en el comer y el beber, y la complacencia de las bajas pasiones, ha entumecido las delicadas sensibilidades, de manera que las cosas sagradas han sido puestas al nivel de las cosas comunes.”

CRA pg. 84.3 – “Dios ha mostrado que la reforma pro salud está tan relacionada con el mensaje del tercer ángel como la mano lo está con el cuerpo. En ninguna parte ha de encontrarse una causa tan grande de degeneración física y moral como en el descuido de este importante tema.

Los que complacen su apetito y su pasión, y cierran los ojos a la luz por temor de ver complacencias pecaminosas que no están dispuestos a abandonar, son culpables delante de Dios.”

CRA pg. 23.1 – “La enfermedad es causada por la violación de las leyes de la salud; es el resultado de infringir las leyes de la naturaleza.”

Cuando Adán se rindió al poder del apetito, todo se perdió, el dominio propio fue sustituido por la intemperancia y la complacencia, y la facultad de comer quedó inmediatamente depravada.

Desde entonces la complacencia del apetito ha ido en aumento y fortaleciéndose en cada generación sucesiva hasta que la razón humana ha quedado sumamente debilitada en su poder moral.

Tanto es así que la Biblia nos relata que Esaú vendió su primogenitura por complacer su apetito (Génesis 25:29-34).

Tanto es el poder del apetito que se ha convertido en un ídolo de los hombres, tal como lo indica la Palabra de Dios:

Filipenses 3:19 – “El fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre y cuya gloria es su vergüenza, que sólo piensan en lo terrenal.”

Facultad moral

La facultad moral debido a la complacencia del apetito pervertido se ha ido debilitando en cada generación sucesiva y en cuanto más se satisface el apetito pervertido, el hombre tiene menos poder moral y finalmente es vencido por sus pasiones y malos hábitos.

Nuestra posición legal

  1. Rechazados – Debido a nuestros pecados, a nuestra condición, a nuestra naturaleza pecaminosa, toda la raza humana está rechazada: destituida de la gloria de Dios (Romanos 3:13).
  2. Bajo condenación y deudores – Somos pecadores, llevamos la naturaleza depravada con mancha de pecado, y la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), y esa muerte es una muerte eterna (Apocalipsis 21:8).
  3. No tenemos acceso directo a Dios – El pecado ha creado una división entre la raza humana y el Creador, nuestros pecados “han hecho ocultar su rostro” de nosotros, “para no oír” (Isaías 59:2).

“El pecado entró en el mundo por un hombre” – Adán, “y por el pecado la muerte” (primera y segunda), “y la muerte así pasó a todos los hombres, pues todos pecaron” (Romanos 5:12).

Como todos somos simiente de ese hombre que pecó, todos somos engendrados con la mancha de pecado, con una naturaleza pecaminosa, un carácter perverso, y un corazón egoísta. Porque “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hechos 17:26).

Somos pobres y desnudos, pero nos creemos y declaramos ricos sin ninguna necesidad.

CS pg. 559.2 (495.2) – “Dios declara: ‘Enemistad pondré’ (Génesis 3:15). Esta enemistad no es fomentada de un modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en divergencia con Satanás.

No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo.

Si Dios no se hubiese interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a Dios.”

Por naturaleza, desde que somos engendrados, estamos en armonía con Satanás y en enemistad con Dios. Para que el hombre pueda llegar a tener enemistad con Satanás es necesario que ocurra algo sobrenatural.

Este asunto es algo que el ser humano no comprende plenamente. Adán tenía una vestidura externa de luz que era un símbolo de su vestidura interna (los dones sobrenaturales o frutos del Espíritu de Gálatas 5:22-23). Cuando Adán perdió esta vestidura interna (y por ello también la externa), comprendió que estaba desnudo, pero solamente en la parte externa.

PP pg. 40.4 – “Después de su pecado, Adán y Eva no pudieron seguir morando en el Edén. Suplicaron fervientemente a Dios que les permitiera permanecer en el hogar de su inocencia y regocijo. Confesaron que habían perdido todo derecho a aquella feliz morada, y prometieron prestar estricta obediencia a Dios en el futuro.

Pero se les dijo que su naturaleza se había depravado por el pecado, que había disminuido su poder para resistir al mal, y que habían abierto la puerta para que Satanás tuviera más fácil acceso a ellos.

Si siendo inocentes habían cedido a la tentación; ahora, en su estado de consciente culpabilidad, tendrían menos fuerza para mantener su integridad.”

Si Adán y Eva hubieran comprendido su verdadera desnudez, no hubiesen prometido obedecer a Dios “estrictamente en el futuro.” Era necesario que comprendan su verdadera desnudez para tener la necesidad de un Redentor.

Esta ignorancia la tenemos todos los seres humanos. Otra muestra clara de esta ignorancia acerca de nuestra verdadera desnudez la tenemos en el monte Sinaí cuando los israelitas recibieron las dos tablas del pacto con la ley ceremonial y la ley para la nación de Israel y prometieron obedecer a todas las palabras de Jehová (Éxodo 24:3) dos veces:

Éxodo 24:7 – “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.”

Como los israelitas desconocía su verdadera naturaleza y condición, al igual que Adán después de su pecado, prometieron obedecer a Dios. Sin embargo, a la vuelta de la esquina, por así decirlo, ya estaban rindiendo culto a un becerro de oro mientras comían, bebían, bailaban y daban rienda a sus pasiones carnales (Éxodo 32).

El hombre no comprende que debido a que no tiene más capacidad para amar (no tiene Gálatas 5:22-23), no puede obedecer a Dios y no puede cumplir con la demanda de Romanos 2:13.

Es por esto de vital importancia conocernos a nosotros mismos y debemos rogar a Dios que nos muestre cómo realmente somos.

1MS pg. 367.1 – “Es natural que tengamos un concepto más elevado de nosotros mismos que el que debemos tener. Pero aunque nos es penoso conocernos a nosotros mismos como somos realmente, sin embargo debiéramos orar para que Dios nos revela la forma en que él nos ve.”

Romanos 12:3 – “Digo, pues, a cada uno de vosotros, por la gracia que me ha sido dada, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que deba tener; más bien, que piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.”

La perversión de la justificación

Existen grupos religiosos que aceptan a medias la condición del hombre y declaran que no pueden obedecer y satisfacer Romanos 2:13 porque su naturaleza está depravada. Sin embargo, al hacer esta afirmación, estaríamos confundiendo en un solo paquete a los dones naturales y los sobrenaturales.

La gente que afirma que no puede obedecer porque su naturaleza está deprava entonces afirma que la clave de la salvación se encuentra en que Cristo (o Espíritu Santo) morando dentro del ser humano llevan a la aceptación de Dios. Esta es una forma “camuflada” de aceptar una salvación por obras, una justificación en el hombre y no en Cristo.

La Palabra de Dios no habla únicamente de nuestros dones naturales depravados; las Sagradas Escrituras son claras en cuanto al hecho de que el hombre perdió los dones sobrenaturales y que el egoísmo reemplazó al amor.

Romanos 1:29-31 – “Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención. Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, crueles y sin misericordia.”

Romanos 1:29-32 da un detallado resumen de la condición del hombre y va más allá de una simple “naturaleza depravada.”

Romanos 1:29-32 va a la raíz del problema: tenemos odio en lugar de amor, y sin amor es imposible obedecer la ley de Dios (Romanos 13:10).

  • El hombre, no puede obedecer, no puede satisfacer Romanos 2:13 – porque no tenemos capacidad para amar.
  • El hombre, no puede satisfacer 1 Pedro 1:15-16 (demanda ser sin mancha de pecado), porque nuestra naturaleza está depravada.

Son dos problemas diferentes, que necesitan dos soluciones diferentes.

La naturaleza depravada impide al hombre satisfacer la demanda de 1 Pedro 1:15-16, pero no tiene que ver con la demanda de Romanos 2:13.

Adán y Eva perdieron la capacidad para amar y engendraron hijos sin capacidad natural para amar; por lo tanto nosotros engendramos también hijos sin capacidad para amar, enemigos de Dios y en armonía con Satanás.

Y si, por naturaleza, estamos en armonía con Satanás, vamos acaso a interesarnos por trabajar para que otros entiendan su condición? No vamos a trabajar por los demás, si ni siquiera nos preocupamos por nosotros mismos entender nuestra condición.

Las hojas de higuera

CB 7ª, pg. 16 – “Tanto Adán como Eva comieron del fruto y obtuvieron un conocimiento que, si hubiesen obedecido a Dios, nunca habrían tenido—una experiencia en la desobediencia y deslealtad a Dios—el conocer que estaban desnudos.

Desapareció el ropaje de inocencia, una cobertura proveniente de Dios que los rodeaba. Ellos sustituyeron esa vestimenta celestial cosiendo delantales de hojas de higuera.

Esta es la cobertura que han usado los transgresores de la ley de Dios desde los días de la desobediencia de Adán y Eva. Han cosido hojas de higuera para cubrir su desnudez causada por la transgresión.

Las hojas de higuera representan los argumentos usados para cubrir la desobediencia. Cuando el Señor llama la atención de hombres y mujeres a la verdad, comienza la confección de delantales de hojas de higuera para ocultar la desnudez del alma. Pero no se cubre la desnudez del pecador. Todos los argumentos reunidos en forma de remiendos por todos los que se han interesado en esta costura endeble quedarán en nada.”

Los delantales de hojas de higuera que Adán y Eva cosieron para cubrir su desnudez exterior, simbolizan los argumentos usados por el hombre para cubrir su desnudez espiritual y su desobediencia. Son todas nuestras excusas y justificaciones, tales como los de Adán “fue la mujer que tú me diste” y los de Eva “fue la serpiente que tú creaste.”

“Ella fue la que me tentó”, “Él me sedujo”; etc.

Todas las excusas para el pecado son hojas de higuera. Pero también lo son los argumentos para la desnudez espiritual, tales como “este mensaje no es para mí,” “yo ya entendí cómo el hombre es justificado ante Dios,” “yo ya soy un master de teología, no necesito que me enseñen nada”, etc.

Pero ninguno de esos justificativos pueden cubrir nuestra desnudez espiritual; todos estamos desnudos ante Dios (Apocalipsis 3:17). Y por esto la advertencia es clara: todas nuestras hojas de higuera “quedarán en nada”, primeramente en el fin del tiempo de gracia, cuando Cristo termine su obra intercesora en el Santuario Celestial, y definitivamente en ocasión de la tercera venida a la tierra para el juicio después del milenio.

Ahí muchos entenderán que el “no puedo” en realidad significa “no quiero.”

Entonces, el hombre actualmente tiene dos tipos de desnudez: la desnudez de aquella luz externa, y la desnudez interna de los dones espirituales o del espíritu de Gálatas 5:22-23.

En ocasión de la segunda venida de Cristo, Dios devolverá la vestidura externa perdida por Adán, a todos aquellos redimidos que hallan adquirido la vestidura interna en esta vida.

Hebreos 1:11-12 – “Ellos perecerán, mas tú eres permanente; y todos ellos envejecerán como una vestidura. Y como un vestido los envolverás, y serán mudados. Empero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.”

El vestido externo, la ropa que compramos para cubrir nuestra desnudez externa, envejece, se rompe, no dura para siempre. Esa ropa no sirve. Pero si nos enfocamos en obtener la vestidura interna, Dios nos dará una vestidura externa imperecedera.

¿Pero cómo adquirimos esa vestidura interna?

¿Qué necesitamos para dejar de estar rechazados y bajo condenación?

¿Qué necesitamos para tener acceso directo a Dios?

La respuestas a estas cuestiones las debemos estudiar en tres tiempos:

¿Qué ha hecho Dios? ¿Qué hace? y ¿Qué hará?

Mientras que la gran mayoría del mundo cristiano se enfoca únicamente en el “¿qué ha hecho?”, es necesario entender lo que actualmente viene haciendo y lo que aún le falta por hacer.

1ero. ¿Qué ha hecho Dios por nosotros?

Como por el pecado del primer Adán entró el pecado y la muerte en este pequeño mundo, era necesario que viniera un segundo (o postrer) Adán por el cual obtengamos la aceptación, el perdón y el acceso a Dios y a la vida eterna.

Romanos 5:17 – “Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de gracia, y del don de la justicia.”

1 Corintios 15:45 – “Así también está escrito: Fue hecho el primer Adam en ánima viviente; el postrer Adam en espíritu vivificante.”

El Señor Jesús—el Hijo de Dios—como Dios estaba y está sobre la Ley, porque como Dios es Rey y es el Dador y Legislador de la Ley (Isaías 33:22), por lo tanto no tiene el deber de obedecer la ley. Pero para que podamos obtener la vida eterna, Él tomó la decisión de revestir su divinidad con la humanidad.

Gálatas 4:4 – “Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, hecho de mujer (creado como hombre), hecho súbdito a la ley.”

El Hijo de Dios se colocó bajo el deber de obedecer perfecta y perpetuamente la Ley, no para sí mismo, sino, como Pablo continúa diciendo: “para que redimiese a los que estaban debajo de la ley.” (Gálatas 4:5)

Dos naturalezas: divina y humana

1MS pg. 290.2 – “Al paso que la Palabra de Dios habla de la humanidad de Cristo cuando estuvo en esta tierra, también habla decididamente de su preexistencia.

El Verbo existía como un ser divino, como el eterno Hijo de Dios, en unión y unidad con su Padre. Desde la eternidad era el Mediador del pacto, Aquel en quien todas las naciones de la tierra, tanto judíos como gentiles, habían de ser benditas si lo aceptaban.

Antes de que fueran creados los hombres o los ángeles, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.”

Juan 1:1-3 – “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.”

1MS pg. 290.3 – “Si Cristo hizo todas las cosas, existió antes de todas las cosas. Las palabras pronunciadas acerca de esto son tan decisivas, que nadie debe quedar en la duda. Cristo era esencialmente Dios y en el sentido más elevado. Era con Dios desde la eternidad, Dios sobre todo, bendito para siempre.”

Romanos 9:5 – “Cuyos son los padres, y de los cuales es Cristo según la carne, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.”

1MS pg. 291.1 – “El Señor Jesucristo, el Divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad como una persona distinta, y sin embargo era uno con el Padre. Era la excelsa gloria del cielo. Era el Comandante de las inteligencias celestiales, y el homenaje de adoración de los ángeles era recibido por él con todo derecho. Esto no era robar a Dios.”

1MS pg. 291.2 – “Hay luz y gloria en la verdad de que Cristo fue uno con el Padre antes de que se estableciera el fundamento del mundo. Esta es la luz que brilla en un lugar oscuro haciéndolo resplandecer con gloria divina y original. Esta verdad, infinitamente misteriosa en sí misma, explica otras verdades misteriosas que de otra manera serían inexplicables, al paso que está encerrada como algo sagrado en luz, inaccesible e incomprensible.”

1MS pg. 291.1 – “El Señor Jesucristo, el Divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad como una persona distinta, y sin embargo era uno con el Padre. Era la excelsa gloria del cielo. Era el Comandante de las inteligencias celestiales, y el homenaje de adoración de los ángeles era recibido por él con todo derecho. Esto no era robar a Dios.”

1MS pg. 291.2 – “Hay luz y gloria en la verdad de que Cristo fue uno con el Padre antes de que se estableciera el fundamento del mundo. Esta es la luz que brilla en un lugar oscuro haciéndolo resplandecer con gloria divina y original. Esta verdad, infinitamente misteriosa en sí misma, explica otras verdades misteriosas que de otra manera serían inexplicables, al paso que está encerrada como algo sagrado en luz, inaccesible e incomprensible.”

El apóstol Pablo nos presenta las dos naturalezas de Cristo: la Divina y la Humana. He aquí la descripción de la Divina:

Filipenses 2:6 – “El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios.”

Hebreos 1:3 – “El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia…”

Y he aquí la descripción de la naturaleza Humana:

Filipenses 2:8 – “Y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Filipenses 2:5 – “Haya, pues entre vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús.”

5TI pg. 16.3 – “Soportad el reproche y vituperio sin represalias, sin espíritu de venganza. Jesús murió, no sólo para hacer expiación por nosotros sino también para ser nuestro modelo.

Oh, ¡qué maravillosa condescendencia! ¡Amor incomparable! Al contemplar al Príncipe de Paz sobre la cruz, ¿podéis albergar egoísmo? ¿Podéis ceder ante el odio o la venganza?

Que el espíritu altivo se doblegue en humildad. Que el corazón endurecido sea quebrantado. Que el yo no se consienta, compadezca ni exalte más. ¡Mirad, oh, mirad a Aquel que fue traspasado por nuestros pecados!

¿Por qué seremos tan indiferentes, tan fríos, tan formales, tan orgullosos, tan autosuficientes?”

Así como estudiamos al primer Adán, antes y después del pecado, a la luz de las demandas de la ley, también debemos estudiar al segundo Adán a la luz de la ley.

Requerimientos para aceptación:

  1. Romanos 2:13 – Obediencia perfecta.
  2. Mateo 5:48 – Carácter perfecto.
  3. 1 Pedro 1:15-16 – Naturaleza sin mancha de pecado.
  4. Levítico 18:5 – Una vida justa.

Condenación de la ley:

  • Romanos 6:23, Apocalipsis 21:8 – Muerte eterna o segunda.

Y también tomando en cuenta nuestra posición legal:

  1. Rechazados.
  2. Bajo condenación.
  3. Separados de Dios.

1. Qué ha hecho Dios para que salgamos de nuestra posición legal de RECHAZADOS.

Para que podamos salir de la posición legal de Rechazados, necesitamos de un sustituto que cumpla con todas las demandas de la ley; en otras palabras necesitamos:

Un sustituto en la vida

La humanidad de Cristo, el segundo Adán, fue creada con los dones naturales y los dones sobrenaturales.

Dones naturales.- Necesitamos de un sustituto en la vida desde el momento en que hemos sido engendrados, pues la ley demanda que seamos sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16), la ley condena nuestro estado de ser.

Dones sobrenaturales.- Necesitamos de un sustituto en la vida que posea capacidad para amar, pues para la demanda de obediencia perfecta es necesario este don (Romanos 13:10).

1. Demanda de obediencia perfecta – Romanos 2:13

Para que Cristo, como hombre, pudiera cumplir con esta condición, él debía tener:

  1. Conocimiento de la ley,
  2. Capacidad para amar y poseer fe. (Romanos 13:10; Hebreos 11:6)

El salmista, al hablar proféticamente de Cristo, declaró: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmos 40:8). Entonces la ley de Dios iba a estar escrita en la mente y en el corazón del Mesías, desde el momento de su engendramiento.

El apóstol Pablo, al hablar del cumplimiento de la profecía de Salmos 40:8, dice: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:5, 7).

Cristo vino a este mundo como hombre para hacer la voluntad del Padre, es decir: para obedecer la ley de Dios. Y Cristo fue engendrado por el Espíritu Santo (Mateo 1:18-20), por lo tanto fue dotado, desde su engendramiento, con el amor, la fe, y todos los dones sobrenaturales (Gálatas 5:22-23).

Como Cristo nació con capacidad para amar (Juan 13:1) y tenía la ley escrita en su mente y su corazón (Hebreos 10:5, 7; Salmos 40:8), Cristo pudo obedecer la ley de manera perfecta y perpetua.

DTG pg. 433.2 – “‘¿Quién de vosotros me convence de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?’ (Juan 8:46). Día tras día, durante tres años los enemigos de Cristo le habían seguido, procurando hallar alguna mancha en su carácter.

Satanás y toda la confederación del maligno habían estado tratando de vencerle; pero nada habían hallado en él de lo cual sacar ventaja. Hasta los demonios estaban obligados a confesar: ‘Se quién eres, el Santo de Dios’ (Marcos 1:24).

Jesús vivió la ley a la vista del cielo, de los mundos no caídos y de los hombres pecadores. Delante de los ángeles, de los hombres y de los demonios, había pronunciado sin que nadie se las discutiese palabras que, si hubiesen procedido de cualesquiera otros labios, hubieran sido blasfemia:

‘Yo, lo que a él agrada, hago siempre’ (Juan 8:29).”

Cristo prefirió la muerte antes de quebrantar un punto de la ley de Dios (Filipenses 2:8).

Cristo obedeció la ley perfecta y perpetuamente NO PARA SÍ MISMO, porque él no estaba rechazado ni bajo condenación ni separado de Dios, sino PARA NOSOTROS (Juan 17:19).

2. Demanda de carácter perfecto – Mateo 5:48

Cristo, desde el momento en que su humanidad fue engendrada por el Espíritu Santo (Lucas 1:35), recibió del Espíritu Santo los atributos de un carácter perfecto. Nuestro Redentor desarrolló ese carácter perfecto desde su nacimiento, en este planeta tierra, mediante aflicciones, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor e inclusive lágrimas a Aquel que podía escucharle.

Cristo desarrolló un carácter perfecto e inmaculado, no para sí mismo, porque Él no necesitaba ese carácter, sino para todos nosotros; porque somos nosotros los que poseemos un carácter imperfecto dominado por el egoísmo (Oseas 10:1), el engaño (Jeremías 17:9), y porque somos sin afecto natural, sin misericordia (Romanos 1:31). Es por esto que nosotros necesitamos de ese carácter perfecto de Cristo—Hombre, para así poder ser aceptados ante Dios.

Si Cristo, como Sumo Sacerdote, presenta su carácter perfecto como si fuera nuestro en el Santuario Celestial, somos aceptados porque el carácter perfecto de Cristo toma el lugar de nuestro carácter imperfecto.

3. Demanda de ser sin mancha de pecado – 1 Pedro 1:15-16

La ley de Dios requiere que el hombre posea una naturaleza libre de la mancha del pecado, sin inclinación a hacer el mal.

Las Sagradas Escrituras, al hablar de la naturaleza humana de Cristo, lo presentan como un “Santo Ser” (Lucas 1:35); esto quiere decir que Cristo, desde el momento de su engendramiento por el Espíritu Santo, estuvo libre de la mancha del pecado. La razón por la cual Cristo tenía que ser engendrado sin mancha de pecado es que la ley así lo demanda y el hombre no puede cumplir con esta demanda por sí mismo.

El apóstol Pedro, al hablar de Cristo, dice: “Es el cordero sin mancha y sin contaminación.” (1 Pedro 1:19)

Cristo fue engendrado sin mancha de pecado y, en el transcurso de su vida en esta tierra, se mantuvo sin mancha de pecado; por esto el apóstol Pedro dice: “El cual no hizo pecado.” (1 Pedro 2:22). Y el apóstol Pablo en Hebreos 4:15 dice que Cristo fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Aún Satanás reconoció la santidad de Cristo (Lucas 4:34). Cristo fue el único ser que vivió sin pecar en esta tierra. Pues Cristo no poseía la misma deslealtad pecaminosa, corrupta y caída que todos nosotros poseemos, ya que de haber sido Cristo exactamente con nuestra misma naturaleza y condición, entonces El no hubiera podido haber sido una ofrenda perfecta.

Cristo se mantuvo sin mancha de pecado no para sí mismo, pues Él no lo necesitaba, sino lo hizo porque nosotros lo necesitamos, porque nosotros somos egoístas manchados por el pecado (Deuteronomio 32:5; Isaías 1:4), con la inclinación de continuo a hacer el mal (Génesis 6:5; Jeremías 13:23).

Si Cristo como Sumo Sacerdote presenta su naturaleza sin pecado ante Dios y la ley en el Santuario Celestial por nosotros, entonces nosotros somos aceptados y, en Cristo, Dios nos acepta como si nunca hubiéramos pecado.

Cristo tenía que mantenerse sin mancha de pecado en la tierra, no sólo para que seamos aceptados ante Dios, sino también para que Él sea nuestro SUSTITUTO para librarnos de la muerte segunda, y esto lo sabemos porque en el ritual simbólico sólo se aceptaba el animal sustituto que era sin defecto y sin mancha (Éxodo 12:5; Levítico 22:22).

4. Demanda de una vida justa – Levítico 18:5

Para que Cristo como hombre pudiera cumplir con este requerimiento, Dios escribió la ley en su mente y su corazón (Salmos 40:8; Hebreos 10:5,7); nuestro Redentor fue dotado del don celestial del amor y de la fe (Juan 13:1.34); y, asimismo, su naturaleza estaba libre de mancha de pecado (Lucas 1:35; 1 Pedro 1:18-19). Por todas estas razones mencionadas, Cristo pudo prestar obediencia implícita a la santa ley de Dios.

Cristo vivió una vida justa, no para sí mismo, pues Él no lo necesitaba, sino para nosotros quienes vivimos una vida llena de injusticias y trapos de inmundicia (Romanos 1:29; Isaías 64:6).

Si nuestro Sumo Sacerdote presenta su vida justa por nosotros en el Santuario Celestial, entonces seremos aceptados y declarados justos en Cristo, a pesar de que en nosotros mismos somos injustos (Tito 3:7; Efesios 1:6).

La ofrenda perfecta

El Hijo de Dios vino a esta tierra, revistiendo su divinidad de humanidad, para vivir una vida de obediencia perfecta y perpetua a la santa Ley de Dios; desarrolló un carácter perfecto, se mantuvo sin mancha de pecado y vivió una vida justa, para así satisfacer todos los requerimientos que el hombre pecador e imperfecto necesita para poder ser aceptado y dejar de estar rechazado ante Dios.

Al hacer esta obra de una vida de obediencia perfecta, Cristo preparó el primer medio que es la ofrenda. Esta obra perfecta, esta ofrenda perfecta, habilitó a Cristo para:

  1. Poder presentarse en sacrificio por el pecado (Mateo 27:24); 1 Timoteo 6:13).
  2. Para, posteriormente, poder entrar al Santuario Celestial y empezar su Ministerio Sacerdotal Celestial.

Todo esto lo sabemos porque en el ritual simbólico la ofrenda estaba prefigurada por el incienso y también por la perfección requerida del animal a sacrificar.

La noche del 14 de Abib del año 31 d.C. (“noche” del día bíblico, no estamos hablando de “a.m.” – “p.m.”), Cristo declaró que había vencido al mundo (Juan 16:33) y declaró que había “terminado la obra” que Dios Padre le dio que hiciese (Juan 17:4).

DiaBiblico
Diferencias entre el día bíblico y el día del cuerno pequeño.

Esa “obra acabada” de Juan 17:4 era la ofrenda—su vida de obediencia perfecta y perpetua a la Ley.

Entonces la posición legal de Cristo, como hombre, aquella noche antes de ir al Getsemaní era de:

  1. Aceptado en sí mismo.
  2. Sin condenación.
  3. Con acceso directo a Dios.

Juan 17:4 es un ejemplo de Cristo dirigiéndose a Dios Padre directamente, sin necesidad de Mediador.

Nosotros, en cambio, sí necesitamos orar con un Mediador; es por esto que nosotros debemos orar en nombre de Cristo (Juan 14:14).

Por ejemplo oramos: “Dios Padre, por favor bendice a mi familia, te lo pido en nombre y por los méritos de tu Hijo amado, nuestro Señor Jesús.”

Necesitamos que Cristo presente nuestras oraciones y peticiones como si fueran suyas, y las purifique con su sangre y las perfume con su justicia para que así sean limpias de nuestra inmundicia.

PVGM pg. 121.1 – “Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, no como un mero suplicante, intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación, sino como un Conquistador que reclama su victoria.

Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta la obra que él mismo señaló, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene sus méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo.

Ellas, perfumadas con la fragancia de la justicia de Cristo, ascienden hasta Dios en olor suave. La ofrenda se hace completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.”

Con esta posición legal perfecta, Cristo se dirigió al Getsemaní.

2. Qué ha hecho Dios para que salgamos de nuestra posición legal de BAJO CONDENACIÓN.

Cuando nuestro Redentor, la noche en que iba a ser entregado, pronunció las palabras: “He acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4), por cuántas personas presentó la ofrenda? Por ninguna persona, pues todavía faltaba el segundo medio que era la sangre, y faltaba que sea ungido para entrar al Santuario Celestial. La noche del día bíblico, del 14 de Abib del año 31 d.C., Cristo se dirigió hasta el Getsemaní para tomar la decisión de pagar la deuda impagable del hombre pecador: la paga del pecado es muerte segunda.

Un garante y sustituto en la muerte

¿Qué necesitamos para salir de nuestra condición legal de estar bajo condenación?

Necesitamos de un garante y un sustituto en la muerte.

Desde la eternidad, desde antes que fueran creados los cielos y la tierra, Dios Padre y Cristo habían establecido un pacto eterno en el que Cristo se comprometía a pagar la deuda impagable de una raza caída en el pecado. Es por esto que su obra en la tierra es llamada, además de “pacto eterno,” también el “evangelio eterno” (Apocalipsis 14:6).

VAAn pg. 26.5 – “Conocidas son ante Dios todas sus obras, y el pacto de la gracia existió en la mente de Dios desde las edades eternas. Es llamado el pacto eterno, porque el plan de salvación no fue concebido después de la caída del hombre sino ‘que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe’ (Romanos 16:25-26).

El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fue una revelación ‘del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio’ (Romanos 16:25).

Fue una manifestación de los principios que desde edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios… Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia.”

En plan, en el pacto eterno, Cristo ya se había comprometido a ser el fiador de la raza humana, pero hasta aquella noche en el Getsemaní el 14 de Abib del 31 d.C., ese evangelio eterno seguía siendo un “plan” y todavía no una “realidad.” La mitad del evangelio eterno estaba completa: la ofrenda – la vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley; pero todavía faltaba la sangre que diera satisfacción a la paga del pecado que es muerte segunda.

Aquella noche Cristo se dirigió al huerto del Getsemaní con sus discípulos más cercanos (Mateo 26:36); pero “alguien” más se dirigió a aquel lugar para una última confrontación con el Hijo de Dios.

DTG pg. 638 (637.5) – “En el desierto de la tentación, había estado en juego el destino de la raza humana. Cristo había vencido entonces. Ahora el tentador había acudido a la última y terrible lucha, para la cual se había estado preparando durante los tres años del ministerio de Cristo. Para él, todo estaba en juego. Si fracasaba aquí, perdía su esperanza de dominio; los reinos del mundo llegarían a ser finalmente de Cristo; él mismo sería derribado y desechado. Pero si podía vencer a Cristo, la tierra llegaría a ser el reino de Satanás, y la familia humana estaría para siempre en su poder.

Frente a las consecuencias posibles del conflicto, embargaba el alma de Cristo el temor de quedar separado de Dios, Satanás le decía que si se hacía garante de un mundo pecaminoso, la separación sería eterna. Quedaría identificado con el reino de Satanás, y nunca más sería uno con Dios.”

Satanás conoce muy bien nuestra posición legal, sabe que el pecado ha hecho una separación entre el hombre y Dios. Por ello, usó la posición legal para desanimar a Cristo y decirle: “si te haces garante del mundo pecaminoso, la separación será eterna.”

Cristo tenía que tomar la decisión final de ser:

  • Garante: quien asume la responsabilidad por una deuda ajena.
  • Sustituto: quien ocupa el lugar del deudor.

Cristo tenía que tomar la decisión de: “Yo (Cristo) pagaré la deuda de X (tú, yo, nosotros).” ¿Y cómo iba a pagar la deuda de X? Tomando el lugar de X.

A lo que Satanás le dijo, en base a la posición legal de X: “Este X está separado de Dios, y si tomas su deuda entonces estarás tú separado de Dios para siempre!”

Además de este falso argumento, Satanás le va a pintar a Cristo el cuadro más lúgubre y negativo: “Les has dicho que velen y sin embargo están durmiendo! Pedro te va a negar, tus discípulos te van a abandonar, tu propio pueblo te va a destruir!” (Mateo 26:41, 43; Lucas 22:60-62)

DTG pg. 638.1 – “Y ¿qué se iba a ganar por este sacrificio? ¡Cuán irremisibles parecían la culpabilidad y la ingratitud de los hombres! Satanás presentaba al Redentor la situación en sus rasgos más duros: El pueblo que pretende estar por encima de todos los demás en ventajas temporales y espirituales te ha rechazado. Está tratando de destruirte a ti, fundamento, centro y sello de las promesas a ellos hechas como pueblo peculiar. Uno de tus propios discípulos, que escuchó tus instrucciones y se ha destacado en las actividades de tu iglesia, te traicionará. Uno de tus más celosos seguidores te negará. Todos te abandonarán.

Todo el ser de Cristo aborrecía este pensamiento. Que aquellos a quienes se había comprometido a salvar, aquellos a quienes amaba tanto, se uniesen a las maquinaciones de Satanás, esto traspasaba su alma. El conflicto era terrible. Se medía por la culpabilidad de su nación, de sus acusadores y su traidor, por la de un mundo que yacía en la iniquidad. Los pecados de los hombres descansaban pesadamente sobre Cristo, y el sentimiento de la ira de Dios contra el pecado abrumaba su vida.

Mirémosle contemplando el precio que ha de pagar por el alma humana. En su agonía, se aferra al suelo frío, como para evitar ser alejado más de Dios. El frío rocío de la noche cae sobre su cuerpo postrado, pero él no le presta atención. De sus labios pálidos, brota el amargo clamor…”

Lucas 22:42 – “Diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”

Lucas 22:44- “Estando en agonía, oraba más intensamente: y fue su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.”

Pero en el momento de su mayor agonía, apareció un ángel para fortalecerlo (Lucas 22:43). Y éste ángel le va a mostrar al Redentor del mundo, las consecuencias del mundo si Cristo no se hiciera el Garante y Sustituto de la raza caída.

DTG pg. 642.1 – “Tres veces repitió esta oración. Tres veces rehuyó su humanidad el último y culminante sacrificio, pero ahora surge delante del Redentor del mundo la historia de la familia humana. Ve que los transgresores de la ley, abandonados a sí mismos, tendrían que perecer. Ve la impotencia del hombre. Ve el poder del pecado. Los ayes y lamentos de un mundo condenado surgen delante de él.

Contempla la suerte que le tocaría, y su decisión queda hecha. Salvará al hombre, sea cual fuere el costo. Acepta su bautismo de sangre, a fin de que por él los millones que perecen puedan obtener vida eterna.”

Cristo me vio a mí y a ti, y Cristo tomó la decisión de tomar la copa de la ira de Dios por el pecado que nos corresponde a mí y a ti. ¿Por qué? Porque en Cristo había amor.

Juan 15:13 – “Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus amigos.”

Tu y yo somos ese “amigo” de Juan 15:13.

Cristo tomó la decisión de ser nuestro Garante y nuestro Sustituto y Dios Padre, por su misericordia, aceptó esa decisión.

Isaías 53:6 – “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”

Dios Padre, luego de aceptar la decisión de Cristo en el Getsemaní, entonces colocó sobre Cristo la iniquidad de todos nosotros, le imputó nuestros pecados.

2 Corintios 5:21 – “Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

Si comprendiésemos que cada vez que mentimos, pecamos, quebrantamos algún mandamiento, y desobedecemos a Dios, ese pecado fue colocado sobre Cristo, quizás no correríamos tan insolentemente a la práctica del pecado.

Cristo fue tratado como nosotros merecemos ser tratados. Pero cuando pecamos, no pensamos en esto. Si pensáramos en la agonía de Cristo en el Getsemaní aprenderíamos a ver el pecado como algo abominable, algo que le quitó la vida al Hijo de Dios, al Rey del Universo.

Después de que Dios Padre colocó nuestros pecados sobre Cristo, la posición legal de Cristo cambió:

Posición Legal de Cristo con el pecado nuestro imputado:

  1. Rechazado
  2. Bajo Condenación
  3. Separado de Dios

Esta es la posición legal de Cristo con el pecado del mundo colocado sobre él; no es la posición legal de Cristo en sí mismo. Nuestros pecados fueron colocados sobre él cuando él se hizo Garante y Sustituto de la raza humana.

Después de que Cristo fuera llevado a los tribunales, después que fuera sentenciado a muerte, fue llevado al lugar de la Calavera para su crucifixión (Lucas 23:33).

Cristo se dirigió al Getsemaní para llevar a efecto el pacto de la eternidad con el padre – el evangelio eterno.

Cristo fue engendrado por el Espíritu Santo con las vestiduras internas de Gálatas 5:22-23, pero él como hombre desarrolló un carácter perfecto y no tuvo la vestiduras externas de luz (como el primer Adán) que eran símbolos de las vestiduras internas. Cristo se vistió de vestiduras externas de la manera más humilde posible y en su vida diaria—en su carácter—demostró que poseía la vestidura interna perdida por el primer Adán.

Cristo salió vencedor del Getsemaní porque Satanás no lo convenció de que dejara de ser nuestro Garante y Sustituto.

En la cruz Cristo experimentó no la muerte primera que es como un sueño, sino la muerte segunda, experimentó la ira de Dios por el pecado y por eso dijo “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34). Cristo experimentó la muerte segunda que nos corresponde experimentar a todos nosotros.

Cuando Cristo dijo en la cruz “Consumado es” (Juan 19:30) completó el segundo medio necesario para poder entrar al Santuario Celestial: la sangre – el sacrificio.

Cuando Cristo murió en la cruz, ni un solo pecado fue perdonado y mucho menos “borrado” pues ese día Cristo no presentó su sangre en el Santuario Celestial por NADIE. Cristo debía primeramente resucitar, ascender al cielo para ser ungido y debía comenzar su Ministerio Sacerdotal Celestial en el cual sí iba a presentar su sangre para el perdón de los pecados. El 14 de Abib del año 31 d.C. Cristo no presentó su sangre por NADIE por lo tanto ese día no fueron perdonados los pecados de NADIE, simplemente se preparó un medio necesario para el perdón y la expiación de los pecados.

3. Qué ha hecho Dios para que podamos tener ACCESO a Dios.

Un mediador

Ya que la ley demanda un HOMBRE que trabaje de MEDIADOR (Hebreos 5:1), era necesario que la humanidad de Cristo resucite, ya que su divinidad no podía morir. Así que Cristo resucitó (Mateo 28:1-6) y resucitó como hombre (Lucas 24:36-43).

3MS pg. 147.2 – “La Deidad no se hizo humana, ni lo humano se hizo divino por la unión de estas dos naturalezas. Cristo no poseía la misma deslealtad pecaminosa, corrupta y caída que nosotros poseemos, pues entonces él no podría haber sido una ofrenda perfecta.”

EJ pg. 70.2 – “Cuando Cristo fue crucificado, su naturaleza humana fue la que murió. La Deidad no disminuyó ni murió; esto habría sido imposible.”

Cristo resucitó porque su posición legal en sí mismo era de aceptado, sin condenación y con acceso directo a Dios. Era imposible que Cristo fuese retenido por la muerte por causa de su posición legal (Hechos 2:24).

DTG pg. 726.1 – “Un terremoto señaló la hora en que Cristo depuso su vida, y otro terremoto indicó el momento en que triunfante la volvió a tomar. El que había vencido la muerte y el sepulcro salió de su tumba con el paso de un vencedor, entre el bamboleo de la tierra, el fulgor del relámpago y el rugido del trueno.

Cuando vuelva de nuevo a la tierra, sacudirá ‘no solamente la tierra, mas aun el cielo’ (Hebreos 12:26). ‘Temblará la tierra vacilando como un borracho, y será removida como una choza’ (Isaías 24:20). ‘Plegarse han los cielos como un libro’ (Isaías 34:4); ‘los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas’ (2 Pedro 3:10). ‘Mas Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel’ (Joel 3:16).”

Cristo fue tres veces vencedor:

  1. Vencedor en la vida.
  2. Vencedor en la muerte,
  3. Vencedor en la resurrección.

Y gracias a ello tenemos:

  • Su vida = la ofrenda (para justificación).
  • Su muerte = el sacrificio / la sangre (para el perdón de los pecados).
  • Su resurrección = el Mediador (para tener acceso a Dios).

El Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo

Después de su resurrección, nuestro Señor Jesús permaneció por 40 días en la tierra, con sus discípulos (Hechos 1:3).

HAp pg. 22.1 – “Por cuarenta días Cristo permaneció en la tierra, preparando a los discípulos para la obra que tenían por delante, y explicándoles lo que hasta entonces habían sido incapaces de comprender.”

Después de esos 40 días nuestro Señor Jesús ascendió al cielo y prometió a sus discípulos el derramamiento de la lluvia temprana—el Espíritu Santo (Hechos 1:8). Este derramamiento del Espíritu ocurrió el 5 de Siván del año 31 d.C., dando cumplimiento al símbolo profético de la fiesta del Pentecostés.

HAp pg. 32/1 (31.4) – “La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. Habían de esperarla antes de empezar a hacer su obra.

Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre, desde toda la eternidad.

El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa había enviado el Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como sacerdote y rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra, y era el Ungido sobre su pueblo.”

Cristo había recibido las vestiduras sacerdotales, tal como el profeta Daniel vio en visión en Daniel 10:5-6 y el profeta Juan en Apocalipsis 1:13. Cristo poseía tanto las vestiduras internas como externas, entonces podía presentarse ante Dios Padre pues estaba aceptado en sí mismo, no está bajo condenación y tenía acceso directo a Dios. Cristo tiene toda potestad para ser nuestro único Mediador en el Santuario Celestial.

1 Timoteo 2:5 – “Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”

Hebreos 9:15 – “Así que, por eso es mediador del nuevo testamento.”

Hebreos 8:6 – “Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores promesas.”

La misericordia de Dios Padre

En la justificación, Dios Padre declara justo al injusto en base a una justicia ajena, porque en Él hay inherentemente misericordia.

Es por misericordia que Dios acepta la obediencia perfecta y perpetua de Cristo, su vida justa, su carácter perfecto, su naturaleza sin mancha de pecado, para que el hombre que en sí mismo no tiene ninguno de estos requerimientos, pueda ser justificado o aceptado.

Es por misericordia que Dios acepta el sacrificio de un inocente que nunca cometió pecado—Cristo—para satisfacer la paga del pecado que es muerte eterna, para que el hombre que merece sufrir la muerte segunda reciba más bien el derecho al árbol de la vida y así a la vida eterna.

Es por misericordia que Dios acepta la justicia perfecta de Cristo para concedernos el don de la lluvia temprana en el Servicio Diario Celestial.

El lugar donde se decide nuestro caso

Es en el Santuario Celestial donde obtenemos:

  • La aceptación (justificación)
  • El perdón de nuestros pecados
  • Al Espíritu Santo como agente regenerador

El Espíritu Santo como agente regenerador 

Aquí en la tierra, como resultado de la justificación, por los méritos de Cristo, y como resultado del trabajo de Cristo como nuestro Mediador, obtenemos al Espíritu Santo ya no como visitante sino como habitante (agente regenerador) para que pueda crear en nosotros todo lo que no tenemos (Gálatas 5:22-23) y para entronizar la ley de Dios en nuestra mente y nuestro corazón (Hebreos 8:10).

Es el deseo de Dios que aquella declaración hecha en el Santuario Celestial en la justificación debe empezar a ser una realidad aquí en la tierra en el verdadero creyente. Para ello es dado el Espíritu como agente regenerador, para que pueda implantar en el hombre los dones espirituales que el hombre debe desarrollar con su propio esfuerzo humano.

La obediencia que nace como fruto de la justificación es la obediencia verdadera que a Dios agrada, a diferencia de la obediencia que el hombre realiza por su propio esfuerzo para ser justificado—para ser aceptable ante Dios. Este otro tipo de obediencia que quiere ser causa o motivo de justificación es una pura obediencia espuria o servil.

CS pg. 597/1 (530.2) – “Dios no fuerza la voluntad ni el juicio de nadie. No se complace en la obediencia servil. Quiere que las criaturas salidas de sus manos le amen porque es digno de su amor. Quiere que le obedezcan porque aprecian debidamente su sabiduría, su justicia y su bondad. Y todos los que tienen justo concepto de estos atributos le amarán porque serán atraídos a él por la admiración de sus atributos.”

PVGM pg. 70.1 – “El hombre que trata de guardar los mandamientos de Dios solamente por un sentido de obligación—porque se le exige que lo haga—nunca entrará en el gozo de la obediencia. El no obedece.

Cuando los requerimientos de Dios son considerados como una carga porque se oponen a la inclinación humana, podemos saber que la vida no es una vida cristiana. La verdadera obediencia es el resultado de la obra efectuada por un principio implantado dentro. Nace del amor a la justicia, el amor a la ley de Dios. La esencia de toda justicia es la lealtad a nuestro Redentor. Esto nos inducirá a hacer lo bueno porque es bueno, porque el hacer el bien agrada a Dios.

La gran verdad de la conversión del corazón por el Espíritu Santo es presentada en las palabras que Cristo dirigiera a Nicodemo: ‘De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios… Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez…’ (Juan 3:3-8).”

Si hacer la preparación del sábado el viernes, si dejar de comer carne, si dejar las fiestas, la moda, las cosas del mundo son una carga pesada, entonces “los requerimientos de Dios son considerados como una carga porque se oponen a la inclinación humana” y “podemos saber que la vida no es una vida cristiana. Pues es una obediencia servil, no se está desarrollando “un principio implantado dentro” por el Espíritu Santo como resultado de la justificación gracias a la obediencia perfecta y perpetua de Cristo.

Para que el hombre tenga la necesidad de que Cristo presente su obediencia perfecta a su favor, el hombre debe reconocer en su vida práctica y por sus propios hechos que obedecer a Dios es naturalmente una carga.

HAp pg. 43.4 – “Después de convencer de pecado y de presentar ante la mente la norma de justicia, el Espíritu Santo quita los afectos de las cosas de esta tierra, y llena el alma con un deseo de santidad.

‘El os guiará a toda verdad’ (Juan 16:13), declaró el Salvador. Si los hombres están dispuestos a ser amoldados, se efectuará la santificación de todo el ser. El Espíritu tomará las cosas de Dios y las imprimirá en el alma. Mediante su poder, el camino de la vida será hecho tan claro que nadie necesite errar.”

Marcos 2:17 – “Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”

Entonces primero el hombre debe reconocer que es un pecador, que está enfermo y depravado. De lo contrario nunca va a necesitar verdaderamente del Médico.

La parábola de los dos hijos

A la vista de Dios sólo hay dos tipos de obediencia: la verdadera y la falsa. Este hecho está ilustrado en la parábola de los dos hijos enviados a la viña.

Mateo 21:28-31 – “Mas, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Y respondiéndole él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fue. Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiéndole él, dijo: Yo, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.”

DTG pg. 546.3 – “El segundo hijo representaba a los dirigentes de la nación judía. Algunos de los fariseos se habían arrepentido y recibido el bautismo de Juan; pero los dirigentes no quisieron reconocer que él había venido de Dios. Sus amonestaciones y denuncias no los habían inducido a reformarse. Ellos ‘desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él.’

Trataron su mensaje con desdén. Como el segundo hijo, que cuando fue llamado dijo: ‘Yo, señor voy’ pero no fue, los sacerdotes y gobernantes profesaban obediencia, pero desobedecían. Hacían gran profesión de piedad, aseveraban acatar la ley de Dios, pero prestaban solamente una falsa obediencia.

Los publicanos eran denunciados y anatemizados por los fariseos como infieles; pero demostraban por su fe y sus obras que iban al reino de los cielos delante de aquellos hombres llenos de justicia propia, a los cuales se les había dado gran luz, pero cuyas obras no correspondían a su profesión de piedad.”

Entonces debemos preguntarnos: ¿queremos llegar a la crisis final con una obediencia que a la vista de Dios es falsa, o con la obediencia verdadera?

Los hombres que pecan abiertamente son menos culpables a la vista de Dios que aquellos hombres religiosos que profesan ser cristianos pero cuyas obras no concuerdan con su profesión de fe. Esta lección tan fuerte se aprende con la maldición de la higuera (Marcos 11:13-14, 20-21).

DTG pg. 537/0 (536.2) – “La maldición de la higuera era una parábola llevada a los hechos. Ese árbol estéril, que desplegaba su follaje ostentoso a la vista de Cristo, era un símbolo de la nación judía.

El Salvador deseaba presentar claramente a sus discípulos la causa y la certidumbre de la suerte de Israel. Con este propósito invistió al árbol con cualidades morales y lo hizo exponente de la verdad divina.

Los judíos se distinguían de todas las demás naciones porque profesaban obedecer a Dios. Habían sido favorecidos especialmente por él, y aseveraban tener más justicia que los demás pueblos. Pero estaban corrompidos por el amor del mundo y la codicia de las ganancias. Se jactaban de su conocimiento, pero ignoraban los requerimientos de Dios y estaban llenos de hipocresía.

Como el árbol estéril, extendían sus ramas ostentosas, de apariencia exuberante y hermosas a la vista, pero no daban sino hojas. La religión judía, con su templo magnífico, sus altares sagrados, sus sacerdotes mitrados y ceremonias impresionantes, era hermosa en su apariencia externa, pero carente de humildad, amor y benevolencia.

Ningún árbol del huerto tenía fruta, pero los árboles que no tenían hojas no despertaban expectativa ni defraudaban esperanzas. Estos árboles representaban a los gentiles. Estaban desprovistos de piedad como los judíos; pero no profesaban servir a Dios. No aseveraban jactanciosamente ser buenos. Estaban ciegos respecto de las obras y los caminos de Dios.”

Tanto los que profesan servir a Dios como los que abiertamente no sirven a Dios, son descendientes del mismo hombre caído en el pecado, comparten la misma naturaleza manchada de pecado. Ambos no tiene capacidad para amar. Pero los que profesan servir a Dios, a los ojos de Dios están en peor condición pues no aceptan que no tienen capacidad para amar, no aceptan que odian a Dios y su ley, no aceptan su total incapacidad de satisfacer los requerimientos de la ley de Dios:

  1. Obediencia perfecta – Romanos 2:13.
  2. Un carácter perfecto – Mateo 5:48.
  3. Una naturaleza sin mancha de pecado – 1 Pedro 1:15-16.
  4. Un vida justa – Levítico 18:5

Y la condenación de la ley: la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) y muerte segunda (Apocalipsis 21:8).

¿No está el actual mundo cristiano, el pueblo adventista, en la misma condición del Israel antiguo? No nos jactamos de nuestro “conocimiento,” de nuestra “sabiduría”, de nuestra “obediencia”, de nuestro “amor”? ¿No creemos que nuestros hijos son mejores que los otros hijos, pues los nuestros van a la sinagoga los sábados y participan en la sociedad de jóvenes, en el club de “conquistadores”? Vemos lo externo, pero no nos preocupamos de las vestiduras internas. Ese fue el gran error de los judíos antiguos y de los judíos modernos.

Un padre que no acepta y que no conoce su verdadera condición jamás podrá trabajar para que sus hijos se concienticen de su condición y tengan la verdadera necesidad de un Salvador personal.

CN pg. 530.2 – “En vista de las solemnes responsabilidades que descansan sobre nosotros, contemplemos el futuro para que podamos entender lo que debemos hacer a fin de afrontarlas. En aquel día, ¿tendremos que hacer frente al descuido y desprecio de Dios y de su misericordia, al rechazo de su verdad y de su amor?

En la solemne reunión del último día, a oídos del universo, se leerá la razón de la condenación del pecador. Por primera vez, los padres sabrán lo que ha sido la vida secreta de sus hijos. Los hijos verán cuántos errores han cometido contra sus padres. Habrá una revelación general de los secretos y motivos del corazón, pues se manifestará lo que está oculto.

Los que se han mofado de las cosas solemnes del juicio, quedarán sombríos al contemplar su terrible realidad.

No podemos permitirnos vivir sin tomar en cuenta el día del juicio: pues aunque se posponga mucho, ahora está cerca, a las puertas, y se apresura grandemente.”

Necesitamos aceptar lo que Dios dice sobre nosotros, sobre nuestra condición, sobre nuestra verdadera naturaleza, de lo contrario nos quedaremos en esta terrible condición y el juicio de vivos nos sorprenderá como ladrón desnudos.

2do. ¿Qué hace Dios por nosotros?

En el primer punto hemos estudiado que Dios ha proveído TODO lo que necesitamos para poder ser redimidos. Todo está preparado para el hombre que acepte su posición legal y su condición ante Dios y la ley:

  1. Sustituto en la vida
  2. Garante y Sustituto en la muerte
  3. Mediador
  4. Misericordia de Dios Padre
  5. Lugar donde se decide nuestro caso
  6. Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo
  7. Espíritu Santo como agente regenerador

Todo esto está resumido en la parábola de la fiesta de boda (Mateo 22:1-14).

La parábola del vestido de bodas / fiesta de bodas

Mateo 22:1-4 – “Y respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas.”

En esta parábola, el rey invita a los convidados y les indica que todo está preparado para las bodas: los animales ya fueron sacrificados y todo está listo para ellos. Cristo ya vino a esta tierra como hombre y vivió la vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley, la vida que cumple con todos los requerimientos de la ley, y ya fue sacrificado por nuestros pecados y ya resucitó de la tumba—ya está listo el mediador, el lugar de trabajo, es decir: todo está preparado.

Mateo 22:11-13 – “Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y crujir de dientes.”

PVGM pg. 251.2 – “Cuando el rey vino a ver a los convidados, se reveló el verdadero carácter de todos. Para cada uno de los convidados a la fiesta se había provisto un vestido de boda. Este vestido era un regalo del rey. Al usarlo, los convidados mostraban su respeto por el dador de la fiesta.

Pero un hombre estaba aún vestido con sus ropas comunes. Había rehusado hacer la preparación requerida por el rey. Desdeñó usar el manto provisto para él a gran costo. De esta manera insultó a su señor.”

El hombre que fue hallado falto en el examen del rey, había rehusado usar el vestido de boda que era un regalo del rey. “Había rehusado hacer la preparación requerida por el rey,” y esto era una ofensa contra el rey.

Podemos ver que esa “preparación” consiste en “usar” el vestido de boda diariamente. La preparación no consiste de un solo día, una sola vez y para siempre. Una obra de preparación debe ser hecha diariamente hasta que llegue el día de la prueba—examen—o juicio. Si hacemos esta preparación mostramos respeto al rey—a Dios.

Según lo que hemos venido estudiando, ¿cuál es la condición para ponerse el vestido de boda? La condición es: aceptar la amonestación del Testigo Fiel que dice “estás desnudo” (Apocalipsis 3:17).

Entonces lo que “Dios hace por nosotros” diariamente, depende de que nosotros busquemos “comprar” de él lo que no poseemos en nosotros mismos (Apocalipsis 3:18).

Para tener una mejor comprensión de lo que “Dios hace por nosotros” diariamente, debemos entender cómo funcionaba el servicio diario en el ritual simbólico.

El servicio diario en el ritual simbólico

Es importante entender que, primeramente , el trabajo del sacerdote terrenal en el servicio diario en el lugar santo del santuario terrenal consistía en quemar incienso en el altar del incienso.

El incienso era un medio que habilitaba al sacerdote terrenal para poder entrar al santuario (Levítico 16:12) y, como todos los medios que habilitaban al sacerdote para entrar (así como el pan y la sangre del animal sacrificado por ejemplo), debía ser preparado en el atrio del santuario (Éxodo 30:34-36). Todos los medios eran preparados en el atrio, ningún medio se preparaba dentro del santuario.

El sacerdote debía quemar incienso dos veces al día (Éxodo 30:7-8).

¿Qué simbolizaba este acto?

PP pg. 321.2 – “El incienso, que ascendía con las oraciones de Israel, representaba los méritos y la intercesión de Cristo, su perfecta justicia, la cual por medio de la fe es acreditada a su pueblo, y es lo único que puede hacer el culto de los seres humanos aceptable a Dios.”

Entonces, el incienso era un símbolo de la vida de obediencia perfecta y perpetua (Levítico 1:17; Ezequiel 20:41) a los 10 mandamientos (que se encontraban dentro del arca detrás del velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo – Éxodo 25:16; 31:18; 32:15-16 ), que Cristo vivió en esta tierra como hombre y antes de presentarse en sacrificio (Juan 15:10); para así poder satisfacer los requerimientos de la ley a fin de que el hombre caído pueda ser aceptado/justificado.

Los diez mandamientos fueron colocados dentro del arca en el lugar santísimo del santuario para que el hombre aprenda que hay una diferencia entre la ley moral y la ley de la nación de Israel y la ley ceremonial. Solamente los diez mandamientos fueron colocados dentro del santuario, pues esta es la ley que define qué es pecado (1 Juan 3:4)

Por medio de este ritual simbólico Dios nos enseña que el hombre que acepta la vigencia de la ley (los 10 mandamientos) es justificado por fe diariamente en base a una justicia ajena a sí mismo (la justicia/obediencia de Cristo).

Después de haber quemado el incienso, el sacerdote terrenal debía limpiar las lámparas del candelero uno por uno (Levítico 24:4). Debido a que el tabernáculo no tenía ventanas, las lámparas nunca se extinguían todas al mismo tiempo. Entonces el sacerdote limpiaba y despabilaba cada lámpara y luego aderezaba las lámparas con aceite puro de oliva (Levítico 24:2-3; Éxodo 30:7-8). En esas condiciones las lámparas ardían día y noche.

¿Qué simbolizaba el acto de aumentar aceite a las lámparas diariamente?

El aceite de oliva que se usaba para aderezar las lámparas era un símbolo del Espíritu Santo (Zacarías 4:2-3, 6; Mateo 25:4) y de la lluvia temprana (Joel 2:23, 28-29).

Las lámparas dentro del santuario terrenal eran aderezadas con aceite diariamente, dos veces al día, lo cual nos quiere enseñar que el hombre no recibe el bautismo del Espíritu Santo una vez y para siempre, sino que esta bendición la debe pedir y recibir diariamente (Salmos 51:10-11).

Y el derramamiento del Espíritu Santo, tanto lluvia temprana como tardía, es un RESULTADO de haber sido aceptados en Cristo (por su obediencia perfecta). Ya que la demanda para el Espíritu Santo sea dado es OBEDIENCIA (Hechos 5:32), y esa obediencia es la de Cristo. Se recibe lluvia temprana diariamente al ser justificados diariamente en el servicio diario, mientras que la lluvia tardía se recibe al haber sido aceptados en virtud de la justicia de Cristo en el JUICIO.

¿Qué simbolizaba el sacrificio?

CS pg. 413.2 – “El servicio del santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el lugar santo, mientras que una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el lugar santísimo, para purificar el santuario.

Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriendo así figurativamente de sí mismo a la víctima inocente. Luego se mataba al animal. ‘Sin derramamiento de sangre,’ dice el apóstol, no hay remisión de pecados (Levítico 17:11).

La ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida comprometida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al lugar santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, por intermedio de la sangre, al santuario.”

CS pg. 413.3 – “Tal era la obra que se llevaba a cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos.”

El hombre no recibía el perdón de sus pecados una vez y para siempre con la muerte del animal simbólico en el altar del sacrificio, sino que recibía el perdón de sus pecados diariamente cuando el sacerdote terrenal asperjaba la sangre del cordero al velo.

El hombre no recibía el perdón de sus pecados cuando moría el cordero, es decir no recibía el perdón de sus pecados en el acto del sacrificio, sino cuando la sangre era presentada ante Dios y la Ley detrás del segundo velo en el lugar santísimo (Levítico 4:20). Si la sangre del cordero era derramada en el altar, pero no era presentada ante Dios y ante la Ley, no había perdón de pecados!

De igual manera, HOY diariamente debemos recibir el perdón nuestros pecados. Cristo debe presentar ante Dios Padre y ante la Ley su sangre derramada en la cruz diariamente. En la cruz no hubo perdón de pecados. Si Cristo no presenta su sangre en el Santuario Celestial a favor del creyente, no hay perdón de pecados (Hebreos 8:1-3; 9:11-14; 10:19-22).

CES pg. 97.1 – “Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la ofrenda por el pecado, y por su sangre se transferían figurativamente al Santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo y transferidos, de hecho, al Santuario celestial.”

Si bien hay diferencias entre el sacerdocio de Cristo y el sacerdocio terrenal que era sombra y figura del verdadero, el ritual simbólico enseña que diariamente debemos buscar la aceptación en Cristo y traspasar nuestros pecados al santuario para que en el día de nuestro juicio puedan ser eliminados.

Cristo ya vivió su vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley, ya murió en la cruz, y ya resucitó de entre los muertos, y no es necesario que realice su sacrificio diariamente, como tampoco es necesario que presente ofrenda y sacrificio por sí mismo, como lo hacían los sacerdotes terrenales. Pero nosotros sí necesitamos de su trabajo diariamente. Necesitamos que presente la ofrenda y el sacrificio a nuestro favor y que aumente aceite a las lámparas.

El ritual simbólico es bastante claro: en el acto de sacrificar a Cristo no hubo justificación ni perdón de pecados por ni una sola persona, ya que Cristo no presentó su ofrenda y sacrificio por nadie. En la cruz solamente se proveyó otro medio que fue la sangre y todavía faltaba que Cristo resucite para poder ascender al cielo y ser ungido como nuestro Sumo Sacerdote.

CS pg. 414.4 – “El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación. Se aceptaba un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no borraba el pecado. Solo proveía un medio para transferirlo al santuario.

Con la ofrenda de sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante la fe en un Redentor por venir; pero no estaba aún enteramente libre de la condenación de la ley.”

CS pg. 415.1 – “Tal era el servicio que se efectuaba como ;mera representación de las cosas celestiales’ (Hebreos 9:24). Y lo que se hacía típicamente en el santuario terrenal, se hace en realidad en el santuario celestial.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 370 – “El Hijo de Dios… ha cumplido su promesa, y ha entrado en los cielos para asumir el gobierno de la hueste celestial. Cumplió un aspecto de su sacerdocio al morir en la cruz por la raza caída.

Ahora está cumpliendo otro aspecto: aboga delante del Padre por el caso del pecador arrepentido y creyente, presentando a Dios las ofrendas de su pueblo.

A él se le ha confiado el juicio del mundo porque tomó la naturaleza humana y venció en esa naturaleza las tentaciones del enemigo, y tiene la perfección divina. El caso de cada uno será revisado delante de él, y pronunciará la sentencia que dará a cada uno conforme a sus obras.”

FO pg. 77.1 – “Algunos de ustedes actúan como si pensaran que Jesús estuviese encerrado en el sepulcro nuevo de José. El no está allí. Ha resucitado, y hoy tenemos un Salvador viviente que está intercediendo por nosotros.

Entonces hablen de su amor, hablen de su poder, alábenlo. Si tienen voz para decir cosa alguna, hablen de Dios, hablen del cielo, hablen de la vida eterna.”

Necesitamos que Cristo abogue nuestro caso ante Dios Padre y la Ley.

Juan 16:26 – “Aquel día pediréis en mi nombre: y no os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros.”

2JT pg. 109.3 – “Nuestro Abogado está en el santuario celestial intercediendo por nosotros. Por sus méritos tenemos perdón y paz. Murió para poder lavar nuestros pecados, revestirnos de su justicia, y hacernos idóneos para la sociedad del cielo, donde podremos morar para siempre en la luz.”

En Dios Padre hay gracia y misericordia (Romanos 3:24) y por esto El acepta en Cristo a un hombre inaceptable en sí mismo; declara justo al pecador en base a una justicia ajena.

Pero no debemos perder de vista que el carácter perfecto de Dios no es solamente misericordia: es justo y misericordioso al mismo tiempo.

Salmos 116:5 – “Clemente es Jehová, y justo; Sí misericordioso es nuestro Dios.”

Salmos 145:17 – “Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras.”

Si rechazamos la misericordia de Dios, como en el caso del invitado que se presentó a las bodas sin la obediencia de Cristo, entonces estamos pidiendo a Dios que ejecute su justicia sobre nosotros, tal como le ocurrió al convidado que fue echado fuera al llanto y crujir de dientes.

¿Qué hace Dios por nosotros? ¿Y por quiénes lo hace?

Cristo preparó la ofrenda y el sacrificio por todos (1 Timoteo 2:6). El vestido de bodas ha sido preparado para todos. Pero ahora, esa obra perfecta de Cristo en la tierra—el Evangelio—debe ser aplicada en el cielo, en el Santuario Celestial.

Cristo debe rogar, debe abogar, debe interceder, debe presentar la ofrenda, debe presentar la sangre, pero todo este ministerio sacerdotal celestial—no lo hace por todos.

Juan 17:9 – “Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son.”

Lo que Cristo “ha hecho” lo hizo por todo el mundo. Pero lo que ahora Cristo “hace” no lo hace por todo el mundo. Cristo no puede rogar por el que se cree “rico” y que “de ninguna cosa tiene necesidad” (Apocalipsis 3:17).

El hombre que acepta que no tiene capacidad para amar:

Y como el amor es necesario para poder obedecer (Romanos 13:10), entonces acepta su incapacidad para satisfacer la demanda de Romanos 2:13 – Obediencia perfecta y perpetua a la ley.

Este hombre necesita del vestido de boda—de la justicia/obediencia perfecta y perpetua de Cristo.

¿Qué hace Cristo por este hombre?

Presenta su vida de obediencia perfecta y perpetua que satisface todos los requerimientos de la ley para que este hombre sea aceptado.

¿Qué hace Dios Padre por este hombre?

Por su misericordia acepta la justicia de Cristo y declara 100% obediente y 100% vestido de boda a este hombre EN CRISTO, a pesar de que este EN SÍ MISMO no lo es.

Dios Padre no mira al hombre inaceptable en sí mismo, sino que mira a Cristo y declara justo al injusto en base a una justicia ajena.

¿Qué hace Dios Espíritu Santo por este hombre?

Además de esto, Dios Padre concede al hombre el Espíritu Santo como agente regenerador para que el Espíritu Santo implante en el hombre el amor—un principio de origen celestial—y todos los demás dones espirituales de Gálatas 5:22-23; y para que el Espíritu Santo grabe la ley de Dios en la mente y el corazón del hombre según la promesa de Hebreos 8:10.

¿Qué debe hacer el hombre?

Este hombre que aceptó la amonestación del Testigo Fiel, aceptó que no tiene capacidad para amar, que está desnudo, y como resultado de esto tuvo la necesidad de un Sustituto en la vida, y reconoció a Cristo como ese Sustituto, debe creer que ha sido justificado en Cristo y que ha sido otorgado la lluvia temprana. Entonces:

El hombre, con su esfuerzo humano, debe desarrollar los dones espirituales: el amor, la fe, la lealtad, etc., para que como resultado de la justificación—aquella declaración hecha en el cielo en el que fue declarado “justo”—empiece a ser una realidad en el hombre, en la tierra: esto es la verdadera santificación.

El hombre que acepta que es hijo de Satanás:

Y por lo tanto necesita ser adoptado (Romanos 8:15; Gálatas 4:5) por otro padre (Isaías 9:6).

Juan 8:44 – “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla, porque es mentiroso y padre de mentira.”

Cada vez que mentimos, damos testimonio de que somos hijos de Satanás.

CES 22.5 – “Se les aseguró a Adán y a su compañera que a pesar de su gran pecado, no se los abandonaría al control de Satanás. El Hijo de Dios había ofrecido expiar, con su propia vida, la transgresión de ellos. Se les otorgaría un tiempo de gracia, y mediante el arrepentimiento y la fe en Cristo, nuevamente podían llegar a ser hijos de Dios.”

¿Qué hace Cristo por este hombre?

Lo presenta como su hijo.

¿Qué hace Dios Padre por este hombre?

Por su misericordia lo acepta en la familia celestial, lo acepta como hijo de Dios.

CM pg. 15.2 – “Son ilimitadas las concesiones de Dios en nuestro favor. El trono de la gracia reviste la atracción más elevad, porque lo ocupa Aquel que nos permite llamarle Padre.

Pero Jehová no consideró completo el plan de la salvación mientras estaba solamente investido de su amor. Colocó en su altar a un Abogado revestido de su naturaleza.

Como nuestro intercesor, el cargo de Cristo consiste en presentarnos a Dios como sus hijos e hijas. Intercede en favor de los que le reciben. Con su propia sangre pagó su rescate. En virtud de sus méritos, les da poder para ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. Y el Padre demuestra su amor infinito hacia Cristo recibiendo como a sus amigos, a los amigos de Cristo y dándoles la bienvenida.”

1 Juan 3:1 – “¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios!”

CC pg. 15.1 – “¡Cuán valioso hace esto al hombre! Por la transgresión, los hijos de los hombres son hechos súbditos de Satanás. Por la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo, los hijos de Adán pueden llegar a ser hijos de Dios.

Al revestirse de la naturaleza humana, Cristo eleva a la humanidad. Al vincularse con Cristo, los hombres caídos son colocados donde pueden llegar a ser en verdad dignos del título de ‘hijos de Dios’.

Tal amor es incomparable. ¡Que podamos ser hijos del Rey celestial! ¡Promesa preciosa! ¡Tema digno de la más profunda meditación! ¡Incomparable amor de Dios para con un mundo que no le amaba!”

¿Qué hace Dios Espíritu Santo por este hombre?

Escribe la ley en su mente y su corazón y lo capacita con los dones espirituales para que pueda reflejar en el mundo el carácter de su nuevo padre—Cristo, y ya no refleje en el mundo el carácter de su antiguo padre—Satanás.

CC pg. 73.1 – “Aun Juan, el discípulo amado, el que más plenamente llegó a reflejar la imagen del Salvador, no poseía por naturaleza esa belleza de carácter. No sólo hacía valer sus derechos y ambicionaba honores, sino que era impetuoso y se resentía bajo las injurias.

Sin embargo, cuando se le manifestó el carácter divino de Cristo, vio su propia deficiencia y este conocimiento le humilló. La fortaleza y la paciencia, el poder y la ternura, la majestad y la mansedumbre que vio en la vida diaria del Hijo de Dios, llenaron su alma de admiración y amor.

De día en día su corazón era atraído hacia Cristo, hasta que en su amor por su Maestro perdió de vista su propio yo. Su genio rencoroso y ambicioso cedió al poder transformador de Cristo.

La influencia regeneradora del Espíritu Santo renovó su corazón. El poder del amor de Cristo transformó su carácter. Tal es el seguro resultado de la unión con Jesús.”

El hombre que acepta su posición legal:

El hombre que acepta que en sí mismo está rechazado, pues acepta que no puede satisfacer las demandas de la ley:

  1. Obediencia perfecta y perpetua a la ley (Romanos 2:13).
  2. Un carácter perfecto (Mateo 5:48).
  3. Una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16).
  4. Una vida justa (Levítico 18:4-5).

¿Qué hace Cristo por este hombre?

Cristo presenta su obediencia perfecta y perpetua, su carácter perfecto, su naturaleza sin mancha, su vida justa, para que el hombre pueda ser justificado y su nombre pueda permanecer en el libro de la vida (Apocalipsis 3:5).

¿Qué hace Dios Padre por este hombre?

Por su misericordia acepta los méritos de Cristo, la ofrenda perfecta, y justifica al hombre en Cristo.

¿Qué hace Dios Espíritu Santo por este hombre?

Le concede Gálatas 5:22-23 y cumple la promesa de Hebreos 8:10, para que el hombre pueda obedecer la ley verdaderamente, para que pueda desarrollar un nuevo carácter semejante al de Cristo, para que pueda vivir una nueva vida justa y pueda abandonar la práctica del pecado.

El hombre que acepta que está bajo condenación, pues la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) y muerte segunda o eterna (Apocalipsis 21:8).

¿Qué hace Cristo por este hombre?

Cristo presenta su sangre derramada en la cruz (Hebreos 9:13-14) para que los pecados confesados de este hombre puedan ser registrados como perdonados en su libro de malas obras (Isaías 65:6-7).

¿Qué hace Dios Padre por este hombre?

Por su misericordia acepta la muerte sustitutiva de Cristo como toda suficiente para la deuda del hombre pecador (Hebreos 9:22).

¿Qué hace Dios Espíritu Santo por este hombre?

Le concede al hombre el don celestial del arrepentimiento para que pueda abandonar la práctica del pecado y así el hombre pueda conservar el perdón en su libro de malas obras.

El hombre que acepta que está separado de Dios, que Dios no puede escuchar sus oraciones y por lo tanto necesita de un Mediador.

Isaías 59:2 – “Mas vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír.”

¿Qué hace Cristo por este hombre?

Como el hombre pecador no merece ser escuchado, pero Cristo sí merece ser escuchado pues está aceptado en sí mismo y no está bajo condenación y no esta separado de Dios, pues tiene acceso directo a Dios—Cristo ruega por el hombre y presenta sus peticiones como si fueran de Cristo.

Juan 16:26 – “Aquel día pediréis en mi nombre: y no os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros.”

Cristo presenta las oraciones del creyente purificadas con su sangre y perfumadas con su justicia.

PVGM pg. 121.1 – “Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, no como un mero suplicante, intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación, sino como un Conquistador que reclama su victoria.

Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta la obra que él mismo se señaló, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene los méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo. Ellas, perfumadas con la fragancia de la justicia de Cristo, ascienden hasta Dios en olor suave. La ofrenda se hace completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.”

1MS pg. 404.1 – “Los servicios religiosos, las oraciones, la alabanza, la confesión arrepentida del pecado ascienden desde los verdaderos creyentes como incienso ante el santuario celestial, pero al pasar por los canales corruptos de la humanidad, se contaminan de tal manera que, a menos que sean purificados por sangre, nunca pueden ser de valor ante Dios.

No ascienden en pureza inmaculada, y a menos que el Intercesor, que está a la diestra de Dios, presente y purifique todo por su justicia, no son aceptables ante Dios.

El sostiene delante del Padre el incensario de sus propios méritos, en los cuales no hay mancha de corrupción terrenal. Recoge en ese incensario las oraciones, la alabanza y las confesiones de su pueblo, y a ella les añade su propia justicia inmaculada. Luego, perfumado con los méritos de la propiciación de Cristo, asciende el incienso delate de Dios plena y enteramente aceptable.”

¿Qué hace Dios Padre por este hombre?

Por su misericordia, y en virtud de los méritos inmaculados de Cristo, escucha las oraciones, peticiones, alabanzas y toda ofrenda del hombre que no merece ser escuchado.

3ero. ¿Qué hará Dios por nosotros?

CB 7ª, pg. 322 – “Las cosas temporales no deben ocupar toda nuestra atención, ni absorber nuestra mente hasta que nuestros pensamientos estén completamente ocupados de la tierra y lo terreno. Debemos ejercitar, disciplinar y educar la mente de modo que pensemos en un estilo celestial, para que nos ocupemos de las cosas invisibles y eternas, que serán discernidas por la visión espiritual. Contemplando a Aquel que es invisible, podemos fortalecer la mente y vigorizar el espíritu.”

Diariamente nuestra mente está completamente absorbida por las cosas terrenales que son finitas y temporales, dejando a un lado las cosas celestiales que son infinitas y eternas. Si nuestra mente está enfocada en puros pensamientos mundanos y terrenales, ¿cómo podemos elevar nuestra mirada al cielo para contemplar el amor de Dios?

Necesitamos estudiar y entender lo que Dios “ha hecho” por nosotros. Dios permitió que su Hijo se levante del trono de gloria, revista su divinidad de humanidad, baje a la tierra a vivir una vida perfecta y sufra la ira de Dios por el pecado.

Filipenses 2:5-8 – “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios; Sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; Y hallado en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Necesitamos meditar diariamente en el Getsemaní, en la cruz del Calvario y en lo que Dios está haciendo ahora por nosotros para poder dejar de perder el tiempo de gracia en cosas terrenales.

Otra cosa que nos ayudará a elevar nuestra mirada de lo terrenal hacia lo celestial—santo puro y bueno, es estudiar lo que Dios “hará” por el hombre. Estas son el tipo de cosas en las que no nos gustan meditar, pero que debemos hacerlo.

CB 7ª, pg. 323 – “La vieja naturaleza, nacida de sangre y de la voluntad de la carne, no puede heredar el reino de Dios. Debe renunciarse a los viejos caminos, las tendencias hereditarias, los antiguos hábitos, pues la gracia no se hereda.”

¿Cuáles son esas “tendencias hereditarias”? Son las tendencia al pecado, al egoísmo, al orgullo, a la complacencia propia, etc. (Mateo 15:19; Romanos 1:29-31; Gálatas 5:19-21).

Nuestro ojo incircunciso se deleita en mirar las casas, los carros, la moda, todo aquello que está destinado a desaparecer. Sólo aquello que no vemos—la Jerusalén Celestial—es lo que va a permanecer después del milenio (Apocalipsis 21:2; 20:6-7).

Tenemos una casa, pero queremos otra casa; tenemos un carro, pero queremos otro carro; nunca estamos contentos con lo que tenemos, nunca apreciamos lo que Dios nos ha dado, pues nos dejamos absorber por todo lo terreno.

PVGM pg. 301.1 – “La venida de Cristo se produjo en un tiempo de intensa mundanalidad. Los hombres estaban subordinando lo eterno a lo temporal, los requerimientos de lo futuro a los asuntos presentes. Tomaban los fantasmas por realidades, las realidades por fantasmas.

No contemplaban por la fe el mundo invisible. Satanás les presentaba las cosas de esta vida como sumamente atractivas y absorbentes, y prestaban atención a sus tentaciones.”

Los fantasmas que tomamos por realidades son las casas, los carros, los lujos, la moda, la posición, los títulos, todo lo terrenal; mientras que las realidades que tomamos por fantasmas son las mansiones que se encuentra en la Jerusalén Celestial, todo lo celestial y eterno.

Actualmente los terremotos, los incendios, las inundaciones, y muchos desastres naturales están destruyendo todas las cosas terrenales por las cuales vivimos afanados y trabajamos como bestias de carga. Deberíamos meditar en que el gran terremoto de Apocalipsis 16:18 no va a dejar ningún tesoro terrenal de pie, y que posteriormente cuando la tierra sea purificada por fuego todo será consumido, excepto la Jerusalén celestial (Apocalipsis 21; Malaquías 4:1).

CJE pg. 30.4 – “El amor es una planta de crecimiento celestial y debe ser nutrida y alimentada.”

PVGM pg. 41.2 – “‘El labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía’ (Santiago 5:7). Así también el cristiano debe esperar en su vida los frutos de la Palabra de Dios.

Muchas veces, cuando pedimos en oración las gracias del Espíritu, para contestar nuestras oraciones, Dios nos coloca en circunstancias que nos permitan desarrollar esos frutos; pero no entendemos su propósito, nos asombramos y desanimamos. Sin embargo, nadie puede desarrollar esas gracias a no ser por medio del proceso del crecimiento y la producción de frutos.”

PlantasCelestiales

Si pedimos que, en virtud de la justicia de Cristo, se nos conceda al Espíritu Santo como agente regenerador, para que pueda sembrar en nosotros las plantas de origen celestial (Gálatas 5:22-23) como el amor, la fe, la lealtad, la temperancia, etc.; es necesario que también Dios cree las circunstancias, las pruebas pequeñas (Lucas 16:10), en las que se pruebe nuestra fe, nuestro amor, nuestra lealtad, la temperancia, etc., y así con nuestro esfuerzo humano podamos desarrollar los frutos del Espíritu y andar en la santificación verdadera.

Por ejemplo, cada viernes—día de preparación—se prueba nuestra lealtad, se prueba si de verdad tenemos la intención de santificar el séptimo día del cuarto mandamiento, comúnmente llamado sábado (Éxodo 20:8-11). Esa es una prueba pequeña. Pero eventualmente, cuando salga la ley dominical vendrá la prueba final (Apocalipsis 13:16-17) donde se verá si hemos desarrollado la lealtad como un principio celestial implantado dentro, o si sólo hemos desarrollado una lealtad espuria y meramente formalista.

En el desarrollo de este nuevo carácter semejante al de nuestro Señor Jesús (Juan 3:7) debemos reconocer dos poderes opuestos con dos fines opuestos: Satanás, por un lado, que no quiere que se desarrollen esa plantas de origen celestial, y Dios, por otro lado, que desea que sí se desarrollen.

PVGM pg. 45.2 – “La germinación de la semilla representa el comienzo de la vida espiritual, y el desarrollo de la planta es una bella figura del crecimiento cristiano. Como en la naturaleza, así también en la gracia no puede haber vida sin crecimiento. La planta debe crecer o morir. Así como el crecimiento es silencioso e imperceptible, pero continuo, así es el desarrollo de la vida cristiana.

La santificación es la obra de toda la vida.”

¿Qué hará Dios en el JUICIO de vivos?

De acuerdo a las Sagradas Escrituras, la crisis final que sobrevendrá a la tierra por la imposición de la marca de la bestia—la ley dominical universal, dividirá a todo el mundo en dos:

  1. Los que reciben el sello de Dios (Apocalipsis 14:1): “los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12), pues salieron aprobados en el juicio de vivos.
  2. Los que reciben la marca de la bestia (Apocalipsis 13:16) pues salen reprobados en el juicio de vivos.

Para poder comprender qué hará Dios con estos dos grupos de personas en el Juicio, debemos estudiar particularmente el Apocalipsis y el libro de Daniel en el contexto del ritual simbólico—el servicio anual, día de expiación, juicio, 10 de mes séptimo.

En un estudio anterior ya hemos analizado detalladamente el grupo representado por los 144000. Pero en este estudio debemos estudiar al primer grupo—que recibe el sello de Dios, que sale aprobado en el juicio de vivos—en el contexto de la naturaleza del hombre que hemos estado analizando en este estudio en particular.

¿Quiénes salen aprobados en el juicio de vivos?

2MS pg. 422.2 – “Pero cuando el mundo invalide la ley de Dios (ley dominical / juicio de vivos), ¿cuál será el efecto sobre los que son genuinamente obedientes y rectos? ¿Serán arrastrados por la fuerte corriente del mal? Debido a que tantos se alistan bajo el estandarte del príncipe de las tinieblas, ¿se desviará de su fidelidad el pueblo que guarda los mandamientos de Dios? ¡Nunca! Ninguno que permanezca en Cristo fallará o caerá.”

Los que saldrán victoriosos en la prueba final serán los que son “genuinamente obedientes” pues “permanecieron en Cristo.” Es decir, son aquellos que congregaron al Santuario Celestial, donde recibieron la justificación, la lluvia temprana y el perdón de sus pecados.

En el Santuario Celestial fueron declarados obedientes en la persona de Cristo y, en virtud de esta declaración hecha en el Santuario Celestial, se les concedió al Espíritu Santo como agente regenerador para que puedan andar en el camino de la verdadera santificación.

Es por esto que son genuinamente obedientes—porque usaron diariamente el vestido de boda y llegaron al examen de la fiesta de boda con el vestido de boda que había sido preparado para ellos, en lugar de confiar en sus hojas de higuera—en su propias obras.

En el ritual simbólico, únicamente aquellos israelitas que habían sido beneficiados por el Servicio Diario (Levítico 4:1-35), eran beneficiados en el Servicio Anual o Día de Expiación (Levítico 16:1-34).

Una vez al año, en el gran día de la expiación, el sumo sacerdote terrenal entraba al lugar santísimo para purificar el santuario terrenal.

Era un día de ayuno, de aflicción, de profundo análisis del corazón, un día en que el hombre debía contristar su alma mientras se verificaba la obra de expiación. En ese día todos los trabajos de orden secular se suspendían sino querían verse separados y destruidos por Dios (Levítico 23:27-31).

¿Cuántas veces al año se realizaba el Servicio Anual?

Una vez al año, en una fecha y mes establecidos por Dios mismo: el 10 del mes séptimo (Levítico 23:27; 16:2, 29).

¿Quién era el encargado de realizar el Día de Juicio simbólico?

El sumo sacerdote terrenal (Levítico 16:2). Pero como el sumo sacerdote terrenal era hombre pecador como cualquier otro, primero debía realizar la expiación de su propio pecado y el de su casa (Levítico 16:11).

¿Con qué elementos trabajaba el sumo sacerdote en el día de la expiación o Servicio Anual? 

  • Incienso,
  • Para el sumo sacerdote un becerro para expiación y un carnero para el holocausto (Levítico 16:3),
  • Para el pueblo dos machos cabríos para expiación y un carnero para holocausto (Levítico 16:5).

¿En qué lugares se realizaba el Servicio Anual o Día de Juicio simbólico?

  • En el atrio se echaba suerte sobre los machos cabríos y se sacrificaba al becerro y al macho cabrío para Jehová (Levítico 16:8-9, 11),
  • En el lugar santísimo se debía presentar el incienso y la sangre (Levítico 16:12-15),
  • Nuevamente en el atrio se debía transferir los pecados sobre el macho cabrío emisario (Levítico 16:20-22),
  • Y para finalizar, en el mismo atrio, se sacrificaba al carnero para la reconciliación (Levítico 16:24).

 

Primer Grupo

Las personas que lleguen al juicio de vivos conservando la aceptación, el perdón y al Espíritu Santo como habitante (todo lo que se obtiene en el Servicio Diario), de acuerdo a los símbolos del ritual simbólico, qué hará Dios por ellos en el juicio?

CS pg. 476.1 – “Cristo revestirá a sus fieles con su propia justicia, para presentarlos a su Padre como una ‘iglesia gloriosa, no teniendo mancha, ni arruga, ni otra cosa semejante’ (Efesios 5:27). Sus nombres están inscritos en el libro de la vida, y de estos escogidos está escrito: ‘Andarán conmigo en vestiduras blancas: porque son dignos’ (Apocalipsis 3:4).”

  1. Cristo Sumo Sacerdote presenta la ofrenda (el incienso de Levítico 16:12-13), que es su vida de obediencia perfecta y perpetua (Ezequiel 20:41), a favor del creyente para que el nombre del creyente sea conservado en el Libro de la Vida (Apocalipsis 3:5).
  2. Cristo Sumo Sacerdote presenta el sacrificio (la sangre de Levítico 16:15), que es su propia sangre que fue derramada en la cruz (Hebreos 9:13-14), a favor del creyente para que los pecados del creyente (los cuales han sido previamente perdonados durante el servicio diario), puedan ser borrados del libro de malas obras del creyente (Hechos 3:19; Isaías 1:18, 65:6-7, 43:25).
  3. Los pecados que fueron borrados de los libros de malas obras del creyente no desaparecen, sino que son traspasados a la cuenta de satanás, para que satanás pueda rendir cuentas por todos los pecados en el juicio de los impíos después del milenio (Levítico 16:20-22). Esto estaba representado por el traspaso de los pecados al macho cabrío el 10 de mes séptimo.
  4. Las buenas obras registradas en el libro de buenas obras del creyente son confirmadas (Malaquías 3:16; Nehemías 13:14; Salmos 56:8), pues estas buenas obras servirán para que los redimidos puedan juzgar a los impíos en el juicio de impíos después del milenio (Mateo 19:28; 1 Corintios 6:2-3). Las buenas obras de los redimidos sirven para mostrar que tanto los impíos como los redimidos tuvieron las mismas oportunidades, pero mientras los impíos eligieron a satanás como líder y optaron por el mal, la mentira y el error, los redimidos eligieron servir y honrar a Dios. Las buenas obras de los redimidos condenan las malas obras de los impíos.
  5. La declaración hecha en el cielo, en el Santuario Celestial, debe ser transmitida a la tierra al creyente. Si durante el servicio diario celestial, Cristo presentaba su obediencia perfecta para que se derrame la lluvia temprana en el creyente (Levítico 24:1-4; Zacarías 4:2-3, 6; Mateo 25:4; Hechos 5:32), durante el juicio Cristo presenta su vida de obediencia perfecta para que se derrame la lluvia tardía en el creyente, después que los pecados de éste hayan sido borrados de su libro de malas obras (Hechos 3:19; Joel 2:26-27).
  6. La declaración hecha en el cielo, en el Santuario Celestial, de que los pecados han sido borrados del libro de malas obras del creyente, debe ser replicada en la tierra: Los pecados deben ser borrados de la memoria del creyente (Ezequiel 18:22), para que el creyente no sufra por memoria de sus malas obras cuando caigan las severas plagas (cuando Cristo deje de interceder en el Santuario Celestial y se prepare para su segunda venida en gloria).
  7. La declaración de Cristo “sea santificado todavía” (Apocalipsis 22:11) hace referencia a la santificación que el creyente desarrolló durante su tiempo de gracia. En el tiempo de gracia hasta la crisis final no pudo desarrollar la “perfección”, pues con sólo lluvia temprana es imposible que se desarrolle completamente la planta celestial, pero ese porcentaje x% de obediencia que desarrolló se incrementará exponencialmente gracias a la lluvia tardía. Es así que este verdadero creyente será capacitado para dar el fuerte pregón (Apocalipsis 18:1-5) al resto de la humanidad que todavía no ha escuchado la verdad presente y que todavía debe tomar una decisión final para recibir o el sello de Dios o la marca de la bestia.
aprobado-juicio
Aprobado en el juicio de vivos.

 

Segundo Grupo

CS 475.1 – “En caso de que alguien tenga en los libros de memoria pecados de los cuales no se haya arrepentido y que no hayan sido perdonados, su nombre será borrado del libro de la vida, y la mención de sus buenas obras será borrada de los registros de Dios.

A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter está en armonía con la ley de Dios, sus pecados serán borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna.”

Aquellos creyentes que no aceptaron la amonestación del Testigo Fiel y por lo tanto no tuvieron la necesidad de congregarse diariamente al Santuario Celestial para su Servicio Diario Celestial—nunca usaron el vestido de bodas—nunca recibieron la lluvia temprana (y por lo tanto la lluvia tardía no les serviría de nada); llegan al examen con su propia obediencia y “no vestido de boda” (Mateo 22:11). Los resultados de su propia decisión:

  1. Su nombre es borrado del libro de la vida (Apocalipsis 3:5, 21:27).
  2. Sus pecados son conservados en su libro de malas obras (Eclesiastés 12:14; Mateo 12:36-37; 1 Corintios 4:5).
  3. Sus buenas obras son borradas de su libro de buenas obras (Nehemías 13:14; Ezequiel 18:4).
  4. El Espíritu Santo se retira por completo de la persona y en su lugar entran siete espíritus inmundos (Mateo 12:45; Apocalipsis 18:2).
  5. El humano mantiene la memoria de sus pecados (Ezequiel 18:24) que lo atormentarán con remordimiento y dolor cuando caigan las postreras plagas de Apocalipsis 16.

 

reprobado-juicio
Reprobado en el juicio de vivos.

 

Los primeros hijos de Adán y Eva—Caín y Abel—nos enseñan que desde el mismo comienzo de la descendencia de Adán únicamente habrían dos tipos de personas:

  • Aquellos que aceptan la amonestación del Testigo Fiel (Génesis 4:4)—la cual se encuentra desplegada en TODA la Biblia, no solamente en Apocalipsis 3.
  • Y aquellos que no aceptan su condición (Génesis 4:3), que no aceptan que son hijos del Diablo, no aceptan que su naturaleza está depravada y contaminada de pecado (Isaías 1:4), y no aceptan que no tienen capacidad para amar—mas bien se creen justos, rectos, santos, hijos de Dios en sí mismos, y por lo tanto no necesitan un sustituto en la vida, no necesitan un sustituto y garante en la muerte, y no necesitan un mediador.

CainAbelDosClasesPersonas

 

PP pg. 707.2 – “El tenor de la Biblia está destinado a inculcarnos desconfianza en el poder humano y a fomentar nuestra confianza en el poder divino.”

¿Y cuál fue el resultado de que Caín se presente con su propia justicia ante Dios, en lugar de presentar un sustituto?

Caín no aceptó que no tenía capacidad de amar, no aceptó que en lugar de amar a Dios, en lugar de amar la ley, en lugar de amar a sus padres, en lugar de amar a Abel, los odiaba; entonces al final, se creó la circunstancia para que Caín aflore lo que verdaderamente había en su corazón (odio – Génesis 4:6) y como resultado terminó matando a su propio hermano (Génesis 4:8).

Entonces debemos esperar el mismo resultado con aquellos que no acepten hoy la amonestación del Testigo Fiel y quieren presentarse en el juicio sin un sustituto, ni garante, ni intercesor.

Es por esto que los más acérrimos enemigos de los redimidos serán sus propios familiares y “hermanos” de iglesia, es por esto que será igual al “tiempo de angustia de Jacob”, pues a Jacob su propio hermano buscaba para matarlo.

CS pg. 600.1 – “Cuando él (Cristo) abandone el santuario, las tinieblas envolverán a los habitantes de la tierra. Durante este tiempo terrible, los justos deben vivir sin intercesor, a la vista del santo de Dios. Nada refrena ya a los malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empedernidos.

El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor y pisoteado su ley; Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia divina, están a merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran tribulación final.

Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo entero será envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén.”

Así como en la primera venida de Cristo los judíos estaban divididos en varios grupos con diferentes doctrinas—fariseos, saduceos, celotes, etc.—pero todos se unieron para destruir a Cristo poniendo a un lado sus diferencias; de igual manera los hombres religiosos que no aceptaron la amonestación del Testigo Fiel se unirán para destruir al pueblo de Dios, uniéndose en puntos comunes de doctrina (santidad del sábado, inmortalidad del alma, y demás vinos de Babilonia).

DTG pg. 553.1 – “Los fariseos y los herodianos habían sido acérrimos enemigos, pero estaban ahora unidos en la enemistad contra Cristo.”

3MS pg. 457.4 – “La determinación del Anticristo de proseguir la rebelión que inició en el cielo continuará actuando en los hijos de desobediencia. Su envidia y su odio contra los que obedecen el cuarto mandamiento se harán cada vez más acérrimos.”

CS pg. 601.3 – “El pueblo de Dios se verá entonces sumido en las escenas de aflicción y angustia descritas por el profeta y llamadas el tiempo de la apretura de Jacob: ‘Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído voz de temblor: espanto, y no paz […], Hanse tornado pálidos todos los rostros, ¡Ah, cuán grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será librado’ (Jeremías 30:5-7).”

PP pg. 177.3 – “La experiencia de Jacob durante aquella noche de lucha y angustia representa la prueba que habrá de soportar el pueblo de Dios inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo.

Cuando Cristo acabe su obra mediadora a favor de la humanidad, entonces empezará ese tiempo de aflicción. Para ese momento la suerte de cada alma habrá sido decidida, y ya no habrá sangre expiatoria para limpiarnos del pecado.”

¿Qué hará Dios durante las plagas?

Segundo Grupo

Los que salieron reprobados en el juicio de vivos sufren bajo las plagas de Apocalipsis 16.

EUD pg. 207.5 – “Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca (Apocalipsis 14:9-10).”

Aquellos hombres que dejaron de comer carne para poder ser así aceptables en el día del juicio, fueron pesados en balanza y fueron hallados faltos porque no aceptaron que eran intemperantes y por lo tanto nunca pidieron el don de la temperancia a Dios. Si bien no comían carne, hacían todo lo posible para que sus alimentos “vegetarianos” tengan sabor a carne, demostrando así que nunca fueron temperantes, sino que simplemente eran legalistas y jactanciosos.

Como estas personas dejaron de comer carne por legalismo y con puro esfuerzo humano, sin que sea un principio celestial implantado dentro, en el Santuario Celestial nunca fueron declarados 100% temperantes, por lo tanto NO SON verdaderamente temperantes ante la ley; y Dios creará las circunstancias para que estos hombres muestren que en realidad siguen siendo carnívoros, tanto así que comerán carne humana.

Jeremías 19:9 – “Y haréles comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas; y cada uno comerá la carne de su amigo, en el cerco y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus almas.”

En la Biblia podemos encontrar un par de ocasiones en las cuales Dios creó las circunstancias para que los hombres coman carne humana debido a su rechazo a la amonestación del Testigo Fiel. Una de estas ocasiones fue en el sitio romano de Tito a Jerusalén. Pero el próximo ocurrirá después de la tercera plaga, cuando haya hambre universal en el mundo debido a que todas las fuentes de agua—pues el agua es vida—se sequen y en su lugar haya solo sangre.

CS pg. 35/1 (30.2) – “Espantosas fueron las calamidades que sufrió Jerusalén cuando el sitio se reanudó bajo el mando de Tito. La ciudad fue sitiada en el momento de la Pascua, cuando millones de judíos se hallaban reunidos dentro de sus muros. Los depósitos de provisiones que, de haber sido conservados, hubieran podido abastecer a toda la población por varios años, habían sido destruidos a consecuencia de la rivalidad y de las represalias de las facciones en lucha, y pronto los vecinos de Jerusalén empezaron a sucumbir a los horrores del hambre.

Una medida de trigo se vendía por un talento. Tan atroz era el hambre, que los hombres roían el cuero de sus cintos, sus sandalias y las cubiertas de sus escudos.

Millares murieron a consecuencia del hambre y la pestilencia. Los afectos naturales parecían haber desaparecido: los esposos se arrebataban unos a otros los alimentos; los hijos quitaban a sus ancianos padres la comida que se llevaban a la boca, y la pregunta del profeta: ‘Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante? (Isaías 49:15) recibió respuesta en el interior de los muros de la desgraciada ciudad, tal como diera la Santa Escritura:

‘Las misericordiosas manos de las mujeres cuecen a sus mismos hijos! ¡Estos les sirven de comida en el quebranto de la hija de mi pueblo!’ (Lamentaciones 4:10)

Una vez más se cumplía la profecía pronunciada catorce siglos antes, y que dice:

‘La mujer tierna y delicada en medio de ti, que nunca probó a asentar en tierra la planta de su pie, de pura delicadeza y ternura, su ojo será avariento para con el marido de su seno, y para con su hijo y su hija, así respecto de su niño recién nacido como respecto de sus demás hijos que hubiere parido; porque ella sola los comerá ocultamente en la falta de todo, en la premura y en la estrechez con que te estrecharán tus enemigos dentro de tus ciudades.’ (Deuteronomio 28:56-57)”

CS 40/2 (34.2) – “La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley.”

 

Primer Grupo

Este primer grupo de hombres que aceptó que eran por naturaleza intemperantes desde el momento en que fueron engendrados, tuvieron necesitad de un Sustituto que sí fue 100% temperante—Cristo—y en virtud de sus méritos pidieron que el Espíritu Santo implante en ellos el don celestial de la temperancia sin desarrollar.

Mediante el Servicio Diario Celestial y mediante las pruebas pequeñas, estos creyentes desarrollaron el don de la temperancia (x% temperancia) y como en el Santuario Celestial fueron declarados 100% temperantes en Cristo, en el juicio de vivos reciben la lluvia tardía para que ese x% temperancia se multiplique exponencialmente.

Estos verdaderos creyentes día a día—antes de que fuera demasiado tarde—re-educaron y regeneraron su paladar y subyugaron al dios vientre (Filipenses 3:19), entonces Dios cumplirá con ellos su promesa de alimentarlos en el tiempo de hambre mundial. Como desarrollaron la temperancia, regeneraron su paladar, y además recibieron la lluvia tardía, están ahora capacitados para poder alimentarse de pan y agua.

Dios cumplirá sus promesas con sus hijos que hicieron su preparación y tomaron en serio las condiciones y las promesas:

Isaías 33:16 – “Este habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus aguas serán ciertas.”

Salmos 37:19 – “No serán avergonzados en el mal tiempo; y en los días de hambre serán hartos.”

Dios cumplirá estas promesas con quienes llegaron al juicio de vivos con la intemperancia subyugada por el Espíritu Santo.

Además, ninguna de las plagas de Apocalipsis 16 tendrán efecto sobre los que salieron aprobados en el juicio de vivos:

Salmos 91:10 – “No te sobrevendrá mal, ni plaga tu morada.”

temperancia-juicio

¿Qué hará Dios en la segunda venida de Cristo?

 

Segundo Grupo

En la segunda venida de Cristo todos los impíos se convertirán en estiércol (Jeremías 25:33; 3JT pg. 331.6). Esto no es la muerte segunda o muerte eterna, sino la muerte primera que es como un sueño, pues deben esperar al juicio después del milenio (Apocalipsis 6:14-17; 20:5).

EUD pg. 235.3 – “A la venida de Cristo los impíos serán borrados de la superficie de la tierra, consumidos por el espíritu de su boca y destruidos por el resplandor de su gloria. Cristo lleva a su pueblo a la ciudad de Dios, y la tierra queda privada de sus habitantes.

Para el pecado, dondequiera que se encuentre, ‘nuestro Dios es fuego consumidor’ (Hebreos 12:29). En todos los que se sometan a su poder, el Espíritu de Dios consumirá el pecado. Pero si los hombres se aferran al pecado, llegan a identificarse con él. Entonces la gloria de Dios, que destruye el pecado, debe destruirlos a ellos también.

La gloria de su rostro, que es vida para los justos, será fuego consumidor para los impíos.”

 

Primer Grupo

PVGM pg. 252.3 – “La ropa blanca de la inocencia era llevada por nuestros primeros padres cuando fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta conformidad con la voluntad de Dios. Toda la fuerza de sus afectos era dada a su Padre celestial.

Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la santa pareja. Este manto de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales de celestial inocencia. Si hubieran permanecido fieles a Dios, habría continuado envolviéndolos. Pero cuando entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó.”

PVGM pg. 253.3 – “Este manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana. Cristo, en su humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos a nosotros este carácter.

‘Como trapos asquerosos son todas nuestras justicias.’ (Isaías 64:6)

Todo cuanto podamos hacer por nosotros mismos está manchado por el pecado. Pero el Hijo de Dios ‘apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.’ Se define el pecado como la ‘transgresión de la ley’ (1 Juan 3:5, 4). Pero Cristo fue obediente a todo requerimiento de la ley.

Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia.

Entonces, cuando el Señor nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.

Los convidados a la fiesta de bodas fueron inspeccionas por el rey, y se aceptó solamente a aquellos que habían obedecido sus requerimientos y se habían puesto el vestido de bodas. Así ocurre con los convidados a la fiesta del Evangelio. Todos deben ser sometidos al escrutinio del gran Rey, y son recibidos solamente aquellos que se han puesto el manto de la justicia de Cristo.”

Los verdaderos creyentes que aceptaron la amonestación del Testigo Fiel y como resultado se congregaron al Santuario Celestial para poder recibir la justificación, el perdón de sus pecados y el bautismo diario del Espíritu Santo, gracias a la lluvia temprana, desarrollaron como resultado la vestidura interna que Adán perdió (Gálatas 5:22-23). Y en ocasión de la segunda venida de Cristo tendrán tanto la vestidura interna y externa perdida por Adán, en un abrir y cerrar de ojos:

1 Corintios 15:51-56 – “Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción…”

CS pg. 368/2 (322.1) – “A su venida los justos muertos resucitarán, y los justos que estuvieron aún vivos serán mudados… El pueblo de Dios no puede recibir el reino antes que se realice el advenimiento personal de Cristo… Hemos visto por los pasajes que acabamos de citar que cuando venga el Hijo del hombre, los muertos serán resucitados incorruptibles, y que los vivos serán mudados. Este gran cambio los preparará para recibir el reino… En su estado presente el hombre es mortal, corruptible; pero el reino de Dios será incorruptible y sempiterno. Por lo tanto, en su estado presente el hombre no puede entrar en el reino de Dios.”

vestiduras-juicio

CS pg. 715/3 (639.2) – “Toda la tierra tiene el aspecto desolado de un desierto. Las ruinas de las ciudades y aldeas destruidas por el terremoto, los árboles desarraigados, las rocas escabrosas arrojadas por el mar o arrancadas de la misma tierra, están esparcidas por la superficie de esta, al paso que grandes cuevas señalan el sitio donde las montañas fueron rasgadas desde sus cimientos.

Ahora se realiza el acontecimiento predicho por el último solemne servicio del día de las expiaciones. Una vez terminado el servicio que se cumplía en el lugar santísimo, y cuando los pecados de Israel habían sido quitados del santuario por virtud de la sangre del sacrificio por el pecado, entonces el macho cabrío emisario era ofrecido vivo ante el Señor; y en presencia de la congregación el sumo sacerdote confesaba sobre él ‘todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío’ (Levítico 16:21).

Asimismo, cuando el servicio de propiciación haya terminado en el santuario celestial, entonces, en presencia de Dios y de los santos ángeles y de la hueste de los redimidos, los pecados del pueblo de Dios serán puestos sobre Satanás; se le declarará culpable de todo mal que les ha hecho cometer. Y así como el macho cabrío emisario era despachado a un lugar desierto, así también Satanás será desterrado en la tierra desolada, sin habitantes y convertida en un desierto horroroso.

El autor del Apocalipsis predice el destierro de Satanás y el estado caótico y de desolación a que será reducida la tierra; y declara que este estado de cosas subsistirá por mil años.

Aquí es donde, con sus malos ángeles, Satanás hará su morada durante mil años. Limitado a la tierra, no podrá ir a otros mundos para tentar e incomodar a los que nunca cayeron. En este sentido es cómo está atado: no queda nadie en quien pueda ejercer su poder. Le es del todo imposible seguir en la obra de engaño y ruina que por tantos años fue su único deleite (Isaías 14:12-17).”

CS pg. 717/3 (641.5) – “Durante los mil años que transcurrirán entre la primera resurrección y la segunda, se verificará el juicio de los impíos.” (Apocalipsis 20:4, 6; Daniel 7:22)

¿Qué hará Dios después del milenio?

Apocalipsis 20:7-9 – “Y cuando los mil años fueren cumplidos, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá para engañar las naciones que están sobre los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de congregarlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y circundaron el campo de los santos, y la ciudad amada: y de Dios descendió fuego del cielo, y los devoró.”

CS pg. 720/0 (643.1) – “Al fin de los mil años, Cristo regresa otra vez a la tierra. Le acompaña la hueste de los redimidos, y le sigue una comitiva de ángeles. Al descender en majestad aterradora, manda a los muertos impíos que resuciten para recibir su condenación.

Se levanta un gran ejército, innumerable como la arena del mar. ¡Qué contraste entre ellos y los que resucitaron en la primera resurrección! Los justos estaban revestidos de juventud y belleza inmortales. Los impíos llevan huellas de la enfermedad y la muerte. Los impíos salen de sus tumbas como a ellas bajaron, con la misma enemistad hacia Cristo y el mismo espíritu de rebelión.

Cristo baja sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió después de su resurrección, y donde los ángeles repitieron la promesa de su regreso. El profeta dice:

‘Vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos’ (Zacarías 14:5). ‘En aquel día se afirmarán sus pies sobre el Monte de los Olivos, que está frente de Jerusalén, al oriente. El Monte de los Olivos, se partirá por la mitad […] formando un valle muy grande’ (Zacarías 14:4). ‘Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquél día Jehová será único, y único será su nombre’ (Zacarías 14:9).

La nueva Jerusalén, descendiendo del cielo en su deslumbrante esplendor, se asienta en el lugar purificado y preparado para recibirla, y Cristo, su pueblo y los ángeles, entran en la santa ciudad.

Entonces Satanás se prepara para la última tremenda lucha por la supremacía.”

 

Primer Grupo

Los santos que ascendieron al cielo junto con Dios en ocasión de la segunda venida de Cristo, y que reinaron con él por mil años (Apocalipsis 20:6), descienden ahora a la tierra y entran a la nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:2) para la sentencia final de los impíos.

1 Corintios 6:2, 3 – “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?”

CS pg. 723/1 (646.1) – “Inmediatos al trono se encuentran los que fueron alguna vez celosos en la causa de Satanás, pero que, cual tizones arrancados del fuego, siguieron luego a su Salvador con profunda e intensa devoción.

Vienen después los que perfeccionaron su carácter cristiano en medio de la mentira y de la incredulidad, los que honraron la ley de Dios cuando el mundo cristiano la declaró abolida, y los millones de todas las edades que fueron martirizados por su fe.

Y más allá está la ‘grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y tribus, y los pueblos, y las lenguas […] de pie ante el trono y delante del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos’ (Apocalipsis 7:9).

Su lucha terminó; ganaron la victoria. Disputaron el premio de la carrera y lo alcanzaron. La palma que llevan en su mano es símbolo de su triunfo, la vestidura blanca, emblema de la justicia perfecta de Cristo que es ahora de ellos.”

 

Segundo Grupo

CS pg. 719/3 (642.2) – “Al fin de los mil años vendrá la segunda resurrección. Entonces los impíos serán resucitados, y comparecerán ante Dios para la ejecución del ‘juicio decretado.’ Así el escritor del Apocalipsis, después de haber descrito la resurrección de los justos, dice: ‘Los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años’ (Apocalipsis 20:5). E Isaías declara, con respecto a los impíos: ‘Serán juntados como se juntan los presos en el calabozo, y estarán encerrados en la cárcel; y después de muchos días serán sacados al suplicio (Isaías 24:22).”

CS pg. 712/1 (636.3) – “Los impíos están llenos de pesar, no por su indiferencia pecaminosa para con Dios y sus semejantes, sino porque Dios haya vencido. Lamentan el resultado obtenido; pero no se arrepienten de su maldad. Si pudiesen hacerlo, no dejarían de probar cualquier medio para vencer.”

Los impíos que fueron al juicio con su propio vestido de boda, pues rechazaron la justicia de Cristo, ahora se ven en la vergüenza de su desnudez. Durante su tiempo de gracia rechazaron la amonestación del Testigo Fiel que les llamó misericordiosamente a reconocer su condición de estar desnudos, y como no aceptaron las vestiduras blancas de Cristo, ahora sufren la humillación de su total desnudez.

Ezequiel 16:37 – “Por tanto, he aquí que yo junto todos tus enamorados con los cuales tomaste placer, y todos los que amaste, con todos los que aborreciste; y reunirélos contra ti alrededor, y descubriréles tu vergüenza, y verán toda tu torpeza.”

Esos “enamorados” con quienes “tuvieron placer” son aquellos que les dijeron: “Las fiestas del ritual simbólico siguen en vigencia, vamos a celebrar las fiestas!” y ellos respondieron: “¡Vamos!”

Los enamorados dijeron: “¡Tienes que dejar de comer carne para poder pasar el juicio!” y ellos dejaron de comer carne para pasar el juicio pero nunca aceptaron su intemperancia.

Los enamorados les dijeron: “Los diez mandamientos fueron para los judíos”, “los diez mandamientos fueron clavados en la cruz”, “¡en la cruz fuiste justificado y todos tus pecados fueron echados al fondo del mar!” y ellos respondieron “¡Bravo!”

Por lo tanto después del milenio todos ellos son resucitados junto con sus falsos guías espirituales para que vean su torpeza y la vergüenza de su desnudez espiritual y física.

Adan3raVenida
Tercera Venida de Cristo

Satanás hará un último intento de rebelión incitando a los impíos a que tomen la nueva Jerusalén por la fuerza (Apocalipsis 20:8-9), pero es inútil—la tierra será purificada con fuego y azufre, y todos los santos dentro de la ciudad están librados del fuego, mientras que los impíos fuera de la ciudad, junto con Satanás y su hueste de ángeles caídos, sufren la muerte eterna y desaparecen para siempre (Apocalipsis 20:9-10).

CS pg. 726.2 (648.4) – “Todos los impíos del mundo están de pie ante el tribunal de Dios, acusados de alta traición contra el gobierno del cielo. No hay quien sostenga ni defienda la causa de ellos; no tienen disculpa; y se pronuncia contra ellos la sentencia de la muerte eterna.

Todos ven que su exclusión del cielo es justa. Por sus vidas, declararon: ‘No queremos que este Jesús reine sobre nosotros’.”

Salmos 11:6 – “Sobre los impíos lloverá lazos; Fuego y azufre, con vientos de torbellinos, será la porción del cáliz de ellos.”

CS pg. 730/3 (652.2) – “Dios hace descender fuego del cielo. La tierra está quebrantada. Salen a relucir las armas escondidas en sus profundidades. Llamas devoradoras se escapan por todas partes de grietas amenazantes. Hasta las rocas están ardiendo. Ha llegado el día que arderá como horno. Los elementos se disuelven con calor abrasador, la tierra también y las obras que hay en ella están abrasadas (Malaquías 4:2; 2 Pedro 3:10).

La superficie de la tierra parece una masa fundida un inmenso lago de fuego hirviente. Es la hora del juicio y perdición de los hombres impíos, ‘es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sión’ (Isaías 34:8).”

CS pg. 732/1 (653.2) – “Mientras la tierra estaba envuelta en el fuego de la destrucción, los justos vivían seguros en la ciudad santa. La segunda muerte no tiene poder sobre los que tuvieron parte en la primera resurrección. Mientras Dios es para los impíos un fuego devorador, es para su pueblo un sol y un escudo (Apocalipsis 20:6; Salmos 84:11).”

Apocalipsis 21:1 – “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra han pasado.”

Luego que la tierra es purificada con fuego y azufre, es restaurada para ser la morada eterna de los redimidos.

Salmos 37:29 – “Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella.”

CS pg. 733/2 (654.2) – “En la Biblia se llama a la herencia de los bienaventurados una patria (Hebreos 11:14-16). Allí conduce el divino Pastor a su rebaño a los manantiales de aguas vivas. El árbol de la vida da su fruto cada mes, y las hojas del árbol son para el servicio de las naciones.”

El conflicto entre el bien y el mal ha llegado a su fin.

Palabras Finales

Solo hay dos grupos: los redimidos y los impíos, los que en el día final estarán dentro de la ciudad celestial y los que estarán fuera de la ciudad celestial. HOY es el momento de decidir a qué grupo queremos pertenecer. Hoy debemos aceptar la amonestación del Testigo Fiel y debemos correr al Santuario Celestial donde se encuentra nuestra única esperanza de salvación. Es una decisión de carácter individual y personal.

HAp pg. 268.1 – “Presentando a Cristo como era cuando era igual a Dios y recibía con él el homenaje de los ángeles, el apóstol trazó su curso hasta cuando hubo alcanzado las más bajas profundidades de la humillación. Pablo estaba convencido de que si podía hacerles comprender el asombroso sacrificio hecho por la Majestad del cielo, barrería de sus vidas todo su egoísmo.

Mostró cómo el Hijo de Dios había depuesto su gloria y se había sometido voluntariamente a las condiciones de la naturaleza humana; y entonces se había humillado como un siervo, llegando a ser “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8), para poder elevar a los hombres de la degradación a la esperanza y el gozo del cielo.”

CC pg. 18.1 – “Es imposible que escapemos por nosotros mismos del hoyo de pecado en el que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo, y no lo podemos cambiar.

‘¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno.’ (Job 14:4)

‘El ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar.’ (Romanos 8:7)

La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera, pero no tienen poder para salvarnos. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida.

Debe haber un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo alto, antes que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Únicamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraer ésta a Dios, a la santidad.

El Salvador dijo: ‘A menos que el hombre naciere de nuevo,’ a menos que reciba un corazón nuevo, nuevos deseos, designios y móviles que lo guíen a una nueva vida, ‘no puede ver el reino de Dios’ (Juan 3:3).

La idea de que lo único necesario es que se desarrolle lo bueno que existe en el hombre por naturaleza, es un engaño fatal.

‘El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernen espiritualmente.’ (1 Corintios 2:14)

‘No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.’ (Juan 3:7)

De Cristo está escrito: ‘En él estaba la vida; y la vida era la luz de los hombres’ (Juan 1:4), el único ‘nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos’ (Hechos 4:12).”

CC pg. 21.1 – “Vanos son los sueños de progreso de los hombres, vanos todos sus esfuerzos por elevar la humanidad, si menosprecian la única fuente de esperanza y ayuda para la raza caída.

‘Toda buena dádiva y todo don perfecto’ (Santiago 1:17) provienen de Dios. Fuera de El, no hay verdadera excelencia de carácter, y el único camino para ir a Dios es Cristo, quien dice: ‘Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí’ (Juan 14:6).”

Que Dios los bendiga.

Otros estudios relacionados con el tema de la naturaleza del hombre:

 

 

 

 

 

 

 

19 respuestas para “Estudio sobre la Naturaleza del Hombre”

  1. Me parece excelente el comentario, pero cuando se trata de vencer al pecado, lucha que tenemos todos los cristianos, se toma una cita de E:W. para indicar que antes que Cristo venga algunos vencen el pecado. En mi Biblia y usted, cuando cita 1COR. 15, donde Pablo habla sobre la transformación encuentro algo incoherente; si ya algunos han vencido el pecado, ¿para qué la transformación?. Tiempo atrás cuando era estudiante leí un comentario de E:W. en la cual ella citaba, que mientras vivamos en este mundo no habrá un solo momento en la cual podemos decir que hemos vencido el pecado, cita que se encuentra en unos de los Testimonios Selectos, me excuso no me acuerdo el parrafo ni la página. Por favor si usted me puede aclarar lo citado, me sería de mucha ayuda. Gracias

    1. Buenas tarders estimado Julio Bravo. Disculpe la demora en responder a su pregunta. Efectivamente hay varias citas donde la hna. White escribió que mientras vivamos no habrá un sólo momento en el cual decir que ya somos santos perfectos y que hemos vencido al pecado. Antes de contestar a su pregunta según la entiendo, permítame compartirle las citas que dejan en claro ese asunto: 1) FO pg. 112.1 – «Nunca podemos alcanzar la perfección por medio de nuestras propias obras buenas. El alma que contempla a Jesús mediante la fe, repudia su propia justicia. Se ve a sí misma incompleta, y considera su arrepentimiento como insuficiente, débil su fe más vigorosa, magro su sacrificio más costoso; y se abate con humildad al pie de la cruz. Pero una voz le habla desde los oráculos de la Palabra de Dios. Con asombro escucha el mensaje: “Vosotros estáis completos en él”. Ahora todo está en paz en su alma. Ya no tiene que luchar más para encontrar algún mérito en sí mismo, algún acto meritorio por medio del cual ganar el favor de Dios.» 2) FO pg. 54.2 – «El verdadero seguidor de Cristo no hará jactanciosas proclamaciones de santidad. El pecador es convencido de pecado por la ley de Dios. Ve su propia pecaminosidad en contraste con la perfecta justicia que la ley prescribe, y esto lo lleva a la humildad y el arrepentimiento. Se reconcilia con Dios por medio de la sangre de Cristo; y al continuar caminando con El, obtendrá una comprensión más nítida de la santidad del carácter de Dios y de la naturaleza trascendente de sus requerimientos. Verá más claramente sus propios defectos y sentirá la necesidad de un continuo arrepentimiento y una fe constante en la sangre de Cristo.» 3) FO pg. 54.3 – «El que lleva consigo un permanente sentido de la presencia de Cristo no puede entregarse a la confianza en sí mismo o a la justificación propia. Ninguno de los profetas o apóstoles formularon orgullosas pretensiones de santidad. Cuanto más se acercaron a la perfección del carácter, menos dignos y justos se vieron a sí mismos. Pero los que tienen la menor comprensión de la perfección de Jesús, cuyos ojos están menos dirigidos a El, son los que pretenden con más vehemencia ser perfectos.» En ese párrafo claramente habla de una perfección de Cristo que es incomparable. Es inaudito pensar que Cristo logró esa impecable perfección si hubiera tenido una naturaleza human exactamente igual a la nuestra con inclinación al pecado. Sigamos con las citas: 4) HAp pg. 455.4 – «Juan fué echado en una caldera de aceite hirviente; pero el Señor preservó la vida de su fiel siervo, así como protegió a los tres hebreos en el horno de fuego. Mientras se pronunciaban las palabras: Así perezcan todos los que creen en ese engañador, Jesucristo de Nazaret, Juan declaró: Mi Maestro se sometió pacientemente a todo lo que hicieron Satanás y sus ángeles para humillarlo y torturarlo. Dió su vida para salvar al mundo. Me siento honrado de que se me permita sufrir por su causa. Soy un hombre débil y pecador. Solamente Cristo fué santo, inocente e inmaculado. No cometió pecado, ni fué hallado engaño en su boca.» 5) HAp pg. 447.3 – «La santificación no es obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda la vida. No se la consigue por medio de un feliz arranque de los sentimientos, sino que es el resultado de morir constantemente al pecado y vivir cada día para Cristo. No pueden corregirse los males ni producirse reformas en el carácter por medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos mediante un prolongado y perseverante trabajo, penosa disciplina y duro conflicto. No sabemos en el día actual cuán intenso será nuestro conflicto en el siguiente. Mientras reine Satanás, tendremos que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que nos rodean; mientras dure la vida, no habrá un momento de descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir: Alcancé plenamente el blanco. La santificación es el resultado de la obediencia prestada durante toda la vida.» 6) HAp pg. 448.1 – «Ningún apóstol o profeta pretendió haber vivido sin pecado. Hombres que han vivido lo más cerca de Dios, hombres que sacrificaron sus vidas antes de cometer a sabiendas un acto pecaminoso, hombres a quienes Dios honró con luz divina y poder, confesaron su naturaleza pecaminosa. No pusieron su confianza en la carne, no pretendieron poseer una justicia propia, sino que confiaron completamente en la justicia de Cristo.» 7) HAp pg. 448.2 – «Así debe ser con todos los que contemplan a Jesús. Cuanto más nos acerquemos a él y cuanto más claramente discernamos la pureza de su carácter, tanto más claramente veremos la extraordinaria gravedad del pecado y tanto menos nos sentiremos tentados a exaltarnos a nosotros mismos. Habrá un continuo esfuerzo del alma para acercarse a Dios; una constante, ferviente y dolorosa confesión del pecado y una humillación del corazón ante él. En cada paso de avance que demos en la experiencia cristiana, nuestro arrepentimiento será más profundo. Conoceremos que la suficiencia solamente se encuentra en Cristo, y haremos la confesión del apóstol: “Y yo sé que en mí (es a saber, en mi carne) no mora el bien.” “Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” Romanos 7:18; Gálatas 6:14.» En ese último párrafo, al igual que en muchos otros que no voy a citar, la hna. White nos invita a meditar en la pureza y perfección del carácter de Cristo para poder elevar nuestra mente a un deseo de santidad. Cómo podriamos ser inspirados por una naturaleza con inclinación al pecado igual a la nuestra? Sería absurdo. Otras citas: 8) HAp pg. 448.3 – «Escriban los ángeles la historia de las santas contiendas y conflictos del pueblo de Dios y registren sus oraciones y lágrimas; pero no sea Dios deshonrado por la declaración hecha por labios humanos: No tengo pecado; soy santo. Nunca pronunciarán los labios santificados tan presuntuosas palabras.» Finalmente, en ese capítulo la hna White termina con el siguiente párrafo: 9) HAp pg. 449.1 – «El apóstol Pablo fué arrebatado al tercer cielo, y vió y oyó cosas que no podían referirse, y aun así su modesta declaración es: “No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo.” Filipenses 3:12. Podían ángeles del cielo registrar las victorias de Pablo mientras proseguía la buena carrera de la fe. Podía el cielo regocijarse en su resuelto andar ascendente, mientras él, teniendo el galardón a la vista, consideraba todas las otras cosas como basura. Los ángeles se regocijaban al contar sus triunfos, pero Pablo no se jactaba de sus victorias. La actitud de ese apóstol es la que debe asumir cada discípulo de Cristo que anhele progresar en la lucha por la corona inmortal.» La hna White cita Filipenses 3:12, donde Pablo habla de que la meta del cristiano es alcanzar la perfección en sí mismo. Sin embargo, pareciera una contradicción, pues en Filipenses 3:12-13 Pablo dice que él no pretende haber alcanzado la perfección, y luego en Fil. 3:15 dice «todos los que somos perfectos.» Pues bien, esta es la diferencia entre justificación y santificación. Si Cristo presenta su justicia perfecta a nuestro favor, Dios Padre nos declara «perfectos» EN CRISTO. Es decir, si usted acepta su total incapacidad para satisfacer las demandas de la Ley y pide que Cristo presente su perfecta justicia a su favor, Cristo intercede por usted y usted es declarado perfecto en Cristo. Usted es perfecto en Cristo, a pesar que en usted mismo está lejos de la perfección. Pero ese Dios que «llama las cosas que no son, como si fuesen» (Romanos 4:17), desea que esa declaración hecha en el Santuario Celestial empiece a ser una realidad en usted aquí en la tierra. Por ese motivo le es otorgado el Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana para que escriba la ley en su mente y corazón (Heb. 8:10), y siembre los dones sobrenaturales de Ga. 5:22-23- es decir lo capacite para obedecer. Como resultado de la justificación por la fe le es otorgado un nuevo carácter que usted tiene que desarrollar. Usted en el cielo debe ser revestido del vestido de boda que es la justicia perfecta de Cristo, y como resultado se le concede una vestidura blanca que usted debe desarrollar. La santificación verdadera es que usted como resultado de la justificación luche con su inclinación al pecado y obtenga victoria sobre el pecado diariamente desarrollando un carácter semejante al de Cristo – un carácter perfecto. La lluvia temprana no puede darle la perfección, usted necesita de la lluvia tardía. De acuerdo a Hechos 3:19, la lluvia tardía es otorgada como resultado de que los pecados de usted son borrados, y los pecados de usted son borrados únicamente en el Juicio. Si en el Juicio de Vivos Cristo presenta su justicia perfecta usted recibe una aceptación final y su nombre es conservado en el Libro de la Vida. Si Cristo en el Juicio de Vivos presenta su sangre, entonces sus pecados serán borrados de su libro de malas obras. Como resultado de haber pasado el Juicio en virtud de los méritos de Cristo a usted le es otorgado la lluvia tardía que le trae perfección en cuanto a la obediencia: preferir la muerte antes que quebrantar un precepto de la Ley de Dios. Pero ni la lluvia temprana, ni la tardía logran erradicar su inclinación al pecado, su naturaleza pecaminosa, su mundanalidad. El Espíritu Santo subyuga su inclinación al pecado siempre y cuando usted colabore con él. Ese es el «prosigo» de Pablo, es una lucha diaria. Cuándo usted alcanzará la perfección en usted mismo? Pablo termina Fil. 3:21 diciendo: «el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya». Lo mismo que Pablo escribe en 1 Corintios 15:50-53 – en ocasión de la segunda venida de Cristo, Cristo va a erradicar nuestra naturaleza pecaminosa y recien entonces habremos alcanzado la meta: la perfección en nosotros mismos y recien entonces podremos ir al cielo para ver a Dios cara a cara. 10) 1MS pg. 459.2 – «La gran obra que ha de efectuarse para el pecador que está manchado y contaminado por el mal es la obra de la justificación. Este es declarado justo mediante Aquel que habla verdad. El Señor imputa al creyente la justicia de Cristo y lo declara justo delante del universo. Transfiere sus pecados a Jesús, el representante del pecador, su sustituto y garantía. Coloca sobre Cristo la iniquidad de toda alma que cree. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. 2 Corintios 5:21.» Que Dios lo bendiga.

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