Estudio sobre la Parábola del Labrador y la Viña

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Prefacio

Mateo 10:22 – “Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo.”

Mateo 24:13 – “Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.”

Nuestro Señor y Redentor nos ordena que perseveremos hasta el fin. ¿Pero cuál es ese “fin” hasta el cual debemos perseverar?

El “fin” se refiere al fin del tiempo de gracia para el individuo. Este fin de tiempo de gracia puede llegar únicamente de dos maneras: a) el momento de la muerte primera o b) el momento en que nuestro caso sea tomado cuando se de inicio al juicio de vivos (mientras estemos vivos).

Actualmente se está llevando a cabo el juicio investigador (desde 1844 según la profecía de las 2300 tardes y mañanas de Daniel 8:14). Este juicio se lleva a cabo por los justos muertos—por el pueblo que siempre ha profesado ser el pueblo de Dios a través de todas las edades de la historia—desde Abel para adelante.

Si algún miembro del profeso pueblo de Dios pasa al descanso en ocasión de la muerte primera, entonces su caso deberá ser también tomado en el juicio investigador—este es el fin del tiempo de gracia.

Pero si llegamos vivos al momento en que Dios empiece a tomar el caso de los justos vivos—del pueblo que profesa ser su pueblo en nuestros tiempos—entonces nuestros casos serán tomados primeramente que del resto del pueblo de Dios esparcido en distintas denominaciones cristianas. Este será el fin del tiempo de gracia para nosotros los adventistas del séptimo día. Y a medida que los que salgan aprobados en el juicio de vivos reciban la lluvia tardía, y vayan proclamando el triple mensaje angélico con todo el poder del espíritu, entonces el juicio de vivos se irá extendiendo por todos los que vayan aceptando o rechazando el mensaje.

CS pg. 544/2 (480.2) – “Solemnes son las escenas relacionadas con la obra final de la expiación. Incalculables son los intereses que ésta envuelve. El juicio se lleva ahora adelante en el santuario celestial. Esta obra se viene realizando desde hace muchos años. Pronto—nadie sabe cuándo—les tocará ser juzgados a los vivos.

En la augusta presencia de Dios nuestras vidas deben ser pasadas en revista. En éste más que en cualquier otro tiempo conviene que toda alma preste atención a la amonestación del Señor: ‘Velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo’ (Marcos 13:13). ‘Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti’ (Apocalipsis 3:3).”

¿Por qué nuestro Sumo Sacerdote nos insta a “perseverar” hasta el fin del tiempo de gracia?

Por el mismo hecho de que se nos da la orden de perseverar hasta el fin, se comprende de que nadie está definitivamente salvo hasta que su caso haya sido decidido en el Santuario Celestial en la obra de la expiación final. La santificación es la obra de toda la vida, y si en algún momento de nuestra vida cristiana bajamos la guardia, Satanás y su hueste está lista para volver a tomar las riendas y el control de nuestras vida—para llevarnos del camino angosto de vuelta al camino ancho de la perdición.

ECFP pg. 8.1 – “No existe tal cosa como santificación instantánea. La verdadera santificación es una obra diaria, que continúa por toda la vida. Los que están luchando con tentaciones cotidianas, venciendo sus propias tendencias pecaminosas, y buscando la santificación del corazón y la vida, no realizan ninguna pretensión ostentosa de santidad. Tienen hambre y sed de justicia. El pecado les parece excesivamente pecaminoso.”

FO pg. 87.2 – “La obediencia a la ley de Dios es santificación. Hay muchos que tienen ideas erróneas respecto a esta obra en el alma, pero Jesús oró que sus discípulos fueran santificados por medio de la verdad, y añadió: ‘Tu palabra es verdad’ (Juan 17:17).

La santificación no es una obra instantánea sino progresiva, así como la obediencia es continua. En tanto Satanás nos apremie con sus tentaciones, tendremos que librar una y otra vez la batalla por el dominio propio; pero mediante la obediencia, la verdad santificará el alma. Los que son leales a la verdad han de superar, por medio de los méritos de Cristo, toda debilidad de carácter que los ha llevado a ser modelados por cada una de las diversas circunstancias de la vida.”

“Por medio de los méritos de Cristo” es que podemos vencer las tentaciones de Satanás y alcanzar el dominio propio. Esto se debe a que, en virtud de la obediencia perfecta y perpetua de Cristo, en virtud de todos sus méritos, el creyente alcanza la justificación—es aceptado ante Dios en base a una vida ajena (la de Cristo como hombre en esta tierra). Pero ese mismo Dios Padre misericordioso que acepta una vida que no hemos vivido como nuestra, por su justicia requiere que en nuestra propia vida esa obediencia empiece a ser una realidad. Es por esto, que también en virtud de los méritos de Cristo, se nos concede diariamente (si es que lo pedimos diariamente) la lluvia temprana. Es así que la santificación verdadera siempre será resultado de la justificación. Obedecemos como consecuencia, no como causa de aceptación.

La necesidad de perseverar hasta el fin también nos debe llevar a concientizarnos del hecho de que Satanás y sus ángeles inmundos están al acecho de todo hombre que ha aceptado a Cristo como su Sustituto en la vida, su Sustituto y Garante en la muerte, y su Sumo Sacerdote en el Santuario Celestial. Bien sabe Satanás que, así hallamos profesado y creído la verdad presente por mucho tiempo, basta un breve instante para hacernos caer de nuevo en sus redes y sus engaños.

2JT pg. 173.1 – “Así como Satanás acusaba a Josué y su pueblo, en todas las edades ha acusado a aquellos que buscan la misericordia y el favor de Dios. En el Apocalipsis, se le declara ser ‘el acusador de nuestros hermanos,’ ‘el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche’ (Apocalipsis 12:10).

La controversia se repite acerca de cada alma rescatada del poder del mal, y cuyo nombre se registra en el libro de la vida del Cordero. Nunca se recibe a alguno de la familia de Satanás en la familia de Dios sin que ello excite la resuelta resistencia del maligno. Las acusaciones de Satanás contra aquellos que buscan al Señor no son provocadas por el desagrado que le causen sus pecados. Su carácter deficiente le causa regocijo. Únicamente por el hecho de que violan la ley de Dios puede él dominarlos.

Sus acusaciones provienen solamente de su enemistad hacia Cristo. Por el plan de salvación, Jesús está quebrantando el dominio de Satanás sobre la familia humana, y rescatando almas de su poder. Todo el odio y la malicia del jefe de los rebeldes se encienden cuando contempla la evidencia de la supremacía de Cristo, y con poder y astucia infernales trabaja para arrebatarle el residuo de los hijos de los hombres que han aceptado su salvación.”

En visión, la hermana White vio a los creyentes que vivirían las últimas escenas de la historia humana, y contempló a aquellos que habían salido aprobados en el juicio de vivos…

PE pg. 271.1 – “El número de esta hueste había disminuido. En el zarandeo, algunos fueron dejados al lado del camino. Los descuidados e indiferentes que no se unieron con quienes apreciaban la victoria y la salvación lo bastante para perseverar en anhelarlas orando angustiosamente por ellas, no las obtuvieron, y quedaron rezagados en las tinieblas, y sus sitios fueron ocupados en seguida por otros, que se unían a las filas de quienes habían aceptado la verdad. Los ángeles malignos todavía se agrupaban en su derredor, pero ningún poder tenían sobre ellos.”

Los espíritus inmundos van a tratar, sin desistir, de volver a entrar en nosotros y tomar rienda de nuestras vidas hasta el fin: hasta que hallamos salidos aprobados en el juicio. Solo si salimos aprobados en el juicio y recibimos el sello del Dios viviente podremos estar libres de su influencia y ningún poder tendrán sobre nosotros.

Es por todo esto que debemos perseverar hasta el fin.

A menos que nuestro caso haya sido tomado en el juicio investigador y hallamos salidos aprobados, no estamos libres de perder la aceptación, el perdón de nuestros pecados y al Espíritu Santo como habitante. Ahora, más que en ningún otro tiempo de la historia, debemos perseverar hasta el fin, porque todo indica que ese fin de tiempo de gracia está a las puertas. El tiempo vuela y se va demasiado rápido. Si no estamos velando, el juicio de vivos nos sorprenderá como ladrón.

Debemos aprender a confiar en Dios y no en el hombre – pues la carne es débil.

Mateo 26:41 – “Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil.”

Confiar en el hombre implica una maldición de Dios, mientras que confiar en Dios implica una bendición.

Jeremías 17:5-6 – Maldición – “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Pues será como la retama en el desierto, y no verá cuando viniere el bien; sino que morará en las securas en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.”

Jeremías 17:7 – Bendición – “Bendito el varón que se fía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.”

Como podemos ver hay dos grupos: benditos y malditos – para Dios, bajo ninguna circunstancia, existe un grupo neutro. Elijamos pues donde queremos estar. Este punto quedará más claro cuando analicemos la parábola más adelante.

Tomando en consideración esta última reflexión, y tomando el marco de la necesidad de perseverar hasta el fin, entramos ahora al estudio de la parábola del labrador y la viña para ahondar más en este tema de preparación para la crisis final.

La parábola del labrador y la viña

Mateo 21:33 – “Oíd otra parábola: Fue un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la dio a renta a labradores, y se partió lejos.”

Cuando nuestro Señor Jesús presentó esta parábola, se trataba de una parábola conocida para los judíos—ellos sabían que ellos (el pueblo de Dios de ese entonces) estaba representado por la viña.

En el contexto de Isaías

Isaías 5:1-13 – “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en un recuesto, lugar fértil. Habíala cercado, y despedregádola, y plantádola de vides escogidas: había edificado en medio de ella una torre, y también asentado un lagar en ella: y esperaba que llevase uvas, y llevó uvas silvestres. Ahora pues, vecinos de Jerusalem y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que llevase uvas, ha llevado uvas silvestres? Os mostraré pues ahora lo que haré yo a mi viña: Quitarále su vallado, y será para ser consumida; aportillaré su cerca, y será para ser hollada; Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerá el cardo y las espinas: y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor. Ay de los que juntan casa con casa, y allegan heredad a heredad hasta acabar el término! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. Y diez huebras de viña producirán un zaque, y treinta modios de simiente darán tres modios. Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas, y vino; y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. Por tanto mi pueblo fue llevado en cautiverio, porque no tuvo ciencia: y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.”

CS pg. 22/1 (20.1) – “El Hijo de Dios fue enviado para exhortar a la ciudad rebelde. Era Cristo quien había sacado a Israel como ‘una vid de Egipto’ (Salmos 80:8). Con su propio brazo, había arrojado a los gentiles de delante de ella; la había plantado ‘en un recuesto, lugar fértil’; la había cercado cuidadosamente y había enviado a sus siervos para que la cultivasen. ‘¿Qué más se había de hacer a mi viña—exclamó—, que yo no haya hecho en ella?’

A pesar de estos cuidados, y por más que, habiendo esperado ‘que llevase uvas’ valiosas, las había dado ‘silvestres’ (Isaías 5:1-4), el Señor compasivo, movido por su anhelo de obtener fruto, vino en persona a su viña para librarla, si fuera posible, de la destrucción. La labró con esmero, la podó y la cuidó. Fue incansable en sus esfuerzos para salvar aquella viña que él mismo había plantado.”

Mientras leemos acerca de la viña del Señor – representada en el pasado por Israel y la casa de Judá, haríamos bien en reflexionar en la actual viña del Señor – el actual profeso pueblo de Dios, que se hace llamar “cristiano” y que profesa estar aguardando su segunda venida. ¿O acaso el actual profeso pueblo de Dios espera que Dios tenga expectaciones diferentes a las expectaciones que tuvo en el pasado? ¿Será que el dueño de la viña no espera que su viña le de buen fruto actualmente?

2JT pg. 81.3 – “El Señor plantó a su iglesia como una viña en un campo fértil. Con el más tierno cuidado la alimentó y cuidó, a fin de que produjese frutos de justicia. Su lenguaje es: ‘¿Qué más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?’ (Isaías 5:4).

Pero esta viña plantada por Dios se inclinó a tierra, y enlazó sus zarcillos en derredor de soportes humanos. Sus ramas se extienden ampliamente, pero lleva los frutos de una viña degenerada. Su Señor declara: ‘Esperando yo que llevase uvas, ha llevado uvas silvestres’ (Isaías 5:4).

El Señor otorgó grandes bendiciones a su iglesia. La justicia exige que ella retribuya estos talentos con creces. A medida que aumentaron los tesoros de la verdad a ella confiados, sus obligaciones aumentaron también. Pero en vez de aprovechar esos dones y avanzar hacia la perfección, ella apostató de aquello que había alcanzado en su primera condición. El cambio de su estado espiritual se produjo gradual y casi imperceptiblemente. A medida que empezaba a buscar la alabanza y la amistad del mundo, su fe disminuyó, su celo languideció, su ferviente devoción fue reemplazada por un formalismo muerto.

Cada paso hacia el mundo la fue alejando de Dios. A medida que la iglesia cultivó el orgullo y la ambición mundanal, el Espíritu de Cristo se apartó de ella y la emulación y contienda penetraron en ella para distraerla y debilitarla.”

A medida que analicemos varios párrafos del espíritu de profecía en distintos libros, podremos ver que la causa por la cual la viña del Señor no dio buenos frutos, sino uvas silvestres, se debió a ciertas razones: (1) confió en el hombre, y (2) se apartó de Dios al acercarse al mundo – copiar sus filosofías, sus costumbres, y al hacerse así partícipe de sus vanidades, idolatría y mundanalidades.

La protección del pueblo de Dios en todos los tiempos ha sido el mismo: primeramente su Ley. La obediencia a los Diez Mandamientos es la protección del pueblo de Dios. La segunda protección era la torre: su santuario. En el pasado era un santuario terrenal. Hoy se trata del verdadero: el Santuario Celestial. Dentro de este santuario, en el lugar santísimo, se encuentra la ley: los Diez Mandamientos – y ninguna otra ley (Apocalipsis 11:19; Hebreos 9:3-4). Allí no se encuentra ni la ley de Moisés, ni la ley ceremonial de las fiestas y sábados ceremoniales, pues estas leyes no son eternas y no son la protección de su pueblo. Estas leyes quedaron clavadas en la cruz porque eran símbolo para que podamos entender el plan de redención. Lamentablemente hoy en día muchos hermanos se dejan llevar por las fábulas y se dejan convencer para celebrar las fiestas del ritual simbólico. Esto, en parte, se debe a que dentro de todo ser humano existe el deseo de salvarse por sus propias obras. Para la naturaleza pecaminosa es preferible una salvación que requiera ritos y ceremonias, a una salvación que requiera fe y sumisión a un Sustituto y Garante.

PR pg. 12.5 – “Mediante la nación escogida, Dios había querido impartir bendiciones a toda la humanidad. ‘La viña de Jehová de los ejércitos—declaró el profeta—es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa’ (Isaías 5:7).

A este pueblo fueron confiados los oráculos de Dios. Estaba cercado por los preceptos de su ley, los principios eternos de la verdad, la justicia y la pureza. La obediencia a estos principios debía ser su protección, porque le impediría destruirse a sí mismo por prácticas pecaminosas. Como torre del viñedo, Dios puso su santo templo en medio de la tierra.

Cristo era su instructor. Como había estado con ellos en el desierto, seguiría siendo su maestro y guía. En el tabernáculo y el templo, su gloria moraba en la santa shekina sobre el propiciatorio. El manifestaba constantemente en su favor las riquezas de su amor y paciencia.

El propósito de Dios les fue manifestado por Moisés y fueron aclaradas las condiciones de su prosperidad. ‘Porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios—les dijo:—Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra’ (Deuteronomio 7:6).

‘A Jehová has ensalzado hoy para que te sea por Dios, y para andar en sus caminos, y para guardar sus estatutos y sus mandamientos y sus derechos, y para oír su voz: y Jehová te ha ensalzado hoy para que le seas su peculiar pueblo, como él te lo ha dicho, y para que guardes todos sus mandamientos; y para ponerte alto sobre todas las gentes que hizo, para loor, y fama, y gloria; y para que seas pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho’ (Deuteronomio 26:17-19).

Los hijos de Israel debían ocupar todo el territorio que Dios les había señalado. Las naciones que habían rehusado adorar y servir al Dios verdadero, debían ser despojadas. Pero Dios quería que mediante la revelación de su carácter por Israel, los hombres fuesen atraídos a él. La invitación del Evangelio debía ser dada a todo el mundo. Por la enseñanza del sistema de sacrificios (ley ceremonial), Cristo debía ser ensalzado ante las naciones, y habrían de vivir todos los que mirasen a él. Se unirían con su pueblo escogido todos los que, como Rahab la cananea y Rut la moabita, se apartaran de la idolatría para adorar al Dios verdadero. A medida que aumentase el número de los israelitas, debían ensanchar sus términos, hasta que su reino abarcase el mundo entero.

Pero el Israel antiguo no cumplió el propósito de Dios. El Señor declaró: ‘Y yo te planté de buen vidueño, simiente verdadera toda ella: ¿cómo pues te me has tornado sarmientos de vid extraña?’ (Jeremías 2:21). ‘Es Israel una frondosa viña, haciendo fruto para sí’ (Oseas 10:1).”

El Israel antiguo no cumplió el propósito de Dios. Ya habíamos analizado dos motivos: (1) confianza en el hombre y (2) separarse de Dios y acercarse al mundo. Ahora vemos un tercer factor: (3) “hizo fruto para sí” (Oseas 10:1) – es decir: el egoísmo. El profeso pueblo de Dios se preocupó más de su propias ambiciones y deseos terrenales que del reino de Dios. ¿Será que el Israel moderno ha obrado diferente?

También podemos analizar, en base a lo que hemos leído, que Dios siempre quiso tener en la tierra un pueblo escogido, para que cumpla con los siguientes cometidos: 1. Produjese frutos de justicia, llevase buen fruto en lugar de uvas silvestres. 2. Impartir bendiciones por medio de su viña a toda la humanidad. 3. Que ese pueblo sea un pueblo santo, especial y peculiar, distinto del mundo.

El primer cometido implica que su pueblo debe, como fruto de la justificación y dotado del poder de la lluvia temprana—todo concedido en virtud de los méritos de Cristo—desarrollar una santificación genuina y progresiva diariamente. Esos “frutos de justicia” es la justicia de la ley como resultado de la justicia de la fe. Es por esto que Santiago dice que la fe sin obras está muerta (Santiago 2:26).

El segundo cometido se cumple si el primero se cumple. Si el pueblo de Dios anda conforme a toda palabra que sale de la boca de Dios, y si el pueblo de Dios anda a cada paso basado en un “así dice Jehová,” entonces, por medio de ese nuevo carácter que está desarrollando—semejante al del Señor Jesús—, el mundo entero podrá ver la gran demarcación que existe entre el cristiano genuino y el impío.

El tercer competido es también el inevitable resultado del primer cometido. El creyente que vive basado en un “escrito está,” y que vive por la fe con la mente en la vida eterna, inevitablemente debe apartar su vista de las miserables y perecederas cosas de este mundo. Su mente no estará buscando ser semejante al mundo y ser admirado por el mundo. Su deseo, más bien, estará en ser semejante a Cristo y ser bendecido por su Creador. Ese pueblo será peculiar y distinto, en lugar de ser semejante y parecido del mundo. Tiene que haber una línea de demarcación, un notable contraste, entre el pueblo de Dios y el mundo.

CPI pg. 568.2 – “Oro a Dios para que mis hermanos comprendan que el mensaje del tercer ángel significa mucho para nosotros, y que la observancia del verdadero día de reposo es la señal que distingue a los que sirven a Dios de los que no le sirven.

Despiértense los que se han vuelto soñolientos e indiferentes. Somos llamados a ser santos y debemos aplicarnos cuidadosamente a no dar la impresión de que no tiene importancia que conservemos o no las características peculiares de nuestra fe. Nos incumbe la solemne obligación de asumir en favor de la verdad y de la justicia una posición más decidida que la que hemos asumido en lo pasado.

La línea de demarcación entre los que guardan los mandamientos de Dios y los que no los guardan debe resaltar con claridad inequívoca. Debemos honrar concienzudamente a Dios y emplear diligentemente todos los medios para cumplir nuestro pacto con él, a fin de recibir sus bendiciones, que son tan esenciales para el pueblo que va a ser probado severamente.

Deshonramos grandemente a Dios si damos la impresión de que nuestra fe y nuestra religión no constituyen una fuerza dominante en nuestra vida. Así nos apartamos de sus mandamientos, que son nuestra vida y negamos que él sea nuestro Dios y que seamos su pueblo.”

PVGM pg. 227.4 – “El labrador escoge una parcela de terreno en el desierto; la cerca, la limpia, la trabaja, la planta con vides escogidas, esperando una rica cosecha. Espera que este terreno, en su superioridad con respecto al desierto inculto, le honre mostrando los resultados de su cuidado y los afanes con que lo cultivó.

Así Dios había escogido a un pueblo de entre el mundo para que fuera preparado y educado por Cristo. El profeta dice: ‘La viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa’ (Isaías 5:7).

Sobre ese pueblo Dios había prodigado grandes privilegios, bendiciéndolo ricamente con su abundante bondad. Esperaba que lo honraran llevando fruto. Habían de revelar los principios de su reino. En medio de un mundo caído e impío habían de representar el carácter de Dios.

Al igual que la viña del Señor, habían de producir un fruto completamente diferente del de las naciones paganas. Esos pueblos idólatras se habían entregado a la iniquidad. Sin ninguna restricción se ejercían la violencia, el crimen, la gula, la opresión y las prácticas más corruptas. La iniquidad, la degradación y la miseria eran el fruto del árbol corrupto. Muy diferente había de ser el fruto dado por la viña plantada por Dios.”

En estos últimos párrafos podemos apreciar cómo el pueblo de Dios, la viña del Señor podía reflejar su carácter y dar buen fruto. Su pueblo debía ser “preparado y educado por Cristo.”

Ser educado por Cristo implica estudiar las Escrituras para discernir y comprender su carácter perfecto—justo y misericordioso al mismo tiempo. Ser educado por Cristo implica estudiar su vida y su carácter, pues él es nuestro único Modelo perfecto, Guía infalible y Maestro.

CM pg. 49.1 – “El carácter de Cristo es el único modelo perfecto que hemos de copiar. El arrepentimiento y la fe, la entrega de la voluntad y la consagración de los afectos a Dios, son los medios señalados para la realización de esta obra. Obtener un conocimiento de su plan divinamente ordenado, debiera ser el objeto de nuestro primer estudio; cumplir con sus requerimientos, nuestro primer esfuerzo.”

DMJ pg. 107.1 – “Cristo es el único verdadero modelo de carácter, y usurpa su lugar quien se constituye en dechado para los demás.”

Ser preparado por Cristo implica día a día someternos a las pruebas diarias en las cuales se nos da la oportunidad de desarrollar las virtudes cristianas – los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23). “Jehová prueba al justo” (Salmos 11:5), y somos justos en Cristo, no en nosotros mismos. Pero el Espíritu Santo siembra en nosotros los frutos de Gálatas 5:22-23 para que nosotros podamos desarrollarlos. La única manera de desarrollar fe, amor, justicia (obediencia), paciencia, mansedumbre, misericordia, etc., es diariamente siendo probados.

Todos los rasgos naturales pecaminosos heredados y cultivados de nuestro carácter deben ser subyugados por el Espíritu Santo, al mismo tiempo que toda virtud celestial y sobrenatural cristiana debe ser desarrollada. Nuestro egoísmo debe ser subyugado al mismo tiempo que debemos desarrollar el amor verdadero de origen celestial que no es un sentimiento, sino un principio que cumple la ley (Romanos 13:10).

1MCP pg. 219.1 – “El amor es una planta de origen celestial. No es irrazonable, no es ciego. Es puro y santo. Pero la pasión del corazón carnal es otra cosa. Mientras el amor puro dará participación a Dios en todos sus planes y estará en perfecta armonía con el Espíritu de Dios, la pasión será terca, irreflexiva, irrazonable, desafiante de toda sujeción, y hará un ídolo del objeto de su elección.”

La Parábola de los Labradores Malvados

Cristo presentó la parábola de Isaías capítulo 5 en un nuevo marco.

Mateo 21:33-39 – “Fue un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la dio a renta a labradores, y se partió lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon. Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Y a la postre envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí, Este es el heredero; venid, matémosle, y tomemos su heredad. Y tomado, le echaron fuera de la viña, y le mataron.”

El dueño de la viña mandó a sus siervos para recoger el fruto, pero los mataron. Algunos siervos llegaron con vida golpeados, pero de todas formas no pudieron recoger ningún fruto de la viña. Entonces el padre manda al hijo, al cual los labradores también terminan matando.

Nuestro Señor Jesús entonces hace una pregunta a su audiencia:

Mateo 21:40 – “Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?”

Había toda clase de gente presente, pero fueron los labradores de la viña—los líderes religiosos—quienes respondieron a la pregunta:

Mateo 21:41 – “Dícenle: a los malos destruirá miserablemente, y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a sus tiempos.”

Los labradores pronunciaron sentencia sobre ellos mismos.

Esta parábola también la encontramos en el Evangelio de Lucas, y allí podemos apreciar que los líderes de la iglesia comprendieron perfectamente que la parábola se aplicaba a ellos mismos:

Lucas 20:16 – “Vendrá, y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Y como ellos lo oyeron, dijeron: Dios nos libre!

Y también:

Mateo 21:45 – “Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos.”

DTG pg. 547.2 – “Jesús se dirigió a todos los presentes; pero los sacerdotes y gobernantes respondieron. ‘A los malos destruirá miserablemente—dijeron,—y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a sus tiempos.’

Los que hablaban no habían percibido al principio la aplicación de la parábola, mas ahora vieron que habían pronunciado su propia condenación.

En la parábola, el señor de la viña representaba a Dios, la viña a la nación judía, el vallado la ley divina que la protegía. La torre era un símbolo del templo. El señor de la viña había hecho todo lo necesario para su prosperidad. ‘¿Qué más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?’ (Isaías 5:4). Así se representaba el infatigable cuidado de Dios por Israel.

Y como los labradores debían devolver al dueño una debida proporción de los frutos de la viña, así el pueblo de Dios debía honrarle mediante una vida que correspondiese a sus sagrados privilegios. Pero como los labradores habían matado a los siervos que el señor les envió en busca de fruto, así los judíos habían dado muerte a los profetas a quienes Dios les enviara para llamarlos al arrepentimiento. Mensajero tras mensajero había sido muerto. Hasta aquí la aplicación de la parábola no podía confundirse, y en lo que siguiera no sería menos evidente.

En el amado hijo a quien el señor de la viña envió finalmente a sus desobedientes siervos, a quien ellos habían prendido y matado, los sacerdotes y gobernantes vieron un cuadro claro de Jesús y su suerte inminente. Ya estaban ellos maquinando la muerte de Aquel a quien el Padre les había enviado como último llamamiento. En la retribución infligida a los ingratos labradores, estaba pintada la sentencia de los que matarían a Cristo.”

Aquellos siervos, a quien el dueño de la viña envió, simbolizaban a los profetas de Dios en todas las edades que fueron maltratados, apedreados y asesinados por la gente a quien debían amonestar y aconsejar. El propio Isaías terminaría asesinado por el profeso pueblo de Dios de la manera más macabra: cortado por una sierra.

Hebreos 11:37-38 – “Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a cuchillo; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados. De los cuales el mundo no era digno; perdidos por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 147.1 – “Isaías fue cortado con una sierra.—Isaías, a quien el Señor permitió que viera cosas maravillosas, fue aserrado en dos partes porque reprendió fielmente los pecados de la nación judía.

Los profetas que vinieron para cuidar la viña del Señor fueron ciertamente maltratados y muertos.”

“En la retribución infligida a los ingratos labradores, estaba pintada la sentencia de los que matarían a Cristo.”

Esta retribución tuvo su primera parte en el año 70 d.C., en ocasión del sitio de Jerusalén bajo el mando de Tito y el imperio romano. Desde aquel entonces los judíos han recogido los frutos de su rechazo al hijo del dueño de la viña. Pero esta retribución aún tiene una aplicación final en ocasión de la tercera venida de Cristo después del milenio.

La piedra rechazada

Después de que los hombres pronunciaran sentencia sobre ellos mismos, nuestro Señor Jesús les dice que el Reino de Dios les iba a ser quitado, tal como ellos mismos dijeron en su propia sentencia en el versículo 40. Es decir, Cristo aplica y ratifica la sentencia que ellos mismos habían pronunciado contra sí mismos. Esto mismo ocurrirá en el juicio final: los impíos pronunciaran sentencia contra si mismos y esta sentencia será ratificada por Dios.

Mateo 21:43 – “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de él.”

Pero, además de esto, nuestro Redentor iba a dar una lección sobre la Roca verdadera—la piedra rechazada.

Mientras que para el mundo católico – Pedro – es la roca fundamento de su iglesia, pues ellos interpretan a la roca de Mateo 16:18 como refiriéndose a Pedro, para nosotros en el mundo protestante – Cristo – es la Roca fundamento de la iglesia, tanto en el pasado, como en el presente y en el futuro. Esto es exactamente lo que el propio Cristo va a formular con sus propias palabras:

Mateo 21:42, 44 – “Dícele Jesús: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta fue hecha por cabeza de esquina: Por el Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos? Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”

Cristo estaba ahora citando la profecía de la piedra rechazada. Los estaba transportando al pasado, al tiempo en que el Templo de Jehová estaba siendo construido por Salomón.

Como veremos a continuación, esta lección tiene que ver con nosotros, pues nosotros no somos diferentes a aquellos labradores malvados…

DTG pg. 548.5 – “Al citar la profecía de la piedra rechazada, Cristo se refirió a un acontecimiento verídico de la historia de Israel. El incidente estaba relacionado con la edificación del primer templo. Si bien es cierto que tuvo una aplicación especial en ocasión del primer advenimiento de Cristo, y debiera haber impresionado con una fuerza especial a los judíos, tiene también una lección para nosotros.

Cuando se levantó el templo de Salomón, las inmensas piedras usadas para los muros y el fundamento habían sido preparadas por completo en la cantera. De allí se las traía al lugar de edificación, y no había necesidad de usar herramientas con ellas; lo único que tenían que hacer los obreros era colocarlas en su lugar. Se había traído una piedra de un tamaño poco común y de una forma peculiar para ser usada en el fundamento; pero los obreros no podían encontrar lugar para ella, y no querían aceptarla. Era una molestia para ellos mientras quedaba abandonada en el camino. Por mucho tiempo, permaneció rechazada. Pero cuando los edificadores llegaron al fundamento de la esquina, buscaron mucho tiempo una piedra de suficiente tamaño y fortaleza, y de la forma apropiada para ocupar ese lugar y soportar el gran peso que había de descansar sobre ella.

Si hubiesen escogido erróneamente la piedra de este lugar, hubiera estado en peligro todo el edificio. Debían encontrar una piedra capaz de resistir la influencia del sol, de las heladas y la tempestad. Se habían escogido diversas piedras en diferentes oportunidades, pero habían quedado desmenuzadas bajo la presión del inmenso peso. Otras no podían soportar el efecto de los bruscos cambios atmosféricos.

Pero al fin la atención de los edificadores se dirigió a la piedra por tanto tiempo rechazada. Había quedado expuesta al aire, sol y a la tormenta, sin revelar la más leve rajadura. Los edificadores la examinaron. Había soportado todas las pruebas menos una. Si podía soportar la prueba de una gran presión, la aceptarían como piedra de esquina. Se hizo la prueba. La piedra fue aceptada, se la llevó a la posición asignada y se encontró que ocupaba exactamente el lugar. En visión profética, se le mostró a Isaías que esta piedra era un símbolo de Cristo. El dice:

‘A Jehová de los ejércitos, a él santificad: sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; mas a las dos casas de Israel por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalem. Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados: enredaránse, y serán presos.’ (Isaías 8:13-15)”

Al comenzar nuestro estudio hemos analizado la necesidad de perseverar hasta el fin—el fin del tiempo de gracia. Y hemos analizado la necesidad de hacer una preparación para la crisis final que se avecina. Hemos leído que para esa preparación hemos de ser educados y probados por nuestro Señor Jesús. Pues ahora, con la profecía de la piedra rechazada, Cristo estaba volviendo a indicar la necesidad de que seamos probados y educados diariamente—la necesidad de que seamos piedras pulidas que puedan formar parte del Templo Espiritual del Señor.

El estudio de este Templo Espiritual, que no debe ser confundido con el Santuario Celestial, ya lo hemos tocado en otro tema. Ahora solamente haremos un breve resumen que nos sirva de dirección para nuestro tema actual.

Es importante recordar que las piedras que eran pulidas para que puedan formar parte del Templo, eran trabajadas lejos, en la cantera, para que no hubiese ruido alguno en el pueblo.

1 Reyes 6:7 – “Y la casa cuando se edificó, fabricáronla de piedras que traían ya acabadas; de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro.”

La cantera es una mina de piedras, que en este contexto simbolizaba al mundo. Las piedras pulidas que son sacadas de la cantera para poder ser asentadas en la piedra del ángulo—que simboliza a Cristo, el fundamento de la iglesia—simbolizan a los creyentes cuyos caracteres han sido pulidos y transformados a la semejanza de su Salvador. Estos son los hombres y mujeres que han aceptado el trabajo del Picapedrero Celestial y se han dejado pulir sus malos rasgos de carácter, han logrado abandonar sus pecados acariciados, sus malos hábitos, sus filosofías y costumbres que eran del mundo y no de Dios.

Y ese instrumento que usa el Picapedrero Celestial, es un hacha con la cual pule las piedras de la cantera, que simboliza el triple mensaje angélico:

2JT pg. 156.1 – “Dios ha llamado a su iglesia en este tiempo, como llamó al antiguo Israel, para que se destaque como luz en la tierra. Por la poderosa hacha de la verdad—los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero,–la ha separado de las iglesias y del mundo para colocarla en sagrada proximidad a sí mismo. La ha hecho depositaria de su ley, y le ha confiado las grandes verdades de la profecía para este tiempo. Como los santos oráculos confiados al antiguo Israel, son un sagrado cometido que ha de ser comunicado al mundo. Los tres ángeles de Apocalipsis 14 representan a aquellos que aceptan la luz de los mensajes de Dios, y salen como agentes suyos para pregonar las amonestaciones por toda la anchura y longitud de la tierra. Cristo declara a los que le siguen: ‘Sois la luz del mundo.’ (Mateo 5:14)”

La piedra rechazada simbolizaba a Cristo, y el rechazo a la piedra simbolizaba el rechazo a Cristo por parte de la nación judía. Pero la profecía también indicaba que esta piedra iba a ser “piedra de tropiezo” y “piedra de fortaleza.”

Isaías 28:16 – “Por tanto, el Señor Jehová dice así: He aquí que yo fundo en Sión una piedra, piedra de fortaleza, de esquina, de precio, de cimiento estable: el que creyere, no se apresure.”

Isaías 8:13-15 – “A Jehová de los ejércitos, a él santificad: sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; mas a las dos casas de Israel por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalem. Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados: enredaránse, y serán presos.”

Luego de dar la parábola de los labradores malvados, nuestro Redentor va a volver a identificarse como la piedra para tropezar:

Mateo 21:44 – “Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”

Caer sobre la piedra

Mateo 21:44 nos indica nuevamente que solo puede haber dos grupos:

  1. Unos que van a caer sobre la piedra y van a ser quebrantados.
  2. Otros sobre quienes la piedra va a caer y serán desmenuzados.

Esta es otra figura para el zarandeo que debe ocurrir en la iglesia de Dios, provocado por la amonestación del Testigo Fiel.

Primero veamos quiénes son representados por quienes caen sobre la roca y son quebrantados.

DTG pg. 551.1 – “Para todos los que creen, Cristo es el fundamento seguro. Estos son los que caen sobre la Roca y son quebrantados. Así se representan la sumisión a Cristo y la fe en él. Caer sobre la Roca y ser quebrantado es abandonar nuestra justicia propia e ir a Cristo con la humildad de un niño, arrepentidos de nuestras transgresiones y creyendo en su amor perdonador. Y es asimismo por la fe y la obediencia cómo edificamos sobre Cristo como nuestro fundamento.”

“Para todos los que creen”… Pero en qué creen? Creen en todo lo que Dios dice en su Palabra. Para estos Cristo es el fundamento seguro.

1 Corintios 3:10-11 – “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”

Efesios 2:19-20 – “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos con los santos, y domésticos de Dios; Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.”

“Estos son los que caen sobre la Roca y son quebrantados.”

1 Pedro 2:4-5 – “Al cual allegándoos, piedra viva, reprobada cierto de los hombres, empero elegida de Dios, preciosa. Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.”

Los que caen sobre la Roca y son quebrantados son las piedras vivas que fueron pulidas y preparadas en la cantera.

Caer sobre la Roca significa “la sumisión a Cristo y la fe en él.”

Caer sobre la Roca y ser quebrantado significa “abandonar nuestra justicia propia.”

Abandonar nuestra justicia propia

A menos que caigamos sobre la Roca no vamos a ser quebrantados. No hay punto neutro, no hay comunión entre los que caen sobre la roca para ser quebrantados y sobre los cuales cae la roca para ser desmenuzados. Estamos en el primer grupo o en el segundo.

Para poder comprender mejor este tema necesitamos hacer uso de otra parábola que también trata sobre la viña: la parábola de los dos hijos. Esta parábola fue pronunciada antes de la parábola de los labradores malvados.

Mateo 21:28-31 – “Mas, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fue. Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dicen ellos: El primero. Díceles Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.”

DTG pg. 546.2 – “Los sacerdotes y gobernantes no podían dar sino una respuesta correcta a la pregunta de Cristo, y así obtuvo él su opinión en favor del primer hijo. Este representaba a los publicanos, que eran despreciados y odiados por los fariseos. Los publicanos habían sido groseramente inmorales. Habían sido en verdad transgresores de la ley de Dios y mostrado en sus vidas una resistencia absoluta a sus requerimientos. Habían sido ingratos y profanos; cuando se les pidió que fueran a trabajar en la viña del Señor, habían dado una negativa desdeñosa. Pero cuando vino Juan, predicando el arrepentimiento y el bautismo, los publicanos recibieron su mensaje y fueron bautizados.

El segundo hijo representaba a los dirigentes de la nación judía. Algunos de los fariseos se habían arrepentido y recibido el bautismo de Juan; pero los dirigentes no quisieron reconocer que él había venido de Dios. Sus amonestaciones y denuncias no los habían inducido a reformarse. Ellos ‘desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él.’ Trataron su mensaje con desdén.

Como el segundo hijo, que cuando fue llamado dijo: ‘Yo, señor, voy’ pero no fue, los sacerdotes y gobernantes profesaban obediencia, pero desobedecían. Hacían gran profesión de piedad, aseveraban acatar la ley de Dios, pero prestaban solamente una falsa obediencia.

Los publicanos eran denunciados y anatematizados por los fariseos como infieles; pero demostraban por su fe y sus obras que iban al reino de los cielos delante de aquellos hombres llenos de justicia propia, a los cuales se les había dado gran luz, pero cuyas obras no correspondían a su profesión de piedad.

Los sacerdotes y gobernantes no estaban dispuestos a soportar estas verdades escudriñadoras. Sin embargo, guardaron silencio, esperando que Jesús dijese algo que pudieran usar contra él; pero habían de soportar aun más.”

El segundo hijo de la parábola, el que dijo “voy” pero no fue, representaba a los dirigentes de la iglesia, pues eran estos quienes estaban llenos de justicia propia. Profesaban obediencia, eran profesos guardadores de la ley, eran obedientes de manera formal externamente, pero no habían caído sobre la Roca.

Necesitamos aplicar esta lección a nuestra propia experiencia.

La maldición de la higuera

Cristo habla de una vid frondosa, pero sin buenos frutos.

Cristo también usó a un árbol de higo para ilustrar su molestia por el hombre que aparenta obediencia, pero que en realidad no obedece. Dios aborrece al que por fuera se muestra celoso de la ley, pero por dentro no ha sido quebrantado su orgullo, su egoísmo y su yo.

Marcos 11:13-14 – “Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, si quizá hallaría en ella algo: y como vino a ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos. Entonces Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre. Y lo oyeron sus discípulos.”

Lo primero que sale en el árbol de higo es el fruto, no las hojas. Por lo tanto este árbol de higuera que ostentaba muchas hojas debería haber tenido al menos un par de higos. Fue por esto que nuestro Maestro se acercó a la higuera para buscar algún fruto. Pero este árbol de higuera era pura apariencia—en realidad no tenía un solo fruto de higo. Por lo tanto, Cristo maldijo a la higuera. Y al día siguiente, la higuera estaba seca.

Esta higuera representaba también a la nación judía, a todo el profeso pueblo de Dios que profesa guardar su ley.

DTG pg. 536.1 – “Jesús había acudido a la higuera con hambre, para hallar alimento. Así también había venido a Israel, anhelante de hallar en él los frutos de la justicia. Les había prodigado sus dones, a fin de que pudiesen llevar frutos para beneficiar al mundo. Les había concedido toda oportunidad y privilegio, y en pago buscaba su simpatía y cooperación en su obra de gracia. Anhelaba ver en ellos abnegación y compasión, celo en servir a Dios y una profunda preocupación por la salvación de sus semejantes.

Si hubiesen guardado la ley de Dios, habrían hecho la misma obra abnegada que hacía Cristo. Pero el amor hacia Dios y los hombres estaba eclipsado por el orgullo y la suficiencia propia. Se atrajeron la ruina al negarse a servir a otros. No dieron al mundo los tesoros de la verdad que Dios les había confiado. Podrían haber leído tanto su pecado como su castigo en el árbol estéril. Marchitada bajo la maldición del Salvador, allí, de pie, seca hasta la raíz, la higuera representaba lo que sería el pueblo judío cuando la gracia de Dios se apartase de él. Por cuanto se negaba a impartir bendiciones, ya no las recibiría.

‘Te perdiste, oh Israel’ (Oseas 13:9), dice el Señor.

La amonestación que dio Jesús por medio de la higuera es para todos los tiempos. El acto de Cristo, al maldecir el árbol que con su propio poder había creado, se destaca como amonestación a todas las iglesias y todos los cristianos. Nadie puede vivir la ley de Dios sin servir a otros. Pero son muchos los que no viven la vida misericordiosa y abnegada de Cristo. Algunos de los que se creen excelentes cristianos no comprenden lo que es servir a Dios. Sus planes y sus estudios tienen por objeto agradarse a sí mismos. Obran solamente con referencia a sí mismos. El tiempo tiene para ellos valor únicamente en la medida en que les permite juntar para sí. Este es su objeto en todos los asuntos de la vida. No obran para otros, sino para sí mismos.

Dios los creó para vivir en un mundo donde debe cumplirse un servicio abnegado. Los destinó a ayudar a sus semejantes de toda manera posible. Pero el yo asume tan grandes proporciones que no pueden ver otra cosa. No están en contacto con la humanidad. Los que así viven para sí son como la higuera que tenía mucha apariencia, pero no llevaba fruto. Observan la forma de culto, pero sin arrepentimiento ni fe. Profesan honrar la ley de Dios, pero les falta la obediencia. Dicen, pero no hacen.

En la sentencia pronunciada sobre la higuera, Cristo demostró cuán abominable es a sus ojos esta vana pretensión. Declaró que el que peca abiertamente es menos culpable que el que profesa servir a Dios pero no lleva fruto para su gloria.”

La amonestación del Testigo Fiel

Para poder caer sobre la roca y ser quebrantado, para poder abandonar nuestra justicia propia, es necesario aceptar la amonestación del Testigo Fiel. Este estudio es amplio y ya lo hemos analizado en otro documento.

En resumen, debemos aceptar lo que Dios dice sobre nosotros en su Palabra: que no tenemos capacidad natural para amar, que no amamos a Dios, sino que odiamos a Dios, odiamos su ley y odiamos su Palabra. Obramos por orgullo y egoísmo y no por amor, y por ello caemos fácilmente presa del culto formal y vanaglorioso que carece de abnegación, y por lo tanto es abominable a la vista de Dios. Es una obediencia falsa porque está contaminada con nuestro ego. Es una obediencia falsa porque busca ser causa de aceptación y no acepta ser resultado de aceptación.

Debemos aceptar Juan 5:42 – “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.” Los judíos no aceptaron, y nosotros no queremos aceptar, pues queremos que eso sea solamente para los judíos. Sin embargo la amonestación del Testigo Fiel está esparcida por toda la Biblia y ha sido dada en todos los tiempos.

Jeremías 6:19 – “Oye, tierra. He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon a mis palabras, y aborrecieron mi ley.”

Para que el hombre sea justificado, la Ley demanda obediencia perfecta (Romanos 2:13). Sin embargo para poder obedecer es necesario tener el don del amor bíblico (Romanos 13:10). Don que no tenemos (Juan 5:42).

La ley demanda una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16). Sin embargo nosotros somos engendrados con una naturaleza depravada (Salmos 51:5; Isaías 1:4).

Mientras que la demanda de obediencia perfecta tiene que ver con dones sobrenaturales (Gálatas 5:22-23), la demanda de naturaleza sin mancha de pecado tiene que ver con dones naturales o facultades.

En el estudio de la naturaleza del hombre hemos analizado ampliamente que los dones sobrenaturales se perdieron, y los dones naturales se depravaron. Por lo tanto, no tenemos nada en nosotros mismos que nos permita dar cumplimiento a algún requerimiento para que podamos ser justificados en nosotros mismos. Necesitamos de alguien que sea nuestro Sustituto en la vida, alguien que tenga todos los méritos y requerimientos necesarios para justificación. Asimismo necesitamos de alguien que sea nuestro Sustituto y Garante en la muerte, pues al no cumplir con los requerimientos para aceptación, la condenación de la ley exige la muerte (Romanos 6:23) y se trata de una muerte eterna o segunda (Apocalipsis 21:8).

Además de esto, necesitamos de alguien que pueda presentar por nosotros esta ofrenda y este sacrificio ante Dios Padre y ante la Ley. Ese “alguien” es únicamente Cristo, nuestro Sumo Sacerdote que intercede diariamente por nosotros (Hebreos 8:1).

Para que la vid y la higuera puedan dar frutos deben caer primero sobre la Roca y ser quebrantados. Esto implica abandonar nuestra justicia propia. Y únicamente podremos abandonar nuestra justicia propia cuando comprendamos y aceptemos que no podemos satisfacer ni Romanos 2:13 (obediencia perfecta) porque no tenemos capacidad natural para amar, y no podemos satisfacer 1 Pedro 1:15-16 porque fuimos engendrados con una naturaleza pecaminosa y depravada. No podemos satisfacer estos, ni ninguno de los otros requerimientos para justificación, en nosotros mismos.

Mientras el profeso creyente no acepte su verdadera condición ante Dios y ante la ley, entonces va a seguir siendo un mero profeso guardador de la ley y no llegará a ser un verdadero guardador de la ley. Estos profesos creyentes son pura hoja por fuera, pero cero fruto por dentro. Sobre estos cae la maldición de la higuera y quedan secos, pues su desnudez interior sale a relucir eventualmente al exterior.

En cambio, los creyentes que acepten su condición, tendrán una dura lucha interna con su egoísmo y contra su naturaleza depravada, la cual fue heredada y cultivada. Pero estos creyentes reciben poder para vencer esos rasgos hereditarios gracias a la lluvia temprana y en virtud de la justificación por los méritos de Cristo. Estos creyentes desarrollan un nuevo carácter y andan en el camino de la santificación verdadera. Estos creyentes darán su buen fruto a su debido tiempo.

PE pg. 269.1 – “Vi que algunos, con fe robusta y gritos acongojados, clamaban ante Dios. Estaban pálidos y sus rostros demostraban la profunda ansiedad resultante de su lucha interna. Gruesas gotas de sudor bañaban su frente; pero con todo, su aspecto manifestaba firmeza y gravedad. De cuando en cuando brillaba en sus semblantes la señal de la aprobación de Dios, y después volvían a quedar en severa, grave y anhelante actitud.

Los ángeles malos los rodeaban, oprimiéndolos con tinieblas para ocultarles la vista de Jesús y para que sus ojos se fijaran en la obscuridad que los rodeaba, a fin de inducirlos a desconfiar de Dios y murmurar contra él. Su única salvaguardia consistía en mantener los ojos alzados al cielo, pues los ángeles de Dios estaban encargados del pueblo escogido y, mientras que la ponzoñosa atmósfera de los malos ángeles circundaba y oprimía a las ansiosas almas, los ángeles celestiales batían sin cesar las alas para disipar las densas tinieblas.”

Estos rostros pálidos llenos de ansiedad por su lucha interna, son los que cayeron sobre la roca y fueron quebrantados, fueron despojados de toda justicia propia y están luchando contra sus malos hábitos, sus pecados acariciados y todo rasgo malo de carácter. Estos son los que comprendieron que mientras la ley demanda 0% de egoísmo, ellos estaban 100% llenos de egoísmo. Pero estos rostros anhelantes dirigen su vista al cielo y ven en Jesús a su Sustituto que es 0% egoísmo y 100% amor.

Mateo 20:28 – “Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

PVGM pg. 105.1 – “El vivió, pensó y oró, no para sí mismo, sino para los demás. De las horas pasadas en comunión con Dios él volvía mañana tras mañana, para traer la luz del cielo a los hombres. Diariamente recibía un nuevo bautismo del Espíritu Santo. En las primeras horas del nuevo día, Dios lo despertaba de su sueño, y su alma y sus labios eran ungidos con gracia para que pudiese impartir a los demás. Sus palabras le eran dadas frescas de las cortes del cielo, para que las hablase en sazón al cansado y oprimido.

El dice: ‘El Señor Jehová me dio lengua de sabios, para saber hablar en sazón palabra al cansado; despertará de mañana, despertaráme de mañana oído, para que oiga como los sabios’ (Isaías 50:4).”

Esa vida perfecta que Cristo vivió por nosotros, debe ser presentada diariamente en el Santuario Celestial ante Dios Padre y ante la ley por todos nosotros, para que podamos ser aceptados y podamos recibir la lluvia temprana que nos capacitará a dar buenos frutos.

Edificados sobre Cristo

Leímos en 1 Pedro 2:4-8 que todos debemos ser “edificados sobre Cristo.”

Si primeramente somos justificados en base a los méritos de Cristo—su perfecta justicia, su perfecta naturaleza, su perfecta vida—entonces podemos recibir como resultado al Espíritu Santo, el cual va a sembrar en nosotros Gálatas 5:22-23. Y cuando nosotros, por medio de las pruebas diarias, desarrollamos esos frutos de Gálatas 5:22-23, entonces edificamos sobre Cristo. Nuestra justicia de la ley, que es santificación, es edificada sobre la justicia de la fe, que es la justificación en Cristo y por Cristo.

Además de que el Espíritu Santo siembre en nosotros Gálatas 5:22-23, debe también grabar en nuestra mente y corazón la ley de Dios, cumpliendo así la promesa del Nuevo Pacto:

Hebreos 8:10 – “Por lo cual, este es el pacto que ordenaré a la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos, y sobre el corazón de ellos las escribiré; Y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo.”

Es así que de profeso pueblo de Dios, pasaremos a ser genuino pueblo de Dios, un pueblo que da buen fruto a su debido tiempo, un pueblo que está lleno de piedras vivas sacadas de la cantera del mundo para ser colocadas sobre el único fundamento seguro: Jesucristo.

Pero si no queremos ser parte de este grupo, entonces la única otra opción es el segundo grupo:

La piedra cae sobre nosotros

La piedra que no acepta el proceso del Picapedrero Celestial en la cantera debe ser desechada. Estos son los que no aceptan el mensaje del Testigo Fiel y por lo tanto no abandonan su justicia propia.

¿Qué es para Dios nuestra justicia propia?

Isaías 64:6-7 – “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.”

Nuestra justicia propia son trapos de inmundicia, dice el Picapedrero Celestial.

1MS pg. 461.2 – “Se ha dispuesto gracia abundante para que el alma creyente pueda ser preservada del pecado, pues todo el cielo, con sus recursos ilimitados, ha sido colocado a nuestra disposición. Hemos de extraer del pozo de la salvación. Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

Somos pecadores por nosotros mismos, pero somos justos en Cristo. Habiéndonos hecho justos por medio de la justicia imputada de Cristo, Dios nos declara justos y nos trata como a tales. Nos contempla como a sus hijos amados.”

Para que podamos ser justos en Cristo, primero hay que reconocer que no lo somos en nosotros mismos.

Deuteronomio 30:6 – “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu simiente, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que tú vivas.”

Un corazón incircunciso es sinónimo de que no tenemos capacidad natural para amar. ¿De qué manera circuncida Dios nuestro corazón? Si aceptamos que no tenemos capacidad para amar, entonces compraremos oro fino del Testigo Fiel y el Testigo Fiel nos dará ese don sobrenatural de origen celestial que es el amor que cumple la ley.

DTG pg. 551.2 – “Sobre esta piedra viviente pueden edificar por igual los judíos y los gentiles. Es el único fundamento sobre el cual podemos edificar con seguridad. Es bastante ancho para todos y bastante fuerte para soportar el peso y la carga del mundo entero. Y por la comunión con Cristo, la piedra viviente, todos los que edifican sobre este fundamento llegan a ser piedras vivas.

Muchas personas se modelan, pulen y hermosean por sus propios esfuerzos, pero no pueden llegar a ser ‘piedras vivas,’ porque no están en comunión con Cristo. Sin esta comunión, el hombre no puede salvarse. Sin la vida de Cristo en nosotros, no podemos resistir los embates de la tentación.

Nuestra seguridad eterna depende de nuestra edificación sobre el fundamento seguro. Multitudes están edificando hoy sobre fundamentos que no han sido probados. Cuando caiga la lluvia, brame la tempestad y vengan las crecientes, su casa caerá porque no está fundada sobre la Roca eterna, la principal piedra del ángulo, Cristo Jesús.”

Los que se “pulen y hermosean por sus propios esfuerzos’ son los que están llenos de justicia propia. Se creen ricos y por eso no tienen necesidad de ser justificados en Cristo y no tienen necesidad de que Cristo les de capacidad para amar. Pero sobre estos el Señor declara:

Apocalipsis 3:17 – “Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo.”

Una persona que no acepta su incapacidad para amar no puede llegar a ser una piedra viva.

PVGM pg. 123.3 – “Ninguna ceremonia exterior puede reemplazar a la fe sencilla y a la entera renuncia al yo. Pero ningún hombre puede despojarse del yo por sí mismo. Sólo podemos consentir que Cristo haga esta obra. Entonces el lenguaje del alma será: Señor, toma mi corazón; porque yo no puedo dártelo. Es tuyo, manténlo puro, porque yo no puedo mantenerlo por ti. Sálvame a pesar de mi yo, mi yo débil y desemejante a Cristo. Modélame, fórmame, elévame a una atmósfera pura y santa, donde la rica corriente de tu amor pueda fluir por mi alma.

No sólo al comienzo de la vida cristiana ha de hacerse esta renuncia al yo. Ha de renovársela a cada paso que se dé hacia el cielo. Todas nuestras buenas obras dependen de un poder que está fuera de nosotros. Por lo tanto, debe haber un continuo anhelo del corazón en pos de Dios, y una continua y ferviente confesión de los pecados que quebrante el corazón y humille el alma delante de él. Únicamente podemos caminar con seguridad mediante una constante renuncia al yo y dependencia de Cristo.”

Si no somos modelados por el Picapedrero Celestial, por el único Modelo ideal, que es Cristo, entonces cuando nos pulamos y hermoseemos por nosotros mismos y bajo nuestras propias normas humanas, nos estaremos modelando a la semejanza del padre de la mentira.

Reiteradamente leemos que esta es una obra diaria, no es una bendición que se obtiene una sola vez y para siempre. Diariamente somos tentados, diariamente pecamos, por lo tanto: diariamente debemos ser justificados, perdonados y bautizados con la lluvia temprana. Diariamente debemos luchar contra nuestro yo, contra nuestra inclinación a hacer, pensar y desear de continuo solo el mal.

El Espíritu Santo debe subyugar esta tendencia al pecado, si no queremos caer en el auto-engaño de la suficiencia propia y de la justicia propia.

“Cuando caiga la lluvia, brame la tempestad y vengan las crecientes, su casa caerá porque no está fundada sobre la Roca eterna” – ese día en que brame la tempestad está muy cercano, es el día de la prueba final cuando salga la ley dominical. Entonces se verá quienes verdaderamente edificaron sobre el fundamento seguro y quienes edificaron sobre fundamentos humanos, quienes cayeron sobre la Roca y sobre quienes la Roca cayó sobre ellos.

Los judíos, al rechazar a Cristo, rechazaron la misericordia de Dios Padre.

Si nosotros, al rechazar la amonestación del Testigo Fiel, rechazamos la justicia de Cristo, entonces también habremos rechazado la misericordia de Dios Padre—la cual declara justo al impío en base a una justicia ajena.

Si nosotros rechazamos que en lugar de amor tenemos odio, rechazamos la misericordia de Dios Padre—la cual acepta al injusto como justo en base a una justicia ajena.

DTG pg. 552.1 – “Mediante muchas ilustraciones y repetidas amonestaciones, Jesús mostró cuál sería para los judíos el resultado de rechazar al Hijo de Dios. Por estas palabras, él se estaba dirigiendo a todos los que en cada siglo rehúsan recibirle como su Redentor.

Cada amonestación es para ellos. El templo profanado, el hijo desobediente, los falsos labradores, los edificadores insensatos, tienen su contraparte en la experiencia de cada pecador. A menos que el pecador se arrepienta, la sentencia que aquellos anunciaron será suya.”

¿Y cuál era esa sentencia?

“A los malos destruirá miserablemente, y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a sus tiempos” (Mateo 21:41).

Rechazar caer sobre la Roca y ser quebrantados implica que la Roca caiga sobre nosotros: es tener que experimentar la ira de Dios por el pecado y sufrir la muerte eterna o segunda. Es aceptar que Cristo se levante como montaña vengadora sobre nosotros.

Comentario Bíblico 7ª, pg. 417.1.2 – “Ya están en marcha preparativos y hay movimientos en acción que resultarán en hacer una imagen de la bestia. Se producirán acontecimientos en la historia de la tierra que cumplirán las predicciones de la profecía para estos últimos días.

El Señor me ha mostrado claramente que la imagen de la bestia será formada antes que termine el tiempo de gracia, porque constituirá en la gran prueba para el pueblo de Dios por medio del cual se decidirá el destino de cada uno…

Esta es la prueba que deberán enfrentar los hijos de Dios antes de ser sellados. Todos los que demuestren su lealtad a Dios observando su ley y negándose a aceptar un día de reposo falso, se alistarán bajo la bandera del Dios viviente. Los que renuncien a la verdad de origen celestial y acepten el domingo como día de reposo, recibirán la marca de la bestia.

Cuando las iglesias protestantes se unan con el poder secular para sostener una falsa religión, por oponerse a la cual sus antepasados sufrieron la persecución más dura; cuando el Estado haga uso de su poder para poner en vigor los decretos y sostener las instituciones de la iglesia, entonces la protestante Norteamérica habrá formado una imagen del papado y habrá una apostasía nacional que sólo concluirá en la ruina nacional.”

Caigamos, pues, sobre la Roca para ser quebrantados y abandonemos toda justicia propia y abandonemos todo lo que nos liga al mundo, antes de que caiga la lluvia y brame la tempestad. Seamos una vid que da buenos frutos, para que cuando el dueño de la vid venga a recolectar encuentre una higuera fructuosa y no una higuera maldita y seca.

Que Dios los bendiga.

Una respuesta para “Estudio sobre la Parábola del Labrador y la Viña”

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