Estudio sobre la salida al campo

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EUD pg. 102/1 (87.5) – “Una y otra vez el Señor ha instruido a los miembros de su pueblo a que saquen sus familias de las ciudades y las lleven al campo, donde puedan cultivar sus propias provisiones, porque en el futuro el problema de comprar y de vender será muy serio. Ahora deberíamos prestar atención a la instrucción que se nos ha dado vez tras vez: Salid de las ciudades e id a los distritos rurales, donde las casas no están apiñadas unas al lado de otras, y donde estaréis libres de la interferencia de los enemigos.”

Es verdad que Dios quiere que vivamos en el campo, y no cabe duda de los innumerables beneficios que se obtienen de vivir en el campo—tanto para la salud física, como mental y espiritual.

Sin embargo, hoy en día este beneficioso consejo dado por la pluma inspirada ha sido torcido y pervertido al punto que la salida al campo se ha convertido en una maldición más que en una bendición para muchos que salen al campo sin tener una idea correcta del verdadero motivo por el cual se dio este consejo al pueblo de Dios hace muchos años atrás.

Salir al campo, un consejo dado originalmente para nuestra bendición, se ha manipulado al punto de convertirse en un arma antigua y conocida de Satanás: la salvación por obras. El campo ha ocupado el lugar de la justicia de Cristo, de su sangre; el campo se ha convertido en el mediador, el santificador, el santuario, el lugar donde tu caso se decide en el Juicio, el motivo por el cual recibes la lluvia tardía, tu protector de la marca de la bestia, de las plagas, y hasta tu motivo para salir aprobado en el Juicio. El campo se ha convertido en el arca de Noé de muchas personas, al punto que con esta doctrina new age del campo como una especie de burbuja mágica, han echado por tierra las promesas y advertencias de Dios para la crisis final, el Evangelio, el Sacerdocio de Cristo, el Santuario Celestial, la misericordia del Padre, y hasta al único y verdadero Agente Regenerador que es el Espíritu Santo.

Jeremías 6:10 – “¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.”

Salir al campo con estas fábulas agradables a nuestros oídos incircuncisos por naturaleza, sólo resultará en un gran chasco tarde o temprano. Es por esto que es urgente y necesario estudiar el motivo verdadero por el cual, si salimos a vivir en el campo, será una bendición en lugar de una maldición.

La siembra de la mala semilla

“Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” (Ezequiel 28:14-15)

Comentario Bíblico 7ª pg. 172/2/1 – “El mal se originó con Lucifer, el cual se rebeló contra el gobierno de Dios. Antes de su caída era un querubín cubridor que se distinguía por su excelencia. Dios lo hizo bueno y hermoso, tan semejante a su Creador como fue posible.”

El mal se originó en el cielo, en Lucifer—un ser creado bueno y hermoso por Dios. ¿Cómo fue que se originó el mal en Lucifer? Eso no está revelado en la Palabra, por lo tanto ese asunto no es motivo de estudio. Lo que sí está revelado es que Lucifer fue creado “perfecto en todos tus caminos” “hasta que se halló en ti maldad.” Nótese que la Palabra NO dice “hasta que hiciste maldad”, sino que dice “hasta que se halló en ti maldad.” Bíblicamente, el pecado siempre se origina dentro y contamina de dentro hacia afuera, y no al revés de “afuera hacia adentro”, como comúnmente se predica en círculos “cristianos”.

Marcos 7:21-23 – “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”

El mal se originó con este querubín creado perfecto, al que no le bastó con ser semejante a Dios en carácter, pues no apreció y no codició el carácter perfecto de Dios, sino que mas bien codició el PODER y la GLORIA que sólo a Dios pertenecen.

Isaías 14:13-14 – “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.”

DTG pg. 402.2 – “Lucifer había dicho: ‘Seré semejante al Altísimo’ (Isaías 14:12, 14) y su deseo de exaltación había introducido la lucha en los atrios celestiales y desterrado una multitud de las huestes de Dios. Si Lucifer hubiese deseado realmente ser como el Altísimo, no habría abandonado el puesto que le había sido señalado en el cielo; porque el espíritu del Altísimo se manifiesta sirviendo abnegadamente. Lucifer deseaba el poder de Dios, pero no su carácter. Buscaba para sí el lugar más alto, y todo ser impulsado por su espíritu hará lo mismo. Así resultarán inevitables el enajenamiento, la discordia y la contención. El dominio viene a ser el premio del más fuerte. El reino de Satanás es un reino de fuerza; cada uno mira al otro como un obstáculo para su propio progreso, o como un escalón para poder trepar a un puesto más elevado.”

Tan pronto como Lucifer codició el poder de Dios y buscó destronar a Dios, empezó a sembrar semillas venenosas en el cielo, entre los ángeles que siempre habían sido leales a Dios.

VAAn pg. 37.4 – “Mediante insinuaciones sutiles, sugiriendo que Cristo había usurpado el lugar que le pertenecía a él, Lucifer sembró las semillas de la duda en la mente de muchos ángeles.”

VAAn pg. 40.2 – “Satanás se quejó de los supuestos defectos en el manejo de los asuntos celestiales, y buscó llenar la mente de los ángeles con su insatisfacción. Debido a que no tenía la supremacía, sembró semillas de duda e incredulidad. A causa de que no podía ser como Dios, se esforzó en instilar en la mente de los ángeles, su propia envidia y descontento. Así fueron sembradas las semillas de la enemistad, para después ser presentadas como provenientes de los ángeles, y no de él mismo. De esta manera el engañador podía mostrar que los demás ángeles pensaban como él…”

La rebelión en el cielo fue causada por el primer rebelde que logró sembrar las semillas venenosas de la duda, incredulidad, envidia, descontento, enemistad, entre muchas otras perversidades que nunca antes habían existido en el universo perfecto y armonioso del Creador, pero que empezaron a existir dentro de Lucifer. El Enemigo “se esforzó en instilar”—es decir, gota a gota sembró estas malas semillas en las mentes de los ángeles. Así es como el enemigo obra: lenta, disimulada, perversa y minuciosamente en las mentes a quienes quiere seducir. Lo más terrible es que luego de ser expulsado del cielo, logró hacer la misma mala siembra aquí en la tierra y en nuestros primeros padres—los representantes de la raza humana.

La siembra de la buena semilla en la tierra

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagenconforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” (Génesis 1:26-27, 31)

La tierra antes del pecado

Cuando Dios terminó de crear este planeta tierra, el huerto del Edén donde habían de habitar los seres humanos, declaró que era “bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Salida de la manos del Creador que es santo, puro y perfecto, en la tierra estaba implantado el amor de Dios, pues Dios es amor (1 Juan 4:8).

ED pg. 13/6 (21.3) – “El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque y en cada piedra de las montañas, en toda estrella brillante, en el mar, el cielo y la tierra. Los moradores del Edén trataban con la creación animada e inanimada; con las hojas, las flores y los árboles, con toda criatura viviente, desde el leviatán de las aguas, hasta el átomo en el rayo del sol, y aprendían de ellos los secretos de su vida. La gloria de Dios en los cielos, los mundos innumerables con sus movimientos prefijados, ‘las diferencias de las nubes’ (Job 37:16), los misterios de la luz y el sonido, del día y de la noche, todos eran temas de estudio para los alumnos de la primera escuela de la tierra.”

ED pg. 14/1 (22.2) – “No sólo el jardín del Edén, sino toda la tierra era sumamente hermosa al salir de la mano del Creador. No la desfiguraban ninguna mancha de pecado ni sombra de muerte. La gloria de Dios ‘cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza’. ‘Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios’ (Habacuc 3:3; Job 38:7). De ese modo era la tierra un emblema adecuado de Aquel que es ‘grande en misericordia y verdad’ (Éxodo 34:6), un estudio propio para los seres creados a su imagen. El huerto del Edén era una representación de lo que Dios deseaba que llegase a ser toda la tierra, y su propósito era que, a medida que la familia humana creciera en número, estableciese otros hogares y escuelas semejantes a los que él había dado. De ese modo, con el transcurso del tiempo, toda la tierra debía ser ocupada por hogares y escuelas donde se estudiaran la Palabra y las obras de Dios, y donde los estudiantes se preparasen para reflejar cada vez más plenamente, a través de los siglos sin fin, la luz del conocimiento de su gloria.”

1MS pg. 341.2 – “Antes de la caída, ni una nube descansaba sobre la mente de nuestros primeros padres, que oscureciera su clara percepción del carácter de Dios. Estaban perfectamente conformes con la voluntad de Dios. Como vestimenta, estaban cubiertos de una bella luz, la luz de Dios. El Señor visitaba a la santa pareja y la instruía en cuanto a las obras de sus manos. La naturaleza era su libro de texto. En el jardín del Edén, la existencia de Dios estaba demostrada en los objetos de la naturaleza que los rodeaban. Cada árbol del jardín les hablaba. Se veían claramente las cosas invisibles de Dios, su eterno poder y divinidad, siendo entendidas por las cosas que eran hechas.”

Dios creó una tierra perfecta donde estaba escrito todo su amor inherente para que la naturaleza pudiera servir como un libro de texto y enseñanza a la raza humana. La tierra no tenía mancha de pecado sobre ella, y los atributos de Dios estaban impresos en toda la naturaleza perfecta. Es del “polvo” de esta buena tierra, que Dios formó al hombre Adán para hacerlo “bueno en gran manera” (Génesis 2:7) asimismo como a la tierra donde había de habitar la raza humana, llevando los atributos de Dios y sin mancha de pecado.

Génesis 2:7 – “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”

ED pg. 13/1 (20.1) – “El sistema de educación instituido al principio del mundo, debía ser un modelo para el hombre en todos los tiempos. Como una ilustración de sus principios se estableció una escuela modelo en el Edén, el hogar de nuestros primeros padres. El jardín del Edén era el aula, la naturaleza el libro de texto, el Creador mismo era el Maestro, y los padres de la familia humana los alumnos.”

Génesis 2:8 – “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.”

En el Edén nuestro Creador instituyó un modelo que debía servir como sistema educativo para la raza humana. El jardín del Edén era el aula, la naturaleza el libro de texto, el Creador y Padre del primer Adán era el Maestro, y nuestros primeros padres fueron los primeros alumnos. El objetivo del Creador era que la descendencia de Adán siguiera este modelo a medida que iba poblando la buena tierra. Adán y Eva debían a su vez ser maestros de sus hijos utilizando el mismo libro de texto, y estos llegarían a ser maestros de sus propios hijos sucesivamente siguiendo el mismo sistema perfecto establecido por Dios.

Adán antes del pecado

De igual manera que a la tierra, Dios creó al hombre “bueno en gran manera” (Génesis 1:31) sin mancha de pecado. Dios creó al hombre del polvo de la tierra a su “imagen y semejanza” (Génesis 1:26-27), luego sopló en él aliento de vida, y el ser humano llegó a ser un alma viviente (Génesis 2:7). Dios no creó al hombre igual a Dios, ya que semejante NO quiere decir igual, sino que quiere decir parecido. Dios hizo al hombre semejante o parecido a Dios en dos aspectos: semejanza exterior y semejanza interior.

La semejanza exterior tiene que ver con el aspecto físico, con las facultades naturales inherentes del hombre. El hombre es semejante o parecido a Dios en el aspecto exterior pues tiene ojos, boca, pelo, rostro, manos, pies, al igual que Dios: Dios tiene rostro (Génesis 33:10; Éxodo 33:23); Dios tiene ojos para ver (Génesis 7:1; 1 Samuel 26:24; 1 Reyes 11:33; 2 Reyes 10:30); Dios tiene oídos para oír (Génesis 29:33; 2 Crónicas 7:15); Dios tiene manos y pies (Éxodo 24:9-11; Éxodo 31:18; Deuteronomio 11:2; Daniel 5:5; Apocalipsis 5:1); Dios tiene boca para hablar (1 Reyes 8:15; 2 Crónicas 35:22; Mateo 4:4); Dios tiene cabello (Daniel 7:9; Apocalipsis 1:14).

Mientras que la semejanza interior tiene que ver con el carácter perfecto de Dios: que es justo y misericordioso al mismo tiempo (Salmos 145:17; 116:5; 112:4); y tiene que ver con los dones sobrenaturales que no son inherentes pues son espirituales: tales como el amor, la fe, la paciencia, la humildad, la misericordia, la mansedumbre, el dominio propio, todo Gálatas 5:22-23. Dios es amor (1 Juan 4:8), entonces creó un ser humano semejante con capacidad para amar a Dios y amar a su prójimo.

ED pg. 10/3 (15.1) – “Cuando Adán salió de las manos del Creador, llevaba en su naturaleza física, mental y espiritual, la semejanza de su Hacedor. ‘Creó Dios al hombre a su imagen’ (Génesis 1:27), con el propósito de que, cuanto más viviera, más plenamente revelara esa imagen—más plenamente reflejara la gloria del Creador. Todas sus facultades eran susceptibles de desarrollo; su capacidad y su vigor debían aumentar continuamente. Vasta era la esfera que se ofrecía a su actividad, glorioso el campo abierto a su investigación. Los misterios del universo visible ‘las maravillas del Perfecto en sabiduría’ (Job 37:16), invitaban al hombre a estudiar. Tenía el alto privilegio de relacionarse íntimamente, cara a cara, con su Hacedor. Si hubiese permanecido leal a Dios, todo esto le hubiera pertenecido para siempre. A través de los siglos eternos, hubiera seguido adquiriendo nuevos tesoros de conocimiento, descubriendo nuevos manantiales de felicidad y obteniendo conceptos cada vez más claros de la sabiduría, el poder y el amor de Dios. Habría cumplido cada vez más cabalmente el objeto de su creación; habría reflejado cada vez más plenamente la gloria del Creador.”

ED pg. 13/2 (20.2) – “Creados para ser la ‘imagen y gloria de Dios’ (1 Corintios 11:7), Adán y Eva habían recibido capacidades dignas de su elevado destino. De formas graciosas y simétricas, de rasgos regulares y hermosos, de rostros que irradiaban los colores de la salud, la luz del gozo y la esperanza, eran en su aspecto exterior la imagen de su Hacedor. Esta semejanza no se manifestaba solamente en su naturaleza física. Todas las facultades de la mente y el alma reflejaban la gloria del Creador. Adán y Eva, dotados de dones mentales y espirituales superiores, fueron creados en una condición ‘un poco menor que los ángeles’ (Hebreos 2:7), a fin de que no discernieran solamente las maravillas del universo visible, sino que comprendiesen las obligaciones y responsabilidades morales.”

PP pg. 25/3 (24.4) – “El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el carácter. Sólo Cristo es ‘la misma imagen’ del Padre (Hebreos 1:3); pero el hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre.”

Dios creó al hombre con la Ley escrita en su mente y corazón (Hebreos 8:10), dotado con el don sobrenatural del amor (Gálatas 5:22-23), sin mancha de pecado, sin inclinación al mal, totalmente capacitado para obedecer las ordenes y la voluntad de su Creador de manera perfecta y voluntaria. El hombre al salir de las manos de su Creador estaba perfectamente capacitado para vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios. Dios creó al hombre sin mancha de pecado para que el hombre en sí mismo pudiera dar satisfacción a la demanda de 1 Pedro 1:15-16 – “Sed santos, porque yo soy santo”. Y bíblicamente sabemos que ser “santo” implica ser “sin mancha” de pecado (Efesios 1:4; Colosenses 1:22). Dios creó al hombre con la Ley escrita en su mente y corazón, dotado de los dones espirituales de Gálatas 5:22-23, para que el hombre en sí mismo pudiera dar satisfacción a la demanda de Romanos 2:13 – “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.” El primer Adán estaba aceptado o justificado en sí mismo. La Ley no tenía por qué condenarle, y el primer Adán tenía libre acceso a Dios, podía hablar con el Creador cara a cara (Génesis 2:16, 23), no necesitaba de un mediador.

Para que el hombre pudiera desarrollar una obediencia perfecta, un carácter perfecto, una vida justa, y pudiese mantenerse perfecto sin mancha de pecado, aceptado, libre de condenación y con acceso directo al Creador, Dios lo puso a prueba y por lo tanto estableció una condición para que el hombre se mantenga en este estado puro, santo y perfecto: Génesis 2:16-17.

Génesis 2:16-17 – “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

Adán entendía que la desobediencia a Dios—el pecado—sólo tenía un resultado: la condenación de la Ley, que es la muerte segunda (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8).

ED pg. 15/1 (23.1) – “Aunque creados inocentes y santos, nuestros primeros padres no fueron puestos fuera de la posibilidad de obrar mal. Dios podía haberlos creado de modo que no pudieran faltar a sus requerimientos, pero en ese caso su carácter no se habría desarrollado; su servicio no hubiera sido voluntario, sino forzado. Les dio, por lo tanto, la facultad de escoger, de someterse o no a la obediencia. Y antes que ellos recibieran en su plenitud las bendiciones que él deseaba impartirles, debían ser probados su amor y su lealtad.

“En el huerto del Edén se hallaba ‘el árbol de la ciencia del bien y del mal… Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás’ (Génesis 2:9, 16, 17). Dios quería que Adán y Eva no conocieran el mal. El conocimiento del mal—del pecado y sus resultados, del trabajo cansador, de la preocupación ansiosa, del descorazonamiento y la pena, del dolor y la muerte—, les fue evitado por amor.”

Para obedecer a Dios se necesita de los dones sobrenaturales del amor, la fe, la lealtad, todo Gálatas 5:22-23. Pero para poder desarrollar los atributos de Dios, es necesario someterlos a prueba. De lo contrario, cómo más se podría desarrollar y crecer esta planta de origen celestial? La condición de Génesis 2:16-17 consistía en una prueba para que nuestros primeros padres pudieran desarrollar esa buena semilla de Gálatas 5:22-23.

La siembra de la mala semilla en la tierra

Génesis 3:1-6 – “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.”

La tierra después del pecado

“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.” (Génesis 3:17-19)

1MS pg. 341.3 – “Pero si bien es cierto que Dios podía ser así discernido en la naturaleza, esto no apoya el aserto de que después de la caída un perfecto conocimiento de Dios fue revelado en el mundo natural a Adán y a su posteridad. La naturaleza podía transmitir sus lecciones al hombre en su inocencia, pero la transgresión marchitó la naturaleza y se interpuso entre ella y el Dios de la naturaleza. Si Adán y Eva nunca hubiesen desobedecido a su Creador, si hubiesen permanecido en el sendero de la perfecta rectitud, podrían haber conocido y entendido a Dios. Pero cuando escucharon la voz del tentador y pecaron contra Dios, se apartó de ellos la luz de las vestimentas de inocencia celestial, y al perder las vestimentas de inocencia, se rodearon con los negros mantos de ignorancia con respecto a Dios. La clara y perfecta luz que hasta entonces los había rodeado había alumbrado todo aquello a lo que se acercaban, pero privados de esa luz celestial, la descendencia de Adán no podía ya más discernir el carácter de Dios en sus obras creadas.”

ED pg. 16/5 (26.2) – “Aunque la tierra estaba marchita por la maldición, la naturaleza debía seguir siendo el libro de texto del hombre. Ya no podía representar bondad solamente, porque el mal estaba presente en todas partes y arruinaba la tierra, el mar y el aire con su contacto contaminador. Donde antes había estado escrito únicamente el carácter de Dios, el conocimiento del bien, estaba también escrito ahora el carácter de Satanás, el conocimiento del mal. El hombre debía recibir amonestaciones de la naturaleza, que ahora revelaba el conocimiento del bien y del mal, referentes a los resultados del pecado.”

Después del pecado, en la tierra, en la naturaleza ya no está más únicamente escrito el carácter de Dios, sino que también está escrito ahora el carácter de Satanás. La tierra ya no es “buena en gran manera” (Génesis 1:31), pues ahora produce “espinos y cardos” (Génesis 3:18)—los  frutos de la mala semilla que Satanás ha sembrado en ella. Pero aun así en este estado caído y maldito, la tierra sigue siendo un libro de texto donde el hombre también caído en el pecado puede seguir aprendiendo lecciones espirituales: donde el hombre puede aprender sobre su propia naturaleza caída, sobre los cambios que sufrió la naturaleza humana por el pecado.

En la tierra maldita y contaminada por el pecado encontramos:

  1. Espinos, cardos.
  2. Malas hierbas.
  3. Arbustos silvestres.
  4. Arboles silvestres.
  5. Plantas venenosas (coca, tabaco, amapola, marihuana, floripondio)

Comentario Bíblico 7ª, pg. 18/1/2 – “Ninguna planta nociva fue colocada en el gran huerto del Señor, pero después de que pecaron Adán y Eva brotaron hierbas venenosas. En la parábola del sembrador, se le hizo una pregunta al Amo: ‘¿No sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?’ El Amo contestó: ‘Un enemigo ha hecho esto’ (Mateo 13:27-28). Todas las cizañas son sembradas por el maligno. Cada hierba nociva es siembra de él, y con sus métodos ingeniosos de amalgamación ha corrompido la tierra con cizañas.”

El hombre después del pecado

Es bastante extraño que muchas personas que citan párrafos del libro “La Educación” sobre educar a los hijos fuera de las ciudades y en el campo, sin embargo sostienen que el hombre “nace bueno” y se “hace malo” en la ciudad—y que por ese motivo debemos salir a vivir en el campo. Sostienen que el ser humano “nace puro y santo”, y que en el campo los hijos “no se vuelven rebeldes” como en la ciudad. Qué curioso pues, en este mismo libro existen muchos párrafos que contradicen tales teorías humanas. Muchos de los párrafos que vamos a citar a continuación—de este mismo libro y muchos otros más, incluida la Biblia, ponen al desnudo estas viles mentiras. Es verdad que en la ciudad encontramos más distracciones que desvían nuestra atención de las cosas celestiales a las materiales, y es verdad que en la ciudad hay muchas más tentaciones que despiertan las inclinaciones naturales perversas que tenemos todos los seres humanos. Pero, así te quieras escapar como ermitaño al lugar más apartado y más remoto de la tierra—ahí también te vas a llevar todas las plantas venenosas que forman parte de nuestro carácter por naturaleza. Podrás considerarte, a tu estima propia, un “excelente cristiano” y tratar de escapar de todos los seres humanos a quienes consideras perversos y pecadores, pero no podrás escapar de tu peor enemigo: el YO.

PP pg. 733/2 (665.2) – “¡Cuán terrible es la servidumbre del que se entrega al dominio del peor de los tiranos, a saber, él mismo!”

ED pg. 41/4 (75.2) – “Los hombres perdieron la imagen de Dios y recibieron el sello del poder demoníaco que los dominaba. Todo el mundo se iba convirtiendo en un sumidero de corrupción.”

ED pg. 18/4 (29.1) – “Cristo es la luz ‘que alumbra a todo hombre’ (Juan 1:9). Así como por Cristo tiene vida todo ser humano, así por su medio toda alma recibe algún rayo de luz divina. En todo corazón existe no sólo poder intelectual, sino también espiritual, una facultad de discernir lo justo, un deseo de ser bueno. Pero contra estos principios lucha un poder antagónico. En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir. Para hacer frente a esa fuerza, para alcanzar el ideal que en lo más íntimo de su alma reconoce como única cosa digna, puede encontrar ayuda en un solo poder. Ese poder es Cristo. La mayor necesidad del hombre es cooperar con ese poder. ¿No debería ser acaso esta cooperación el propósito más elevado de todo esfuerzo educativo?”

ED pg. 10/2 (14.4) – “A fin de comprender lo que abarca la obra de la educación, necesitamos considerar tanto la naturaleza del hombre como el propósito de Dios al crearlo. Necesitamos considerar también el cambio verificado en la condición del hombre por la introducción del conocimiento del mal, y el plan de Dios para cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la educación de la especie humana.”

Pues bien, por la caída de Adán y Eva, de nuestros representantes, de nuestros primeros padres, la naturaleza humana sufrió un cambio que todos nosotros descendientes de aquel Adán y aquella Eva caídos en el pecado hemos heredado.

Vamos a considerar primeramente lo que la Palabra de Dios nos revela acerca del cambio en nuestra naturaleza como resultado del pecado del primer Adán, y luego vamos a comprobar que la pluma inspirada concuerda de manera clara con ese terrible cambio que sufrió la raza humana caída.

En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, el hombre Adán pasó de tener el título de “hijo de Dios” (Lucas 3:38) a tener el título de “hijo del diablo” (Juan 8:44)—obviamente no en un sentido literal, pues los ángeles no pueden procrear hijos, sino que estamos hablando en un sentido espiritual. Basta que digamos una pequeña mentira para que demos testimonio de que en lugar de ser hijos de Dios (como profesamos ser), somos en realidad hijos del padre de la mentira (Juan 8:44), y por eso necesitamos ser “adoptados” (Romanos 8:15) por el nuevo Padre de la raza humana—el segundo Adán (Isaías 9:6). Y la Palabra declara contundentemente que somos mentirosos desde el vientre de nuestra madre (Salmos 58:3), por ello la Palabra de Dios declara también: “antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4).

Isaías 9:6 – “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, de tener libre albedrío en el área espiritual, pasamos a ser esclavos del pecado. Nuestro Señor Jesús declaró ciertamente, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). No tiene sentido alguno ofrecer “libertad” a un hombre libre, sólo se ofrece “libertad” al esclavo. Y por si alguien pudiera pensar que estaba hablando exclusivamente a los judíos que estaban bajo el yugo romano, luego dijo, para que no quede la más mínima duda, que somos esclavos del pecado: “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34-36).

El preciso momento que el hombre Adán fue vencido por la tentación de Satanás, se convirtió en esclavo de Satanás, esclavo del pecado, en un sentido espiritual.

2 Pedro 2:19 – “Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció.”

CC pg. 17.1 – “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial. El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre.”

La raza humana, en nuestro primer representante que fue el primer Adán, no sólo quedó “cautiva por Satanás”, sino que además “sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor.” Es decir que sus facultades naturales que eran inherentes—tales como facultades mentales, morales, físicas, y demás, se depravaron o pervirtieron en un abrir y cerrar de ojos. Mientras que sus facultades sobrenaturales o espirituales, que NO eran inherentes—el amor, la fe, la lealtad, la misericordia, la paz, la paciencia, el dominio propio, la mansedumbre, todo Gálatas 5:22-23 (los atributos de Dios, la buena semilla)—se perdieron en un abrir y cerrar de ojos, y fueron reemplazadas por Gálatas 5:19-21 y Romanos 1:29-31 (los atributos de Satanás, la mala semilla). Tanto Gálatas 5:19-21 como Romanos 1:29-31 pasó a ser inherente en la naturaleza humana caída, pues nuestra naturaleza quedó manchada y contaminada por el pecado.

Jeremías 2:22 – “Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor.”

Juan 5:42 – “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.”

Apocalipsis 3:17 – “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”

Luego de su caída, el hombre Adán reconoció su desnudez exterior (Génesis 3:10), pero no se percató de su verdadera desnudez—la interior (Apocalipsis 3:17)—no reconoció haber perdido su capacidad para amar y todos los atributos de Dios (Gálatas 5:22-23).

1 Juan 2:15-16 – “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.”

Los seres humanos llamamos “amor” a todas las cosas del mundo que provienen de Satanás. A los “deseos de la carne” le llamamos “amor” y fácilmente decimos “te amo” a cualquier persona que despierta nuestros deseos carnales. Ese no es el amor de Gálatas 5:22-23. A “los deseos de los ojos” y la “vanagloria de la vida” le llamamos “amor”, y decimos cosas como “amo la música”, “amo viajar”, “amo comer”, entre muchas otras cosas que nada tienen que ver con el amor de origen divino. El amor de origen celestial, el que “proviene del Padre”, no es un sentimiento, sino que es un principio. Y es un principio que OBEDECE y CUMPLE la LEY de Dios. Como por naturaleza no poseemos este amor de origen divino que sólo puede ser implantado en el hombre por Dios Espíritu Santo, entonces no podemos obedecer y cumplir verdadera y voluntariamente una Ley que por naturaleza ODIAMOS.

Jeremías 6:19 – “Oye, tierra: He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley.”

Romanos 13:10 – “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.”

1 Juan 5:3 – “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.”

2 Juan 1:6 – “Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio.”

Juan 15:10 – “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.”

Así como la tierra quedó manchada, maldita y contaminada por el pecado, pues los atributos de Satanás fueron implantados en ella; así también, por la desobediencia, la naturaleza humana quedó depravada y manchada por el pecado, y los atributos de Satanás fueron implantados en el carácter de la raza caída. De tener un carácter y una naturaleza semejante a su Creador (Génesis 1:26-27), el ser humano pasó a tener un carácter y una naturaleza semejante a la de su nuevo padre—el diablo (Juan 8:44). Es por esto que la raza caída, en un sentido espiritual debe “nacer de nuevo” (Juan 3:3), y recibir la “adopción” (Romanos 8:15). Debemos “nacer de nuevo” ya no de una “simiente corruptible” sino de una semilla “incorruptible” (1 Pedro 1:23), pues la naturaleza que heredamos de nuestros padres es “corruptible”—tiene una tendencia al mal, y esa naturaleza al pecado, esa inclinación al mal, esa corrupción “no puede heredar el reino de Dios”, pues escrito está que “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15:50).

Debido a que la naturaleza humana está manchada de pecado, ya no podemos satisfacer la demanda de 1 Pedro 1:15-16 – “sed santos, porque yo soy santo”. Debido a que el hombre perdió el don sobrenatural del amor (Gálatas 5:22-23), y en su lugar tiene odio (Jeremías 6:19), ya no puede satisfacer la demanda de Romanos 2:13 – “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.” Es así que el hombre de estar aceptado, pasó a estar rechazado delante de Dios (Romanos 3:23), pasó a estar bajo condenación (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8), y pasó estar separado de Dios (Isaías 59:3).

Todos somos descendientes de ese hombre Adán que quedó manchado y contaminado por el pecado, y hemos heredado esa misma condición caída y esa misma posición legal delante de Dios y de su santa Ley.

Génesis 5:3 – “Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.”

PP pg. 66/2 (59.1) – “Set aventajaba en estatura a Caín y Abel, y se parecía a su padre Adán más que sus otros hermanos. Tenía un carácter digno, y seguía las huellas de Abel. Sin embargo, no había heredado más bondad natural que Caín. Acerca de la creación de Adán se dice: ‘A la semejanza de Dios lo hizo’ (Génesis 1:26)-27; pero el hombre, después de la caída, ‘engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen’ (Génesis 5:1, 3). En tanto que Adán había sido creado sin pecado, a la semejanza de Dios, Set, así como Caín, heredó la naturaleza caída de sus padres. Pero recibió también el conocimiento del Redentor, e instrucción acerca de la justicia. Mediante la gracia divina sirvió y honró a Dios; y trabajó, como Abel lo hubiera hecho, de haber vivido, por cambiar las mentes pecaminosas de los hombres y encauzarlas a reverenciar y obedecer a su Creador.”

Hechos 17:26 – “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra.”

Génesis 6:5 – “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.”

Es por esto que nuestro Señor Jesús le dijo a un hombre profundamente religioso y profeso hijo de Dios que daba sus diezmos, que era príncipe y maestro de teología en Israel, que se creía salvo y excelente persona, un hombre que guardaba la Ley Moral y la ley ceremonial con sus propios esfuerzos humanos, pero sin el Espíritu Santo: “de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).

Si el hombre naciera “santo, puro e inmaculado” y el campo fuera una burbuja mágica que lo mantiene santo, puro e inmaculado, entonces las palabras de nuestro Señor Jesús no tendrían sentido alguno. ¿Por qué un hombre que ya nació santo y puro tendría que nacer de nuevo? Si esta teoría fuese cierta entonces lo más lógico hubiese sido que nuestro Señor Jesús le hubiese aconsejado a Nicodemo que salga corriendo a vivir al campo. Pero el campo no tiene poder transformador alguno. El campo no ocupa el lugar del Espíritu Santo—del verdadero Agente Regenerador.

Cuando Caín mató a su hermano Abel, ¿dónde vivía Caín, en la ciudad o en el campo? En el campo. Cuando Isaac tuvo dos hijos, Esaú y Jacob, ¿dónde crecieron estos descendientes de Abraham? En el campo. Y resulta que uno de ellos—Esaú—está escrito que era “hombre de campo” (Génesis 25:27), que le gustaba la caza, el bosque y la naturaleza (Génesis 27:3), pero no tenía el más mínimo interés por las cosas espirituales (Génesis 25:33; 26:34-35). Esto se debe a que el corazón natural odia todo lo que a Dios se refiere (Jeremías 6:19), es “engañoso más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9), “por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7), y el campo no tiene poder alguno para regenerar a nuestro corazón perverso, el cual nos engaña haciéndonos creer que somos buenos por naturaleza.

Juan 3:6 – “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”

En el tiempo de Isaac estaba en vigencia el sacerdocio de la primogenitura, y el primogénito recibía los beneficios de ser el sacerdote de la familia, tener el gobierno de la familia, y heredar doble porción de la tierra. A Esaú no le interesaba el sacerdocio porque despreciaba las cosas espirituales (Génesis 25:34), pero sí le interesaba el gobierno y la doble herencia (las cosas materiales), por eso cuando Isaac bendijo a Jacob con la primogenitura Esaú salió furioso a matar a su hermano (Génesis 27:36, 41). Hasta aquí la teoría de que el hombre nace bueno y que se mantiene puro en el campo está quedando al desnudo, ya que Esaú el “hombre de campo” era un mundano que no le interesaban las cosas de Dios y no pensó dos veces en matar a su propio hermano, al igual que Caín—que era otro “hombre de campo” y sí logró matar a su hermano Abel (Génesis 4:8).

PP pg. 158.2 – “Isaac presentó a sus hijos estos privilegios y condiciones, y les indicó claramente que Esaú, por ser el mayor, tenía derecho a la primogenitura. Pero Esaú no amaba la devoción, ni tenía inclinación hacia la vida religiosa. Las exigencias espirituales que acompañaban a la primogenitura eran para él una restricción desagradable y hasta odiosa. La ley de Dios, condición del pacto divino con Abraham, era considerada por Esaú como un yugo servil. Inclinado a la complacencia propia, nada deseaba tanto como la libertad para hacer su gusto. Para él, el poder y la riqueza, los festines y el alboroto, constituían la felicidad. Se jactaba de la libertad ilimitada de su vida indómita y errante.”

Jacob heredó el mismo corazón egoísta, asesino y mundano que su hermano Esaú, pero él en cambio sí cedió a la influencia del Espíritu Santo. Es por esto que el Espíritu Santo pudo cambiar su “corazón de piedra en corazón de carne” (Ezequiel 36:26) para que Jacob pudiese tener aprecio por las cosas espirituales. Ese mismo trabajo debe realizar el Espíritu Santo en todos nosotros, de lo contrario por muy “hombres de campo” que seamos, vamos a perseguir y buscar matar a los verdaderos cristianos cuando llegue el tiempo de la crisis final. Si sales al campo con gente que no ha aceptado que desde su engendramiento son perversos por naturaleza y pecadores por naturaleza, entonces en el “tiempo de angustia de Jacob” (Jeremías 30:-7), así como la angustia de Jacob era terrible porque su propio hermano lo buscaba para matarlo, esos “hermanos en la fe”, y hasta los mismos familiares y amigos con los que saliste al campo te buscarán para matarte porque nunca fueron regenerados, nunca nacieron de nuevo, y se quedaron como profesos cristianos que nunca llegaron a ser verdaderos cristianos. Y es en la crisis cuando se revela el carácter. Mientras no haya una crisis podemos por nuestros propios esfuerzos tener una apariencia de piedad y bondad, pero cuando se presenta la crisis se revela la realidad de lo que existe en el oscuro abismo de nuestra perversa naturaleza humana que no ha sido subyugada por el Espíritu de Dios.

DMJ pg. 121.3 – “En la crisis suprema de su vida, Jacob se apartó para orar. Lo dominaba un solo propósito: buscar la transformación de su carácter.”

PVGM pg. 339.2 – “Es en la crisis cuando se revela el carácter. Cuando la voz fervorosa proclamó a media noche: ‘He aquí, el esposo viene; salid a recibirle’, y las vírgenes que dormían fueron despertadas de su sueño, se vio quién había hecho la preparación para el acontecimiento.”

CC pg. 65.1 – “No puede existir amor profundo hacia el Señor Jesús en el corazón que no comprende su propia perversidad. El alma transformada por la gracia de Cristo admirará el divino carácter de El; pero cuando no vemos nuestra propia deformidad moral damos prueba inequívoca de que no hemos vislumbrado la belleza y excelencia de Cristo.”

Luego de la caída de nuestros primeros padres nuestro Creador hizo la promesa de “enemistad pondré” (Génesis 3:15), entre Satanás y la descendencia de Adán y Eva. Si Dios tiene que “poner enemistad” entre nosotros y Satanás debería quedar claro que se debe a que por naturaleza estamos en armonía con Satanás y en enemistad contra Dios. Para que podamos llegar a estar de nuevo en armonía con Dios y estar en enemistad con Satanás, Dios debe obrar de manera sobrenatural en nosotros. Además, el hecho de que es Dios quien debe “poner enemistad” debería dejar claro que nosotros no podemos por nuestra propia fuerza enemistarnos con Satanás sin que Dios obre en nosotros un verdadero milagro. Y esa “enemistad” de Génesis 3:15 es el mayor milagro de todos.

ED pg. 10/4 (15.2) – “Pero por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina. Las facultades físicas del hombre se debilitaron, su capacidad mental disminuyó, su visión espiritual se oscureció. Quedó sujeto a la muerte. No obstante, la especie humana no fue dejada sin esperanza. Con infinito amor y misericordia había sido trazado el plan de salvación y se le otorgó una vida de prueba. La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, devolverlo a la perfección con que había sido creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente y el alma, a fin de que se llevase a cabo el propósito divino de su creación. Este es el objeto de la educación, el gran objeto de la vida.”

CS pg. 559/2 (495.2) – “Dios declara: ‘Enemistad pondré’ (Génesis 3:15). Esta enemistad no es fomentada de un modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en divergencia con Satanás. No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo. Si Dios no se hubiese interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a Dios.”

CC pg. 58.1 – “Es cierto que puede haber una conducta externa correcta sin el poder renovador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de ser estimado por los demás pueden producir una vida bien ordenada. El respeto propio puede impulsarnos a evitar las apariencias de mal. Un corazón egoísta puede realizar actos de generosidad. ¿De qué medio nos valdremos, entonces, para saber de parte de quién estamos?”

DMJ pg. 23.2 – “El corazón del hombre es por naturaleza frío, sombrío y sin amor. Siempre que alguien manifieste un espíritu de misericordia o de perdón, no se debe a un impulso propio, sino al influjo del Espíritu divino que lo conmueve. ‘Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero’ (1 Juan 4:19).

El ser humano, como está completamente ciego en cuanto a su verdadera naturaleza caída (Apocalipsis 3:17), se cree capaz de obedecer la Ley de Dios de manera perfecta por sus propios esfuerzos. No entendemos que como estamos manchados por el pecado todo lo que realizamos está manchado por nuestro egoísmo y pecado. Nuestro mejor esfuerzo sigue siendo “como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6). Estamos tratando de “sacar algo limpio de algo inmundo”, y eso no lo puede hacer ningún ser humano por sí mismo (Job 14:4).

Job 25:4-6 – “¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos. ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano?”

DMJ pg. 50.2 – “El profeta Oseas había señalado lo que constituye la esencia del farisaísmo, en las siguientes palabras: ‘Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí misma’ (Oseas 10:1). En el servicio que profesaban prestar a Dios, los judíos trabajaban en realidad para sí mismos. Su justicia era fruto de sus propios esfuerzos para observar la ley, conforme a sus propias ideas y para su propio bien egoísta. Por lo tanto, no podía ser mejor que ellos. En sus esfuerzos para hacerse santos, procuraban sacar cosa limpia de algo inmundo. La ley de Dios es tan santa como él, tan perfecta como él. Presenta ,a los hombres la justicia de Dios. Es imposible que los seres humanos, por sus propias fuerzas, observen esta ley; porque la naturaleza del hombre es depravada, deforme y enteramente distinta del carácter de Dios. Las obras del corazón egoísta son ‘como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia’ (Isaías 64:6).”

Como consecuencia de la caída, la raza humana se encuentra legalmente ante la Ley de Dios rechazada (Romanos 3:23), bajo condenación (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8), y separada de Dios (Isaías 59:2), como ya indicamos anteriormente.

Isaías 59:2 – “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.”

Debido a esta posición legal todo ser humano necesita un Sustituto en la vida, un Garante y Sustituto en la muerte, y un Mediador que pueda hablar como nuestro nuevo Representante ante Dios Padre y ante la Ley.

Resulta pues como mínimo extraño que los agentes que se llevan gente al campo con la premisa de que en el campo la gente se va a “reconectar con Dios” no hayan leído tampoco estos párrafos de la Biblia y del espíritu de profecía.

Juan 15:5 – “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”

Juan 16:26 – “En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros.”

El campo no es nuestro “mediador” para “reconectarnos con Dios”. Esta doctrina es utilizada para suplantar a nuestro único mediador: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombresJesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).

Estos falsos maestros que quieren suplantar al verdadero Agente Regenerador con el campo, y también suplantar a nuestro único Mediador con el campo, utilizan versículos como este:

Ezequiel 3:22-23 – “Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo. Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.”

Si vamos a darle mérito al campo como el motivo por el cual Jehová habló con el profeta Ezequiel, entonces habría que tomar de igual manera literal al versículo 24.

Ezequiel 3:24 – “Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa.”

Podemos salir al campo, encerrarnos en una casa de campo, y orar de rodillas por mil horas y aun así Dios no nos escucha porque nosotros no merecemos ser escuchados, pues somos pecadores rechazados, bajo condenación y separados de Dios. La única forma de que Dios escuche nuestras oraciones es que éstas sean presentadas por el único Mediador que sí merece ser escuchado, pues a diferencia de nosotros él sí es santo, puro e inmaculado.

Hebreos 7:25-26 – “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.”

1MS pg. 404.1 – “Los servicios religiosos, las oraciones, la alabanza, la confesión arrepentida del pecado ascienden desde los verdaderos creyentes como incienso ante el santuario celestial, pero al pasar por los canales corruptos de la humanidad, se contaminan de tal manera que, a menos que sean purificados por sangre, nunca pueden ser de valor ante Dios. No ascienden en pureza inmaculada, y a menos que el Intercesor, que está a la diestra de Dios, presente y purifique todo por su justicia, no son aceptables ante Dios. Todo el incienso de los tabernáculos terrenales debe ser humedecido con las purificadoras gotas de la sangre de Cristo. El sostiene delante del Padre el incensario de sus propios méritos, en los cuales no hay mancha de corrupción terrenal. Recoge en ese incensario las oraciones, la alabanza y las confesiones de su pueblo, y a ellas les añade su propia justicia inmaculada. Luego, perfumado con los méritos de la propiciación de Cristo, asciende el incienso delante de Dios plena y enteramente aceptable. Así se obtienen respuestas benignas.”

De acuerdo al párrafo anterior, todas nuestras alabanzas, diezmos, prédicas, oraciones, “buenas obras”, y cualquier cosa que hagamos se “contaminan” y por eso necesitan ser perfumados con la obediencia perfecta de Cristo, necesitan ser purificadas con su sangre derramada en la cruz, y necesitan ser presentadas por Cristo. ¿Por qué se contaminan? ¿Será debido al smog de las ciudades? ¿Será por el humo contaminado de las fábricas o de los carros? ¿Por el Wifi? ¿Por el 3G, el 4G o el 5G? No. Se contaminan por “los canales corruptos de la humanidad.” Se contaminan porque somos seres manchados y contaminados por el pecado en nosotros mismos. Nos guste o no nos guste la idea, esa es la realidad. Así ores en el campo, igual tu humanidad manchada por el pecado contamina tu oración de manera tal que, a menos que tengas necesidad de que Cristo presente tu oración ante el Padre, Dios no te escucha y nunca te va a escuchar estés donde estés.

1MS pg. 404.2 – “Ojalá comprendieran todos que toda obediencia, todo arrepentimiento, toda alabanza y todo agradecimiento deben ser colocados sobre el fuego ardiente de la justicia de Cristo. La fragancia de esa justicia asciende como una nube en torno del propiciatorio.”

1MS pg. 254.1 – “Son pocos los que comprenden el tema de la responsabilidad personal del hombre. Sin embargo, es un asunto de máxima importancia. Todos podemos obedecer y vivir, o podemos transgredir la ley de Dios, desafiar su autoridad y recibir el castigo consiguiente. De modo que a cada alma le incumbe decididamente la pregunta: ¿Obedeceré la voz del cielo, las diez palabras pronunciadas en el Sinaí, o iré con la multitud que pisotea esa ígnea ley? Para los que aman a Dios, será la máxima delicia observar los mandamientos divinos y hacer aquellas cosas que son agradables a la vista de Dios. Pero el corazón natural odia la ley de Dios y lucha contra sus santas demandas. Los hombres cierran su alma a la luz divina, rehusando caminar en ella cuando brilla sobre ellos. Sacrifican la pureza del corazón, el favor de Dios y su esperanza del cielo a cambio de la complacencia egoísta o las ganancias mundanales.”

El terreno inculto

PVGM pg. 65.3 – “Nadie pensaría en establecerse sobre un terreno inculto, esperando que de repente produjera una cosecha. Se necesitan fervor, diligencia y labor perseverante para preparar el terreno para la semilla. Así es en la obra espiritual del corazón humano. Los que quieran beneficiarse con el cultivo del suelo, deben avanzar con la palabra de Dios en su corazón. Encontrarán entonces que el barbecho del corazón ha sido roturado por la influencia subyugadora del Espíritu Santo. A menos que el terreno sea objeto de arduo trabajo, no rendirá cosecha. Así también es el terreno del corazón: el Espíritu de Dios debe trabajar en él para refinarlo y disciplinarlo, antes de que pueda dar fruto para la gloria de Dios.”

FO pg. 14.3 – “La incredulidad que se acaricia en el alma tiene un poder hechizante. Las semillas de duda que han estado sembrando producirán su fruto, pero deben continuar desenterrando toda raíz de incredulidad. Cuando estas plantas venenosas son arrancadas, dejan de crecer por falta de alimento en palabra y acción. El alma necesita que las preciosas plantas de la fe y el amor sean plantadas en el terreno del corazón y se entronicen allí.”

El verdadero propósito de salir al campo es que en la naturaleza manchada por el pecado podamos aprender acerca de nuestra propia naturaleza manchada por el pecado y llena de los atributos de Satanás. Además la naturaleza contiene muchas otras lecciones espirituales, pues después de la caída sigue siendo un libro de texto que sirve para nuestra educación verdadera.

La preparación del terreno

Hemos considerado que después del pecado la tierra manchada por el pecado es un terreno inculto que tiene los atributos de Satanás:

  1. Malas semillas.
  2. Espinos, cardos.
  3. Arbustos silvestres.
  4. Árboles silvestres.
  5. Plantas venenosas.

Este terreno inculto es una representación del ser humano después de la caída del primer Adán.

Lucifer sembró la mala semilla primero en el cielo, donde hizo caer a una gran cantidad de ángeles. Y aquí en la tierra, al lograr la caída del primer Adán, sembró malas semillas en la tierra literalmente, y también sembró mala semilla en la naturaleza humana—sus propios atributos: duda, incredulidad, deseo de supremacía y poder, vanidad, envidia, celos, descontento, ira, todo Gálatas 5:19-21 y Romanos 1:29-31.

1 Juan 2:16 – “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.”

1 Pedro 2:11 – “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.”

Al salir al campo nos vamos a encontrar con un terreno inculto lleno de mala hierba y arbustos silvestres. Si queremos sembrar la buena semilla—ya sea semillas de durazno, higos, papaya, por ejemplo—primeramente necesitamos preparar el terreno, pues “nadie pensaría en establecerse sobre un terreno inculto”.

terreno-inculto

La preparación del terreno no es un trabajo fácil, “se necesitan fervor, diligencia y labor perseverante para preparar el terreno para la semilla.” El terreno inculto no tiene capacidad de prepararse a sí mismo. Necesita que un trabajador venga a realizar el trabajo de preparación del terreno, y este trabajador necesita utilizar herramientas como el arado y la reja para poder preparar el terreno inculto.

terreno-preparado

Pero hemos leído que “así es en la obra espiritual del corazón humano” y que “el barbecho del corazón” debe ser “roturado por la influencia subyugadora del Espíritu Santo”.

PVGM pg. 37.3 – “De modo que los sembradores tienen algo que hacer para que la semilla no sea ahogada por las espinas o perezca debido a la poca profundidad del terreno. En el mismo comienzo de la vida cristiana deben enseñarse a cada creyente los principios fundamentales. Debe enseñársele que no ha de ser meramente salvado por el sacrificio de Cristo, sino que ha de hacer que la vida de Cristo sea su vida, y el carácter de Cristo su carácter. Enséñese a todos que han de llevar cargas y deben sacrificar sus inclinaciones naturales. Aprendan la bendición de trabajar para Cristo, imitándolo en la abnegación, y soportando penurias como buenos soldados. Aprendan a confiar en el amor de Cristo y a descargar en él sus congojas. Prueben el gozo de ganar almas para él. En su amor e interés por los perdidos, perderán de vista el yo; los placeres del mundo perderán su poder de atracción y sus cargas no los descorazonarán. La reja del arado de la verdad hará su obra. Romperá el terreno inculto, y no solamente cortará los tallos de las espinas, sino que las arrancará de raíz.”

El trabajo del Espíritu Santo es primeramente de convencer al hombre de pecado (Juan 16:8). El Espíritu Santo a veces utiliza a hombres que den el mensaje de amonestación del Testigo Fiel (2 Pedro 1:21; Miqueas 3:8). Pero sus verdaderos instrumentos eficaces para convencer de pecado son la Ley y la Palabra (Efesios 6:17).

Hebreos 4:12 – “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

¿Qué encontramos en la Ley?

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.” (Mateo 5:21; Éxodo 20:13)

“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.” (Mateo 5:27; Éxodo 20:14)

¿Qué encontramos en la Palabra?

“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.” (Mateo 5:22)

“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (Mateo 5:28)

FO pg. 56.2 – “Ahora bien, nosotros queremos entender qué es pecado: es la transgresión de la ley de Dios. Esta es la única definición que dan las Escrituras.”

En la Ley encontramos la única definición de lo que es pecado (1 Juan 3:4). “¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7). Pero en la Palabra encontramos de cuántas maneras infringimos la Ley, y podemos ver cuán profunda y abarcante es, y que es capaz de condenar no sólo el acto consumado (Mateo 5:21, 27), sino también los malos deseos y pensamientos (Mateo 5:22, 28), las intenciones (Hebreos 4:12), y hasta nuestro estado de ser (Salmos 51:5; 58:3; Isaías 48:8; Jeremías 2:22).

1MS pg. 254.2 – “Dice el salmista: ‘La ley de Jehová es perfecta’ (Salmos 19:7). ¡Cuán maravillosa es la ley de Jehová en su sencillez, su extensión y perfección! Es tan breve, que podemos fácilmente aprender de memoria cada precepto, y sin embargo tan abarcante como para expresar toda la voluntad de Dios y tener conocimiento no sólo de las acciones externas, sino de los pensamientos e intenciones, los deseos y emociones del corazón. Las leyes humanas no pueden hacer esto. Sólo pueden tratar con las acciones externas. Un hombre puede ser transgresor y, sin embargo, puede ocultar sus faltas de los ojos humanos. Puede ser criminal, ladrón, asesino o adúltero, pero mientras no sea descubierto, la ley no puede condenarlo como culpable. La ley de Dios toma en cuenta los celos, la envidia, el odio, la malignidad, la venganza, la concupiscencia y la ambición que agitan el alma, pero que no han hallado expresión en acciones externas porque ha faltado la oportunidad aunque no la voluntad. Y se demandará cuenta de esas emociones pecaminosas en el día cuando ‘Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala’ (Eclesiastés 12:14).”

DMJ pg. 54.2 – “Cuando se aman y acarician malos pensamientos, por muy en secreto que sea, dijo Jesús, se demuestra que el mal reina todavía en el corazón. El alma sigue sumida en hiel de amargura y sometida a la iniquidad. El que halla placer espaciándose en escenas impuras, cultiva malos pensamientos y echa miradas sensuales, puede contemplar en el pecado visible, con su carga de vergüenza y aflicción desconsoladora, la verdadera naturaleza del mal que lleva oculto en su alma. El momento de tentación en que posiblemente se caiga en pecado gravoso no crea el mal que se manifiesta; sólo desarrolla o revela lo que estaba latente y oculto en el corazón. ‘Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él’, ya que del corazón ‘mana la vida’ (Proverbios 23:7; 4:23).”

DMJ pg. 51.5 – “El espíritu de odio y de venganza tuvo origen en Satanás, y lo llevó a dar muerte al Hijo de Dios. Quienquiera que abrigue malicia u odio, abriga el mismo espíritu; y su fruto será la muerte. En el pensamiento vengativo yace latente la mala acción, así como la planta yace en la semilla. ‘Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él’ (1 Juan 3:15).”

El odio, los celos, la envidia, la concupiscencia, todas estas plantas venenosas son malas semillas que fueron plantadas por Satanás en la raza humana en ocasión de la caída. Cada vez que nos enojamos cuando se nos presenta la realidad de que somos pecadores por naturaleza, simplemente estamos dando evidencia de que esto es verdad. Todo ese odio y esa rabia no proviene de Dios, sino de Satanás. A gritos clamamos que somos hijos de Dios, pero nuestro corazón pone en evidencia a gritos que somos hijos de Satanás. El campo no puede subyugar, ni mucho menos erradicar esa naturaleza depravada y perversa que poseemos. Solamente el Espíritu Santo, en virtud de los méritos de Cristo, puede subyugar nuestro egoísmo y depravación.

En el ritual simbólico, durante el servicio diario terrenal, el sacerdote terrenal entraba con incienso y aceite diariamente y dos veces al día al lugar santo del santuario terrenal, para quemar incienso y luego aumentar aceite a las lámparas (Éxodo 30:7-8).

Por medio de este ritual simbólico Dios quiere que aprendamos que primeramente debemos ser justificados por fe en virtud de la obediencia perfecta de Cristo, de su Sacerdocio, y gracias a la misericordia de Dios Padre que “llama las cosas que no son, como si fuesen” al declararnos justos en virtud de una obediencia ajena—la de Cristo como Hombre. Como resultado de estar siendo justificados (Romanos 3:24) diariamente y dos veces al día, y en virtud de la obediencia perfecta de Cristo, pues Dios demanda obediencia para otorgar al Agente Regenerador (Hechos 5:32), Cristo cumple la promesa de Juan 14:16 y como resultado recibiremos el bautismo diario de la lluvia temprana.

El Consolador no viene al hombre para regenerarlo como causa, para que el hombre logre o alcance la aceptación en virtud de su justicia propia que son como trapos de inmundicia, aun cuando son realizadas bajo la influencia del Espíritu Santo. Esto sería salvación por obras, doctrina del cuerno pequeño, doctrina de Satanás. Tampoco quiere decir que la justicia de Cristo viene a formar parte de nuestra naturaleza de manera literal, para que así nos presentemos ante Dios como justos en nosotros mismos. La “justicia impartida” no debe ser tomada literalmente como si la obediencia de Cristo pudiese “desprenderse” de Cristo y descender del Santuario Celestial para venir a la tierra y amalgamarse con nuestra naturaleza pecaminosa. Esta mentira es ilógica pues si la justicia de Cristo se “mezclara” con nuestra naturaleza depravada de igual manera la contaminaríamos.

El terreno inculto, una vez preparado para la siembra, no puede sembrarse a sí mismo. Necesita que venga un trabajador a sembrar la buena semilla. Y la buena semilla siempre está fuera del terreno inculto. Estas son lecciones de la naturaleza que deben servirnos para entender el trabajo del Espíritu Santo como Agente Regenerador.

El Consolador viene al hombre para regenerarlo como fruto o resultado (Romanos 6:22) de que el verdadero creyente está siendo justificado por fe (Romanos 3:24). Para que en el verdadero creyente se puedan desarrollar los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y para entronizar la Ley en la mente y el corazón—la promesa del Nuevo Pacto (Hebreos 8:10)—para que así el hombre pueda aprender a obedecer la santa Ley de Dios—no para que sea aceptado, sino como resultado de estar siendo aceptado en virtud de los méritos de Cristo. Esta es la “justicia impartida”—son los atributos de Dios, la buena semilla, que es “sembrada” en el terreno preparado, para que pueda desarrollarse la justicia de la ley “en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.

Justicia imputada, justifica por fe, para JUSTIFICACION:

Colosenses 2:10 – “Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”

Isaías 45:25 – “En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.”

Romanos 5:19 – “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”

En Cristo Jesús estamos COMPLETOS, no hace falta nada porque el tiene todos los méritos que satisfacen la Ley de Dios. No hay absolutamente nada que “agregar” a esa justicia perfecta y perpetua.

Justicia impartida, justicia de la Ley, para SANTIFICACION:

Romanos 6:22 – “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”

Romanos 8:4 – “Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”

En lo que a nuestra santificación se refiere, la justicia perfecta de Cristo NO sustituye nuestro esfuerzo humano. Cristo es mi justificación, pero NO es mi santificación personal. Es gracias a su santificación que yo puedo ser justificado. Es por esto que está escrito: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1:30).

La verdadera santificación siempre será un resultado y no una causa de justificación. La justicia imputada de la fe es nuestro único medio para poder ser aceptados—diariamente en el Servicio Diario Celestial y en el Juicio. La justicia impartida, la que es por la ley, es nuestro único medio para desarrollar un carácter semejante al de Cristo, como resultado y evidencia ante el mundo de que estamos siendo aceptados por la justicia imputada. La justicia impartida, ese nuevo carácter, es lo único que nos llevaremos al mundo venidero. La justicia impartida es la prueba de que estamos en Cristo, siendo justificados por la justicia imputada. Es por esto que está escrito que “porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26).

El Santuario Celestial es el único lugar donde podemos ser aceptados, perdonados, donde se da la orden que recibamos al Espíritu Santo, tanto como lluvia temprana como tardía, y es el único lugar donde nuestro caso se va a decidir en la hora del Juicio. Dios NO nos va a otorgar la lluvia temprana y la tardía porque estamos viviendo en el campo. El campo no es la causa por la que el Padre te acepta y te bendice. El campo no ocupa el lugar de la justicia perfecta de Cristo—el único medio por el cual se nos puede otorgar la justificación y la lluvia temprana y la tardía (Romanos 5:1; Gálatas 2:16). El campo no ocupa el lugar del Santuario Celestial—el único lugar donde se encuentra nuestro Sumo Sacerdote para presentarse por nosotros con su ofrenda perfecta y su sacrificio perfecto (Hebreos 8:1-3).

La única manera para que el terreno del corazón pueda estar preparado para aceptar el Evangelio, el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo, el Santuario Celestial, y al Agente Regenerador es aceptar la Amonestación del Testigo Fiel en todos sus aspectos.

Isaías 30:10 – “No nos profeticéis lo rectodecidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras.”

La doctrina satánica de que “tienes que salir al campo para recibir la lluvia tardía”, “para reconectarte con Dios”, “para transformar tu carácter”, “para que tus hijos no sean rebeldes”, “para pasar el Juicio”, y tantas otras viles mentiras que le gustan a nuestros oídos incircuncisos (Jeremías 6:10; Hechos 7:51), tienen el propósito contrario a la preparación del terreno del corazón para poder recibir a Cristo como nuestro Salvador personal y al Espíritu Santo como Agente Regenerador para ser regenerados. Estas mentiras fueron fabricadas por Satanás para echar por tierra la justicia perfecta de Cristo, su sangre, su Sacerdocio, el Santuario Celestial, la misericordia de Dios Padre y al Consolador. En pocas palabras, estas fábulas satánicas fueron diseñadas para echar por tierra todo el plan de redención y para llevarte al campo para que seas destruido—de manera literal porque vendiste todo lo que tenías para irte al campo, y de manera espiritual cuando tu nombre sea borrado del Libro de la Vida.

Puedes pensar que al salir al campo vas a escaparte de la marca de la bestia, escaparte del hambre, o de las plagas de Apocalipsis 16. Pero sin embargo, si no has aceptado la Amonestación del Testigo Fiel (Apocalipsis 3:17) estés donde estés, así sea el lugar más remoto y escondido de la tierra, ahí mismo vas a recibir la marca de la bestia, las plagas tendrán efecto sobre ti, sufrirás el hambre causada por las primeras tres plagas de Apocalipsis 16, y finalmente cuando Cristo venga por Segunda vez, quedarás convertido en estiércol (Jeremías 25:33), y en la tercera venida de Cristo sufrirás la muerte segunda (Apocalipsis 21:8). El campo no te va a salvar de nada de esto. El único que puede salvarnos es Cristo. El miedo no es un atributo de Dios, es también por esto que necesitamos de urgencia ser regenerados.

¿Provisión para el tiempo de angustia? ¿Esconderse en el campo?

El propósito de salir al campo no debe ser huir por miedo, ni con la idea de que vamos a lograr escondernos o escapar de la ley dominical o de la crisis final.

¿Qué va a ocurrir en la tierra después de que hayan caído las tres primeras plagas de Apocalipsis 16?

Apocalipsis 16:3-4 – “El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar. El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.”

Luego de que toda fuente de agua se convierta en sangre va a morir todo ser vegetal y por ende todo ser animal. Solamente los humanos quedaremos con vida y los pocos animales que queden con vida de seguro morirán rápidamente sirviendo de alimento humano. ¿Qué vamos a sembrar durante este tiempo? ¿Qué vamos a cosechar? ¿Qué vamos a comer?

¿Qué promete Dios a los que hayan recibido el sello de Dios durante este tiempo?

Dios promete que sus santos ángeles brindarán pan y agua a su pueblo cuando pase hambre en ese tiempo futuro. Por naturaleza NO tenemos FE, y por eso NO creemos en las promesas de Dios, y queremos suplir nuestras propias necesidades en el tiempo de angustia. Queremos buscar nuestra propia “salvación” huyendo al campo, como si en realidad se pudiese huir de la crisis venidera. Por naturaleza tenemos miedo y no tenemos fe. Pero Dios no es como nosotros, Dios no miente (Romanos 3:4). Dios ha prometido y cumplirá. Pero cumplirá únicamente con aquellos hombres y mujeres que hayan aceptado las condiciones que él mismo ha establecido: con aquellos que hayan aceptado la vigencia de la Ley Moral, hayan aceptado la Amonestación del Testigo Fiel, hayan aceptado la justicia perfecta y la sangre de Cristo, hayan aceptado el Sacerdocio de Cristo, la misericordia del Padre y al Agente Regenerador, y como resultado hayan recibido y desarrollado diariamente el don sobrenatural de la FE para poder creer en la promesa:

Isaías 33:16 – “Éste habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.”

CS pg. 685/3 (611.2) – “Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca (Apocalipsis 14:9, 10). Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba por libertar a Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación final del pueblo de Dios. En el Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles: ‘Vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen’. El mar ‘se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar’. También ‘los ríos; y […], las fuentes de las aguas, […] se convirtieron en sangre’. Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada. El ángel de Dios declara: ‘Justo eres tú, oh Señor, […] porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen’ (Apocalipsis 16:2-6).”

CS pg. 687/3 (613.1) – “El pueblo de Dios no quedará libre de padecimientos; pero aunque perseguido y acongojado y aunque sufra privaciones y falta de alimento, no será abandonado para perecer. El Dios que cuidó de Elías no abandonará a ninguno de sus abnegados hijos. El que cuenta los cabellos de sus cabezas, cuidará de ellos y los atenderá en tiempos de hambruna. Mientras los malvados estén muriéndose de hambre y pestilencia, los ángeles protegerán a los justos y suplirán sus necesidades. Escrito está del que ‘camina en justicia’ que ‘se le dará pan y sus aguas serán ciertas’. ‘Cuando los pobres y los menesterosos buscan agua y no la hay, y la lengua se les seca de sed, yo, Jehová, les escucharé; yo, el Dios de Israel, no los abandonará’ (Isaías 33:16; 41:17).”

Tenemos miedo de pasar hambre cuando no se pueda comprar ni vender sin recibir la marca de la bestia. Pero NO tenemos miedo de nosotros mismos. No tenemos miedo de que justamente por TENER MIEDO de morirnos de hambre, pasemos al bando del enemigo y recibamos la marca de la bestia. El hambre NO es lo peor que le puede suceder a un ser humano. Cristo mismo enseñó esta lección con la primera tentación que padeció en el desierto.

Mateo 4:1-4 – “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

1MS pg. 325.1 – “Aunque Cristo estaba sufriendo los más agudos tormentos del hambre, resistió a la tentación. Rechazó a Satanás con el mismo pasaje que había dado a Moisés en el desierto para que lo repitiera al rebelde Israel cuando su alimentación fue restringida y clamaba pidiendo carne como alimento. ‘No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’ Mateo 4:4. En esta declaración, y también mediante su ejemplo, Cristo mostraría al hombre que el hambre de alimento temporal no era la mayor calamidad que le podía sobrevenir. Satanás engañó a nuestros primeros padres con la lisonja de que el comer del fruto del árbol de la vida que Dios les había prohibido, les proporcionaría gran bien y los aseguraría contra la muerte, lo que era precisamente lo opuesto de lo que Dios les había declarado. ‘Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás’ (Génesis 2:17). Si Adán hubiese sido obediente, nunca hubiera conocido la necesidad, el dolor ni la muerte.”

Apocalipsis 3:17 – “Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.”

Si pensamos que huyendo al campo o guardando provisiones evitaremos pasar hambre cuando no se pueda comprar ni vender, hermanos significa que tenemos miedo a pasar hambre y pasar carencias en el tiempo de la PRUEBA. Significa que estamos queriendo HUIR de la PRUEBA. La ley dominical—la marca de la bestia es una PRUEBA FINAL, no hay cómo huir de la prueba final. Si es que queremos ser sellados con el sello de Dios hay que pasar por la prueba final. Cuando éste decreto dominical esté en vigencia, vamos a tener que escoger si pasar hambre o recibir la marca de la bestia. Vamos a tener que escoger perderlo todo o recibir la marca de la bestia. Es una PRUEBA antes de poder ser sellados. ¿Y nuestro plan en estos momentos es huir de la prueba final? ¿Piensas que te puedes esconder de Dios en el campo? Ya estamos fallando la prueba antes de que haya llegado a ser una realidad. Dios nos libre de huir desnudos para tratar de escondernos en el campo.

Génesis 3:10 – “Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.”

CS pg. (599.2) – “Un ángel que regresa de la tierra anuncia que su obra está terminada; el mundo ha sido sometido a la prueba final, y todos los que han resultado fieles a los preceptos divinos han recibido ‘el sello del Dios vivo’. Entonces Jesús dejará de interceder en el santuario celestial.”

Comentario Bíblico 7A pg. 417 – “El Señor me ha mostrado claramente que la imagen de la bestia será formada antes que termine el tiempo de gracia, porque constituirá la gran prueba para el pueblo de Dios por medio de la cual se decidirá el destino de cada uno (Apocalipsis 13:11-17). Esta es la prueba que deberán enfrentar los hijos de Dios antes de ser sellados.”

¿Dónde estarán los santos, los que han salido aprobados en el Juicio de Vivos, y que han sido sellados para siempre con el sello de Dios, luego de que Cristo deje de interceder en el Santuario Celestial para venir a la tierra?

PE pg. 282.1 – “Vi a los santos abandonar las ciudades y los pueblos y juntarse en grupos para vivir en los lugares más apartados. Los ángeles los proveían de comida y agua, mientras que los impíos sufrían hambre y sed.”

“Vi a los santos abandonar LAS CIUDADES”—en esta visión hay santos que recibieron el sello de Dios, la lluvia tardía, salieron aprobados en el Juicio de Vivos, y cuando empiezan a caer las plagas siguen en las ciudades. Es entonces que los ángeles los llevan a un lugar apartado para protegerlos y darles pan y agua. “Y los pueblos”—hay santos que también viven en los pueblos, en el campo, pero durante el hambre de las plagas NO van a vivir de su propia cosecha y de su propia siembra, pues los impíos les arrebataron todo lo que poseían. Es necesario que incluso los santos que viven en los pueblos sean dirigidos por los ángeles a un lugar seguro para protegerlos y darles su pan y agua.

PE pg. 56.1 – “El Señor me ha mostrado repetidas veces que sería contrario a la Biblia el hacer cualquier provisión para nuestras necesidades temporales durante el tiempo de angustia. Vi que si los santos guardaran alimentos almacenados o en el campo en el tiempo de angustia, cuando hubiese en la tierra guerra, hambre y pestilencia, manos violentas se los arrebatarían y extraños segarían sus campos. Será entonces tiempo en que habremos de confiar por completo en Dios, y él nos sostendrá. Vi que nuestro pan y nuestras aguas nos estarán asegurados en aquel tiempo, y no sufriremos escasez ni hambre; porque Dios puede preparar mesa para nosotros en el desierto. Si fuese necesario, mandaría cuervos para que nos alimentasen, como alimentó a Elías, o haría bajar maná del cielo, como lo hizo en favor de los israelitas.”

MSV pg. 179/3 (187.1) – “El Señor me ha mostrado que algunos de sus hijos temerán cuando vean subir el precio de los alimentos, y comprarán alimentos y los guardarán para el tiempo de angustia. Entonces, al surgir la necesidad, los vi ir en procura de su alimento y contemplarlo: Había criado gusanos, estaba lleno de insectos, y no servía.”

Si tu plan es salir al campo para tener qué comer durante el tiempo de angustia o cuando ya no se pueda comprar ni vender cuando esté en vigencia la marca de la bestia, tienes que saber que este plan no va a funcionar pues así no te sean quitadas tus provisiones por manos violentas, las encontrarás llenas de gusanos e insectos, por haber seguido tus propios caminos en lugar de los caminos del Señor. Cuando todas las fuentes de agua se conviertan en sangre no habrá cómo sembrar y cosechar nada. Y si tuvieras algo almacenado, los impíos te lo van a quitar cuando ellos tengan hambre y sed. Si te fuiste a un lugar remoto con otra gente con esa misma mentalidad equivocada, ten por seguro que esos “hermanos” son esas “manos violentas” que te lo van a quitar todo. O sino, tú mismo te convertirás en esas “manos violentas”. Y cuando ya no haya más que comer en la tierra, los impíos finalmente comerán carne humana.

CS pg. 40/2 (34.2) – “La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley. Lóbregos son los anales de la humana miseria que ha conocido la tierra a través de siglos de crímenes. Al contemplarlos, el corazón desfallece y la mente se abruma de estupor; horrendas han sido las consecuencias de haber rechazado la autoridad del cielo; pero una escena aun más sombría nos anuncian las revelaciones de lo porvenir. La historia de lo pasado, la interminable serie de alborotos, conflictos y contiendas, ‘toda la armadura del guerrero en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre (Isaías 9:5), ¿qué son y qué valen en comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de la saña satánica? Entonces el mundo verá, como nunca los vio, los resultados del gobierno de Satanás.”

CS pg. 35/2 (30.3) – “Millares murieron a consecuencia del hambre y la pestilencia. Los afectos naturales parecían haber desaparecido: los esposos se arrebataban unos a otros los alimentos; los hijos quitaban a sus ancianos padres la comida que se llevaban a la boca, y la pregunta del profeta: ‘¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante?’ (Isaías 49:15) recibió respuesta en el interior de los muros de la desgraciada ciudad, tal como la diera la Santa Escritura: ‘¡Las misericordiosas manos de las mujeres cuecen a sus mismos hijos! ¡éstos les sirven de comida en el quebranto de la hija de mi pueblo!’ (Lamentaciones 4:10).

“Una vez más se cumplía la profecía pronunciada catorce siglos antes, y que dice: ‘La mujer tierna y delicada en medio de ti, que nunca probó a asentar en tierra la planta de su pie, de pura delicadeza y ternura, su ojo será avariento para con el marido de su seno, y para con su hijo y su hija, así respecto de su niño recién nacido como respecto de sus demás hijos que hubiere parido; porque ella sola los comerá ocultamente en la falta de todo, en la premura y en la estrechez con que te estrecharán tus enemigos dentro de tus ciudades’ (Deuteronomio 28:56, 57).”

A quién debemos temer

En lugar de temer el hambre, la crisis, la prueba, al cuerno pequeño con todo su ejército y tecnología, en lugar de temer la muerte primera, más bien deberíamos temer a Aquel que tiene poder para resucitar de la muerte primera, Aquel que tiene poder de lanzar al impenitente al lago de fuego que es la muerte segunda para nunca más volver a ser.

Apocalipsis 21:8 – “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Lucas 12:4-7 – “Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. ¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.”

Salmos 34:1-10 – “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.

En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán.

Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.

Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.

Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.

Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.

El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.

Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.

Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen.

Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.”

Romanos 3:11 – “No hay quien entiendano hay quien busque a Dios.”

Por naturaleza tenemos miedo, no tenemos fe en las promesas de Dios. Por naturaleza no entendemos su Palabra, y no podemos buscar a Dios ya que por naturaleza estamos enemistados con él. Pero si reconocemos nuestra debilidad e incapacidad, seguramente huiremos al único refugio seguro que es Cristo, quien tiene todo listo y preparado para presentarse por nosotros ante el Padre y ante la Ley en el Santuario Celestial. Cristo está más que dispuesto a otorgarnos al Espíritu Santo que es el único que puede sembrar en nosotros la fe para creer en las promesas y en la Palabra de Dios, el único que puede librarnos de todos nuestros temores. Los que miren a Cristo en el Santuario Celestial serán alumbrados, y los que aprendan a depender de sus méritos y su Sacerdocio, en la hora del Juicio no serán avergonzados. Y cuando llegue la crisis final clamaremos a Cristo y el nos librará de nuestras angustias, enviará a sus santos ángeles para que nos protejan. Dichoso el hombre que confía en Cristo.

VAAn pg. 134.3 – “Elías se presentó ante Acab para denunciar su apostasía y la de Israel, e informarle acerca de los juicios de Dios. Dios entonces dirigió al profeta a un lugar seguro en las montañas, en las cercanías del arroyo de Querit, para apartarlo del poder de Jezabel. Allí honró al profeta enviándole comida de mañana y de tarde mediante un ángel del cielo. Cuando el arroyo se secó, le envió a la viuda de Sarepta, y en la casa de ésta realizó un milagro cada día para mantener alimentados al profeta y a la familia de la viuda.”

HAp pg. 123.3 – “La experiencia de Felipe, dirigido por un ángel del cielo para que fuese adonde había de encontrarse con uno que buscaba la verdad; la de Cornelio, visitado por un ángel que le llevó un mensaje de Dios; la de Pedro, que, encarcelado y condenado a muerte, fue sacado a un lugar seguro por un ángel; todos estos casos demuestran cuán íntima es la relación que existe entre el cielo y la tierra.

El relato de estas visitas angélicas debe proporcionar fuerza y valor a aquel que trabaja por Dios. Hoy día, tan ciertamente como en el tiempo de los apóstoles, los mensajeros celestiales recorren toda la anchura y longitud de la tierra, tratando de consolar a los tristes, proteger a los impenitentes, ganar los corazones de los hombres a Cristo. No podemos verlos personalmente; pero no obstante, ellos están constantemente con nosotros para dirigirnos, guiarnos y protegernos.”

MSV pg. 268/4 (278.6) – “Durante la noche pasó ante mí una escena sumamente impresionante. Parecía haber gran confusión y lucha de ejércitos. Un mensajero del Señor se paró ante mí y dijo: ‘Llama a tu familia. Yo os conduciré; seguidme’. Me llevó por un oscuro pasaje a través de un bosque; luego por un desfiladero de las montañas, y dijo: ‘Aquí estarás segura’. Había otros que habían sido llevados a aquel retiro. El mensajero celestial dijo: ‘El tiempo de prueba vendrá como ladrón en la noche, como el Señor anunció que vendría’.”

PR pg. 376.3 – “Como en los días de Sadrach, Mesach y Abed-nego, en el período final de la historia de esta tierra, el Señor obrará poderosamente en favor de aquellos que se mantengan firmemente por lo recto. El que anduvo con los notables hebreos en el horno de fuego acompañará a sus seguidores dondequiera que estén. Su presencia constante los consolará y sostendrá. En medio del tiempo de angustia cual nunca hubo desde que fue nación, sus escogidos permanecerán inconmovibles. Satanás, con toda la hueste del mal, no puede destruir al más débil de los santos de Dios. Los protegerán ángeles excelsos en fortaleza, y Jehová se revelará en su favor como ‘Dios de dioses’, que puede salvar hasta lo sumo a los que ponen su confianza en él.”

PP pg. 261/3 (231.4) – “En el tiempo de la angustia que vendrá inmediatamente antes de la venida de Cristo, los justos serán resguardados por el ministerio de los santos ángeles; pero no habrá seguridad para el transgresor de la ley de Dios. Los ángeles no podrán entonces proteger a los que estén menospreciando uno de los preceptos divinos.”

“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad al que hizo el cielo, y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7).

Varias clases de terrenos

“Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.” (Marcos 4:3-8)

En la parábola del sembrador, nuestro Señor Jesús describe las diferentes clases de terreno donde el Sembrador Celestial trata de sembrar la buena semilla. Estos terrenos representan a los seres humanos, y la buena semilla representa en primer lugar la Palabra de Dios y en otro aspecto representa también los dones sobrenaturales de Gálatas 5:22-23.

El terreno junto al camino

El terreno junto al camino representa al corazón de un oyente desatento, que está absorto en los propósitos egoístas, en las cosas de este mundo, en los placeres, diversiones, complacencias pecaminosas, y todo tipo de pecado abierto o acariciado.

PVGM 25.3 – “La semilla sembrada a la vera del camino representa la palabra de Dios cuando cae en el corazón de un oyente desatento. Semejante al camino muy trillado, pisoteado por los pies de los hombres y las bestias, es el corazón que llega a transformarse en un camino para el tránsito del mundo, sus placeres y pecados. Absorta en propósitos egoístas y pecaminosas complacencias, el alma está endurecida ‘con engaño de pecado’ (Hebreos 3:13). Las facultades espirituales se paralizan. Los hombres oyen la palabra, pero no la entienden. No disciernen que se aplica a ellos mismos. No se dan cuenta de sus necesidades y peligros. No perciben el amor de Cristo, y pasan por alto el mensaje de su gracia como si fuera algo que no les concerniese.”

Esta clase de personas leen la Palabra “pero no la entienden” porque están absortos en las cosas de este mundo que ocupan un lugar más importante que las cosas espirituales, y porque abrigan “pecaminosas complacencias” en su corazón de piedra irregenerado.

“Y vinieron las aves del cielo y las comieron”—Satanás y sus malos ángeles están listos para hacer cualquier cosa para que la Palabra de Dios no tenga efecto en el corazón humano, el hombre permanezca como profeso seguidor de Cristo, y para que nunca llegue a ser un verdadero discípulo de Cristo.

PVGM pg. 26.1 – “Como los pájaros están listos para sacar la semilla de junto al camino, Satanás está listo para quitar del alma las semillas de verdad divina. El teme que la Palabra de Dios despierte al descuidado y produzca efecto en el corazón endurecido. Satanás y sus ángeles se encuentran en las reuniones donde se predica el Evangelio. Mientras los ángeles del cielo tratan de impresionar los corazones con la Palabra de Dios, el enemigo está alerta para hacer que no surta efecto. Con un fervor solamente igualable a su malicia, trata de desbaratar la obra del Espíritu de Dios. Mientras Cristo está atrayendo al alma por su amor, Satanás trata de desviar la atención del que es inducido a buscar al Salvador. Ocupa la mente con planes mundanos. Excita la crítica, o insinúa la duda y la incredulidad. La forma en que el orador escoge su lenguaje o sus maneras pueden no agradar a los oyentes, y se espacian en estos defectos. Así la verdad que ellos necesitan y que Dios les ha enviado misericordiosamente, no produce ninguna impresión duradera.”

Cuando a los padres de familia se les presenta la Amonestación del Testigo Fiel y estos manifiestan su crítica, duda, e incredulidad delante de sus hijos, están haciendo el mismo trabajo de los pájaros que vienen a arrebatar la semilla que cayó a lado del camino—están comportándose como agentes de Satanás. Luego se sorprenden que en sus hijos se manifieste la incredulidad natural y la falta de interés por las Escrituras, cuando fueron los mismos padres que alimentaron esa actitud en sus propios hijos. Los padres ejercen una influencia poderosa en los hijos, y todos rendiremos cuentas por los efectos de nuestra influencia.

PVGM pg. 27.1 – “Así, en los hogares de los profesos cristianos se inculca a muchos jóvenes la incredulidad. Y los padres se preguntan por qué sus hijos tienen tan poco interés en el Evangelio, y se hallan tan listos para dudar de las verdades bíblicas. Se admiran de que sea tan difícil alcanzarlos con las influencias morales y religiosas. No ven que su propio ejemplo ha endurecido el corazón de sus hijos. La buena semilla no encuentra lugar para arraigarse, y Satanás la arrebata.”

El terreno pedregoso

El terreno pedregoso representa a los seres humanos que desean y aspiran llegar a ser verdaderos cristianos, pero su yo, su justicia propia, y su alta estima propia se convierten en sus grandes obstáculos que ahogan sus aspiraciones espirituales. Su YO se ofende ante la Amonestación del Testigo Fiel, y lo defienden bajo cualquier circunstancia, pues todavía no han considerado la excesiva pecaminosidad del pecado. Piensan que pecado es únicamente el acto consumado, y no quieren aceptar que la Ley condena las intenciones, inclinaciones y hasta el estado de ser. No consideran que tener odio, celos, y envidia es pecado. Entonces sienten odio por quienes les tratan de mostrar la excesiva pecaminosidad de su corazón incircunciso, de su naturaleza contaminada por el pecado desde que fueron engendrados, y para ellos este odio y esta rabia no es pecado.

La semilla sembrada en este terreno pedregoso encuentra poca profundidad de tierra. Esa capa delgada de tierra representa los buenos deseos y aspiraciones delgados que tienen este tipo de personas. Como no se consideran pecadores no tienen necesidad de la justicia perfecta de Cristo, ni de su sangre, y peor tienen necesidad alguna de ser regenerados por el Consolador. Confían en sus propios esfuerzos, su justicia propia, sus propias obras, y no entienden que esas justicias son trapos de inmundicia porque son fruto de la carne—de un corazón egoísta, en lugar de un corazón regenerado. Creen que pueden alcanzar una perfección en sí mismos para poder pasar el Juicio, y como Caín, desean que Dios los mire directamente a ellos para aceptarlos y declararlos justos en sí mismos. Dan rienda suelta al farisaísmo, a la salvación por obras, y miran a las demás personas que no comparten sus creencias legalistas como perdidos: “te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano” (Lucas 18:11).

PVGM pg. 27.3 – “La semilla sembrada en lugares pedregosos encuentra poca profundidad de tierra. La planta brota rápidamente, pero la raíz no puede penetrar en la roca para encontrar el alimento que sostenga su crecimiento, y pronto muere. Muchos que profesan ser religiosos son oidores pedregosos. Así como la roca yace bajo la capa de tierra, el egoísmo del corazón natural yace debajo del terreno de sus buenos deseos y aspiraciones. No subyugan el amor propio. No han visto la excesiva pecaminosidad del pecado, y su corazón no se ha humillado por el sentimiento de su culpa. Esta clase puede ser fácilmente convencida, y parecen ser conversos inteligentes, pero tienen sólo una religión superficial.”

Si este tipo de personas no cambian su proceder y aceptan su incapacidad natural para amar y obedecer la santa Ley de Dios, se llevarán un terrible chasco en la crisis final, como le aconteció a Pedro.

Antes de que llegara la crisis de los apóstoles, Cristo quiso advertirles de su incapacidad para amar (Mateo 26:31). Pedro creía que amaba a Cristo, y que incluso lo amaba aún más que el resto de los discípulos (Mateo 26:33). Cristo trató de darle la Amonestación del Testigo Fiel (Mateo 26:34). Pero Pedro no aceptó que su corazón natural odiaba a Cristo (Mateo 26:35). Cuando llegó la crisis, lo que sucedió es que en la crisis siempre se revela el carácter. Y como Pedro no había aceptado su incapacidad para amar, como no tuvo necesidad de nacer de nuevo, entonces el Espíritu Santo nunca tuvo oportunidad de implantar Gálatas 5:22-23 en Pedro. Entonces, Pedro hizo frente a la crisis sólo con sus propios esfuerzos, únicamente con su corazón incircunciso y su naturaleza pecaminosa. Por ello, Pedro negó tres veces a Cristo, con juramentos, y malas palabras (Mateo 26:69-75). Gracias a la misericordia de Cristo, Pedro fue perdonado y restaurado. Pero Cristo volvió a probarle para ver si había aceptado su incapacidad para amar, preguntándole si le amaba tres veces, así como Pedro le negó tres veces (Juan 21:15-17).

Nosotros nos estamos acercando rápidamente a la madre de todas las crisis: la crisis final. Dios quiera que antes de la crisis final cedamos a la influencia del Espíritu Santo y aceptemos la Amonestación del Testigo Fiel en todas sus profundidades. Ya que después de la crisis final no habrá más oportunidad para ser perdonados y regenerados como lo fue Pedro.

Apocalipsis 3:18-19 – “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”

El terreno espinoso

El terreno espinoso representa al ser humano que no desea renunciar a sus defectos de carácter y malos hábitos, por lo tanto la semilla se ahoga y se pierde en este tipo de terreno. En este sentido, las “espinas” representan aquellas malas semillas—los atributos de Satanás—que fueron sembrados por el Enemigo en la naturaleza humana en ocasión de la caída en el pecado: los celos, la envidia, el deseo de supremacía y poder, el odio. En resumen: Gálatas 5:19-21, Romanos 1:29-31.

PVGM pg. 31.1 – “La gracia puede prosperar únicamente en el corazón que constantemente está preparándose para recibir las preciosas semillas de verdad. Las espinas del pecado crecen en cualquier terreno; no necesitan cultivo; pero la gracia debe ser cuidadosamente cultivada. Las espinas y las zarzas siempre están listas para surgir, y de continuo debe avanzar la obra de purificación. Si el corazón no está bajo el dominio de Dios, si el Espíritu Santo no obra incesantemente para refinar y ennoblecer el carácter, los viejos hábitos se revelarán en la vida. Los hombres pueden profesar creer el Evangelio; pero a menos que sean santificados por el Evangelio, su profesión no tiene valor. Si no ganan la victoria sobre el pecado, el pecado la obtendrá sobre ellos. Las espinas que han sido cortadas pero no desarraigadas crecen con presteza, hasta que el alma queda ahogada por ellas.”

Cuando uno sale al campo y trabaja preparando el terreno para sembrar alguna planta o árbol, luego de hacer la siembra se da cuenta que empieza nuevamente a salir la mala hierba, y uno necesita tratar de arrancarla desde la raíz para que deje de crecer y quitar los nutrientes a la buena semilla que uno ha sembrado. Igualmente en la ciudad si uno tiene un patio o incluso basta tener macetas donde uno trata de plantar flores, para darse cuenta que con el tiempo empiezan a brotar malas hierbas de la nada. Estas espinas y zarzas “siempre están listas para surgir”, no necesitan ser sembradas por el hombre porque ya están en la tierra misma, en el abono, o incluso llegan por el aire como semillas de otros arbustos silvestres que están en algún terreno cercano. Asimismo ocurre con los atributos de Satanás en el carácter humano, “no necesitan cultivo” pues existen inherentemente en la naturaleza humana. El hombre nace pecador, nace con una inclinación al mal, nace con estos atributos de Satanás, y va a depender de las circunstancias en que se cría el hombre para que varios de estos atributos satánicos se vayan desarrollando o no. Un padre o una madre que cree que sus hijos nacieron santos, difícilmente va a luchar contra la mala hierba a medida que vaya creciendo y desarrollándose en sus hijos.

Marcos 4:19 – “Pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”

El terreno espinoso también representa a las personas a quienes los “afanes de este siglo” tienen más peso que la Palabra de Dios. Por un lado, existe una clase de personas que vive con el temor de pasar hambre y necesidad, mientras que en el otro extremo existe la clase de personas que tienen muchos recursos pero les sobreviene el temor de perder sus muchas riquezas. El temor y falta de confianza en Dios es otra “espina”—atributo de Satanás—que fue implantado por el Enemigo en ocasión de la caída del primer Adán.

Génesis 3:10 – “Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.”

PVGM pg. 31.3 – “‘Los cuidados de este siglo’. Ninguna clase de personas está libre de la tentación de los cuidados del mundo. El trabajo penoso, la privación y el temor de la necesidad le acarrean al pobre perplejidades y cargas. Al rico le sobreviene el temor de la pérdida y una multitud de congojas. Muchos de los que siguen a Cristo olvidan la lección que él nos ha invitado a aprender de las flores del campo. No confían en su cuidado constante. Cristo no puede llevar sus cargas porque ellos no las echan sobre él. Por lo tanto, los cuidados de la vida, que deberían inducirlos a ir al Salvador para obtener ayuda y alivio, los separan de él.”

Otra espina o atributo de Satanás inherente en la naturaleza humana caída es la mundanalidad. El dios Mamón es un ídolo que debe ser subyugado por el Espíritu Santo, de lo contrario el ser humano por naturaleza dedicará todo su tiempo a adquirir cosas materiales  para satisfacer su mundanalidad. La mundanalidad es un ídolo que nunca se sacia. No importa cuantas riquezas adquieran los hombres, siempre van a ansiar más y más. El terreno espinoso representa también a aquellas personas cuyo deseo de seguir comprando y adquiriendo bienes ahoga la Palabra de Dios y nunca llegan a ser verdaderos discípulos de Cristo, pues nadie puede servir a dos señores—o servimos a Cristo o servimos a Mamón.

Mateo 6:24 – “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

PVGM pg. 32.1 – “Muchos que podrían ser fructíferos en el servicio de Dios se dedican a adquirir riquezas. La totalidad de su energía es absorbida en las empresas comerciales, y se sienten obligados a descuidar las cosas de naturaleza espiritual. Así se separan de Dios. En las Escrituras se nos ordena que no seamos perezosos en los quehaceres (Romanos 12:11). Hemos de trabajar para poder dar al que necesita. Los cristianos deben trabajar, deben ocuparse en los negocios, y pueden hacerlo sin pecar. Pero muchos llegan a estar tan absortos en los negocios, que no tienen tiempo para orar, para estudiar la Biblia, para buscar y servir a Dios. A veces su alma anhela la santidad y el cielo; pero no tienen tiempo para apartarse del ruido del mundo a fin de escuchar el lenguaje del Espíritu de Dios, que habla con majestad y con autoridad. Las cosas de la eternidad se convierten en secundarias y las cosas del mundo en supremas. Es imposible que la simiente de la palabra produzca fruto; pues la vida del alma se emplea en alimentar las espinas de la mundanalidad.”

La espina de la mundanalidad también produce un “engaño”, pues nuestro corazón ya es por naturaleza “engañoso y perverso más que todas las cosas” (Jeremías 17:9). El corazón engañoso y mundano cree que todas sus riquezas y posesiones fueron adquiridas “con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad” (Daniel 4:3). Y así, en lugar de que sus dones puedan servir de bendición para sus semejantes, se convierten en maldición para el que las posee, pues pierden el sentido de su dependencia de Dios, de su obligación a Dios—“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5), y de su obligación con respecto a sus semejantes—“amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). Las riquezas utilizadas de manera egoísta sólo sirven para continuar desarrollando todos los atributos de Satanás, y empleados de esta manera sólo pueden llevar a la destrucción eterna.

Deuteronomio 8:17-18 – “Y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.”

PVGM pg. 32.3 – “‘El engaño de las riquezas’. El amor a las riquezas tiene el poder de infatuar y engañar. Demasiado a menudo aquellos que poseen tesoros mundanales se olvidan de que es Dios el que les ha dado el poder de adquirir riquezas. Dicen: ‘Mi poder y la fortaleza de mi mano me han traído esta riqueza’ (Deuteronomio 8:17). Su riqueza, en vez de despertar la gratitud hacia Dios, los induce a la exaltación propia. Pierden el sentido de su dependencia de Dios y su obligación con respecto a sus semejantes. En vez de considerar las riquezas como un talento que ha de ser empleado para la gloria de Dios y la elevación de la humanidad, las miran como un medio de servirse a sí mismos. En vez de desarrollar en el hombre los atributos de Dios, las riquezas así usadas desarrollan en él los atributos de Satanás. La simiente de la palabra es ahogada por las espinas.”

El terreno entre espinas también representa a aquellas personas en quienes la Palabra de Dios no tiene efecto alguno pues se dejan llevar por los placeres de la vida provenientes de Satanás. Puede que algunas de estas diversiones no sean pecaminosas en sí mismas, pero el problema ocurre cuando concedemos a cualquier cosa el primer lugar en vez del reino de Dios, y hacemos de estas diversiones nuestro ídolo.

Lucas 8:14 – “La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.”

PVGM pg. 33.1 – “‘Y los pasatiempos de la vida’. Hay peligro en las diversiones que persiguen únicamente la complacencia propia. Todos los hábitos de complacencia que debilitan las facultades físicas, que anublan la mente o entorpecen las percepciones espirituales, son ‘deseos carnales que batallan contra el alma’ (1 Pedro 2:11).”

“‘Y las codicias que hay en las otras cosas’. Estas no son necesariamente cosas pecaminosas en sí mismas, sino algo a lo cual se le concede el primer lugar en vez del reino de Dios. Todo lo que desvía la mente de Dios, todo lo que aparta los afectos de Cristo, es un enemigo del alma.”

PVGM pg. 36.1 – “Los cuidados, las riquezas, los placeres, todos son usados por Satanás en el juego de la vida para conquistar el alma humana. Se nos da la amonestación: ‘No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo’ (1 Juan 2:15, 16). Aquel que lee el corazón de los hombres como un libro abierto dice: ‘Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida’ (Lucas 21:34). Y el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, escribe: ‘Los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden a los hombres en perdición y muerte. Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores’ (1 Timoteo 6:9, 10).”

De igual manera, al dar rienda suelta a los deseos carnales, se debilitan las energías necesarias para poder comprender la Palabra de Dios. Aun en el matrimonio, al dar rienda suelta a estos excesos carnales, se pervierten las facultades necesarias para poder tener un discernimiento espiritual adecuado. El ser humano que da rienda suelta a sus pasiones carnales, está también representado por el terreno espinoso.

1JT pg. 264.1 – “Muchos padres no obtienen el conocimiento que debieran tener en la vida matrimonial. No se cuidan de manera que Satanás no les saque ventaja ni domine su mente y su vida. No ven que Dios requiere de ellos que se guarden de todo exceso en su vida matrimonial. Pero, muy pocos consideran que es un deber religioso gobernar sus pasiones. Se han unido en matrimonio con el objeto de su elección, y por lo tanto, razonan que el matrimonio santifica la satisfacción de las pasiones más bajas. Aun hombres y mujeres que profesan piedad, dan rienda suelta a sus pasiones concupiscentes, y no piensan que Dios los tiene por responsables del desgaste de la energía vital que debilita su resistencia y enerva todo el organismo.”

1JT pg. 266.2 – “Ningún hombre puede amar de veras a su esposa cuando ella se somete pacientemente a ser su esclava para satisfacer sus pasiones depravadas. En su sumisión pasiva, ella pierde el valor que una vez él le atribuyó. La ve envilecida y rebajada, y pronto sospecha que se sometería con igual humildad a ser degradada por otro que no sea él mismo. Duda de su constancia y pureza, se cansa de ella y busca nuevos objetos que despierten e intensifiquen sus pasiones infernales. No tiene consideración con la ley de Dios. Estos hombres son peores que los brutos; son demonios con forma humana. No conocen los principios elevadores y ennoblecedores del amor verdadero y santificado. La esposa también llega a sentir celos del esposo. y sospecha que, si tuviese oportunidad, dirigiría sus atenciones a otra persona con tanta facilidad como a ella. Ella ve que no se rige por la conciencia ni el temor de Dios; todas estas barreras santificadas son derribadas por las pasiones concupiscentes; todas las cualidades del esposo que le asemejarían a Dios son sujetas a la concupiscencia brutal y vil.”

HC pg. 109.1 – “Satanás procura rebajar la norma de pureza y debilitar el dominio propio de los que contraen matrimonio, porque sabe que mientras las pasiones más bajas se intensifican las facultades morales se debilitan, y no necesita él preocuparse por el crecimiento espiritual de ellos. Sabe también que de ningún otro modo puede él estampar su propia imagen odiosa en la posteridad de ellos, y que le resulta así aun más fácil amoldar el carácter de los hijos que el de los padres.”

No sólo los profesionales o adultos corren el peligro de quedarse como terreno espinoso. También los jóvenes que ponen por encima los títulos académicos, a los cuales dedican todas sus energías, tiempo y dinero, corren el peligro de quedarse como terrenos espinosos. Es un terrible error dedicar todo nuestro tiempo a estudiar las cosas de este mundo y dejar de lado el estudio de la ciencia más importante en esta vida, la única ciencia que puede abrir las puertas del cielo—la ciencia del plan de redención.

PVGM pg. 80.2 – “Un estudiante puede cursar todos los grados de las escuelas y colegios de nuestra época. Puede dedicar todas sus facultades a adquirir conocimiento. Pero a menos que tenga un conocimiento de Dios, a menos que obedezca las leyes que gobiernan su ser, se destruirá a sí mismo. Por hábitos erróneos pierde la facultad de valorarse. Pierde el dominio propio. No puede razonar correctamente acerca de los asuntos que más íntimamente le conciernen. Es descuidado e irracional en la forma de tratar su mente y su cuerpo. Por hábitos erróneos, se arruina. No puede obtener la felicidad; pues su descuido en el cultivo de los principios puros y sanos lo coloca bajo el dominio de los hábitos que destruyen su paz. Sus años de estudio abrumador se pierden, porque se ha destruido a sí mismo. Ha empleado mal sus facultades físicas y mentales, y el templo de su cuerpo se halla en ruinas. Está arruinado para esta vida y para la venidera. Pensó obtener un tesoro adquiriendo conocimiento y sabiduría terrenales; pero por dejar a un lado la Biblia sacrificó un tesoro que vale más que cualquier otra cosa.”

El buen terreno

El ser humano representado por la buena tierra no se trata de un ser humano bueno por naturaleza, no es un hombre que “ha nacido bueno”, no es un terreno cuya naturaleza caída es diferente al terreno a lado del camino, pedregoso o espinoso, ya que es descendiente de ese mismo Adán que se convirtió en un terreno inculto lleno de los atributos de Satanás. Lo que convierte a este ser humano en “buena tierra” es que, a diferencia de los otros terrenos, este terreno tiene convicción de pecado—se reconoce a sí mismo como un terreno inculto lleno de plantas venenosas. La “buena tierra” es la persona que desea conocer la Palabra de Dios para obedecerla, pues no desea quedarse como mero oidor de la Palabra, sino que desea convertirse en hacedor de la Palabra.

PVGM 38.2 – “El ‘corazón bueno y recto’ mencionado en la parábola, no es un corazón sin pecado; pues se predica el Evangelio a los perdidos. Cristo dijo: ‘No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores’ (Marcos 2:17). Tiene corazón recto el que se rinde a la convicción del Espíritu Santo. Confiesa su pecado, y siente su necesidad de la misericordia y el amor de Dios. Tiene el deseo sincero de conocer la verdad para obedecerla. El ‘corazón bueno’ es el que cree y tiene fe en la palabra de Dios. Sin fe es imposible recibir la palabra. ‘El que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan’ (Hebreos 11:6).”

El hombre representado por la buena tierra “cree y tiene fe en la palabra de Dios”—pero no sólo cree y tiene fe en las hermosas promesas de Dios, sino que también cree lo que la Palabra de Dios dice en sus amonestaciones acerca de nuestra condición caída: “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros” (Juan 5:42); “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9); “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5); “Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Salmos 58:3); “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17).

El creyente representado por el buen terreno lee la Biblia de carácter personal e individual, como si todas las amonestaciones, consejos y reprensiones fueran para él sólo y nadie más. Este creyente recibe la Palabra como la voz de Dios que le habla de manera personal e individual. Fácil es ver cómo las amonestaciones se aplican a otras personas que nos rodean, pero que difícil es ver con nuestra mente entenebrecida de cuántas maneras las amonestaciones en la Palabra se aplican a nosotros mismos. Sólo el Espíritu Santo puede darnos ese colirio que necesitamos para poder vernos a nosotros mismos como Dios nos ve, en base a los profundos requerimientos de su santa Ley (Apocalipsis 3:18).

PVGM pg. 39.2 – “El oyente que se asemeja al buen terreno, recibe la palabra, ‘no como palabra de hombres, sino según lo es verdaderamente, la palabra de Dios’ (1 Tesalonicenses 2:13). Sólo es un verdadero estudiante el que recibe las Escrituras como la voz de Dios que le habla. Tiembla ante la Palabra; porque para él es una viviente realidad. Abre su entendimiento y corazón para recibirla. Oyentes tales eran Cornelio y sus amigos, que dijeron al apóstol Pedro: ‘Ahora pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado’ (Hechos 10:33).”

PVGM pg. 39.4 – “Los oyentes que son comparables a un buen terreno, habiendo oído la palabra, la guardan. Satanás con todos sus agentes del mal no puede arrebatársela.

No es suficiente sólo oír o leer la Palabra; el que desea sacar provecho de las Escrituras, debe meditar acerca de la verdad que le ha sido presentada. Por medio de ferviente atención y del pensar impregnado de oración debe aprender el significado de las palabras de verdad, y debe beber profundamente del espíritu de los oráculos santos.”

Cristo como Hombre, la verdadera buena tierra en sí mismo

Marcos 4:26-29 – “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.”

Marcos 4:26-29 es una Ley que nuestro Creador ha establecido para la tierra, pero también para el ser humano. Cristo como Hombre es el único humano que cumplió con esta Ley de manera perfecta; así como también es el único ser humano que cumplió con la Ley Moral de manera perfecta y perpetua, no porque él lo necesitaba, sino que se humilló a sí mismo colocándose bajo la Ley para poder proveer una justicia perfecta y perpetua que nos permita salir de nuestra posición legal de rechazados y poder ser justificados por fe en virtud de su obediencia perfecta y perpetua—la verdadera ofrenda.

Gálatas 4:4-5 – “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.”

Romanos 8:7 – “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.”

Filipenses 2:8 – “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

PVGM pg. 59.2 – “El mundo material se halla bajo el dominio de Dios. Las leyes de la naturaleza son obedecidas por la naturaleza. Todo expresa y obra la voluntad del Creador. La nube y la luz del sol, el rocío y la lluvia, el viento y la tormenta, todo se halla bajo la vigilancia divina, y rinde implícita obediencia a su mandato. Es en obediencia a la ley de Dios como el tallo del grano sube a través de la tierra, ‘primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga’ (Marcos 4:28). El Señor desarrolla estas etapas a su debido tiempo porque no se oponen a su obra. ¿Y será posible que el hombre, hecho a la imagen de Dios, dotado del raciocinio y del habla, sea el único que no aprecie sus dones y desobedezca su voluntad? ¿Serán los seres racionales los únicos que causen confusión en nuestro mundo?”

Venido el cumplimiento del tiempo, la naturaleza humana de Cristo fue engendrada en el vientre de María por Dios Espíritu Santo. Esta es la SEMILLA de Marcos 4:26. El Espíritu Santo fue capaz de hacer esto porque no es una “energía activa” que se “desprende” de Dios Padre, sino que es una persona distinta, es un DIOS CREADOR que así como es capaz de CREAR en nosotros Gálatas 5:22-23, fue capaz de crear la naturaleza humana de Cristo en el vientre de María.

Mateo 1:20 – “Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.”

¿Por qué la naturaleza humana de Cristo NO podía ser engendrada a partir de los cromosomas de José y de María?

La naturaleza humana de Cristo no podía ser engendrada a partir de José y María como cualquier otro ser humano descendiente del primer Adán, porque entonces Cristo hubiese nacido con mancha de pecado, sin capacidad de amar, con los atributos de Satanás (Gálatas 5:19-21; Romanos 1:29-31), con una inclinación al mal exactamente igual a la nuestra, y entonces no hubiese podido dar satisfacción a la demanda de 1 Pedro 1:15-16 ni de Romanos 2:13; hubiese estado en la misma posición que nosotros: rechazado, bajo condenación, y separado de Dios, y él también hubiese necesitado un Sustituto en la vida, un Garante y Sustituto en la muerte, y un Mediador. En otras palabras, su venida a la tierra como Hombre hubiera sido inútil y en vano. No hubiese podido ser llamado el “segundo Adán”, el “nuevo Representante” de la raza humana, no hubiese podido ser llamado el “Hijo de Dios” sino que, como nosotros, sería “hijo del diablo” (Juan 8:44).

De igual manera, es completamente ilógico pensar que el Espíritu Santo engendró la naturaleza humana de Cristo exactamente igual a la nuestra, contaminada de pecado y con inclinación al mal, porque Dios NO es el autor del pecado. Y si Cristo hubiese podido llegar a ser una “ofrenda perfecta” con una naturaleza exactamente igual y corruptible como la nuestra, entonces Dios hubiese dejado que simplemente fuese engendrado a partir de los cromosomas de José pecador y María pecadora. Pero esto NO fue así porque la Ley CONDENA nuestro estado de ser, CONDENA nuestra naturaleza con mancha de pecado, y un ser humano que tiene mancha de pecado NO puede alcanzar un estado de ACEPTACION ante la Ley en sí mismo—necesita de un SUSTITUTO.

Lucas 1:35 es una prueba contundente de que la Ley condena nuestro estado de ser, ya que la humanidad de Cristo tenía que ser engendrada de tal manera que NO estuviese bajo condenación, que no tuviese nada que la Ley pudiera condenar. Y todos los patriarcas y profetas tenían claro que el Redentor del mundo vendría con una naturaleza diferente a la nuestra, sin mancha de pecado, y que tendría que ser engendrado por Dios mismo sin pecado:

Isaías 7:14 – “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”

Los patriarcas y profetas tenían bien claro que el Mesías nacería de una virgen, pues tenían claro que no podía ser engendrado a partir de nuestra misma naturaleza corrupta y depravada. Cristo como Hombre cargó sobre sí la DEGENERACION de la raza humana, y por eso vino con la misma estatura de los hombres de su tiempo, con la misma longevidad, se cansaba, tenía hambre y sed como cualquier otro hombre de su época, pues la Ley NO condena la degeneración. Pero como la Ley SI condena la DEPRAVACION de la naturaleza humana, entonces su naturaleza humana tenía que estar libre de depravación. Cristo no vino con la misma exacta naturaleza del primer Adán, pues de ser así tendría que haber venido a la tierra libre de degeneración y hubiese sido un gigante de más de 4 metros de altura, con formas simétricas perfectas y un vigor mental y físico muy superior a los hombres de su tiempo. Si hubiese venido así a la tierra, todos los hombres lo hubiesen alabado y recibido como Mesías, pues los seres humanos nos dejamos llevar por la belleza exterior. Pero la verdadera belleza de Cristo tenía que ser su belleza interior: Gálatas 5:22-23 y Hebreos 8:10.

Isaías 53:2 – “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.”

Sin embargo, Cristo TAMPOCO vino a la tierra con la misma exacta naturaleza de nosotros descendientes de Adán caído en pecado, pues entonces hubiese sido un pecador por naturaleza como lo somos nosotros. Su naturaleza humana estaba libre de nuestra depravación y degradación, pero tenía el pasivo de la degeneración.

1MS pg. 313.1 – “Cristo no estuvo en una situación tan favorable para resistir las tentaciones de Satanás en el desolado desierto, como lo estuvo Adán cuando fue tentado en el Edén. El Hijo de Dios se humilló y tomó la naturaleza del hombre después de que la raza humana ya hacía cuatro mil años que se había apartado del Edén y de su estado original de pureza y rectitud. Durante siglos, el pecado había estado dejando sus terribles marcas sobre la raza humana, y la degeneración física, mental y moral prevalecía en toda la familia humana.”

3MS pg. 147.2 – “Cristo no poseía la misma deslealtad pecaminosa, corrupta y caída que nosotros poseemos, pues entonces él no podría haber sido una ofrenda perfecta.”

Lucas 1:35 – “Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.”

La naturaleza humana de Cristo fue engendrada SANTA, sin mancha de pecado, para dar satisfacción a la demanda de 1 Pedro 1:15-16. Así como estaba escrito que su naturaleza humana sería SANTA sin mancha (Isaías 7:14), también estaba escrito que su naturaleza humana tendría la Ley escrita en su mente y corazón (Salmos 40:8; Hebreos 8:10), y tendría capacidad para amar—los dones sobrenaturales de Gálatas 5:22-23:

Salmos 40:8 – “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.”

Cristo vino a la tierra como Hombre, libre de la mala semilla—libre de los atributos de Satanás (Gálatas 5:19-21; Romanos 1:29-31), con la buena semilla—los atributos de Dios (Gálatas 5:22-23), por lo tanto Cristo como Hombre era una buena tierra en sí mismo.

Isaías 11:1-2 – “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.”

Esa buena semilla de Lucas 1:35, eventualmente brotó (Lucas 2:1-7), se convirtió en buena hierba (Lucas 2:40), luego en buena espiga (Lucas 2:52), y finalmente llegó a ser un perfecto grano lleno en la espiga.

DTG pg. 204.3 – “¿Quién es este Jesús? preguntaron. El que se había arrogado la gloria del Mesías era el hijo de un carpintero, y había trabajado en su oficio con su padre José. Le habían visto subiendo y bajando trabajosamente por las colinas; conocían a sus hermanos y hermanas, su vida y sus ocupaciones. Le habían visto convertirse de niño en adolescente, y de adolescente en hombre. Aunque su vida había sido intachable, no querían creer que fuese el Prometido.”

ED pg. 57/4 (106.3) – “El desarrollo gradual de la planta a partir de la semilla, es una ilustración de la educación del niño. ‘Primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga’ (Marcos 4:28). El que dio esta parábola, creó la semillita, le dio sus propiedades vitales y dictó las leyes que rigen su crecimiento. Y las verdades enseñadas por la parábola fueron hechas una realidad en su propia vida. El, la Majestad del cielo, el Rey de gloria, se hizo criatura en Belén, y representó por un tiempo a la infancia impotente que depende del cuidado materno. En su niñez habló y se condujo como niño, honró a sus padres, y realizó sus deseos en forma útil. Pero a partir del primer destello de inteligencia, fue creciendo constantemente en gracia y en conocimiento de la verdad.”

PVGM pg. 60.4 – “Hay ‘primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga’. Aquel que dio esta parábola creó la semillita, le dio sus propiedades vitales, y ordenó las leyes que rigen su crecimiento. Y las verdades que enseña la parábola se convirtieron en una viviente realidad en la vida de Cristo. Tanto en su naturaleza física como en la espiritual él siguió el orden divino del crecimiento ilustrado por la planta, así como desea que todos los jóvenes lo hagan. Aunque era la Majestad del cielo, el Rey de la gloria, nació como un niño en Belén, y durante un tiempo representó a la infancia desvalida mientras su madre lo cuidaba. En la niñez hizo las obras de un niño obediente. Habló y actuó con la sabiduría de un niño y no con la de un hombre, honrando a sus padres y cumpliendo sus deseos en formas útiles, de acuerdo con la capacidad de un niño. Pero en cada etapa de su desarrollo era perfecto, con la sencilla y natural gracia de una vida exenta de pecado. El registro sagrado dice de su niñez: ‘El niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría, y la gracia de Dios era sobre él’. Y de su juventud se registra: ‘Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres’ (Lucas 2:40, 52).”

¿Cuáles fueron los libros de texto para la educación de Cristo como Hombre?

Juan 7:15-16 – “Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado? Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.”

Cristo no fue educado en los centros de teología de su tiempo, donde se enseñaba el error en lugar de la verdad. Tampoco fue educado en otro tipo de centros educativos. Su madre fue su primera maestra, y su primer libro de texto fueron las Sagradas Escrituras. Su segundo libro de texto fue la naturaleza y Dios mismo, su Padre Celestial, fue también su Maestro. Cristo como Hombre cumplió con el modelo educativo que él mismo como Dios había instituido en el Edén.

DTG pg. 50.2 – “El niño Jesús no recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas. Su madre fue su primera maestra humana. De labios de ella y de los rollos de los profetas, aprendió las cosas celestiales. Las mismas palabras que él había hablado a Israel por medio de Moisés, le fueron enseñadas sobre las rodillas de su madre. Y al pasar de la niñez a la adolescencia, no frecuentó las escuelas de los rabinos. No necesitaba la instrucción que podía obtenerse de tales fuentes, porque Dios era su instructor.

“La pregunta hecha durante el ministerio del Salvador: ‘¿Cómo sabe éste letras, no habiendo aprendido?’ (Juan 7:15) no indica que Jesús no sabía leer, sino meramente que no había recibido una educación rabínica. Puesto que él adquirió saber como nosotros podemos adquirirlo, su conocimiento íntimo de las Escrituras nos demuestra cuán diligentemente dedicó sus primeros años al estudio de la Palabra de Dios. Delante de él se extendía la gran biblioteca de las obras de Dios. El que había hecho todas las cosas, estudió las lecciones que su propia mano había escrito en la tierra, el mar y el cielo. Apartado de los caminos profanos del mundo, adquiría conocimiento científico de la naturaleza. Estudiaba la vida de las plantas, los animales y los hombres. Desde sus más tiernos años, fue dominado por un propósito: vivió para beneficiar a otros. Para ello, hallaba recursos en la naturaleza; al estudiar la vida de las plantas y de los animales concebía nuevas ideas de los medios y modos de realizarlo. Continuamente trataba de sacar de las cosas que veía ilustraciones con las cuales presentar los vivos oráculos de Dios. Las parábolas mediante las cuales, durante su ministerio, le gustaba enseñar sus lecciones de verdad, demuestran cuán abierto estaba su espíritu a la influencia de la naturaleza, y cómo había obtenido enseñanzas espirituales de las cosas que le rodeaban en la vida diaria.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 235/2/1 – “No es correcto decir, como muchos escritores han dicho, que Cristo era como todos los niños. No era como todos los niños. Muchos niños son descarriados y conducidos mal. Pero José, y especialmente María, mantuvieron delante de ellos el recuerdo de la Paternidad divina de su niño. Jesús fue instruido de acuerdo con el carácter sagrado de su misión. Su inclinación hacia lo correcto era una constante satisfacción para sus padres. Las preguntas que les hacía los inducía a estudiar con sumo fervor los grandes elementos de la verdad. Las conmovedoras palabras de Jesús en cuanto a la naturaleza y el Dios de la naturaleza abrían e iluminaban sus mentes.

“La mirada del Hijo de Dios con frecuencia se detenía sobre las rocas y las colinas alrededor de su hogar. Estaba familiarizado con las cosas de la naturaleza. Veía el sol en los cielos, y la luna y las estrellas que cumplían su misión. Con sus cantos daba la bienvenida a la luz matinal. Escuchaba a la alondra que gorjeaba música para su Dios, y Jesús unía su voz a la voz de alabanza y gratitud…

“Nadie que mirara el rostro infantil radiante de animación, podría decir que Cristo era exactamente como los otros niños. Era Dios en carne humana. Cuando sus compañeros lo instaban a hacer lo malo, la divinidad refulgía a través de la humanidad, y se negaba decididamente. Rápidamente distinguía entre lo correcto y lo incorrecto y colocaba al pecado a la luz de los mandamientos de Dios, levantando la ley como un espejo que reflejaba luz sobre lo malo. Ese agudo discernimiento entre lo correcto y lo erróneo era lo que frecuentemente provocaba la ira de los hermanos de Cristo. Sin embargo, las exhortaciones y súplicas de él y el dolor expresado en su semblante revelaban un amor tan tierno y ferviente por ellos, que se avergonzaban de haberlo tentado a desviarse de su estricto sentido de justicia y lealtad.

“Aunque crecía en conocimiento y la gracia de Dios estaba sobre él, sin embargo no se dejaba envanecer por el orgullo ni creía que era superior para hacer la tarea más humilde. Aceptaba su parte de la carga, junto con su padre, su madre y hermanos. Trabajaba arduamente para mantener a la familia y participaba del trabajo para cubrir los gastos del hogar…”

“El conocimiento que cada día adquiría de su maravillosa misión no lo descalificaba para no hacer los deberes más humildes. Gozosamente admitía la obra que recae sobre los jóvenes que viven en hogares humildes acosados por la pobreza. Comprendía las tentaciones de los niños, pues llevaba los pesares y pruebas de ellos. Su propósito de hacer lo correcto era firme e inmutable. Aunque era tentado para hacer el mal, se negaba a apartarse ni por una sola vez de la verdad y rectitud más estrictas. Mantenía una perfecta obediencia filial; pero su vida intachable despertaba la envidia y los celos de sus hermanos. Su niñez y juventud estuvieron lejos de ser apacibles y felices. Sus hermanos no creían en él y se mantenían molestos porque no procedía como ellos en todas las cosas, ni se unía a ellos para practicar el mal. Era alegre en su vida hogareña, pero nunca travieso. Siempre estaba dispuesto a aprender. Se deleitaba mucho en la naturaleza, y Dios era su maestro.

Cristo es el ideal para toda la humanidad. Ha dejado un perfecto ejemplo para la niñez, la juventud y la edad viril. Vino a esta tierra y pasó por las diversas etapas de la vida humana. Hablaba y actuaba como los otros niños y jóvenes, con la excepción de que no hacía lo malo. El pecado no encontró lugar en su vida. Siempre vivía en una atmósfera de pureza celestial. Desde la niñez hasta la edad viril mantuvo inmaculada su confianza en Dios.”

Cristo como Hombre nació sin mancha de pecado, aceptado, libre de condenación y con acceso directo a Dios, y se mantuvo sin mancha, sin pecado y aceptado durante su vida en esta tierra.

Isaías 42:1-4 – “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.”

Juan 11:41-42 – “Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.”

Cristo como Hombre no necesita de un mediador, puede hablar directamente a Dios Padre, pues él como Hombre no está separado de Dios como nosotros lo estamos (Isaías 59:2).

DTG pg. 52.4 – “Cristo fue el único ser que vivió sin pecar en esta tierra. Sin embargo, durante casi treinta años moró entre los perversos habitantes de Nazaret. Este hecho es una reprensión para los que creen que dependen del lugar, la fortuna o la prosperidad para vivir una vida sin mácula. La tentación, la pobreza, la adversidad son la disciplina que se necesita para desarrollar pureza y firmeza.”

Para poder desarrollar esa vida de obediencia perfecta y perpetua, Cristo no se escondió en el campo, ni buscó volverse un ermitaño en lo más alto y profundo de las montañas alejado de los hombres, como lo hicieron los falsos cristos que le antecedieron. Cristo creció en medio de una de las ciudades más perversas de su tiempo, y este hecho es “una reprensión para los que creen que dependen del lugar” para desarrollar un carácter cristiano, para los que creen que es culpa de la “ciudad” que sus hijos sean rebeldes, o que es culpa de la ciudad que den rienda suelta a sus atributos satánicos.

Juan 1:46 – “Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.”

MJ pg. 76/1 (54.3) – “Los primeros treinta años de la vida de Cristo transcurrieron en la oscura aldea de Nazaret. La maldad de los habitantes de esta aldea era proverbial; de aquí la pregunta de Natanael: ‘¿De Nazaret puede salir algo de bueno?’ (Juan 1:46).”

MJ pg. 77/1 (55.3) – “Nadie será jamás llamado a perfeccionar un carácter cristiano bajo circunstancias más desfavorables que las que rodearon a nuestro Salvador. El hecho de que Cristo viviera treinta años en Nazaret, lugar del cual muchos consideraban una maravilla que saliese algo bueno, es un reproche para los jóvenes que piensan que su carácter religioso debe conformarse a las circunstancias. Si el ambiente de los jóvenes es desagradable y positivamente malo, muchos hacen de esto una excusa para no perfeccionar un carácter cristiano. El ejemplo de Cristo sería un reproche para la idea de que sus seguidores han de depender del lugar, la fortuna o la prosperidad para vivir vidas sin culpa. Cristo les enseñaría que su fidelidad haría honorable cualquier puesto, por humilde que sea, al cual los haya llamado la providencia de Dios.

“La vida de Cristo tuvo por objeto mostrar que la pureza, la estabilidad y la firmeza de principios no dependen de una vida libre de dificultades, pobreza y adversidad. Cristo soportó sin murmurar las pruebas y privaciones de que se quejan muchos jóvenes. Y esta disciplina es la experiencia que necesitan los jóvenes, la que dará firmeza a sus caracteres y los hará como Cristo, fuertes en espíritu para resistir la tentación. Si se separan de la influencia de aquellos que los harían descarriar y corromperían su moral, no serán vencidos por los ardides de Satanás. Orando diariamente a Dios, recibirán de él sabiduría y gracia para soportar el conflicto y las severas realidades de la vida y salir victoriosos. Sólo se puede conservar la fidelidad y la serenidad de la mente mediante la vigilancia y la oración. La vida de Cristo fue un ejemplo de energía perseverante que no se dejó debilitar por el vituperio, el ridículo, la privación o las dificultades.”

Una vez que Cristo acabó de preparar el primer medio necesario para ingresar al Santuario Celestial, que es su vida de obediencia perfecta y perpetua—la verdadera ofrenda—y era un grano perfecto listo para la cosecha, se dirigió al Getsemaní donde como Hombre tomó la decisión de ser nuestro Garante y Sustituto en la muerte, y Dios Padre aceptó esta decisión e imputó sobre Cristo los pecados de toda la humanidad caída.

Juan 17:4 – “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.”

Marcos 14:34 – “Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.”

Lucas 22:41-42 – “Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”

Isaías 53:6 – “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”

Marcos 4:29 – “Y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.”

DTG pg. 671.4 – “Pilato miró a los hombres que custodiaban a Jesús, y luego su mirada descansó escrutadoramente en Jesús. Había tenido que tratar con toda clase de criminales; pero nunca antes había comparecido ante él un hombre que llevase rasgos de tanta bondad y nobleza. En su cara no vio vestigios de culpabilidad, ni expresión de temor, ni audacia o desafío. Vio a un hombre de porte sereno y digno, cuyo semblante no llevaba los estigmas de un criminal, sino la firma del cielo.”

En la cruz del calvario Dios Padre ejecutó sobre su Hijo la sentencia de la muerte segunda (Isaías 53:5), ya que la condenación de la Ley es muerte segunda y no muerte primera (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8). En la cruz Cristo—el justo—fue tratado como injusto (1 Pedro 3:18; 2 Corintios 5:21). Al morir Cristo demarró su sangre (Juan 19:34) y de esta manera proveyó el segundo medio necesario para poder presentarse por nosotros en el Santuario Celestial—el verdadero sacrificio.

Juan 19:30 – “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.”

Filipenses 2:8 – “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

El primer medio, la justicia perfecta de Cristo, era necesario para que la raza caída pudiese salir de su condición de RECHAZADA. El segundo medio, la sangre preciosa de Cristo, era necesaria para que la raza caída pudiese salir de su condición de BAJO CONDENACION. Pero debido a que nuestra tercera posición legal ante Dios y ante la Ley es de: SEPARADOS DE DIOS, y por lo tanto no tenemos acceso directo a Dios, era necesario que Cristo resucite como Hombre para dar satisfacción a la ley de Hebreos 5:1, y así podamos tener un MEDIADOR SACERDOTE en el Santuario Celestial.

Lucas 24:1-6 – “El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea.”

Lucas 24:36-43 – “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.”

Luego de completar la primera parte del plan de redención—el Evangelio—nuestro Señor Jesús ascendió al Santuario Celestial, para poder iniciar la segunda parte del plan de redención—el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo. En el Santuario Celestial Cristo se presenta diariamente por nosotros ante Dios Padre y ante la Ley (Hebreos 9:24), ruega por nosotros (Juan 16:26), ya que nosotros no merecemos ser escuchados. Pero Cristo sí merece ser escuchado, ya que él satisface todas las demandas de la Ley de Dios en sí mismo. Cristo presenta diariamente por nosotros su vida de obediencia perfecta y perpetua a la Ley de Dios (la ofrenda) para que podamos ser aceptados, presenta su sangre derramada en la cruz (el sacrificio) para que podamos ser perdonados (Hebreos 8:3), y también presenta su justicia perfecta para que se nos pueda otorgar el bautismo diario del Espíritu Santo como Agente Regenerador (lluvia temprana), ya que la Ley demanda obediencia para que nos sea otorgado el Consolador (Hechos 5:32).

ED pg. 28/3 (28.1) – “Y al par que Cristo abre el cielo al hombre, la vida que imparte abre el corazón del hombre al cielo. El pecado no sólo nos aparta de Dios, sino que destruye en el alma humana el deseo y la aptitud para conocerlo. La misión de Cristo consiste en deshacer toda esta obra del mal. El tiene poder para vigorizar y restaurar las facultades del alma paralizadas por el pecado, la mente oscurecida, y la voluntad pervertida. Abre ante nosotros las riquezas del universo y nos imparte poder para discernir estos tesoros y apropiarnos de ellos.

“Cristo es la luz ‘que alumbra a todo hombre’ (Juan 1:9). Así como por Cristo tiene vida todo ser humano, así por su medio toda alma recibe algún rayo de luz divina. En todo corazón existe no sólo poder intelectual, sino también espiritual, una facultad de discernir lo justo, un deseo de ser bueno. Pero contra estos principios lucha un poder antagónico. En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir. Para hacer frente a esa fuerza, para alcanzar el ideal que en lo más íntimo de su alma reconoce como única cosa digna, puede encontrar ayuda en un solo poder. Ese poder es Cristo. La mayor necesidad del hombre es cooperar con ese poder. ¿No debería ser acaso esta cooperación el propósito más elevado de todo esfuerzo educativo?”

El creyente representado por la buena tierra

Hemos analizado que el creyente representado por la buena tierra “no es un corazón sin pecado” y es un creyente que “cree y tiene fe en la Palabra de Dios”.

¿En qué cree y en qué tiene fe?

En primer lugar cree y acepta que Dios tiene una Ley eterna e inmutable (Salmos 119:142; Mateo 5:17-19), que es la Ley Moral, los Diez Mandamientos originales que se encuentran en el Santuario Celestial (Apocalipsis 11:19). Cree y acepta que la única definición de pecado es la infracción de esta Ley (1 Juan 3:4). Cree y acepta que el hombre infringe la Ley no sólo con el acto consumado (Mateo 5:21; 27), sino también con sus pensamientos, intenciones e inclinaciones (Mateo 5:22; 28; Hebreos 4:12), y también infringe la Ley con su estado de ser (Jeremías 2:22; Salmos 58:3; 51:5; Isaías 48:8; 1 Corintios 15:50; Juan 3:3, 7; 8:44). Cree y acepta que tiene una posición legal ante Dios y ante la Ley (Daniel 7:9-10), que es la de rechazado (Romanos 3:23), bajo condenación (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8), y separado de Dios (Isaías 59:2; Números 3:10; Juan 15:5). Cree y acepta que no puede dar satisfacción a la demanda de obediencia perfecta (Romanos 2:13), debido a que no tiene capacidad para amar a Dios ni a su prójimo (Juan 5:42; Jeremías 17:9; Romanos 13:10; 1 Juan 5:3). Cree y acepta que no puede dar satisfacción a la demanda de ser santo (1 Pedro 1:15-16), debido a que su naturaleza está manchada con el pecado (Jeremías 2:22). Cree y acepta la Amonestación del Testigo Fiel (Apocalipsis 3:17) en todos sus aspectos.

Es trabajo del Espíritu Santo, en calidad de Visitante, de convencer al hombre que se cree bueno en que en realidad es un pecador rechazado, bajo condenación y separado de Dios (Juan 16:8). Esta es la “preparación del terreno.” Si el ser humano cede a este sagrado trabajo del Espíritu Santo, se realiza un verdadero milagro: el terreno inculto pasa a ser un terreno preparado para la siembre de la buena semilla.

Gracias al trabajo del Espíritu Santo como Visitante, el verdadero creyente se considera “enfermo” y por lo tanto tiene necesidad de un “médico”. Cree y acepta que es pecador por naturaleza, y por lo tanto tiene necesidad del Evangelio—la obra perfecta y acabada de Cristo como Hombre aquí en la tierra (1 Corintios 15:1-4).

Mateo 9:11-13 – “Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.”

El verdadero creyente cree y tiene fe en que la justicia perfecta de Cristo es toda suficiente para que sea aceptado delante de Dios y delante de la Ley.

Gálatas 2:16 – “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.”

Jeremías 33:16 – “En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.”

Colosenses 2:10 – “Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”

El verdadero creyente cree y tiene fe en que la sangre preciosa de Cristo es toda suficiente para que sea perdonado delante de Dios y delante de la Ley.

Efesios 1:7 – “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.”

El verdadero creyente cree y acepta que en la justificación el hombre no es “hecho justo”, sino que es DECLARADO JUSTO en virtud de la obediencia perfecta y perpetua de Cristo, y que la justificación no es para el “bueno” sino para el PECADOR que está manchado y contaminado por el pecado.

Romanos 4:5-6 – “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras.”

El verdadero creyente cree y tiene fe en la misericordia de Dios Padre que imputa al creyente la justicia de Cristo, y “llama las cosas que no son, como si fuesen” al declarar “justo” al que es pecador en sí mismo, en base a una justicia ajena—la de Cristo como Hombre.

Romanos 4:17 – “Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.”

1MS pg. 459.2 – “La gran obra que ha de efectuarse para el pecador que está manchado y contaminado por el mal es la obra de la justificación. Este es declarado justo mediante Aquel que habla verdad. El Señor imputa al creyente la justicia de Cristo y lo declara justo delante del universo.”

El verdadero creyente cree y tiene fe en que, como resultado de la justificación, Cristo cumple su promesa de Juan 14:16, y nos otorga al Espíritu Santo bajo la forma de Agente Regenerador o lluvia temprana.

El Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana viene a cumplir la promesa del Nuevo Pacto—a entronizar la Ley de Dios en la mente y el corazón del verdadero creyente (Hebreos 8:10), y viene a crear en el hombre, lo que el hombre no posee por naturaleza—los dones sobrenaturales o espirituales de Gálatas 5:22-23. Esta es la siembra de la buena semilla en el terreno preparado. Y esta buena semilla (Gálatas 5:22-23) está fuera del ser humano, ya que en el ser humano está por naturaleza la mala semilla (Gálatas 5:19-21).

Santiago 5:7 – “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.”

Romanos 6:22 – “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”

El verdadero creyente cree y acepta que la verdadera santificación es siempre un RESULTADO o “fruto” de la aceptación, y nunca una causa para ser aceptado—ya que eso sería salvación por obras, y es totalmente opuesto a la justificación por la fe.

El verdadero creyente cree y acepta que la justicia de la fe no es lo mismo que la justicia de la ley, que la justificación es una obra distinta a la santificación, que la justicia imputada es diferente a la justicia impartida.

Filipenses 3:9 – “Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.”

MJ pg. 32/2 (26.1) – “La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo.”

Cuando el Sembrador Celestial siembra la buena semilla en el verdadero creyente, también tiene el trabajo de subyugar los atributos de Satanás que están en la naturaleza humana, pero no tiene el trabajo de erradicar la mala semilla todavía. La mala semilla / la mancha de pecado / la inclinación al mal / la naturaleza pecaminosa, únicamente será erradicada de la naturaleza humana que llegó subyugada por el Espíritu Santo a la Segunda Venida de Cristo. Pues así está escrito:

1 Corintios 15:50-53 – “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”

CS pg. 368/3 (322.2) – “El pueblo de Dios no puede recibir el reino antes que se realice el advenimiento personal de Cristo. El Señor había dicho: ‘Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; y delante de él serán juntadas todas las naciones; y apartará a los hombres unos de otros, como el pastor aparta las ovejas de las cabras: y pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a la izquierda. Entonces dirá el Rey a los que estarán a su derecha: ¡Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del mundo!’ (Mateo 25:31-34). Hemos visto por los pasajes que acabamos de citar que cuando venga el Hijo del hombre, los muertos serán resucitados incorruptibles, y que los vivos serán mudados. Este gran cambio los preparará para recibir el reino; pues San Pablo dice: ‘La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción’ (1 Corintios 15:50). En su estado presente el hombre es mortal, corruptible; pero el reino de Dios será incorruptible y sempiterno. Por lo tanto, en su estado presente el hombre no puede entrar en el reino de Dios. Pero cuando venga Jesús, concederá la inmortalidad a su pueblo; y luego los llamará a poseer el reino, del que hasta aquí solo han sido presuntos herederos.”

“¡Esto es una excusa para el pecado! ¿Cuándo voy a dejar de pecar?”

Mateo 23:25 – “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.”

DMJ pg. 69.2 – “Sin embargo, los principios sostenidos por los fariseos han caracterizado a la humanidad en todos los siglos. El espíritu del farisaísmo es el espíritu de la naturaleza humana; y mientras el Salvador contrastaba su propio espíritu y sus métodos con los de los rabinos, enseñó algo que puede aplicarse igualmente a la gente de todas las épocas.”

Aquel fariseo legalista que desea salvarse por sus propios méritos, que todos llevamos dentro por naturaleza, al no entender la diferencia entre la justificación y la santificación, insiste en que al momento de mostrar como claramente está escrito que recién en la segunda venida de Cristo nuestra naturaleza pecaminosa será erradicada, que recién entonces dejaremos de ser pecadores en nosotros mismos, y recién entonces podremos mirar a Dios cara a cara, insiste en que todo esto es “una excusa para el pecado”—y que equivale a decir que “seguiremos pecando” hasta la segunda venida de Cristo.

La Biblia hace una distinción entre “practicar pecado” y “tener pecado”. De igual manera, una cosa es entender que el hombre que ha nacido de nuevo “no puede pecar” en el sentido de que NO DEBE pecar, y otra cosa diferente es entenderlo incorrectamente en el sentido de que “esta incapacitado de pecar.”

1 Juan 3:8-9 – “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”

Si el hombre que ha nacido de nuevo estuviera “incapacitado de pecar”, entonces no tendría sentido lo que el mismo apóstol que escribió 1 Juan 3:9, escribió anteriormente en el capítulo segundo:

1 Juan 2:1 – “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”

En 1 Juan 2:1 el apóstol nos aclara que NO DEBEMOS pecar, pero si caemos en tentación y pecamos de alguna manera, no hay que desesperarse, sino que debemos pedirle a Dios capacidad para arrepentirnos del pecado, para que podamos confesar a Dios el pecado al punto, y para que pidamos poder divino para lograr abandonar la práctica de dicho pecado. Nuestro Señor Jesús es abogado del pecador, pero no es abogado del pecado. El Espíritu Santo no va a abandonar el pecado por nosotros. Somos nosotros los que practicamos el pecado, y por lo tanto, cooperando con el Agente Regenerador, debemos luchar contra nosotros mismos para abandonar la odiosa práctica del pecado.

1MS pg. 440.2 – “El hombre necesita un poder exterior y superior a él para que lo restaure a la semejanza de Dios. Sin embargo, el hecho de que necesite de la ayuda divina, no significa que la actividad humana no sea esencial. Se requiere fe de parte del hombre, pues la fe obra por el amor y purifica el alma. La fe se aferra del poder de Cristo. El propósito del Señor no es que se paralice el poder humano, sino que, al cooperar con Dios, el poder del hombre sea eficiente para bien. El propósito de Dios no es que sea destruida nuestra voluntad, porque precisamente mediante este atributo hemos de cumplir la obra que él quiere que realicemos en nuestro hogar y en público. El ha dado a cada hombre su obra; y cada verdadero obrero irradia luz al mundo porque está unido con Dios y con Cristo y con los ángeles celestiales en la excelsa obra de salvar a los perdidos. Mediante la asociación divina, se hace más y más capaz para realizar las obras de Dios. Manifestando en lo externo lo que la gracia divina obra en el interior, el creyente llega a ser grande espiritualmente. El que obre de acuerdo con la habilidad que le ha sido confiada, llegará a ser un sabio edificador para el Maestro, pues está en la escuela de Cristo aprendiendo a realizar las obras de Dios. No rehuirá el peso de las responsabilidades, pues comprenderá que cada uno debe exaltar la causa de Dios hasta el límite de su capacidad, y estará dispuesto a soportar la presión de la obra. Sin embargo, Jesús no permitirá que sea aplastado su siervo bien dispuesto y obediente. No es el hombre que lleva pesadas responsabilidades en la causa de Dios el que necesita vuestra compasión, pues es fiel y leal al cooperar con Dios, y mediante la unión del esfuerzo divino y humano se completa la obra. El que es objeto de compasión es aquel que rehúye las responsabilidades, que no comprende el privilegio al cual es llamado.”

Mientras que en la justificación NO interviene nuestro esfuerzo humano, pues somos justificados únicamente en virtud de la justicia perfecta y perpetua de Cristo como Hombre; en la santificación SI interviene nuestro esfuerzo humano.

PVGM pg. 253.3 – “Este manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana. Cristo, en su humanidad, desarrolló un carácter perfecto, y ofrece impartirnos a nosotros este carácter. ‘Como trapos asquerosos son todas nuestras justicias’ (Isaías 64:6). Todo cuanto podamos hacer por nosotros mismos está manchado por el pecado. Pero el Hijo de Dios ‘apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él’. Se define el pecado como la ‘transgresión de la ley’ (1 Juan 3:5, 4). Pero Cristo fue obediente a todo requerimiento de la ley. El dijo de sí mismo: ‘Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón’ (Salmos 40:8). Cuando estaba en la tierra dijo a sus discípulos: ‘He guardado los mandamientos de mi Padre’ (Juan 15:10). Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.”

2MS pg. 16.1 – “A medida que nos aproximamos al tiempo cuando los principados, las potestades y las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales se confabularán para luchar contra la verdad, cuando el poder engañador de Satanás será tan grande que engañará a los mismos escogidos, si tal cosa fuese posible, debemos permitir que el esclarecimiento divino agudice nuestro discernimiento, para que reconozcamos al Espíritu que es de Dios, y para que no ignoremos los artificios de Satanás. El esfuerzo humano debe unirse con el poder divino para que estemos en condiciones de cumplir la obra final para este tiempo.”

PP pg. 543/3 (485.2) – “El secreto del éxito estriba en la unión del poder divino con el esfuerzo humano. Los que logran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el Brazo todopoderoso.”

Mientras que en 1 Juan 3:8-9 el apóstol Juan nos habla acerca de “practicar” el pecado, antes en el primer capítulo nos habla de “tener” pecado para que podamos entender la diferencia.

1 Juan 1:8, 10 – “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”

Romanos 7:14-25 – “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”

Marcos 7:21-23 – “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”

¿Cuándo voy a dejar de practicar pecado?

Proverbios 28:13 – “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

Ahora mismo puedes abandonar la práctica odiosa del pecado. No hay excusas para seguir practicando el pecado y seguir espaciándote en pensamientos impuros, pues Cristo se encuentra en el Santuario Celestial dispuesto a presentar su sangre para el perdón de nuestros pecados, a presentar su obediencia perfecta para que seamos aceptados, y para que como resultado se nos otorgue al Agente Regenerador que subyuga nuestras inclinaciones al pecado, y nos capacita para que podamos andar en el camino de la obediencia verdadera. La siembra de la buena semilla debe llevar fruto. La buena planta, de la buena semilla, debe crecer o debe morir.

Colosenses 1:10 – “Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.”

Marcos 4:28 – “Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.”

PVGM pg. 40.1 – “‘Y llevan fruto’. Los que habiendo recibido la palabra la guardan, darán frutos de obediencia. La palabra de Dios, recibida en el alma, se manifestará en buenas obras. Sus resultados se verán en una vida y un carácter semejantes a los de Cristo. Jesús dijo de sí mismo: ‘El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agradado; y tu ley está en medio de mis entrañas’. ‘No busco mi voluntad, mas la voluntad del que me envió, del Padre’. Y la Escritura dice: ‘El que dice que está en él, debe andar como él anduvo’ (Salmos 40:8; Juan 5:30; 1 Juan 2:6).”

PVGM pg. 40.2 – “La palabra de Dios choca a menudo con rasgos de carácter hereditarios y cultivados del hombre y con sus hábitos de vida, pero el oidor que se asemeja al buen terreno, al recibir la palabra, acepta todas sus condiciones y requisitos. Sus hábitos, costumbres y prácticas se someten a la palabra de Dios. Ante su vista los mandamientos del hombre finito y falible, se hacen insignificantes al lado de la palabra del Dios infinito. De todo corazón y con un solo propósito busca la vida eterna, y obedecerá la verdad a costa de pérdidas, persecuciones y la muerte misma.”

PVGM pg. 45.2 – “La germinación de la semilla representa el comienzo de la vida espiritual, y el desarrollo de la planta es una bella figura del crecimiento cristiano. Como en la naturaleza, así también en la gracia no puede haber vida sin crecimiento. La planta debe crecer o morir. Así como su crecimiento es silencioso e imperceptible, pero continuo, así es el desarrollo de la vida cristiana. En cada grado de desarrollo, nuestra vida puede ser perfecta; pero, si se cumple el propósito de Dios para con nosotros, habrá un avance continuo. La santificación es la obra de toda la vida. Con la multiplicación de nuestras oportunidades, aumentará nuestra experiencia y se acrecentará nuestro conocimiento. Llegaremos a ser fuertes para llevar responsabilidades, y nuestra madurez estará en relación con nuestros privilegios.”

El verdadero creyente cree y acepa que la justificación, el perdón de pecados, y el bautismo del Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana, es una cuestión DIARIA y CONTINUA, pues la planta de origen celestial, aquellos atributos de Dios (Gálatas 5:22-23) que el Espíritu Santo ha sembrado en el verdadero creyente, debe crecer o morir diariamente.

PVGM pg. 341.1 – “Así los seguidores de Cristo han de verter luz sobre las tinieblas del mundo. Por medio del Espíritu Santo, la Palabra de Dios es una luz cuando llega a ser un poder transformador en la vida del que la recibe. Implantando en el corazón los principios de su Palabra, el Espíritu Santo desarrolla en los hombres los atributos de Dios. La luz de su gloria—su carácter—ha de brillar en sus seguidores. Así ellos han de glorificar a Dios, han de iluminar el camino a la casa del Esposo, a la ciudad de Dios, a la cena de bodas del Cordero.”

HAp pg. 230.2 – “Hoy son demasiados los que ignoran tanto como los creyentes de Efeso la obra del Espíritu Santo en el corazón. Sin embargo, ninguna verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios. Los profetas y apóstoles se han explayado en este tema. Cristo mismo nos llama la atención al crecimiento del mundo vegetal como una ilustración de la operación de su Espíritu en el sostenimiento de la vida espiritual. La savia de la vid, ascendiendo desde la raíz, se difunde por las ramas, y provee al crecimiento y a la producción de flores y fruto. Así el poder vivificador del Espíritu Santo, que procede del Salvador, llena el alma, renueva los motivos y afectos, y pone hasta los pensamientos en obediencia a la voluntad de Dios, capacitando al que lo recibe para llevar los preciosos frutos de acciones santas.

El Autor de esta vida espiritual es invisible, y el método exacto por el cual se imparte y sostiene esta vida está más allá de la facultad explicativa de la filosofía humana. Sin embargo, las operaciones del Espíritu están siempre en armonía con la Palabra escrita. Lo que sucede en el mundo natural, pasa también en el espiritual. La vida natural es conservada momento tras momento por un poder divino; sin embargo, no es sostenida por un milagro directo, sino por el uso de las bendiciones puestas a nuestro alcance. Así la vida espiritual es sostenida por el uso de los medios que la Providencia ha provisto. Para que el seguidor de Cristo crezca hasta convertirse en ‘un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo’ (Efesios 4:13), debe comer del pan de vida y beber del agua de la salvación. Debe velar, orar y trabajar, y prestar atención en todas las cosas a las instrucciones de Dios consignadas en su Palabra.”

En el ritual simbólico, el sacerdote terrenal debía primero quemar incienso y luego aumentar aceite a las lámparas diariamente dos veces al día en el lugar santo del santuario terrenal (Éxodo 30:7-8; Levítico 24:1-3). Después de esto, el sacerdote debía ingresar con la sangre del animal sacrificado para asperjarla en el velo que separaba el lugar santo del santísimo diariamente y dos veces al día (Éxodo 28:38-42), por esto se le llamaba a este trabajo del sacerdote “SERVICIO DIARIO” o “CONTINUO”. Los pecados del israelita no eran perdonados en el acto del sacrificio del animal en el altar del sacrificio que estaba en el atrio. Después del sacrificio, el israelita dependía todavía del trabajo del sacerdote que debía ingresar con esa sangre derramada dentro del santuario para asperjar esa sangre en el velo que separaba el lugar santo del santísimo, y ahí recién había un perdón de pecados en promesa—pues Dios no demanda la sangre de animales para perdonar nuestros pecados. Mientras que Levítico capítulo 4 trata sobre todos los rituales que tienen que ver con el perdón de pecados diario, Levítico capítulo 16 trata sobre la purificación del santuario (Levítico 16:16), la expiación o borramiento de aquellos pecados previamente perdonados, y que fueron diariamente transferidos simbólicamente dentro del santuario por medio de la sangre.

CS pg. 472/3 (414.4) – “El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación. Se aceptaba un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no borraba el pecado. Solo proveía un medio para transferirlo al santuario. Con la ofrenda de sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante la fe en un Redentor por venir; pero no estaba aún enteramente libre de la condenación de la ley. El día de la expiación, el sumo sacerdote, después de haber tomado una víctima ofrecida por la congregación, iba al lugar santísimo con la sangre de dicha víctima y rociaba con ella el propiciatorio, encima mismo de la ley, para dar satisfacción a sus exigencias. Luego, en calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba fuera del santuario. Poniendo sus manos sobre la cabeza del segundo macho cabrío, confesaba sobre él todos esos pecados, transfiriéndolos así figurativamente de él al macho cabrío emisario. Este los llevaba luego lejos y se los consideraba como si estuviesen para siempre quitados y echados lejos del pueblo.”

CS pg. 470/3 (413.2) – “El servicio del santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el lugar santo, mientras que una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el lugar santísimo, para purificar el santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de sí mismo a la víctima inocente. Luego se mataba el animal. ‘Sin derramamiento de sangre’, dice el apóstol, no hay remisión de pecados. ‘La vida de la carne en la sangre está’ (Levítico 17:11). La ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida comprometida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al lugar santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, por intermedio de la sangre, al santuario. En ciertos casos, la sangre no era llevada al lugar santo; pero el sacerdote debía entonces comer la carne, como Moisés lo había mandado a los hijos de Aarón, diciendo: ‘Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación’ (Levítico 10:17). Ambas ceremonias simbolizaban por igual la transferencia del pecado del penitente al santuario.

“Tal era la obra que se llevaba a cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos así al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos. Dios mandó que se hiciera una expiación por cada uno de los departamentos sagrados. ‘Así hará expiación por el santuario, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus pecados. Y del mismo modo hará con el tabernáculo de reunión, que reside con ellos, en medio de sus inmundicias’. Debía hacerse también una expiación por el altar: ‘Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel’ (Levítico 16:16, 19).”

El acto diario del sacerdote de quemar incienso, y posteriormente aumentar aceite a las lámparas (Éxodo 30:7-8; Levítico 24:1-3) nos enseña por medio de símbolos que el bautismo diario del Espíritu Santo como lluvia temprana es un resultado de estar “siendo justificados” diariamente (Romanos 3:24) en virtud de un elemento completamente fuera de nosotros—el incienso—símbolo de la justicia perfecta de Cristo. Gracias a Ezequiel 20:41 entendemos que el rito de la quema de incienso en el santuario tenía que ver con la aceptación o justificación delante de Dios y de la Ley, y gracias a la parábola de las diez vírgenes entendemos que el aceite era un símbolo del Espíritu Santo (Mateo 25:1-13).

DTG pg. 182.2 – “En todo sacrificio, se revelaba la muerte de Cristo. En toda nube de incienso, ascendía su justicia. Toda trompeta del jubileo hacía repercutir su nombre. En el pavoroso misterio del lugar santísimo, moraba su gloria.”

DTG pg. 406.4 – “En el ceremonial del templo, se añadía sal a todo sacrificio. Esto, como la ofrenda del incienso, significaba que únicamente la justicia de Cristo podía hacer el culto aceptable para Dios.”

CS pg. 473/2 (415.2) – “El servicio del sacerdote durante el año en el primer departamento del santuario, ‘adentro del velo’ que formaba la entrada y separaba el lugar santo del atrio exterior, representa la obra y el servicio a que dio principio Cristo al ascender al cielo. La obra del sacerdote en el servicio diario consistía en presentar ante Dios la sangre del holocausto, como también el incienso que subía con las oraciones de Israel. Así es como Cristo ofrece su sangre ante el Padre en beneficio de los pecadores, y así es como presenta ante él, además, junto con el precioso perfume de su propia justicia, las oraciones de los creyentes arrepentidos. Tal era la obra desempeñada en el primer departamento del santuario en el cielo.”

3MS pg. 487.1 – “Tendrá lugar la batalla del Armagedón, y ese día no debe encontrar a ninguno de nosotros durmiendo. Debiéramos estar completamente despiertos, como vírgenes prudentes que tenemos aceite en nuestras vasijas y en nuestra lámparas. El poder del Espíritu Santo debe estar sobre nosotros, y el Capitán de las huestes del Señor estará a la cabeza de los ángeles del cielo para dirigir la batalla.”

1MCP 325/3 (316.2) – “Acaricie una ambición que produzca gloria a Dios porque está santificada por el Espíritu Santo. Permita que el aceite santo que viene de las dos ramas de olivo, grave su santo resplandor en el altar de su alma. La obra de estas ramas de olivo representa la más rica comunicación del Espíritu Santo.”

¿Cuándo es que la planta de origen celestial muere?

Hemos estudiado que esta semilla de origen celestial que implanta el Agente Regenerador, debe brotar y crecer, o debe morir inevitablemente. No hay una tercera vía—o crece o muere. Pero, cómo es que la planta de origen celestial llega a morir? Muere cuando el creyente lucha contra el espejo de la santa Ley de Dios por medio del cual el Espíritu Santo le va revelando sus defectos de carácter. Cuando el ser humano, en lugar de luchar contra las plantas venenosas, decide retener sus desagradables defectos de carácter—los atributos de Satanás—es así que se está matando a la planta de origen celestial.

Comentario Bíblico 7ª pg. 320/2/2 – “Se ha impedido que el Espíritu Santo penetre para modelar y formar el corazón y la mente, porque los hombres suponen que entienden mejor la manera de formar sus propios caracteres; y piensan que sin peligro pueden formar sus caracteres de acuerdo con su propio modelo. Pero hay un solo Modelo a semejanza del cual debe formarse el carácter humano: el carácter de Cristo. Los que contemplan al Salvador son transformados de gloria a otra mayor. Cuando los hombres consientan en someterse a la voluntad de Cristo, en ser participantes de la naturaleza divina, desaparecerán sus torcidas peculiaridades humanas. Cuando deciden que retendrán sus peculiaridades y sus rasgos desagradables de carácter, Satanás los toma y coloca su yugo sobre ellos usándolos para su servicio. Utiliza los talentos de ellos para propósitos egoístas, haciendo que den un ejemplo tan desagradable, tan diferente de Cristo, que se convierten en una deshonra para la causa de Dios.”

PVGM pg. 28.2 – “El cálido sol estival, que fortalece y madura el robusto grano, destruye aquello que no tiene raíz profunda. Así ‘el que no tiene raíz en sí’ ‘es temporal’, es decir, dura sólo un tiempo; y una vez ‘venida la aflicción o la persecución por la palabra, luego se ofende’ (Marcos 4:17; Mateo 13:21). Muchos reciben el Evangelio como una manera de escapar del sufrimiento, más bien que como una liberación del pecado. Se regocijan por un tiempo, porque piensan que la religión los libertará de las dificultades y las pruebas. Mientras todo marcha suavemente y viento en popa, parecen ser cristianos consecuentes. Pero desmayan en medio de la prueba fiera de la tentación. No pueden soportar el oprobio por la causa de Cristo. Cuando la Palabra de Dios señala algún pecado acariciado o pide algún sacrificio, ellos se ofenden. Les costaría demasiado esfuerzo hacer un cambio radical en su vida. Miran los actuales inconvenientes y pruebas, y olvidan las realidades eternas. A semejanza de los discípulos que dejaron a Jesús, están listos para decir: ‘Dura es esta palabra: ¿quién la puede oír?’ (Juan 6:60).”

El verdadero creyente cree y acepta que sin Santuario Celestial y sin Sacerdocio de Cristo, no puede haber ni aceptación, ni perdón de pecados, ni bautismo del Espíritu Santo. Hoy por hoy, Cristo se encuentra en el Santuario Celestial realizando la expiación de los pecados por los muertos en Cristo en el Lugar Santísimo; pero para los que estamos vivos, que necesitamos la justificación, el perdón y al Agente Regenerador, Cristo realiza el Servicio Diario Celestial de Romanos 3:24, el Sacerdocio de Hebreos 7:24. Cristo, en el Santuario Celestial, “no ruega por todo mundo” sino por aquellos que por fe congregan al Santuario Celestial para recibir la justificación, el perdón, y la lluvia temprana (Juan 17:9).

Hebreos 7:25 – “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”

El verdadero creyente cree y acepta que Cristo no ruega y se presenta con las manos vacías, sino que presenta su obediencia perfecta para la justificación, presenta su sangre derramada en la cruz para el perdón de nuestros pecados, y su justicia perfecta nuevamente para otorgar al Consolador.

Hebreos 8:1-3 – “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer.”

PVGM pg. 121.1 – “Cristo ofreció su cuerpo quebrantado para comprar de nuevo la herencia de Dios, a fin de dar al hombre otra oportunidad. ‘Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos’ (Hebreos 7:25). Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, no como un mero suplicante, intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación, sino como un Conquistador que reclama su victoria. Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta la obra que él mismo se señaló, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene sus méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo. Ellas, perfumadas con la fragancia de la justicia de Cristo, ascienden hasta Dios en olor suave. La ofrenda se hace completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.”

PVGM pg. 46.1 – “La planta crece al recibir lo que Dios ha provisto para sustentar su vida. Hace penetrar sus raíces en la tierra. Absorbe la luz del sol, el rocío y la lluvia. Recibe las propiedades vitalizadoras del aire. Así el cristiano ha de crecer cooperando con los agentes divinos. Sintiendo nuestra impotencia, hemos de aprovechar todas las oportunidades que se nos dan para adquirir una experiencia más amplia. Así como la planta se arraiga en el suelo, así hemos de arraigarnos profundamente en Cristo. Así como la planta recibe la luz del sol, el rocío y la lluvia, hemos de abrir nuestro corazón al Espíritu Santo. Ha de hacerse la obra, ‘no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos’ (Zacarías 4:6). Si conservamos nuestra mente fija en Cristo, él vendrá a nosotros ‘como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra’. Como el Sol de justicia, se levantará sobre nosotros, ‘y en sus alas traerá salud’. Floreceremos ‘como lirio’. Seremos ‘vivificados como trigo’, y floreceremos ‘como la vid’ (Oseas 6:3; Malaquías 4:2; Oseas 14:5, 7). Al depender constantemente de Cristo como nuestro Salvador personal, creceremos en él en todas las cosas, en Aquel que es la cabeza.”

CC pg. 54.2 – “Alzad la vista los que vaciláis y tembláis; porque el Señor Jesús vive para interceder por nosotros. Agradeced a Dios por el don de su Hijo amado, y pedid que no haya muerto en vano por vosotros. Su Espíritu os invita hoy. Id con todo vuestro corazón a Jesús y demandad sus bendiciones.”

PP pg. 294/1 (260.1) – “¡Qué compasión, qué amor sin par, nos ha manifestado Dios a nosotros, perdidos pecadores, al unirnos a él, para que seamos su tesoro especial! ¡Qué sacrificio ha hecho nuestro Redentor para que podamos ser llamados hijos de Dios! Debiéramos alabar a Dios por la bendita esperanza que nos ofrece en el gran plan de redención; debiéramos alabarle por la herencia celestial y por sus ricas promesas; debiéramos alabarle porque Jesús vive para interceder por nosotros.”

¿Cuándo voy a dejar de tener pecado?

Cualquier persona que ha sembrado algún tipo de semilla en un terreno preparado, ya sea en el campo, o en la ciudad en el jardín o hasta en una maceta, sabe perfectamente que inevitablemente la mala semilla, la mala hierba va a intentar brotar junto con la planta que uno ha sembrado. Asimismo, esta lección de la naturaleza manchada por el pecado nos debe ayudar a entender nuestra propia naturaleza contaminada por el pecado.

Cuando el Espíritu Santo viene a Habitar en el ser humano como Agente Regenerador, bajo la forma de lluvia temprana, no erradica la mala semilla—los atributos de Satanás—que se encuentran inherentemente en nuestra naturaleza caída. El Espíritu Santo trabaja para subyugar esos atributos satánicos que existen en nosotros, y nos capacita con los atributos de Dios para que se puedan desarrollar como un nuevo carácter semejante al de nuestro Señor Jesús. Pero inevitablemente vamos a tener que luchar diariamente contra nuestras malas inclinaciones y malos hábitos heredados y desarrollados. Esta lucha diaria la entendía perfectamente el apóstol Pablo (Romanos 7:14-25), quien fue el instrumento del Espíritu Santo para escribir casi la mitad de la Biblia. Pablo era un templo del Espíritu Santo, pero aun así tenía que luchar con el pecado que mora en nosotros.

Romanos 7:22-24 – “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”

Romanos 7:17 – “De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.”

Esa “ley del pecado” que mora en nosotros es Gálatas 5:19-21, Romanos 1:29-31, Juan 5:42, 8:44, Jeremías 2:22, 17:9, Salmos 51:5, y “se rebela contra la ley” escrita en nuestra mente por Dios Espíritu Santo, que es: Hebreos 8:10, Gálatas 5:22-23, Ezequiel 36:26, Salmos 51:10.

El verdadero creyente que ha nacido de nuevo pasa a tener dos naturalezas: la naturaleza sin capacidad de amar a Dios y a su prójimo, egoísta, depravada, y con mancha de pecado; y la nueva naturaleza santa creada por Dios Espíritu Santo como resultado de estar siendo justificado en virtud de la obediencia perfecta y perpetua de Cristo como Hombre. Esto no quiere decir que hay dos “seres” dentro del verdadero creyente. Es un solo ser con dos naturalezas diferentes: una carnal y otra espiritual; una que le fue otorgada al momento de ser engendrado en el vientre de su madre; y otra que le es otorgada cuando acepta que es pecador por naturaleza, acepta a Cristo como su Salvador personal, acepta la misericordia de Dios Padre que acepta al inaceptable en sí mismo como aceptable en Cristo, y acepta al Agente Regenerador que le otorga un nuevo carácter semejante al de Cristo como una semilla que debe desarrollarse a medida que el verdadero creyente aprenda a vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios.

El verdadero creyente cree y acepta que debe llegar al fin de su tiempo de gracia—ya sea la muerte primera, o el Juicio de Vivos—reteniendo la justificación, el perdón de sus pecados, y al Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana diariamente.

Hebreos 3:14 – “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio.”

TM pg. 506.2 – “La lluvia tardía que madura la cosecha de la tierra representa la gracia espiritual que prepara a la iglesia para la venida del Hijo del hombre. Pero a menos que haya caído la lluvia temprana, no habrá vida; la hoja verde no aparecerá. A menos que las primeras precipitaciones hayan hecho su obra, la lluvia tardía no podrá perfeccionar ninguna semilla.”

El verdadero creyente cree y acepta que en la hora del Juicio de Vivos, la Ley continua demandando obediencia perfecta y perpetua (Romanos 2:13), pero el creyente sólo ha recibido lluvia temprana que no perfecciona ninguna semilla, y que la Ley en el Juicio de Apocalipsis 14:7 y Daniel 7:9-10, 13 continua demandando una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16; Efesios 1:4), pero el creyente continua teniendo la mancha de pecado, a pesar que está subyugada por el Espíritu Santo.

El verdadero creyente cree y tiene fe en el Sacerdocio de Cristo, en la justicia perfecta de Cristo que en la hora del Juicio sigue siendo toda suficiente para que pueda recibir una aceptación final y su nombre sea conservado en el Libro de la Vida. Cree y tiene fe en que la sangre de Cristo en el Juicio es toda suficiente para que sus pecados perdonados durante el Servicio Diario Celestial puedan ser borrados de su registro de malas obras. Cree y tiene fe en que en el Juicio la misericordia de Dios Padre sigue aceptando la ofrenda y el sacrificio que el Hijo le presenta y por lo tanto hace una declaración y aceptación final a favor del creyente, sigue “llamando las cosas que no son como si fuesen” en el Juicio (Romanos 4:17). Cree y tiene fe en que como resultado de que sus pecados fueron borrados en el Juicio, le será otorgado el Espíritu Santo bajo la forma de lluvia tardía (Hechos 3:19).

Hechos 3:19 – “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.”

CS pg. (596.3) – “La gran obra de evangelización no terminará con menor manifestación del poder divino que la que señaló el principio de ella. Las profecías que se cumplieron en tiempo de la efusión de la lluvia temprana, al principio del ministerio evangélico, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicho ministerio. Esos son lostiempos de refrigerio” en que pensaba el apóstol Pedro cuando dijo: ‘Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor, y enviará a Jesucristo’ (Hechos 3:19, 20).”

En el ritual simbólico, en el día de expiación o juicio simbólico, el 10 de mes séptimo (Levítico 23:27), el israelita todavía bajo pena de muerte no podía presentarse ante Dios con su propia “perfección”. En este juicio simbólico el israelita seguía dependiendo del trabajo de un mediador—el sumo sacerdote. El israelita seguía poniendo su fe en el incienso que el sumo sacerdote terrenal quemaba en el lugar santísimo sobre el arca que contenía los Diez Mandamientos (Levítico 16:12-13) para su aceptación en el juicio (Ezequiel 20:41). El israelita seguía poniendo su fe en la sangre que el sumo sacerdote terrenal asperjaba sobre el propiciatorio que contenía la única Ley eterna e inmutable (Levítico 16:15-16).

Los filósofos populares pueden inventarse mil teorías acerca de que tenemos que salir al campo para recibir la lluvia tardía, de que tenemos que alcanzar la perfección para pasar el Juicio, y fábulas semejantes para encubrir su salvación por obras. Pero en el ritual simbólico, Dios en su inmensa misericordia, ha trazado la ciencia del plan de redención para que no nos dejemos engañar por los falsos profetas de nuestros días. No es en virtud del campo que se nos otorga la lluvia tardía, es únicamente en virtud de los méritos de Cristo que presenta en el Santuario Celestial que se nos otorgará la lluvia tardía, y la Biblia dice claramente que únicamente se otorga la lluvia tardía al creyente que salió aprobado en el Juicio y sus pecados fueron borrados (Hechos 3:19). Y la lluvia tardía no está restringida al campo. Estés donde estés, si sales aprobado en el Juicio, Dios te va a otorgar la lluvia tardía para que des el fuerte pregón de Apocalipsis 18:1-5.

La lluvia tardía tampoco va a erradicar el pecado que mora en nosotros, la naturaleza pecaminosa y depravada. Pero la lluvia tardía va a perfeccionar la buena semilla que brotó y se desarrolló con la lluvia temprana, de modo que el verdadero creyente va a preferir la muerte antes que recibir la marca de la bestia y quebrantar el cuarto o cualquier otro mandamiento de la Ley de Dios.

En sí mismo, el creyente que ha recibido el sello de Dios seguirá siendo pecador, pero no va a dar rienda suelta a su naturaleza pecaminosa, no va a dar rienda suelta al pecado que mora en él, porque a partir de que sale aprobado en el Juicio de Vivos, el Enemigo no tiene más poder sobre él. Como Satanás ya no podrá más hacer caer al que salió aprobado en el Juicio de Vivos, en su ira sólo le queda intentar matar a los sellados por Dios.

Daniel 11:44 – “Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos.”

PE pg. 271.1 – “El número de esta hueste había disminuido. En el zarandeo, algunos fueron dejados al lado del camino. Los descuidados e indiferentes que no se unieron con quienes apreciaban la victoria y la salvación lo bastante para perseverar en anhelarlas orando angustiosamente por ellas, no las obtuvieron, y quedaron rezagados en las tinieblas, y sus sitios fueron ocupados en seguida por otros, que se unían a las filas de quienes habían aceptado la verdad. Los ángeles malignos todavía se agrupaban en su derredor, pero ningún poder tenían sobre ellos.

“Oí que los revestidos de la armadura proclamaban poderosamente la verdad, con fructuosos resultados. Muchas personas habían estado ligadas; algunas esposas por sus consortes, y algunos hijos por sus padres. Las personas sinceras, que hasta entonces habían sido impedidas de oír la verdad, se adhirieron ardientemente a ella. Desvanecióse todo temor a los parientes y sólo la verdad les parecía sublime. Habían tenido hambre y sed de la verdad, y ésta les era más preciosa que la vida. Pregunté por la causa de tan profundo cambio y un ángel me respondió: ‘Es la lluvia tardía; el refrigerio de la presencia del Señor; el potente pregón del tercer ángel.

“Aquellos escogidos tenían gran poder. Dijo el ángel: ‘Mirad.’ Vi a los impíos o incrédulos. Estaban todos en gran excitación. El celo y la potencia del pueblo de Dios los había enfurecido. Por doquiera dominaba la confusión. Vi que se tomaban medidas contra la hueste que tenía la luz y el poder de Dios. Pero esta hueste, aunque rodeada por densas tinieblas, se mantenía firme, aprobada de Dios y confiada en él. Luego vi a sus filas perplejas; las oí clamar a Dios con fervor. Ni de día ni de noche dejaban de orar: ‘¡Hágase, Señor, tu voluntad! Si ha de servir para gloria de tu nombre, da a tu pueblo el medio de escapar. Líbranos de los paganos que nos rodean. Nos han sentenciado a muerte; pero tu brazo puede salvarnos.’ Tales son las palabras que puedo recordar. Todos parecían hondamente convencidos de su insuficiencia y manifestaban completa sumisión a la voluntad de Dios. Sin embargo, todos sin excepción, como Jacob, oraban y luchaban fervorosamente por su liberación.”

Cuando la sierva del Señor vio en visión a los verdaderos creyentes que salieron aprobados en el Juicio de Vivos, que recibieron la lluvia tardía y que salieron a dar el fuerte pregón, dice que los vio “hondamente convencidos de su insuficiencia”, pues no estaban alardeando de haber alcanzado la perfección en sí mismos, sino que seguían convencidos de que eran insuficientes en sí mismos. “Manifestaban completa sumisión a la voluntad de Dios” pues a pesar de tener todavía una naturaleza manchada de pecado, ya estaban completamente fuera del alcance de Satanás y su hueste que “ningún poder tenían sobre ellos”.

Luego de que termine el fuerte pregón y cada caso haya sido decidido para vida eterna o muerte segunda en el Juicio de Vivos, entonces la obra intercesora de Cristo en el Santuario Celestial habrá concluido, y Cristo pronunciará las palabras…

Apocalipsis 22:11 – “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.”

“El que es justo, practique la justicia todavía”—los que salieron aprobados en el Juicio de Vivos no empezaron a “practicar la justicia” recién con la lluvia tardía, sino que empezaron a desarrollar la santificación verdadera antes del Juicio durante el Servicio Diario Celestial con el poder de la lluvia temprana. Es por esto que pueden seguir practicando justicia en adelante, cuando Cristo deje de interceder en el Santuario Celestial. En el Juicio ya fueron declarados JUSTOS y PERFECTOS en Cristo, para siempre. Es por esto que podrán subsistir durante el período de las plagas de Apocalipsis 16 y podrán estar de pie cuando Cristo regrese por segunda vez con el Padre en las nubes del cielo (Apocalipsis 6:16).

Es entonces, cuando empiecen a caer las plagas de Apocalipsis 16, cuando todas las fuentes de las aguas se hayan convertido en sangre y no se encuentre en la tierra qué comer y qué beber, que los ángeles llevaran a los santos que están todavía en las ciudades, y a los santos que están en el campo, a lugares apartados para protegerlos y proveerles pan y agua.

PE pg. 282.1 – “Vi a los santos abandonar las ciudades y los pueblos y juntarse en grupos para vivir en los lugares más apartados. Los ángeles los proveían de comida y agua, mientras que los impíos sufrían hambre y sed.”

En ese tiempo de angustia futuro los santos no van a subsistir del campo, pues todas las fuentes de agua quedarán convertidas en sangre (Apocalipsis 16:4), sino que Dios cumplirá su promesa de Isaías 33:16. Y en ese tiempo de angustia futuro, después de que los santos ya han pasado el Juicio, luego de que Cristo ha dejado de interceder en el Santuario Celestial, los santos siguen teniendo mancha de pecado, siguen siendo mundanos en sí mismos. Es por esta razón que está escrito en el capítulo “El Tiempo de Angustia” lo siguiente…

CS pg. 671/3 (600.1) – “Cuando él abandone el santuario, las tinieblas envolverán a los habitantes de la tierra. Durante ese tiempo terrible, los justos deben vivir sin intercesor, a la vista del santo Dios. Nada refrena ya a los malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empedernidos. La paciencia de Dios ha concluido. El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor y pisoteado su ley; Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia divina, están a merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo entero será envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén.”

Y después de esto, lo siguiente…

CS pg. 679/0 (605.4) – “La historia de Jacob nos da además la seguridad de que Dios no rechazará a los que han sido engañados, tentados y arrastrados al pecado, pero que hayan vuelto a él con verdadero arrepentimiento. Mientras Satanás trata de acabar con esta clase de personas, Dios enviará sus ángeles para consolarlas y protegerlas en el tiempo de peligro. Los asaltos de Satanás son feroces y resueltos, sus engaños terribles, pero el ojo de Dios descansa sobre su pueblo y su oído escucha su súplica. Su aflicción es grande, las llamas del horno parecen estar a punto de consumirlos; pero el Refinador los sacará como oro purificado por el fuego. El amor de Dios para con sus hijos durante el período de su prueba más dura es tan grande y tan tierno como en los días de su mayor prosperidad; pero necesitan pasar por el horno de fuego; debe consumirse su mundanalidad, para que la imagen de Cristo se refleje perfectamente.”

¿Cuándo se va a erradicar la mundanalidad, la naturaleza pecaminosa, el pecado que mora en nosotros?

Cuando Cristo venga por segunda vez y se cumpla 1 Corintios 15:50-53. Es entonces que recién voy a dejar de tener pecado, a pesar de que ya dejé de practicar pecado hace mucho antes de la segunda venida de Cristo.

Filipenses 3:20-21 – “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

PVGM pg. 214.1 – “Cuando la voz de Dios despierte a los muertos, él saldrá del sepulcro con los mismos apetitos y pasiones, los mismos gustos y aversiones que poseía en vida. Dios no obra ningún milagro para regenerar al hombre que no quiso ser regenerado cuando se le concedió toda oportunidad y se le proveyó toda facilidad para ello. Mientras vivía no halló deleite en Dios, ni halló placer en su servicio. Su carácter no se halla en armonía con Dios y no podría ser feliz en la familia celestial.”

CS pg. 702/3 (627.2) – “Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de porte poco inferior al del Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los hombres de las generaciones posteriores; en este respecto se nota la gran degeneración de la raza humana. Pero todos se levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud. Al principio, el hombre fue creado a la semejanza de Dios, no solo en carácter, sino también en lo que se refiere a la forma y a la fisonomía. El pecado borró e hizo desaparecer casi por completo la imagen divina; pero Cristo vino a restaurar lo que se había malogrado. Él transformará nuestros cuerpos viles y los hará semejantes a la imagen de su cuerpo glorioso. La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal. Todas las imperfecciones y deformidades quedan en la tumba. Reintegrados en su derecho al árbol de la vida, en el desde tanto tiempo perdido Edén, los redimidos crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de la raza humana en su gloria primitiva. Las últimas señales de la maldición del pecado serán quitadas, y los fieles discípulos de Cristo aparecerán en “la hermosura de Jehová nuestro Dios”, reflejando en espíritu, cuerpo y alma la imagen perfecta de su Señor. ¡Oh maravillosa redención, tan descrita y tan esperada, contemplada con anticipación febril, pero jamás enteramente comprendida!”

¿Cuándo será purificada la tierra? ¿Cuándo dejará la tierra de tener mancha de pecado?

Romanos 8:21-23 – “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

En ocasión de la segunda venida de Cristo, los redimidos viajarán hasta la Jerusalén Celestial, donde serán reintegrados al derecho del árbol de la vida, y allí la última señal de la maldición del pecado será quitada—la última mancha causada por la degeneración.

Apocalipsis 22:14 – “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.”

Pero la tierra, en cambio, no será renovada todavía en ocasión de la segunda venida de Cristo. Cuando Cristo venga por segunda vez él quitará la capa atmosférica del planeta y no quedará ni un sólo ser viviente en la tierra, a excepción de Satanás y sus ángeles, quienes quedarán prisioneros en esta tierra desolada por 1000 años.

Apocalipsis 6:14-17 – “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrollay todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”

Isaías 26:21 – “Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.”

Jeremías 25:33-34 – “Y yacerán los muertos de Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se endecharán ni se recogerán ni serán enterrados; como estiércol quedarán sobre la faz de la tierra. Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para que seáis degollados y esparcidos, y caeréis como vaso precioso.”

CS pg. 715/2 (639.1) – “A la venida de Cristo los impíos serán borrados de la superficie de la tierra, consumidos por el espíritu de su boca y destruidos por el resplandor de su gloria. Cristo lleva a su pueblo a la ciudad de Dios, y la tierra queda privada de sus habitantes. ‘He aquí que Jehová vaciará la tierra, y la dejará desierta, y cual vaso, la volverá boca abajo, y dispersará sus habitantes’. ‘La tierra será enteramente vaciada y completamente saqueada; porque Jehová ha hablado esta palabra’. ‘Porque traspasaron la ley, cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno. Por tanto la maldición ha devorado la tierra, y los que habitan en ella son culpables: por tanto son abrasados los habitantes de la tierra’ (Isaías 24:1, 3, 5, 6).

Toda la tierra tiene el aspecto desolado de un desierto. Las ruinas de las ciudades y aldeas destruidas por el terremoto, los árboles desarraigados, las rocas escabrosas arrojadas por el mar o arrancadas de la misma tierra, están esparcidas por la superficie de esta, al paso que grandes cuevas señalan el sitio donde las montañas fueron rasgadas desde sus cimientos.”

Levítico 16:22 – “Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.”

Apocalipsis 20:1-3 – “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.”

CS pg. 716/1 (639.3 – “Ahora se realiza el acontecimiento predicho por el último solemne servicio del día de las expiaciones. Una vez terminado el servicio que se cumplía en el lugar santísimo, y cuando los pecados de Israel habían sido quitados del santuario por virtud de la sangre del sacrificio por el pecado, entonces el macho cabrío emisario era ofrecido vivo ante el Señor; y en presencia de la congregación el sumo sacerdote confesaba sobre él ‘todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío’ (Levítico 16:21). Asimismo, cuando el servicio de propiciación haya terminado en el santuario celestial, entonces, en presencia de Dios y de los santos ángeles y de la hueste de los redimidos, los pecados del pueblo de Dios serán puestos sobre Satanás; se le declarará culpable de todo el mal que les ha hecho cometer. Y así como el macho cabrío emisario era despachado a un lugar desierto, así también Satanás será desterrado en la tierra desolada, sin habitantes y convertida en un desierto horroroso.”

CS pg. 716/3 (640.2) – “Según se desprende de otros pasajes bíblicos, es de toda evidencia que la expresión ‘abismose refiere a la tierra en estado de confusión y tinieblas. Respecto a la condición de la tierra ‘en el principio’, la narración bíblica dice que ‘estaba desordenada y vacía; y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo’ (Génesis 1:2). Las profecías enseñan que será reducida, en parte por lo menos, a ese estado. Contemplando a través de los siglos el gran día de Dios, el profeta Jeremías dice: ‘Miro hacia la tierra, y he aquí que está desolada y vacía; también hacia los cielos miro, mas no hay luz en ellos. Miro las montañas, y he aquí que están temblando, y todas las colinas se conmueven. Miro, y he aquí que no parece hombre alguno, y todas las aves del cielo se han fugado. Miro, y he aquí el campo fructífero convertido en un desierto, y todas sus ciudades derribadas’ (Jeremías 4:23-26).

“Aquí es donde, con sus malos ángeles, Satanás hará su morada durante mil años. Limitado a la tierra, no podrá ir a otros mundos para tentar e incomodar a los que nunca cayeron. En este sentido es cómo está atado: no queda nadie en quien pueda ejercer su poder. Le es del todo imposible seguir en la obra de engaño y ruina que por tantos siglos fue su único deleite.”

Después de los mil años Cristo vendrá por tercera vez a la tierra trayendo consigo a la Jerusalén Celestial, y a diferencia de su segunda venida, en esta tercera venida sí va a pisar la tierra—específicamente va a sentar sus pies en el Monte de los Olivos.

Zacarías 14:4-5 – “Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.”

Daniel 2:35, 44 – “Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.”

Joel 3:17 – “Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sion, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella.”

Apocalipsis 21:2-3, 10-11, 23-27 – “Y yo Juan vi la santa ciudadla nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios… Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal… La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”

CS pg. 720/1 (643.1) – “Al fin de los mil años, Cristo regresa otra vez a la tierra. Le acompaña la hueste de los redimidos, y le sigue una comitiva de ángeles. Al descender en majestad aterradora, manda a los muertos impíos que resuciten para recibir su condenación. Se levanta su gran ejército, innumerable como la arena del mar. ¡Qué contraste entre ellos y los que resucitaron en la primera resurrección! Los justos estaban revestidos de juventud y belleza inmortales. Los impíos llevan las huellas de la enfermedad y de la muerte.

“Todas las miradas de esa inmensa multitud se vuelven para contemplar la gloria del Hijo de Dios. A una voz las huestes de los impíos exclaman: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’ No es el amor a Jesús lo que les inspira esta exclamación, sino que el poder de la verdad arranca esas palabras de sus labios. Los impíos salen de sus tumbas tales como a ellas bajaron, con la misma enemistad hacia Cristo y el mismo espíritu de rebelión. No disponen de un nuevo tiempo de gracia para remediar los defectos de su vida pasada, pues de nada les serviría. Toda una vida de pecado no ablandó sus corazones. De serles concedido un segundo tiempo de gracia, lo emplearían como el primero, eludiendo las exigencias de Dios e incitándose a la rebelión contra él.

Cristo baja sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió después de su resurrección, y donde los ángeles repitieron la promesa de su regreso. El profeta dice: ‘Vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos’. ‘En aquel día se afirmarán sus pies sobre el Monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén, al oriente. El Monte de los Olivos, se partirá por la mitad […] formando un valle muy grande’. ‘Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será único, y único será su nombre’ (Zacarías 14:5, 4, 9). La nueva Jerusalén, descendiendo del cielo en su deslumbrante esplendor, se asienta en el lugar purificado y preparado para recibirla, y Cristo, su pueblo y los ángeles, entran en la santa ciudad.”

Todos los redimidos estarán dentro de la santa ciudad, mientras que los impíos estarán fuera de la Nueva Jerusalén junto con Satanás y su hueste. Los impíos serán resucitados para recibir la ejecución de su sentencia de muerte segunda (Apocalipsis 21:8). Satanás tratará de incitar a los impíos para que tomen por la fuerza a la santa ciudad, pero serán los últimos recursos en vano de un enemigo completamente vencido. Es ahora que día a día estamos decidiendo si en aquel futuro, grande y terrible día estaremos dentro o fuera de la santa ciudad.

Apocalipsis 20:5-8 – “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años. Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.”

Apocalipsis 20:11-15 – “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”

CS pg. 724/1 (646.3) – “En presencia de los habitantes de la tierra y del cielo reunidos, se efectúa la coronación final del Hijo de Dios. Y entonces, revestido de suprema majestad y poder, el Rey de reyes falla el juicio de aquellos que se rebelaron contra su gobierno, y ejecuta justicia contra los que transgredieron su ley y oprimieron a su pueblo. El profeta de Dios dice: ‘Vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él, de cuya presencia huyó la tierra y el cielo; y no fue hallado lugar para ellos. Y vi a los muertos, pequeños y grandes, estar en pie delante del trono; y abriéronse los libros; abrióse también otro libro, que es el libro de la vida: y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los libros, según sus obras’ (Apocalipsis 20:11, 12).

“Apenas se abren los registros, y la mirada de Jesús se dirige hacia los impíos, estos se vuelven conscientes de todos los pecados que cometieron. Reconocen exactamente el lugar donde sus pies se apartaron del sendero de la pureza y de la santidad, y cuán lejos el orgullo y la rebelión los han llevado en el camino de la transgresión de la ley de Dios. Las tentaciones seductoras que ellos fomentaron cediendo al pecado, las bendiciones que pervirtieron, su desprecio de los mensajeros de Dios, los avisos rechazados, la oposición de corazones obstinados y sin arrepentimiento; todo eso sale a relucir como si estuviese escrito con letras de fuego.”

FO pg. 56.1 – “Cristo ha dicho que habrá muchos que en el día del juicio retributivo dirán: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Pero Cristo les responderá: ‘Apartaos de mí, hacedores de maldad’ (Mateo 7:22, 23).”

CS pg. 726/2 (648.4) – “Todos los impíos del mundo están de pie ante el tribunal de Dios, acusados de alta traición contra el gobierno del cielo. No hay quien sostenga ni defienda la causa de ellos; no tienen disculpa; y se pronuncia contra ellos la sentencia de la muerte eterna.

“Es entonces evidente para todos que el salario del pecado no es la noble independencia y la vida eterna, sino la esclavitud, la ruina y la muerte. Los impíos ven lo que perdieron con su vida de rebeldía. Despreciaron el maravilloso don de eterna gloria cuando les fue ofrecido; pero ¡cuán deseable no les parece ahora! ‘Todo eso—exclama el alma perdida—yo habría podido poseerlo; pero preferí rechazarlo. ¡Oh sorprendente infatuación! He cambiado la paz, la dicha y el honor por la miseria, la infamia y la desesperación’. Todos ven que su exclusión del cielo es justa. Por sus vidas, declararon: ‘No queremos que este Jesús reine sobre nosotros’.”

Una vez concluido el juicio retributivo de Apocalipsis 20:11-15, toda la tierra será purificada con fuego y azufre, y este fuego destruirá todo el pecado que existe en la tierra, incluido los impíos, incluidos Satanás y su hueste. Esta es la “paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) y “muerte segunda” (Apocalipsis 21:8; 20:14-15). Los santos que se encuentran dentro de la santa ciudad estarán a salvo de este fuego que purifica la tierra.

Malaquías 4:1-3 – “Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Apocalipsis 20:9-10 – “Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”

Ezequiel 18:4 – “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.”

CS pg. 731/1 (652.3) – “Los impíos reciben su recompensa en la tierra (Proverbios 11:31). ‘Serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos’ (Malaquías 4:1). Algunos son destruidos como en un momento, mientras otros sufren muchos días. Todos son castigados ‘conforme a sus hechos’. Habiendo sido cargados sobre Satanás los pecados de los justos, tiene este que sufrir no solo por su propia rebelión, sino también por todos los pecados que hizo cometer al pueblo de Dios. Su castigo debe ser mucho mayor que el de aquellos a quienes engañó. Después de haber perecido todos los que cayeron por sus seducciones, el diablo tiene que seguir viviendo y sufriendo. En las llamas purificadoras, quedan por fin destruidos los impíos, raíz y rama: Satanás la raíz, sus secuaces las ramas. La penalidad completa de la ley ha sido aplicada; las exigencias de la justicia han sido satisfechas; y el cielo y la tierra al contemplarlo, proclaman la justicia de Jehová.”

CS pg. (653.2) – “Mientras la tierra estaba envuelta en el fuego de la destrucción, los justos vivían seguros en la ciudad santa. La segunda muerte no tiene poder sobre los que tuvieron parte en la primera resurrección. Mientras Dios es para los impíos un fuego devorador, es para su pueblo un sol y un escudo (Apocalipsis 20:6; Salmos 84:11).

“‘Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra han pasado’ (Apocalipsis 21:1). El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de la maldición. Ningún infierno que arda eternamente recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.”

Apocalipsis 21:1, 4-8 – “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerteni habrá más llanto, ni clamor, ni dolorporque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Después que la tierra sea purificada con fuego y azufre, Dios recreará la tierra a su estado original de perfección, sin mancha de pecado. La tierra será restaurada a su gloria perdida por el pecado. Amén.

CS pg. 732/4 (653.4) – “Llegó el momento por el cual suspiraron los santos desde que la espada de fuego expulsó a la primera pareja del paraíso, el tiempo de ‘la redención de la posesión adquirida’ (Efesios 1:14). La tierra dada al principio al hombre para que fuera su reino, entregada alevosamente por él a manos de Satanás, y conservada durante tanto tiempo por el poderoso enemigo, ha sido recuperada mediante el gran plan de la redención. Todo lo que se había perdido por el pecado, ha sido restaurado. ‘Así dice Jehová, […] el que formó la tierra y la hizo, el cual la estableció; no en vano la creó, sino que para ser habitada la formó’ (Isaías 45:18). El propósito primitivo que tenía Dios al crear la tierra se cumple al convertirse esta en la morada eterna de los redimidos. ‘Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella’ (Salmos 37:29).”

CS pg. 733/2 (654.2) – “En la Biblia se llama a la herencia de los bienaventurados una patria (Hebreos 11:14-16). Allí conduce el divino Pastor a su rebaño a los manantiales de aguas vivas. El árbol de vida da su fruto cada mes, y las hojas del árbol son para el servicio de las naciones. Allí hay corrientes que manan eternamente, claras como el cristal, al lado de las cuales se mecen árboles que echan su sombra sobre los senderos preparados para los redimidos del Señor. Allí las vastas llanuras alternan con bellísimas colinas y las montañas de Dios elevan sus majestuosas cumbres. En aquellas pacíficas llanuras, al borde de aquellas corrientes vivas, es donde el pueblo de Dios que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar.

“‘Mi pueblo habitará en mansión de paz, en moradas seguras, en descansaderos tranquilos’. ‘No se oirá más la violencia en tu tierra, la desolación ni la destrucción dentro de tus términos; sino que llamarás a tus muros Salvación, y a tus puertas Alabanza’. ‘Edificarán casas también, y habitarán en ellas; plantarán viñas, y comerán su fruto. No edificarán más para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; […] mis escogidos agotarán el usufructo de la obra de sus manos’ (Isaías 32:18; 60:18; 65:21, 22).”

“Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre sobre ella.” (Salmos 37:29)

Lecciones espirituales presentes en la naturaleza manchada por el pecado

ED pg. 27/2 (26.4) – “La naturaleza nos repite también esta indicación. Aunque está manchada por el pecado, no solo habla de la creación, sino también de la redención. Aunque, por los signos evidentes de decadencia, la tierra da testimonio de la maldición que pesa sobre ella, es todavía hermosa y rica en señales del poder vivificador. Los árboles se despojan de sus hojas únicamente para vestirse de nuevo verdor; las flores mueren, para brotar con nueva belleza; y en cada manifestación del poder creador se afirma la seguridad de que podemos ser creados de nuevo en ‘justicia y santidad de la verdad’ (Efesios 4:24). De ese modo, los mismos objetos y las funciones de la naturaleza, que tan vívidamente nos recuerdan nuestra gran pérdida, llegan a ser para nosotros mensajeros de esperanza.

“Dondequiera que llegue la maldad, se oye la voz de nuestro Padre que muestra a sus hijos, por sus resultados, la naturaleza del pecado, los aconseja a abandonar el mal, y los invita a recibir el bien.”

Si bien la naturaleza está manchada con el pecado y ahora lleva las plantas venenosas que sembró el Enemigo, el Señor la utiliza para enseñarnos por medio de ella acerca del plan de redención. Cada árbol de hoja caduca (caducifolios) que pierde sus hojas en el invierno, para volver a reverdecer en la primavera; cada flor que muere para después brotar con nueva belleza; son mensajeros de esperanza para nosotros pues nos dan la esperanza de que nosotros, a pesar de que tenemos los atributos de Satanás inherentes en nuestra naturaleza caída, sí hay poder divino para que podamos nacer de nuevo y “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:4).

MJ pg. 32/2 (26.1) – “La justicia exterior da testimonio de la justicia interior. El que es justo por dentro, no muestra corazón duro ni falta de simpatía, sino que día tras día crece a la imagen de Cristo y progresa de fuerza en fuerza. Aquel a quien la verdad santifica, tendrá dominio de sí mismo y seguirá en las pisadas de Cristo hasta que la gracia dé lugar a la gloria. La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo.”

Deuteronomio 30:6 – “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.”

ATO pg. 134.4 – “En nuestra vida diaria, delante de nuestros hermanos y del mundo, debemos ser intérpretes vivientes de las Escrituras, honrando a Cristo mediante la revelación de su mansedumbre y su humildad de corazón. Las enseñanzas de Cristo deben ser para nosotros como las hojas del árbol de la vida. Cuando comamos y digiramos el Pan de vida revelaremos un carácter simétrico. Al ser unidos, al estimar a los otros como mejores que nosotros mismos, daremos al mundo un testimonio viviente del poder de la verdad. No necesitamos temer el no ser estimados debidamente, a menos que trabajemos para estar en el primer lugar. Si los hombres tuvieran concepciones más elevadas y más grandes de Cristo, si tuvieran mayor confianza en El y menos confianza en sí mismos, sus caracteres serían plasmados y modelados de acuerdo con la semejanza divina. Cuando el yo se oculta en Cristo, el Salvador aparece como Alguien enteramente amable y el señalado entre diez mil.

Cuando los hombres se someten completamente a Dios, comiendo el Pan de vida y bebiendo el Agua de salvación, crecen en Cristo. Sus caracteres se forman de lo que la mente come y bebe. Mediante la Palabra de vida, que reciben y obedecen, llegan a ser partícipes de la naturaleza divina. Entonces todo su servicio refleja la similitud divina, y Cristo, no el hombre, es exaltado (1 Crónicas 4-6).”

El Evangelio es una obra acabada y perfecta que Cristo realizó en esta tierra como Hombre. Ahora Cristo se encuentra en el Santuario Celestial dispuesto a presentarse con la verdadera ofrenda y el verdadero sacrificio a favor del creyente arrepentido que reconoce que es un terreno inculto por naturaleza, y la misericordia de Dios Padre está lista para aceptar al inaceptable en su Hijo Amado que es el único que merece ser aceptado y escuchado. Tanto el Padre como el Hijo están más que dispuestos para otorgarnos al Agente Regenerador, el único que puede crear en nosotros una nueva naturaleza santa, un nuevo carácter semejante al de Cristo, pero como una semilla que debe brotar, crecer y desarrollarse con la ayuda del poder divino y el esfuerzo humano.

Hay poder divino para subyugar todas las malas semillas, toda mala hierba, toda planta venenosa que existe en nuestro carácter satánico, y hay poder divino para que podamos desarrollar todos los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23). La gracia abundante está lista para hacer su obra maravillosa en nosotros. Hay poder para que el impaciente pueda desarrollar paciencia. Hay poder para que el infiel pueda desarrollar lealtad. Hay poder para que el incrédulo pueda tener fe en Cristo. Si pides a Dios el don sobrenatural de la paciencia, de la lealtad, de la fe, del amor y toda buena semilla, debes creer que te es dado, no porque lo sientes, sino porque lo crees. Pero esa semilla debe desarrollarse, y para ello Dios va a crear las circunstancias, las pruebas pequeñas necesarias para desarrollar la paciencia, la lealtad, la fe y cualquier atributo divino. Dios conoce todos nuestros defectos de carácter, conoce todos los rasgos desagradables que deben ser pulidos para que podamos resistir el tiempo de la prueba final, donde se revelará qué carácter hemos desarrollado en nuestras vidas—el carácter satánico que hemos heredado, o el carácter puro y santo que nos ha sido otorgado en virtud de los méritos de Cristo.

PVGM pg. 339.2 – “Es en la crisis cuando se revela el carácter. Cuando la voz fervorosa proclamó a media noche: “He aquí, el esposo viene; salid a recibirle”, y las vírgenes que dormían fueron despertadas de su sueño, se vio quién había hecho la preparación para el acontecimiento. Ambas clases fueron tomadas desprevenidas; pero una estaba preparada para la emergencia, y la otra fue hallada sin preparación. Así también hoy en día, una calamidad repentina e inesperada, algo que pone al alma cara a cara con la muerte, demostrará si uno tiene verdadera fe en las promesas de Dios. Mostrará si el alma es sostenida por la gracia. La gran prueba final viene a la terminación del tiempo de gracia, cuando será demasiado tarde para que la necesidad del alma sea suplida.”

Efesios 2:1-10 – “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

1 Timoteo 1:13-17 – “Habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

De igual manera como la naturaleza nos enseña la lección de la regeneración espiritual, cada renacer de la naturaleza en la primavera nos da la esperanza de que aun si nuestro Bondadoso Padre nos permite ir al descanso en Cristo, cuando Cristo venga por segunda vez seremos resucitados.

1 Corintios 15:21-22 – “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.”

En la naturaleza podemos aprender también acerca de la condenación de la Ley (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8), y podemos aprender que la muerte primera es el destino de todo ser viviente en esta tierra—tanto justos como injustos. Pero la naturaleza enseña también, que hay remedio para la muerte primera—hay resurrección para vida eterna o muerte segunda. Es en cambio, la muerte segunda la que no tiene remedio. Sin embargo, los seres humanos le tememos más a la muerte primera, que a la muerte segunda, porque no entendemos la condenación de la Ley.

PP pg. 46/3 (41.2) – “Cuando vieron en la caída de las flores y las hojas los primeros signos de la decadencia, Adán y su compañera se apenaron más profundamente de lo que hoy se apenan los hombres que lloran a sus muertos. La muerte de las delicadas y frágiles flores fue en realidad un motivo de tristeza; pero cuando los bellos árboles dejaron caer sus hojas, la escena les recordó vivamente la fría realidad de que la muerte es el destino de todo lo que tiene vida.”

1MS pg. 342.1 – “Las cosas de la naturaleza que hoy miramos nos dan sólo un débil concepto de la belleza y gloria del Edén. Sin embargo, el mundo natural, con voz inequívoca, proclama la gloria de Dios. En las cosas de la naturaleza, desfiguradas como están por la marchitez del pecado, permanece mucho que es bello. Alguien, omnipotente en poder, grande en bondad, en misericordia y en amor, ha creado la tierra, y aun en su estado marchito, inculca verdades en cuanto al hábil Artista Maestro. En este libro de la naturaleza, abierto ante nosotros, en las bellas y perfumadas flores, con sus variados y delicados matices, Dios nos da una expresión inconfundible de su amor. Después de la transgresión de Adán, Dios podría haber destruido cada capullo que se abría y cada flor que crecía, o podría haberles quitado su fragancia, tan grata a los sentidos. En la tierra, marchita y malograda por la maldición, en las zarzas, los cardos, las espinas, los abrojos, podemos leer la ley de la condenación; pero en el delicado color y perfume de las flores, podemos aprender que Dios todavía nos ama, que su misericordia no se ha retirado completamente de la tierra.”

La naturaleza aun da testimonio con sus todavía maravillosos paisajes, con sus diferentes tonos y matices en sus atardeceres y en sus noches estrelladas; con los alegres cantos de los diversos pájaros, los cuales están adornados con colores combinados de la manera más sublime y delicada, al igual que las bellas flores; con los manantiales, los ríos, las imponentes y majestuosas montañas; hay tanta belleza todavía presente en la naturaleza para que podamos aprender que Dios todavía nos ama.

La naturaleza da abundante evidencia que nuestro Dios es un Creador, un Artista, un Maestro, un Diseñador, un Arquitecto, un Músico, un Sembrador, un Científico, un Médico, pero por sobre todo… un amante y bondadoso Padre.

1MS pg. 343.1 – “La naturaleza está llena de lecciones espirituales para la humanidad. Las flores mueren tan sólo para retoñar a nueva vida y en eso se nos enseña la lección de la resurrección. Todos los que aman a Dios retoñarán nuevamente en el Edén celestial. Pero la naturaleza no puede enseñar la lección del grande y maravilloso amor de Dios. Por lo tanto, después de la caída, la naturaleza no fue el único maestro del hombre. A fin de que el mundo no permaneciera en tinieblas, en eterna noche espiritual, el Dios de la naturaleza se nos unió en Jesucristo. El Hijo de Dios vino al mundo como la revelación del Padre. El era ‘aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre’ que viene ‘a este mundo’ (Juan 1:9). Hemos de contemplar el ‘conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo’ (2 Corintios 4:6).”

Dios no es únicamente misericordia, ni es únicamente justicia. Es justo y misericordioso al mismo tiempo (Salmos 145:17). La naturaleza manchada por el pecado nos enseña de su justicia con cada flor que muere, y nos enseña acerca de su misericordia con cada flor que vuelve a florecer con mayor belleza. Pero aun con todo esto era necesario una revelación perfecta del carácter de Dios por medio de su Hijo Amado.

CS pg. 614/2 (545.2) – “Los espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuese atributo principal de Dios, pero lo rebajan hasta hacer de él un sentimentalismo enfermizo y hacen poca distinción entre el bien y el mal. La justicia de Dios, su reprobación del pecado, las exigencias de su santa ley todo eso lo pierden de vista. Enseñan al pueblo a que mire el Decálogo como si fuera letra muerta. Fábulas agradables y encantadoras cautivan los sentidos e inducen a los hombres a que rechacen la Biblia como fundamento de su fe. Se niega a Cristo tan descaradamente como antes; pero Satanás ha cegado tanto al pueblo que no discierne el engaño.”

CC pg. 9/1 (10.3) – “Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios como un ser cuyo principal atributo es una justicia inexorable, como un juez severo, un acreedor duro y exigente. Representó al Creador como un ser que velase con ojo celoso para discernir los errores y las faltas de los hombres y hacer caer juicios sobre ellos. A fin de disipar esta densa sombra vino el Señor Jesús a vivir entre los hombres, y manifestó al mundo el amor infinito de Dios.

El Hijo de Dios descendió del cielo para revelar al Padre. ‘A Dios nadie jamás le ha visto: el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer’ (Juan 1:18). ‘Ni al Padre conoce nadie, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar’ (Mateo 11:27). Cuando uno de sus discípulos le dijo: ‘Muéstranos al Padre’, Jesús respondió: ‘Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo pues dices tú: Muéstranos al Padre?’ (Juan 14:8, 9).”

La naturaleza sola NO puede enseñarnos de manera perfecta acerca del grande y maravilloso amor de Dios, pues se encuentra contaminada con los atributos de Satanás. Era necesario que el Hijo de Dios viniera al mundo como Hombre, libre de la mancha de pecado, libre de los atributos de Satanás en su naturaleza humana (Lucas 1:35), para que pudiera revelar al mundo el carácter perfecto de Dios—justo y misericordioso al mismo tiempo (Salmos 116:5; 145:17). Estudiando la vida de Cristo, meditando en su carácter, es como podremos llegar a comprender acerca del grande y maravilloso amor de Dios. Ningún otro hombre puede ser nuestro modelo, pues todos estamos manchados y contaminados con los atributos de Satanás. Únicamente contemplando la vida perfecta de Cristo podremos llegar a reflejar la imagen divina de su santo y perfecto carácter. A él y solamente a él debemos estudiar… cómo enseñaba, cómo hablaba, cómo oraba, cómo amonestaba, cómo aconsejaba, cómo lloraba, cómo se alegraba, cómo cantaba, cómo servía, cómo sanaba, cómo ayudaba, cómo vivía, pues todo lo que Cristo hacía lo realizaba con un carácter simétrico—justo y misericordioso al mismo tiempo—para la gloria y honra de Dios.

Juan 8:29 – “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.”

Juan 17:4 – “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.”

DMJ pg. 107.1 – “Cristo es el único verdadero modelo de carácter, y usurpa su lugar quien se constituye en dechado para los demás. Puesto que el Padre ‘todo el juicio dio al Hijo’ Juan 5:22, quienquiera que se atreva a juzgar los motivos ajenos usurpa también el derecho del Hijo de Dios. Los que se dan por jueces y críticos se alían con el anticristo, ‘el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios’ (2 Tesalonicenses 2:4).”

CC pg. 12.1 – “Jesús no suprimía una palabra de la verdad, pero siempre la expresaba con amor. En su trato con la gente hablaba con el mayor tacto, cuidado y misericordiosa atención. Nunca fue áspero ni pronunció innecesariamente una palabra severa, ni ocasionó a un alma sensible una pena inútil. No censuraba la debilidad humana. Decía la verdad, pero siempre con amor. Denunciaba la hipocresía, la incredulidad y la iniquidad; pero las lágrimas velaban su voz cuando profería sus penetrantes reprensiones. Lloró sobre Jerusalén, la ciudad amada, que rehusó recibirle, a El, que era el Camino, la Verdad y la Vida. Sus habitantes habían rechazado al Salvador, mas El los consideraba con piadosa ternura. Fue la suya una vida de abnegación y preocupación por los demás. Toda alma era preciosa a sus ojos. A la vez que se condujo siempre con dignidad divina, se inclinaba con la más tierna consideración sobre cada uno de los miembros de la familia de Dios. En todos los hombres veía almas caídas a quienes era su misión salvar.

“Tal fue el carácter que Cristo reveló en su vida. Tal es el carácter de Dios. Del corazón del Padre es de donde manan para todos los hijos de los hombres los ríos de la compasión divina, demostrada por Cristo. Jesús, el tierno y piadoso Salvador, era Dios ‘manifestado en la carne’ (1 Timoteo 3:16).”

4TI pg. 561.3 – “Vuestro campo de trabajo es importante, debéis estar activos y vigilantes, prestando pronta e incondicional obediencia a los llamamientos del Maestro. Tened siempre en mente que vuestros esfuerzos por reformar a los otros deben ser hechos en el espíritu de una firme amabilidad. Nada ganaréis si os mantenéis fríos y distantes de aquellos a quienes ayudáis. Debéis hacer que los pacientes vean que al sugerirles que reformen sus hábitos y costumbres les presentáis algo que no los arruinará, sino que los salvará, y que a la vez que abandonan lo que hasta entonces habían tenido por bueno, deben construir sobre una base más segura. Si bien la reforma debe ser defendida con firmeza y resolución, toda apariencia de rudeza o espíritu dominador debe ser cuidadosamente evitada. Cristo nos dio preciosas lecciones de paciencia, longanimidad y amor. La rudeza no es signo de energía, tampoco lo es la dominación ni el heroísmo. El Hijo de Dios era persuasivo. Atraía a los hombres hacia sí. Sus seguidores deben estudiar su vida con mayor detenimiento y andar en la luz de su ejemplo, aun a costa de cualquier sacrificio del yo. La reforma continua, debe estar presente ante la gente; vuestro ejemplo reforzará vuestras enseñanzas.”

Si bien la naturaleza nos sirve como un libro de texto, Cristo es nuestro mayor libro de texto para ser educados con la verdadera educación que nos dará un cupo para la escuela superior en el cielo.

Juan 5:39 – “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.”

ED pg. 19/1 (17.5) – “El que coopera con el propósito divino para impartir a los jóvenes un conocimiento de Dios, y modelar el carácter en armonía con el suyo, hace una obra noble y elevada. Al despertar el deseo de alcanzar el ideal de Dios, presenta una educación tan elevada como el cielo, y tan amplia como el universo; una educación que no se puede completar en esta vida, sino que continuará en la venidera; una educación que asegura al estudiante de éxito su pasaporte de la escuela preparatoria de la tierra a la superior, la celestial.”

Mientras más estudiemos, meditemos y comprendamos el carácter de Cristo, tanto más nos daremos cuenta de lo totalmente diferentes y opuestos que somos al hablar, al enseñar, al reprender, al cantar, al trabajar, al aconsejar, al realizar cualquier cosa, pues todo está contaminado por nuestro egoísmo, nuestro odio, nuestra falta de amor, nuestra falta de misericordia, nuestra dureza innecesaria, y todos nuestros horribles rasgos de carácter. Mientras Dios nos ve como almas caídas a quienes es su misión salvar, nosotros miramos a los demás con ojos de acusadores y de fariseos, manifestando el mismo atributo de Satanás—el acusador de los hermanos (Apocalipsis 12:10). Y cuando se pone en evidencia cualquier desagradable rasgo de nuestro carácter, rápidamente buscamos una excusa para justificar por qué somos como somos, repitiendo ese espíritu de justificación propia que se originó con la caída del primer Adán (Génesis 3:12-13). Qué fácil es ver los defectos de los demás, pero qué difícil es ver nuestros propios defectos de carácter para nuestros ojos incircuncisos.

Comentario Bíblico 7ª pg. 298/2/3 – “La ley de Dios es el espejo que le muestra al hombre los defectos de su carácter. Pero a los que se complacen en la injusticia no les es agradable ver su deformidad moral. No aprecian a este fiel espejo porque les revela sus pecados; por lo tanto, en vez de entrar en guerra contra sus mentes carnales, combaten contra el espejo verdadero y fiel que les dio Jehová precisamente con el propósito de que no sea engañados, sino para que se les revelen sus defectos de carácter.”

Sólo estudiando el modelo perfecto de carácter—Cristo—podremos dejar de ser fariseos y antinomianos, podremos dejar de ser asimétricos, y tener necesidad de que nos sea otorgado ese nuevo carácter simétrico—justo y misericordioso al mismo tiempo.

CC pg. 28.2 – “Como Nicodemo, podemos lisonjearnos de que nuestra vida ha sido íntegra, de que nuestro carácter moral es correcto, y pensar que no necesitamos humillar nuestro corazón delante de Dios como el pecador común; pero cuando la luz de Cristo resplandezca en nuestra alma, veremos cuán impuros somos; discerniremos el egoísmo de nuestros motivos y la enemistad contra Dios, que han manchado todos los actos de nuestra vida. Entonces conoceremos que nuestra propia justicia es en verdad como trapos de inmundicia y que solamente la sangre de Cristo puede limpiarnos de la contaminación del pecado y renovar nuestro corazón a la semejanza del Señor.

“Un rayo de la gloria de Dios, una vislumbre de la pureza de Cristo, que penetre en el alma, hace dolorosamente visible toda mancha de pecado, y descubre la deformidad y los defectos del carácter humano. Hace patentes los deseos profanos, la incredulidad del corazón y la impureza de los labios. Los actos de deslealtad por los cuales el pecador anula la ley de Dios quedan expuestos a su vista, y su espíritu se aflige y se oprime bajo la influencia escrutadora del Espíritu de Dios. En presencia del carácter puro y sin mancha de Cristo, el transgresor se aborrece a sí mismo.”

CC pg. 58.3 – “Los que llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús producen los frutos de su Espíritu: ‘amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza’ (Gálatas 5:22, 23). Ya no se conforman con las concupiscencias anteriores, sino que por la fe siguen las pisadas del Hijo de Dios, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos como El es puro. Aman ahora las cosas que en un tiempo aborrecían, y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y dominador es ahora manso y humilde de corazón. El que antes era vano y altanero, es ahora serio y discreto. El que antes era borracho, es ahora sobrio y el que era libertino, puro. Han dejado las costumbres y modas vanas del mundo. Los cristianos no buscan ‘el adorno exterior’, sino que ‘sea adornado el hombre interior del corazón, con la ropa imperecedera de un espíritu manso y sosegado’ (1 Pedro 3:3, 4).

“No hay evidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se produce una reforma en la vida. Si restituye la prenda, devuelve lo que haya robado, confiesa sus pecados y ama a Dios y a su prójimo, el pecador puede estar seguro de que pasó de muerte a vida.”

Los falsos profetas también predican la salida al campo

Mateo 24:11 – “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos.”

Cuando los discípulos le preguntaron a nuestro Salvador acerca de las señales de la destrucción del templo y de Jerusalén, y del fin del mundo (Mateo 24:3), nuestro Señor Jesús dijo que los falsos profetas serían una señal de la destrucción de Jerusalén terrenal.

Pero en Mateo 24:24—versículo que aplica a un tiempo posterior a 1784 como ya hemos estudiado en el estudio de Mateo 24—una señal que se aplica a nuestros días, Cristo volvió a reiterar la advertencia de que los falsos profetas engañarían aun a los escogidos.

Mateo 24:24 – “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.”

DTG pg. 584.3 – “Luego, en lenguaje inequívoco, nuestro Señor habla de su segunda venida y anuncia los peligros que iban a preceder a su advenimiento al mundo. ‘Si alguno os dijere: He aquí está el Cristo, o allí, no creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si es posible, aun a los escogidos. He aquí os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.’ Una de las señales de la destrucción de Jerusalén que Cristo había anunciado era: ‘Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos.’ Se levantaron falsos profetas que engañaron a la gente y llevaron a muchos al desierto. Magos y hechiceros que pretendían tener un poder milagroso arrastraron a la gente en pos de sí a las soledades montañosas. Pero esa profecía fue dada también para los últimos días. Se trataba de una señal del segundo advenimiento. Aun ahora hay falsos cristos y falsos profetas que muestran señales y prodigios para seducir a sus discípulos. ¿No oímos el clamor: ‘He aquí en el desierto está’? ¿No han ido millares al desierto esperando hallar a Cristo? Y de los miles de reuniones donde los hombres profesan tener comunión con los espíritus desencarnados, ¿no se oye ahora la invitación: ‘He aquí en las cámaras’ está? Tal es la pretensión que el espiritismo expresa. Pero, ¿qué dice Cristo? ‘No creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre’.”

Hoy en día también los falsos profetas tuercen las Escrituras para hacer que la gente desesperada, movida por los sentimientos en lugar de principios, vendan sus casas y sean llevados a las soledades montañosas prometiéndoles salvación por obras. Y en algunos casos hacen esto para tenerlos como esclavos trabajando para ellos, mientras les hacen creer que ese trabajo forzado es un medio de “transformar su carácter”.

Satanás también te lleva al campo

En el año 1978 en Jonestown, Guyana, bajo la dirección de un líder cristiano muy carismático llamado Jim Jones, 909 personas miembros de la secta “El Templo del Pueblo” murieron por envenenamiento en un “suicidio revolucionario” masivo, entre los cuales figuraban al menos 200 niños. Al envenenamiento le siguió el asesinato de otras cinco personas, incluyendo al congresista estadounidense Leo Ryan, por parte de miembros de la secta religiosa. Este fue el mayor suicidio en masa de la historia moderna y se cuenta, hasta el día de hoy, en la mayor pérdida de vida civil estadounidense en un desastre natural hasta el 11 de Septiembre del 2001.

People's Temple Cult Commits Mass Suicide In Guyana

Jones se crío dentro de la Iglesia Bautista y en su adolescencia fue miembro de la Iglesia del Nazareno. Jones inauguró su Iglesia Cristiana del Templo del Pueblo en 1959, y poco tiempo después se adhirió a la asociación protestante de Los Discípulos del Pueblo. Jones predicaba constantemente en contra del racismo (algo que era muy bueno y que atraía a muchos afro-americanos a su organización religiosa) y pronto empezaron a abundar las falsas sanaciones “milagrosas” entre los miembros. Jones comenzó a atacar cuestiones de la Biblia que no le gustaban, mientras se acobijaba en otras que servían para su causa. El dogma cristiano se modificaba y se adaptaba a sus necesidades.

Muy pronto Jones comenzó a utilizar el miedo para sacar a sus seguidores de las ciudades, argumentando que el fascismo adquiriría control de los Estados Unidos y que las corporaciones esclavizarían o matarían a las minorías. Usando el miedo, el sentimentalismo, y la excitación, empezó a lavar el cerebro a todos sus discípulos quienes le veían como un profeta enviado por Dios para salvarlos de la condenación inminente. Luego de que logró implantar el miedo en sus seguidores, decidió trasladar su iglesia a un lugar “más seguro”, lejos de la civilización y de las ciudades—ese lugar sería Jonestown, Guyana en Sudamérica, donde terminaría ocurriendo el suicidio masivo.

Para el año de 1978, alrededor de mil personas se habían trasladado a Jonestown, dejando atrás todo tipo de pertenencias, de fortunas y de familia. Tras el deterioro de la salud por parte de miembros de la secta, y después de varias acusaciones de malversación de fondos, de maltrato y hasta de abuso infantil, algunas cartas fueron enviadas al exterior señalando las deplorables condiciones de vida. Los familiares de estas personas empezaron a presionar al gobierno, hasta que al final el congresista Ryan fue a Guyana acompañado de periodistas para verificar las condiciones deplorables en Jonestown. Fue entonces que se desató el caos y la matanza.

jonestown-suicide-massacre

Fuente: http://www.huffingtonpost.com/adst/the-jonestown-massacre_b_8592338.html

Fuente: http://culturacolectiva.com/el-suicidio-colectivo-mas-grande-de-la-historia/

Movidos fácilmente por los sentimientos

CS pg. 516/2 (457.3) – “Los avivamientos populares son provocados demasiado a menudo por llamamientos a la imaginación, que excitan las emociones y satisfacen la inclinación por lo nuevo y extraordinario. Los conversos ganados de este modo manifiestan poco deseo de escuchar la verdad bíblica, y poco interés en el testimonio de los profetas y apóstoles. El servicio religioso que no revista un carácter un tanto sensacional no tiene atractivo para ellos. Un mensaje que apela a la fría razón no despierta eco alguno en ellos. No tienen en cuenta las claras amonestaciones de la Palabra de Dios que se refieren directamente a sus intereses eternos.”

¿Cuáles son esos “llamamientos a la imaginación que excitan las emociones y satisfacen la inclinación por lo nuevo y extraordinario”?

Ejemplos claros de esto es cuando los falsos profetas mienten diciendo que en el campo vas a tener sustento cuando salga la ley dominical. La única manera que vas a tener sustento, en la ciudad o en el campo, cuando salga el decreto dominical, será si aceptas la marca de la bestia. Es una “imaginación” terrible pensar que te puedes escapar de la ley dominical huyendo a las soledades montañosas. Otra imaginación que excita las emociones es cuando te hacen creer que en el campo te vas a conectar con Dios, que tu carácter va a ser transformado, y que tus hijos ahí no serán rebeldes como por arte de magia. Cualquier persona que ha vivido en el campo o que tiene contacto con gente que vive en el campo, ya sean creyentes o no creyentes, sabe muy bien la realidad: en el campo hay también niñas con embarazos no deseados, hay adulterio, fornicación, asesinatos, vicios, incesto, y toda clase de abominación que el campo no tiene poder para evitar.

Otros llamamientos a la imaginación que excitan nuestro deseo de salvación por obras es cuando los falsos profetas mienten diciendo que hay que estar en el campo para recibir la lluvia tardía y alcanzar la perfección para pasar el juicio. Esta es otra manera en que queda en evidencia nuestro odio a Cristo, pues estamos dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de ser aprobados con nuestra propia justicia en lugar de aceptar la justicia perfecta de Cristo como toda suficiente para nuestra aceptación. Es más fácil buscar la salvación por obras que aceptar “un mensaje que apela a la fría razón” como lo es la Amonestación del Testigo Fiel (Apocalipsis 3:17).

Es importante también entender que en el campo existen los sindicatos y gremios que controlan la producción de la tierra, y que no debemos ser parte de estos sindicatos—ni en la ciudad, ni en el campo.

2MS pg. 162.1 – «Las uniones laborales constituirán una de las agencias que traerán sobre esta tierra un tiempo de angustia como nunca ha habido desde que el mundo fue creado.»

Antes de salir al campo también es importante tener claro que en el campo se requieren ciertas habilidades para poder vivir de la tierra. Sería mejor primero aprender a trabajar la tierra antes de salir a vivir de ella.

2MS pg. 415.1 – “Que todos tomen el tiempo necesario para realizar cuidadosas consideraciones, para que no sean como el hombre de la parábola que comenzó a edificar y luego fue incapaz de terminar. No debe realizarse ningún movimiento sin considerar cuidadosamente ese movimiento y sus resultados; todo debe ser tenido en cuenta… A cada hombre se le dio su obra de acuerdo con sus diversas habilidades. Por lo tanto no debe actuar con vacilación sino con firmeza, y sin embargo confiando humildemente en Dios.

“Puede haber personas que se apresuran a hacer una cosa, y que se comprometen en negocios acerca de los cuales no saben nada. Dios no requiere que se haga esto. Pensad con sinceridad y oración, y estudiad la Biblia cuidadosamente y con oración, teniendo la mente y el corazón despiertos para oír la voz de Dios… Comprender la voluntad de Dios constituye una gran cosa…”

2MS pg. 417.1 – “Si algunos actúan apresuradamente y salen de Battle Creek, y luego se desaniman, no se culparán a sí mismos por haber actuado imprudentemente, sino que culparán a otros diciendo que los obligaron a obrar en esa forma. Todo su desconcierto y su derrota serán atribuidos a aquellos que no deberían ser acusados…”

2MS pg. 416.2 – “No se haga nada en forma desordenada para que no se produzcan grandes pérdidas ni se sacrifiquen las propiedades a causa de discursos ardientes e impulsivos que despiertan un entusiasmo que no está de acuerdo con la voluntad de Dios; para que una victoria que es esencial que se obtenga no se convierta en derrota por falta de una moderación adecuada, de proyectos adecuados, de principios sólidos y de propósitos definidos. En este asunto debe haber una dirección sabia, y todos deben actuar bajo la dirección de un Consejero sabio e invisible, el cual es Dios. Habrá instrumentos que son humanos que lucharán por el dominio, y se efectuará una obra que no llevará la rúbrica de Dios. Ahora quiero rogar que cada persona no se vuelva con demasiada intensidad y confianza hacia los consejeros humanos, sino que busque fervorosamente a Dios, Aquel que es sabio en consejos. Someted todos vuestros caminos y vuestra voluntad a los caminos de Dios y a la voluntad de Dios…”

Cada persona debe dejar a un lado su propia “sabiduría” que en realidad es ignorancia, aceptando la Amonestación del Testigo Fiel que nos dice que somos necios “Salmos 14:1” y “desleales” (Romanos 1:29-31), para someter nuestros caminos a la voluntad de Dios. Y es que en realidad ni siquiera podemos someter nuestra voluntad a Dios, pues nuestra voluntad por naturaleza está sometida a Satanás. Entonces, el primer paso es reconocer que todas nuestras ideas y planes están siendo dirigidas por Satanás, para que podamos tener necesidad de liberación y de que Cristo tome las riendas de nuestras vidas para hacer su voluntad y no la nuestra.

MJ pg. 151/2 (106.2) – “Necesitas beber diariamente en la fuente de la verdad, a fin de entender el secreto del placer y el gozo en el Señor. Pero debes recordar que tu voluntad es la fuente de todas tus acciones. Esta voluntad, que constituye un factor tan importante en el carácter del hombre, fue puesta, en ocasión de la caída, bajo el dominio de Satanás; y desde entonces él ha estado obrando en el hombre el querer y hacer su beneplácito, pero para la completa miseria y ruina del hombre.”

Cuando aceptemos de corazón que nuestra voluntad está bajo dominio de Satanás, entonces tendremos miedo de todos los planes que hagamos sin haber consultado primero a Dios. Si quieres salir al campo, sin haber doblado rodilla y pedido a Dios que te dé sabiduría, y que él sea el que te lleve por caminos seguros, ya sea para salir al campo o quedarte en donde estás, entonces estamos mal desde el principio. Lo primero es orar a Dios confesando que todos nuestros planes están manchados por el egoísmo y la ignorancia, confesar que en realidad queremos salir al campo por motivos egoístas disfrazados de un “hacer obra misionera desde puestos de avanzada.” Hay personas que a duras penas han hecho obra misionera en la ciudad, y sin embargo creen que van a salir al campo para hacer obra misionera desde el campo en las ciudades. Si en lo poco hemos sido infieles, cómo podemos creernos capaces de en lo mucho ser fieles? Esto es una terrible fantasía que pone en evidencia que en realidad no nos conocemos a nosotros mismos y no tenemos claro la condición humana.

Lucas 16:10 – “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.”

Antes de salir al campo a “trabajar desde puestos de avanzada” deberíamos preguntarnos si hoy por hoy ya estamos trabajando para restaurar todo aquello que fue echado por tierra por el cuerno pequeño: la vigencia de la Ley, la amonestación del Testigo Fiel, la justicia perfecta de Cristo, su Sacerdocio en el Santuario Celestial, la misericordia de Dios Padre, al verdadero Agente Regenerador, la diferencia entre justificación y santificación: los mensajes de los tres ángeles.

CC pg. 70.2 – “La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez no haya éxtasis de los sentimientos, pero debe haber una confianza continua y apacible. Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo. Tu debilidad está unida a su fuerza, tu ignorancia a su sabiduría, tu fragilidad a su eterno poder. Así que no has de mirar a ti mismo ni depender de ti, sino mirar a Cristo. Piensa en su amor, en la belleza y perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor: tal es el tema que debe contemplar el alma. Amándole, imitándole, dependiendo enteramente de El, es como serás transformado a su semejanza.”

2MS pg. 417.2 – “Ahora, justamente ahora, es el tiempo cuando los peligros de los últimos días se amontonan junto a nosotros, y por eso necesitamos hombres sabios como consejeros, y no hombres que piensan que su deber consiste en crear agitación y desorden sin ser capaces de dar consejos oportunos ni organizar y disponer para que después de cada brote de entusiasmo, de la confusión surja el orden, y haya descanso y paz por la obediencia a la Palabra de Dios. Que cada hombre ocupe el lugar que le corresponde para que realice algún trabajo para el Maestro, de acuerdo con sus diversas habilidades…”

A cada ser humano Dios ha dado diferentes talentos (Mateo 25:14-15). Dios desea que aprendamos a utilizar todo los talentos y habilidades que Dios nos ha otorgado para el servicio de Dios, para llevar almas a Cristo. Hay personas cuya utilidad seguramente se desperdiciaría en el campo, hombres que tienen talentos que se podrían utilizar mejor en la ciudad y que si salieran al campo, incluso sin tener idea de cómo vivir en el campo, podrían llegar al punto de arruinar su salud y luego desalentarse al punto de abandonar la fe.

Ev pg. 78.5 – “Cada día Satanás tiene sus planes para llevar a cabo: ciertas cosas destinadas a obstaculizar el camino de los testigos de Cristo. A menos que los instrumentos humanos de Jesús sean humildes y mansos de corazón por haber aprendido de Jesús, con seguridad cederán a la tentación, porque Satanás es vigilante, artero y sutil, y los obreros serán tomados desprevenidos si no tienen constantemente una actitud de oración. Satanás se aproxima cautelosamente a ellos, como un ladrón en la noche, y los lleva cautivos. Luego obra en la mente de las personas para pervertir sus ideas individuales y montar sus propios planes; y si los hermanos ven el peligro y hablan de él, ellos piensan que se les ha causado un daño personal y que alguien procura debilitar su influencia. Uno tira hacia un lado y el otro en una dirección opuesta.

“La obra ha sido entorpecida, se han efectuado movimientos falsos, y con esto se ha complacido a Satanás. Si el yo no hubiese sido complacido con tanto cuidado y con tanta ternura, por temor a que no mantuviese su dignidad natural, el Señor habría podido utilizar estos caracteres constituidos en forma diferente para realizar una obra excelente y mucho mayor, porque en la diversidad de sus talentos, es la unidad en Cristo lo que posibilita su utilidad. Si, como los diversos sarmientos de la vid, estuviesen unidos a la cepa, todos llevarían abundantes racimos como fruto precioso. Habría armonía perfecta en su diversidad, porque son participantes del alimento y la sustancia de la vid.”

1MCP pg. 174.2 – “El tiempo es uno de los valiosos talentos que Dios nos ha confiado y del cual nos pedirá cuenta. Derrochar el tiempo es malograr la inteligencia. Las facultades de la mente son susceptibles de gran desarrollo.”

PP pg. 595/2 (535.3) – “El jefe a quien Dios había escogido para derrotar a los madianitas no ocupaba un puesto eminente en Israel. No era príncipe, ni sacerdote, ni levita. Se consideraba como el menor en la casa de su padre, pero Dios vio en él a un hombre valiente y sincero. No confiaba en sí mismo, y estaba dispuesto a seguir la dirección del Señor. Dios no escoge siempre, para su obra, a los hombres de talentos más destacados sino a los que mejor puede utilizar. ‘Delante de la honra está la humildad’ (Proverbios 15:33). El Señor puede obrar más eficazmente por medio de los que mejor comprenden su propia insuficiencia, y quieran confiar en él como su jefe y la fuente de su poder. Los hará fuertes mediante la unión de su debilidad con su propio poder, y sabios al relacionar la ignorancia de ellos con su sabiduría.

“Si su pueblo cultivara la verdadera humildad, el Señor podría hacer mucho más en su favor; pero son muy pocos aquellos a quienes se les puede confiar alguna responsabilidad importante o darles éxito sin que confíen demasiado en sí mismos y se olviden de que dependen en absoluto de Dios. Este es el motivo por el cual, al escoger los instrumentos para su obra, el Señor pasa por alto a los que el mundo honra como grandes, talentosos y brillantes. Con demasiada frecuencia son orgullosos y presumidos. Se creen competentes para actuar sin consejo de Dios.”

Cada vez que trazamos nuestros propios planes como “¡voy a salir al campo!” sin siquiera preguntarnos de dónde o por qué tenemos este deseo, y sin haber consultado a Dios qué es lo que él desea realizar con nosotros, eso se debe a que nos creemos competentes para actuar sin el consejo de Dios. Queremos realizar nuestra propia voluntad, basada en nuestras propias ideas, porque somos orgullosos, presumidos, y no entendemos que somos ignorantes. Siempre tenemos que tener en mente que nuestro corazón es “engañoso y perverso más que todas las cosas” (Jeremías 17:9), para que cuando broten “planes” en nuestra mente de realizar cualquier cosa por muy grande o pequeña que sea, siempre tengamos miedo de ese corazón engañoso y busquemos primero la dirección de Jehová, con un corazón contrito y humilde en busca de dirección, consejo y sabiduría de nuestro Padre Celestial.

2MS pg. 418.1 – “No podemos tener una fe débil ahora; no podemos estar seguros con una actitud descuidada, indolente y perezosa. Hay que utilizar hasta el último ápice de habilidad, y hay que pensar en forma aguda, serena y profunda. La sabiduría de ningún instrumento humano es suficiente para trazar planes y proyectos en este tiempo. Exponed cada plan delante de Dios con ayuno, y humillando el alma delante del Señor Jesús, y encomendad vuestros caminos al Señor. La promesa segura es que él dirigirá vuestras sendas. El posee recursos infinitos. El Santo de Israel, quien llama por su nombre a las huestes del cielo, y mantiene las estrellas en su lugar, os cuida individualmente…”

2MS pg. 422.1 – “Es difícil mantener firmes hasta el fin los rudimentos de nuestra confianza; y la dificultad aumenta cuando existen influencias ocultas que trabajan constantemente para introducir otro espíritu, un elemento contrarrestante, que obra en favor del bando de Satanás. En ausencia de la persecución se han introducido en nuestras filas algunos que tienen una firmeza aparente y cuyo cristianismo parece incuestionable, pero que se apartarían de nosotros si surgiera la persecución. En la crisis, prestarán atención a razonamientos aparentemente plausibles que han influido en sus mentes. Satanás ha preparado diversas trampas para hacer frente a las distintas clases de mentes. Cuando se invalide la ley de Dios la iglesia será zarandeada por pruebas terribles, y una proporción más elevada de la que ahora anticipamos, prestará atención a espíritus seductores y a doctrinas de demonios. En lugar de ser fortalecidos cuando son puestos en dificultades, muchos demostrarán que no son sarmientos vivientes de la Vid verdadera; no llevaron frutos y el viñador los separó.”

Conclusión

El hecho de que la tierra nos enseña que el terreno inculto no puede prepararse a sí mismo, sino que necesita que venga un trabajador a preparar el terreno; y que una vez el terreno inculto está preparado, este no puede sembrarse a sí mismo, sino que necesita del trabajo de un sembrador que trae una buena semilla que por naturaleza no está en el terreno inculto; todo esto debería hacernos entender que el ser humano—que acepta que es un terreno inculto—no puede tener convicción de pecado, no puede tener necesidad del Evangelio, de la misericordia del Padre, del Agente Regenerador, no puede regenerarse a sí mismo, y en resumen: el hombre no puede salvarse a sí mismo por sus propias obras.

PVGM pg. 121.2 – “Cristo se entregó a sí mismo para ser nuestro sustituto y nuestra seguridad, y no descuida a nadie. El no podría ver a los seres humanos expuestos a la ruina eterna sin derramar su alma hasta la muerte en favor de ellos, y considerará con piedad y compasión a toda alma que comprenda que no puede salvarse a sí misma. No mirará a ningún suplicante tembloroso sin levantarlo. El que mediante su propia expiación proveyó para el hombre un caudal infinito de poder moral, no dejará de emplear ese poder en nuestro favor. Podemos llevar nuestros pecados y tristezas a sus pies, pues él nos ama. Cada una de sus miradas y palabras estimulan nuestra confianza. El conformará y modelará nuestro carácter de acuerdo con su propia voluntad.”

PVGM pg. 122.3 – “Pero debemos tener un conocimiento de nosotros mismos, un conocimiento que nos lleve a la contrición, antes de que podamos encontrar perdón y paz. El fariseo no sentía ninguna convicción de pecado. El Espíritu Santo no podía obrar en él. Su alma estaba revestida de una armadura de justicia propia que no podía ser atravesada por los aguzados y bien dirigidos dardos de Dios arrojados por manos angélicas. Cristo puede salvar únicamente al que reconoce que es pecador. El vino ‘para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados’. Pero ‘los que están sanos no necesitan médico’ (Lucas 4:18; 5:31). Debemos conocer nuestra verdadera condición, pues de lo contrario no sentiremos nuestra necesidad de la ayuda de Cristo. Debemos comprender nuestro peligro, pues si no lo hacemos, no huiremos al refugio. Debemos sentir el dolor de nuestras heridas, o no desearemos curación.”

2MS pg. 410.3 – “Hay que trabajar en favor de las ciudades desde puestos de avanzada. El mensajero de Dios dijo: ‘¿No serán amonestadas las ciudades? Sí; pero no por el pueblo de Dios que viva en ellas, sino mediante sus visitas realizadas para advertirlas de lo que acontecerá sobre la tierra’.”

Si sales al campo sin haber aceptado la Amonestación del Testigo Fiel (Apocalipsis 3:17), sin entender la condición del hombre después del pecado, tal y como está escrito en las Santas Escrituras, qué mensaje es el que vas a predicar en el campo? ¿Qué mensaje vas a llevar a las ciudades desde el campo, si no entiendes cómo, dónde, y cuándo, el hombre es justificado, perdonado y recibe al Agente Regenerador? ¿Qué mensaje vas a llevar a las ciudades si no entiendes cómo es que el hombre puede nacer de nuevo?

¿Cuál es el mensaje de salvación? ¿Cuáles son los tres mensajes angélicos? ¿Acaso el último mensaje de salvación es que el campo te va a salvar de la crisis final? ¿Nuestro mensaje es que el campo te va a cambiar? ¿Nuestro mensaje es que el campo te va a salvar de la marca de la bestia? ¿Acaso la marca de la bestia es un chip o una vacuna de la cual te puedes escapar? ¿Crees que la tecnología del cuerno pequeño no llega a cubrir el campo? ¿Será que los drones no pueden volar en el campo? ¿Acaso nuestra misión es llevar almas al campo? ¿Ya no hay que llevar almas a Cristo? ¿Ya no hay que restaurar el Santuario Celestial? ¿Desde el campo vas a poder restaurar lo que el cuerno pequeño ha echado por tierra? ¿Quieres dar el fuerte pregón?

Si no entiendes tu verdadera condición delante de Dios, a donde vayas vas a llevar tu depravación, tu miedo, tu desconfianza en Dios, y tu confianza propia. Si no sabes cuál es el mensaje de “advertencia de lo que acontecerá sobre la tierra”, qué advertencia darás desde “puestos de avanzada”? Si tu mensaje es “Cristo viene pronto” y no entiendes que hay un JUICIO que antecede a la segunda venida, entonces estás descalificado para advertir sobre lo que acontecerá sobre la tierra. Y aun si sabes que hay un Juicio que antecede a la segunda venida, pero no tienes claro el ritual simbólico, y no tienes claro cómo es que se sale aprobado en dicho Juicio, qué mensaje vas a llevar? El último mensaje de amonestación que va a ser presentado delante del mundo por el poder del Espíritu de Dios, no es “salid al campo”.

HAp pg. 413.3 – “El apóstol procuró enseñar a los creyentes cuán importante es impedir a la mente divagar en asuntos prohibidos o gastar energías en cosas triviales. Los que no quieren ser víctimas de las trampas de Satanás deben guardar bien las avenidas del alma; deben evitar el leer, mirar u oír lo que puede sugerir pensamientos impuros. No debe permitirse que la mente se espacie al azar en cualquier tema que sugiera el enemigo de nuestras almas. El corazón debe ser fielmente vigilado, o males de afuera despertarán males de adentro, y el alma vagará en tinieblas. ‘Por lo cual—escribió Pedro,—teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos, con templanza, esperad perfectamente en la gracia que os es presentada cuando Jesucristo os es manifestado: … no conformándoos con los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación: porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo’.”

Muchos salen al campo pensando que allí evitarán las cosas que en las ciudades sugieren pensamientos impuros. Sin embargo, se llevan al campo sus celulares, televisores, computadores que utilizan para conectarse a las redes sociales y estar alimentando sus mentes carnales. ¿De qué te sirvió salir al campo? De nada, si no has comprendido que donde vayas, incluso sin tecnología, te llevas los “males de adentro” que brotarán al menor descuido. Porque la mala hierba, donde sea brota sin necesidad de ser sembrada.

2MS pg. 410.2 – “Hay que hablar la verdad, ya sea que los hombres la escuchen o no. Las ciudades están llenas de tentaciones. Deberíamos planear nuestra obra de tal manera que podamos mantener a nuestros jóvenes tan lejos como sea posible de esa contaminación.”

Es completamente cierto que la ciudad tiene una cantidad mayor de tentaciones que un pueblito en el campo. Sin embargo, en los pueblos rurales también festejan los carnavales, se emborrachan, cometen fornicación, y en muchos casos hasta en mayor grado que en las fiestas de las ciudades, pues en el campo no hay policías que controlen el desenfreno del populacho. ¿Por qué el campo no puede refrenar estas pasiones carnales de la gente que vive en los pueblos rurales? Porque el campo NO es un agente regenerador. Y porque todos estamos contaminados con el pecado desde el momento en que somos engendrados. Llevamos la borrachera, la fornicación, la rebeldía por dentro (Marcos 7:21-23). Si no tenemos claro este punto, estos atributos de Satanás brotarán en la ciudad, en el campo, en las soledades montañosas o donde sea.

El deber de salir a vivir en el campo no nació exclusivamente con los adventistas del séptimo día, sino que es un ideal cristiano que se tiene desde el mismo Edén. Fue la descendencia de Cam (Génesis 10:6-20) la que en desobediencia a Dios quiso amontonarse en una ciudad y en una torre como leemos en Génesis 11:1-6, mientras que la descendencia de Sem sí obedeció la orden de esparcirse por toda la tierra (Génesis 10:30-32).

Luego de la Reforma Protestante del siglo XVI tenemos grupos muy conocidos de cristianos que abandonaron las ciudades para vivir en el campo como los Cuáqueros, los Menonitas y los Amish. Estos grupos salieron originalmente de Europa, en muchos casos debido a la persecución de la contrarreforma, y se esparcieron por norte, centro y sur américa. Por ejemplo, en Bolivia se calcula que actualmente viven entre 17.000 y 30.000 menonitas agrupados entre 16 colonias. Se trata de grupos sociales cerrados que viven en el campo y tienen prohibido contraer matrimonio fuera del grupo.

Hace algunos años atrás, por el año 2009, una par de estas colonias menonitas en Bolivia sacudió al mundo cuando los menonitas acudieron a las autoridades bolivianas para denunciar una violación masiva dentro de sus comunidades. Por al menos dos años un centenar de mujeres entre los 11 y 60 años fueron violadas por jóvenes de su comunidad, incluyendo a sus propias hermanas, utilizando sustancias químicas a modo de somníferos para dormir a los habitantes mientras cometían sus delitos.

Fuente: https://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/01/internacional/1246438769.html

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/america_latina/2009/06/090624_2124_bolivia_menonitas_violan_rb

Vivir en el campo con una comunidad cristiana que aparentemente tiene la misma fe que tú tienes, NO es garantía de un “lugar más seguro”. La depravación, la perversidad la llevamos por dentro, y el campo no es una burbuja libre de tentaciones. Estos jóvenes menonitas que cometieron aquellas atrocidades no estaban libres de la “rebelión adolescente” que supuestamente “no existe” en los jóvenes que se educan en el campo. Es realmente indignante escuchar a supuestos “educadores” mentir a la gente para llevarles al campo, haciéndoles creer que en el campo sus hijos “no serán rebeldes”, cuando la Palabra de Dios nos dice claramente que somos rebeldes desde el vientre (Isaías 48:8).

Los dos hombres del Antiguo Testamento que más lograron desarrollar un carácter semejante al de Cristo no fueron los hombres que vivieron en el campo, sino que fueron José hijo de Jacob, y el profeta Daniel. José desarrolló un carácter semejante al de Cristo en el país que llegó a ser símbolo del ateísmo—Egipto—donde fue llevado como esclavo (Génesis 37:28, 36). Cuando la mujer de su amo trató de seducirlo, José prefirió ir preso antes de quebrantar la Ley de Dios (Génesis 39:7-20). José vivió en uno de los países más paganos de la historia, rodeado de gente que no adoraba al Dios de Israel, y sin embargo tuvo una actitud completamente opuesta a aquellos jóvenes menonitas que vivían en el campo con sus “hermanos en la fe”. Incluso José fue obligado por el faraón a contraer matrimonio con una sacerdotisa pagana (Génesis 41:45) y aun así no se desvió de su lealtad al Dios verdadero. Daniel también fue llevado cautivo a la cuna de la idolatría—Babilonia—y tuvo que educarse y crecer en la misma corte babilónica (Daniel 1:3-4, 21), completamente rodeado de toda clase de tentaciones, pero sin embargo no se desvió del camino estrecho.

CM pg. 522.4 – “Un buen carácter debe construirse ladrillo tras ladrillo. Estas características que habilitan a los jóvenes a trabajar con éxito en la causa de Dios deben ser obtenidas por el ejercicio diligente de sus facultades, por el aprovechamiento de toda ventaja que la Providencia les da, y por su relación con la Fuente de toda sabiduría. No deben quedar satisfechos con una norma baja. Tanto el carácter de José como el de Daniel son buenos modelos para ellos, y en la vida del Salvador tienen un dechado perfecto.”

ED pg. 54/3 (52.1) – “Daniel y sus compañeros fueron aparentemente más favorecidos en su juventud por la suerte, en Babilonia, que José en los primeros años de su vida en Egipto; sin embargo, fueron sometidos a pruebas de carácter apenas menos severas. De su hogar relativamente sencillo de Judea, estos jóvenes de linaje real fueron transportados a la ciudad más magnífica, a la corte del más grande monarca, y fueron escogidos para ser educados para el servicio especial del rey. En esa corte corrompida y lujosa estaban rodeados de fuertes tentaciones. Los vencedores mencionaban con jactancia el hecho de que ellos, adoradores de Jehová, fueran cautivos de Babilonia; que los vasos de la casa de Dios hubieran sido colocados en el templo de los dioses de Babilonia; que el rey de Israel fuera prisionero de los babilonios, como evidencia de que su religión y sus costumbres eran superiores a la religión y las costumbres de los hebreos. En esas circunstancias, por medio de las mismas humillaciones que eran el resultado de que Israel se había apartado de los mandamientos de Dios, el Señor dio a Babilonia la evidencia de su supremacía, de la santidad de sus demandas y del resultado que trae la obediencia. Y dio ese testimonio del único modo que podía ser dado: Por medio de los que seguían siendo fieles.”

PR pg. 359.3 – “Los notables hebreos fueron hombres de pasiones como las nuestras; y no obstante las influencias seductoras de la corte babilónica, permanecieron firmes, porque confiaban en una fuerza infinita. En ellos una nación pagana contempló una ilustración de la bondad y beneficencia de Dios, así como del amor de Cristo. En lo que experimentaron tenemos un ejemplo del triunfo de los buenos principios sobre la tentación, de la pureza sobre la depravación, de la devoción y la lealtad sobre el ateísmo y la idolatría.

Los jóvenes de hoy pueden tener el espíritu que dominó a Daniel; pueden sacar fuerza de la misma fuente, poseer el mismo poder de dominio propio y revelar la misma gracia en su vida, aun en circunstancias tan desfavorables como las que predominaban entonces. Aunque rodeados por tentaciones a satisfacer sus apetitos, especialmente en nuestras grandes ciudades, donde resulta fácil y atrayente toda complacencia sensual, pueden permanecer por la gracia de Dios firmes en su propósito de honrar a Dios. Mediante una determinación enérgica y una vigilancia constante, pueden resistir toda tentación que asalte el alma. Pero sólo podrá alcanzar la victoria el que resuelva hacer el bien por el bien mismo.”

ED pg. 57/2 (54.2) – “Dios desea revelar hoy, por medio de los jóvenes y niños, las mismas verdades poderosas que reveló mediante estos hombres. Las historias de José y Daniel son una ilustración de lo que el Señor hará por los que se entregan a él y se esfuerzan de todo corazón por llevar a cabo su propósito.

“La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.

Pero semejante carácter no es el resultado de la casualidad; no se debe a favores o dones especiales de la Providencia. Un carácter noble es el resultado de la autodisciplina, de la sujeción de la naturaleza baja a la superior, de la entrega del yo al servicio de amor a Dios y a la humanidad.

Es necesario inculcar en los jóvenes la verdad de que sus dones no les pertenecen. La fuerza, el tiempo, el intelecto, son tesoros prestados. Pertenecen a Dios, y todo joven debería decidir darles el uso más elevado; él es una rama de la cual Dios espera fruto; un mayordomo cuyo capital tiene que producir dividendos; una luz para iluminar la oscuridad del mundo.

“Todo joven y todo niño tienen una obra que hacer para la honra de Dios y beneficio de la humanidad.”

4TI pg. 562.2 – “Daniel amaba, temía y obedecía a Dios. Y aun así no huyó del mundo para evitar su influencia corruptora. La providencia de Dios lo puso en el mundo aunque no era del mundo. Rodeado de todas las tentaciones y las fascinaciones de la vida cortesana, conservó la integridad de su alma, con una adherencia a los principios que era firme como una roca. Hizo de Dios su fuerza y él no lo olvidó en el momento de mayor necesidad.

“Daniel era fiel, noble y generoso. A la vez que ansiaba estar en paz con todos los hombres no permitía que ninguna potencia lo desviara del camino del deber. Estaba dispuesto a obedecer a aquellos que eran sus gobernantes, en la medida que ello no entrara en contradicción con la verdad y la justicia. No había reyes ni decretos que lo apartaran de su fidelidad al Rey de reyes. Daniel sólo tenía dieciocho años cuando fue llevado a una corte pagana para entrar al servicio del rey de Babilonia. Su juventud hace que su noble resistencia al error y su firme adhesión a la justicia sean aún más admirables. Su noble ejemplo debería dar fuerza a los que, aún hoy, sufren pruebas y tentaciones.”

Daniel y José triunfaron en medio de las ciudades más corrompidas de su época porque ellos no confiaban en su propia fuerza, en su propia integridad, no consideraban que tenían una bondad inherente, sino que siendo conscientes de su propio egoísmo y de su propia naturaleza pecaminosa, confiaban en un poder divino que estaba fuera de ellos. No confiando en su propia sabiduría para tomar decisiones, constantemente, y especialmente cuando venían las pruebas, buscaban ciertamente la dirección del Todopoderoso.

CC pg. 101.2 – “Dios no pide que algunos de nosotros nos hagamos ermitaños o monjes, ni que nos retiremos del mundo, a fin de consagrarnos a los actos de adoración. Nuestra vida debe ser como la vida de Cristo, que estaba repartida entre la montaña y la multitud. El que no hace nada más que orar, pronto dejará de hacerlo, o sus oraciones llegarán a ser una rutina formal. Cuando los hombres se alejan de la vida social, de la esfera del deber cristiano y de la obligación de llevar su cruz, cuando dejan de trabajar fervorosamente por el Maestro que trabajó con ardor por ellos, pierden lo esencial de la oración y no tienen ya estímulo para la devoción. Sus oraciones llegan a ser personales y egoístas. No pueden orar por las necesidades de la humanidad o la extensión del reino de Cristo ni pedir fuerza con que trabajar.”

DTG pg. 65.4 – “Cristo no era exclusivista, y había ofendido especialmente a los fariseos al apartarse, en este respecto, de sus rígidas reglas. Halló al dominio de la religión rodeado por altas murallas de separación, como si fuera demasiado sagrado para la vida diaria, y derribó esos muros de separación. En su trato con los hombres, no preguntaba: ¿Cuál es vuestro credo? ¿A qué iglesia pertenecéis? Ejercía su facultad de ayudar en favor de todos los que necesitaban ayuda. En vez de aislarse en una celda de ermitaño a fin de mostrar su carácter celestial, trabajaba fervientemente por la humanidad. Inculcaba el principio de que la religión de la Biblia no consiste en la mortificación del cuerpo. Enseñaba que la religión pura y sin mácula no está destinada solamente a horas fijas y ocasiones especiales. En todo momento y lugar, manifestaba amante interés por los hombres, y difundía en derredor suyo la luz de una piedad alegre. Todo esto reprendía a los fariseos. Demostraba que la religión no consiste en egoísmo, y que su mórbida devoción al interés personal distaba mucho de ser verdadera piedad. Esto había despertado su enemistad contra Jesús, de manera que procuraban obtener por la fuerza su conformidad a los reglamentos de ellos.”

No cabe la menor duda que la vida al aire libre, lo más cerca posible de la naturaleza, es la mejor vida que podamos tener en esta vida. Pero no debemos olvidarnos que el propósito de nuestras vidas es el de ser “colaboradores con Dios” (1 Corintios 3:9) para restaurar su “santuario asolado” que es el Santuario Celestial con el Sacerdocio de Cristo (Hebreos 7:24). Si hacemos de esta tarea, la principal directriz de nuestra vida, seguramente Dios nos colocará en el lugar donde él desea que hagamos esta obra, así sea en el campo, o en la ciudad más corrompida y tentadora como lo hizo con Daniel en Babilonia. Pero Daniel no fue por su propia cuenta a Babilonia, sino que fue llevado por la Providencia de Dios. Asimismo, Abraham no salió de “en medio de su parentela” para ir a vivir en tiendas en el campo por su propia cuenta, sino que fue llevado por Dios (Génesis 12:1; Hebreos 7:3). Dejad pues vuestros planes a un lado, y pedid a Dios que tome la rienda de vuestras vidas, reconociendo vuestra total incapacidad para amar a Dios, y Aquel que todo lo sabe y todo lo conoce, os llevara por caminos seguros según su buena voluntad y según los talentos que os ha concedido individualmente. Sólo Dios conoce la obra que desea que realices para él en su gran plan de redención. Ninguna otra persona la conoce. Por lo tanto, consulta a Dios tu deber con sinceridad y humildad, y él responderá ciertamente.

Este estudio fue realizado en un tiempo en el que por causa de un virus el mundo entero se encuentra en cuarentena total, y no es posible movilizarse de la ciudad al campo ni viceversa. Este hecho debería hacernos meditar en que si estamos pensando trabajar “desde puestos de avanzada” desde el campo a la ciudad, qué fácil es para las autoridades humanas bloquear este trabajo. Hoy en día, las ciudades solamente pueden ser amonestadas por la gente que vive en ellas. Vivimos en un tiempo en que no se puede salir de las casas en domingo de manera mundial, de lo contrario vendrán las multas o inclusive la cárcel. Todo esto debería hacernos meditar en que estamos a las puertas de la crisis final. No es el tiempo de tomar medidas apresuradas alocadamente, sino que mas bien es el tiempo de buscar la sabiduría que proviene de Dios y pedir que nos libere de nuestro terrible YO.

2MS pg. 430.3 – “En una visión de la noche me parecía estar repasando en mi mente las evidencias que tenemos para verificar nuestra fe. Vemos que los burladores se hacen cada vez más atrevidos. Vemos que el mundo está trabajando con el fin de establecer mediante la ley un día de reposo falso, y de convertirlo en una prueba para todos. Este asunto no tardará en estar delante de nosotros. El día de reposo de Dios será pisoteado, y en su lugar se exaltará un falso día de reposo. Las leyes dominicales tienen la posibilidad de infligir grandes sufrimientos a los que observan el séptimo día. El desarrollo de los planes de Satanás desatará la persecución contra el pueblo de Dios. Pero los siervos fieles de Dios no necesitan temer acerca del resultado del conflicto. Si quieren seguir las normas establecidas para ellos en la vida de Cristo, si quieren ser fieles a los requerimientos de Dios, su recompensa será la vida eterna, una vida que se mide con la vida de Dios.”

Daniel 9:17 – “Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor.”

ATO 125.5 – «Dios no excusará el pecado en quienes hemos tenido una luz tan grande. No tenemos en nosotros mismos un solo átomo de justicia propia en el que podamos apoyarnos. Todo lo que alguna vez hayamos hecho lo hicimos porque Jesús nos dio su fortaleza y su poder, y no porque hubiera habido en nosotros alguna bondad, sabiduría o justicia inherentes. Somos pecadores, débiles e imperfectos, y debemos sentirlo en grado suficientemente fuerte como para tratar de lograr una ayuda más fuerte y un poder más santo que el que poseemos. La vida de Jesús es un modelo perfecto. No debemos construir sobre la arena. Si lo hacemos, se producirá luego un terrible desmoronamiento. Somos edificio de Dios. Mostrémoslo por medio de un carácter armonioso.”

PVGM pg. 123.3 – “Ninguna ceremonia exterior puede reemplazar a la fe sencilla y a la entera renuncia al yo. Pero ningún hombre puede despojarse del yo por sí mismo. Sólo podemos consentir que Cristo haga esta obra. Entonces el lenguaje del alma será: Señor, toma mi corazón; porque yo no puedo dártelo. Es tuyo, manténlo puro, porque yo no puedo mantenerlo por ti. Sálvame a pesar de mi yo, mi yo débil y desemejante a Cristo. Modélame, fórmame, elévame a una atmósfera pura y santa, donde la rica corriente de tu amor pueda fluir por mi alma.

“No sólo al comienzo de la vida cristiana ha de hacerse esta renuncia al yo. Ha de renovársela a cada paso que se dé hacia el cielo. Todas nuestras buenas obras dependen de un poder que está fuera de nosotros. Por lo tanto, debe haber un continuo anhelo del corazón en pos de Dios, y una continua y ferviente confesión de los pecados que quebrante el corazón y humille el alma delante de él. Únicamente podemos caminar con seguridad mediante una constante renuncia al yo y dependencia de Cristo.

“Mientras más nos acerquemos a Jesús, y más claramente apreciemos la pureza de su carácter, más claramente discerniremos la excesiva pecaminosidad del pecado, y menos nos sentiremos inclinados a ensalzarnos a nosotros mismos. Aquellos a quienes el cielo reconoce como santos son los últimos en alardear de su bondad. El apóstol Pedro llegó a ser fiel ministro de Cristo, y fue grandemente honrado con la luz y el poder divinos; tuvo una parte activa en la formación de la iglesia de Cristo; pero Pedro nunca olvidó la terrible vicisitud de su humillación; su pecado fue perdonado; y sin embargo, él bien sabía que para la debilidad de carácter que había ocasionado su caída sólo podía valer la gracia de Cristo. No encontraba en sí mismo nada de que gloriarse.

“Ninguno de los apóstoles o profetas pretendió jamás estar sin pecado. Los hombres que han vivido más cerca de Dios, que han estado dispuestos a sacrificar la vida misma antes que cometer a sabiendas una acción mala, los hombres a los cuales Dios había honrado con luz y poder divinos, han confesado la pecaminosidad de su propia naturaleza. No han puesto su confianza en la carne, no han pretendido tener ninguna justicia propia, sino que han confiado plenamente en la justicia de Cristo. Así harán todos los que contemplen a Cristo.”

Amén. Que Dios los bendiga, estén donde estén.

Una respuesta para “Estudio sobre la salida al campo”

  1. Muchas gracias mi hermano Miguel Martín por ese excelente material. Dios lo guie.

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