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Estudio completo de las fiestas y los sábados ceremoniales

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El Decálogo y la ley ceremonial

Salmos 119:142, 172 – “Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad. Hablará mi lengua tus dichos; porque todos tus mandamientos son justicia.”

Salmos 119 nos habla de unos mandamientos que son eternos, y que forman parte de una ley que es verdad: Se trata de una ley que es eterna, pues no tuvo principio y no tiene fin.

¿Para qué sirve la ley?

1 Juan 3:4 – “Todo aquel que comete pecado también infringe la ley, pues el pecado es infracción de la ley.”

La ley define qué es pecado. Quebrantar cualquier mandamiento de la ley es pecado.

Cuando Adán y Eva, nuestros primeros padres, pecaron, qué hizo el Creador?

PP pg. 333.1 – “Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus corazones.

Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron sacrificios con el propósito de dirigir sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo como supremo sacrificio.

Si nunca se hubiera violado la ley de Dios, no habría habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacrificios.”

Cuando nuestros primeros padres pecaron, se estableció una nueva ley—una ley ceremonial—que sería una ley temporal, una ley que tuvo un principio y que debía tener de igual manera un fin.

Si Adán y Eva no hubieran pecado, no hubiese sido necesario instituir esa ley ceremonial.

En las Sagradas Escrituras se pueden encontrar otras leyes, además de estas dos leyes que hemos empezado a analizar, pero en este estudio nos vamos a enfocar en estas dos leyes:

  1. La ley de Dios / ley moral / Diez Mandamientos / o Decálogo.
  2. La ley ceremonial.
Diferencias entre la ley moral y la ley ceremonial

CC pg. 60.3 – “La ley de Dios es una expresión de la misma naturaleza de su Autor; es la personificación del gran principio del amor, y es, por lo tanto, el fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra.

Si nuestros corazones están renovados a la semejanza de Dios, si el amor divino está implantado en el alma, ¿no se cumplirá la ley de Dios en nuestra vida? Cuando el principio del amor es implantado en el corazón, cuando el hombre es renovado a la imagen del que lo creó, se cumple en él la promesa del nuevo pacto:

‘Pondré mis leyes en su corazón, y también en su mente las escribiré’ (Hebreos 10:16).

Y si la ley está escrita en el corazón, ¿no modelará la vida? La obediencia, es decir el servicio y la lealtad que se rinden por amor, es la verdadera prueba del discipulado. Por esto dice la Escritura:

‘Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos’ (1 Juan 5:3).

‘El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y no hay verdad en él’ (1 Juan 2:4).

En vez de eximir al hombre de la obediencia, la fe, y sólo ella, nos hace participantes de la gracia de Cristo, y nos capacita para obedecer.

No ganamos la salvación con nuestra obediencia; porque la salvación es el don gratuito de Dios, que se recibe por la fe. Pero la obediencia es el fruto de la fe.

‘Por gracia sois salvos, por medio de la fe’ (Efesios 2:8). Mas ‘la fe, si no tuviere obras, es de suyo muerta’ (Santiago 2:17).”

Mientras que la Ley de Dios es una expresión del carácter de Dios, es el fundamento de Su gobierno del universo entero, y es un fruto de la justificación en Cristo y por Cristo, la ley ceremonial sirve para que el hombre pueda comprender, por medio de símbolos, el plan de salvación.

Nadie os juzgue en comida o en bebida

Panes sin levadura y vino sin fermentar

Es necesario estudiar la ley ceremonial, el ritual simbólico, en el Antiguo Testamento, para poder comprender el Nuevo Testamento y no dejarnos llevar por los errores que se usan para dar licencia al pecado.

Un ejemplo lo tenemos en:

Colosenses 2:16 – “Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o en parte de día de fiesta, o de nueva luna, o de sábados.”

Durante la fiesta de los panes sin levadura (o fiesta de los ázimos – Éxodo 23:14-17; 34:23; Deuteronomio 16:16), los israelitas estaban prohibidos bajo pena de muerte comer pan que tuviera levadura (Éxodo 12:15,19); y además estaban prohibidos de beber vino fermentado, porque nada que representaba a Cristo debía tener fermento.

De ahí que el apóstol Pablo cuando habla de que “nadie os juzgue en comida, o en bebida,” se refiere a la ley ceremonial. Pablo no está hablando de la comida y la bebida que el hombre consume diariamente para su alimentación. Pablo está hablando de la comida que estaba o no estaba autorizada para comer durante los días festivos del ritual simbólico.

Luego en:

1 Timoteo 4:4-5 – “Porque todo lo que Dios ha creado es bueno, y no hay que rechazar nada cuando es recibido con acción de gracias; pues es santificado por medio de la palabra de Dios y de la oración.”

Efectivamente, todo lo que Dios ha creado para el consumo del hombre es bueno.

¿Pero qué fue lo que Dios creó para el consumo del hombre?

Génesis 1:29 – “Dios dijo además: He aquí que os he dado toda planta que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra, y todo árbol cuyo fruto lleva semilla; ello os servirán de alimento.”

Dios no creó a los cerdos, a los patos, a las culebras, a los sapos, etc., para que sirvan para el consumo del hombre. Y Dios tampoco le dio las sodas ni las bebidas alcohólicas para que el hombre las consuma.

Dios ni siquiera creó a los animales “limpios” para el consumo del hombre. En un estudio sobre la verdadera alimentación bíblica ya hemos analizado por qué Dios permitió al hombre consumir carne de animales limpios después del diluvio.

Tres fiestas anuales y siete sábados ceremoniales

santuario terrenal

Siguiendo con nuestro estudio, en Colosenses 2:16, además de hablar acerca de la comida y la bebida que se debía consumir durante las fiestas judías, también habla de “luna nuevas” y de “sábados.”

En la ley ceremonial existían tres fiestas anuales:

  1. La fiesta de los panes sin levadura (Éxodo 23:15; 34:18).
  2. La fiesta de la siega o pentecostés (Éxodo 23:16; 34:22).
  3. La fiesta de las cabañas (Éxodo 23:16; 34:22).

Y siete sábados ceremoniales:

  1. El 15 de Abib (Lv. 23:6) – primer día de la fiesta de los panes sin levadura.
  2. El 21 de Abib (Lv. 23:8) – último día de la fiesta de los panes sin levadura.
  3. 5 del mes tercero o Siván (Lv. 23:15-16) en la fiesta del pentecostés.
  4. El primero del mes séptimo (Lv. 23:24) en el toque de trompetas.
  5. El 10 del mes séptimo (Lv. 23:27) en la santa convocación para el Día de la Expiación.
  6. El 15 del mes séptimo (Lv. 23:34-35) – primer día de la fiesta de las cabañas.
  7. El 22 del mes séptimo (Lv. 23:36) – último día de la fiesta de las cabañas.

Hay gente que habla de “siete fiestas”, pero las Sagradas Escrituras solo hablan de tres fiestas solemnes y siete sábados ceremoniales. Si bien se pueden encontrar versículos en los que se llama a la Pascua “fiesta,” la fiesta de la Pascua era la fiesta de los panes sin levadura. La Pascua era el día de preparación para esta fiesta y no era en sí misma la “fiesta.” La pascua se celebraba el 14 de Abib, mientras que la fiesta de los panes sin levadura se celebraba desde el 15 de Abib hasta el 21 de Abib, pues duraba siete días.

Sombra y figura de lo porvenir

Colosenses 2:16 – “Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o en parte de día de fiesta, o de nueva luna, o de sábados.”

La clave para determinar que este versículo habla de la ley ceremonial se encuentra en el siguiente versículo:

Colosenses 2:17 – “Todo ello es sólo una sombra de lo porvenir, pero la realidad pertenece a Cristo.”

¿Es acaso nuestro alimento diario una sombra de Cristo?

El pan sin levadura de la ley ceremonial era una sombra de Cristo.

¿Es acaso el sábado del cuarto mandamiento una sombra de Cristo?

El sábado del cuarto mandamiento, al igual que el resto del Decálogo, es una ordenanza, no un símbolo. Es el motivo principal de este estudio demostrar que las tres fiestas solemnes y los siete sábados ceremoniales eran “sombra y figura de lo porvenir.”

1MS 282.2 – “La ley moral nunca fue un símbolo o una sombra. Existía antes de la creación del hombre y durará mientras permanezca el trono de Dios. Dios no podía cambiar ni alterar un solo precepto de su ley a fin de salvar al hombre, pues la ley es el fundamento de su gobierno. Es inmutable, inalterable, infinita y eterna.

A fin de que el hombre fuera salvado y se mantuviera el honor de la ley, fue necesario que el Hijo de Dios se ofreciera a sí mismo como sacrificio por los pecados. El que no conoció pecado se hizo pecado por nosotros. Murió por nosotros en el Calvario. Su muerte muestra el admirable amor de Dios por el hombre y la inmutabilidad de su ley.

Cristo declaró en el Sermón del Monte:

‘No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido’ (Mateo 5:17-18).”

La Ley moral y la ley ceremonial

¿Cuál ley es la que gobierna en los mundos no caídos (Job 1:6-7), es acaso la ley ceremonial?

No es la ley ceremonial, es la ley moral—el Decálogo—la ley que gobierna en los mundos no caídos, pues estos nunca pecaron. De igual manera, si nuestro pequeño mundo no hubiera caído en el pecado, sólo existiría el Decálogo y la ley ceremonial nunca hubiese sido instituida.

Para que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) no caiga sobre el pecador, Dios instituyó la ley ceremonial.

PP pg. 335.1 – “El sistema de sacrificios confiado a Adán fue también pervertido por sus descendientes. La superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje corrompieron el sencillo y significativo servicio que Dios había establecido.

A través de su larga relación con los idólatras, el pueblo de Israel había mezclado muchas costumbres paganas con su culto; por consiguiente, en el Sinaí el Señor le dio instrucciones definidas tocante al servicio de los sacrificios. Una vez terminada la construcción del santuario, Dios se comunicó con Moisés desde la nube de gloria que descendía sobre el propiciatorio, y le dio instrucciones completas acerca del sistema de sacrificios y ofrendas, y las formas de culto que debían emplearse en el santuario.

De esa manera se entregó a Moisés la ley ceremonial, que fue escrita por él en un libro. Pero la ley de los Diez Mandamientos pronunciada desde el Sinaí había sido escrita por Dios mismo en las tablas de piedra, y se guardó sagradamente en el arca.

Muchos confunden estos dos sistemas y se valen de los textos que hablan de la ley ceremonial para tratar de probar que la ley moral fue abolida; pero esto es pervertir las Escrituras. La distinción entre los dos sistemas es clara. El sistema ceremonial se componía de símbolos que señalaban a Cristo, su sacrificio y su sacerdocio. Esta ley ritual, con sus sacrificios y ordenanzas, debían los hebreos seguirla hasta que el símbolo se cumpliera en la realidad de la muerte de Cristo, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Entonces debían cesar todas las ofrendas de sacrificio. Tal es la ley que Cristo quitó de en medio y clavó en la cruz.

Pero acerca de la ley de los Diez Mandamientos el salmista declara:

‘Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos’ (Salmos 119:89).”

La gente que usa Colosenses 2:16 para decir que el sábado del cuarto mandamiento fue clavado en la cruz pervierte las Escrituras, pues rehúsan leer el siguiente versículo en el que aclara que Pablo escribe acerca de la ley ceremonial y no del Decálogo.

La ley de Dios que fue escrita por Su propio dedo en dos tablas de piedra, aquella que se guardó por siglos en el arca dentro del santuario terrenal, era tan solo una copia de la santa ley original que se encuentra en el Santuario Celestial (Hebreos 8:5; Apocalipsis 11:19).

Los Diez Mandamientos escritos en dos tablas de piedra por el dedo de Dios.

CS pg. 430.2 – “La ley de Dios que se encuentra en el santuario celestial es el gran original del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y consignados por Moisés en el Pentateuco eran copia exacta. Los que llegaron a comprender este punto importante fueron inducidos a reconocer el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Comprendieron mejor que nunca la fuerza de las palabras del Salvador:

‘Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley’ (Mateo 5:18).”

El apóstol Juan ve en visión el arca del pacto original con los Diez Mandamientos originales en el Santuario Celestial.

Si en la ley escrita por el dedo de Dios, la cual estaba guardada en el arca del pacto del santuario terrenal, estaba escrito:

“Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será sábado para Jehovah tu Dios.” (Éxodo 20:9)

¿Será que en el cuarto mandamiento de la ley original que se encuentra en el Santuario Celestial dice algo diferente? ¿Será que dice ‘domingo’ en lugar de ‘sábado’?

Por supuesto que no.

La única diferencia del cuarto mandamiento en la ley que tienen los mundos no caídos es que ellos no tienen la parte que dice “que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud” (Éxodo 20:2) pues los mundos no caídos no cayeron en la esclavitud del pecado. Pero los mandamientos son los mismos tanto en las dos tablas de piedra que se guardaron en la copia del santuario terrenal como en el gran original del Santuario Celestial.

Desarrollo de la ley ceremonial

Comentario Bíblico 7ª pg. 317 – Hebreos 8:5 – Las ceremonias de la ley judía son proféticas – “El Evangelio de Cristo proyecta gloria sobre la era judía; proyecta luz sobre todo el sistema judaico y da significado a la ley ceremonial. El tabernáculo o templo de Dios en la tierra era un modelo tomado del original del cielo. Todas las ceremonias de la ley judaica eran proféticas, simbolizaban misterios del plan de redención.”

El altar del sacrificio y el cordero

En un principio la ley ceremonial era muy sencilla.

Caín se presenta con su propia justicia (justificación por obras). Mientras que Abel se presenta ante Dios con el sustituto que representa a Cristo (justificación por la fe).

Génesis 4:3-5 – “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda. Mas no miró propicio a Caín y a la ofrenda suya.”

PP pg. 48.3 – “El sacrificio de animales fue ordenado por Dios para que sirviera a la humanidad como un recuerdo perpetuo, un penitente reconocimiento de su pecado y una confesión de su fe en el Redentor prometido. Tenía por objeto revelar a la raza caída la solemne verdad de que el pecado era lo que causaba la muerte.

Para Adán el ofrecimiento del primer sacrificio fue una ceremonia muy dolorosa. Tuvo que alzar la mano para quitar una vida que solo Dios podía dar. Por primera vez iba a presenciar la muerte, y sabía que si hubiera sido obediente a Dios no la habrían conocido el hombre ni las bestias.

Mientras mataba a la inocente víctima temblaba al pensar que su pecado haría derramar la sangre del Cordero inmaculado de Dios. Esta escena le dio un sentido más profundo y más claro de la enormidad de su transgresión, que nada sino la muerte del querido Hijo de Dios podía expiar. Y se admiró de la infinita bondad que daba semejante rescate para salvar a los culpables. Una estrella de esperanza iluminaba el tenebroso y horrible futuro, y lo libraba de una completa desesperación.

Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que el de salvar al hombre. Cristo no vino a la tierra únicamente por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este pequeño mundo acataran la ley de Dios como debe ser acatada; sino que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo.

El acto de Cristo, de morir por la salvación del hombre, no solo haría accesible el cielo para los hombres, sino que ante todo el universo justificaría a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelión de Satanás. Demostraría la perpetuidad de la ley de Dios, y revelaría la naturaleza y las consecuencias del pecado.”

Dios ordenó el sacrificio de animales en la ley ceremonial para que fuese un recuerdo perpetuo para el hombre de su pecado y para que sirva como profesión de fe en el cordero prometido.

Dios le ordenó al hombre que levante un altar y que sobre ese altar sacrifique al cordero. El hombre debía aprender de esta manera que fue su pecado lo que introdujo la muerte en el mundo. Si el hombre no hubiera pecado, ni los hombres, ni los animales, ni el mundo vegetal conocería la muerte. El hombre debía comprender que sus pecados sentenciaron a muerte a un inocente que nunca cometió pecado: a Cristo.

El cordero como símbolo de Cristo.

El Hijo de Dios tomó la decisión de sufrir la ira de Dios por el pecado para que el hombre no tenga que experimentar la ira de Dios por el pecado.

Apocalipsis 14:9-10 – “¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en la frente o en la mano, él también beberá del vino del furor de Dios que ha sido vertido puro en la copa de su ira, y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero!”

Por medio de la ley ceremonial Adán comprendió que su pecado le iba a quitar la vida a Cristo. Abel fue otro que llegó a comprender esta lección.

Hebreos 11:4 – “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín.”

PP pg. 52.4 – “Abel comprendía los grandes principios de la redención. Veía que era pecador, y que el pecado y su pena de muerte se interponían entre su alma y la comunión con Dios. Trajo la víctima inmolada, la vida sacrificada, y así reconoció las demandas de la ley que había sido quebrantada. En la sangre derramada contempló el futuro sacrificio, a Cristo muriendo en la cruz del Calvario; y al confiar en la expiación que iba a realizarse allí, obtuvo testimonio de que era justo, y de que su ofrenda había sido aceptada.”

Abel comprendía que no era la sangre del animal sacrificado la que le otorgaba el perdón de sus pecados, sino que esa sangre era sombra y figura de la sangre que Cristo iba a derramar al darse en sacrificio por los pecadores.

Todos los hombres que en aquel tiempo comprendían el plan de redención, confesaban sus pecados al punto y por fe traspasaban sus pecados al sustituto, al cual llevaban al altar para que éste muera en lugar de ellos.

La teoría de la evolución enseña que nuestros antepasados eran hombres primitivos, pero la Biblia nos enseña lo opuesto: que eran hombres de gran vigor mental y físico.

PP pg. 62.3 – “Es verdad que los hombres de los tiempos modernos tienen el beneficio del conocimiento alcanzado por sus predecesores. Los genios que proyectaron, estudiaron y escribieron, han legado sus trabajos a quienes les han seguido. Pero aun en este respecto, y en lo que concierne meramente a los conocimientos humanos, ¡cuán superiores fueron las ventajas de los hombres de aquella edad antigua!

Tuvieron entre ellos durante siglos a aquel que Dios había formado según su propia imagen, a quien el Creador mismo declaró ‘bueno,’ el hombre a quien Dios había instruido en toda sabiduría del mundo material. Adán había aprendido del Creador la historia de la creación; él mismo había presenciado los acontecimientos de nueve siglos; y comunicó sus conocimientos a sus descendientes.

Los antediluvianos no tenían libros ni anales escritos; pero con su gran vigor mental y físico disponían de una memoria poderosa, que les permitía comprender y retener lo que se les comunicaba, para transmitirlo después con toda precisión a sus descendientes. Durante varios siglos hubo siete generaciones que vivieron contemporáneamente, y tuvieron la oportunidad de consultarse para aprovechar cada una los conocimientos y la experiencia de los demás.

Las ventajas que gozaron los hombres de aquellos tiempos para obtener un conocimiento de Dios por el estudio de su obra, no han sido igualadas desde entonces. Lejos de ser una era de tinieblas religiosas, fue una de edad de grandes luces. Todo el mundo tuvo oportunidad de recibir instrucción de Adán y los que temían al Señor tuvieron también a Cristo y a los ángeles por maestros. Y tuvieron un silencioso testimonio de la verdad en el huerto de Dios, que durante siglos permaneció entre los hombres.

A la puerta del paraíso, guardada por querubines, se manifestaba la gloria de Dios, y allí iban los primeros adoradores a levantar sus altares y a presentar sus ofrendas. Allí fue donde Caín y Abel llevaron sus sacrificios y Dios había condescendido a comunicarse con ellos.”

Después del diluvio

El diluvio

Génesis 8:20 – “Entonces edificó Noé un altar a Jehovah, y tomando de todo cuadrúpedo limpio y de toda ave limpia, ofreció holocaustos sobre el altar.”

La primera acción de Noé al salir del arca fue la de construir un altar para presentar sacrificios al Señor como lo mandaba la ley ceremonial. ¿Quién le enseñó a Noé a hacer esto? Sus padres. ¿Y quién le enseñó a los padres de Noé? Sus padres, y así sucesivamente hasta llegar a Adán, quién lo enseñó de generación en generación. Abel aprendió así del ejemplo de su padre a sacrificar al sustituto y en el cordero que Abel sacrificó, Abel vio a Cristo proféticamente.

Ahora, Noé engendró tres hijos: Sem, Jafet y Cam, a partir de los cuales fue poblada de nuevo la tierra. Y Cam fue el padre de Canaán (Génesis 9:18-19).

En cierta ocasión Noé se embriagó y quedó desnudo en medio de su tienda. Cam vino y vio a su padre desnudo y fue a contarle a sus hermanos. Entonces vinieron Sem y Jafet y de espaldas, para no ver a su padre desnudo, lo cubrieron con un manto. Cuando Noé despertó y se enteró de todo maldijo a Canaán (el hijo de Cam) y dijo que su descendencia iba a ser esclava de Sem y de Jafet (Génesis 9:24-27). Si Cam no respetaba a su padre, seguramente el hijo de Cam tampoco lo haría, pues lo más probable es que Canaán había heredado las mismas malas inclinaciones de su padre.

La circuncisión

Génesis 13:4 – “Al lugar del altar que había hecho allí antes e invocó allí Abram el nombre de Jehová.”

Se agrega la circuncisión a la ley ceremonial.

Hasta el tiempo de Abraham se hacían altares y sacrificios en la ley ceremonial. Pero ahora, a la ley ceremonial, se va a agregar la circuncisión. Como podemos ver, mientras que la ley moral es inmutable y no cambia, la ley ceremonial sí va cambiando con el tiempo.

Génesis 17:9-12 – “Dijo de nuevo Dios a Abraham: Tú empero guardarás mi pacto, tú y tu simiente después de ti por sus generaciones. Este será mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu simiente después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones: el nacido en casa, y el comprado a dinero de cualquier extranjero, que no fuere de tu simiente.”

Desde la caída de Adán, Dios no había llamado a ningún pueblo Su pueblo. En el pacto que Dios hizo con Abraham, Dios lo elige a Abraham para separarlo a él y a su simiente como Su pueblo distinto a todos los demás pueblos.

El rito de la circuncisión iba a ser la señal para distinguir al pueblo de Dios de todos los demás pueblos. El extranjero que quería ser parte del pueblo de Dios debía ser circuncidado de acuerdo a la ley ceremonial.

La circuncisión debía ser una señal de que los israelitas se comprometían a:

PP pg. 117.1 – “Cuando hacía casi veinticinco años que Abraham estaba en Canaán, el Señor se le apareció y le dijo: ‘Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y sé perfecto’ (Génesis 17:1-6). Con reverencia el patriarca se postró, y el mensaje continuó así: ‘Este es mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de gentes.’ Como garantía del cumplimiento de este pacto, su nombre, que hasta entonces era Abram, fue cambiado en ‘Abraham,’ que significa: ‘padre de muchedumbre de gentes.’ El nombre de Sarai se cambió por el de Sara, ‘princesa’; pues dijo la divina voz, ‘vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos serán de ella.’

Fue entonces cuando se le dio el rito de la circuncisión a Abraham ‘como sello de la justicia de la fe que tuvo cuando aún no había sido circuncidado’ (Romanos 4:11). Este rito había de ser observado por el patriarca y sus descendientes como señal de que estaban dedicados al servicio de Dios, y por consiguiente separados de los idólatras y aceptados por Dios como su tesoro especial.

Por este rito se comprometían a cumplir, por su parte, las condiciones del pacto hecho con Abraham. No debían contraer matrimonio con los paganos; pues haciéndolo perderían su reverencia hacia Dios y hacia su santa ley, serían tentados a participar de las prácticas pecaminosas de otras naciones, y serían inducidos a la idolatría.”

¿Por qué el rito de la circuncisión era un compromiso que hacía el israelita de apartarse de la idolatría?

Porque en el Decálogo, en la ley, el primer mandamiento, dice:

“No tendrás dioses ajenos delante de mí.” (Éxodo 20:3)

Y el segundo mandamiento dice:

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehovah tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20:4-6)

Durante el tiempo de Abraham existía también el sacerdocio de la primogenitura. Y las Sagradas Escrituras nos dicen que la descendencia de Abraham no cumplió las condiciones del pacto, pues Esaú (nieto de Abraham) vendió su primogenitura a cambio de un plato de lentejas (Génesis 25:29-34) y además se casó con dos mujeres paganas (Génesis 36:2).

La descendencia de Abraham

Jacob, hijo de Abraham, era descendiente de Sem y estaba viviendo en tierra de Canaán. Y ya estaba predicho que la descendencia de Canaán iba a ser esclavos por lo que hizo Cam a Noé.

Los hijos de Jacob tampoco respetarían el pacto celebrado entre Dios y Abraham pues se casaron con las mujeres cananeas, exponiéndose así a la idolatría y, como consecuencia de este pecado, a la esclavitud. Los hijos de Jacob se mezclaron con una raza que estaba destinada a ser esclava y es así que todos los israelitas terminaron como esclavos de los egipcios.

PP pg. 333.2 – “Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y el conocimiento de la ley se transmitió de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que se necesitó limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio.

La ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los Diez Mandamientos a sus descendientes. Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abraham, de quien declaró:

‘Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos, y mis leyes’ (Génesis 26:5).

Instituyó el rito de la circuncisión, como señal de que quienes lo recibían eran dedicados al servicio de Dios, y prometían permanecer separados de la idolatría y obedecer la ley de Dios. La falta de voluntad para cumplir esta promesa, que los descendientes de Abraham evidenciaron en su tendencia a formar alianzas con los paganos y adoptar sus prácticas, fue la causa de su permanencia y esclavitud en Egipto.

Pero en su relación con los idólatras y su forzada sumisión a los egipcios, los israelitas corrompieron aun más su conocimiento de los preceptos divinos al mezclarlos con las crueles y viles enseñanzas del paganismo. Por lo tanto, cuando los sacó de Egipto, el Señor descendió sobre el Sinaí, envuelto en gloria y rodeado de sus ángeles, y con grandiosa majestad pronunció su ley a todo el pueblo.

Aun entonces Dios no confió sus preceptos a la memoria de un pueblo inclinado a olvidar sus requerimientos, sino que los escribió sobre tablas de piedra. Quiso alejar de Israel toda posibilidad de mezclar las tradiciones paganas con sus santos preceptos, o de confundir sus mandamientos con costumbres o reglamentos humanos.

Pero hizo más que darles los preceptos del Decálogo. El pueblo se había mostrado tan susceptible a descarriarse, que no quiso dejarles ninguna puerta abierta a la tentación. A Moisés se le dijo que escribiera, como Dios se lo había mandado, derechos y leyes que contenían instrucciones minuciosas respecto a lo que el Señor requería. Estas instrucciones relativas a los deberes del pueblo hacia Dios, a los deberes de unos para con otros, y hacia los extranjeros, no eran otra cosa que los principios de los Diez Mandamientos ampliados y dados de una manera específica, en forma tal que ninguno pudiera errar. Tenían por objeto resguardar la santidad de los Diez Mandamientos grabados en las tablas de piedra.

Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán después de su caída, preservada por Noé y observada por Abraham, no habría sido necesario el rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abraham hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habría sido necesario que sufrieran una vida de esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios, y no habría sido necesario proclamarla desde el Sinaí, o grabarla sobre tablas de piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los principios de los Diez Mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que se le dieron a Moisés.”

La razón por la cual el Señor iba agregando ordenanzas a la ley ceremonial, era porque los hombres no guardaban los Diez Mandamientos.

Como los hombres se inclinaban a la idolatría y al paganismo vio el Señor que era necesario agregar el rito de la circuncisión a la ley ceremonial. Pero luego que se agregó el rito de la circuncisión, aun así la descendencia de Abraham, tanto Esaú como posteriormente la descendencia de Jacob, quebraron el pacto al casarse con mujeres paganas. Esto hizo que se volcaran a la idolatría y al paganismo, en violación a los dos primeros mandamientos del Decálogo, y como resultado fueron llevados a la esclavitud en Egipto.

Durante 430 años (Éxodo 12:40-41) los israelitas esclavos en Egipto fueron obligados a trabajar en sábado, les prohibieron rendir culto al Dios verdadero y les prohibieron realizar sacrificios de animales por el pecado, como lo ordenaba la ley ceremonial.

PP pg. 235.3 – “Durante todos los años de servidumbre pasados en Egipto, existían entre los israelitas algunos que se habían mantenido fieles a la adoración de Jehová. Estos se preocupaban profundamente cuando veían a sus hijos presenciar diariamente las abominaciones de los paganos, y aun postrarse ante sus dioses falsos. En su dolor clamaban al Señor pidiéndole liberación del yugo egipcio, para poder librarse de la influencia corruptora de la idolatría.”

¿Cuántos padres hoy en día claman a Jehová al ver a sus hijos participar del paganismo y de la idolatría?

¿Cuántos padres hoy en día participan ellos mismos del paganismo y de la idolatría?

Paganismo e idolatría

El Señor escuchó el clamor de estos pocos fieles y entonces llamó a Moisés para que los librase de la esclavitud (Éxodo 3:1-10).

Para la ocasión de la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto se va a agregar otro rito más a la ley ceremonial: la pascua.

La Pascua

Como ya estudiamos anteriormente, la pascua ni es una fiesta, ni es un sábado ceremonial.

La pascua era un rito que iba a servir como señal de que Dios había dicho:

Éxodo 11:1 – “Y Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón, y sobre Egipto; después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo.”

Éxodo 11:4-6 – “Y dijo Moisés: Jehová ha dicho así: A la media noche yo saldré por medio de Egipto, y morirá todo primogénito en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. Y habrá clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fue, ni jamás será.”

Dios iba a traer una décima y última plaga sobre Egipto tras la cual el pueblo de Dios iba a ser liberado: la muerte de todo primogénito.

Éxodo 11:7 – “Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua: para que sepáis que hará diferencia Jehová entre los Egipcios y los Israelitas.”

Pero Dios les da una promesa: Dios va a hacer distinción entre el primogénito egipcio y el primogénito israelita. Pero esta promesa estaba sujeta a una condición: Éxodo 12:1-29. Si el israelita no cumplía con esa condición entonces así sea israelita el primogénito va a morir.

Toda promesa de Dios está sujeta a una condición. Si no cumplimos las condiciones que Dios pone en su Palabra entonces Dios no va a cumplir sus promesas.

¿Cuáles eran la condiciones? 

El día bíblico va de puesta de sol hasta puesta del sol, y por tanto un día está compuesto de “tarde y mañana” o de “noche y día.”

Ver Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23, 31 – “y fue la tarde y la mañana un día.”

Por lo tanto, cuando en Éxodo 12:8 dice “aquella noche” en la cual debían comer el cordero, si ya es de noche, entonces se refiere al 15 de Abib, pues con la puesta del sol concluyó el 14 de Abib.

Primera pascua en Egipto.

El 14 de Abib, la pascua, era un día de preparación.

Finalmente en Éxodo 12:29 mueren los primogénitos egipcios y se salvan los primogénitos israelitas.

Las condiciones de Dios para la primera pascua en Egipto.

Los primogénitos israelitas se salvaron porque hubo una muerte sustitutiva.

Hubieron primogénitos egipcios que se salvaron porque aceptaron el mensaje y se encontraban en casa de los israelitas, así como también hubieron primogénitos israelitas que perecieron por no hacer caso a la advertencia y por estar en casa de sus amigos egipcios.

Es importante notar que no bastaba la muerte del cordero para que los primogénitos israelitas se pudiesen salvar. Los israelitas debían seguir TODAS las instrucciones que les mandó el Señor al pie de la letra: colocar la sangre en los dinteles y en los postes, debían asar el cordero, debían de comer el cordero, los panes sin levadura, permanecer dentro de la casa, etc., y todo en su respectivo tiempo.

No bastaba con que el cordero pascual derrame su sangre, la sangre debía ser aplicada en los dinteles y postes.

Igualmente para nosotros no basta la muerte de Cristo en la cruz: necesitamos de su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Santuario Celestial.

No basta que la sangre de Cristo haya sido derramada en la cruz. La sangre de Cristo debe ser aplicada en el Santuario Celestial y los pecados deben ser transferidos al Santuario para que en el día del juicio puedan ser expiados. En la purificación del santuario terrenal, únicamente los pecados que habían sido transferidos al santuario eran considerados para el día del juicio simbólico.

Es por este tipo de detalles que es nuestro deber estudiar y comprender a cabalidad la ley ceremonial. Dios estableció la ley ceremonial para que el hombre pudiese comprender el plan de salvación y para que el creyente no se deje llevar por costumbres, filosofías y fábulas de hombres.

2JT pg. 453.2 – “Cuando los hijos de Israel fueron separados de entre los egipcios, el Señor dijo:

‘Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto,… así en los hombres como en las bestias: y haré juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová… Y tomad un manojo de hisopo, y mojadle en la sangre que estará en una jofaina, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en la jofaina; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los Egipcios; y como verá la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Y guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre’ (Éxodo 12:12; 22-24).

La sangre puesta sobre el dintel de la puerta simbolizaba la sangre de Cristo, el único que salvó a los primogénitos hebreos de la calamidad. Todo hijo de hebreo hallado en una vivienda egipcia fue destruido.

Este incidente de la historia de los israelitas fue escrito para la enseñanza de aquellos que vivieren en los últimos días. Antes que el azote venga como avenida de aguas sobre los habitantes de la tierra, el Señor exhorta a todos los que son israelitas de verdad a prepararse para aquel suceso.

A los padres hace llegar este grito de alarma: Juntad a vuestros hijos en vuestros hogares; separadlos de aquellos que desprecian los mandamientos de Dios, que enseñan y practican lo malo. Salid de las grandes ciudades tan pronto como os sea posible.”

Nosotros somos aquellos que viven “en los últimos días” y el “suceso” para el que debemos prepararnos es para el juicio de vivos. ¿Queremos acaso que el juicio nos sorprenda haciendo las actividades que practican los paganos? Los hijos deben ver en los padres el ejemplo, el temor y la obediencia a Dios y a las señales que muestran en que tiempo vivimos.

La fiesta de los panes sin levadura o ázimos y los dos primeros sábados ceremoniales

Los israelitas fueron esclavos hasta la medianoche del 15 de Abib.

Éxodo 12:14 – “Y este día os ha de ser en memoria, y habéis de celebrarlo como solemne a Jehová durante vuestras generaciones: por estatuto perpetuo lo celebraréis.”

El 15 de Abib debía conmemorar que:

  1. Mientras que los primogénitos egipcios murieron,
  2. Los primogénitos israelitas se salvaron de la muerte.
  3. Conmemorar la liberación de la esclavitud.

Dios dijo que así sería y así fue.

Cada 14 de Abib—la pascua—los padres israelitas debían separar e inmolar el cordero pascual, debían asarlo, preparar los panes sin levadura y preparar las hierbas amargas.

Luego, el 15 de Abib, la familia israelita debía consumir el cordero y los panes sin levadura, y relatar a sus hijos qué había sucedido aquel 15 de Abib que Jehová libró a los primogénitos de la muerte y liberó a su pueblo de la esclavitud (Éxodo 12:26-27).

Es así que la pascua se establece en la ley ceremonial como un día de preparación para el 15 de Abib, fecha que se convierte en un sábado ceremonial, es decir, fecha en la que no se debía trabajar por decreto del Altísimo (Éxodo 12:15-16). El “primer día” de la fiesta, el 15 de Abib, se convierte en la primera santa convocación o primer sábado ceremonial del año. Y esta fiesta debía durar siete días; al “séptimo día será santa convocación” – el séptimo y último día de la fiesta de los panes sin levadura se convierte también en un feriado, el segundo sábado ceremonial del año.

La fiesta de los panes ázimos o sin levadura

Levítico 23:5 – “En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehová.”

Cada 14 del mes primero o Abib, el cordero debía de ser inmolado a la hora novena (“entre las dos tardes”) del calendario bíblico, que viene a ser alrededor de las 3 de la tarde según el calendario del mundo.

Funciones de la pascua en el ritual simbólico:

  1. Conmemorativa.- Conmemorar la liberación de la esclavitud y la salvación de los primogénitos.
  2. Simbólica.- La pascua y la fiesta de los panes sin levadura eran ceremonias proféticas que apuntaban a la primera venida de Cristo a nuestro planeta.

La pascua apuntaba a la fecha, mes y hora en que Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, iba a ser inmolado por todos nosotros.

En Levítico 23:6-8 podemos encontrar los detalles sobre la fiesta de los panes sin levadura o ázimos y los dos primeros sábados ceremoniales.

DTG pg. 608.3 – “La Pascua fue ordenada como conmemoración del libramiento de Israel de la servidumbre egipcia. Dios había indicado que, año tras año, cuando los hijos preguntasen el significado de este rito, se les repitiese la historia. Así había de mantenerse fresca en la memoria de todos aquella maravillosa liberación.”

Refiriéndose a la primera cena de Mateo 26:20-29, Marcos 14:17-25 y Lucas 22:14-23, la sierva del Señor escribió:

DTG pg. 608.2 – “Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes fiestas respectivas. El, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil años había anunciado su muerte. Mientras comía la pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos.”

PVGM pg. 99.2 – “El Antiguo Testamento arroja luz sobre el Nuevo, y el Nuevo sobre el viejo. Cada uno de ellos es una revelación de la gloria de Dios en Cristo. Ambos presentan verdades que revelarán continuamente nuevas profundidades de significado para el estudiante fervoroso.”

El Antiguo Testamento arroja luz sobre el Nuevo, y el Nuevo sobre el viejo. No podemos estudiar solamente el Nuevo Testamento sin entender el Antiguo Testamento. Y de igual manera, debemos estudiar el Antiguo con el Nuevo, para poder comprender a cabalidad la Palabra de Dios.

Por ejemplo, en Juan 19:14 la Palabra de Dios dice: “Y era la víspera de la Pascua, y como la hora de sexta.” Gracias al Antiguo Testamento podemos hallar el contexto cronológico de esta cita. Si es la víspera de la Pascua, quiere decir que nos encontramos en el 14 del mes primero o Abib.

En el Antiguo Testamento podemos hallar el símbolo y en el Nuevo la realidad.

De acuerdo al Servicio Diario que se realizaba en el sacerdocio terrenal decretado por Dios se debía sacrificar dos corderos cada día, uno a la mañana y otro a la caída de la tarde:

Éxodo 29:38-39 – “Y esto es lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día, sin intermisión. Ofrecerás el un cordero a la mañana, y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde.”

El símbolo profético de los sacrificios matutinos y vespertinos

En el Antiguo Testamento tenemos la profecía (Éxodo 29:38-39), mientras que en el Nuevo tenemos el cumplimiento:

Marcos 15:25 – “Y era la hora de las tres cuando le crucificaron.”

El Mesías Príncipe fue crucificado a la hora tercera, tal como estaba profetizado en el servicio diario matutino.

Marcos 15:34-37 – “Y a la hora de nona, exclamó Jesús a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabachthani? Que declarado, quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Y oyéndole unos de los que estaban allí, decían, He aquí, llama a Elías. Y corrió no, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio de beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías a quitarle. Mas Jesús, dando una grande voz, espiró.”

Cristo murió a la hora novena, tal como estaba profetizado en el servicio diario vespertino. Es decir, Cristo fue crucificado y murió en la hora, en la fecha, en el mes, y hasta en el año indicado (profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24) proféticamente en el Antiguo Testamento.

La mitad de la semana setenta.

“Al tercer día resucitaré”

Si bien la mayoría del mundo cristiano acepta la muerte de Cristo un día viernes, hay un grupo que enseña la doctrina errónea de que Cristo murió un miércoles, estuvo 72 horas en la tumba y resucitó al sábado. La razón por la que piensan que Cristo murió un miércoles, en primera instancia, se debe a que piensan que la “mitad de semana” de Daniel 9:27 es una semana literal, en lugar de lo correcto: día por año. Y la razón por la cual piensan que Cristo estuvo 72 horas en la tumba es la señal de Jonás:

Mateo 12:40 – “Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”

Por más de mil años la ley ceremonial profetizó que Cristo iba a reposar en la tumba un solo día: el 15 de Abib, sábado ceremonial y primer día de la fiesta de los panes ázimos.

Claramente Mateo 12:40 es un texto que tiene que ser estudiado con sus contextos que son los libros: Éxodo, Levítico, Deuteronomio, y Números. Sin embargo la gente quiere crear toda una doctrina en base a un solo versículo de la Biblia. Esto es un error colosal que causa confusión entre los hermanos.

Hay muchas formas de demostrar que Mateo 12:40 no quiere decir que Cristo iba a estar en la tumba 72 horas.

  1. Cristo no fue enterrado bajo tierra, por lo tanto si Cristo hubiese usado como símbolo “en el corazón de la tierra” queriendo decir “sepultado bajo la tierra” entonces la profecía no se cumplió ya que su tumba fue un sepulcro en una peña (Lucas 23:53). Esto quiere decir que cuando Cristo dijo “en el corazón de la tierra” no se refería a estar enterrado en una tumba por tres días de 72 horas literales.
  2. Jesús dijo que iba a resucitar al tercer día, no al cuarto día. “Jesús les dijo: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará” (Mateo 17:22-23). Jesús dijo que iba resucitar al tercer día, no después del tercer día, ni tampoco al cuarto día. Es decir: Cristo nunca enseñó que iba a permanecer 72 horas en la tumba.
  3. El día después de su crucifixión fue un sábado semanal. Después de que Cristo fue colocado en el sepulcro (Lucas 23:53) la Biblia dice que las mujeres, después que vieron cómo fue puesto el cuerpo de Jesús en el sepulcro, “reposaron el sábado, conforme al mandamiento” (Lucas 23:56). Hay gente que dice que el sábado que se menciona era el sábado ceremonial del 15 de Abib/Nisán (primer día de la fiesta de los panes ázimos), sin embargo Lucas 23:56 habla del sábado del cuarto mandamiento, no del sábado ceremonial. A los sábados ceremoniales se les llamaban también “estatutos” (Éxodo 12:17; Levítico 23:31) de la ley ceremonial, pero nunca se les llamaban mandamientos.

Entonces, ¿qué quiso decir Cristo en Mateo 12:40?

En lugar de acomodar la Biblia a una interpretación de Mateo 12:40, debemos interpretar Mateo 12:40 en relación al resto de las Sagradas Escrituras.

Los tres días “en el corazón de la tierra” no empiezan cuando Cristo es colocado en la tumba, sino que empiezan a contar desde el momento en que Cristo es traicionado por Judas y entregado a los líderes judíos:

Mateo 17:22-23 – “Y estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará.”

Mateo 26:45 – “Entonces vino a sus discípulos y díceles: Dormid ya, y descansad: he aquí ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores.”

Marcos 9:31 – “Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él, resucitará al tercer día.”

Lucas 24:18-21 – “Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú sólo peregrino eres en Jerusalem, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, el cual fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo. Y como le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros príncipes a condenación de muerte, y le crucificaron. Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel: y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido.”

Como podemos ver por estas y muchas otras citas que no hemos incluido, las “cosas” que debía acontecer a Jesús para su resurrección al tercer día incluyen la traición y el juicio ante los príncipes judíos. El “tercer día” no era exclusivo del reposo en la tumba.

4. El cuerpo de Cristo no debía de ver corrupción. El cuerpo de nuestro Señor Jesús sólo debía reposar un día en la tumba pues estaba también profetizado que su cuerpo no vería corrupción:

Salmos 16:10 – “Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que tu santo vea corrupción.”

El apóstol Pedro confirmó que esta profecía se cumplió en Cristo y que su cuerpo no vio corrupción (Hechos 2:25-36):

Hechos 2:31 – “Viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el infierno, ni su carne vio corrupción.”

La profecía del Maná

Jesús hizo un paralelo entre el maná y sí mismo:

Juan 6:31-33 – “Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés pan del cielo; mas a mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.”

Juan 6:47-51 – “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no muera. Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”

Así como el maná que cayó del cielo no vio corrupción el día sábado semanal (Éxodo 16:23-26), el cuerpo de Cristo no vio corrupción el día sábado semanal que descansó en la tumba. La profecía del maná también indicaba que Cristo iba a reposar en la tumba un sábado del cuarto mandamiento sin que su cuerpo vea corrupción, porque su cuerpo era libre de pecado. Es por esta razón que el pan sin levadura era el único pan que podía ser usado durante la fiesta de los panes sin levadura pues representaba al cuerpo de Cristo sin corrupción alguna.

La tipología del maná no permite un escenario en el cual Cristo podía morir un miércoles y estar 72 horas en la tumba.

En conclusión: La Biblia no enseña que Cristo reposó tres días de 72 horas en la tumba. Cristo debía de reposar un solo día en la tumba.

Los tres días bíblicos

Mateo 27:62-66 – “Y el siguiente día, que es después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos a Pilato, diciendo: Señor nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Tenéis una guardia: id, aseguradlo como sabéis. Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra, con la guardia.”

1 Corintios 15:3-4 – “Porque en primer lugar os he enseñado lo que también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.”

Mucha gente se confunde sacando las cuentas de la resurrección de Cristo al tercer día por no comprender el día bíblico y por no estudiar la ley ceremonial.

Ahora vamos a estudiar cómo se calcula el tercer día de la resurrección de nuestro Señor.

Gracias a que hemos estudiado la pascua y la fiesta de los panes sin levadura podemos leer el Nuevo Testamento teniendo una mejor comprensión de las Escrituras.

Juan 19:31 – “Entonces los Judíos, por cuanto era la víspera de la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado, pues era el gran día del sábado, rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados.”

Según la traducción Juan 19:31 dice “víspera de la Pascua” o “preparación de la Pascua,” es decir: el 14 de Abib.

Luego, según la traducción, continúa diciendo “el gran día del sábado” o “gran sábado solemne,” es decir: el 15 de Abib, primer sábado ceremonial y primer día de la fiesta de los panes sin levadura.

El 15 de Abib del año 31 (año en que murió Cristo), el primer sábado ceremonial cayó justo en un sábado semanal.

En el calendario bíblico (al igual que en nuestro calendario gregoriano), las fechas caen en un día diferente cada año. Es decir, el 15 de Abib no cae cada año en un séptimo día de la semana, pero el año 31 cayó justamente un día sábado.

El cumplimiento de la fiesta de los panes sin levadura.

Nuestro Señor Jesús fue inmolado en la cruz un 14 de Abib del año 31. En ese año el 14 de Abib cayó en un sexto día de la semana o viernes, como le llamamos comúnmente. Esto ocurrió tal como estaba predicho por la celebración de la pascua en la ley ceremonial; es decir que la pascua era un símbolo de un evento en lo porvenir -> el sacrificio de Cristo por nuestros pecados.

Cristo fue llevado a la tumba antes de que se ponga el sol del 14 de Abib, pues José de Arimatea quería preparar el cuerpo de Cristo en la tumba antes de que sea sábado (Lucas 23:50-56). Es decir que Cristo, hasta en su muerte, guardó el sábado semanal del cuarto mandamiento. Pero este evento también estaba prefigurado proféticamente en la ley ceremonial y es por eso que el día después de la pascua era un sábado ceremonial: el 15 de Abib – el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, que servía para conmemorar la liberación de la esclavitud de Egipto ya que los israelitas fueron esclavos hasta la medianoche del 15 de Abib.

Entonces, Cristo guardó el sábado del cuarto mandamiento y también el sábado ceremonial del 15 de Abib que era un símbolo de su reposo en la tumba luego de ser inmolado.

El sábado semanal del cuarto mandamiento no era ni es ningún símbolo profético. Mientras que el 15 de Abib, que era un sábado ceremonial y que cada año caía en un día diferente de la semana, sí era un símbolo profético y una sombra de Cristo, y en el año 31 coincidió con el sábado semanal para que Cristo pudiera cumplir perfectamente tanto con el Decálogo como con la ley ceremonial.

DTG pg. 714.1 – “Por fin Jesús descansaba. El largo día de oprobio y tortura había terminado. Al llegar el sábado con los últimos rayos del sol poniente, el Hijo de Dios yacía en quietud en la tumba de José. Terminada su obra, con las manos cruzadas en paz, descansó durante las horas sagradas del sábado.”

PP pg. 522.3 – “La pascua seguía por siete días como fiesta de los panes ázimos. El primero y el último eran días de santa convocación, durante los cuales no debía hacerse trabajo servil alguno. El segundo día de la fiesta se presentaban a Dios las primicias de la cosecha del año. La cebada era el primer cereal que se cosechaba en Palestina, y al principio de la fiesta empezaba a madurar. El sacerdote agitaba una gavilla de este cereal ante el altar de Dios en reconocimiento de que todo era suyo. No se debía recoger la cosecha antes que se cumpliera este rito.”

Nuestro Señor Jesús resucitó al tercer día, que en el año 31 cayó en un primer día de la semana o domingo, como comúnmente le llamamos. Este evento estaba profetizado por el 16 de Abib, el segundo día de la fiesta de los panes sin levadura cuando se celebraba la primicia de las gavillas. La gavilla debía ser mecida y presentada ante Dios el 16 de Abib como símbolo de la resurrección y ascensión de Cristo al cielo, y su retorno a la tierra, en ese mismo día.

Durante más de mil años los israelitas anunciaron la resurrección de Cristo al presentar las primicias de las gavillas en una fecha y mes específico. Una fecha que caía en cualquier día de la semana. Hay gente que enseña que la primicia de las gavillas caía en el primer domingo después del 15 de Abib, pero esta interpretación es una manipulación de las Escrituras para dar base a doctrinas humanas. Si este error fuera cierto, entonces la ley ceremonial no hubiese dado una fecha concreta para la resurrección de Cristo. Sin embargo la Palabra de Dios si nos proveyó de una fecha exacta en la cual Cristo iba a resucitar: el 16 de Abib, y así ocurrió.

CS pg. 396.3 – “La inmolación del cordero pascual prefiguraba la muerte de Cristo. San Pablo dice: ‘Nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros’ (1 Corintios 5:7). La gavilla de las primicias del trigo, que era costumbre mecer ante el Señor en tiempo de la Pascua, era figura típica de la resurrección de Cristo. San Pablo dice, hablando de la resurrección de Cristo. San Pablo dice, hablando de la resurrección del Señor y de todo su pueblo: ‘Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida’ (1 Corintios 15:23). Como la gavilla de la ofrenda mecida, que era las primicias o los primeros granos maduros recogidos antes de la cosecha, así también Cristo es primicias de aquella inmortal cosecha de rescatados que en la resurrección futura será recogidos en el granero de Dios.”

Marcos 16:1-5 – “Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungirle. Muy de mañana, el primer día de la semana, fueron al sepulcro apenas salido el sol…

Para cuando las mujeres fueron a ver la tumba donde se encontraba Cristo, ya había concluido el sábado del 15 de Abib y se encontraban en el domingo 16 de Abib por la mañana y Cristo ya había resucitado.

El día bíblico es de tarde y mañana. Cuando se puso el sol el 15 de Abib ya no era más sábado sino domingo, y las mujeres fueron el domingo de mañana. Es decir que Cristo resucitó en la noche del domingo del día bíblico, que para el horario del mundo vendría a ser la noche del sábado.

CS pg. 396.4 – “Estos símbolos se cumplieron no solo en cuanto al acontecimiento sino también en cuanto al tiempo. El día del primer mes de los judíos, el mismo día y el mismo mes en que quince largos siglos antes el cordero pascual había sido inmolado, Cristo, después de haber comido la pascua con sus discípulos, estableció la institución que debía conmemorar su propia muerte como ‘Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.’ En aquella misma noche fue aprehendido por manos impías, para ser crucificado e inmolado. Y como antitipo de la gavilla mecida, nuestro Señor fue resucitado de entre los muertos al tercer día, ‘primicia de los que durmieron,’ cual ejemplo de todos los justos que han de resucitar, cuyo ‘vil cuerpo’ ‘transformará’ y hará ‘semejante a su cuerpo glorioso’ (1 Corintios 15:20; Filipenses 3:21).”

En resumen: Cristo pasó el 14 de Abib en la cruz como estaba predicho en la ley ceremonial, pasó el 15 de Abib en la tumba como estaba predicho y resucitó un 16 de Abib como también estaba predicho. Es así que Cristo resucitó al tercer día.

No se trata de días de 24 horas como los que se usan en el calendario del mundo, y es por esto que la gente piensa incorrectamente que Cristo debió ser crucificado un jueves para calcular: de jueves a viernes 1 día, de viernes a sábado 1 día y de sábado a domingo 1 día y así sumar 3 días. De haber sido crucificado Cristo un jueves entonces no se hubieran cumplido las Escrituras ni la ley ceremonial.

Tres días inclusivos

Como complemento a nuestro estudio sobre la resurrección de nuestro Señor Jesús al tercer día, vamos a estudiar brevemente los días “inclusivos” de la Biblia.

En la Biblia podemos encontrar otros versículos en los que al hablar de “al tercer día” no se trata de días completos de 24 horas:

1 Reyes 12:5 – “Y él les dijo: Idos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el pueblo se fue.”

1 Reyes 12:12 – “Y al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam; según el rey lo había mandado, diciendo: Volved a mi al tercer día.”

El rey les había mandado que se vayan por tres días y ellos regresaron al tercer día, no después del tercer día al cuarto día, pues el rey no quiso decir que se vayan por 72 horas completas!

Es decir, tanto en los días de Cristo como en el Antiguo Testamento, el conteo de los días era inclusivo. El mismo día en que el rey les ordenó que se fueran ya contaba como el primer día. El segundo día estuvieron fuera, y al tercer día regresaron.

Para que no quede duda alguna, la misma historia se puede encontrar en 2 Crónicas:

2 Crónicas 10:5 – “Y él les dijo: Volved a mi de aquí a tres días. Y el pueblo se fue.”

2 Crónicas 10:12 – “Vino pues Jeroboam con todo el pueblo a Roboam al tercer día: según el rey les había mandado diciendo: Volved a mi de aquí a tres días.”

Nótese que mientras que en 1 Reyes 12:12 dice “al tercer día” en 2 Crónicas 10:12 dice “de aquí a tres días” y sin embargo significa lo mismo: tres días inclusivos y NO tres días de 72 horas.

Una situación similar la encontramos en el libro de Ester:

Ester 4:16-17 – “Ve, y junta a todos los Judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Entonces se fue Mardoqueo, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester.”

Ester 5:1 – “Y aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y púsose en el patio de adentro de la casa del rey, enfrente del aposento del rey.”

Luego, en Lucas 13 podemos ver que “al tercer día” se refiere al día después de mañana y no al día después de tres días completos de 24 horas cada uno:

Lucas 13:31-33 – “Aquel mismo día llegaron unos de los Fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y acabo sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Empero es menester que hoy, y mañana, y pasado mañana camine; porque no es posible que profeta muera fuera de Jerusalem.”

En base a toda la evidencia bíblica, podemos concluir definitivamente que “al tercer día” no se refiere a tres días de 72 horas, sino a tres días inclusivos.

El debate sobre la primicia de las gavillas

En este estudio hemos presentado el 16 de Abib o Nisán como la fecha en que se presentaba la primicia de las gavillas (un día después al sábado ceremonial del 15 de Abib). Sin embargo, como mencionamos anteriormente, hay grupos que enseñan que la primicia de las gavillas no se presentaba el 16 de Abib sino el día después del sábado semanal, es decir: siempre caía un día domingo. Este debate se remonta a tiempos bíblicos:

Levítico 23:11 – “El cual mecerá el omer delante de Jehová, para que seáis aceptos: el siguiente día del sábado lo mecerá el sacerdote.”

  1. Los saduceos: interpretaban que la primicia de las gavillas debía ocurrir el primer domingo después del sábado semanal.
  2. Los fariseos: interpretaban que la primicia de las gavillas debía ocurrir el día siguiente al primer día de la fiesta de los panes ázimos, que era un sábado ceremonial cada 15 de Abib: es decir—debía ser cada 16 de Abib.

La razón por la cual la doctrina de la primicia de las gavillas en día domingo, después del sábado semanal, ha vuelto a estar “de moda” en nuestros días, es para tratar de sostener la doctrina de que Cristo iba a estar 72 horas en la tumba.

Sin embargo el reconocido historiador judío Flavio Josefo escribió en su libro Antigüedades judías: “Pero en el segundo día de los panes ázimos, que es el día dieciséis del mes, por primera vez participan de los frutos de la tierra, pues antes de ese día no los tocaban” (Antiquities of the Jews, 3.10.15).

Es importante notar que, si Levítico 23:11 sí se hubiese referido al día después del sábado semanal, entonces diría “el primer día de la semana,” ya que ése es el nombre del domingo semanal en la Biblia. Sin embargo, tanto las fiestas como los sábados ceremoniales tenían fechas y meses específicos y cada año caían en un día de la semana distinto. Por lo tanto es un error considerar que la primicia de las gavillas iba a ser el único evento de la ley ceremonial que no caía en una fecha específica, cuando todos los demás eventos si tenían una fecha específica.

Ellen G. White también concuerda con que la primicia de las gavillas se presentaba el segundo día de la fiesta, el 16 de Abib:

DTG pg. 57.2 – “La Pascua iba seguida por los siete días de panes ázimos. El segundo día de la fiesta, se presentaba una gavilla de cebada delante del Señor como primicias de la mies del año. Todas las ceremonias de la fiesta eran figuras de la obra de Cristo. La liberación de Israel del yugo egipcio era una lección objetiva de la redención, que la Pascua estaba destinada a rememorar. El cordero inmolado, el pan sin levadura, la gavilla de las primicias, representaban al Salvador.”

PP pg. 522.3 – “La pascua seguía por siete días como fiesta de los panes ázimos. El primero y el último eran días de santa convocación, durante los cuales no debía hacerse trabajo servil alguno. El segundo día de la fiesta se presentaban a Dios las primicias de la cosecha del año. La cebada era el primer cereal que se cosechaba en Palestina, y al principio de la fiesta empezaba a madurar. El sacerdote agitaba una gavilla de este cereal ante el altar de Dios en reconocimiento de que todo era suyo. No se debía recoger la cosecha antes de que se cumpliera este rito.”

El soplo del Espíritu Santo

El soplo del Espíritu Santo a los discípulos es otro relato que causa confusión si no se comprende cómo funciona el día bíblico.

Levítico 23:9-11 – El 16 de Abib, en la primicia de las gavillas (que era sombra y figura de la resurrección de Cristo) el sacerdote debía mecer las gavillas ante Dios “para que seáis aceptos.” Esta presentación de las gavillas ante Dios era símbolo de que Cristo, luego de su resurrección debía presentarse ante Dios Padre para asegurarse de que su obra en la tierra era aceptable.

Es por esto que cuando María Magdalena quiere tocar a Cristo luego de su resurrección, el Señor le dice: “No me toques, porque aun no he subido a mi Padre” (Juan 20:17).

María Magdalena con Jesús resucitado.

DTG pg. 734.3 – “Jesús se negó a recibir el homenaje de los suyos hasta tener la seguridad de que su sacrificio era aceptado por el Padre. Ascendió a los atrios celestiales, y de Dios mismo oyó la seguridad de que su expiación por los pecados de los hombres había sido amplia, de que por su sangre todos podían obtener vida eterna.

El Padre ratificó el pacto hecho con Cristo, de que recibiría a los hombres arrepentidos y obedientes y los amaría como a su Hijo. Cristo había de completar su obra y cumplir su promesa de hacer ‘más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ophir al hombre’ (Isaías 13:12).

En el cielo y la tierra toda potestad era dada al Príncipe de la vida, y él volvía a sus seguidores en un mundo de pecado para darles su poder y gloria.”

Después de que Cristo hubo ascendido para recibir la aceptación de Dios Padre, el Señor regresó a la tierra y se presentó a dos discípulos que se dirigían a Emmaús. Esto ocurrió todavía dentro del primer día de la semana (domingo) del 16 de Abib.

Lucas 24:15 – “Y aconteció que yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro, el mismo Jesús se llegó, e iba con ellos juntamente.”

Jesús camina de Jerusalén a Emmaús con dos discípulos que no le reconocen.

De Jerusalén a Emmaús hay una distancia de “setenta estadios” (Lucas 24:13), que viene a ser alrededor de 11 Km; es decir: un recorrido de unas 3 horas y media más o menos caminando.

Lucas 24:29 – “Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró pues a sentarse con ellos.”

Cuando los discípulos llegaron con Jesús a Emmaús, el día ya había declinado, es decir: el día bíblico del 16 de Abib ya había terminado y era entonces la noche del 17 de Abib.

Ellos entraron en el aposento, Cristo bendijo la comida, luego levantó las manos para que los discípulos vean sus heridas, y después desapareció (Lucas 24:30-31).

DTG pg. 742.2 – “Pero teniendo esta gran nueva que comunicar, no pueden permanecer sentados conversando. Han desaparecido su cansancio y su hambre. Dejan sin probar su cena, y llenos de gozo vuelven a tomar la misma senda por la cual vinieron, apresurándose para ir a contar las nuevas a los discípulos que están en la ciudad.

La noche es obscura, pero el Sol de justicia resplandece sobre ellos. Su corazón salta de gozo. Parecen estar en un nuevo mundo. Cristo es un Salvador vivo. Ya no le lloran como muerto. Cristo ha resucitado, repiten vez tras vez.”

Después de esto, Cristo se aparece a sus discípulos en Jerusalén.

Juan 20:19-22 – “Y como fue tarde aquel día, el primero de la semana…”

Si nos encontramos en el primer día de la semana (domingo), pero ya llegó la noche, entonces estamos en el 17 de Abib. Es decir que luego de que Jesús llego a Emmaús y concluyó el domingo, se apareció entonces a los discípulos en Jerusalén.

DTG pg. 743.1 – “Al llegar a Jerusalén, los dos discípulos entraron por la puerta oriental, que permanecía abierta de noche durante las fiestas. Las casas estaban obscuras y silenciosas, pero los viajeros siguieron su camino por las calles estrechas a la luz de la luna naciente.

Fueron al aposento alto, donde Jesús había pasado las primeras noches de la última noche antes de su muerte. Sabían que allí habían de encontrar a sus hermanos. Aunque era tarde, sabían que los discípulos no dormirían antes de saber con seguridad qué había sido del cuerpo de su Señor.

Encontraron la puerta del aposento atrancada seguramente. Llamaron para que se los admitiese, pero sin recibir respuesta. Todo estaba en silencio. Entonces dieron sus nombres. La puerta se abrió cautelosamente; ellos entraron y Otro, invisible, entró con ellos. Luego la puerta se volvió a cerrar, para impedir la entrada de espías.”

¿Por qué es importante entender que Jesús se apareció a sus discípulos en el aposento alto el 17 de Abib (lunes) y no el 16 de Abib (domingo)?

Porque el cuerno pequeña dice que ellos guardan el domingo porque “Jesús sopló el Espíritu Santo a sus discípulos en domingo.” Pero sin embargo cuando Jesús sopló el Espíritu Santo a sus discípulos ya no era domingo en el día bíblico, sino que era lunes – segundo día de la semana.

Juan 20:22 – “Y como hubo dicho esto, sopló, y díjoles: Tomad el Espíritu Santo.”

Cronología del viaje de Jerusalén a Emmaús, de regreso a Jerusalén, y luego el soplo del Espíritu Santo.
Diferencias entre el día bíblico y el día del cuerno pequeño.

Además es importante entender que en ninguna parte de la Biblia se nos manda a “conmemorar el soplo del Espíritu Santo.”

Más bien, la Biblia nos manda a recibir el bautismo del Espíritu Santo diariamente para andar en el camino de la santificación (Filipenses 1:6; 2:13; 3:12).

Sábados ceremoniales y sábado del cuarto mandamiento

Como hemos estado estudiando: los sábados ceremoniales se caracterizaban por tener una FECHA y un MES específicos y establecidos por Dios y no por el hombre. El sábado séptimo día de la semana no tiene fecha y cada semana cae en diferente fecha. Al sábado del cuarto mandamiento solo le interesa el número del día de la semana – el séptimo día.

Hay gente que con ánimo de confundir a las personas dicen que, debido a que el cuerno pequeño cambió el calendario bíblico, no podemos saber hoy en qué día es sábado. Esto fuera cierto si nos interesara saber el sábado con fecha exacta. Pero aquí y en cualquier lugar del mundo la semana tiene siete días y el domingo es el primer día de la semana y el sábado es el séptimo día de la semana donde sea que el hombre se encuentre. Es decir, no hay excusas para no guardar el sábado del cuarto mandamiento por más excusas que se inventen.

Dios “perdona la iniquidad y la rebelión, pero de ninguna manera dará por inocente al culpable” (Números 14:18).

Diferencias entre el sábado del cuarto mandamiento y los sábados ceremoniales.

Otros textos que confunden

Existen otros versículos que pueden resultar confusos si no se estudia y no se entiende la ley ceremonial. Vamos a estudiar algunos de ellos.

Lucas 22:7 – “Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar la víctima pascual.”

El día que se debía sacrificar el cordero pascual era la pascua o sea: el 14 de Abib. En este versículo parecería que nos encontramos en el 14 de Abib, pero si leemos más adelante:

Lucas 22:8-9 – “Jesús envió a Pedro y Juan, diciendo: -Id, preparadnos la Pascua para que comamos.”

Jesús recién estaba mandando a Pedro y a Juan para hacer las preparaciones para la pascua, es decir, no podemos estar en el 14 de Abib cuando ya se debía sacrificar al cordero pascual, sino que estos versículos deben ocurrir un día antes: el 13 de Abib.

De igual manera ocurre en el siguiente versículo:

Mateo 26:17 – “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús diciendo: -¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?”

La traducción dice “primer día de la fiesta de los panes sin levadura.” Como ya estudiamos, el primer día de la fiesta de los panes sin levadura era el 15 de Abib. Si en Mateo 26:17 nos encontráramos en el 15 de Abib, noche en la que se debía comer el cordero pascual, no tendría sentido que ese día recién estén haciendo los preparativos que se debían realizar antes del 14.

Es decir, Mateo 26:17 tiene que ocurrir un día antes del 14: el jueves 13 de Abib del año 31.

Mateo 26:20 – “Al atardecer, él estaba sentado a la mesa con los doce.”

Al atardecer de ese día (que era jueves 13 de Abib) empieza recién el viernes 14 de Abib. Es la noche del 14, pues el día bíblico consiste de noche y día, mientras que en nuestro calendario gregoriano el día consiste de medianoche, madrugada, día, tarde y noche, lo cual genera confusión al leer las Escrituras.

En la Biblia es bien simple: la oscuridad es noche (o tarde) y la luz es día (o mañana). Un día bíblico consiste de su noche y día o tarde y mañana. Mateo 26:20 se trata de la noche del viernes 14 de Abib, pues con la oscuridad del jueves acabó el día del jueves y llegó la noche del viernes.

En nuestro mundo es al revés: cuando llegan las 12am decimos “ya amaneció” – llamamos a la noche -> día! Y cuando llegan las 12pm decimos “ya atardeció” – llamamos al día -> noche!

También en el Conflicto de los Siglos encontramos una cita que es malinterpretada:

CS pg. 396.4 – “El día 14 del primer mes de los judíos, el mismo día y el mismo mes en que quince largos siglos antes el cordero pascual había sido inmolado, Cristo, después de haber comido la pascua con sus discípulos, estableció la institución que debía conmemorar su propia muerte como ‘Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.’ En aquella misma noche fue aprehendido por manos impías, para ser crucificado e inmolado.”

La cena que Cristo comió con sus discípulos la noche del 14 de Abib, era la primera cena establecida para sustituir a la pascua. La pascua de la ley ceremonial debía comerse la noche del 15 de Abib, y como ya estudiamos Cristo pasó todo el 15 de Abib en la tumba.

La primera cena, la última pascua

La primera cena, la última pascua.

Lucas 22:17-19 – “Haced esto en memoria mía.”

Cristo, al celebrar la primera cena o la cena del Señor, puso fin al ceremonial de la pascua y a la fiesta de los panes sin levadura. Cristo es nuestro cordero pascual y es nuestra primicia (1 Corintios 5:7; 15:20, 23).

La pascua y la fiesta de los panes sin levadura, con sus dos sábados ceremoniales, eran sombra y figura de la primera venida de Cristo. La cena del Señor ya no anuncia su primera venida, sino que anuncia su segunda venida:

Mateo 26:29 – “Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.”

La primera cena es un rito del Nuevo Pacto que sirve para:

  1. Conmemorar todo lo que le ocurrió a Cristo.
  2. Simbólico de su segunda venida a la tierra en gloria.

Tanto la cena del Señor como el lavamiento de los pies (Juan 13:2-5) son ritos del Nuevo Pacto para celebrarlos hasta que Cristo venga por segunda vez.

Cristo no debía comer el cordero pascual de la noche del 15 de Abib porque:

¿Qué pasaría si alguien viene con una Biblia católica y nos muestra que Daniel 7:25 dice “pensará cambiar las fiestas y las leyes ceremoniales”? ¿Qué pasaría si nos dicen que debemos celebrar las fiestas de la ley ceremonial?

Debemos tener en claro que celebrar la pascua es negar que Cristo ya vino por primera vez y que ya fue inmolado por nuestros pecados.

Es cierto que en Levítico dice “estatuto perpetuo,” pero eran estatutos perpetuos HASTA que el símbolo se encontrara con la realidad. Cristo es nuestro cordero pascual y ya ha sido crucificado (1 Corintios 5:7).

Estatutos “perpetuos”

Hay varios ejemplos que podemos tomar de las Escrituras para demostrar que “estatuto perpetuo” de la ley ceremonial no significa “eterno,” sino más bien HASTA que su símbolo se encontrara con la realidad.

Por ejemplo en Números 18:23 la ley ceremonial indicaba que “sólo los levitas llevarán a cabo el servicio del tabernáculo de reunión” y este era un “estatuto perpetuo.”

Pero sin embargo, en el libro de Hebreos, el apóstol Pablo claramente nos enseña que hubo cambio de sacerdocio (Hebreos 7:12), es decir: el sacerdocio levítico que era “estatuto perpetuo” llegó a su fin en Cristo, quien es nuestro Sumo Sacerdote en el verdadero tabernáculo celestial, y ya no según el orden levítico sino según el orden de Melquisedec (Hebreos 7:17).

En Hebreos 7:18 el apóstol dice que “el mandamiento anterior” (el sacerdocio levítico, el “estatuto perpetuo”) “fue abrogado por ser ineficaz e inútil.”

Este es un ejemplo más de que los estatutos “perpetuos” de la ley ceremonial pueden ser abrogados, a diferencia de los Diez Mandamientos que no pueden ser abrogados. Pues los estatutos de la ley ceremonial son sombra y figura de las cosas verdaderas y celestiales.

DTG pg. 608.2 – “Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes fiestas respectivas. El, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil años había anunciado su muerte.

Mientras comía la pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos.”

DTG pg. 608.3 – “El rito de la cena del Señor fue dado para conmemorar la gran liberación obrada como resultado de la muerte de Cristo. Este rito ha de celebrarse hasta que él venga por segunda vez con poder y gloria. Es el medio por el cual ha de mantenerse fresco en nuestra mente el recuerdo de su gran obra en favor nuestro.”

Además, si la ley ceremonial, si las fiestas, la pascua y los sábados ceremoniales fuesen eternos, dónde deberíamos celebrarlos?

Tendríamos que celebrarlos en el lugar que Jehová nos mandó a celebrarlos dentro de la ley ceremonial: “en el lugar que Jehovah haya escogido para hacer habitar allí su nombre” (Deuteronomio 16:2-5).

El lugar donde habita el nombre de Jehová es el Decálogo – “Porque en seis días Jehovah hizo los cielos, la tierra, y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehovah bendijo el día del sábado y lo santificó” (Éxodo 20:11).

Es por esta razón que todos los israelitas eran convocados al santuario terrenal para celebrar las santas convocaciones: porque en el lugar santísimo del tabernáculo se encontraba el Decálogo. Pero nuestros días, ¿dónde se encuentra el original de la ley?

La ley se encuentra en el lugar santísimo del Santuario Celestial. ¡No se encuentra más aquí en la tierra!

La pascua y la fiesta de los panes sin levadura se cumplió a cabalidad con la primera venida de Cristo y además fue reemplazada por la cena del Señor. Cristo cumplió con la ley del 14, del 15 y del 16 de Abib. Celebrar la pascua sería celebrar la espera del Mesías, es decir: sería negar que Cristo es el Mesías!

Y así como la cena del Señor reemplazó la pascua, el rito del bautismo fue instituido para conmemorar la resurrección de Cristo.

PE pg. 216.3 – “Ampos importantes sucesos tienen su peculiar conmemoración. Al participar del pan quebrantado y del fruto de la vid en la cena del Señor, recordamos su muerte hasta que él venga. Así se renuevan en nuestra memoria las escenas de su pasión y muerte.

Conmemoramos la resurrección de Cristo al ser sepultados con él en el bautismo y levantarnos de la tumba líquida para vivir en novedad de vida a semejanza de su resurrección.”

¿Qué significa “comer la carne y beber la sangre de Cristo”?

DTG pg. 353.3 – “Comer la carne y beber la sangre de Cristo es recibirle como Salvador personal, creyendo que perdona nuestros pecados, y que somos completos en él.

Contemplando su amor, y espaciándonos en él, absorbiéndolo, es como llegamos a participar de su naturaleza. Lo que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede beneficiarnos a menos que lo comamos; a menos que llegue a ser parte de nuestro ser. Así también Cristo no tiene valor para nosotros si no le conocemos como Salvador personal. Un conocimiento teórico no nos beneficiará.”

El primer significado de “comer la carne y beber la sangre de Cristo” es recibirle como Salvador personal. La carne de Cristo es su vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley, gracias a la cual somos completos en él y así somos justificados ante Dios.

“Comer su carne” significa creer que en Cristo tenemos la justicia y el carácter perfecto con el cual podemos ser aceptables ante Dios.

“Beber su sangre” es creer que nuestros pecados son perdonados en virtud de la sangre que Cristo derramó en la cruz del calvario.

Si aceptamos esto y contemplamos su amor, y su muerte en la cruz, podremos llegar a “participar de su naturaleza,” lo que significa andar en el camino de la santificación: la obediencia a la ley que es un resultado de haber sido aceptados por la justicia de Cristo.

Es así que “comer su carne y beber su sangre,” en un segundo significado, implica la verdadera conversión como fruto de la justificación. O también, en otras palabras: el abandono de la práctica del pecado.

CS pg. 456.1 – “Estos creyentes hacían frutos dignos de su arrepentimiento. Creían y eran bautizados y se levantaban para andar en novedad de vida, como nuevas criaturas en Cristo Jesús; no para vivir conforme a sus antiguas concupiscencias, sino por la fe en el Hijo de Dios, para seguir sus pisadas, para reflejar su carácter y para purificarse a sí mismos, así como él es puro. Amaban lo que antes aborrecían, y aborrecían lo que antes amaran.

Los orgullosos y tercos se volvían mansos y humildes de corazón. Los vanidosos y arrogantes se volvían serios y discretos. Los profanos se volvían piadosos; los borrachos, sobrios; y los corrompidos, puros. Las vanas costumbres del mundo eran puestas a un lado.”

DTG pg. 355.2 – “Mirando, constantemente a Jesús con el ojo de la fe, seremos fortalecidos. Dios hará las revelaciones más preciosas a sus hijos hambrientos y sedientos. Hallarán que Cristo es un Salvador personal. A medida que se alimenten de su Palabra, hallarán que es espíritu y vida. La Palabra destruye la naturaleza terrenal y natural e imparte nueva vida en Cristo Jesús. El Espíritu Santo viene al alma como Consolador.

Por factor transformador de su gracia, la imagen de Dios se reproduce en el discípulo; viene a ser una nueva criatura. El amor reemplaza al odio y el corazón recibe la semejanza divina. Esto es lo que quiere decir vivir de ‘toda palabra que sale de la boca de Dios.’ Esto es comer el Pan que descendió del cielo.”

En resumen, comer la carne de Cristo:

  1. Justificación.- En el Santuario Celestial, Cristo es nuestra justicia perfecta y nuestro Mediador ante Dios Padre. Cristo Sumo Sacerdote nos otorga al Espíritu Santo como agente regenerador para:
  2. Santificación.- Abandonar la práctica del pecado.

Si en el hombre no hay frutos, no hay obediencia, no hay santificación, no hay abandono de la práctica del pecado, entonces nunca se ha recibido a Cristo como Salvador personal, y entonces la fe está muerta (Santiago 2:26).

Tres Fiestas o Asambleas

Tres fiestas y siete sábados ceremoniales.

PP pg. 519.1 – “Había tres asambleas anuales de todo Israel para rendir culto en el santuario (Éxodo 23:14-16). Por algún tiempo Silo fue el lugar de reunión; pero más tarde Jerusalén llegó a ser el centro del culto de la nación, y allí se congregaban las tribus para las fiestas solemnes.”

Al inicio de nuestro estudio ya dimos una lista de las tres fiestas solemnes y de los siete sábados ceremoniales (Éxodo 34:18-23; Deuteronomio 16:16; 2 Crónicas 8:13):

“Tres veces al año”:

  1. Fiesta de los panes sin levadura o ázimos.
  2. Fiesta de las semanas o pentecostés.
  3. Fiesta de las cabañas, recolección o tabernáculos.

PP pg. 522.5 – “En el séptimo mes venía la fiesta de las cabañas, o de la recolección. Esta fiesta reconocía la bondad de Dios en los productos de la huerta, del olivar, y del viñedo. Así es como se completaba la serie de reuniones festivas del año.”

¿Por qué es importante saber manejar todos estos nombres de la ley ceremonial?

Porque en las Biblias católicas, por ejemplo, en Daniel 7:25 dicen incorrectamente: “cambiará los tiempos de las solemnidades, de las leyes o ceremonias…” en lugar de decir lo correcto: “pensará cambiar los tiempos y la ley.”

El cuerno pequeño quiere que los hombres piensen que Daniel 7:25 se refiere a un cambio en cuanto a la ley ceremonial en lugar del cambio que ellos hicieron al Decálogo.

La Biblia enseña que en la ley ceremonial habían tres fiestas solemnes anuales. Sin embargo el cuerno pequeño enseña incorrectamente que son siete fiestas: 1. La pascua, 2. Los panes sin levadura, 3. Fiesta de las gavillas, 4. Fiesta del pentecostés, 5. Fiesta de las trompetas, 6. Fiesta de la expiación, 7. Fiesta de las cabañas. Esto no tiene ningún fundamento bíblico. La pascua no era ni fiesta ni sábado ceremonial. El toque de trompetas no era una fiesta, era un sábado ceremonial. De igual manera el 10 de mes séptimo, el día de expiación era un sábado ceremonial, no una “fiesta.”

Hay gente utiliza que el siguiente texto para decir que la pascua era una fiesta:

PP pg. 522.3 – “La pascua seguía por siete días como fiesta de los panes ázimos. El primero y el último día eran días de santa convocación, durante los cuales no debía hacerse trabajo servil alguno.”

La fiesta que seguía a la pascua, la cual era un día de preparación para dicha fiesta, era la fiesta de los panes sin levadura o ázimos y duraba siete días. El primer y el último día de esta fiesta eran sábados ceremoniales. Esto ya lo estudiamos en la sección de la pascua.

El cuerno pequeño quiere que se celebren las fiestas pero como días de la semana, sin ver la fecha y el mes específico. Es por eso que ellos tienen: “viernes santo,” “domingo de resurrección,” etc.

En la ley ceremonial la Biblia tiene:

  1. Fecha invariable.
  2. Día de la semana variable.

Mientras que el cuerno pequeño celebra sus fiestas con:

  1. Fecha variable.
  2. Día de la semana invariable.

En Números 9 ocurre la única excepción en la cual se permitió que unos hombres que estaban inmundos, y que por ello no pudieron celebrar la pascua el 14 del mes primero, la celebren el 14 del mes segundo. Pero esto fue una única excepción debido a las circunstancias.

Ya hemos estudiado anteriormente la pascua y también la primera fiesta anual: la fiesta de los panes ázimos o sin levadura con sus dos sábados ceremoniales. Ahora vamos a estudiar la segunda fiesta solemne:

La fiesta de la siega o pentecostés

La fiesta de la siega, de la cosecha, o pentecostés era la segunda fiesta del año, duraba solamente un día y era, además de fiesta, el tercer sábado ceremonial del año.

Levítico 23:15-17 – “Y os habéis de contar desde el siguiente día del sábado, desde el día en que ofrecisteis el omer de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas será. Hasta el siguiente día del sábado séptimo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis nuevo presente a Jehová. De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de flor de harina, cocidos con levadura, por primicias a Jehová.”

Para celebrar la segunda fiesta solemne del año, los israelitas debían contar 50 días a partir del 16 de Abib, fecha en que habían celebrando la primicia de las gavillas o “omer de la ofrenda mecida.”

La fiesta del pentecostés en el año 31 d.C.

La fiesta de la siega o pentecostés siempre iba a caer en el mismo día de la semana en la que cae la primicia de las gavillas. Si el 16 de Abib caía un lunes, 50 días más tarde, la fiesta del pentecostés iba a caer un lunes. Si el 16 de Abib caía un jueves, 50 días después, la fiesta del pentecostés iba a caer un jueves. El año 31 el 14 de Abib cayó un viernes, el 15 de Abib un sábado y el 16 de Abib un domingo. Por lo tanto, la fiesta del pentecostés en el año 31 cayó un día domingo.

A Dios le importaban las fechas para las celebraciones del ritual simbólico. Sin embargo, el cuerno pequeño le importan los días de la semana. El cuerno pequeño pone énfasis en que Cristo resucitó un domingo y que el pentecostés ocurrió un domingo. Pero ellos no explican la razón por la cual estos dos acontecimientos ocurrieron un primer día de la semana. A Dios el único día de la semana que le importa es el séptimo del cuarto mandamiento de la ley.

La pascua y el pentecostés en el Antiguo y Nuevo Testamento.

¿A qué apuntaba proféticamente la fiesta de la siega?

En la primera fiesta, la fiesta de los panes sin levadura, los israelitas estaban prohibidos bajo sentencia de muerte a comer pan con levadura (Éxodo 12:15). Cualquier vestigio de levadura debía desaparecer de las casas de los israelitas durante la primera fiesta.

Sin embargo en la segunda fiesta (fiesta de la siega) los israelitas debían presentar dos panes con levadura (Levítico 23:17). Y es que la levadura significaba dos cosas distintas para la primera fiesta y para la segunda fiesta.

DTG pg. 374.3 – “Al llegar a la orilla más alejada, Jesús dijo: ‘Mirad, y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos’ (Mateo 16:6). Desde los tiempos de Moisés, los judíos habían tenido por costumbre apartar de sus casas toda levadura en ocasión de la Pascua, y así se les había enseñado a considerarla como una figura del pecado.”

Para la primera fiesta, la levadura era un símbolo del pecado y por ello los israelitas debían abstenerse de ella.

Pero necesitamos estudiar qué simbolizaba la levadura en la segunda fiesta.

Cristo ascendió finalmente al cielo a los cuarenta días de haber resucitado (Hechos 1:3).

Hechos 2:1 – “Y como se cumplieron los días de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.”

Y los apóstoles se encontraban reunidos en el aposento alto en el día del Pentecostés esperando la promesa que Jesús les hiciera el día de su ascensión final “mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos” (Hechos 1:5).

En el ritual simbólico, para que un sacerdote pudiera ejercer su sacerdocio en el santuario terrenal, debía presentarse para ser ungido, vestido con vestiduras sacerdotales y ser consagrado (Éxodo 40:12-15).

De igual manera Cristo tenía que presentarse a su lugar de trabajo—el Santuario Celestial (Hebreos 5:4-5). Cristo fue llamado por Dios Padre a ser Sacerdote según el orden de Melquisedec (Hebreos 6:20) y ya no según el orden de Aarón del sacerdocio levítico (Hebreos 7:11-12; Salmos 110:4).

Cristo tenía que ser ungido y ser vestido con vestiduras sacerdotales (Éxodo 28:40), tales como las que describe el apóstol Juan:

Apocalipsis 1:13 – “Y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo del hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro.”

Pero, a diferencia del sacerdote terrenal, Cristo tiene una corona en lugar de la tiara porque Cristo es rey y sacerdote a la vez (Génesis 14:18; Hebreos 7:1, 24-26). Cristo es dos veces rey: como hombre y como Dios. Como hombre porque es el segundo Adán, el segundo representante de la raza humana.

HAp pg. 31.4 – “La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. Habían de esperarla antes de empezar a hacer su obra. Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre, desde toda la eternidad.

El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo a su promesa, había enviado el Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como sacerdote y rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra, y era el Ungido sobre su pueblo.”

Entonces, la segunda fiesta del año, la fiesta de la siega o pentecostés apuntaba proféticamente al inicio del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo en el Santuario Celestial.

La levadura que se presentaba en la segunda fiesta ya no simbolizaba el pecado, sino al derramamiento de la lluvia temprana: al Espíritu Santo.

Cristo inició su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Santuario Celestial un 5 de Siván del año 31 de la era cristiana.

PVGM pg. 68.3 – “Entre los judíos, la levadura se usaba a veces como símbolo del pecado. Al tiempo de la Pascua, el pueblo era inducido a quitar toda levadura de su casa, así como debía quitar el pecado del corazón.

Pero en la parábola del Salvador la levadura se usa para representar el reino de los cielos. Ilustra el poder vivificante y asimilador de la gracia de Dios.”

Ese “poder vivificante” es el Espíritu Santo como habitante en el hombre y como agente regenerador.

PVGM pg. 69.1 – “Ninguna persona es tan vil, nadie ha caído tan bajo que esté fuera del alcance de la obra de ese poder. En todos los que se sometan al Espíritu Santo, ha de ser implantado un nuevo principio de vida: la perdida imagen de Dios ha de ser restaurada en la humanidad.”

Juan 16:7 – “Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya; porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os lo enviaré.”

Cristo ya había anunciado a sus discípulos el derramamiento del Espíritu Santo en ocasión del inicio de su Ministerio Sacerdotal Celestial.

¿Cuál es la demanda de Dios para otorgar al Espíritu Santo?

Obediencia:

Hechos 5:32 – “Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.”

Dios solo puede mandar al Espíritu Santo como habitante y agente regenerador a quienes sean justificados/aceptados: es decir, declarados obedientes.

Nadie que no sea aceptado/justificado primeramente puede recibir al Espíritu Santo como agente regenerador. Es cierto que el Espíritu Santo puede habitar en todo ser humano como visitante, pero para que el Espíritu Santo habite en el hombre como agente regenerador el ser humano debe ser justificado.

Dios no justifica al hombre regenerado, Dios justifica al impío. Ser regenerado para que Dios nos acepte es doctrina del cuerno católico. Dios nos justifica para que podamos recibir el Espíritu Santo, cuyo trabajo es sembrar en nosotros los frutos del Espíritu para que podamos ser regenerados.

La justificación es la causa, la santificación es el resultado.

Después de que nuestro Señor Jesús fue ungido en el cielo luego de su ascensión, Cristo se va a presentar como Sacerdote ante Dios Padre y va a interceder primeramente por sus discípulos, quienes estaban reunidos en el aposento alto esperando la promesa de Juan 14:16. En el 5 de Siván del año 31, en el pentecostés, Cristo inició su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Santuario Celestial y hubo una manifestación especial del Espíritu Santo porque los discípulos tenían que presentar una verdad presente para su época:

  1. El cordero simbolizaba a Cristo.
  2. El santuario terrenal llegó a su fin.
  3. El sacerdocio del orden de Aarón llegó a su fin.
  4. Las fiestas y la ley ceremonial llegó a su fin.

Los discípulos fueron investidos de poder para que tengan sabiduría, discernimiento espiritual, valor y coraje para poder proclamar estas verdades en el idioma nativo de cada nación y pueblo.

Sin embargo, los discípulos no recibieron el bautismo del Espíritu Santo una sola vez y para siempre en ocasión del pentecostés. Ellos buscaban recibir el bautismo diario del Espíritu Santo:

HAp pg. 41.1 (40.4) – “Aquellos que en Pentecostés fueron dotados con el poder de lo alto, no quedaron desde entonces libres de tentación y prueba. Como testigos de la verdad y la justicia, eran repetidas veces asaltados por el enemigo de toda verdad, que trataba de despojarlos de su experiencia cristiana. Estaban obligados a luchar con todas las facultades dadas por Dios para alcanzar la medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús.

Oraban diariamente en procura de nuevas provisiones de gracia para poder elevarse más y más hacia la perfección. Bajo la obra del Espíritu Santo, aun los más débiles, ejerciendo fe en Dios, aprendían a desarrollar las facultades que les habían sido confiadas y llegaron a ser santificados, refinados y ennoblecidos. Mientras se sometían con humildad a la influencia modeladora del Espíritu Santo, recibían de la plenitud de la Deidad y eran amoldados a la semejanza divina.”

HAp pg. 41.2 – “Puesto que éste es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él y predicamos respecto a él? El Señor está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que le sirven, que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos.

Cada obrero debiera elevar su petición a Dios por el bautismo diario del Espíritu.

La presencia del Espíritu en los obreros de Dios dará la proclamación de la verdad un poder que todo el honor y la gloria del mundo no podrían conferirle.”

Todos los que profesamos ser siervos de Cristo deberíamos pedir por el bautismo diario del Espíritu Santo para que, además de los frutos del Espíritu, podamos entender el deber que el Señor nos asigna para esta hora; para que podamos conocer qué requiere el Señor de nosotros; podamos saber con qué propósito nos está llamando, y para que podamos comprender el tiempo solemne en que nos ha tocado vivir.

Entonces, si el derramamiento del pentecostés fue un anuncio de que el 5 de Siván del año 31 de la era cristiana nuestro Señor Jesús inició su Ministerio Sacerdotal Celestial en el lugar santo del Santuario Celestial, en qué parte de la Biblia se nos ordena que debemos conmemorar ese evento?

En ninguna parte de la Biblia se ordena al creyente a conmemorar el Pentecostés. La orden de Dios es de pedir diariamente por el bautismo del Espíritu Santo.

Si nos quedamos solamente con el Evangelio, si aceptamos la mentira que en la cruz nuestros pecados fueron perdonados y que en la cruz fuimos justificados, estamos echando por tierra el SANTUARIO CELESTIAL y el MINISTERIO SACERDOTAL CELESTIAL DE CRISTO.

La ley ceremonial nos enseña que los israelitas, además del Evangelio, necesitaban del trabajo del sacerdote, porque solamente el sacerdote podía entrar al santuario!

Éxodo 23:15 – “…ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías.”

El sacerdote terrenal no podía presentarse delante de Dios y de la ley con las manos vacías, necesitaban de los MEDIOS que lo habilitaban para entrar: el incienso, la sangre de animales.

Cuando Cristo vino a este mundo, cuando fue engendrado en el vientre de María por el Espíritu Santo (Lucas 1:35), de acuerdo a Éxodo 23:15, Cristo estaba con las manos vacías, pues no tenía ni la ofrenda ni el sacrificio.

El 13 de Abib del año 31 de la era cristiana, cuando Cristo tomó la decisión de ser el garante de la raza humana en el Getsemaní, entonces Cristo sólo tenía la ofrenda, pero le faltaba la sangre.

El 14 de Abib del año 31 de la era cristiana, Cristo obtuvo el segundo MEDIO que lo habilitaba para entrar al Santuario Celestial: la sangre que derramó en la cruz.

Su vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley (la ofrenda) y su sangre derramada en la cruz (el sacrificio) es el EVANGELIO. Y esa obra estaba representada por el trabajo que se realizaba en el atrio del santuario terrenal (evangelio en símbolos).

El Evangelio en símbolos y el Evangelio en realidad.

No necesitamos esperar cada 5 de Siván para recibir el bautismo del Espíritu Santo, lo necesitamos diariamente!

Necesitamos que el Espíritu Santo nos convenza de pecado, que nos muestre no sólo nuestras faltas externas, sino también las internas: malos pensamientos y malos hábitos. El Espíritu Santo nos tiene que mostrar los pecados que necesitamos abandonar para poder ser regenerados y restaurados a la imagen divina.

El Espíritu Santo no nos revela todos nuestros pecados de una sola vez, como en una avalancha, pues sería algo terrible que nadie podría soportar. El Espíritu Santo nos revela un solo pecado. Si no aceptamos y no queremos confesar y abandonar dicho pecado humildemente, entonces el Espíritu Santo ya no tiene por qué mostrarnos más pecados.

“Porque si pecamos voluntariamente, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado.” (Hebreos 10:26)

El Espíritu Santo es justo y misericordioso, y por ello no nos bombardea mostrándonos todos nuestros pecados en una misma ocasión. El Consolador nos va revelando nuestras transgresiones poco a poco, y a medida que vayamos aceptando y abandonando los pecados, nos sigue mostrando otros pecados. El trabajo del Espíritu Santo es mostrarnos nuestros pecados, y capacitarnos con los dones celestiales (amor, fe, mansedumbre, paciencia, humildad, etc.); pero es el trabajo del creyente desarrollar estos dones y abandonar el pecado.

El Servicio Diario terrenal se llevaba a cabo de 10 de mes séptimo a 10 de mes séptimo. Esto anunciaba proféticamente los 1813 años del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo en el Lugar Santo del Santuario Celestial (1813 años desde el 5 de Siván del año 31 hasta el 10 de mes séptimo del año 1844).

Uno de los argumentos que presenta el cuerno pequeño para validar el cambio del día de reposo del sábado del cuarto mandamiento al domingo pagano, es que ellos dicen conmemorar el pentecostés que ocurrió un primer día de la semana. Sin embargo, en la ley ceremonial, Dios no estableció días de las semanas para las fiestas, sino que estableció FECHAS concretas. Los israelitas debían contar 50 días o 7 semanas cumplidas desde el 16 de Abib para poder celebrar el pentecostés.

En el año 31 el pentecostés cayó un día domingo, pero el pentecostés no se celebraba cada año un día domingo, sino el día de la semana que tocara en la fecha de la fiesta.

Dios no nos manda a celebrar o conmemorar el derramamiento del pentecostés, ni tampoco nos manda a observar días de las semanas para las fiestas.

Además la fiesta del pentecostés ya tuvo su cumplimiento profético el 5 de Siván del año 31.

¿Qué pasaría si hoy día celebramos el Pentecostés?

Si hoy en día celebramos el Pentecostés, estaríamos negando su cumplimiento profético: estaríamos negando el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo en el Santuario Celestial. Sería echar por tierra el Santuario Celestial y el Sacerdocio de Cristo. Estaríamos haciendo la obra del cuerno pequeño.

PE pg. 227.2 – “Vi una numerosa compañía que profesaba el nombre de Cristo, pero Dios no la reconocía como suya. No se complacía en ella. Satanás asumía carácter religioso y estaba dispuesto a que la gente se creyese cristiana; y hasta estaba también ansioso de que creyeran en Jesús, en su crucifixión y resurrección.”

Al enemigo no le importa que los cristianos crean en Jesús hasta su crucifixión y resurrección. Pero el enemigo no quiere que creamos más allá de esto, pues él no quiere que nos congreguemos al Santuario Celestial para ser justificados y para que podamos recibir la lluvia temprana diariamente, y posteriormente la lluvia tardía en ocasión del juicio de vivos.

La justificación y el perdón de los pecados en la cruz es una doctrina que al enemigo le basta y le es suficiente para mantener a los profesos cristianos congregados en las sinagogas, pero alejados del Santuario Celestial.

El cuerno pequeño se interpone entre las muchedumbres y el Santuario Celestial.

PVGM pg. 103.1 – “El significado del sistema de culto judaico todavía no se entiende plenamente. Verdades vastas y profundas son bosquejadas por sus ritos y símbolos.”

La ley ceremonial no se entiende plenamente, porque los creyentes no la estudiamos! El plan de redención no incluye solamente la obra de Cristo aquí en la tierra; la segunda parte del plan de redención es la obra de Cristo en el Santuario Celestial.

CS pg. 472.3 (414.4) – “El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación. Se aceptaba un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no borraba el pecado. Solo proveía un medio para transferirlo al santuario. Con la ofrenda de la sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante la fe en un Redentor por venir; pero no estaba aún enteramente libre de la condenación de la ley.

El día de la expiación, el sumo sacerdote, después de haber tomado una víctima ofrecida por la congregación, iba al lugar santísimo con la sangre de dicha víctima y rociaba con ella el propiciatorio, encima mismo de la ley, para dar satisfacción a sus exigencias. Luego, en calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba fuera del santuario.

Poniendo sus manos sobre la cabeza del segundo macho cabrío, confesaba sobre él todos esos pecados, transfiriéndolos así figurativamente de él al macho cabrío emisario. Este los llevaba luego lejos y se los consideraba como si estuviesen para siempre quitados y echados lejos del pueblo.”

Si el hombre acepta que en la cruz fue justificado, que en la cruz fue clavada la ley y que en la cruz fueron clavados sus pecados, entonces ese hombre no necesita del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo.

Si el hombre acepta que cuando se bautizó en una sinagoga recibió el Espíritu Santo y ya es una nueva persona, ese hombre no necesita del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo.

Sin embargo la gente usa Romanos 8:1 – “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas conforme al espíritu.”

Pero, qué significa “estar en Cristo”?

¿Por qué el israelita debía ir al atrio, a las puertas del santuario terrenal, para confesar su pecado y para sacrificar al cordero?

Porque en el lugar santísimo del santuario se encontraba la ley. Y porque “por la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20).

¿Cómo podemos probar con las Sagradas Escrituras que no hay perdón de pecados en el acto de sacrificio mismo?

Con la ley ceremonial.

Basta leer el servicio diario del capítulo 4 de Levítico para demostrar que sin intervención de sacerdote no hay perdón.

La obra del atrio y la obra del santuario

El Santuario Terrenal
El Santuario Celestial – una línea de tiempo

Los Reformadores Protestantes del siglo XVI rescataron la verdad presente para su época: la justificación por la fe.

Ellos lograron definir la diferencia entre Justificación y Santificación. Pero ellos no llegaron a definir la diferencia entre Evangelio y Justificación.

El mundo religioso de hoy acepta en su gran mayoría aquello que era realidad presente para la época de dicho movimiento protestante. Pero esto ya no basta como realidad presente para nosotros.

Los reformadores no llegaron a distinguir entre la obra que se realizaba en el atrio (el evangelio en símbolos) de la obra que se realizaba en el santuario (sacerdocio en símbolos).

Para los reformadores la obra del atrio era lo mismo que la obra del santuario, es decir que la fórmula que ellos manejaban era: Evangelio es igual a Justificación, pero esto no es igual a Santificación: E = J ≠ S

Pero, como ya dijimos, esta fórmula ya no es verdad presente para nosotros, pues es nuestro deber presentar una justificación con Ministerio Sacerdotal de Cristo en el Santuario Celestial.

El trabajo del atrio no es lo mismo que el trabajo del santuario. La fórmula completa es: Evangelio no es igual a Justificación y no es igual a Santificación: E ≠ J ≠ S

En el atrio se preparaba los medios con los cuales el sacerdote trabajaba en el santuario: el incienso, el pan, la sangre de animales. El trabajo que se realizaba era símbolo del trabajo que Cristo realizó en su primer venida a la tierra: su vida de obediencia perfecta a la ley y su sangre derramada en la cruz: el Evangelio.

El Evangelio: era todo lo que el sacerdote terrenal del Pacto Antiguo realizaba en el atrio del santuario para poder ingresar al santuario terrenal. Todo el ritual simbólico, todos los ritos y ceremonias del Pacto Antiguo, eran una representación en símbolos del Evangelio.

En 1 Corintios 15:1-4 encontramos el significado de la palabra Evangelio, la síntesis:

“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis. Por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo fue muerto por nuestros pecados conforme a las Escrituras. Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.”

El Evangelio es la experiencia de Cristo en esta tierra como hombre. Y esa experiencia consiste en su engendramiento, su vida, su muerte, su resurrección, y la ascensión de Cristo en la mañana de su resurrección (Juan 20:1-17).

El Evangelio realizado por Cristo estaba simbolizado por el trabajo del sacerdote terrenal en el atrio del santuario terrenal:

Una parte del Evangelio es la justicia perfecta de Cristo, que es una obra acabada:

Juan 4:34 – “Jesús les dijo: -Mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra.”

Juan 17:4 – “Yo te he glorificado en la tierra, habiendo acabado la obra que me has dado que hiciera.”

Cristo ya vino a este mundo y ya vivió una vida de obediencia perfecta y perpetua a la Ley de Dios.

Otra parte del Evangelio es el sacrificio de Cristo, lo cual es también una obra acabada:

Juan 19:30 – “Cuando Jesús recibió el vinagre, dijo: -¡Consumado es! Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.”

Cristo ya vino a este mundo y ya experimentó el sacrificio de la paga del pecado que es muerte, ya derramó su sangre para el perdón y para la expiación de nuestros pecados en el día del juicio.

El Evangelio es la Ley desarrollada

DTG pg. 710.3 – “La ley requiere justicia, una vida justa, un carácter perfecto; y esto no lo tenía el hombre para darlo. No puede satisfacer los requerimientos de la santa ley de Dios. Pero Cristo, viniendo a la tierra como hombre, vivió una vida santa y desarrolló un carácter perfecto. Ofrece éstos como don gratuito a todos los que quieran recibirlos. Su vida reemplaza la vida de los hombres. Así tienen remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios. Más que esto, Cristo imparte a los hombres atributos de Dios. Edifica el carácter humano a la semejanza del carácter divino y produce una hermosa obra espiritualmente fuerte y bella. Así la misma justicia de la ley se cumple en el que cree en Cristo. Dios puede ser ‘justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús’ (Romanos 3:26).”

Las demandas de la Ley para que el hombre sea aceptado:

La condenación de la Ley:

El hombre, en sí mismo, no tiene los requerimientos para cumplir las demandas de la Ley. Es por esto que Dios preparó una vía de escape: el Evangelio que es la Ley desarrollada.

El mundo religioso actualmente se queda solamente con el Evangelio, con el trabajo del atrio, pero no acepta el trabajo del santuario. El mundo religioso predica una justificación una vez y para siempre en la cruz, predica el perdón de los pecados en la cruz, e inclusivo predica que la ley quedó clavada en la cruz.

Sin embargo, el trabajo del sacerdote no terminaba con el sacrificio del cordero. El sacerdote debía quemar el incienso dos veces al día (en la mañana y en la tarde) – Éxodo 30:7-8. Ya estudiamos que el incienso era símbolo de la justicia perfecta de Cristo. Es decir, el trabajo del sacerdote nos enseña que el israelita era justificado diariamente y no una vez y para siempre en la cruz.

Mientras que el Evangelio es una obra acabada, la Justificación no es una obra acabada, pues Cristo sigue intercediendo diariamente por el hombre en el Santuario Celestial. La Santificación tampoco es una obra acabada, sino que es una obra progresiva de cooperación del poder divino (Espíritu Santo) con el esfuerzo humano (Filipenses 3:12).

Evangelio: Obra acabada de Cristo en la tierra.

Justificación (Ministerio Sacerdotal de Cristo): Obra no acabada de Cristo en el Santuario Celestial.

Santificación: Obra no acabada del Espíritu Santo y del creyente en la tierra.

Cuarto sábado ceremonial: El toque de trompetas

Anuncio de Juicio el primero del mes séptimo.

“Habla a los hijos de Israel, y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis sábado, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. Ninguna obra servil haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.” (Levítico 23:24-25)

Un anuncio de juicio

El primero del mes séptimo, el toque de las trompetas, servía para anunciar que el juicio estaba cerca. El 10 del mes séptimo era el juicio simbólico y las trompetas servían como llamado de atención para que todo aquel que no se había preocupado para estar a cuentas con Dios se prepare y se ponga a cuentas antes que sea demasiado tarde. 

Un juicio simbólico

Sumo Sacerdote terrenal en el día del juicio simbólico.

Sin embargo, el juicio de la ley ceremonial que se realizaba el 10 de mes séptimo era simbólico y profético. Los pecados de los israelitas que participaron de los servicios anuales, no recibieron el borramiento de pecados en realidad, sino en promesa.

Salmos 51:3 – “Porque yo reconozco mis rebeliones; Y mi pecado está siempre delante de mí.”

El rey David había participado varias veces del juicio simbólico del 10 de mes séptimo. Pero sin embargo David todavía tenía memoria del pecado. Y es que la ley no demanda sangre de animales, como la que se usaba en el ritual simbólico. La sangre de Cristo no había sido derramada en la cruz todavía y el juicio verdadero, simbolizado por el 10 del mes séptimo, no se había iniciado todavía. Es decir: el 5 de Siván del año 31, cuando Cristo inició su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Lugar Santo del Santuario Celestial, los pecados de David tampoco fueron borrados, pues Cristo no había entrado todavía al Lugar Santísimo para realizar la obra de las expiaciones por los pecados.

En la ley ceremonial cada año, cada 10 de mes séptimo, había una expiación por los pecados simbólico. Sin embargo, David sabía que este sacerdocio era simplemente una representación del verdadero sacerdocio de Cristo en el Santuario Celestial. Por esto David escribió:

Salmos 110:4 – “Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.”

El sacerdocio de la ley ceremonial era según el orden de Leví. Y David seguía por fe este sacerdocio terrenal, porque él sabía que era una representación del sacerdocio verdadero y celestial que estaba por venir en un tiempo futuro para él. David sabía que el verdadero sacerdocio sería el de Cristo según el orden de Melquisedec, pues Cristo es Rey y Sacerdote a la vez (Hebreos 7:11-12, 22-24; 6:19-20).

CS pg. 477.1 – “En el tiempo señalado para el juicio—al fin de los 2.300 días (Daniel 8:13), en 1844—empezó la obra de investigación y el acto de borrar los pecados. Todos los que hayan profesado el nombre de Cristo deben pasar por ese riguroso examen. Tanto los vivos como los muertos han de ser juzgados ‘de acuerdo con las cosas escritas en los libros, según sus obras’ (Apocalipsis 20:12).”

¿Cómo se cumplió el toque de trompetas, el anuncio de juicio, en la realidad?

Hubieron tres señales predichas en la Biblia:

  1. Gran Terremoto.-
El terremoto de Lisboa.

El profeta Juan describe así la primera de las señales que iban a preceder el segundo advenimiento:

“Fue hecho un gran terremoto…” (Apocalipsis 6:12)

CS 306.1 – “En cumplimiento de esta profecía, en 1755 se sintió el más espantoso terremoto que se haya registrado. Aunque generalmente se lo llama el terremoto de Lisboa, se extendió por la mayor parte de Europa, África y América. Se sintió en Groenlandia en las Antillas, en la isla de Madera, en Noruega, en Suecia, en Gran Bretaña e Irlanda. Abarcó por lo menos diez millones de kilómetros cuadrados. La conmoción fue casi tan violenta en África como en Europa. Gran parte de Argel fue destruida; y a corta distancia de Marruecos, un pueblo de ocho a diez mil habitantes desapareció en el abismo. Una ola formidable barrió las costas de España y África, sumergiendo ciudades y causando inmensa desolación.

El gran terremoto y tsunami de 1755.

Fue en España y Portugal donde la sacudida alcanzó su mayor violencia. Se dice que en Cádiz, la oleada llegó a sesenta pies de altura. Algunas de las montañas ‘más importantes de Portugal fueron sacudidas hasta sus cimientos y algunas de ellas se abrieron en sus cumbres, que quedaron partidas de un modo asombroso, en tanto que trozos enormes se desprendieron sobre los valles adyacentes. Se dice que de esas montañas salieron llamaradas de fuego’ (Sir Charles Lyell, Principles of Geology, 495).”

El primero de Noviembre de 1755 ocurrió el primer anunció del juicio con el gran terremoto de Lisboa. Este terremoto de 8.7 ocasionó entre 50,000 a 60,000 muertes, y provocó tsunamis que abatieron Portugal, España y Marruecos. El motivo del terremoto sigue siendo un misterio para los científicos (Fuente: http://news.nationalgeographic.com/news/2004/08/0830_040830_portugal_quake.html).

En aquel tiempo Lisboa, la capital de Portugal, era la ciudad más prospera del siglo 18, gracias a los diamantes y al oro que fluía desde su colonia de aquel tiempo: Brasil.

Lisboa era también un centro importante del Catolicismo y era el hogar de muchos líderes católicos. Además, el terremoto ocurrió una fecha que se celebraba la fiesta católica de “Todos los santos.” (Fuente: http://www.history.com/this-day-in-history/earthquake-takes-heavy-toll-on-lisbon)

CS pg. 306.3 – “En Lisboa ‘se oyó bajo la tierra un ruido de trueno, e inmediatamente después una violenta sacudida derribó la mayor parte de la ciudad. En unos seis minutos murieron sesenta mil personas. El mar se retiró primero y dejó seca la barra, luego volvió en una ola que se elevaba hasta cincuenta pies sobre su nivel ordinario.’

‘Entre los sucesos extraordinarios ocurridos en Lisboa durante la catástrofe, se cuenta la sumersión del nuevo malecón, construido completamente de mármol y con ingente gasto. Un gran gentío se había reunido allí en busca de un sitio fuera del alcance del derrumbe general; pero de pronto el muelle se hundió con todo el gentío que lo llenaba, y ni uno de los cadáveres salió jamás a la superficie’ (ibíd.).

‘La sacudida’ del terremoto ‘fue seguida instantáneamente del hundimiento de todas las iglesias y conventos, de casi todos los grandes edificios públicos y más de la cuarta parte de las casas. Unas horas después estallaron en diferentes barrios incendios que se propagaron con tal violencia durante casi tres días que la ciudad quedó completamente destruida.

El terremoto sobrevino en un día de fiesta en que las iglesias y conventos estaban llenos de gente, y escaparon muy pocas personas’ (Encyclopedia Americana, art. Lisboa, nota, ed. 1831).

‘El terror del pueblo era indescriptible. Nadie lloraba; el siniestro superaba la capacidad de derramar lágrimas. Todos corrían de un lado a otro, delirantes de horror y espanto, golpeándose la cara y el pecho, gritando: ¡Misericordia! ¡Llegó el fin del mundo!

Las madres se olvidaban de sus hijos y corrían de un lado a otro llevando crucifijos. Desgraciadamente, muchos corrieron a refugiarse en las iglesias; pero en vano se expuso el sacramento; en vano aquella pobre gente abrazaba los altares; imágenes, sacerdotes y feligreses fueron envueltos en la misma ruina.’ Se calcula que noventa mil personas perdieron la vida en aquel aciago día.”

Hoy también la gente busca la salvación en las sinagogas, en los ritos, las imágenes, los crucifijos y toda cosa terrenal, en lugar de buscar al Sumo Sacerdote que intercede por ellos en el Santuario Celestial—el gran edificio construido por mano de Dios y no por mano humana (Hebreos 9:11,24).

  1. Señales en el sol y la luna.-
Oscurecimiento del sol y luna de sangre.

El profeta Juan predijo que después del gran terremoto habrían otras señales en el cielo:

“Fue hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de cilicio, y la luna se puso toda como sangre.” (Apocalipsis 6:12)

Y el Señor Jesús dijo:

“Habrá señales en el sol, y la luna…” (Lucas 21:25).

El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor.” (Marcos 13:24).

CS pg. 307.1 – “Veinticinco años después (del terremoto de Lisboa) apareció la segunda señal mencionada en la profecía: el oscurecimiento del sol y de la luna. Lo que hacía esto aun más sorprendente, era la circunstancia de que el tiempo de su cumplimiento había sido indicado de un modo preciso.

En su conversación con los discípulos en el Monte de los Olivos, después de describir el largo período de prueba por el que debía pasar la iglesia, es decir, los mil doscientos sesenta años de la persecución papal, acerca de los cuales había prometido que la tribulación sería acortada, el Salvador mencionó en las siguientes palabras ciertos acontecimientos que debían preceder su venida y fijó además el tiempo en que se realizaría el primero de estos:

‘En aquellos días, después de aquella aflicción, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor’ (Marcos 13:24).

Jesús con sus discípulos en el Monte de las Olivas.

Los 1260 días, o años (Números 14:34), terminaron en 1798. La persecución había concluido casi por completo desde hacía casi un cuarto de siglo. Después de esta persecución, según las palabras de Cristo, el sol debía oscurecerse. Pues bien, el 19 de mayo de 1780 se cumplió esta profecía.”

3 1/2 tiempos = 42 meses = 1260 días

El 19 de Mayo de 1780, ocurrió el llamado “Día Oscuro” (The Dark Day) en el estado de New England en los Estados Unidos y en partes del oriente de Canadá. En plena mañana el cielo se volvió amarillo, y luego descendió la oscuridad. Para el mediodía era ya completamente oscuro. El fenómeno aún no puede ser explicado por los científicos, siendo la teoría más aceptada un “incendio forestal” que habría causado el oscurecimiento. Sin embargo un “incendio forestal” masivo no explica la confusión creada en la naturaleza, ya que la oscuridad total hizo que hasta los pájaros nocturnos salgan de día y las gallinas fueran a dormir de día. (Fuentes: http://www.bbc.com/news/magazine-18097177; http://www.history.com/news/remembering-new-englands-dark-day)

“Único o casi único en su especie, por lo misterioso del hasta ahora inexplicado fenómeno que en él se verificó, […] fue el día oscuro del 19 de mayo de 1780, inexplicable oscurecimiento de todo el cielo visible y atmósfera de Nueva Inglaterra” (R.M. Devens, Our First Century, 89).

CS pg. 307.3 – “Un testigo ocular que vivía en Massachusetts describe el acontecimiento del modo siguiente:

‘Por la mañana salió el sol despejado, pero pronto se anubló. Las nubes fueron espesándose y del seno de la oscuridad que ostentaban brillaron relámpagos, se oyeron truenos y cayó un leve aguacero. A eso de las nueve, las nubes se atenuaron y, revistiendo un tinte cobrizo, demudaron el aspecto del suelo, peñas y árboles al punto que no parecían ser de nuestra tierra. A los pocos minutos, un denso nubarrón negro se extendió por todo el firmamento dejando tan solo un estrecho borde en el horizonte, y haciendo tan oscuro el día como suele serlo en verano a las nueve de la noche […].

Temor, zozobra y terror se apoderaron gradualmente de los ánimos. Desde las puertas de sus casas, las mujeres contemplaban la lóbrega escena; los hombres volvían de las faenas del campo; el carpintero dejaba las herramientas, el herrero la fragua, el comerciante el mostrador. Los niños fueron despedidos de las escuelas y huyeron a sus casas llenos de miedo. Los caminantes hacían alto en la primera casa que encontraban. ¿Qué va a pasar? Preguntaban todos. No parecía sino que un huracán fuera a desatarse por toda la región, o que el día del juicio estuviera inminente.

Hubo que prender velas, y la lumbre del hogar brillaba como en noche de otoño sin luna […]. Las aves se recogieron en sus gallineros, el ganado se juntó en sus encierros, las ranas cantaron, los pájaros entonaron sus melodías del anochecer, y los murciélagos se pusieron a revolotear. Solo el hombre sabía que no había llegado la noche […]’ (The Essex Antiquarian, abril de 1899, tomo 3, nº 4, pp. 53, 54).”

CS pg. 308.4 – “La extensión de esta oscuridad fue también muy notable. Se la observó al este hasta Falmouth, y al oeste, hasta la parte más lejana del estado de Connecticut y en la ciudad de Albany; hacia el sur fue observada a lo largo de toda la costa, y por el norte lo fue hasta donde se extendían las colonias americanas (William Gordon, History of the Rise, Progress, and Establishment of the Independence of the USA, tomo 3 p. 57).”

CS pg. 308.5 – “La oscuridad de la noche no fue menos extraordinaria y terrorífica que la del día, pues no obstante ser casi tiempo de luna llena, ningún objeto se distinguía sin la ayuda de la luz artificial, la cual vista de las casas vecinas u otros lugares distantes parecía pasar por una oscuridad como la de Egipto, casi impenetrable para sus rayos (Isaiah Thomas, Massachusetts Spy; or American Oracle of Liberty, 25 de mayo, 1780, tomo 9, nº 472).

Aunque la luna llegó aquella noche a su plenitud, ‘no logró en lo más mínimo disipar las sombras sepulcrales.’ Después de media noche desapareció la oscuridad, y cuando la luna volvió a verse, parecía de sangre.

El 19 de mayo de 1780 figura en la historia como el ‘día oscuro.’ Desde el tiempo de Moisés, no se ha registrado jamás un período alguno de oscuridad tan densa y de igual extensión y duración. La descripción de este acontecimiento que han hecho los historiadores no es más que un eco de las palabras del Señor, expresadas por el profeta Joel, dos mil quinientos años antes de su cumplimiento:

‘El sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que venga el día grande y espantoso de Jehová’ (Joel 2:31).”

El profeta Jeremías mirando hacia lo por venir, hacia aquel tiempo terrible, exclamó:

“¡Se conmueve mi corazón; no puede estarse quieto, por cuanto has oído, oh alma mía, el sonido de la trompeta y la alarma de guerra! ¡Destrucción sobre destrucción es anunciada!” (Jeremías 4:19-20)

“Día de ira es aquel día; día de apretura y de angustia, día de devastación y desolación, día de tinieblas y de espesa oscuridad, día de nubes y densas tinieblas; día de trompeta y de grito de guerra.” (Sofonías 1:15-16)

Ante la perspectiva de aquel gran día, la Palabra de Dios exhorta a su pueblo del modo más solemne y expresivo a que despierte de su letargo espiritual, y a que busque su faz con arrepentimiento y humillación:

“¡Tocad trompeta en Sión, y sonad la alarma en mi santo monte! ¡Tiemblen todos los moradores de la tierra!, porque viene el día de Jehová, porque está ya cercano.” (Joel 2:1)

  1. La caída de las estrellas.-
La caída de las estrellas en el año 1833.

“Habrá señales en el sol, y la luna, y en las estrellas.” (Lucas 21:25).

“El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor; y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están en los cielos serán conmovidas.” (Marcos 13:24-25).

El 13 de Noviembre de 1833 ocurrió la lluvia de meteoros más impresionante de la historia. (Fuente: http://www.uppermichiganssource.com/news/blog_post.aspx?id=971083)

CS pg. 332.3 – “En 1833, dos años después de haber principiado Miller a presentar en público las pruebas de la próxima venida de Cristo, apareció la última de las señales que habían sido anunciadas por el Salvador como precursoras de su segundo advenimiento. Jesús había dicho:

‘Las estrellas caerán del cielo’ (Mateo 24:29).

Y Juan, al recibir la visión de las escenas que anunciarían el día de Dios, declara en el Apocalipsis:

‘Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera echa sus higos cuando es movida de gran viento’ (Apocalipsis 6:13).

Esta profecía se cumplió de modo sorprendente y pasmoso con la lluvia meteórica del 13 de noviembre de 1833. Fue este el más dilatado y admirable espectáculo de estrellas fugaces que se haya registrado, pues ‘¡sobre todos los Estados Unidos el firmamento entero estuvo entonces, durante horas seguidas, en conmoción ígnea! No ha ocurrido jamás en este país, desde el tiempo de los primeros colonos, un fenómeno celestial que despertara tan grande admiración entre unos, ni tanto terror ni alarma entre otros.’ ‘Su sublimidad y terrible belleza queda aún grabadas en el recuerdo de muchos […].

Jamás cayó lluvia más tupida que ésta en que cayeron los meteoros hacia la tierra; al este, al oeste, al norte y al sur era lo mismo. En una palabra, todo el cielo parecía en conmoción […]. El espectáculo, tal como está descrito en el diario del profesor Silliman, fue visto por toda la América del Norte […]. Desde las dos de la madrugada hasta la plena claridad del día, en un firmamento perfectamente sereno y sin nubes, todo el cielo estuvo constantemente surcado por una lluvia incesante de cuerpos que brillaban de modo deslumbrador’ (R.M. Devens, American Progress; or The Great Events of the Greatest Century, cap. 28, párrs. 1-5).

‘En verdad, ninguna lengua podría describir el esplendor de tan hermoso espectáculo; […] nadie que no lo haya presenciado puede formarse exacta idea de su esplendor. Parecía que todas las estrellas del cielo se hubiesen reunido en un punto cerca del cénit, y que fuesen lanzadas desde allí, con la velocidad del rayo, en todas las direcciones del horizonte; y sin embargo no se agotaban: con toda rapidez seguíanse por miles unas tras otras, como si hubiesen sido creadas para el caso’ (F. Reed, Christian Advocate and Journal, 13 de diciembre de 1833).”

CS pg. 333.2 – “En el Journal of Commerce de Nueva York del 14 de noviembre se publicó un largo artículo referente a este maravilloso fenómeno y en él se leía la siguiente declaración:

‘Supongo que ningún filósofo ni erudito ha referido o registrado jamás un suceso como el de ayer por la mañana. Hace mil ochocientos años un profeta lo predijo con toda exactitud, si entendemos que las estrellas que cayeron eran estrellas errantes o fugaces, […] que es el único sentido verdadero y literal.”

CS pg. 334.1 – “Muchos de los que presenciaron la caída de las estrellas la consideraron como un anuncio del juicio venidero, ‘como un signo precursor espantoso, un presagio misericordioso, de aquel grande y terrible día’ (The Old Countryman, Evening Advertiser de Portland, 26 de noviembre de 1833).”

Tres fiestas y siete sábado ceremoniales: gráfico del cumplimiento histórico hasta el toque de trompetas.

Quinto sábado ceremonial: día de expiación o juicio

Cristo – nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario Celestial

El 10 de mes séptimo era el quinto sábado ceremonial, el día de la purificación del santuario, día de las expiaciones o día de juicio.

Una vez al año, en una fecha y mes establecidos por Dios mismo: el 10 del mes séptimo (Levítico 23:27; 16:2, 29), en el gran día de la expiación, el sumo sacerdote terrenal entraba al lugar santísimo para purificar el santuario terrenal.

Era un día de ayuno, de aflicción, de profundo análisis del corazón, un día en que el hombre debía contristar su alma mientras se verificaba la obra de expiación. En ese día todos los trabajos de orden secular se suspendían sino querían verse separados y destruidos por Dios (Levítico 23:27-31).

Todo los israelitas que habían practicado el Servicio Diario para obtener el perdón de sus pecados y la aceptación de Dios diariamente eran los que en el Servicio Anual tenían asegurados:

  1. el borramiento de sus pecados (simbólicamente),
  2. que sus nombres sean conservados en el Libro de la Vida y
  3. que puedan quedar reconciliados con Dios.

(Levítico 4:27-35; 16:30)

El pecador que no quería verse separado para siempre de Dios, antes de que llegue el Día del Juicio o Servicio Anual, debía haber aprendido a apartarse del mal, debía haber aprendido a andar en el camino de la santificación (Proverbios 28:13).

Aunque el verdadero creyente no confiaba en ese día en su propia justicia/obediencia, no confiaba en su propia santificación personal, sino que confiaba en lo que el sumo sacerdote estaba presentando por él ante Dios –el incienso y la sangre; así mismo también tenía que seguir al sumo sacerdote por fe al lugar santísimo, pues el sumo sacerdote había entrado como su representante ante Dios (Hebreos 5:1).

En ese gran día de la expiación simbólica tanto el sumo sacerdote como el hombre arrepentido creyente eran aceptados por Dios dentro del lugar santísimo del santuario terrenal. Mientras que los hombres que no se congregaban al santuario eran cortados de en medio del pueblo (Éxodo 32:33; Ezequiel 18:24).

El 10 del mes séptimo, en ocasión del juicio simbólico, era la única fecha en la que se debía abrir la cortina que separaba el lugar santo del lugar santísimo (Levítico 16:2); cualquier otra fecha que no era día de expiación esta cortina debía permanecer cerrada.

El Juicio Investigador

A la conclusión de la profecía de las 2300 tardes y mañanas (Daniel 8:14) el Santuario debía ser purificado (Levítico 16:16). Un estudio completo del libro de Daniel nos revela que las 2300 tardes y mañanas llegan hasta el 10 del mes séptimo (calendario hebreo) o 22 de Octubre (calendario gregoriano) del año 1844. Es en esta fecha que el símbolo profético debía hacerse realidad: Cristo debía de revestirse de vestiduras sumo sacerdotales, debía dejar el Lugar Santo del Santuario Celestial y debía entrar al Lugar Santísimo.

Juicio Investigador en el Santuario Celestial.

Desde que Cristo comenzó su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Lugar Santo del Santuario Celestial el 5 de Siván del año 31, hasta el 10 de mes séptimo del año 1844, nuestro Redentor había realizado solamente el Servicio Diario Celestial por los creyentes que se congregaron por fe al Santuario Celestial.

Durante este período de tiempo entre el año 31 al año 1844, a los creyentes les fue concedido el perdón de los pecados, la aceptación o justificación, ya no en promesa sino en realidad; además del bautizo del Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana. Pero durante este período de tiempo nunca hubo expiación ni borramiento de pecados.

Antes del 5 de Siván del año 31 d.C., los hombres que practicaron el ritual simbólico habían obtenido el perdón de sus pecados y la justificación en promesa pero no en realidad, pues Dios no demanda incienso para la justificación y la ley no demanda sangre de animales para el perdón de pecados.

Es recién a partir del 5 de Siván del año 31 que tenemos a Cristo como nuestro Sacerdote en el Santuario Celestial, tenemos su justicia perfecta que es la ofrenda necesaria para que el hombre pueda ser justificado, tenemos su sangre que es el sacrificio necesario para que el hombre obtenga el perdón de sus pecados.

Todo sacerdote debía ser tomado de entre los hombres (Hebreos 5:1), por ello Cristo murió como hombre (Filipenses 2:8) y posteriormente resucitó como hombre (Lucas 24:39).

Cristo nació para ser rey (Juan 18:37), pues Cristo es el segundo Adán (1 Corintios 15:45). Por lo tanto Cristo es Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec (rey y sacerdote) – Génesis 14:18; Salmos 110:4; Hebreos 5:10, 7:1, 7:11-26. Cristo, al preferir la muerte antes que quebrantar la ley, aseguró el derecho de ser nuestro rey y nuestro representante legal. Adán perdió el derecho a ser rey y nuestro representante, pero Cristo recuperó aquello que el primer Adán perdió al caer en la esclavitud del pecado.

En 1844 se dio cumplimiento a Daniel 7:9-10, 13 y también a Apocalipsis 11:19.

Apocalipsis 11:19 – “Fue abierto el templo de Dios en el cielo, y fue vista en su templo el arca de su pacto.”

CS pg. 486.1 (429.1) – “El arca del pacto de Dios está en el lugar santísimo, en el segundo departamento del santuario. En el servicio del tabernáculo terrenal, que servía ‘de mera representación y sombra de las cosas celestiales’ (Hebreos 8:5), este departamento solo se abría en el gran día de las expiaciones para la purificación del santuario.

Por consiguiente, la proclamación de que el templo de Dios fue abierto en el cielo y fue vista el arca de su pacto, indica que el lugar santísimo del santuario celestial fue abierto en 1844, cuando Cristo entró en él para consumar la obra final de la expiación.

Los que por fe siguieron a su gran Sumo Sacerdote cuando dio principio a su ministerio en el lugar santísimo, contemplaron el arca de su pacto. Habiendo estudiado el asunto del santuario, llegaron a entender el cambio que se había realizado en el ministerio del Salvador, y vieron que este estaba entonces oficiando como intercesor ante el arca de Dios, y ofrecía su sangre en favor de los pecadores.

El arca que estaba en el tabernáculo terrenal contenía las dos tablas de piedra, en que estaban inscritos los preceptos de la ley de Dios. El arca era un mero receptáculo de las tablas de la ley, y era esta ley divina la que le daba su valor y su carácter sagrado a aquella. Cuando fue abierto el templo de Dios en el cielo, se vio el arca de su pacto. En el lugar santísimo, en el santuario celestial, es donde se encuentra inviolablemente encerrada la ley divina, la ley promulgada por el mismo Dios entre los truenos del Sinaí y escrita con su propio dedo en las tablas de piedra.”

El trabajo sacerdotal que se realizaba el 10 de mes séptimo en el templo terrenal consistía en este orden:

  1. Trabajo en el atrio – En el atrio se debía preparar los medios para poder ingresar al santuario: en el atrio se molía el incienso (Levítico 16:12) y se sacrificaba al macho cabrío para Jehová en el altar (Levítico 16:15) y al carnero para el holocausto (Levítico 16:5).
  2. Trabajo en el lugar santísimo – El incienso molido debía ser quemado en el incensario y éste debía ser colocado sobre el propiciatorio (Levítico 16:12-13). Con este acto se garantizaba en promesa al israelita arrepentido que su nombre sería conservado en el libro de la vida (Proverbios 10:7; Daniel 12:1; Filipenses 4:3). Luego la sangre del animal sacrificado debía ser rociada sobre el propiciatorio (Levítico 16:15). Con este acto se garantizaba en promesa al israelita arrepentido que sus pecados, los cuales fueron previamente perdonados (Proverbios 28:13) durante el servicio diario, serían borrados de sus libros de malas obras y trasladados a la cuenta de satanás (Hechos 3:19; Isaías 65:6-7; Apocalipsis 20:12).
  3. Trabajo en el atrio – Nuevamente en el atrio se debía transferir los pecados del santuario al macho cabrío emisario (Levítico 16:20-22) que representaba a satanás.
  4. Reconciliación – Cuando el sumo sacerdote sacrificaba al carnero para el holocausto, el israelita arrepentido quedaba reconciliado con Dios en promesa (Levítico 16:24).

Hemos especificado que el israelita, durante el juicio simbólico, recibía el borramiento de sus pecados, su nombre conservado en el libro de la vida y su reconciliación con Dios en promesa, pues la ley no demanda sangre de animales para el perdón de pecados ni demanda incienso para la justificación. Estos eran símbolos que representaban a la sangre de Cristo y a su vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley.

El día del Juicio Típico que se realizaba el 10 del mes séptimo era una sombra del Juicio Antitípico (Hebreos 10:1-4).

El ritual simbólico nos enseña que nuestros pecados son registrados como perdonados diariamente en nuestro Libro de Malas Obras (Isaías 65:6-7; Mateo 12:36-37; Apocalipsis 20:12), para que nuestros nombres se mantengan en el Libro de la Vida (Filipenses 4:3; Lucas 10:20; Apocalipsis 3:5; 17:8; 20:15; 13:8); pero en el día del Juicio, si salimos aprobados, entonces todos nuestros pecados serán borrados para siempre (Hechos 3:19; Hebreos 8:12).

Para el día de nuestro Juicio debemos llegar habiendo conservado el perdón de nuestros pecados, habiendo desarrollado obediencia, habiendo caminado en la santificación, que es un fruto de haber sido declarados justos por la justicia de Cristo en el Santuario Celestial (Filipenses 2:13-14). Debemos llegar al Juicio habiendo abandonado la práctica del pecado (Juan 8:11). Ser declarados justos por la justicia de Cristo, ser perdonados por su sangre NO QUIERE DECIR que tenemos LICENCIA PARA PECAR (Santiago 2:10-26).

CS pg. 544 (480.1) – “Si bien todas las naciones deben pasar juicio ante Dios, sin embargo él examinará el caso de cada individuo de un modo tan rígido y minucioso como si no hubiese otro ser en la tierra. Cada cual tiene que ser probado y encontrado sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante.”

Ante la mente legalista el anterior párrafo puede significar que el hombre debe pasar el juicio con su propia perfección. Sin embargo, qué hombre puede decir que es perfecto, sin mancha y sin arruga, qué hombre, que no sea Cristo?

Necesitamos entender el contexto:

FO pg. 113.2 – “¿Quién puede comprender la naturaleza de esa justicia que restaura al pecador creyente, presentándolo ante Dios sin mancha ni arruga ni cosa semejante?”

Es en Cristo que el pecador arrepentido pasa el juicio sin mancha ni arruga. Es el incienso, la vida de obediencia perfecta y perpetua a la ley de Dios lo único aceptable ante Dios. Nuestra propia justicia u obediencia no es motivo de aceptación, sino que es el resultado de la justificación: es nuestra santificación.

Apocalipsis 15:4 – “¿Quién no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu nombre? Porque tú sólo eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán, y adorarán delante de ti, porque tus juicios son manifestados.”

Lucas 1:35 – “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.”

Cristo es el único Santo, y nosotros somos santos en Cristo pero no en nosotros mismos.

CS pg. 472.3 (414.4) – “El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación. Se aceptaba un sustituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no borraba el pecado. Sólo proveía un medio para transferirlo al santuario.

Con la ofrenda de la sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba su culpa, y expresaba su deseo de ser perdonado mediante la fe en un Redentor por venir; pero no estaba aún enteramente libre de la condenación de la ley.

El día de la expiación, el sumo sacerdote, después de haber tomado una víctima ofrecida por la congregación, iba al lugar santísimo con la sangre de dicha víctima y rociaba con ella el propiciatorio, encima mismo de la ley, para dar satisfacción a sus exigencias.

Luego, en calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba fuera del santuario. Poniendo sus manos sobre la cabeza del segundo macho cabrío, confesaba sobre él todos esos pecados, transfiriéndolos así figurativamente de él al macho cabrío emisario. Este los llevaba luego lejos y se los consideraba como si estuviesen para siempre quitados y echados lejos de su pueblo.”

Como podemos ver, para que el israelita pueda ser beneficiado el día de la expiación o juicio, debía:

  1. Aceptar la vigencia de la ley (los 10 mandamientos) que se encuentran en el lugar santo.
  2. Reconocer su condición de pecador y que se encontraba bajo condenación de la ley.
  3. Tener verdadero arrepentimiento, el cual se manifestaba en el abandono de la práctica del pecado.

Los 24 Ancianos

Moisés, Aarón, y los 24 turnos de sacerdocio.

Para que se realice el juicio, el Juez necesita un jurado. De acuerdo a la Biblia, ese jurado consiste de los 24 ancianos:

Apocalipsis 4:4 – “Y alrededor del trono había veinticuatro sillas, y vi sobre las sillas veinticuatro ancianos sentados, vestidos de ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas de oro.”

Hay gente que enseña que estos 24 ancianos son los representantes de otros planetas que no cayeron en pecado como lo hizo nuestro mundo. Sin embargo esto no puede ser correcto por las siguientes razones:

  1. La parábola de la oveja perdida (Lucas 15:2-7).-

DTG pg. 642.1 – “Dejó los atrios celestiales, donde todo es pureza, felicidad y gloria, para salvar a la oveja perdida, al mundo que cayó por la transgresión.”

2JT pg. 407.3 – “Este mundo diminuto fue escena de la encarnación y el sufrimiento del Hijo de Dios. Cristo no fue a los mundos que no habían caído, sino que vino a este mundo, todo mancillado y quemado por la maldición. La perspectiva no era favorable, sino muy desalentadora. Sin embargo, ‘no se cansará, ni desmayará, hasta que ponga en la tierra juicio’ (Isaías 42:4).”

Si bien la oveja perdida, en un aspecto individual, representa al pecador, en un plano general representa a nuestro mundo caído.

PVGM pg. 149.2 – “Los rabinos entendieron que la parábola de Cristo se aplicaba a los publicanos y pecadores; pero también tiene un significado más amplio. Cristo representa con la oveja perdida no sólo al pecador individual, sino también al mundo que ha apostatado y ha sido arruinado por el pecado.

Este mundo no es sino un átomo en los vastos dominios que Dios preside. Sin embargo, este pequeño mundo caído, la única oveja perdida, es más precioso a su vista que los noventa y nueve que no se descarriaron del aprisco.

Cristo, el amado Comandante de las cortes celestiales, descendió de su elevado estado, puso a un lado la gloria que tenía con el Padre, a fin de salvar al único mundo perdido. Para esto dejó allá arriba los mundos que no habían pecado, los noventa y nueve que le amaban, y vino a esta tierra, para ser ‘herido… por nuestras transgresiones’ y ‘molido por nuestros pecados’ (Isaías 53:5). Dios se dio a sí mismo en su Hijo para poder tener el gozo de recobrar la oveja que se había perdido.”

Si los ancianos fueran los representantes de los mundos no caídos, entonces esto querría decir que el número de los mundos no caídos en los “vastos dominios que Dios preside” suman 24 y con el nuestro 25. Pero sin embargo, Cristo, en la parábola de la oveja perdida habla de 100 mundos, de los cuales uno solo ha caído. Por lo tanto deberían haber al menos 99 ancianos y no 24.

Entonces, ¿por qué son 24?

  1. 24 turnos del sacerdocio terrenal.-

En la ley del sacerdocio terrenal el rey David organizó a los sacerdotes en 24 turnos de sacerdocio que se decidían por sorteo (1 Crónicas 25:8-31; 2 Crónicas 8:14; Lucas 1:8-9). Es por esto que en el Santuario Celestial hay 24 tronos con 24 ancianos.

Estos 24 ancianos son colaboradores en la obra que se realizaba en el Lugar Santo y la que se realiza en el Lugar Santísimo.

Estos 24 ancianos deben ser gente que vivió y murió antes de que Cristo muera en la cruz el año 31 de la era cristiana. La razón por la cual deben ser hombres de este planeta es la siguiente:

  1. Todo sacerdote debe ser tomado de entre los hombres.-

Hebreos 5:1 – “Porque todo pontífice, tomado de entre los hombres, es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios toca, para que ofrezca presentes y sacrificios por los pecados.”

Cristo, cuando resucitó, resucitó como hombre porque para poder ser nuestro sumo sacerdote en el Santuario Celestial debía cumplir con este requerimiento de la ley.

Si Cristo cumplió este requerimiento, los 24 ancianos simbolizados por los 24 turnos de sacerdocio, también deben cumplir este requerimiento.

Es por esto que en Apocalipsis 5:9-10 los 24 ancianos cantan un cántico diciendo: “Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación. Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra.”

Hay quienes dicen que como en Apocalipsis 5:8 se menciona primero a los cuatro animales, entonces tanto los 24 ancianos como los cuatro animales cantan el cántico y por lo tanto no pueden estar cantando que ellos fueron redimidos. Y hay quienes dicen que la traducción correcta no debería ser “nos has redimido” sino “los has redimido.”

Sin embargo en el versículo 10 el cántico continúa y claramente indica que “nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

Si los 24 ancianos fueran representantes de otros planeta ellos no podrían cantar que van a reinar sobre la tierra. La promesa de que seremos hechos “reyes y sacerdotes” y que “reinaremos sobre la tierra” es hecha solamente a los redimidos de nuestro planeta.

Esta misma imagen la tenemos en el libro de Hebreos:

Hebreos 12:22-24 – “Más bien, os habéis acercado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, a la reunión de millares de ángeles, a la asamblea de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos ya hechos perfectos, a Jesús el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.”

En estos versículos el apóstol Pablo nos habla de los redimidos que lavaron sus vestiduras con la sangre de Jesús. Los que se acercaron al monte de Sion—al Santuario Celestial (Salmos 48:1-2). Pero Pablo también afirma que los redimidos, aquellos cuyos nombres están inscritos en el Libro de la Vida del Cordero (Filipenses 4:3; Apocalipsis 3:5), son los “primogénitos.”

Primogénitos – son los hijos que nacen en primer lugar. Por este versículo, se podría malinterpretar que sólo los hijos primogénitos tienen oportunidad de salvarse.

Sin embargo, todos los redimidos serán los primogénitos del Señor. ¿Por qué pablo llama a los redimidos primogénitos?

Porque en la primogenitura del pacto antiguo, antes de Moisés, se garantizaba los siguientes beneficios a los primogénitos que mantenían las condiciones:

Los beneficios de la primogenitura:

Las condiciones para mantener la primogenitura (Génesis 2:16-17):

Consultar la voluntad de Dios para:

La primogenitura después del Sinaí

Cuando los israelitas, en el desierto del Sinaí, quebrantaron el pacto al hacer el becerro de oro (Éxodo 32), ellos perdieron el Sacerdocio de la primogenitura y el gobierno de la familia. De los privilegios solo conservaron la doble herencia del primogénito.

El Sacerdocio fue dado solamente a la descendencia de Aarón (Números 3:10, 12) pues solo la tribu de Leví no participó del becerro de oro y se unieron con Moisés (Éxodo 32:26). Toda la tribu de Leví quedó encargada de ayudar a la descendencia de Aarón con los servicios del sacerdocio terrenal.

Moisés se quedó con el gobierno de las tribus (y eso que Moisés no era un primogénito de nacimiento), y posteriormente el gobierno pasaría a Josué.

Números 3:12-13 – “He aquí, yo he tomado a los levitas de entre los hijos de Israel en lugar de todo primogénito que abre la matriz, de entre los hijos de Israel. Los levitas serán míos, porque mío es todo primogénito…”

Los israelitas, al haber ido en contra de una de las condiciones de la primogenitura (obedecer la ley), por la idolatría, perdieron el derecho de ser sacerdotes. Solo conservaron la doble herencia (Deuteronomio 21:16-17).

La primogenitura hoy en día

PP pg. 162.3 – “Millares de personas están vendiendo su primogenitura para satisfacer deseos sensuales. Sacrifican la salud, debilitan las facultades mentales, y pierden el cielo; y todo esto por un placer meramente temporal, por un deleite que debilita y degrada. Así como Esaú despertó para ver la locura de su cambio precipitado cuando era tarde para recobrar lo perdido, así les ocurrirá en el día de Dios a los que han cambiado su herencia celestial por la satisfacción de placeres egoístas.”

Vimos que, antes del Sinaí, los privilegios de la primogenitura eran: el sacerdocio, el gobierno y la doble herencia. Para nosotros, hoy en día, Dios nos ofrece los mismos privilegios en la primogenitura.

La Doble Herencia

Salmo 37:11 – “Pero los mansos heredarán la tierra y se deleitarán por la abundancia de paz.”

Dios va a dar este planeta tierra, luego que haya sido purificado con fuego y azufre (Apocalipsis 19:20; Apocalipsis 21:8; Malaquías 4:1), en herencia a los hijos de Dios.

El Gobierno y el Sacerdocio

Apocalipsis 20:6 – “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección. Sobre éstos la segunda muerte no tiene ningún poder; sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él por los mil años.”

La primogenitura sigue en vigencia hoy en día. No es un asunto de orden de nacimiento como lo era antes del Sinaí. Cuando el apóstol Pablo habla de los justos que se salvarán y se refiere a ellos como primogénitos, no se refiere al orden de nacimiento (Hebreos 12:22-24). Se refiere a las condiciones y a los privilegios de la primogenitura.

Hoy en día Dios promete los mismo privilegios de la doble herencia, el sacerdocio y el gobierno a los primogénitos.

Pero Dios también requiere las mismas condiciones para la primogenitura: obedecer la ley (Romanos 2:13) y consagrar la vida a Dios.

En Cristo somos 100% obedientes a la Ley, Cristo es nuestra justicia perfecta y perpetua, y por su justicia somos aceptados en el Santuario Celestial. Pero un resultado de ser declarados justos en el Santuario Celestial es recibir el Consolador, el Espíritu Santo para que nosotros podamos desarrollar la obediencia y andar en el camino de la santificación (Juan 14:16).

Todos los que se van a salvar van a ser primogénitos, aunque no lo hayan sido por nacimiento.

Por lo tanto, estos 24 ancianos que han sido redimidos y que esperan las promesas de la primogenitura (gobierno, sacerdocio y doble herencia) de acuerdo a Apocalipsis 5:9-10, no pueden ser representantes de otros planetas, sino que deben pertenecer a nuestro planeta.

  1. Los resucitados el año 31

En ocasión de la muerte de Cristo en la cruz, el velo del templo terrenal se rasgó en dos, hubo un terremoto y varios redimidos fueron resucitados (Mateo 27:51-52):

Mateo 27:51-52 – “Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, de alto a bajo, y la tierra tembló, y las piedras se hendieron. Y abriéronse los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron.”

PE pg. 183.1 – “Cuando Jesús, pendiente de la cruz, exclamó: ‘Consumado es,’ las peñas se hendieron, tembló la tierra y se abrieron algunas tumbas. Al resurgir él triunfante de la muerte y del sepulcro, mientras la tierra se tambaleaba y los fulgores del cielo brillaban sobre el sagrado lugar, algunos de los justos muertos, obedientes a su llamamiento, salieron de los sepulcros como testigos de que Cristo había resucitado. Aquellos favorecidos santos salieron glorificados. Eran santos escogidos de todas las épocas, desde la creación hasta los días de Cristo.”

De igual manera, en ocasión de la resurrección de Cristo, varios redimidos fueron resucitados:

Mateo 27:53 – “Y salidos de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.”

PE pg. 184.2 – “Los que salieron de los sepulcros cuando resucitó Jesús, se aparecieron a muchos, diciéndoles que ya estaba cumplido el sacrificio por el hombre; que Jesús, a quien los judíos crucificaran, había resucitado de entre los muertos, y en comprobación de sus palabras, declaraban: ‘Nosotros fuimos resucitados con él.’ Atestiguaban que por el formidable poder de Jesús habían salido de sus sepulcros.”

Todos estos redimidos que resucitaron ascendieron al cielo con Cristo:

PE pg. 190.1 – “El cielo entero aguardaba la hora triunfal en que Jesús ascendería a su Padre. Vinieron ángeles a recibir al Rey de gloria y escoltarlo triunfalmente hasta el cielo. Después de bendecir Jesús a sus discípulos, separóse de ellos y ascendió a los cielos seguido de numerosos cautivos libertados cuando él resucitó.”

CT pg. 288.2 – “Durante su ministerio Jesús devolvió la vida a los muertos. El Señor resucitó al hijo de la viuda de Naín, a la hija de Jairo y a Lázaro. Sin embargo, ninguno de ellos fue revestido de inmortalidad, porque después que resucitaron continuaron sujetos al deterioro y a la muerte. Pero quienes volvieron a la vida en ocasión de la resurrección ascendieron con él como trofeos de su victoria sobre la muerte y el sepulcro…

Aquellos que habían resucitado fueron presentados como trofeos ante las inteligencias celestiales; como anticipo de la resurrección de quienes reciben a Jesucristo y creen en él como su Salvador personal. Eran símbolos de la resurrección final de los justos.

Cuando Cristo ascendía y en el momento en que bendecía a sus discípulos, un ejército de ángeles lo arrebató en medio de una nube. Cristo llevó consigo como trofeo a una multitud de cautivos. El Señor habría de presentar delante del Padre las primicias de aquellos que descansaron, para presentarlas a Dios como una garantía de que es el Vencedor sobre la muerte y el sepulcro.”

Los 24 ancianos forman parte de esa multitud de redimidos que ascendió con nuestro Señor el año 31.

Es también importante notar que el número 24 es un múltiplo del 12. En el Antiguo Testamento se habla de 12 tribus de Israel, mientras que en el Nuevo Testamento tenemos a 12 discípulos. 12 + 12 = 24. El número 24 acentúa el hecho de que estos 24 ancianos pertenecen a escogidos de esta tierra de todas las épocas.

  1. Los redimidos se sientan en tronos para juzgar al mundo y a los ángeles.-

Mateo 19:28 – “Y Jesús les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”

Los 24 ancianos están sentado sobre tronos y forman un papel integral en el jurado durante el juicio investigador. Esta promesa ha sido dada a todos los redimidos de este planeta. La Biblia no indica que serán seres de otro planeta, ni ángeles que juzgarán a los impíos.

1 Corintios 6:2-3 – “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de este siglo?”

VAAn pg. 292.1 – “En unión con Cristo, los santos juzgarán a los malos, comparando sus actos con el libro de referencia: la Biblia. Aun Satanás y los ángeles malignos serán juzgados por Cristo y su pueblo.”

Si nosotros salimos aprobados en el juicio, entonces formaremos parte del jurado que ha de juzgar al mundo y a los ángeles después del milenio.

Apocalipsis 20:4-5 – “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y les fue dado juicio; y vi las almas de los degollados por el testimonio de Jesús, y por la palabra de Dios, y que no habían adorado a la bestia, ni a su imagen, y que no recibieron la señal en sus frentes, ni en sus manos, y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Mas los otros muertos no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil años.”

CS pg. 646.1 – “Inmediatos al trono se encuentran los que fueron alguna vez celosos en la causa de Satanás, pero que, cual tizones arrancados del fuego, siguieron luego a su Salvador con profunda e intensa devoción. Vienen después los que perfeccionaron su carácter cristiano en medio de la mentira y de la incredulidad, los que honraron la ley de Dios cuando el mundo cristiano la declaró abolida, y los millones de todas las edades que fueron martirizados por su fe. Y más allá está la ‘grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas […] de pie ante el trono y delante del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos’ (Apocalipsis 7:9).

Su lucha terminó; ganaron la victoria. Disputaron el premio de la carrera y lo alcanzaron. La palma que llevan en la mano es símbolo de su triunfo, la vestidura blanca, emblema de la justicia perfecta de Cristo que es ahora de ellos.”

Los 24 ancianos llevan también vestiduras blancas, las cuales son emblemas de la justicia de Cristo, la cual es la razón por la que el hombre es justificado ante Dios. Estas vestiduras blancas de los 24 ancianos (Apocalipsis 4:4) es otra prueba de que se trata de redimidos de nuestro planeta y no de seres celestiales.

Los Libros Abiertos en el Juicio

Los libros abiertos en el juicio.

En la Biblia se pueden encontrar que los libros que se abren a la hora del juicio representan: los libros de buenas obras (Malaquías 3:16), los libros de malas obras (Isaías 65:6-7) y el libro de la vida (Apocalipsis 3:5; Filipenses 4:3).

Cada ser humano de este planeta tiene un libro de buenas obras y un libro de malas obras (registros individuales). Mientras que existe un Libro de la Vida en el que son anotados los nombres de todos los creyentes que alguna vez entraron en el servicio de Dios.

CS pg. 472.3 – “Los libros del cielo, en los cuales están consignados los nombres y los actos de los hombres, determinarán los fallos del juicio. El profeta Daniel dice: ‘El Juez se sentó y los libros se abrieron’ (Daniel 7:10). Juan, describiendo la misma escena en el Apocalipsis, agrega: ‘Y otro libro fue abierto, el cual es el de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras’ (Apocalipsis 20:12).

El libro de la vida contiene los nombres de todos los que entraron alguna vez en el servicio de Dios. Jesús dijo a sus discípulos: ‘Gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos’ (Lucas 10:20). Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo, ‘cuyos nombres están en el libro de la vida’ (Filipenses 4:3). Daniel, vislumbrando un ‘tiempo de angustia, cual nunca fue,’ declara que el pueblo de Dios será librado, es decir ‘todos los que se hallaren escritos en el libro’ (Daniel 12:1). Y Juan dice en el Apocalipsis que solo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres ‘están escritos en el libro de la vida del Cordero’ (Apocalipsis 21:27).

Delante de Dios está escrito ‘un libro de memoria,’ en el cual quedan consignadas las buenas obras de ‘los que temen a Jehová, y de los que piensan en su nombre’ (Malaquías 3:16). Sus palabras de fe, sus actos de amor, están registrados en el cielo. A esto se refiere Nehemías cuando dice: ‘¡Acuérdate de mí, oh Dios mío, […] y no borres mis obras piadosas que he hecho por la Casa de mi Dios!’ (Nehemías 13:14).

En el ‘libro de memoria’ de Dios, todo acto de justicia está inmortalizado. Toda tentación resistida, todo pecado vencido, toda palabra de tierna compasión, están fielmente consignados, y apuntados también todo acto de sacrificio, todo padecimiento y todo pesar sufridos por causa de Cristo. El salmista dice: ‘Tú cuentas los pasos de mi vida errante: pon mis lágrimas en tu redoma: ¿no están en tu libro?’ (Salmos 56:8).

Hay además un registro en el cual figuran los pecados de los hombres. ‘Pues Dios traerá toda obra a juicio juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala’ (Eclesiastés 12:14). ‘De toda palabra ociosa que hablaren los hombres, darán cuenta en el día del juicio.’ Dice el Salvador: ‘Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado’ (Mateo 12:36-37).

Los propósitos y motivos secretos aparecen en el registro infalible, pues Dios ‘sacará a luz las obras encubiertas de las tinieblas, y pondrá de manifiesto los propósitos de los corazones’ (1 Corintios 4:5). ‘He aquí que esto está escrito delante de mí: […] vuestras iniquidades y las iniquidades de vuestros padres juntamente, dice Jehová’ (Isaías 65:6-7).

La obra de cada uno pasa bajo la mirada de Dios, y es registrada e imputada ya como señal de fidelidad ya de infidelidad. Frente a cada nombre, en los libros del cielo, aparecen, con terrible exactitud, cada mala palabra, cada acto egoísta, cada deber descuidado, y cada pecado secreto, con todas las tretas arteras.

Las admoniciones, o reconvenciones divinas despreciadas, los momentos perdidos, las oportunidades desperdiciadas, la influencia ejercida para bien o para mal, con sus abarcantes resultados, todo fue registrado por el ángel anotador.”

¿Qué debe ocurrir con estos registros en el juicio de vivos?

CS pg. 476.1 – “Cristo revestirá a sus fieles con su propia justicia, para presentarlos a su Padre como una ‘iglesia gloriosa, no teniendo mancha, ni arruga, ni otra cosa semejante’ (Efesios 5:27). Sus nombres están inscritos en el libro de la vida, y de estos escogidos está escrito: ‘Andarán conmigo en vestiduras blancas: porque son dignos’ (Apocalipsis 3:4).”

  1. Cristo Sumo Sacerdote presenta la ofrenda (el incienso de Levítico 16:12-13), que es su vida de obediencia perfecta y perpetua (Ezequiel 20:41), a favor del creyente para que el nombre del creyente sea conservado en el Libro de la Vida (Apocalipsis 3:5).
  2. Cristo Sumo Sacerdote presenta el sacrificio (la sangre de Levítico 16:15), que es su propia sangre que fue derramada en la cruz (Hebreos 9:13-14), a favor del creyente para que los pecados del creyente (los cuales han sido previamente perdonados durante el servicio diario), puedan ser borrados del libro de malas obras del creyente (Hechos 3:19; Isaías 1:18, 65:6-7, 43:25).
  3. Los pecados que fueron borrados de los libros de malas obras del creyente no desaparecen, sino que son traspasados a la cuenta de satanás, para que satanás pueda rendir cuentas por todos los pecados en el juicio de los impíos después del milenio (Levítico 16:20-22).
  4. Las buenas obras registradas en el libro de buenas obras del creyente son confirmadas (Malaquías 3:16; Nehemías 13:14; Salmos 56:8), pues estas buenas obras servirán para que los redimidos puedan juzgar a los impíos en el juicio de impíos después del milenio (Mateo 19:28; 1 Corintios 6:2-3). Las buenas obras de los redimidos sirven para mostrar que tanto los impíos como los redimidos tuvieron las mismas oportunidades, pero mientras los impíos eligieron a satanás como líder y optaron por el mal, la mentira y el error, los redimidos eligieron servir y honrar a Dios. Las buenas obras de los redimidos condenan las malas obras de los impíos.
  5. La declaración hecha en el cielo, en el Santuario Celestial, debe ser transmitida a la tierra al creyente. Si durante el servicio diario celestial, Cristo presentaba su obediencia perfecta para que se derrame la lluvia temprana en el creyente (Levítico 24:1-4; Zacarías 4:2-3, 6; Mateo 25:4; Hechos 5:32), durante el juicio Cristo presenta su vida de obediencia perfecta para que se derrame la lluvia tardía en el creyente, después que los pecados de éste hayan sido borrados de su libro de malas obras (Hechos 3:19; Joel 2:26-27).
  6. La declaración hecha en el cielo, en el Santuario Celestial, de que los pecados han sido borrados del libro de malas obras del creyente, debe ser replicada en la tierra: Los pecados deben ser borrados de la memoria del creyente (Ezequiel 18:22), para que el creyente no sufra por memoria de sus malas obras cuando caigan las severas plagas (cuando Cristo deje de interceder en el Santuario Celestial y se prepare para su segunda venida en gloria).
Aprobado en el juicio de vivos.

CS pg. 593.4 – “Conforme vaya acercándose la tempestad, muchos que profesaron creer en el mensaje del tercer ángel, pero que no fueron santificados por la obediencia a la verdad, abandonarán su fe, e irán a engrosar las filas de la oposición.

Hombres de talento y elocuencia, que se gozaron un día en la verdad, emplearán sus facultades para seducir y descarriar almas. Se convertirán en los enemigos más encarnizados de sus hermanos de antaño.”

Para que el creyente pueda ser “santificado por la obediencia” y no sea un mero “profeso” creyente, el creyente necesita congregarse al Santuario Celestial donde Cristo intercede diariamente (no una vez y para siempre – por algo se llamaba servicio DIARIO) por el creyente para su justificación, el perdón de sus pecados y para que reciba la lluvia temprana: el bautismo diario del Espíritu Santo.

Sin lluvia temprana el fruto no puede crecer (sin Espíritu Santo el creyente solo posee una santificación espuria o falsa) y no puede haber lluvia tardía en el juicio. Y sin la intercesión de Cristo nuestras buenas obras no poseen el incienso agradable de la justicia de perfecta de Cristo, que es lo único que puede hacer que nuestra propia obediencia tenga algún valor ante Dios.

Las personas que confían en su propia justicia y confían en sí mismas no necesitan del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo, no necesitan desarrollar un nuevo carácter y entonces en el día de su juicio se presentan sin las vestiduras blancas preparadas por nuestro Redentor.

  1. Su nombre borrado del libro de la vida (Apocalipsis 3:5, 21:27).
  2. Sus pecados son conservados en su libro de malas obras (Eclesiastés 12:14; Mateo 12:36-37; 1 Corintios 4:5).
  3. Sus buenas obras son borradas de su libro de buenas obras (Nehemías 13:14; Ezequiel 18:4).
  4. El Espíritu Santo se retira por completo de la persona y en su lugar entran siete espíritus inmundos (Mateo 12:45; Apocalipsis 18:2).
  5. El creyente mantiene la memoria de sus pecados (Ezequiel 18:24) que lo atormentarán con remordimiento y dolor cuando caigan las postreras plagas de Apocalipsis 16.

CS 475.1 – “En caso de que alguien tenga en los libros de memoria pecados de los cuales no se haya arrepentido y que no hayan sido perdonados, su nombre será borrado del libro de la vida, y la mención de sus buenas obras será borrada de los registros de Dios.

A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter está en armonía con la ley de Dios, sus pecados serán borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna.”

Reprobado en el juicio de vivos.

Solo habrán dos grupos

En el tiempo de angustia, mientras que los redimidos ya no tendrán memoria del pecado que los atormente cuando caigan las plagas, entre los profesos cristianos que no se mantuvieron firmes habrán muchas confesiones del tipo de Esaú y de Judas.

Habrá remordimiento por las consecuencias del pecado, pero no tendrán arrepentimiento por el pecado en sí.

CS pg. 678.0 (605.1) – “Así, en el tiempo de angustia, si el pueblo de Dios conservase pecados aún inconfesos cuando lo atormenten el temor y la angustia, sería aniquilado; la desesperación acabaría con su fe y no podría tener confianza para rogar a Dios que le librase.

Pero por muy profundo que sea el sentimiento que tiene de su indignidad, no tiene culpas escondidas que revelar. Sus pecados han sido examinados y borrados en el juicio; y no puede recordarlos.”

CS pg. 678.2 (605.3) – “Los cristianos profesos que llegarán sin preparación al último y terrible conflicto, confesarán sus pecados con palabras de angustia consumidora, mientras los impíos se reirán de esa angustia.

Esas confesiones son del mismo carácter que las de Esaú o de Judas. Los que las hacen lamentan los resultados de la transgresión, pero no su culpa misma. No sienten verdadera contrición ni horror al mal. Reconocen sus pecados por temor al castigo; pero, lo mismo que Faraón, volverían a maldecir al cielo si se suspendiesen los juicios de Dios.”

Está escrito que Dios ha prometido refugio, pan y agua para los redimidos durante el tiempo de angustia:

Isaías 26:20-21 – “Anda, pueblo mío, éntrate en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la ira. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar, para visitar la maldad del morador de la tierra contra él; y la tierra descubrirá sus sangres, y no mas encubrirá sus muertos.”

Isaías 33:16 – “Este habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus aguas serán ciertas.”

Salmos 91:1-2,5-11 – “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en él confiaré.

No tendrás temor de espanto nocturno, ni de saeta que vuele de día; ni de pestilencia que ande en oscuridad, ni de mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra: mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás, y verás la recompensa de los impíos. Porque tú has puesto a Jehová, que es mi esperanza. Al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada.

Pues que a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.”

Está escrito que las plagas de Apocalipsis 16 no caerán sobre los redimidos, más sí sobre los impíos. Pero debemos comprender que estas sublimes promesas están sujetas a condiciones.

CS pg. 724 (647.1) – “Apenas se abren los registros, y la mirada de Jesús se dirige hacia los impíos, estos se vuelven conscientes de todos los pecados que cometieron. Reconocen exactamente el lugar donde sus pies se apartaron del sendero de la pureza y de la santidad, y cuán lejos el orgullo y la rebelión los han llevado en el camino de la transgresión de la ley de Dios.

Las tentaciones seductoras que ellos fomentaron cediendo al pecado, las bendiciones que pervirtieron, su desprecio de los mensajeros de Dios, los avisos rechazados, la oposición de corazones obstinados y sin arrepentimiento; todo eso sale a relucir como si estuviese escrito con letras de fuego.” 

Azazel enviado a tierra desierta e inhabitada

Macho cabrío que representa a satanás es enviado a tierra deshabitada y desolada (al desierto).

En el juicio simbólico, el macho cabrío que representaba a Azazel o Satanás, era enviado a tierra desierta e inhabitada luego que los pecados de la congregación fuesen transferidos a él (Levítico 16:21-22).

Para que esta profecía pueda cumplirse, la tierra debe estar desolada y deshabitada, como un desierto. Esto es algo que ocurrirá en ocasión de la segunda venida de Cristo en poder y gloria. Cristo se llevará a los redimidos de todas las edades de esta tierra y en ella quedarán solamente los impíos, satánas y sus ángeles malos.

CS pg. 715.2 (639.1) – “A la venida de Cristo los impíos serán borrados de la superficie de la tierra, consumidos por el espíritu de su boca y destruidos por el resplandor de su gloria. Cristo lleva a su pueblo a la ciudad de Dios, y la tierra queda privada de sus habitantes.

‘He aquí que Jehová vaciará la tierra, y la dejará desierta, y cual vaso, la volverá boca abajo, y dispersará sus habitantes’. ‘La tierra será enteramente vaciada y completamente saqueada; porque Jehová ha hablado esta palabra.’ ‘Porque traspasaron la ley, cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno. Por tanto, la maldición ha devorado la tierra, y los que habitan en ella son culpables: por tanto son abrasados los habitantes de la tierra’ (Isaías 24:1,3,5,6).

Toda la tierra tiene un aspecto desolado de un desierto. Las ruinas de las ciudades y aldeas destruidas por el terremoto, los árboles desarraigados, las rocas escabrosas arrojadas por el mar o arrancadas de la misma tierra, están esparcidas por la superficie de esta, al paso que grandes cuevas señalan el sitio donde las montañas fueron rasgadas desde sus cimientos.

Ahora se realiza el último acontecimiento predicho por el último solemne servicio del día de las expiaciones. Una vez terminado el servicio que se cumplía en el lugar santísimo, y cuando los pecados de Israel habían sido quitados del santuario por virtud de la sangre del sacrificio por el pecado, entonces el macho cabrío emisario era ofrecido vivo ante el Señor; y en presencia de la congregación el sumo sacerdote confesaba sobre él ‘todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus transgresiones, a causa de todos sus pecados, cargándolos así sobre la cabeza del macho cabrío’ (Levítico 16:21).

Asimismo, cuando el servicio de propiciación haya terminado en el santuario celestial, entonces, en presencia de Dios y de los santos ángeles y de la hueste de redimidos, los pecados del pueblo de Dios serán puestos sobre satanás; se le declarará culpable de todo el mal que les ha hecho cometer. Y así como el macho cabrío emisario era despachado a un lugar desierto, así también satanás será desterrado en la tierra desolada, sin habitantes y convertida en un desierto horroroso.

El autor del Apocalipsis predice el destierro de Satanás y el estado caótico y de desolación a que será reducida la tierra; y declara que este estado de cosas subsistirá por mil años. Después de descritas las escenas de la segunda venida del Señor y la destrucción de los impíos, la profecía sigue:

‘Y vi un ángel descender del cielo, que tenía la llave del abismo, y una grande cadena en su mano. Y prendió al dragón, aquella serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y le ató por mil años; y arrojó al abismo, y le encerró, y selló sobre él, porque no engañe más a las naciones, hasta que mil años sean cumplidos: y después de esto es necesario que sea desatado un poco tiempo’ (Apocalipsis 20:1-3).

Según se desprende de otros pasajes bíblicos, es de toda evidencia que la expresión ‘abismo’ se refiere a la tierra e estado de confusión y tinieblas. Respecto a la condición de la tierra ‘en el principio,’ la narración bíblica dice que ‘estaba desordenada y vacía; y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo’ (Génesis 1:2). Las profecías enseñan que será reducida, en parte por lo menos, a ese estado. Contemplando a través de los siglos el gran día de Dios, el profeta Jeremías dice:

‘Miro hacia la tierra, y he aquí que está desolada y vacía; también hacia los cielos miro, mas no hay luz en ellos. Miro las montañas, y he aquí que están temblando, y todas las colinas se conmueven. Miro, y he aquí que no parece hombre alguno, y todas las aves del cielo se han fugado. Miro, y he aquí el campo fructífero convertido en un desierto, y todas sus ciudades derribadas’ (Jeremías 4:23-26).

Aquí es donde, con sus malos ángeles, Satanás hará su morada durante mil años. Limitado a la tierra, no podrá ir a otros mundos para tentar o incomodar a los que nunca cayeron. En este sentido es cómo está atado: no queda nadie en quien pueda ejercer su poder. Le es del todo imposible seguir en la obra de engaño y ruina que por tantos siglos fue su único deleite.”

Satanás atrapado en la tierra estando ésta desierta e inhabitada por mil años.

La reconciliación

Después de enviar al macho cabrío al desierto, el sumo sacerdote terrenal terminaba el trabajo de la expiación del pecado del pueblo, pero aún no había terminado su labor de mediador. El último paso del juicio simbólico era la reconciliación del pueblo de Dios con su Creador al sacrificar al carnero para reconciliación (Levítico 16:24).

Este paso era sombra y figura de la reconciliación de los redimidos con Dios, cuando los redimidos deberán estar reconciliados en sí mismos con Dios. Si bien ahora podemos estar reconciliados con Dios en Cristo (Romanos 5:11), la reconciliación final garantiza que los redimidos estarán reconciliados con Dios en sí mismos, perfectos en sí mismos y sin mancha de pecado:

1 Corintios 15:51-56 – “He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley.”

Cuando nuestro Señor Jesús haga éste servicio a favor de los redimidos, la naturaleza pecaminosa de ellos será eliminada. Para siempre estarán reconciliados con Dios en sí mismos, y nada ni nadie podrá separarlos del amor de Dios (Romanos 8:35).

La tercera y última fiesta anual: la fiesta de las cabañas o tabernáculos o recolección

La fiesta de las cabañas

La tercera y última fiesta anual era la fiesta de las cabañas, y dentro de esta fiesta se encontraban también el sexto y séptimo sábado ceremonial.

En el mes séptimo del 15 al 22 se celebraba la fiesta de las cabañas o fiesta de la cosecha (Éxodo 23:16; Deuteronomio 16:13-15). Esta fiesta era una ocasión de regocijo, pues se iniciaba la celebración 5 días después del gran día del juicio, en el cual se había dado la seguridad de que no sería ya recordada la iniquidad del pueblo; ya que éste se encontraba reconciliado con Dios (en promesa). Como el pueblo se hallaba reconciliado con el Gran Legislador, el pueblo ahora se presentaba ante Él, para reconocer su inmensa e infinita bondad, y para alabar su maravillosa misericordia.

Esta fiesta duraba ocho días (del 15 al 22 del mes séptimo) – Levítico 23:34-36, y tenía tres aspectos: 1. Conmemorativo, 2. Gratitud, y 3. Simbólico.

  1. Aspecto Conmemorativo.- La fiesta de las cabañas fue una fiesta que conmemoraba la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto (Levítico 23:43). Para conmemorar este evento, cuando llegaba el 15 del mes séptimo, los israelitas construían cabañas con las ramas de los árboles (Levítico 23:40). Los israelitas luego debían vivir en estas cabañas durante la duración de la fiesta (Levítico 23:42).
  2. Aspecto de Gratitud.– Esta era una fiesta también de agradecimiento porque el 10 del mes séptimo Dios les había dado la seguridad de que sus pecados perdonados habían sido expiados y que por esto, el pueblo estaba reconciliado con Dios. Pero además de mostrar gratitud hacia Dios por la reconciliación en ocasión del juicio simbólico, los israelitas mostraban gratitud por los abundantes productos de la huerta, del olivar, del viñedo, y por la mies abundante que había sido recogida en los graneros; los frutos, el aceite, y el vino que habían sido almacenados; y por todas estas bendiciones del Señor, el pueblo había acudido con los tributos de agradecimiento y reconocimiento (Levítico 23:38).
  3. Aspecto Simbólico.– Esta fiesta, en su aspecto simbólico, estaba apuntando a la obra que Cristo hará cuando salga del Santuario Celestial: la gran cosecha final – unos para el granero celestial (Apocalipsis 14:15; Mateo 13:30), y otros para ser vendimiados, echados en el lagar de la ira de Dios (Apocalipsis 14:16-20), y atados en manojos para ser quemados (Mateo 13:30). Además, en un segundo aspecto profético, esta fiesta estaba apuntando al viaje de los redimidos juntamente con Cristo de esta tierra al cielo, en ocasión de su segunda venida en gloria (1 Tesalonicenses 4:17).

15 del mes séptimo – sexto sábado ceremonial

El 15 del mes séptimo era el primer día de la fiesta de las cabañas y era también el sexto sábado ceremonial del año. Como estudiamos anteriormente, al ser un sábado ceremonial, esta fecha tenía las mismas restricciones del sábado semanal del cuarto mandamiento: no se debía hacer ningún tipo de actividad común y estaba prohibido hacer trabajos habituales.

Los animales que se sacrificaban en el 15 del mes séptimo eran: 13 becerros, 2 carneros, y 14 corderos para el holocausto acompañados de flor de harina amasada con aceite y un macho cabrío para expiación (Números 29:12-16).

22 del mes séptimo – séptimo y último sábado ceremonial del año

El 22 del mes séptimo era el octavo y último día de la fiesta de las cabañas y esa fecha era el último sábado ceremonial del año (Levítico 23:36).

Los animales que se sacrificaban el 22 del mes séptimo del calendario bíblico eran: un novillo, un carnero, siete corderos de un año para el holocausto acompañados de flor de harina amasado con aceite, y un macho cabrío para expiación (Números 29: 35-38).

Estas santas convocaciones se celebraban en la estación de otoño (hemisferio norte).

La tercera fiesta del año y el séptimo sábado ceremonial marcaban el fin del calendario religioso en lo que respecta a las fiestas.

Antitipo de la fiesta de las cabañas y del sexto y séptimo sábado ceremoniales 

Lo que la tercera y última fiesta del año estaba prefigurando aún no se ha cumplido en la realidad. Sin embargo, el hecho de que esta sea la única fiesta que no ha tenido su cumplimiento profético todavía no quiere decir que hoy en día estamos bajo el deber de observar esta ni ninguna fiesta ni sábado ceremonial del ritual simbólico. Tales fiestas y sábados ceremoniales llegaron a su fin en ocasión de la muerte de Cristo y los cristianos hemos sido liberados del deber de observar dichas fiestas y sábados ceremoniales.

Lo que esta fiesta simbolizaba se cumplirá cuando Cristo salga del Santuario Celestial. Él ordenará a sus segadores que metan la hoz en la tierra para:

  1. Segar la mies para el granero celestial (Apocalipsis 14:14-16; Mateo 13:30).
  2. Recoger la cizaña y atarla en manojos para ser quemada, o vendimiar las uvas para ser lanzadas en el lagar de la ira de Dios (Apocalipsis 14:17-20; Mateo 13:30).
  3. Cristo vendrá a buscar a su pueblo para trasladarlo al cielo donde vivirán por mil años (Mateo 24:30-31; 1 Tesalonicenses 4:14-17; Apocalipsis 20:6).

La fiesta de las cabañas además anuncia proféticamente que el viaje de los redimidos durará siete días desde la tierra, por el mar de vidrio (Apocalipsis 4:6), hasta la Canaán celestial (del 15 del mes séptimo hasta el 21). Los redimidos entrarán a la Canaán celestial el 22 del mes séptimo. Durante esos siete días de viaje nuestro Señor Jesús va a enseñar a los redimidos, entre otras verdades, la verdad del sábado del cuarto mandamiento. Para que los hijos de Dios, para los cuales el sábado del cuarto mandamiento no era una verdad presente (los reformadores por ejemplo), guarden un sábado antes de entrar en la Canaán celestial. Pues nadie que no haya guardado el sábado podrá entrar en la nueva Jerusalén.

El año del jubileo

La fiesta de las cabañas se celebraba dentro del nuevo año del calendario civil, pues el jubileo se debe iniciar un poco antes de la segunda venida de Cristo:

PE pg. 34.1 – “En el tiempo de angustia, huimos todos de las ciudades y pueblos, pero los malvados nos perseguían y entraban a cuchillo en las casas de los santos; pero al levantar la espada para matarnos, se quebraba ésta y caía tan inútil como una brizna de paja. Entonces clamamos día y noche por la liberación, y el clamor llegó a Dios.

Y al anunciar Dios el día y la hora de la venida de Jesús, cuando dio el sempiterno pacto a su pueblo, pronunciaba una frase y se detenía de hablar mientras las palabras de la frase rondaban por toda la tierra.

El espectáculo era pavorosamente solemne, y al terminar cada frase, los santos exclamaban: ‘¡Gloria! ¡Aleluya!’ Sus rostros estaban iluminados con la gloria de Dios, y resplandecían como el de Moisés al bajar del Sinaí. A causa de esta gloria, los impíos no podía mirarlos. Y cuando la bendición eterna fue pronunciada sobre quienes habían honrado a Dios santificando su sábado, resonó un potente grito por la victoria lograda sobre la bestia y su imagen.

Entonces comenzó el jubileo, durante el cual la tierra debía descansar.”

Hay gente que usa el siguiente párrafo del espíritu de profecía para defender su posición de celebrar las fiestas del ritual simbólico:

PP pg. 523.2 – “En estas asambleas anuales, los corazones de jóvenes y ancianos recibían aliento para servir a Dios, al mismo tiempo que el trato amistoso de los habitantes de las diferentes partes de la tierra reforzaba los vínculos que los unían a Dios y unos a otros.

También hoy sería bueno que el pueblo de Dios; celebrara una fiesta de las cabañas, una alegre conmemoración de las bendiciones que Dios le ha otorgado. Como los hijos de Israel celebraban 1 liberación que Dios había concedido a sus padres, y también como los había protegido milagrosamente a ellos mismos durante sus peregrinaciones después de la salida de Egipto, así debemos recordar con gratitud los diferentes medios que él ideó para apartarnos del mundo y de las tinieblas del error y para llevarnos a la luz preciosa de su gracia y de su verdad.”

Sin embargo, en el anterior párrafo, la sierva del Señor hace una sugerencia, no dicta una orden ni asevera que Dios nos ordena a celebrar las fiestas de la ley ceremonial. La sierva del Señor sugiere que deberíamos celebrar el hecho de que el Señor “ideó diferentes medios para apartarnos del mundo y de las tinieblas del error.” Pues justamente una de las “tinieblas del error” es la de querer celebrar las fiestas del ritual simbólico.

Entonces, ¿por qué no podemos celebrar la fiesta de las cabañas?

Cuando estudiamos el quinto sábado ceremonial, la fecha del 10 de mes séptimo: el gran día de las expiaciones o juicio, estudiamos que el juicio tenía 4 fases:

  1. Trabajo en el atrio.
  2. Trabajo en el lugar santísimo.
  3. Trabajo en el atrio.
  4. Y Reconciliación.

Y al inicio del estudio de la fiesta de las cabañas estudiamos que los israelitas celebraban en esta fiesta, entre los tres aspectos, el hecho de que el 10 del mes séptimo habían sido reconciliados con Dios simbólicamente, ya que los pecados habían sido expiados del santuario, transferidos a Azazel, y éste había sido desterrado a tierra desolada.

Nosotros no podemos celebrar ninguna reconciliación final, pues la reconciliación final ocurrirá en ocasión de la segunda venida de Cristo (1 Corintios 15:51-56), cuando la naturaleza pecaminosa sea totalmente borrada del ser humano.

DTG pg. 89.3 – “Grandes eran para el mundo los resultados que estaban en juego en el conflicto entre el Príncipe de la Luz y el caudillo del reino de las tinieblas. Después de inducir al hombre a pecar, satanás reclamó la tierra como suya, y se llamó príncipe de este mundo. Habiendo hecho conformar a su propia naturaleza al padre y a la madre de nuestra especie, pensó en establecer aquí su imperio.”

Si bien el orden del juicio simbólico en sus 4 fases no se va a dar en la realidad en el mismo orden que se dio en el ritual simbólico; ya que en la realidad, cuando Cristo venga por segunda vez se llevará a cabo el paso 4, mientras que el paso 3 debe ocurrir posteriormente, después del milenio; aún así, para poder celebrar la fiesta de las cabañas y celebrar así la reconciliación final con nuestro Creador, primeramente nuestra naturaleza pecaminosa debe ser erradicada de nuestro ser con la segunda venida de Cristo.

Querer celebrar la fiesta de las cabañas ahora, sin que haya habido un juicio de nuestros casos, sin haberlo pasado y sin haber sido transformados, sería ponerse la soga al cuello y recibir sentencia de muerte, pues no estamos reconciliados con Dios en nosotros mismos todavía. Por lo tanto no debemos celebrar la fiesta de las cabañas.

Hoy día, podemos estar reconciliados con Dios en Cristo. Pero para la reconciliación con Dios en nosotros mismos es necesario primero: 1 Corintios 15:51-56 y 1 Tesalonicenses 4:15-16.

Sombra y Figura de Cristo

Comentario Bíblico 7ª, pg. 316 – Un sistema doble de ley – “El pueblo de Dios, a quien él llama su tesoro peculiar, tuvo el privilegio de tener un sistema doble de ley: la moral y la ceremonial. La una, que señala hacia atrás a la creación, para que se mantenga el recuerdo del Dios viviente que hizo el mundo, cuyas demandas tienen vigencia sobre todos los hombres en cada dispensación, y que existirá a través de todo el tiempo y la eternidad; la otra dada debido a que el hombre transgredió la ley moral, y cuya obediencia consistía en sacrificios y ofrendas que señalaban la redención futura. Cada una es clara y diferente de la otra.

La ley moral fue desde la creación una parte esencial del plan divino de Dios, y era tan inmutable como él mismo. La ley ceremonial debía responder a un propósito particular en el plan de Cristo para la salvación de la raza humana. El sistema simbólico de sacrificios y ofrendas fue establecido para que mediante esas ceremonias el pecador pudiera discernir la gran ofrenda: Cristo.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 317, Las ceremonias de la ley judía son proféticas – “El Evangelio de Cristo proyecta gloria sobre la era judía; proyecta luz sobre todo el sistema judaico y da significado a la ley ceremonial. El tabernáculo o templo de Dios en la tierra era un modelo tomado del original del cielo. Todas las ceremonias de la ley judaica eran proféticas, simbolizaban misterios del plan de redención.

Los ritos y ceremonias de la ley fueron dados por Cristo mismo, quien, oculto en una columna de nube durante el día y en una columna de fuego durante la noche, era el caudillo de las huestes de Israel; y esta ley debiera ser tratada con gran respeto, pues es sagrada. Pablo la presentaba ante los judíos en su verdadero lugar y valor aún después de haber terminado su vigencia, para mostrar su lugar en el plan de redención y su relación con la oba de Cristo; y el gran apóstol declara que esa ley es gloriosa, digna de su Originador divino. Lo que dejaría de ser era glorioso; pero no fue la ley instituida por Dios para el gobierno de su familia en el cielo y en la tierra, pues mientras permanezcan los cielos permanecerá la ley de Dios.”

La obra de Cristo dentro del plan de redención tiene tres partes, que se encontraban simbolizadas en las tres fiestas y sábados ceremoniales:

  1. La obra de Cristo realizada aquí en la tierra (Evangelio), simbolizada por la primera fiesta, su día de preparación (pascua) y dos primeros sábados ceremoniales.
  2. La obra de Cristo que todavía se realiza en el cielo, con sus dos fases: primera fase en el Lugar Santo y segunda fase en el Lugar Santísimo (Ministerio Sacerdotal Celestial), simbolizada por la segunda fiesta y tercer, cuarto y quinto sábados ceremoniales.
  3. La última parte por realizar fuera del Santuario Celestial, simbolizada por la tercera fiesta y sexto y séptimo sábado ceremoniales.

Al cuerno pequeño no le interesa desviar a las personas de la obra que Cristo realizó aquí en la tierra. Pero la profecía indica que lo que sí le interesa es desviar a las personas de la obra de Cristo en el Santuario Celestial (Daniel 11:45). Al cuerno pequeño no le importa que la gente crea en la vida, muerte y resurrección de Cristo; su misión consiste de evitar que la gente conozca la existencia de su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Santuario Celestial, para así evitar que la gente reciba la justificación, la lluvia temprana y el perdón de los pecados (que estos sean transferidos al Santuario).

Es por esto que el cuerno pequeño se esfuerza por medio de sus agentes en introducir tinieblas en el pueblo de Dios: el cuerno pequeño dice que hay que celebrar las fiestas de la ley ceremonial, y para ello necesita oscurecer que son tres fiestas y las hace pasar como si fueran siete. El cuerno pequeño quiere que la gente piense que el cuerno de Daniel 8 no es el mismo cuerno de Daniel 9; quieren que creamos erróneamente además que las 2300 tardes y mañanas no forman parte de las 70 semanas, y que son 1150 sacrificios matutinos y vespertinos en lugar de lo correcto: 2300 días proféticos. O también quieren que la gente crea que el Anticristo es un hombre (en lugar de un reino) en el pasado – Antíoco – que habrá un anticristo hombre en el futuro. El cuerno pequeño enseña de mil maneras que no hay juicio investigador y que es un invento que se dio inicio en 1844. Como si fuera poco, el cuerno pequeño enseña que de las 70 semanas, solo 69 están cumplidas, pero la última semana está reservada en lo porvenir y que habrá un “rapto secreto.”

Todas estas son unas cuantas de las muchas formas en que el cuerno pequeño echa por tierra el Santuario Celestial y echa por tierra el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo.

CS pg. 510.1 (450.2) – “La mención de una fecha precisa para el juicio, en la proclamación del primer mensaje, fue ordenada por Dios. La computación de los períodos proféticos en que se basa ese mensaje, que colocan el término de los 2.300 días en el otoño de 1844, puede subsistir sin incoveniente.

Los repetidos esfuerzos hechos con el objeto de encontrar nuevas fechas para el principio y el fin de los períodos proféticos, y los argumentos para sostener este modo de ver, no solo alejan de la verdad presente, sino que desacreditan todos los esfuerzos para explicar las profecías.

Cuanto más a menudo se fije fecha para el segundo advenimiento, y cuanto mayor sea la difusión recibida por una enseñanza tal, tanto mejor responde a los propósitos de satanás. Una vez transcurrida la fecha, él cubre de ridículo y desprecio a quienes la anunciaron y echa oprobio contra el gran movimiento adventista de 1843 y 1844.

Los que persisten en este error llegarán al fin a fijar una fecha demasiado remota para la venida de Cristo. Ello los arrullará en una falsa seguridad, y muchos solo se desengañarán cuando sea tarde.”

PE pg. 75.0 (74.2) – “Entonces vi en relación con el ‘continuo’ (Daniel 8:12) que la palabra ‘sacrificio’ había sido provista por la sabiduría humana, y no pertenece al texto, y que el Señor dio el sentido correcto a los que proclamaron que había llegado la hora del juicio. Mientras existió la unión, antes de 1844, casi todos aceptaban la opinión correcta acerca del ‘continuo’; pero en la confusión reinante desde 1844 se han aceptado otras opiniones, y como consecuencia han entrado tinieblas y confusión.

La cuestión de las fechas no ha sido una prueba desde 1844, y nunca volverá a ser una prueba.

El Señor me ha mostrado que el mensaje del tercer ángel debe progresar y ser proclamado a los hijos dispersos de Dios, pero no debe depender de una fecha. Vi que algunos están creando una excitación falsa al predicar fijando fechas; pero el mensaje del tercer ángel es más poderoso de lo que puede serlo una fecha. Vi que este mensaje puede subsistir sobre su propio fundamento y no necesita ser reforzado con fechas; que irá adelante con gran poder, hará su obra y será abreviado en justicia.”

PE pg. 75.2 – “Luego me fueron señalados algunos que están en gran error al creer que tienen el deber de ir a la vieja Jerusalén, piensan que tienen una obra que hacer allí antes que venga el Señor. Una opinión tal tiende a apartar la mente y el interés de la obra que actualmente hace el Señor bajo el mensaje del tercer ángel; porque los que piensan que todavía tienen que ir a Jerusalén fijarán sus pensamientos en esto, y privarán de sus recursos a la causa de la verdad presente para transportarse a sí mismos y llevar otros allí.

También vi que la vieja Jerusalén nunca será edificada; y que satanás estaba haciendo cuanto podía para extraviar en estas cosas a los hijos del Señor ahora, en el tiempo de reunión, a fin de impedirles que dediquen todo su interés a la obra actual de Dios e inducirlos a descuidar la preparación necesaria para el día del Señor.”

1JT 521.2 – “Una clase de personas estaba anotada por haber estorbado la siembra. A medida que el ojo escrutador del Juez descansaba sobre ellos, se les revelaban distintamente sus pecados y negligencia. Con labios pálidos y temblorosos reconocían que habían traicionado su santo cometido. Habían recibido advertencias y privilegios, pero no los habían escuchado ni aprovechado. Podían ver ahora que habían presumido demasiado de la misericordia de Dios. En verdad, no tenían que hacer confesiones como las de los viles, bajos y corrompidos; pero, como la higuera, eran malditos porque no llevaron frutos, porque no aprovecharon los talentos que se les había confiado.

Esta clase había hecho de su yo algo supremo, y había trabajado solamente en favor de sus intereses egoístas. No eran ricos para con Dios ni habían respondido a sus derechos sobre ellos. Aunque profesaban ser siervos de Cristo, no le llevaron sus almas.

Si la causa de Dios hubiese dependido de sus esfuerzos, habría languidecido; porque no solamente retenían los recursos que Dios les había prestado, sino que se retenían a sí mismos. Pero ahora, podían ver y sentir que al mostrarse irresponsables con la obra de Dios, se habían colocado a la izquierda. Habían tenido oportunidad, pero no quisieron hacer lo que podían y debían haber hecho.”

Es necesario que el Espíritu Santo nos muestre nuestros pecados ocultos y acariciados. Luego es nuestro deber admitir el pecado al punto y pedir al Señor que nos de fuerza para abandonar la práctica de dicho pecado.

Después de que hayamos hecho ese trabajo, el Espíritu Santo vuelve a trabajar mostrándonos otro pecado oculto. Pero si resistimos a su trabajo, el Espíritu Santo ya no tiene por qué seguir mostrándonos otros pecados ocultos.

Salmos 19:12 – “Los errores, ¿quién los entenderá? Líbrame de los que me son ocultos.”

Aprender la sana doctrina es parte de la preparación del creyente y es parte de la santificación. Dios no puede usar como su instrumento a nadie que no haya aprendido la sana doctrina. Pero haber aprendido la sana doctrina no es la causa por la cual el hombre pasa el juicio (justificación por fe y no por obras).

Que Dios los bendiga.

Tres fiestas y siete sábados ceremoniales: sus símbolos proféticos y sus cumplimientos históricos.
El Evangelio Eterno
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