Los Maestros Judaizantes y el origen del cuerno pequeño

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La Única Ley Eterna e Inmutable

“Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad.

Hablará mi lengua tus dichos; porque todos tus mandamientos son justicia.”

(Salmos 119:142, 172)

En gran parte del mundo cristiano existe un falso concepto sobre la Ley de Dios que, si bien se manifiesta en dos extremos opuestos, tienen como su origen el mismo error. Los falsos maestros hacen un solo paquete del Decálogo y de la ley ceremonial, ya sea para imponerla o abolirla completamente. Estos falsos maestros enseñan que “la Ley” es una sola, y que trata de una serie de 613 mandamientos y estatutos que, o quedaron todos juntos clavados en la cruz y estamos exentos de sus requerimientos y de su observancia, o sino que deben ser todos observados fielmente a fin de que podamos ser salvos por nuestra propia obediencia.

Antes de poder analizar la verdadera naturaleza de los “maestros judaizantes,” es necesario primeramente tener claro cuál es la Ley eterna del Salmo 119, aquella que gobierna el universo entero: tanto en este diminuto mundo caído, como en los otros mundos no caídos.

CS pg. 552/1 (488.2) – “En su actitud para con el pecado, Dios no podía sino obrar con justicia y verdad. Satanás podía hacer uso de armas de las cuales Dios no podía valerse: la lisonja y el engaño. Satanás había tratado de falsificar la Palabra de Dios y había representado de un modo falso su plan de gobierno ante los ángeles, sosteniendo que Dios no era justo al imponer leyes y reglas a los habitantes del cielo; que al exigir de sus criaturas sumisión y obediencia, sólo estaba buscando su propia gloria. Por eso debía ser puesto de manifiesto ante los habitantes del cielo y ante los de todos los mundos, que el gobierno de Dios era justo y su ley perfecta. Satanás había dado a entender que él mismo trataba de promover el bien del universo. Todos debían llegar a comprender el verdadero carácter del usurpador y el propósito que le animaba. Había que dejarle tiempo para que se diera a conocer por sus actos de maldad.

Satanás achacaba a la ley y al gobierno de Dios la discordia que su propia conducta había introducido en el cielo.”

CS pg. 552/3 (489.1) – “Aun cuando quedó resuelto que Satanás no podría permanecer por más tiempo en el cielo, la Sabiduría Infinita no le destruyó. En vista de que sólo un servicio de amor puede ser aceptable a Dios, la sumisión de sus criaturas debe proceder de una convicción de su justicia y benevolencia. Los habitantes del cielo y de los demás mundos, no estando preparados para comprender la naturaleza ni las consecuencias del pecado, no podrían haber reconocido la justicia y misericordia de Dios en la destrucción de Satanás. De haber sido éste aniquilado inmediatamente, aquéllos habrían servido a Dios por miedo más bien que por amor. La influencia del seductor no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu de rebelión habría sido extirpado por completo. Para bien del universo entero a través de las edades sin fin, era preciso dejar que el mal llegase a su madurez, y que Satanás desarrollase más completamente sus principios, a fin de que todos los seres creados reconociesen el verdadero carácter de los cargos que arrojara él contra el gobierno divino y a fin de que quedaran para siempre incontrovertibles la justicia y la misericordia de Dios, así como el carácter inmutable de su ley.

“La rebeldía de Satanás, cual testimonio perpetuo de la naturaleza y de los resultados terribles del pecado, debía servir de lección al universo en todo el curso de las edades futuras. La obra del gobierno de Satanás, sus efectos sobre los hombres y los ángeles, harían patentes los resultados del desprecio de la autoridad divina. Demostrarían que de la existencia del gobierno de Dios y de su ley depende el bienestar de todas las criaturas que él ha formado. De este modo la historia del terrible experimento de la rebeldía, sería para todos los seres santos una salvaguardia eterna destinada a precaverlos contra todo engaño respecto a la índole de la transgresión, y a guardarlos de cometer pecado y de sufrir el castigo consiguiente.”

CS pg. 557/2 (493.1) – “Pero no fue tan sólo para realizar la redención del hombre para lo que Cristo vino a la tierra a sufrir y morir. Vino para engrandecer la ley y hacerla honorable. Ni fue tan sólo para que los habitantes de este mundo respetasen la ley cual debía ser respetada, sino también para demostrar a todos los mundos del universo que la ley de Dios es inmutable. Si las exigencias de ella hubiesen podido descartarse, el Hijo de Dios no habría necesitado dar su vida para expiar la transgresión de ella. La muerte de Cristo prueba que la ley es inmutable. Y el sacrificio al cual el amor infinito impelió al Padre y al Hijo a fin de que los pecadores pudiesen ser redimidos, demuestra a todo el universo—y nada que fuese inferior a este plan habría bastado para demostrarlo—que la justicia y la misericordia son el fundamento de la ley y del gobierno de Dios.”

Existe una única Ley eterna e inmutable que es el fundamento del gobierno de Dios. Esa Ley es la Ley Moral.

CC pg. 60.3 – “Nótese, sin embargo, que la obediencia no es un mero cumplimiento externo, sino un servicio de amor. La ley de Dios es una expresión de la misma naturaleza de su Autor; es la personificación del gran principio del amor, y es, por lo tanto, el fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra.”

El amor bíblico no es un sentimiento, sino un principio de origen divino. El amor verdadero obedece y cumple la Ley Moral.

MJ pg. 433/1 (308.1) – “El amor es un precioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento, sino un principio. Los que son movidos por el amor verdadero no carecen de juicio ni son ciegos. Enseñados por el Espíritu Santo, aman supremamente a Dios y su prójimo como a sí mismos.”

Romanos 13:10 – “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.”

Es por esta sencilla razón que es imposible obedecer la Ley de Dios si no se posee capacidad para amar.

La Ley de Dios nos ordena a amar a Dios con todo nuestro ser y con todas nuestras fuerzas, y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Deuteronomio 6:4-5 – “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”

Levítico 19:18 – “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.”

Esta Ley Moral es inmutable e inabrogable. Es por eso que cuando el Hijo de Dios vino a este mundo, declaró enfáticamente acerca de la Ley Moral:

Mateo 5:17-19 – “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.”

Y Él mismo repitió las palabras de la Ley:

Marcos 12:29-30 – “Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.”

Marcos 12:31 – “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 37/1/4 – “En los Diez Mandamientos, Dios ha establecido las leyes de su reino.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 36/1/2 – “La ley de Dios existía antes de que el hombre fuera creado. Estaba adaptada a la condición de los seres santos; aun los ángeles eran gobernados por ella. Después de la caída, los principios de justicia quedaron inmutables. Nada fue quitado de la ley; no podía ser mejorado ninguno de sus santos preceptos. Y así como ha existido desde el principio, así continuará existiendo a través de los incesantes siglos de la eternidad.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 36/1/4 – “La ley de Jehová, que existe desde la creación, estaba comprendida en dos grandes principios: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos’ (Marcos 12:30-31). Estos dos grandes principios abarcan los primeros cuatro mandamientos, que muestran el deber del hombre hacia Dios, y los últimos seis, que muestran el deber del hombre hacia su prójimo. Los principios fueron más explícitamente presentados al hombre después de la caída, y redactados para adecuarse a la condición de inteligencias caídas. Esto fue necesario debido a que las mentes de los hombres quedaron cegadas por la transgresión.

“La ley de Dios existía antes de la creación del hombre o, de lo contrario, Adán no podría haber pecado. Después de la transgresión de Adán, los principios de la ley no fueron cambiados sino exactamente arreglados y expresados para adaptarlos al hombre en su condición caída.”

El principio divino del amor debe ser manifestado en la obediencia a estos dos principios o mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo. ¿Pero de qué manera manifestaremos “amor” a Dios y cómo manifestaremos “amor” a nuestro prójimo? Dios es un Dios de orden, y el Gran Legislador no deja “al aire” la interpretación del servicio de amor que debemos prestar voluntariamente a Dios y a nuestro prójimo. Porque, si Dios dejara a sus criaturas la libre interpretación del principio del amor, según los dictamines del corazón de cada persona, ¿con qué derecho Dios castigaría a los hombres que levantan imágenes de madera o a aquellos que sacrifican niños, con el pretexto de estar adorando a Dios?

Oseas 11:2 – “Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios.”

Levítico 26:30 – “Destruiré vuestros lugares altos, y derribaré vuestras imágenes, y pondré vuestros cuerpos muertos sobre los cuerpos muertos de vuestros ídolos, y mi alma os abominará.”

CS pg. 625/2 (556.3) – “Debido a conceptos erróneos de los atributos de Dios, las naciones paganas fueron inducidas a creer que los sacrificios humanos eran necesarios para asegurarse el favor divino; y perpetráronse horrendas crueldades bajo las diversas formas de la idolatría.”

¿O qué pasaría si damos rienda suelta a nuestras perversiones sexuales, bajo el pretexto de que es “amor” y no “pasión” o “lujuria”?

1JT pg. 265.2 – “¡Cuán pocos hombres manifiestan su amor de la manera especificada por el apóstol: ‘Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, [no para contaminarla], sino para santificarla y limpiarla,’ para ‘que fuese santa y sin mancha’ (Efesios 5:25-27). Esta es la calidad del amor que en las relaciones matrimoniales Dios reconoce como santo. El amor es un principio puro y sagrado; pero la pasión concupiscente no admite restricción, no quiere que la razón le dicte órdenes ni la controle. No vislumbra las consecuencias; no quiere razonar de la causa al efecto. Muchas mujeres están sufriendo de gran debilidad y constantes enfermedades debido a que se han despreciado las leyes de su ser; y se han pisoteado las leyes de la naturaleza. Hombres y mujeres despilfarran la fuerza nerviosa del cerebro, y la ponen en acción antinatural para satisfacer las pasiones bajas; y este monstruo odioso, la pasión baja y vil, recibe el nombre delicado de amor.”

El Decálogo son diez preceptos breves, pero abarcantes, basados en el principio del amor. Contiene cuatro Mandamientos que nos señalan de qué manera demostramos el amor a Dios y otros seis Mandamientos que nos señalan de qué manera obedecemos el amor a nuestro prójimo. Es pues el Decálogo la Ley Moral eterna e inmutable que incluye los deberes del hombre hacia a Dios y hacia sus semejantes.

PP pg. 312/3 (277.3) – “La ley no se proclamó en esa ocasión para beneficio exclusivo de los hebreos. Dios los honró haciéndolos guardianes y custodios de su ley; pero habían de tenerla como un santo legado para todo el mundo. Los preceptos del Decálogo se adaptan a toda la humanidad, y se dieron para la instrucción y el gobierno de todos. Son diez preceptos, breves, abarcantes, y autorizados, que incluyen los deberes del hombre hacia Dios y hacia sus semejantes; y todos se basan en el gran principio fundamental del amor. ‘Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo’ (Lucas 10:27); véase también Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18. En los diez mandamientos estos principios se expresan en detalle, y se presentan en forma aplicable a la condición y circunstancias del hombre.”

CS pg. 305/1 (266.1) – “En contestación al aserto de que a la muerte de Cristo quedaron abolidos los preceptos del Decálogo juntamente con los de la ley ceremonial, decía Wesley: ‘La ley moral contenida en los diez mandamientos y sancionada por los profetas, Cristo no la abolió. Al venir al mundo, no se propuso suprimir parte alguna de ella. Esta es una ley que jamás puede ser abolida, pues permanece firme como fiel testigo en los cielos… Existía desde el principio del mundo, habiendo sido escrita no en tablas de piedra sino en el corazón de todos los hijos de los hombres al salir de manos del Creador. Y no obstante estar ahora borradas en gran manera por el pecado las letras tiempo atrás escritas por el dedo de Dios, no pueden serlo del todo mientras tengamos conciencia alguna del bien y del mal. Cada parte de esta ley ha de seguir en vigor para toda la humanidad y por todos los siglos; porque no depende de ninguna consideración de tiempo ni de lugar ni de ninguna otra circunstancia sujeta a alteración, sino que depende de la naturaleza de Dios mismo, de la del hombre y de la invariable relación que existe entre uno y otro.

“‘No he venido para abrogar, sino a cumplir.’ … Sin duda quiere [el Señor] dar a entender en este pasaje—según se colige por el contexto—que vino a establecerla en su plenitud a despecho de cómo puedan interpretarla los hombres; que vino a aclarar plenamente lo que en ella pudiera haber de obscuro; vino para poner de manifiesto la verdad y la importancia de cada una de sus partes; para demostrar su longitud y su anchura, y la medida exacta de cada mandamiento que la ley contiene y al mismo tiempo la altura y la profundidad, la inapreciable pureza y la espiritualidad de ella en todas sus secciones.’—Wesley, sermón 25.”

Es ésta Ley Moral contra la cual se rebeló Lucifer en el cielo, y cuya inmutabilidad y perfección Cristo vino a reivindicar en esta tierra. Es ésta la única Ley que fue dada a nuestros primeros padres en el Edén, y es ésta la única Ley que seguirá vigente cuando Dios ponga fin al pecado para siempre.

Génesis 2:3 – “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.”

1JT pg. 371.1 – “La ley moral ordenaba la observancia del sábado, que no era una carga excepto cuando esa ley era transgredida y los hombres se veían sujetos a las penalidades que entrañaba su violación.”

DMJ pg. 47.2 – “La promesa del nuevo pacto es: ‘Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré’ (Hebreos 10:16). Mientras que con la muerte de Cristo iba a desaparecer el sistema de los símbolos que señalaban a Cristo como Cordero de Dios que iba a quitar el pecado del mundo, los principios de justicia expuestos en el Decálogo son tan inmutables como el trono eterno. No se ha suprimido un mandamiento, ni una jota o un tilde se ha cambiado. Estos principios que se comunicaron a los hombres en el paraíso como la ley suprema de la vida existirán sin sombra de cambio en el paraíso restaurado. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, la ley de amor dada por Dios será obedecida por todos debajo del sol.

“‘Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos’ (Salmos 119:89). ‘Fieles son todos sus mandamientos; afirmados eternamente y para siempre, hechos en verdad y en rectitud’ (Salmos 111:7-8). ‘Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, que para siempre los has establecido’ (Salmos 119:152).”

Nótese que en el párrafo anterior, al mencionar la ley de amor que será obedecida en la nueva tierra, la pluma inspirada menciona únicamente y específicamente al DECALOGO. La ley ceremonial, aquel “sistema de símbolos”, en cambio, ya con la muerte de Cristo desapareció para siempre jamás.

Es además la Ley Moral—el Decálogo—la única ley que puede definir qué es pecado: Quebrantar cualquiera de los Diez Mandamientos es pecado.

1 Juan 3:4 – “Todo aquel que comete pecado también infringe la ley, pues el pecado es infracción de la ley.”

Si no existiera esta Ley, entonces no podría haber nada que defina qué es pecado, y por lo tanto no podría existir el pecado. Sin ley no puede existir la infracción, ni la condenación, ni el castigo. Los seres creados tendríamos derecho a hacer cualquier cosa sin cometer pecado, Lucifer y su hueste no hubieran tenido motivo para ser expulsados del cielo, y ni nuestros primeros padres hubieran podido ser expulsados del Edén, si no hubiera habido una Ley que defina y condene el pecado.

Romanos 7:7 – “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.”

Es así que el apóstol Pablo cita al décimo mandamiento del Decálogo (Éxodo 20:17) para afirmar que si no existiera ésta Ley—el Decálogo, no tendríamos conocimiento del pecado. Pablo no menciona quebrantar la pascua o quebrantar algún rito clavado en la cruz para hablar acerca del conocimiento del pecado.

Vemos pues que el Decálogo es una expansión de los principios de “amar a Dios” y “amar al prójimo.” Asimismo, toda la Palabra de Dios es una expansión de aquellos diez principios, y es así que las Sagradas Escrituras nos ayudan a comprender las profundidades espirituales de la Ley Moral—del Decálogo.

Un ejemplo claro lo tenemos en las Palabras de nuestro Salvador:

Mateo 5:27-28 – “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”

Mientras que en Éxodo 20:14 tenemos el mandamiento: “No cometerás adulterio.” En Mateo 5:27-28 tenemos la profundidad abarcante del principio: “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”

Si Dios nos hubiera dado únicamente los Diez Mandamientos podríamos pensar que pecado es únicamente el acto consumado. Pero, gracias a la Palabra, podemos adquirir un mejor conocimiento y alcanzar una mejor comprensión de la espiritualidad de la Ley, y así también comprender que la Ley no condena únicamente los actos, sino también las miradas, los pensamientos, las intenciones, e inclusive el estado de ser y hasta la inclinación a cometer el pecado. Después de todo, el sólo hecho de mirar a una mujer para codiciarla es el resultado director de tener una inclinación al adulterio y a la fornicación—y esto es completamente condenable ante Dios y ante la Ley.

Hoy en día, lamentablemente, está de moda el vino de Babilonia de que la inclinación al pecado, no es pecado en sí. Pero la Ley moral claramente condena nuestra naturaleza pecaminosa, de lo contrario no necesitaríamos de la vida perfecta de Cristo—una vida perfecta desde su engendramiento SIN mancha de pecado, SIN inclinación al pecado (Lucas 1:35; Hebreos 7:26; 1 Pedro 1:19).

1MS pg. 248.1 – “La ley de Dios, tal como se presenta en las Escrituras, es amplia en sus requerimientos. Cada principio es santo, justo y bueno. La ley impone a los hombres obligaciones frente a Dios. Alcanza hasta los pensamientos y sentimientos, y producirá una convicción de pecado en todo el que esté persuadido de haber transgredido sus requerimientos. Si la ley abarcara sólo la conducta externa, los hombres no serían culpables de sus pensamientos, deseos y designios erróneos. Pero la ley requiere que el alma misma sea pura y la mente santa, que los pensamientos y sentimientos estén de acuerdo con la norma de amor y justicia.

“En sus enseñanzas, Cristo mostró cuán abarcantes son los principios de la ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de aquella ley cuyos principios permanecen para siempre como la gran norma de justicia: la norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran día, cuando el juez se siente y se abran los libros.”

Saulo de Tarso, al igual que todos los judíos de su época, tenía el concepto (que lamentablemente y de la misma manera tienen hoy en día muchos profesos cristianos) de que la Ley únicamente condena el acto (y que por lo tanto la inclinación al pecado no es pecado). Pero cuando Dios obró la maravillosa conversión de Saulo en Pablo, el apóstol Pablo pudo discernir el vasto alcance de la Ley Moral, y su estimación propia se redujo al polvo, y se reconoció a sí mismo pecador y bajo condenación.

Filipenses 3:4-6 – “Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.”

Romanos 7:7-12 – “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.”

CC pg. 29.3 (28/2) – “El apóstol Pablo dice que ‘en cuanto a justicia que haya en la ley,’ es decir, en lo referente a las obras externas, era ‘irreprensible’ (Filipenses 3:6), pero cuando discernió el carácter espiritual de la ley, se reconoció pecador. Juzgado por la letra de la ley como los hombres la aplican a la vida externa, él se había abstenido de pecar; pero cuando miró en la profundidad de los santos preceptos, y se vio como Dios le veía, se humilló profundamente y confesó así su culpabilidad: ‘Y yo aparte de la ley vivía en un tiempo: mas cuando vino el mandamiento, revivió el pecado, y yo morí’ (Romanos 7:9). Cuando vio la naturaleza espiritual de la ley, se le mostró el pecado en todo su horror, y su estimación propia se desvaneció.”

Saulo había sido enseñado por los maestros religiosos de su tiempo que la Ley sólo condenaba los actos. Por lo tanto, Saulo se había privado de cometer dichos actos y por lo tanto se consideraba justo, irreprensible (perfecto)—no pecador—un santo hijo de Dios. No importaba si tenía inclinación al pecado, con tal que no cometa el acto Saulo se creía perfecto—irreprensible. Pero Dios lavó sus ojos con colirio celestial para que él pudiera discernir las profundidades de la Ley Moral, y así Pablo comprendió que la Ley no condena únicamente el acto, y entonces se vio a sí mismo como Dios nos ve a todos nosotros—se vio a sí mismo imperfecto, pecador y bajo condenación.

Comentario Bíblico 7ª, pg. 297/2/4 – “Pablo dice que ‘en cuanto a la ley’—en lo que respecta a actos externos—era ‘irreprensible’; pero cuando discernió el carácter espiritual de la ley, cuando se miró en el santo espejo, se vio a sí mismo pecador. Juzgado por una norma humana, se había abstenido de pecado; pero cuando miró dentro de las profundidades de la ley de Dios, y se vio a sí mismo como Dios lo veía, se inclinó humildemente y confesó su culpa. No se apartó del espejo ni se olvidó qué clase de hombre era, sino que experimentó verdadero arrepentimiento ante Dios y tuvo fe en nuestro Señor Jesucristo. Fue lavado, fue limpiado.”

Romanos 12:3 – “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 298/1/1 – “El pecado entonces apareció en su verdadero horror, y desapareció su amor propio. Se volvió humilde. Ya no se atribuyó más bondad y mérito a sí mismo. Dejó de tener más alto concepto de sí mismo que el que debía tener, y atribuyó toda la gloria a Dios. No tuvo más ambición de grandezas. Dejó de desear venganza, y no fue más sensible al reproche, al desdén o al desprecio. No buscó más la unión con el mundo, posición social u honores. No derribó a otros para ensalzarse él. Se volvió manso, condescendiente, dócil, y humilde de corazón, porque había aprendido su lección en la escuela de Cristo.”

1 Timoteo 1:15 – “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.”

1MS pg. 251.1 – “Individualmente, necesitamos prestar atención a un ‘Así dice Jehová’, como nunca lo hemos hecho antes. Hay hombres que son desleales a Dios, que profanan su santo día de reposo, que quieren hallar dificultades en las declaraciones más sencillas de la Palabra, que pervierten el verdadero significado de las Escrituras y que, al mismo tiempo, hacen esfuerzos desesperados para armonizar su desobediencia con las Escrituras. Pero la Palabra condena tales prácticas, así como condenó a los escribas y fariseos en los días de Cristo. Necesitamos saber qué es verdad. ¿Lo haremos como lo hicieron los fariseos? ¿Nos apartaremos del más grande Maestro que el mundo jamás haya conocido, para volvernos a las tradiciones, máximas y dichos de los hombres?”

Es así que el primer propósito de la Ley de Dios es el de convencer de pecado, pues la Ley es un espejo santo que nos ayuda a discernir toda nuestra imperfección y todos nuestros defectos de carácter. La Ley pone al hombre en su verdadero lugar—lejos del pedestal, y mas bien al pie de la cruz de Cristo. Sin este concepto real y verdadero de la condición humana, y sin esta correcta convicción de pecado, como la que tuvo el apóstol Pablo, es imposible dar el primer paso hacia una verdadera conversión como aquella que experimentó el apóstol de los gentiles. Es imposible que yo tenga una verdadera necesidad de Cristo, si en el fondo creo que puedo llegar a ser perfecto en mí mismo, y que puedo llegar a ser aceptado en mi mismo por mi propia justicia y a pesar de mi naturaleza depravada con inclinación al mal.

Hebreos 4:12 – “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

CS pg. 521/1 (460.4) – “El primer paso hacia la reconciliación con Dios, es la convicción del pecado. ‘El pecado es transgresión de la ley’ (1 Juan 3:4). ‘Por la ley es el conocimiento del pecado’ (Romanos 3:20). Para reconocer su culpabilidad, el pecador debe medir su carácter por la gran norma de justicia que Dios dio al hombre. Es un espejo que le muestra la imagen de un carácter perfecto y justo, y le permite discernir los defectos de su propio carácter.”

CS pg. 522/1 (462.1) – “‘La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma’ (Salmos 19:7). Sin la ley, los hombres no pueden formarse un justo concepto de la pureza y santidad de Dios ni de su propia culpabilidad e impureza. No tienen verdadera convicción del pecado, y no sienten necesidad de arrepentirse. Como no ven su condición perdida como violadores de la ley de Dios, no se dan cuenta tampoco de la necesidad que tienen de la sangre expiatoria de Cristo. Aceptan la esperanza de salvación sin que se realice un cambio radical en su corazón ni reforma en su vida. Así abundan las conversiones superficiales, y multitudes se unen a la iglesia sin haberse unido jamás con Cristo.”

HC pg. 298.2 – “En esta era de degeneración se encontrarán muchos que están tan ciegos con respecto a la gravedad del pecado que prefieren una vida licenciosa porque se aviene con la inclinación perversa del corazón natural.”

1MS pg. 300.1 – “No debemos tener dudas en cuanto a la perfección impecable de la naturaleza humana de Cristo.”

3MS pg. 147.2 – “Cristo no poseía la misma deslealtad pecaminosa, corrupta y caída que nosotros poseemos, pues entonces él no podría haber sido una ofrenda perfecta.”

CC pg. 62.2 – “Antes que Adán cayese le era posible desarrollar un carácter justo por la obediencia a la ley de Dios. Mas no lo hizo, y por su caída tenemos una naturaleza pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa.”

 

La Ley Temporal, Sombra y Figura de Cristo

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.”

(Génesis 3:6)

Dios creó al primer Adán perfecto—sin inclinación al pecado (de lo contrario todo lo que Dios creó no habría sido “bueno en gran manera” – Génesis 1:31). Pero Adán y Eva eran agentes libres, no eran autómatas, y ejercieron su libre albedrió y decidieron libre y voluntariamente desobedecer a Dios.

EJ pg. 18.4 – “El hombre no podía pagar la culpa del hombre. Su condición pecaminosa y caída lo había constituido en una ofrenda imperfecta, un sacrificio expiatorio de menos valor que Adán antes de su caída. Dios hizo al hombre perfecto y recto, y después de la transgresión ningún sacrificio podía ser aceptable para Dios en favor del ser humano, a menos que el valor de la ofrenda fuera superior al del hombre como era éste cuando se encontraba en su estado de perfección e inocencia.”

MGD pg. 344.3 – “Dios hizo a Adán de acuerdo con su propio carácter, puro y recto. No había principios corruptos en el primer Adán, no había propensiones corruptas o tendencias al mal. Adán era tan intachable como los ángeles que están delante del trono de Dios. Estas cosas son inexplicables, pero muchas cosas que no podemos entender ahora resultarán claras cuando veamos como somos vistos y conozcamos como somos conocidos.”

Luego de que Adán y Eva pecaron, el Decálogo no fue cambiado ni mucho menos abrogado. Como consecuencia de su pecado, el hombre Adán sufrió un cambió en su naturaleza: sus dones naturales se depravaron y sus dones sobrenaturales (Gálatas 5:22-23) fueron privados, todo en un abrir y cerrar de ojos. Por lo tanto, el hombre ya no podía satisfacer en sí mismo los requerimientos de la Ley de Dios para poder ser justificado o aceptado ante Dios y ante la Ley.

Las demandas de la Ley para que el hombre sea aceptado:

  • Obediencia perfecta y perpetua a la Ley (Romanos 2:13; Salmos 15:1-4).
  • Carácter perfecto (Mateo 5:48).
  • Vida justa (Levítico 18:5; Gálatas 3:12).
  • Naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16; Levítico 20:7).

DTG pg. 710.3 – “La ley requiere justicia, una vida justa, un carácter perfecto; y esto no lo tenía el hombre para darlo. No puede satisfacer los requerimientos de la santa ley de Dios. Pero Cristo, viniendo a la tierra como hombre, vivió una vida santa y desarrolló un carácter perfecto. Ofrece éstos como don gratuito a todos los que quieran recibirlos. Su vida reemplaza la vida de los hombres. Así tienen remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios. Más que esto, Cristo imparte a los hombres atributos de Dios. Edifica el carácter humano a la semejanza del carácter divino y produce una hermosa obra espiritualmente fuerte y bella. Así la misma justicia de la ley se cumple en el que cree en Cristo. Dios puede ser ‘justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús’ (Romanos 3:26).”

Debido a que, por consecuencia de su pecado, la naturaleza del hombre Adán se pervirtió con mancha de pecado (es corruptible, con tendencia al pecado), el hombre ya no puede satisfacer en sí mismo la demanda de 1 Pedro 1:15-16. Y como también por consecuencia de su pecado, el hombre perdió todos sus dones espirituales de Gálatas 5:22-23—entre ellos el principio del amor—ya no puede satisfacer en sí mismo la demanda de Romanos 2:13—obediencia perfecta y perpetua a la Ley, pues sin tener capacidad natural para amar es imposible obedecer la Ley (Romanos 13:10).

CC pg. 17.1 – “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial. El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre.”

CC pg. 18.1 – “Es imposible que escapemos por nosotros mismos del hoyo de pecado en el que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo, y no lo podemos cambiar. ‘¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno’ (Job 14:4). ‘El ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar’ (Romanos 8:7). La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera, pero no tienen poder para salvarnos. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo alto, antes que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Únicamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraer ésta a Dios, a la santidad.

“El Salvador dijo: ‘A menos que el hombre naciere de nuevo,’ a menos que reciba un corazón nuevo, nuevos deseos, designios y móviles que lo guíen a una nueva vida, ‘no puede ver el reino de Dios’ (Juan 3:3). La idea de que lo único necesario es que se desarrolle lo bueno que existe en el hombre por naturaleza, es un engaño fatal. ‘El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernen espiritualmente’ (Corintios 2:14). ‘No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo’ (Juan 3:7). De Cristo está escrito: ‘En él estaba la vida; y la vida era la luz de los hombres’ (Juan 1:4), el único “nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos’ (Hechos 4:12).

Como el hombre ya no puede satisfacer en sí mismo las demandas de la Ley, entonces la Ley tiene motivo para condenar al hombre:

La condenación de la Ley:

  • La muerte segunda o eterna (Romanos 6:23; Ezequiel 18:4; Apocalipsis 21:8).
  • Que sea como si nunca hubiera existido (Abdías 1:16; Salmos 37:10).

 

El Plan de Satanás

HR pg. 28.1 – “Los seguidores de Satanás salieron a su encuentro, y él se levantó, asumiendo un aire arrogante, y les informó acerca de sus planes para apartar de Dios al noble Adán y a su compañera Eva. Si de alguna manera podía inducirlos a desobedecer, Dios haría algo para perdonarlos; entonces él y todos los ángeles caídos dispondrían de una buena oportunidad para compartir con ellos la misericordia de Dios.”

Satanás sabe que el carácter de Dios es justo y misericordioso al mismo tiempo (Salmos 116:5; Éxodo 34:5-7). Por lo tanto, Satanás ideó un plan basado en una parte del carácter perfecto de Dios: un plan basado en la MISERICORDIA de Dios.

Satanás planeó lo siguiente: Como Dios es misericordioso, va a perdonar a Adán en sí mismo. Es decir, Satanás pensó que Dios iba a mirar directamente al hombre caído para perdonarlo. Entonces Satanás dedujo lo siguiente: si Dios perdona al transgresor Adán en sí mismo, Satanás y todos los ángeles caídos podrían reclamar su derecho a ser perdonados también, y así compartir la misericordia de Dios.

El plan de Satanás deja en claro el hecho de que la ley ceremonial con sus fiestas y sábados ceremoniales, con su sistema de símbolos y sacrificios, era TOTALMENTE DESCONOCIDA HASTA la caída de Adán y Eva. Si nuestros primeros padres hubieran tenido conocimiento del rito de la pascua, por ejemplo, entonces la advertencia divina de: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17) no hubiera tenido ningún efecto en Adán, quien bien pudiera haber pensado: “¡Yo no moriré! ¡Mas bien, ciertamente Cristo morirá!” Pero Adán y Eva no tenían conocimiento del plan de redención ANTES de su transgresión, a pesar de que muchos maestros judaizantes se afanen en usar traducciones y filosofías rebuscadas para impartir su vino de Babilonia. La falsa doctrina de que Adán y Eva conocían las fiestas y los sábados ceremoniales en el Edén, por muy sofisticada que sea, no sólo es anti-bíblica, sino que también es absurda, pues hecha por tierra la consistencia del relato bíblico de los libros de Génesis y del Éxodo.

Cabe mencionar que, de igual manera, si Satanás hubiera conocido la pascua, con su fiesta de panes sin levadura, en su gran astucia hubiera tenido en claro cuál era el plan de redención que Dios tenía esquematizado en caso de que el hombre Adán cayera en el pecado, y por lo tanto hubiera tenido bien claro que Adán no iba a ser perdonado en sí mismo, sino en virtud de un sustituto en la vida, un garante y sustituto en la muerte, y gracias a un mediador. Pero ni Lucifer, ni ningún otro ser creado tenía conocimiento alguno de la ley ceremonial, ni del plan de redención que Dios había trazado desde las edades eternas, pues Lucifer ni ningún ángel tenía derecho a conocer los planes de Dios—y justamente este hecho fue el causante de la envidia y los celos de Lucifer para con el Hijo de Dios: Ni Lucifer, ni ningún otro ser creado, participaba en los concilios de Dios.

PP pg. 15/1 (14.3) – “Los ángeles reconocieron gozosamente la supremacía de Cristo, y postrándose ante él, le rindieron su amor y adoración. Lucifer se postró con ellos, pero en su corazón se libraba un extraño y feroz conflicto. La verdad, la justicia y la lealtad luchaban contra los celos y la envidia. La influencia de los santos ángeles pareció por algún tiempo arrastrarlo con ellos. Mientras en melodiosos acentos se elevaban himnos de alabanza cantados por millares de alegres voces, el espíritu del mal parecía vencido; indecible amor conmovía su ser entero; al igual que los inmaculados adoradores, su alma se hinchió de amor hacia el Padre y el Hijo. Pero luego se llenó del orgullo de su propia gloria. Volvió a su deseo de supremacía, y nuevamente dio cabida a su envidia hacia Cristo. Los altos honores conferidos a Lucifer no fueron justipreciados como dádiva especial de Dios, y por lo tanto, no produjeron gratitud alguna hacia su Creador. Se jactaba de su esplendor y elevado puesto, y aspiraba a ser igual a Dios. La hueste celestial le amaba y reverenciaba, los ángeles se deleitaban en cumplir sus órdenes, y estaba dotado de más sabiduría y gloria que todos ellos. Sin embargo, el Hijo de Dios ocupaba una posición más exaltada que él. Era igual al Padre en poder y autoridad. El compartía los designios del Padre, mientras que Lucifer no participaba en los concilios de Dios. ¿‘Por qué—se preguntaba el poderoso ángel—debe Cristo tener la supremacía? ¿Por qué se le honra más que a mí?’”

En el plan de Satanás, el hombre caído Adán iba a ser la CAUSA del perdón. Dios iba a mirar directamente a Adán mismo para que éste sea perdonado. En este plan satánico NO HAY CRISTO, es decir: a Satanás ni se le pasó por la imaginación un perdón en base a un Garante y Sustituto—que es Cristo y no Adán mismo. Y ese fue su grande y jactancioso error. Ese plan no funcionó porque Lucifer se había levantado contra Cristo mismo.

Después de que Satanás lograra hacer caer a Adán y a Eva en el pecado (Génesis 3:1-6), Dios tuvo una reunión con Cristo en la cual se decidió poner en marcha el plan de redención—el evangelio eterno (Apocalipsis 14:6)—que había sido trazado desde la eternidad (Romanos 16:25) en caso de que el hombre cayera en el pecado. Es entonces que ese plan de redención, con su sistema de ofrendas y sacrificios, RECIEN es dado a conocer—primeramente a los ángeles—y posteriormente a Adán y a Eva.

PP pg. 48/3 (43.3) – “Cristo intercedió ante el Padre en favor del pecador, mientras la hueste celestial esperaba los resultados con tan intenso interés que la palabra no puede expresarlo. Mucho tiempo duró aquella misteriosa conversación, el ‘consejo de paz’ (Zacarías 6:13) en favor del hombre caído. El plan de la salvación había sido concebido antes de la creación del mundo; pues Cristo es ‘el Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo’ (Apocalipsis 13:8). Sin embargo, fue una lucha, aun para el mismo Rey del universo, entregar a su Hijo a la muerte por la raza culpable. Pero, ‘de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16). ¡Oh, el misterio de la redención! ¡El amor de Dios hacia un mundo que no le amaba! ¿Quién puede comprender la profundidad de ese amor ‘que excede a todo conocimiento’? Al través de los siglos sin fin, las mentes inmortales, tratando de entender el misterio de ese incomprensible amor, se maravillarán y adorarán a Dios.”

PlanSatanasPlanDios

PE pg. 149.2 – “El cielo se entristeció al comprender que el hombre estaba perdido y que el mundo creado por Dios iba a poblarse de mortales condenados a la miseria, la enfermedad y la muerte, sin remisión para el ofensor. Toda la familia de Adán debía morir. Vi al amable Jesús y contemplé una expresión de simpatía y tristeza en su semblante. Luego lo vi acercarse a la deslumbradora luz que envolvía al Padre. El ángel que me acompañaba dijo: ‘Está en íntimo coloquio con su Padre.’ La ansiedad de los ángeles parecía muy viva mientras Jesús estaba conversando con su Padre. Tres veces quedó envuelto por la esplendente luz que rodeaba al Padre. La tercera vez salió de junto al Padre, y fue posible ver su persona. Su semblante era tranquilo, exento de perplejidad y duda, y resplandecía de amor y benevolencia inefables. Dijo entonces a los ángeles que se había hallado un medio para salvar al hombre perdido; que había estado intercediendo con su Padre, y había ofrecido dar su vida como rescate y cargar él mismo con la sentencia de muerte, a fin de que por su intervención pudiesen los hombres encontrar perdón; para que por los méritos de la sangre y la obediencia de él a la ley de Dios, ellos obtuviesen el favor del Padre y volviesen al hermoso huerto para comer del fruto del árbol de vida.”

“El cielo se entristeció al comprender que el hombre estaba perdido” – cómo podía entristecerse el cielo entero al comprender que el hombre estaba perdido, si hubiera tenido conocimiento de la pascua, de la fiesta de los panes sin levadura, la fiesta del pentecostés y la fiesta de las cabañas? Clara y evidentemente, la falsa teoría de que las fiestas y los sábados ceremoniales eran conocidos antes de la caída echa por tierra no sólo el relato bíblico, sino también al espíritu de profecía. Pero esta falsa teoría es también un atentado gravísimo contra la razón pura y el sentido común, pues no tiene lógica que la ley ceremonial pudiera haber sido dada a conocer a los ángeles y a nuestros primeros padres antes de su terrible transgresión. Pero la Palabra de Dios es contundente. El plan de redención estaba oculto desde tiempos eternos:

Romanos 16:25 – “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos.”

PP pg. 49/2 (44.3) – “El único plan que podía asegurar la salvación del hombre afectaba a todo el cielo en su infinito sacrificio. Los ángeles no podían regocijarse mientras Cristo les explicaba el plan de redención, pues veían que la salvación del hombre iba a costar indecible angustia a su amado Jefe.”

Después de que ese plan que había estado oculto desde tiempos eternos y que había sido trazado desde la eternidad por Dios, es dado a conocer a los ángeles, finalmente es dado a conocer al hombre caído (Génesis 3:15).

¡Vaya chasco que debe haberse llevado Satanás! Pues él también sostenía que, si Dios es verdaderamente justo, el pecado debe ser castigado; y si Dios remitía el castigo del pecado de Adán y Eva, entonces no era un Dios de verdad y de justicia.

Efectivamente, como Dios es justo, tiene que ejecutar la sentencia de muerte segunda o eterna que pesa sobre Adán y su descendencia (Apocalipsis 20:9). Pero al darse a conocer el plan de la salvación, Dios—por su inherente misericordia—va a aceptar una muerte de carácter sustitutivo: Cristo mismo va a cargar con la sentencia de muerte segunda, y así va a pagar la deuda impagable del hombre, una deuda que ningún ángel hubiera podido pagar, porque los ángeles están bajo el yugo de la Ley de Dios. En cambio, Cristo—el Hijo de Dios—por ser Dios, no está bajo el yugo de la Ley. Esto estaba simbolizado por la vaca bermeja del ritual simbólico (Números 19:1-10; Hebreos 13:11-13).

1JT pg. 483.2 – “Esta vaquillona debía ser roja, símbolo de la sangre. Debía ser sin mancha ni defecto y no debía haber llevado nunca el yugo. En esto también prefiguraba a Cristo. El Hijo de Dios vino voluntariamente a realizar la obra de la expiación. No pesó sobre él ningún yugo obligatorio; porque era independiente y superior a toda ley. Los ángeles, como inteligentes mensajeros de Dios, estaban bajo el yugo de la obligación; ningún sacrificio personal de ellos podía expiar la culpabilidad del hombre caído. Únicamente Cristo estaba libre de las exigencias de la ley para emprender la redención de la especie pecaminosa. Tenía poder para deponer su vida y para volverla a tomar. ‘El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios’ (Filipenses 2:6).”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 346/2/3-4 – “El Hijo de Dios vino voluntariamente para llevar a cabo la obra de la expiación. No había un yugo obligatorio sobre él, pues era independiente de toda ley y estaba sobre ella.” “Sólo Cristo estaba libre de las exigencias de la ley para emprender el plan de la redención de la raza pecadora.”

PE pg. 150.1 – “Los ángeles se prosternaron ante él. Ofrecieron sus vidas. Jesús les dijo que con su muerte salvaría a muchos, pero que la vida de un ángel no podría pagar la deuda (porque los ángeles están bajo el yugo—Ley—de obligación). Sólo su vida podía aceptar el Padre por rescate del hombre. También les dijo que ellos tendrían una parte que cumplir: estar con él, y fortalecerlo en varias ocasiones; que tomaría la naturaleza caída del hombre, y su fortaleza no equivaldría siquiera a la de ellos; que presenciarían su humillación y sus acerbos sufrimientos; y que cuando vieran sus padecimientos y el odio de los hombres hacia él se estremecerían con profundísimas emociones, y que por lo mucho que le amaban iban a querer rescatarlo y librarlo de sus verdugos; pero que de ningún modo deberían intervenir entonces para evitar nada de lo que presenciasen; que desempeñarían una parte en su resurrección; que el plan de salvación estaba ya trazado y que su Padre lo había aprobado.”

Además de perdonar al hombre caído EN CRISTO y no en el hombre Adán mismo, el Padre aceptaría la vida de obediencia perfecta y perpetua a la Ley que Cristo desarrollaría al venir a la tierra como hombre, debido a que el hombre—como resultado de su transgresión—había quedado totalmente incapacitado para obedecer y para poder llegar a ser aceptado nuevamente por Dios en sí mismo, ya que debido a la desobediencia Adán, el hombre perdió la capacidad para amar y su naturaleza se había depravado. Adán había quedado completamente separado de Dios (Isaías 59:2), pero Cristo iba a ser la puerta, la escalera, el mediador que lo volvería a conectar con su Creador. Cristo sería engendrado por el Espíritu Santo (Lucas 1:35) para así llevar la degeneración de la naturaleza pecaminosa humana, pero no la depravación: en la naturaleza humana de Cristo no hubo corrupción, ni mancha de pecado, ni la inclinación al pecado—pues de lo contrario no podría haber desarrollado todo una VIDA PERFECTA desde su engendramiento hasta su muerte en la cruz.

Filipenses 2:8 – “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

Muchos falsos maestros enseñan que si la naturaleza humana de Cristo no tuvo inclinación al pecado, entonces no puede ser nuestro ejemplo para obedecer la Ley de Dios, pues tendría un supuesto “poder” que nosotros no poseemos. Esta teoría es simplemente ilógica, pues Adán antes del pecado no tenía inclinación al pecado, y ningún “poder” pudo evitar que cayera en la tentación de Satanás. Además, Cristo no vino a este mundo simplemente para ser nuestro “ejemplo”—Cristo vino primeramente para ser nuestro SUSTITUTO EN LA VIDA—debía desarrollar TODA UNA VIDA PERFECTA que sustituya nuestra vida imperfecta. Cristo vino a demostrar que aquel ser perfecto que salió de las manos del Creador—el primer Adán—sí estaba completamente capacitado para obedecer, pero haciendo uso de su libre albedrió desobedeció—no porque fue creado con inclinación al pecado, sino porque era un ser libre capaz de tomar sus propias decisiones. Lamentablemente, tomó la decisión equivocada.

ECL pg. 71.3 – “Cristo se ha entregado para ser nuestro sustituto y garantía y no descuida a nadie. Hay una reserva inacabable de perfecta obediencia que proviene de su obediencia. Sus méritos, su abnegación y sacrificio propio están atesorados en el cielo como incienso para ser ofrecidos con las oraciones de su pueblo. A medida que las oraciones humildes y sinceras del pecador ascienden al trono de Dios, Cristo mezcla con ellas los méritos de su vida de perfecta obediencia. Nuestras oraciones reciben la fragancia de este incienso.”

¡Qué golpe bajo que debió haber sido para Satanás tener que escuchar la revelación del plan de redención! Que Dios acepte y perdone al hombre caído EN CRISTO, aquel contra quien Satanás se reveló en el cielo, debió haber sido algo completamente humillante y desgarrador para Satanás cuando lo escuchó por primera vez. ¡Vaya chasco que se debió haber llevado!

PP pg. 48/2 (43.2) – “La quebrantada ley de Dios exigía la vida del pecador. En todo el universo sólo existía uno que podía satisfacer sus exigencias en lugar del hombre. Puesto que la ley divina es tan sagrada como el mismo Dios, sólo uno igual a Dios podría expiar su transgresión. Ninguno sino Cristo podía salvar al hombre de la maldición de la ley, y colocarlo otra vez en armonía con el Cielo. Cristo cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que era algo tan abominable a los ojos de Dios que iba a separar al Padre y su Hijo. Cristo descendería a la profundidad de la desgracia para rescatar la raza caída.”

El Inicio de la Ley Ceremonial o Ritual Simbólico

Génesis 3:15 – “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”

Después que nuestros primeros padres pecaron, recién entonces se estableció una nueva ley—una ley ceremonial—que sería una ley temporal, una ley que tuvo un principio y que debía tener de igual manera un final. Si Adán y Eva no hubieran transgredido la Ley Moral de Dios, entonces no hubiese sido nunca y bajo ninguna circunstancia necesario instituir esa ley ceremonial, y ni los ángeles, ni los demás seres creados hubiesen llegado a conocer el ritual simbólico. Si Adán y Eva no hubiesen cedido a la tentación de Satanás, ese plan oculto desde los tiempos eternos hubiera permanecido oculto para siempre para todos los seres creados.

Oseas 2:11 – “Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades.”

PP pg. 378/1 (333.1) – “Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus corazones. Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron sacrificios que dirigían sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo como supremo sacrificio. Si nunca se hubiera violado la ley de Dios, no habría habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacrificios.”

En el Comentario Bíblico 7A página 36, luego de hablar de la preexistencia de la ley eterna e inmutable (los Diez Mandamientos) que ya leímos anteriormente, en la segunda columna comienza a hablar de la ley ceremonial, y la pluma inspirada especifica claramente que dicha ley ceremonial fue instituida después de la caída de Adán y Eva. Aquí se nota el claro contraste entre estos dos sistemas: uno preexistente, inmutable y eterno; y otro ulterior, mutable y temporal.

Dos leyes diferentes
Diferencias entre la ley moral y la ley ceremonial

Comentario Bíblico 7ª pg. 36/2/1 – “La ley de Dios existía de la creación del hombre o, de lo contrario, Adán no podría haber pecado. Después de la transgresión de Adán, los principios de la ley no fueron cambiados sino exactamente arreglados y expresados para adaptarlos al hombre en su condición caída. Cristo, en consejo con su Padre, instituyó el sistema ceremonial de sacrificios, para que la pena de muerte en vez de caer inmediatamente sobre el transgresor fuera transferida a una víctima que debería prefigurar la ofrenda admirable y perfecta del Hijo de Dios.”

1MS pg. 270.3 – “Si Adán no hubiera transgredido la ley de Dios, la ley ceremonial nunca hubiera sido instituida. El Evangelio de las buenas nuevas fue dado primero a Adán cuando se le declaró que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente. Y esto fue transmitido a través de generaciones sucesivas a Noé, Abrahán y Moisés. El conocimiento de la ley de Dios y del plan de salvación fueron impartidos a Adán y Eva por Cristo mismo. Ellos atesoraron cuidadosamente la importante lección y la transmitieron verbalmente a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Así fue preservado el conocimiento de la ley de Dios.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 317 – Hebreos 8:5 – Las ceremonias de la ley judía son proféticas – “El Evangelio de Cristo proyecta gloria sobre la era judía; proyecta luz sobre todo el sistema judaico y da significado a la ley ceremonial. El tabernáculo o templo de Dios en la tierra era un modelo tomado del original del cielo. Todas las ceremonias de la ley judaica eran proféticas, simbolizaban misterios del plan de redención.”

Fue únicamente después de la transgresión de nuestros primeros padres que los ángeles llegaron a conocer el plan de redención y entonces ellos recién pudieron explicarlo a nuestros primeros padres. Lo cual deja bastante claro que no existía ley ceremonial (ni fiestas, ni sábados ceremoniales) antes de la caída.

PP pg. 52/1 – “Los ángeles celestiales explicaron más completamente a nuestros primeros padres el plan que había sido concebido para su redención. Se les aseguró a Adán y a su compañera que a pesar de su gran pecado, no se les abandonaría a merced de Satanás. El Hijo de Dios había ofrecido expiar, con su propia vida, la transgresión de ellos. Se les otorgaría un tiempo de gracia y, mediante el arrepentimiento y la fe en Cristo, podrían llegar a ser de nuevo hijos de Dios.”

El altar del sacrifico y el cordero

Gracias al relato bíblico podemos aprender que, en un principio, la ley ceremonial o ritual simbólico era bastante sencilla: sólo requería de un altar para los sacrificios. No había ni fiestas, ni sábados ceremoniales, ni santuario terrenal, ni sacerdocio levita, ni circuncisión, ni ninguno de los estatutos que fueron agregados miles de años después y por causa de la necedad, inclinación, y rebeldía natural de los hombres contra la LEY MORAL de Dios—el Decálogo.

Génesis 4:3-5 – “Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda. Mas no miró propicio a Caín y a la ofrenda suya.”

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Caín se presenta con su propia justicia (justificación por obras). Mientras que Abel se presenta ante Dios con el sustituto que representa a Cristo (justificación por la fe).

1MS pg. 271.1 – “En aquellos días, los hombres vivían cerca de mil años, y los ángeles los visitaban con instrucciones directas de Cristo. Se estableció el culto de Dios mediante ofrendas y sacrificios, y los que temían a Dios reconocían sus pecados delante de él y miraban hacia el futuro con gratitud y santa confianza en la venida de la Estrella matutina, que guiaría a los caídos hijos de Adán hacia el cielo mediante el arrepentimiento ante Dios y la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Así se predicaba el Evangelio en cada sacrificio y las obras de los creyentes revelaban continuamente su fe en un Salvador venidero. Jesús dijo a los judíos: ‘Si creyeseis a Moisés, me creerías a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?’ (Juan 5:46, 47).”

Mientras que los maestros judaizantes necesitan de filosofías complicadas y de traducciones e interpretaciones forzadas de palabras hebreas como Moed para adoctrinar a las personas con el vino de Babilonia de que las fiestas y sábados ceremoniales existían antes de la caída, la Palabra de Dios es sencilla y eficaz para mostrarnos que en sus inicios la ley ceremonial sólo contaba con un altar de sacrificio. El cordero debía ser al mismo tiempo ofrenda perfecta y al mismo tiempo debía ser sacrificio—pues simbolizaba a Cristo—a su obediencia perfecta y a su sacrificio en la cruz—y no existían fechas especiales, ni fiestas, ni santas convocaciones para dar satisfacción a este estatuto, sino que debía hacerse diariamente sin importar la fecha.

DTG pg. 36.2 – “La presencia visible de Dios se había apartado del santuario, mas en el niño de Belén estaba velada la gloria ante la cual los ángeles se postran. Este niño inconsciente era la Simiente prometida, señalada por el primer altar erigido ante la puerta del Edén. Era Shiloh, el pacificador. Era Aquel que se presentara a Moisés como el YO SOY. Era Aquel que, en la columna de nube y de fuego, había guiado a Israel. Era Aquel, que de antiguo predijeran los videntes. Era el Deseado de todas las gentes, la Raíz, la Posteridad de David, la brillante Estrella de la Mañana. El nombre de aquel niñito impotente, inscrito en el registro de Israel como Hermano nuestro, era la esperanza de la humanidad caída.”

Por mucho tiempo, los primeros descendientes de Adán y Eva armaban sus altares a la puerta del Edén, que se hallaba custodiado por querubines. Allí iban Adán y sus hijos a adorar a Dios, sin una fecha y mes específicos, sino diariamente.

PP pg. 46/4 (41.3) – “El huerto del Edén permaneció en la tierra mucho tiempo después que el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos. Véase Génesis 4:16. Durante mucho tiempo después, se le permitió a la raza caída contemplar de lejos el hogar de la inocencia, cuya entrada estaba vedada por los vigilantes ángeles. En la puerta del paraíso, custodiada por querubines, se revelaba la gloria divina (Éxodo 25:22; Salmos 80:1; Isaías 37:16). Allí iban Adán y sus hijos a adorar a Dios. Allí renovaban sus votos de obediencia a aquella ley cuya transgresión los había arrojado del Edén. Cuando la ola de iniquidad cubrió al mundo, y la maldad de los hombres trajo su destrucción por medio del diluvio, la mano que había plantado el Edén lo quitó de la tierra.”

Después del diluvio, el primer acto de Noé fue el de construir un altar y ofrecer un sacrificio de animales limpios. Este sacrificio tampoco fue realizado en una fecha o mes específico, pues el ritual simbólico no tenía todavía ninguna fiesta ni ceremonia con fechas específicas. Esta es la verdad y la realidad que nos revela el relato bíblico, y no hay por qué pervertir las Escrituras agregando cosas que no están escritas.

PP pg. 95/4 (84.1) – “Finalmente descendió un ángel del cielo, abrió la maciza puerta y mandó al patriarca y a su familia que saliesen a tierra, y llevasen consigo todo ser viviente. En su regocijo por verse libre, Noé no se olvidó de Aquel en virtud de cuyo misericordioso cuidado habían sido protegidos. Su primer acto después de salir del arca fue construir un altar y ofrecer un sacrificio de toda clase de bestias y aves limpias, con lo que manifestó su gratitud hacia Dios por su liberación, y su fe en Cristo, el gran sacrificio. Esta ofrenda agradó al Señor y de esto se derivó una bendición, no sólo para el patriarca y su familia, sino también para todos los que habrían de vivir en la tierra. ‘Y percibió Jehová olor de suavidad; y dijo Jehová en su corazón: No tornaré más a maldecir la tierra por causa del hombre…. Todavía serán todos los tiempos de la tierra; la sementera y la siega, y el frío y calor, verano e invierno, y día y noche, no cesarán’ (Génesis 8:21-22).”

Los patriarcas realizaban sacrificios diariamente, y dos veces al día: tenían un servicio matutino y otro vespertino. Abraham hacía este servicio diario, y su ejemplo es una evidencia bíblica de que el ritual simbólico no dependía de fechas especiales, sino que se realizaba diariamente y sólo requería de un altar de sacrificio. Así  es como este simple ritual simbólico fue pasado de generación en generación desde Adán, hasta Noé, hasta Abraham, e igualmente Abraham instruyó a su descendencia para que obrasen de la misma manera en cuanto se refiere a la ley ceremonial.

PP pg. 121/1 (106.3) – “Abrahán, el “amigo de Dios” (Santiago 2:23), nos dio un digno ejemplo. Fue la suya una vida de oración. Dondequiera que establecía su campamento, muy cerca de él también levantaba su altar, y llamaba a todos los que le acompañaban al sacrificio matutino y vespertino. Cuando retiraba su tienda, el altar permanecía allí. En los años subsiguientes, hubo entre los errantes cananeos algunos que habían sido instruidos por Abrahán; y siempre que uno de ellos llegaba al altar, sabía quién había estado allí antes que él; y después de levantar su tienda, reparaba el altar y allí adoraba al Dios viviente.”

¿Con qué propósito estableció Dios la ley ceremonial luego de la entrada del pecado en el mundo?

Como hemos podido apreciar, en un primer lugar, el propósito por el cual Dios mandó a Adán y a su descendencia a armar un altar para sacrificar a un animal limpio era para que por medio del símbolo el hombre pudiera comprender que:

  1. La paga del pecado es la muerte segunda.
  2. Y que un inocente iba a pagar la deuda impagable de la raza humana.

Con cada sacrificio el hombre debía comprender que era él mismo quien debía morir, y que—sin embargo—su pecado iba a condenar a muerte a otro—a un Inocente que nunca cometió pecado alguno. Con cada sacrificio el hombre debía mirar por la fe a un Redentor en lo por venir, pues: “En los sacrificios ofrecidos en cada altar se veía al Redentor” (CES 24.4).

1MS pg. 134.3 – “En su sabiduría, Cristo dio a su iglesia, en su infancia, un sistema de sacrificios y ofrendas de las cuales él mismo era el fundamento y mediante las cuales se prefiguraba su muerte. Cada sacrificio lo indicaba como el Cordero muerto desde la fundación del mundo, para que todos pudieran comprender que la paga del pecado es muerte. En él no había pecado, y sin embargo murió por nuestros pecados.”

Pero no bastaba la muerte del animal sustituto. El animal a sacrificar debía ser también perfecto. Esto debía enseñar al hombre caído que en sí mismo no era capaz de volver a ser perfecto, pero que la demanda de perfección y de que el hombre sea sin mancha ni contaminación (no tenga ni siquiera inclinación al mal), ya no podía ser satisfecha a menos que un Segundo o Postrer Adán pudiera venir a la tierra (1 Corintios 15:45)—y no siendo engendrado de la carne sino por el Dios mismo—pudiera ser engendrado sin mancha, sin contaminación, y así vivir una vida perfecta que sustituya la vida imperfecta del hombre caído. El hecho de que Dios aceptaba la perfección del animal—en lugar de la imperfección del hombre—debía enseñar al hombre caído que—en su gran misericordia—Dios acepta la perfección de Cristo en lugar de la imperfección del hombre. Lamentablemente, como por naturaleza odiamos a Dios y odiamos a Cristo, cuando un falso maestro viene a predicar que podemos llegar a ser perfectos en nosotros mismos para pasar el juicio—este vino de Babilonia nos alegra de sobremanera, porque así—pensamos—podemos ser salvos sin necesidad de Cristo… ¡Salvación por obras! Y como Caín, queremos presentarnos sin un Sustituto ante Dios. Y ya sabemos cuál fue el resultado de Caín… ¿no es verdad?

PP pg. 60/3 (53.3) – “La clase de adoradores que sigue el ejemplo de Caín abarca la mayor parte del mundo; pues casi todas las religiones falsas se basan en el mismo principio, a saber que el hombre puede depender de sus propios esfuerzos para salvarse.”

Pero era también el propósito de la ley temporal ceremonial que la raza caída llegara a comprender el carácter sagrado eterno e inmutable del Decálogo—de la Ley Moral.

1MS pg. 135.1 – “El sistema simbólico de ceremonias tenía un fin: la vindicación de la ley de Dios, para que todos los que creen en Cristo pudieran llegar ‘a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo’ (Efesios 4:13).

PP pg. 52/2 (47.1) – “El sacrificio exigido por su transgresión reveló a Adán y a Eva el carácter sagrado de la ley de Dios; y comprendieron mejor que nunca la culpa del pecado y sus horrorosos resultados. En medio de su remordimiento y angustia pidieron que la pena no cayese sobre Aquel cuyo amor había sido la fuente de todo su regocijo; que más bien cayera sobre ellos y su descendencia.

“Se les dijo que, como la ley de Jehová es el fundamento de su gobierno en el cielo y en la tierra, ni aun la vida de un ángel podría aceptarse como sacrificio por la transgresión de ellos. Ninguno de sus preceptos podía abolirse o cambiarse para ajustarse al hombre en su condición caída; pero el Hijo de Dios, que había creado al hombre, podía expiar su falta. Así como la transgresión de Adán había traído desgracia y muerte, el sacrificio de Cristo traería vida e inmortalidad.”

PP pg. 54/2 (48.3) – “El sacrificio de animales fue ordenado por Dios para que fuese para el hombre un recuerdo perpetuo, un penitente reconocimiento de su pecado y una confesión de su fe en el Redentor prometido. Tenía por objeto manifestar a la raza caída la solemne verdad de que el pecado era lo que causaba la muerte. Para Adán el ofrecimiento del primer sacrificio fue una ceremonia muy dolorosa. Tuvo que alzar la mano para quitar una vida que sólo Dios podía dar. Por primera vez iba a presenciar la muerte, y sabía que si hubiese sido obediente a Dios no la habrían conocido el hombre ni las bestias. Mientras mataba a la inocente víctima temblaba al pensar que su pecado haría derramar la sangre del Cordero inmaculado de Dios. Esta escena le dio un sentido más profundo y vívido de la enormidad de su transgresión, que nada sino la muerte del querido Hijo de Dios podía expiar. Y se admiró de la infinita bondad que daba semejante rescate para salvar a los culpables. Una estrella de esperanza iluminaba el tenebroso y horrible futuro, y le libraba de una completa desesperación.”

Dios ordenó al hombre que levante un altar y que sobre ese altar sacrifique al cordero sin defecto (Éxodo 12:5). El hombre debía aprender de esta manera que fue su pecado lo que introdujo la muerte en el mundo. Si el hombre no hubiera pecado, ni los hombres, ni los animales, ni el mundo vegetal hubieran conocido la muerte primera ni la muerte segunda. El hombre debía comprender que sus pecados sentenciaron a muerte a un inocente que nunca cometió pecado: a Cristo. Y el hombre debía estar agradecido de que, a sí como Dios Padre por su misericordia iba a aceptar una muerte sustitutiva, Dios también aceptaría una vida perfecta sin defecto que el hombre no había vivido—una perfección ajena—la de Cristo.

Colosenses 1:28 – “A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre.”

CorderoAltar
El cordero como símbolo de Cristo.

¿Por qué motivo Dios fue agregando ritos y estatutos a la ley ceremonial?

Porque, como estudiaremos a continuación, el hombre con su tendencia natural a la idolatría y a la rebelión, continuaba violando los dos primeros mandamientos del Decálogo y el simple altar de sacrificio ya no servía de mucho para que el hombre reflexionara sobre el carácter sagrado de la Ley de Dios (el Decálogo).

La circuncisión

El primer cambio que Dios realizó en la ley ceremonial, ocurrió justamente en el tiempo de Abraham, alrededor de 2000 años después de la creación. Es decir que: por alrededor de 2000 años la ley ceremonial consistió únicamente del altar de sacrificio.

Hasta el tiempo de Abraham se hacían únicamente altares y sacrificios en el ritual simbólico, con su servicios matutino y vespertino. Pero en el tiempo de Abraham, a la ley ceremonial fue agregado el rito de la circuncisión. Como podemos apreciar, mientras que la Ley Moral es inmutable y nunca cambia—pues es el fundamento del Gobierno de Dios en el cielo y en la tierra (Salmos 89:14)—la ley ceremonial sí va ir cambiando con el tiempo.

Génesis 17:9-12 – “Dijo de nuevo Dios a Abraham: Tú empero guardarás mi pacto, tú y tu simiente después de ti por sus generaciones. Este será mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu simiente después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones: el nacido en casa, y el comprado a dinero de cualquier extranjero, que no fuere de tu simiente.”

LeyCeremonialHastaAbraham
Se agrega la circuncisión a la ley ceremonial.

Desde la caída de Adán, Dios no había llamado a ningún pueblo Su Pueblo. En el pacto que Dios hizo con Abraham, Dios lo elige a Abraham para separarlo a él y a su simiente como Su Pueblo distinto a todos los demás pueblos.

El rito de la circuncisión iba a ser la señal para distinguir al pueblo de Dios de todos los demás pueblos. El extranjero que quería ser parte del pueblo de Dios debía ser circuncidado de acuerdo a la ley ceremonial mientras este estatuto estuviera en vigencia.

La circuncisión debía ser una señal de que los israelitas se comprometían a:

  1. Guardar la Ley, es decir el Decálogo, y
  2. A no contraer matrimonio con paganos.

PP pg. 132/3 (117.2) – “En ese tiempo el rito de la circuncisión fue dado a Abrahán ‘por sello de la justicia de la fe que tuvo en la incircuncisión’ (Romanos 4:11). Este rito había de ser observado por el patriarca y sus descendientes como señal de que estaban dedicados al servicio de Dios, y por consiguiente separados de los idólatras y aceptados por Dios como su tesoro especial. Por este rito se comprometían a cumplir, por su parte, las condiciones del pacto hecho con Abrahán. No debían contraer matrimonio con los paganos; pues haciéndolo perderían su reverencia hacia Dios y hacia su santa ley, serían tentados a participar de las prácticas pecaminosas de otras naciones, y serían inducidos a la idolatría.”

¿Por qué el rito de la circuncisión era un compromiso que hacía el israelita de apartarse de la idolatría?

Porque en el Decálogo, en la Ley santa y eterna e inmutable, el primer mandamiento, dice:

“No tendrás dioses ajenos delante de mí.” (Éxodo 20:3)

Y el segundo mandamiento dice:

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehovah tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Éxodo 20:4-6)

El sacerdocio de la primogenitura

PP pg. 362/1 (318.1) – “En tiempos anteriores, cada hombre era sacerdote de su propia casa. En los días de Abrahán, por derecho de nacimiento, el sacerdocio recaía en el hijo mayor.”

Durante el tiempo de Abraham estaba también en vigencia el sacerdocio de la primogenitura. Desde que el ritual simbólico fuera instituido después de la caída de Adán, cada hombre de generación en generación era sacerdote de su propia casa. No había sacerdocio restringido a cierta clase o a cierta familia exclusivamente, ni tampoco había templo exclusivo en la tierra donde los hombres debían congregarse para adorar, ofrecer ofrendas o hacer los sacrificios. Por mandato divino cada familia guardaba el día de reposo según el cuarto mandamiento en su propia casa, donde el padre de familia era el responsable de educar a su descendencia en los caminos del Señor. La responsabilidad de educar a la familia en la Palabra y en la Ley de Dios no era delegada bajo ningún motivo a una persona ajena al pequeño e inmediato círculo familiar.

Este mandato divino de guardar el sábado en sus propios hogares fue repetido por Dios antes de que el pueblo israelita llegara al Sinaí:

Éxodo 16:29-30 – “Mirad que Jehová os dio el día de reposo, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Estése, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día.  Así el pueblo reposó el séptimo día.”

Y aún después de que fuera instituido el sacerdocio según el orden de Aarón, reemplazando al sacerdocio de la primogenitura, el mandato que Dios da a los padres sobre la responsabilidad individual de educar a sus hijos en la Ley de Dios también fue repetido:

Deuteronomio 6:1-9 – “Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”

La esclavitud en Egipto

Lamentablemente, las Sagradas Escrituras relatan que la descendencia de Abraham no cumplió con las condiciones del pacto de Dios con Abraham, pues Esaú (nieto de Abraham) vendió su primogenitura a cambio de un plato de lentejas (Génesis 25:29-34) y además se casó con dos mujeres paganas (Génesis 36:2). Nuevamente la idolatría natural del ser humano y su terrible inclinación a quebrantar el Decálogo, fue la causa de la esclavitud del pueblo de Dios en Egipto. Y cuando Dios se dispuso finalmente a sacar a su pueblo de Egipto, lo hizo porque en Egipto su profeso pueblo se había llegado a corromper aún más al aprender las prácticas paganas de los egipcios.

AbrahamDescendencia
La descendencia de Abraham

PP pg. 378/2 (333.2) – “Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios (el Decálogo), y así fue transmitida de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes. Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abrahán, de quien declaró: ‘Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos, y mis leyes’ (Génesis 26:5). Le dio el rito de la circuncisión, como señal de que quienes lo recibían eran dedicados al servicio de Dios, y prometían permanecer separados de la idolatría y obedecer la ley de Dios. La falta de voluntad para cumplir esta promesa, que los descendientes de Abrahán evidenciaron en su tendencia a formar alianzas con los paganos y adoptar sus prácticas, fue la causa de su estada y servidumbre en Egipto. Pero en su relación con los idólatras y su forzada sumisión a los egipcios, los israelitas corrompieron aun más su conocimiento de los preceptos divinos al mezclarlos con las crueles y viles enseñanzas del paganismo. Por lo tanto, cuando los sacó de Egipto, el Señor descendió sobre el Sinaí, envuelto en gloria y rodeado de sus ángeles, y con grandiosa majestad pronunció su ley a todo el pueblo.”

El Decálogo y la Ley Ceremonial en el Sinaí

¿Cuál fue el propósito de Dios al establecer el santuario terrenal, el sacerdocio según el orden de Aarón, las fiestas y sábados ceremoniales luego de proclamar y escribir con su propio dedo el Decálogo en el Sinaí?

PP g. 379/1 (334.1) – “Aun entonces Dios no confió sus preceptos a la memoria de un pueblo inclinado a olvidar sus requerimientos, sino que los escribió sobre tablas de piedra. Quiso alejar de Israel toda posibilidad de mezclar las tradiciones paganas con sus santos preceptos, o de confundir sus mandamientos con costumbres o reglamentos humanos. Pero hizo más que sólo darles los preceptos del Decálogo. El pueblo se había mostrado tan susceptible a descarriarse, que no quiso dejarles ninguna puerta abierta a la tentación. A Moisés se le dijo que escribiera, como Dios se lo había mandado, derechos y leyes que contenían instrucciones minuciosas respecto a lo que el Señor requería. Estas instrucciones relativas a los deberes del pueblo para con Dios, a los deberes de unos para con otros, y para con los extranjeros, no eran otra cosa que los principios de los diez mandamientos ampliados y dados de una manera específica, en forma tal que ninguno pudiera errar. Tenían por objeto resguardar la santidad de los diez mandamientos grabados en las tablas de piedra.

Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán después de su caída, preservada por Noé y observada por Abrahán, no habría habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abrahán hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habrían sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufrieran una vida de esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios, y no habría sido necesario proclamarla desde el Sinaí, o grabarla sobre tablas de piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los principios de los diez mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que se le dieron a Moisés.”

Si el pueblo hubiera permanecido leal a Dios y hubiera practicado los principios de los Diez Mandamientos, Dios no hubiera instituido ni la circuncisión, ni la llamada “ley mosaica”, ni el resto de estatutos que conforman el Pentateuco con sus fiestas y sábados ceremoniales—aquellas “instrucciones adicionales” que se le dieron a Moisés en el Sinaí. El propósito de la llamada ley mosaica era específicamente el de “resguardar la santidad de los diez mandamientos grabados en las tablas de piedra.” La razón por la cual el Señor iba agregando estatutos temporales a la ley ceremonial, era porque los hombres no guardaban los estatutos eternos de los Diez Mandamientos.

Un ejemplo de esto lo tenemos en el cuarto mandamiento. Durante 430 años (Éxodo 12:40-41) los israelitas esclavos en Egipto fueron obligados a trabajar en sábado quebrantando el Decálogo. Por esta razón, los israelitas habían perdido el concepto sagrado del santo día de reposo y fue necesario que Dios estableciera estatutos que les llevaran a comprender el carácter sagrado del cuarto y del resto de los mandamientos.

Éxodo 31:12-17 – “Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo;[a] porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.”

PP pg. 433/1 (383.4) – “La ‘multitud mixta’ que acompañaba a los israelitas desde Egipto daba continuamente origen a dificultades y tentaciones. Los que la componían decían haber renunciado a la idolatría y profesaban adorar al Dios verdadero; pero su educación y disciplina anteriores habían moldeado sus hábitos y sus caracteres, de modo que en mayor o menor medida estaban corrompidos por la idolatría y la irreverencia hacia Dios. Ellos eran los que más a menudo suscitaban contiendas; eran los primeros en quejarse, y corrompían el campamento con sus prácticas idólatras y sus murmuraciones contra Dios. Poco después del regreso al desierto, ocurrió un ejemplo de violación del sábado, en circunstancias que dieron especial culpabilidad al caso. Al anunciar el Señor que desheredaría a Israel, se despertó un espíritu de rebelión. Un hombre del pueblo, airado por haber sido excluido de Canaán, resolvió desafiar abiertamente la ley de Dios, y se atrevió a violar públicamente el cuarto mandamiento, saliendo a recoger leña en sábado. Se había prohibido terminantemente encender fuego el séptimo día durante la estada en el desierto. La prohibición no había de extenderse a la tierra de Canaán, donde la severidad del clima haría a menudo necesario que se tuviese fuego; pero éste no se necesitaba en el desierto para calentarse. El acto llevado a cabo por este hombre era una violación voluntaria y deliberada del cuarto mandamiento. Era un pecado, no de negligencia, sino de presunción.

“Se le sorprendió mientras lo cometía, y se le llevó ante Moisés. Ya se había declarado que la violación del sábado sería castigada de muerte; pero aun no se había revelado cómo debía ejecutarse la pena. Moisés presentó el caso al Señor, y se le dio la orden: ‘Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo con piedras toda la congregación fuera del campo’ (Números 15:35). Los pecados de blasfemia y violación voluntaria del sábado recibieron el mismo castigo, pues eran ambos una expresión de menosprecio por la autoridad de Dios.

En nuestros días, muchos rechazan el sábado de la creación como si fuese una institución judaica, y alegan que si se lo ha de guardar debe aplicarse la pena capital por su violación; pero vemos que la blasfemia recibió el mismo castigo que la violación del sábado. ¿Hemos de concluir, por lo tanto, que el tercer mandamiento también se ha de poner a un lado como algo que se aplica solamente a los judíos? Sin embargo, el argumento que se basa en la pena de muerte es tan aplicable al tercer mandamiento, al quinto, o a casi todos los diez mandamientos, como al cuarto. Aunque Dios no castigue la transgresión de su ley con penas temporales, su Palabra declara que la paga del pecado es la muerte; y en la ejecución final del juicio se descubrirá que la muerte es el destino de los transgresores de su santa ley.”

PP pg. 348/2 (306.3) – “Al hacer que los hombres violaran el segundo mandamiento, Satanás se propuso degradar el concepto que tenían del Ser divino. Anulando el cuarto mandamiento, les haría olvidar completamente a Dios. El hecho de que Dios demande reverencia y adoración por sobre los dioses paganos se funda en que él es el Creador, y que todas las demás criaturas le deben a él su existencia. Así lo presenta la Biblia. Dice el profeta Jeremías: ‘Jehová Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: … los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia…. Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor; porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos; vanidad son, obras de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán. No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo’ (Jeremías 10:10-16).”

PP pg. 349/1 (306.5) – “La institución del sábado, que tiene su origen en el Edén, es tan antigua como el mundo mismo. Ese día fue observado por todos los patriarcas, desde la creación en adelante. Durante su servidumbre en Egipto, los israelitas fueron obligados por sus amos a violar el sábado, y perdieron en gran parte el conocimiento de su santidad. Cuando se proclamó la ley en el Sinaí, las primeras palabras del cuarto mandamiento fueron: ‘Acuérdate de santificar el día de sábado,’ lo cual demuestra que el sábado no se instituyó entonces; se señala su origen haciéndolo remontar a la creación. Para borrar a Dios de la mente de los hombres, Satanás se propuso derribar este gran monumento recordativo. Si pudiera inducir a los hombres a olvidar a su Creador, ya no harían esfuerzos para resistir al poder del mal, y Satanás estaría seguro de su presa.

La enemistad de Satanás contra la ley de Dios lo ha incitado a guerrear contra cada precepto del Decálogo.”

Dos leyes y dos pactos

PP pg. 386/3 (340.3) – “Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación.

“Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: ‘En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra’ Génesis 22:18. Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán (Gálatas 3:8,16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: ‘Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto’ (Génesis 17:1). El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: ‘Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes’ (Génesis 26:5), y el Señor le declaró: ‘Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti’ (Génesis 17:7).

Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios.”

El pacto hecho con Adán en Génesis 3:15, es el mismo pacto que fue renovado con Abraham en Génesis 17:10, y es el que Cristo ratificó en la cruz con su propia sangre: es el llamado Nuevo Pacto. La Ley de Dios—el Decálogo—es la base de este pacto. El llamado Pacto Antiguo es el que fue establecido entre Dios y el pueblo de Israel en el Sinaí, y que fue ratificado con la sangre de un animal sacrificado. De igual manera, el Decálogo fue la base de este pacto.

Éxodo 34:27-28 – “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos.”

Deuteronomio 9:9-11 – “Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehová hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua; y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios; y en ellas estaba escrito según todas las palabras que os habló Jehová en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea. Sucedió al fin de los cuarenta días y cuarenta noches, que Jehová me dio las dos tablas de piedra, las tablas del pacto.”

La misma Ley—el Decálogo—es la base de ambos pactos. Los requerimientos de la Ley son los mismos, pues los principios del Gobierno de Dios son los mismos.

PP pg. 389/1 (342.1) – “Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. ‘El hombre que los hiciere, vivirá en ellos’ (Ezequiel 20:11; Levítico 18:5); pero ‘maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas’ (Deuteronomio 27:26). El nuevo pacto se estableció sobre ‘mejores promesas,’ la promesa del perdón de los pecados, y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. ‘Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y … perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado’ (Jeremías 31:33, 34).

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su sangre expía nuestros pecados. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: ‘El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agradado; y tu ley está en medio de mis entrañas’ (Salmos 40:8). Y cuando vivió entre los hombres, dijo: ‘No me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre’ (Juan 8:29).

“El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: ‘Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo’ (Romanos 5:1). ‘¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley’ (Romanos 3:31). ‘Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu’ (Romanos 8:3, 4).

“La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: ‘Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder’ (Deuteronomio 6:4, 5). Y ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo’ (Levítico 19:18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel ‘en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación’ (Santiago 1:17).”

¿Por qué se hizo otro pacto en el Sinaí?

PP pg. 387/3 (341.1) – “Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto ‘antiguo,’ se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el ‘segundo’ pacto o ‘nuevo’ pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, ‘dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta’ (Hebreos 6:18).

“Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.

Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.”

Se estableció otro pacto en el Sinaí porque durante los 4 siglos de su esclavitud en Egipto, el pueblo hebreo había perdido el concepto de la santidad de Dios y de los principios del pacto original con Adán y luego con Abraham. Los israelitas habían perdido el concepto de la santidad de la Ley de Dios (del Decálogo), y habían mezclado costumbres paganas y mandamientos de hombres con el culto al Dios verdadero. Como consecuencia, “había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes”, pues el pueblo que profesaba amar y adorar al Dios verdadero había olvidado que no tenía capacidad para amar y por lo tanto era imposible que pudiera obedecer una Ley santa. Dios quería que su profeso pueblo aprendiera:

  1. El concepto verdadero de la santidad de Dios.
  2. La extrema pecaminosidad de su propio corazón (su total incapacidad para amar a Dios).
  3. Su total incapacidad para obedecer la Ley de Dios.
  4. Su necesidad de un Salvador personal—de un Sustituto en la vida, un Garante y Sustituto en la muerte, y de un Mediador.

Y todo esto es exactamente lo que Dios quiere que nosotros—que profesamos ser el pueblo de Dios que guarda su Ley y que adora al único Dios verdadero—aprendamos por medio de la Amonestación del Testigo Fiel:

Apocalipsis 3:17-18 – “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.”

Así como Adán, después de la transformación que sufrió por su caída, ofreció prestar obediencia estricta a Dios de ahí en adelante—ignorando su verdadera desnudez: su inclinación al pecado, su total incapacidad para amar y para obedecer la Ley—así también los israelitas en el Sinaí creyéndose capaces de ser justos por sí mismos declararon, no una sino dos veces, que obedecerían la Ley de Dios estrictamente. Sin embargo, apenas unas pocas semanas después ya habían violado el pacto al adorar una imagen fundida y quebrantar los dos primeros mandamientos del Decálogo—la base del pacto.

Éxodo 32:1-6 – “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.”

HAp pg. 254.2 – “A pesar del favor que Dios les mostró a los hebreos, por causa de su anhelo vehemente de los placeres dejados en Egipto y de su pecado y rebelión, los juicios de Dios cayeron sobre ellos. Y el apóstol instó a los creyentes corintios a prestar oídos a la lección contenida en la historia de Israel. ‘Empero estas cosas fueron en figura de nosotros—declaró,—para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron’ (1 Corintios 10:6). Mostró cómo el amor a la comodidad y al placer los había predispuesto para cometer los pecados que provocaron la manifiesta venganza de Dios. Fue al sentarse los hijos de Israel a comer y a beber, y al levantarse a jugar, cuando abandonaron el temor de Dios, que habían sentido al escuchar la proclamación de la ley; y, haciendo un becerro de oro para representar a Dios, lo adoraron. Y fue después de un festín voluptuoso relacionado con el culto de Baal-peor, cuando muchos de los hebreos cayeron en la licencia. Se despertó la ira de Dios, y a su orden, ‘veinte y tres mil’ fueron muertos en un día por la plaga (Éxodo 32:35; 1 Corintios 10:8).”

PP pg. 327/2 (289.2) – “Con el pretexto de celebrar una ‘fiesta a Jehová,’ se entregaron a la glotonería y la orgía licenciosa.

¡Cuán a menudo, en nuestros propios días, se disfraza el amor al placer bajo la ‘apariencia de piedad’! Una religión que permita a los hombres, mientras observan los ritos del culto, dedicarse a la satisfacción del egoísmo o la sensualidad, es tan agradable a las multitudes actuales como lo fue en los días de Israel. Y hay todavía Aarones dóciles que, mientras desempeñan cargos de autoridad en la iglesia, ceden a los deseos de los miembros no consagrados, y así los incitan al pecado.

Habían pasado sólo unos pocos días desde que los hebreos habían hecho un pacto solemne con Dios, prometiendo obedecer su voz. Habían temblado de terror ante el monte, al escuchar las palabras del Señor: ‘No tendrás otros dioses delante de mí’ (Éxodo 20:3). La gloria de Dios que aun cubría el Sinaí estaba a la vista de la congregación; pero ellos le dieron la espalda y pidieron otros dioses. ‘Hicieron becerro en Horeb, y encorváronse a un vaciadizo. Así trocaron su gloria por la imagen de un buey’ (Salmos 106:19, 20). ¡Cómo podrían haber demostrado mayor ingratitud, o insultado más osadamente al que había sido para ellos un padre tierno y un rey todopoderoso!”

PP pg. 328/3 (290.2) – “El pacto de Dios con su pueblo había sido anulado, y él declaró a Moisés: ‘Ahora pues, déjame que se encienda mi furor en ellos, y los consuma: y a ti yo te pondré sobre gran gente’ (Éxodo 32:10).”

PP pg. 331/1 (292.1) – “Al acercarse más al campamento, vieron al pueblo que gritaba y bailaba alrededor de su ídolo. Era una escena de libertinaje pagano, una imitación de las fiestas idólatras de Egipto; pero ¡cuán distinta era del solemne y reverente culto de Dios! Moisés quedó anonadado. Venía de la presencia de la gloria de Dios, y aunque se le había advertido lo que pasaba, no estaba preparado para aquella terrible muestra de la degradación de Israel. Su ira se encendió. Para demostrar cuánto aborrecía ese crimen, arrojó al suelo las tablas de piedra, que se quebraron a la vista del pueblo, dando a entender en esta forma que así como ellos habían roto su pacto con Dios, así también Dios rompía su pacto con ellos.”

PP pg. 388/3 (341.4) – “Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: ‘Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, … vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa’ (Éxodo 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: ‘Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos’ (Éxodo 24:7). Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad de perdón, llegaron a sentir la necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.”

El sacerdocio según el orden de Aarón

El sacerdocio levita fue establecido por Dios como consecuencia de la apostasía de los israelitas en el Sinaí. Nuevamente se puede apreciar que un cambio en la ley ceremonial fue consecuencia de que el pueblo rebelde seguía obstinadamente quebrantado la Ley Moral. El profeso pueblo de Dios seguía borracho con el vino de la idolatría. Pero el hecho de que se cometió la apostasía, apenas unos días después de que el pueblo había pactado obedecer estrictamente los Diez Mandamientos (la base del pacto), hizo necesario que se realizara un castigo ejemplar que sirviera de advertencia a las futuras generaciones.

Éxodo 32:25-29 – “Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos, se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros.”

PP pg. 333/2 (294.1) – “Aunque al perdonar la vida a Israel, Dios había concedido lo pedido por Moisés, su apostasía había de castigarse señaladamente. Si la licencia e insubordinación en que Aarón les había permitido caer no se reprimían prestamente, concluirían en una abierta impiedad y arrastrarían a la nación a una perdición irreparable. El mal debe eliminarse con inflexible severidad.

“Poniéndose a la entrada del campamento, Moisés clamó ante el pueblo: ‘¿Quién es de Jehová? júntese conmigo.’ Los que no habían participado en la apostasía debían colocarse a la derecha de Moisés; los que eran culpables, pero se habían arrepentido, a la izquierda. La orden fue obedecida. Se encontró que la tribu de Leví no había participado del culto idólatra. Entre las otras tribus había muchos que, aunque habían pecado, manifestaron arrepentimiento. Pero un gran grupo formado en su mayoría por la ‘multitud mixta,’ que instigara la fundición del becerro, persistió tercamente en su rebelión.

“En el nombre del Señor Dios de Israel, Moisés ordenó a los que estaban a su derecha y que se habían mantenido limpios de la idolatría, que empuñaran sus espadas y dieran muerte a todos los que persistían en la rebelión. ‘Y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.’ Sin tomar en cuenta la posición, la parentela ni la amistad, los cabecillas de la rebelión fueron exterminados; pero todos los que se arrepintieron y humillaron, alcanzaron perdón.

“Los que llevaron a cabo este terrible castigo, al ejecutar la sentencia del Rey del cielo, procedieron en nombre de la autoridad divina. Los hombres deben precaverse de cómo en su ceguedad humana juzgan y condenan a sus semejantes; pero cuando Dios les ordena ejecutar su sentencia sobre la iniquidad, deben obedecer. Los que cumplieron ese penoso acto, manifestaron con ello que aborrecían la rebelión y la idolatría, y se consagraron más plenamente al servicio del verdadero Dios. El Señor honró su fidelidad, otorgando una distinción especial a la tribu de Leví.

“Los israelitas eran culpables de haber traicionado a un Rey que los había colmado de beneficios, y cuya autoridad se habían comprometido voluntariamente a obedecer. Para que el gobierno divino pudiera ser mantenido, debía hacerse justicia con los traidores. Sin embargo, aun entonces se manifestó la misericordia de Dios. Mientras sostenía el rigor de su ley, les concedió libertad para elegir y oportunidad para que todos se arrepintiesen. Sólo se exterminó a los que persistieron en la rebelión.

Era necesario castigar ese pecado para atestiguar ante las naciones circunvecinas cuánto desagrada a Dios la idolatría. Al hacer justicia en los culpables, Moisés, como instrumento de Dios, debía dejar escrita una solemne y pública protesta contra el crimen cometido. Como en lo sucesivo los israelitas debían condenar la idolatría de las tribus vecinas, sus enemigos podrían acusarlos de que, teniendo como Dios a Jehová, habían hecho un becerro y lo habían adorado en Horeb. Cuando así ocurriera, aunque obligado a reconocer la verdad vergonzosa, Israel podría señalar la terrible suerte que corrieron los transgresores, como evidencia de que su pecado no había sido sancionado ni disculpado.

“El amor, no menos que la justicia, exigía que este pecado fuera castigado. Dios es Protector y Soberano de su pueblo. Destruye a los que insisten en la rebelión, para que no lleven a otros a la ruina. Al perdonar la vida a Caín, Dios había demostrado al universo cuál sería el resultado si se permitiese que el pecado quedara impune. La influencia que, por medio de su vida y ejemplo, él ejerció sobre sus descendientes condujo a un estado de corrupción que exigió la destrucción de todo el mundo por el diluvio. La historia de los antediluvianos demuestra que una larga vida no es una bendición para el pecador; la gran paciencia de Dios no los movió a dejar la iniquidad. Cuanto más tiempo vivían los hombres, tanto más corruptos se tornaban.

“Así también habría sucedido con la apostasía del Sinaí. Si la transgresión no se hubiera castigado con presteza, se habrían visto nuevamente los mismos resultados. La tierra se habría corrompido tanto como en los días de Noé. Si se hubiera dejado vivir a estos transgresores, habrían resultado mayores males que los que resultaron por perdonarle la vida a Caín. Por obra de la misericordia de Dios sufrieron miles de personas para evitar la necesidad de castigar a millones. Para salvar a muchos había que castigar a los pocos.

“Además, como el pueblo había despreciado su lealtad a Dios, había perdido la protección divina, y privada de su defensa, toda la nación quedaba expuesta a los ataques de sus enemigos. Si el mal no se hubiera eliminado rápidamente, pronto habrían sucumbido todos, víctimas de sus muchos y poderosos enemigos. Fue necesario para el bien de Israel mismo y para dar una lección a las generaciones venideras, que el crimen fuese castigado prontamente. Y no fue menos misericordioso para los pecadores mismos que se los detuviera a tiempo en su pecaminoso derrotero. Si se les hubiese perdonado la vida, el mismo espíritu que los llevó a la rebelión contra Dios se hubiera manifestado en forma de odio y discordia entre ellos mismos, y por fin se habrían destruido el uno al otro. Fue por amor al mundo, por amor a Israel, y aun por amor a los transgresores mismos, por lo que el crimen se castigó con rápida y terrible severidad.”

PP pg. 362/1 (318.1) – “En virtud de las instrucciones divinas, se apartó a la tribu de Leví para el servicio del santuario. En tiempos anteriores, cada hombre era sacerdote de su propia casa. En los días de Abrahán, por derecho de nacimiento, el sacerdocio recaía en el hijo mayor. Ahora, en vez del primogénito de todo Israel, el Señor aceptó a la tribu de Leví para la obra del santuario. Mediante este señalado honor, Dios manifestó su aprobación por la fidelidad de los levitas, tanto por haberse adherido a su servicio como por haber ejecutado sus juicios cuando Israel apostató al rendir culto al becerro de oro. El sacerdocio, no obstante, se restringió a la familia de Aarón. Aarón y sus hijos fueron los únicos a quienes se les permitía ministrar ante el Señor; al resto de la tribu se le encargó el cuidado del tabernáculo y su mobiliario; además debían ayudar a los sacerdotes en su ministerio, pero no podían ofrecer sacrificios, ni quemar incienso, ni mirar los santos objetos hasta que estuviesen cubiertos.”

Números 18:23 – “Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no poseerán heredad entre los hijos de Israel.”

Los maestros judaizantes se concentran insistentemente en el hecho de que en los requerimientos de la ley ceremonial se encuentran las palabras “estatuto perpetuo.” Acerca del sacerdocio levita, Dios efectivamente declaró que era un “estatuto perpetuo.” Sin embargo, como hemos estudiado, este estatuto NO EXISTIA ANTES de la apostasía en el Sinaí, y mas bien este estatuto de la ley ceremonial vino a existir como una consecuencia de haber quebrantado la Ley Moral, y vino a suplantar el sacerdocio de la primogenitura que no estaba restringido a una sola tribu. Es importante también comprender que los israelitas sabían que este sacerdocio era sombra y figura del verdadero sacerdote—Cristo. Y que, por lo tanto, era un “estatuto perpetuo” HASTA que Cristo llegara a poner fin a la ley ceremonial. Es por esto que el rey David, quien participó activamente del ritual simbólico y de los servicios del sacerdocio levita, se expresó claramente:

Salmos 110:4 – “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec.”

El rey David honraba el sacerdocio levita, pero tenía claro que ese “estatuto perpetuo” no era eterno. El rey David miraba por fe al sacerdocio verdadero de Cristo según el orden de Melquisedec. El rey David comprendía que el sacerdocio levita era una representación del verdadero sacerdocio, y que toda la ley ceremonial era sombra y figura de Cristo.

Entonces, que los estatutos de la ley ceremonial digan que son “estatutos perpetuos” claramente no implica que sean eternos, ya que tuvieron un inicio y sólo podían estar vigentes HASTA que el símbolo y la representación se encontrarán con la realidad en Cristo.

Hebreos 7:11 – “Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?”

Hebreos 7:18 – “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia.”

En Hebreos 7:18 el apóstol Pablo explica claramente que ese “estatuto perpetuo” de Números 18:23 quedó ABROGADO, pues aquello que representaba ya había llegado a ser una realidad en el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo. Esto no debería ser difícil de entender, a menos que voluntariamente quisiéramos permanecer ciegos.

Juan 9:40-41 – “Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.”

Toda la ley ceremonial se componía de símbolos y representaciones de la obra de Cristo tanto aquí en la tierra como en el cielo, para que podamos comprender los misterios del plan de redención.

1MS pg. 272.2 – “Mientras Moisés estuvo aislado en el monte con Dios, el plan de salvación, que data de la caída de Adán, le fue revelado en una forma impresionante. Supo entonces que el mismo ángel que estaba guiando las andanzas de los hijos de Israel había de ser revelado en la carne. El amado Hijo de Dios, que era uno con el Padre, iba a hacer a todos los hombres uno con Dios, a los que creyeran en él y confiaran en él. Moisés vio el verdadero significado de las ofrendas de sacrificios. Cristo enseñó a Moisés el plan evangélico, y mediante Cristo, la gloria del Evangelio iluminó el rostro de Moisés de modo que el pueblo no pudo mirarlo.”

La ley ceremonial, con su sacerdocio terrenal, con su santuario terrenal, con su servicio diario y servicio anual, con sus fiestas y sábados ceremoniales, todo esto quedó clavado en la cruz.

Colosenses 2:16 – “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”

Durante la fiesta de los panes sin levadura (o fiesta de los panes ázimos – Éxodo 23:14-17; 34:23; Deuteronomio 16:16), los israelitas estaban prohibidos bajo pena de muerte comer pan que tuviera levadura (Éxodo 12:15,19); y además estaban prohibidos de beber vino fermentado, porque nada que representaba a Cristo debía tener fermento.

De ahí que el apóstol Pablo cuando habla de que “nadie os juzgue en comida, o en bebida,” se refiere a la ley ceremonial. Pablo no está hablando de la comida y la bebida que el hombre consume diariamente para su alimentación. Pablo está hablando de la comida que estaba o no estaba autorizada para comer durante los días festivos del ritual simbólico.

Éxodo 12:16 – “El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer.”

Levítico 23:6-8 – “Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura. El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis.”

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La fiesta de los panes ázimos o sin levadura

Durante la misma fiesta de los panes sin levadura, tanto el primero como el último día de la fiesta, eran “sábados ceremoniales” o “santas convocaciones”: el 15 de Abib y el 21 de Abib. Los sábados ceremoniales, también llamados “santas convocaciones” tenían las mismas restricciones del sábado del cuarto mandamiento:

Levítico 23:3 – “Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis.”

¿Cuál era la diferencia entre el sábado del cuarto mandamiento y los sábados ceremoniales de la ley ceremonial?

El sábado del cuarto mandamiento es parte de la Ley Eterna, pues NO ES NI UN SIMBOLO NI UNA SOMBRA. Además, el sábado del cuarto mandamiento no depende de calendarios, pues no depende de fechas, sino que debe ser guardado un día específico de la semana.

1MS pg. 282.2 – “La ley moral nunca fue un símbolo o una sombra. Existía antes de la creación del hombre y durará mientras permanezca el trono de Dios. Dios no podía cambiar ni alterar un solo precepto de su ley a fin de salvar al hombre, pues la ley es el fundamento de su gobierno. Es inmutable, inalterable, infinita y eterna. A fin de que el hombre fuera salvado y se mantuviera el honor de la ley, fue necesario que el Hijo de Dios se ofreciera a sí mismo como sacrificio por los pecados. El que no conoció pecado se hizo pecado por nosotros. Murió por nosotros en el Calvario. Su muerte muestra el admirable amor de Dios por el hombre y la inmutabilidad de su ley.”

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Diferencias entre el sábado del cuarto mandamiento y los sábados ceremoniales.

En cambio, los sábados ceremoniales o santas convocaciones dependían de FECHAS, y por lo tanto dependían del calendario hebreo, y por lo tanto dependían de las “lunas nuevas” que menciona el apóstol Pablo en Colosenses 2:16, ya que el calendario bíblico es un calendario lunar (mientras que los paganos utilizaban y utilizan aún un calendario solar).

¿De qué manera fue el primer sábado ceremonial de la fiesta de los panes sin levadura una sombra y figura de Cristo?

El sábado ceremonial del 15 de Abib apuntaba a la fecha exacta en que Cristo reposaría en la tumba luego de ser inmolado, así como el cordero pascual era inmolado el 14 de Abib.

CS pg. 450/4 (396.4) – “Estos símbolos se cumplieron no sólo en cuanto al acontecimiento sino también en cuanto al tiempo. El día 14 del primer mes de los judíos, el mismo día y el mismo mes en que quince largos siglos antes el cordero pascual había sido inmolado, Cristo, después de haber comido la pascua con sus discípulos, estableció la institución que debía conmemorar su propia muerte como ‘Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.’ En aquella misma noche fue aprehendido por manos impías, para ser crucificado e inmolado. Y como antitipo de la gavilla mecida, nuestro Señor fue resucitado de entre los muertos al tercer día, ‘primicias de los que durmieron,’ cual ejemplo de todos los justos que han de resucitar, cuyo ‘vil cuerpo’ ‘transformará’ y hará ‘semejante a su cuerpo glorioso’ (1 Corintios 15:20; Filipenses 3:21).”

1MS pg. 279.3 – “Los símbolos y sombras del servicio de sacrificios, junto con las profecías, dieron a los israelitas una visión velada y borrosa de la misericordia y de la gracia que habían de ser traídas al mundo mediante la revelación de Cristo. Se desplegó ante Moisés el significado de los símbolos y sombras que señalan a Cristo. El vio el fin de lo que había de ser abolido cuando, en la muerte de Cristo, el símbolo se encontrara con lo simbolizado. Vio que únicamente mediante Cristo puede el hombre guardar la ley moral. Por la transgresión de esa ley, el hombre introdujo el pecado en el mundo, y con el pecado vino la muerte. Cristo llegó a ser la propiciación por los pecados del hombre. Ofreció la perfección de su carácter en lugar de la pecaminosidad del hombre. Tomó sobre sí mismo la maldición de la desobediencia. Los sacrificios y las ofrendas señalaban el sacrificio que iba a realizar. El cordero sacrificado simbolizaba al Cordero que había de quitar el pecado del mundo.

Viendo el objetivo de lo que había de ser abolido, viendo a Cristo como revelado en la ley, se iluminó el rostro de Moisés. La ministración de la ley, escrita y grabada en piedra, era una ministración de muerte. Sin Cristo, el transgresor era dejado bajo su maldición, sin esperanza de perdón. La ministración no tenía gloria en sí misma, pero el Salvador prometido, revelado en los símbolos y sombras de la ley ceremonial, hacía que la ley moral fuera gloriosa.”

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El cumplimiento de la fiesta de los panes sin levadura.

No es el propósito de este estudio establecer de qué manera cada fiesta y cada sábado ceremonial era una “sombra y figura” de Cristo, pues eso ya lo hicimos en otro estudio anteriormente. Pero era necesario hacer un breve resumen del desarrollo de la ley ceremonial para poder entender el conflicto que tuvo que hacer frente Pablo con los maestros judaizantes, que lamentablemente es el mismo conflicto que perdura hasta nuestros días…

 

El Origen de los Maestros Judaizantes

Daniel 9:24-27 – “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.”

La profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24 trataba de un período profético y exclusivo para la nación judía: “están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad.”

CS pg. 372/3 (325.3) – “El ángel había sido enviado a Daniel con el objeto expreso de que le explicara el punto que no había logrado comprender en la visión del capítulo octavo, el dato relativo al tiempo: ‘Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario.’ Después de mandar a Daniel que ‘entienda’ ‘la palabra’ y que alcance inteligencia de ‘la visión,’ las primeras palabras del ángel son: ‘Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad.’ La palabra traducida aquí por ‘determinadas,’ significa literalmente ‘descontadas.’ El ángel declara que setenta semanas, que representaban 490 años, debían ser descontadas por pertenecer especialmente a los judíos. ¿Pero de dónde fueron descontadas? Como los 2.300 días son el único período de tiempo mencionado en el capítulo octavo, deben constituir el período del que fueron descontadas las setenta semanas; las setenta semanas deben por consiguiente formar parte de los 2.300 días, y ambos períodos deben comenzar juntos. El ángel declaró que las setenta semanas datan del momento en que salió el edicto para reedificar a Jerusalén. Si se puede encontrar la fecha de aquel edicto, queda fijado el punto de partida del gran período de los 2.300 días.”

Dios estableció un período 70 semanas proféticas (día por año – Números 14:34; Ezequiel 4:6), es decir 490 años, para que los judíos den cumplimiento a las siguientes demandas:

  1. Terminar la prevaricación.
  2. Poner fin al pecado.
  3. Expiar la iniquidad.
  4. Traer la justicia perdurable.
  5. Sellar la visión y la profecía.
  6. Ungir al Santo de los santos.

En los versículos de Daniel 9:25-27, el ángel Gabriel dividió las setenta semanas de la siguiente manera:

7 semanas + 62 semanas + 1 semana = 70 semanas

Al final de las primeras 7 semanas los judíos debían terminar de reconstruir la plaza, el muro y la ciudad de Jerusalén. Esto nos da una clara evidencia de que se trata de semanas proféticas de día por año, y no se trata de semanas literales, pues una ciudad no podría ser restaurada en tan sólo 7 semanas literales. Pero Dios estaba dando 7 semanas proféticas—es decir 49 años—para que la ciudad fuera restaurada.

Al final de las siguientes 62 semanas debía ser ungido el Mesías Príncipe.

En la última semana (la semana 70), el Mesías Príncipe debía ser muerto a la mitad de la semana (es decir en tres años y medio), y con su muerte debía hacer cesar, o en otras palabras: ABROGAR la ley de los sacrificios y las ofrendas—la ley ceremonial.

Daniel 9:27 – “A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.”

El patriarca Moisés tenía bien claro que el Mesías prometido haría cesar todo el ritual simbólico, como leímos anteriormente:

1MS pg. 279.4 – “Viendo el objetivo de lo que había de ser abolido, viendo a Cristo como revelado en la ley, se iluminó el rostro de Moisés. La ministración de la ley, escrita y grabada en piedra, era una ministración de muerte. Sin Cristo, el transgresor era dejado bajo su maldición, sin esperanza de perdón. La ministración no tenía gloria en sí misma, pero el Salvador prometido, revelado en los símbolos y sombras de la ley ceremonial, hacía que la ley moral fuera gloriosa.”

Pero los israelitas habían perdido de vista el hecho de que todo su ceremonial, incluyendo su sacerdocio y santuario terrenal, eran sombra y figura de Cristo—de su sacerdocio y del Santuario Celestial. Daniel también había perdido de vista este hecho, y por ello cayó enfermo luego de escuchar la profecía de las 2300 tardes y mañanas. Dios quería que Daniel entendiera que ese pueblo de Israel era una representación del verdadero pueblo de Israel que abarcaría a todo el mundo (y no sólo a la nación de Israel según la carne – Gálatas 3:28); Dios quería que Daniel entendiera que esa ciudad era una representación de la verdadera ciudad—la Jerusalén Celestial (Hebreos 12:22); Dios quería que Daniel entendiera que ese santuario terrenal era sólo una representación del verdadero Santuario Celestial (Hebreos 9:24), y que ese sacerdocio según el orden de Aarón era tan solo una representación del verdadero sacerdocio—el de Cristo (Hebreos 8:1-3). Y así como Dios quería que el profeta Daniel entendiera estas verdades, ellas están registradas en la Biblia para que nosotros entendamos también dicha realidad.

El Mesías Príncipe fue ungido al final de las 62 semanas en el año 27 de la era cristiana. Cristo realizó su ministerio terrenal por tres años y medio, y en el año 31 fue crucificado (el 14 de Abib como estaba profetizado por el rito de la Pascua). Luego de la ascensión de Cristo y luego de que los discípulos recibieran al Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana en la fiesta del Pentecostés (cumpliendo la figura profética de aquella fiesta), los apóstoles predicaron por otros 3 años y medio en Jerusalén hasta el fin de las 70 semanas—el período exclusivo de la nación judía según la carne.

CS pg. 375/1 (328.2) – “‘Y en otra semana confirmará el pacto a muchos’ (Daniel 9:27). La semana de la cual se habla aquí es la última de las setenta. Son los siete últimos años del período concedido especialmente a los judíos. Durante ese plazo, que se extendió del año 27 al año 34 de J. C. Cristo, primero en persona y luego por intermedio de sus discípulos, presentó la invitación del Evangelio especialmente a los judíos. Cuando los apóstoles salieron para proclamar las buenas nuevas del reino, las instrucciones del Salvador fueron: ‘Por el camino de los Gentiles no iréis, y en ciudad de Samaritanos no entréis’ (Mateo 10:5, 6).”

Durante los tres años y medio de su ministerio terrenal, Cristo preparó a sus discípulos para que pudieran evangelizar después de que él ascendiera al Santuario Celestial. Pero como todavía se encontraban dentro del período de las 70 semanas—período exclusivo para la nación judía—entonces Cristo les mandó a predicar especialmente a los judíos. Cristo no mandó a los discípulos a predicar a los gentiles, y ni siquiera al residuo de Israel en Samaria (Marcos 10:5-6).

CS pg. 375/2 (328.3) – “‘A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda’ (Daniel 9:27). En el año 31 de J. C. tres años y medio después de su bautismo, nuestro Señor fue crucificado. Con el gran sacrificio ofrecido en el Calvario, terminó aquel sistema de ofrendas que durante cuatro mil años había prefigurado al Cordero de Dios. El tipo se encontró con el antitipo, y todos los sacrificios y oblaciones del sistema ceremonial debían cesar.”

En el año 31 d.C., “tres años y medio” después de ser ungido con el Espíritu Santo, “nuestro Señor fue crucificado” como indicaba la profecía: a la mitad de la semana 70 (día por año). Entonces quedó clavado en la cruz todo el sistema de ofrendas y sacrificios, todo el sistema ceremonial—toda la ley ceremonial. No fue la circuncisión únicamente, sino que estamos hablando de todo el sistema ceremonial: el santuario terrenal, el sacerdocio según el orden de Aarón, el servicio diario terrenal, el servicio anual terrenal, las fiestas y sábados ceremoniales—todo este sistema quedó abrogado con la muerte de Cristo el 31 d.C.

El apedreamiento de Esteban

Los discípulos de Cristo se demoraron en comprender esta gran verdad. De acuerdo al relato bíblico, el primero de ellos que entendió claramente que toda la ley ceremonial había llegado a su final, no fue un apóstol sino el diácono Esteban. Y fue por esto que Satanás se encargó de hacer que Esteban fuese asesinado antes que cualquier otro de los apóstoles o discípulos.

HAp pg. 80.1 – “Esteban el más destacado de los siete diáconos, era varón de profunda piedad y gran fe. Aunque judío de nacimiento, hablaba griego y estaba familiarizado con los usos y costumbres de los griegos, por lo que tuvo ocasión de predicar el Evangelio en las sinagogas de los judíos griegos. Era muy activo en la causa de Cristo y proclamaba osadamente su fe. Eruditos rabinos y doctores de la ley entablaron con él discusiones públicas, confiados en obtener fácil victoria. Pero ‘no podían resistir a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.’ No sólo hablaba con la virtud del Espíritu Santo, sino que era evidente que había estudiado las profecías y estaba versado en todas las cuestiones de la ley. Hábilmente defendía las verdades por que abogaba, y venció por completo a sus adversarios. En él se cumplió la promesa: ‘Poned pues en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder: porque yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opondrán’ (Lucas 21:14, 15).”

PE pg. 197.1 – “El número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. Esteban, lleno de fe, realizaba grandes prodigios y milagros entre el pueblo. Los dirigentes judíos fueron movidos a mayor ira cuando vieron que había sacerdotes entre los que se apartaban de sus tradiciones, así como de los sacrificios y ofrendas, y aceptaban a Jesús como el gran sacrificio. Con poder de lo alto, Esteban reprendía a los sacerdotes y ancianos incrédulos, y ensalzaba a Jesús delante de ellos. No podían resistir la sabiduría y el poder con que él hablaba, y al comprobar que no podían prevalecer contra él, sobornaron a hombres que jurasen falsamente que le habían oído pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. Excitaron al pueblo y, apresando a Esteban, mediante falsos testigos, le acusaron de hablar contra el templo y la ley. Testificaron que le habían oído decir que Jesús de Nazaret destruiría las costumbres que Moisés les había dado.”

Esteban predicaba que la ley ceremonial había llegado a su fin, y por causa de su prédica “había sacerdotes entre los que SE APARTABAN DE SUS TRADICIONES, así como los sacrificios y ofrendas, y aceptaban a Jesús como el gran sacrificio.”

Hechos 6:8-15 – “Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios. Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio. Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley; pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés. Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.”

Cuando los líderes religiosos prenden a Esteban usando testigos falsos, le hicieron las siguientes acusaciones:

  1. Hablar palabras blasfemas contra el santuario terrenal.
  2. Hablar palabras blasfemas contra la ley ceremonial.
  3. Hablar que Jesús destruirá el templo y la ciudad de Jerusalén.
  4. Hablar que Jesús cambiaría las “costumbres que nos dio Moisés” (es decir: hablar palabras blasfemas contra la ley ceremonial).

Por la acusación hecha contra Esteban acerca de la destrucción del templo terrenal y la Jerusalén terrenal, vemos que Esteban no estaba haciendo otra cosa que repetir las palabras que Cristo había profetizado públicamente delante de los sacerdotes, escribas, fariseos, discípulos y todo el pueblo, en el atrio del templo, cuando dijo:

Mateo 23:38 – “He aquí vuestra casa os es dejada desierta.”

DTG pg. 581.1 – “Las palabras de Cristo a los sacerdotes y gobernantes: ‘He aquí vuestra casa os es dejada desierta’ (Mateo 23:38), habían llenado de terror su corazón. Afectaban indiferencia, pero seguían preguntándose lo que significaban esas palabras. Un peligro invisible parecía amenazarlos. ¿Podría ser que el magnífico templo que era la gloria de la nación iba a ser pronto un montón de ruinas? Los discípulos compartían ese presentimiento de mal, y aguardaban ansiosamente alguna declaración más definida de parte de Jesús.”

DTG pg. 208.3 – “¡Oh, cuánto anhelaba Cristo revelar a Israel los preciosos tesoros de la verdad! Pero tal era su ceguera espiritual que fue imposible revelarle las verdades relativas a su reino. Se aferraron a su credo y a sus ceremonias inútiles, cuando la verdad del cielo aguardaba su aceptación. Gastaban su dinero en tamo y hojarasca, cuando el pan de vida estaba a su alcance. ¿Por qué no fueron a la Palabra de Dios, para buscar diligentemente y ver si estaban en error? Las escrituras del Antiguo Testamento presentaban claramente todo detalle del ministerio de Cristo, y repetidas veces citaba él de los profetas y decía: ‘Hoy se ha cumplido esta escritura en vuestros oídos.’ Si ellos hubiesen escudriñado honradamente las Escrituras, sometiendo sus teorías a la prueba de la Palabra de Dios, Jesús no habría necesitado llorar por su impenitencia. No habría necesitado declarar: ‘He aquí vuestra casa os es dejada desierta’ (Lucas 13:35). Podrían haber conocido las evidencias de su carácter de Mesías, y la calamidad que arruinó su orgullosa ciudad podría haber sido evitada. Pero las miras de los judíos se habían estrechado por su fanatismo irracional. Las lecciones de Cristo revelaban sus deficiencias de carácter y exigían arrepentimiento. Si ellos aceptaban estas enseñanzas, debían cambiar sus prácticas y abandonar las esperanzas que habían acariciado. A fin de ser honrados por el Cielo, debían sacrificar la honra de los hombres. Si obedecían a las palabras de este nuevo rabino, debían ir contra las opiniones de los grandes pensadores y maestros de aquel tiempo.

La verdad era impopular en el tiempo de Cristo. Es impopular en el nuestro. Lo fue desde que por primera vez Satanás la hizo desagradable al hombre, presentándole fábulas que conducen a la exaltación propia. ¿No encontramos hoy teorías y doctrinas que no tienen fundamento en la Palabra de Dios? Los hombres se aferran hoy tan tenazmente a ellas como los judíos a sus tradiciones.

Los dirigentes judíos estaban llenos de orgullo espiritual. Su deseo de glorificar al yo se manifestaba aun en el ritual del santuario. Amaban los lugares destacados en la sinagoga, y los saludos en las plazas; les halagaba el sonido de los títulos en labios de los hombres. A medida que la verdadera piedad declinaba entre ellos, se volvían más celosos de sus tradiciones y ceremonias.”

Los judíos estaban en una zona de confort espiritual: creían que eran salvos desde el engendramiento por ser linaje de Abraham (Juan 8:33), y creían que el ritual simbólico en sí mismo era lo que les otorgaba el perdón y la aceptación. Creían que celebrar las fiestas, las santas convocaciones, y el resto de ceremonias, tenía mérito en sí mismo. No querían ver más allá del símbolo, pues habían hecho del templo su dios, y eran celosos del seguimiento estricto de sus tradiciones, ceremonias y de sus fiestas y sábados ceremoniales. La verdad que Esteban se atrevía a proclamar de que toda esa ley ceremonial había llegado a su fin, que el sacerdocio terrenal y el templo terrenal ya no estaba más en vigencia, no sólo iba en contra de las “opiniones de los grandes pensadores de aquel tiempo”, sino que atentaba contra su ídolo y sus prácticas—que ya se habían vuelto más una cultura que una religión. Los judíos se aferraron tenazmente a sus tradiciones, y por eso acusaron a Esteban de hablar palabras blasfemas contra el santuario terrenal, la ley ceremonial, y todas las “costumbres que nos dio Moisés.”

DTG pg. 573.2 – “Pero Israel como nación se había divorciado de Dios. Las ramas naturales del olivo estaban quebradas. Mirando por última vez al interior del templo, Jesús dijo con tono patético y lastimoso: ‘He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.’ Hasta aquí había llamado al templo casa de su Padre; pero ahora, al salir el Hijo de Dios de entre sus murallas, la presencia de Dios se iba a retirar para siempre del templo construido para su gloria. Desde entonces sus ceremonias no tendrían significado, sus ritos serían una mofa.”

Es en este marco que Esteban les va a dar una cátedra del desarrollo de la ley ceremonial (Hechos 7:2-50), desde Abraham hasta su tiempo, para que los judíos pudieran entender cómo esta ley fue cambiando y por qué Dios fue agregando ritos y ceremonias a esta ley—por su continua idolatría, por su continuo desprecio por el Decálogo.

Hechos 7:46-50 – “ Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. Mas Salomón le edificó casa; si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?”

Entonces, de repente y luego de estas palabras, hay un giro brusco en el discurso de Esteban. En el versículo 50, Esteban citaba a Isaías 66:1, pues iba a comenzar a predicar sobre el verdadero tabernáculo: el Santuario Celestial.

HAp pg. 82.1 – “Al llegar Esteban a este punto, se produjo un tumulto entre los oyentes. Cuando relacionó a Cristo con las profecías, y habló de aquel modo del templo, el sacerdote rasgó sus vestiduras, fingiéndose horrorizado. Esto fue para Esteban un indicio de que su voz iba pronto a ser acallada para siempre. Vio la resistencia que encontraban sus palabras y comprendió que estaba dando su postrer testimonio. Aunque no había llegado más que a la mitad de su discurso, lo terminó abruptamente.”

PE pg. 197.2 – “Mientras Esteban estaba de pie delante de sus jueces, la luz de la gloria de Dios descansó sobre su rostro. ‘Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.’ Cuando se le pidió que contestase las acusaciones presentadas contra él, comenzó con Moisés y los profetas, recapituló la historia de los hijos de Israel y el trato de Dios con ellos, y demostró cómo Cristo había sido predicho en las profecías. Se refirió a la historia del templo y declaró que Dios no mora en templos hechos por manos humanas. Los judíos adoraban al templo y se llenaban de mayor indignación por cualquier cosa dicha contra aquel edificio que si hubiese sido pronunciada contra Dios. Cuando Esteban habló de Cristo y se refirió al templo, vio que el pueblo rechazaba sus palabras; y lo reprendió intrépidamente: ‘¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo.’ Mientras observaban los ritos exteriores de su religión, sus corazones estaban corruptos y llenos de mortífero mal.”

Con el evento del apedreamiento de Esteban en el año 34 d.C., se terminó el período exclusivo para la nación judía de las 70 semanas.

CS pg. 375/3 (328.4) – “Las setenta semanas, o 490 años concedidos a los judíos, terminaron, como lo vimos, en el año 34 de J. C. En dicha fecha, por auto del Sanedrín judaico, la nación selló su rechazamiento del Evangelio con el martirio de Esteban y la persecución de los discípulos de Cristo. Entonces el mensaje de salvación, no estando más reservado exclusivamente para el pueblo elegido, fue dado al mundo. Los discípulos, obligados por la persecución a huir de Jerusalén, ‘andaban por todas partes, predicando la Palabra.’ ‘Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaría, les proclamó el Cristo.’ Pedro, guiado por Dios, dio a conocer el Evangelio al centurión de Cesarea, el piadoso Cornelio; el ardiente Pablo, ganado a la fe de Cristo, fue comisionado para llevar las alegres nuevas ‘lejos … a los gentiles’ (Hechos 8:4, 5; 22:21).”

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Lucas 23:45-46 – “Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.”

DTG pg. 137.4 – “Puesto que toda la economía ritual simbolizaba a Cristo, no tenía valor sin él. Cuando los judíos sellaron su decisión de rechazar a Cristo entregándole a la muerte, rechazaron todo lo que daba significado al templo y sus ceremonias. Su carácter sagrado desapareció. Quedó condenado a la destrucción. Desde ese día los sacrificios rituales y las ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado. Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en el Salvador. Al dar muerte a Cristo, los judíos destruyeron virtualmente su templo. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo, indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre.”

Con la muerte de Cristo en la cruz, no sólo los “sacrificios rituales” dejaron de tener significado y valor, sino que todas “las ceremonias relacionadas con ellos” dejaron también de tener valor: el servicio diario y anual terrenales, las fiestas y sábados ceremoniales.

Pero, a pesar de que el ritual simbólico había llegado a su fin, los judíos siguieron practicando la ley ceremonial con sus fiestas y santas convocaciones hasta la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén, tal como estaba profetizado por nuestro Redentor (Mateo 24:2) y tal como había sido profetizado por el profeta Daniel.

Daniel 9:26 – “Y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario.”

CS pg. 672/3 (601.1) – “Cuando la presencia de Dios se retiró de la nación judía, tanto los sacerdotes como el pueblo lo ignoraron. Aunque bajo el dominio de Satanás y arrastrados por las pasiones más horribles y malignas, creían ser todavía el pueblo escogido de Dios. Los servicios del templo seguían su curso; se ofrecían sacrificios en los altares profanados, y cada día se invocaba la bendición divina sobre un pueblo culpable de la sangre del Hijo amado de Dios y que trataba de matar a sus ministros y apóstoles. Así también, cuando la decisión irrevocable del santuario haya sido pronunciada y el destino del mundo haya sido determinado para siempre, los habitantes de la tierra no lo sabrán. Las formas de la religión seguirán en vigor entre las muchedumbres de en medio de las cuales el Espíritu de Dios se habrá retirado finalmente; y el celo satánico con el cual el príncipe del mal ha de inspirarlas para que cumplan sus crueles designios, se asemejará al celo por Dios.”

CS pg. 30/3 (27.1) – “Dios aplazó sus juicios sobre la ciudad y la nación hasta cosa de cuarenta años después que Cristo hubo anunciado el castigo de Jerusalén. Admirable fue la paciencia que tuvo Dios con los que rechazaran su Evangelio y asesinaran a su Hijo. La parábola de la higuera estéril representa el trato bondadoso de Dios con la nación judía. Ya había sido dada la orden: ‘Córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?’ (Lucas 13:7), pero la divina misericordia la preservó por algún tiempo. Había todavía muchos judíos que ignoraban lo que habían sido el carácter y la obra de Cristo. Y los hijos no habían tenido las oportunidades ni visto la luz que sus padres habían rechazado. Por medio de la predicación de los apóstoles y de sus compañeros, Dios iba a hacer brillar la luz sobre ellos para que pudiesen ver cómo se habían cumplido las profecías, no únicamente las que se referían al nacimiento y vida del Salvador sino también las que anunciaban su muerte y su gloriosa resurrección. Los hijos no fueron condenados por los pecados de sus padres; pero cuando, conociendo ya plenamente la luz que fuera dada a sus padres, rechazaron la luz adicional que a ellos mismos les fuera concedida, entonces se hicieron cómplices de las culpas de los padres y colmaron la medida de su iniquidad.

La longanimidad de Dios hacia Jerusalén no hizo sino confirmar a los judíos en su terca impenitencia. Por el odio y la crueldad que manifestaron hacia los discípulos de Jesús, rechazaron el último ofrecimiento de misericordia. Dios les retiró entonces su protección y dio rienda suelta a Satanás y a sus ángeles, y la nación cayó bajo el dominio del caudillo que ella misma se había elegido. Sus hijos menospreciaron la gracia de Cristo, que los habría capacitado para subyugar sus malos impulsos, y éstos los vencieron. Satanás despertó las más fieras y degradadas pasiones de sus almas. Los hombres ya no razonaban, completamente dominados por sus impulsos y su ira ciega. En su crueldad se volvieron satánicos. Tanto en la familia como en la nación, en las clases bajas como en las clases superiores del pueblo, no reinaban más que la sospecha, la envidia, el odio, el altercado, la rebelión y el asesinato. No había seguridad en ninguna parte. Los amigos y parientes se hacían traición unos a otros. Los padres mataban a los hijos y éstos a sus padres. Los que gobernaban al pueblo no tenían poder para gobernarse a sí mismos: las pasiones más desordenadas los convertían en tiranos. Los judíos habían aceptado falsos testimonios para condenar al Hijo inocente de Dios; y ahora las acusaciones más falsas hacían inseguras sus propias vidas. Con sus hechos habían expresado desde hacía tiempo sus deseos: ‘¡Quitad de delante de nosotros al Santo de Israel!’ (Isaías 30:11) y ya dichos deseos se habían cumplido. El temor de Dios no les preocupaba más; Satanás se encontraba ahora al frente de la nación y las más altas autoridades civiles y religiosas estaban bajo su dominio.”

Se abre el Evangelio a los gentiles

A la conclusión de las 70 semanas, el mensaje de salvación debía de ser llevado a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Ya antes del año 34 y antes del fin de las 70 semanas proféticas, en ocasión de su ascensión al cielo, Cristo había dado la orden a sus discípulos de ir a evangelizar “hasta lo último de la tierra.”

Hechos 1:6-11 – “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”

A excepción de Felipe, los discípulos habían sido lentos para comprender que el mensaje de salvación debía ser llevado a los gentiles, y sumado a esto, no habían llegado a comprender que la ley ceremonial había llegado a su fin. Por estas causas se produjeron muchas contiendas dentro del grupo que profesaba creer en Cristo.

Con la muerte de Esteban, Saulo fue elegido por Dios para ocupar su lugar y convertirse en el apóstol de los gentiles, ya que los demás discípulos se demoraban en cumplir la orden de Hechos 1:8.

HAp pg. 83.4 – “En el proceso y muerte de Esteban, denotó Saulo estar imbuido de un celo frenético. Después se irritó por su secreto convencimiento de que Esteban había sido honrado por Dios en el mismo momento en que los hombres le infamaban. Saulo continuó persiguiendo a la iglesia de Dios, acosando a los cristianos, prendiéndolos en sus casas y entregándolos a los sacerdotes y magistrados para encarcelarlos y matarlos. Su celo en llevar a cabo esta persecución llenó de terror a los cristianos de Jerusalén. Las autoridades romanas no hicieron mayor esfuerzo para detener esta cruel obra, sino que ayudaban secretamente a los judíos con el objeto de reconciliarse con ellos y asegurarse sus simpatías.

“Después de la muerte de Esteban, Saulo fue elegido miembro del Sanedrín en premio a la parte que había tomado en aquella ocasión. Durante algún tiempo fue un poderoso instrumento en manos de Satanás para proseguir su rebelión contra el Hijo de Dios. Pero pronto este implacable perseguidor iba a ser empleado para edificar la iglesia que estaba a la sazón demoliendo. Alguien más poderoso que Satanás había escogido a Saulo para ocupar el sitio del martirizado Esteban, para predicar y sufrir por el Nombre y difundir extensamente las nuevas de salvación por medio de su sangre.”

La conversión de Pablo

Hechos 9:3-6 – “ Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.”

Hechos 9:10-16 – “Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 279/2/2 – “La mente que resiste la verdad verá todo dentro de una luz distorsionada. Estará entrampada en las redes del enemigo, y verá las cosas como las ve el enemigo.

“Saulo de Tarso era un ejemplo de esto. No tenía derecho moral a ser incrédulo. Pero había preferido aceptar las opiniones de los hombres que el consejo de Dios. Estaban a su alcance las profecías que señalaban al Mesías; pero prefirió los dichos de los rabinos, las palabras de los hombres. Saulo, en su sabiduría propia no conocía a Dios, ni a Jesucristo a quien él había enviado.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 280/1/0 – “El poder de la gloria de Cristo podría haberlo destruido; pero Pablo era un prisionero de esperanza. Quedó físicamente ciego por la gloria de la presencia de Aquel a quien había blasfemado; pero eso sucedió para que pudiera tener vista espiritual, para que pudiera ser despertado del letargo que había entorpecido y desvirtuado sus percepciones. Cuando despertó su conciencia, actuó acusándose a sí mismo energéticamente. El celo de su obra, su decidida resistencia a la luz que brillaba sobre él mediante los mensajeros de Dios, ahora producía condenación en su alma y estaba embargado de amargos remordimientos. Ya no se consideraba justo, sino condenado por la ley en pensamiento, en espíritu y en acciones. Se veía a sí mismo como pecador, completamente perdido, sin el Salvador a quien había estado persiguiendo. En los días y las noches de su ceguera tuvo tiempo para reflexionar, y se rindió ante Cristo sintiéndose impotente y sin esperanza. Sólo Cristo podía perdonarlo y revestirlo de justicia.”

Dios abrió los ojos a Pablo para que pudiera ver que, a pesar de que se creía salvo por sus propios méritos—por ser descendiente de Abraham, celoso guardador de la ley moral y ceremonial—estaba completamente perdido sin Cristo. Como Caín, Saulo esperaba ser aceptado en sí mismo, y no veía su urgente necesidad de un Sustituto en la vida, un Garante y Sustituto en la muerte, y un Mediador. Además, Saulo no se consideraba pecador, pues había sido enseñado por los maestros religiosos de su tiempo que la ley condenaba únicamente el acto consumado. Pero Pablo llegó a comprender la espiritualidad de la ley y sus ojos fueron abiertos a la verdad que la ley condena los pensamientos, las miradas, las intenciones, y hasta el estado de ser. Únicamente entonces dejó de sentirse justo y perfecto, se vio pecador, y recién tuvo necesidad de Cristo como su Salvador personal.

Los débiles en la fe

Actualmente, en los centros de teología, se enseña a los estudiantes el error de que participar de los alimentos sacrificados a los ídolos ya no es pecado (que eso era una prohibición “exclusiva” para los israelitas aparentemente). Esto se debe a que los centros de teología se han convertido en centros del cuerno pequeño, en donde se enseña a utilizar el argumento de “los débiles en la fe” contra quienes se oponen a las festividades de origen pagano (y ahora del cuerno pequeño) de la navidad, semana santa, día de la madre, etc., para así incitar al pueblo a participar de la idolatría y también prepararlos a santificar el domingo pagano como día de reposo cuando llegue el momento indicado. Es así que se cumplen las palabras de la pluma inspirada que advertía que los estudiantes que acuden a los centros de teología modernos se gradúan con menor conocimiento de Dios y de la verdad que cuando ingresaron.

EC pg. 263.1 – “¡Cuán grande es la diferencia entre las escuelas de la antigüedad, bajo la dirección de Dios mismo, y nuestras modernas instituciones de enseñanza! Hasta en los cursos de teología muchos alumnos se gradúan con menos conocimiento real de Dios y de la verdad religiosa que cuando ingresaron. Pocas instituciones pueden hallarse que no estén gobernadas por las reglas y costumbres del mundo. Hay pocas donde el amor de padres cristianos no se encuentre con amargos desengaños.”

La orden de Dios de que no participemos de los alimentos sacrificados a los ídolos se encuentra en Éxodo y Deuteronomio.

Éxodo 34:15-16 – “Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas.”

Deuteronomio 6:14-15 – “No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra.”

Fue por esta razón que Daniel y los jóvenes hebreos decidieron no participar de la comida del rey de Babilonia. No era una cuestión de que los jóvenes eran vegetarianos (ya que en ninguna parte de la Biblia menciona que este banquete del rey era exclusivamente carnívoro).

Daniel 1:8 – “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.”

ED pg. 54/4 (52.2) – “Una prueba decisiva les sobrevino a Daniel y sus compañeros al empezar su carrera. La orden de que se les sirviera la comida de la mesa real era una expresión del favor del rey, y del interés que tenía por su bienestar. Pero como una porción era ofrecida a los ídolos, la comida de la mesa del rey era consagrada a la idolatría; y si los jóvenes participaban de ella, se iba a considerar que rendían homenaje a los dioses falsos. La lealtad a Jehová les prohibía que tuvieran parte en semejante homenaje. Tampoco se atrevían ellos a arriesgarse a sufrir los efectos enervantes del lujo y la disipación sobre su desarrollo físico, mental y espiritual.”

Apenas una porción del banquete era consagrada a los dioses de babilonia, y sin embargo, participar del banquete del rey Nabucodonosor hubiera sido participar de la idolatría y hubiese sido lo mismo que rendir homenaje a dioses falsos. Lamentablemente, este acto fiel de estos jóvenes hebreos, hoy en día hubiese sido condenado como un acto extremista, fanático, de “débiles en la fe” y hasta farisaico por parte de los maestros religiosos de nuestros días.

ECFP pg. 18.1 – “Hay muchos entre los profesos cristianos hoy que considerarían a Daniel demasiado exigente, y lo clasificarían como estrecho o fanático. Ellos consideran el asunto de comer y beber como de poca consecuencia para exigir una norma tan decidida, que envolvía el probable sacrificio de toda ventaja terrenal. Pero aquellos que razonan así encontrarán en el día del juicio que se han apartado de los expresos mandatos de Dios, y en cambio han establecido su propia opinión como una norma de lo correcto e incorrecto. Encontrarán que lo que les parecía de poca importancia no era considerado así por Dios. Los requerimientos divinos deben ser sagradamente obedecidos. Los que aceptan y obedecen uno de los preceptos de Dios porque es conveniente hacerlo, mientras que rechazan otro porque su observancia requeriría sacrificio, bajan la norma de la justicia, y por su ejemplo inducen a otros a considerar livianamente la santa Ley de Dios. El ‘así ha dicho el Señor,’ ha de ser nuestra regla en todas las cosas.”

Este importante asunto, de que si los gentiles debían seguir participando de los alimentos sacrificados a los ídolos o no, fue tratado en el primer concilio cristiano en Jerusalén.

HAp pg. 155.3 – “Esta cuestión se discutió calurosamente en la asamblea. Íntimamente relacionados con el asunto de la circuncisión, había varios otros que demandaban cuidadoso estudio. Uno era el problema de la actitud que debía adoptarse hacia el uso de alimentos ofrecidos a los ídolos. Muchos de los conversos gentiles vivían entre gentes ignorantes y supersticiosas, que hacían frecuentes sacrificios y ofrendas a los ídolos. Los sacerdotes de este culto pagano realizaban un extenso comercio con las ofrendas que se les llevaban; y los judíos temían que los conversos gentiles deshonraran el cristianismo comprando lo que había sido ofrecido a los ídolos, y sancionaran así, en cierta medida, las costumbres idólatras.”

Y la decisión del Espíritu Santo fue clara y contundente:

Hechos 15:19-20 – “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre.”

HAp pg. 159.1 – “Los conversos gentiles, sin embargo, debían abandonar las costumbres inconsecuentes con los principios del cristianismo. Los apóstoles y ancianos convinieron por lo tanto en pedir a los gentiles por carta que se abstuvieran de los alimentos ofrecidos a los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado, y de sangre. Debía instárselos a guardar los mandamientos, y a vivir una vida santa.”

El apóstol Pablo, partícipe de este primer concilio cristiano y testigo de esta decisión de “pedir a los gentiles por carta que se abstuvieran de los alimentos ofrecidos a los ídolos” no iba a ser inspirado por el mismo Espíritu Santo que tomó esta decisión a contradecirse diciendo que el consumo de alimento sacrificado a los ídolos ya no era más pecado!

Es por esto que el apóstol Pablo concluye el tema en su carta a los Corintios con la misma clara y contundente declaración:

1 Corintios 10:7-10, 14 – “Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.”

1 Corintios 10:20-22 – “Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?”

Más adelante analizaremos quiénes son los verdaderos débiles en la fe que menciona el apóstol Pablo.

La división entre los seguidores de Cristo

Hechos 10:11-15 – “Y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.”

HAp pg. 111/4 (110.4) – “Esta visión reprendía a Pedro a la vez que le instruía. Le reveló el propósito de Dios, que por la muerte de Cristo los gentiles fueran hechos herederos con los judíos de las bendiciones de la salvación. Todavía ninguno de los discípulos había predicado el Evangelio a los gentiles. En su mente, la pared de separación, derribada por la muerte de Cristo, existía todavía, y sus labores se habían limitado a los judíos; porque habían considerado a los gentiles excluidos de las bendiciones del Evangelio. Ahora el Señor trataba de enseñarle a Pedro el alcance mundial del plan divino.

“Muchos de los gentiles habían oído con interés la predicación de Pedro y de los otros apóstoles, y muchos judíos griegos habían creído en Cristo, pero la conversión de Cornelio había de ser la primera de importancia entre los gentiles.

Había llegado el tiempo en que la iglesia de Cristo debía emprender una fase enteramente nueva de su obra. Debía abrirse la puerta que muchos de los judíos conversos habían cerrado a los gentiles. Y de entre éstos los que aceptaran el Evangelio habían de ser considerados iguales a los discípulos judíos, sin necesidad de observar el rito de la circuncisión.”

El apóstol Pedro, como los demás apóstoles, había sido lento en discernir que a la conclusión de las 70 semanas exclusivas para la nación judía, el plan de redención debía de ser llevado a toda nación, tribu, lengua y pueblo sin excepción de personas. Y también, sumado a esto, habían sido lentos en comprender que la ley ceremonial ya no estaba más en vigencia desde la muerte de Cristo.

HAp pg. 113/4 (112.3) – “Pedro habló primero a los congregados de la costumbre de los judíos, diciendo que ellos tenían por ilícito el trato social con gentiles, y que el practicarlo entrañaba contaminación ceremonial. ‘Vosotros sabéis—dijo—que es abominable a un varón Judío juntarse o llegarse a un extranjero, mas me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; por lo cual, llamado, he venido sin dudar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?’”

Dios tuvo que intervenir en Pedro para reprenderlo e instruirlo acerca de estas dos cuestiones. Pero, luego de que Pedro comprendiera estos asuntos con la conversión de Cornelio y de su casa, vinieron ciertos profesos seguidores de Cristo, “los que eran de la circuncisión”—es decir, los que eran supuestos creyentes en Cristo, pero que seguían defendiendo la vigencia de la ley ceremonial—a reprocharle su conducta; aquella conducta que había sido una orden directa de Dios.

Hechos 11:2-3 – “Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?”

El apóstol Pablo no sólo llegó a comprender que la salvación no era exclusiva para una raza de personas (los judíos), pues el plan de redención fue dado para toda la humanidad, sino que también comprendió que la ley ceremonial—con sus fiestas y sábados ceremoniales—había llegado a su fin con la muerte de Cristo.

Colosenses 2:16 – “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”

Pablo viajó extensivamente por todo el mundo antiguo conocido, sembrando la verdad del evangelio y del ministerio sacerdotal de Cristo, y de la santificación como un resultado y no causa de justificación, dejando varias iglesias establecidas en su camino.

4TI pg. 402.2 – “No hubo hombre vivo que fuera un discípulo de Cristo más honesto, enérgico y abnegado que Pablo. Fue uno de los mayores maestros del mundo. Cruzó el mar y viajó aquí y allá hasta que una gran porción del mundo hubo aprendido de sus labios la historia de la cruz de Cristo. Sentía un ardiente deseo de llevar a los hombres caídos hacia el conocimiento de la verdad por medio del amor del Salvador. Su alma estaba imbuida de la obra del ministerio y sintió dolor cuando tuvo que retirarse de su tarea para trabajar por sus necesidades corporales. Sin embargo, se sometió a la esclavitud del artesano para no convertirse en una carga para las iglesias que estaban dominadas por la pobreza. A pesar de que había fundado muchas iglesias, rechazó que lo sostuvieran porque temía que su utilidad y éxito como ministro del evangelio pudiera verse interferida por cualquier sospecha referente a sus motivaciones. Evitaba dar ocasión a sus enemigos para que lo difamaran y, así, destruyeran la fuerza de su mensaje.”

Pero como Satanás conoce muy bien el material humano, y conoce perfectamente su inclinación natural a la idolatría, se valió de la obsesión humana por el formalismo religioso, y del apego humano a sus ritos, ceremonias y fiestas, para crear una división en la iglesia que Cristo había dejado formada en Jerusalén. Y cada vez que Pablo dejaba sembrada la semilla de la verdad presente en algún lugar, Satanás enviaba a sus agentes—que profesaban ser seguidores de Cristo, pero que seguían guardando la ley ceremonial—para que estos vayan a estas iglesias a crear división tratando de imponer la ley que había quedado clavada en la cruz. Estos profesos cristianos eran los maestros judaizantes.

Filipenses 3:2-3 – “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.”

Esos “mutiladores del cuerpo” eran los maestros judaizantes que empezaron a inquietar a todos los gentiles que habían sido convertidos por Pablo en la necesidad de circuncidarse y guardar toda la ley ceremonial, con sus fiestas y santas convocaciones. Fue bajo esas circunstancias que Pablo tuvo que circuncidar a Tito, a pesar de que no era necesario, para que los judaizantes le dejaran en paz.

Hechos 16:3 – “Quiso Pablo que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.”

Gálatas 1:6-10 – “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.”

Pablo amonestó a los Gálatas que aquellos falsos maestros que se aferraban a la ley ceremonial estaban presentando un “evangelio diferente” y lo que hacían era “pervertir el evangelio de Cristo.” Tales personas deben ser “anatema”—que es sinónimo de maldito, hereje, y bajo condenación.

Gálatas 1:13-14 – “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.”

Gálatas 2:4 – “Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud.”

HAp pg. 316/1 (307.1) – “Mientras estaba en Corinto, Pablo tenía motivo de seria aprensión concerniente a algunas de las iglesias ya establecidas. Por la influencia de falsos maestros que se habían levantado entre los creyentes de Jerusalén, se estaban extendiendo rápidamente la división, la herejía y el sensualismo entre los creyentes de Galacia. Esos falsos maestros mezclaban las tradiciones judías con las verdades del Evangelio. Haciendo caso omiso de la decisión del concilio general de Jerusalén, instaban a los conversos gentiles a observar la ley ceremonial.

“La situación era crítica. Los males que se habían introducido amenazaban con destruir rápidamente a las iglesias Gálatas.

“El corazón de Pablo se sintió herido y su alma fue conmovida por esta abierta apostasía de aquellos a quienes había enseñado fielmente los principios del Evangelio. Escribió inmediatamente a los creyentes engañados, exponiendo las falsas teorías que habían aceptado, y reprendiendo con gran severidad a los que se estaban apartando de la fe.”

¿De qué manera pervertían el Evangelio los maestros judaizantes?

“Instaban a los conversos gentiles a observar la ley ceremonial” con sus fiestas y sábados ceremoniales.

Pablo amonestó a los Gálatas que habían vuelto a guardar la ley ceremonial que estaban siguiendo un evangelio diferente, un evangelio pervertido, que no era el evangelio de Cristo que Pablo les había predicado. Y aconsejó que si alguno de esos “falsos hermanos” traían ese o cualquier otro evangelio diferente, debía ser anatema: debía ser censurado y retirado de la iglesia.

A raíz de estas disputas sobre la ley ceremonial que ocasionaron los maestros judaizantes fue que Pablo y Bernabé habían acudido a Jerusalén a los apóstoles para tratar esta cuestión y por ello se celebró el primer concilio cristiano. Sin embargo, los falsos maestros y falsos hermanos de Jerusalén (profesos creyentes judíos), habían hecho “caso omiso de la decisión del concilio general de Jerusalén”, donde Dios estableció claramente que la ley ceremonial—con sus fiestas y santas convocaciones—había sido abrigada. Al hacer esto, los maestros judaizantes—por más que profesaban creer en Cristo—entraron en una “abierta apostasía” y se convirtieron en agentes de Satanás, luchando todo el tiempo contra los agentes de Cristo como Pablo y Apolos.

En esa misma carta a los Gálatas, Pablo relata de cómo tuvo que reprender a Pedro por su hipocresía y doble moral al tratar con los gentiles convertidos a Cristo y al tratar con los judíos que profesaban creer en Cristo.

Gálatas 2:11-14 – “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?

En Antioquía Pedro y los apóstoles mostraban una hipocresía al comer junto a los gentiles convertidos cuando no estaban presentes “los de la circuncisión.” Pero cuando estos profesos seguidores de Cristo, que todavía se aferraban a ley ceremonial, vinieron, Pedro y hasta Bernabé se apartaron de los gentiles por “miedo de los de la circuncisión.” Estos profesos cristianos “de la circuncisión” son los maestros judaizantes.

Comentario Bíblico 7ª pg. 330/2/2 – “Aun los mejores hombres, si actúan por sí mismos, cometerán graves equivocaciones… Pedro fracasó en Antioquía en los principios de integridad. Pablo tuvo que resistirle frente a frente su influencia destructora. Esto está registrado para bien de otros, y para que la lección pueda ser una advertencia solemne para los hombres que están en cargos elevados, a fin de que no falten contra su integridad, sino se adhieran a los principios.”

HAp pg. 163/2 (161.1) – “Cuando Pedro visitó más tarde a Antioquía, ganó la confianza de muchos por su prudente conducta hacia los conversos gentiles. Por un tiempo procedió de acuerdo con la luz procedente del cielo. Se sobrepuso a su natural prejuicio hasta el punto de sentarse a la mesa con los conversos gentiles. Pero cuando ciertos judíos celosos de la ley ceremonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió imprudentemente su actitud hacia los conversos del paganismo. ‘Y a su disimulación consentían también los otros judíos; de tal manera que aun Bernabé fue también llevado de ellos en su simulación.” (Gálatas 2:13). Esta manifestación de debilidad de parte de aquellos que habían sido respetados y amados como dirigentes, hizo la más penosa impresión en la mente de los creyentes gentiles. La iglesia estaba amenazada por un cisma, pero Pablo, que vio la subversiva influencia del mal hecho a la iglesia por el doble papel desempeñado por Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así sus verdaderos sentimientos. En presencia de la iglesia, le preguntó: ‘Si tú, siendo Judío, vives como los Gentiles y no como Judío, ¿por qué constriñes a los Gentiles a judaizar?’ (Vers. 14).

“Pedro vio el error en que había caído, y se puso a reparar inmediatamente el mal que había hecho, hasta donde pudo. Dios, que conoce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta debilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver que no había nada en sí mismo por lo cual pudiera enorgullecerse. Aun los mejores hombres, abandonados a sí mismos, se equivocan. Dios vio también que en lo venidero algunos se engañarían hasta el punto de atribuir a Pedro y sus presuntos sucesores las exaltadas prerrogativas que pertenecen a Dios solo. Y este informe de la debilidad del apóstol subsistiría como prueba de que no era infalible ni superior a los otros apóstoles.”

¿Quiénes son los maestros judaizantes?

Comentario Bíblico 7ª pg. 330/1/1 – “En casi cada iglesia había algunos miembros que eran judíos de nacimiento. Los maestros judíos llegaron con facilidad a esos conversos, y mediante ellos se afianzaron en las iglesias. Usando argumentos escriturísticos era imposible refutar las doctrinas enseñadas por Pablo; por eso usaron los medios más inescrupulosos para contrarrestar su influencia y debilitar su autoridad. Declaraban que no había sido discípulo de Jesús, ni había sido comisionado por él; pero que, sin embargo, se había atrevido a enseñar doctrinas directamente opuestas a las anunciadas por Pedro, Santiago y los otros apóstoles. De esa manera los emisarios del judaísmo tuvieron éxito en alejar de su maestro en el Evangelio a muchos de los conversos cristianos. Luego de triunfar en este punto los inducían a que volvieran a la observancia de la ley ceremonial como esencial para la salvación. La fe en Cristo y la observancia de los Diez Mandamientos eran consideradas como de menor importancia. Divisiones, herejías y sensualismo se propagaban rápidamente entre los creyentes de Galacia.”

Hoy en día, ¿no vemos exactamente el mismo fenómeno dañino con los maestros judaizantes que enseñan el error de que NO ES el sábado del Cuarto Mandamiento la señal entre Dios y su pueblo, contradiciendo la Biblia y al Espíritu de Profecía? Los maestros judaizantes, ayer y hoy, minimizan la importancia de los Diez Mandamientos y la fe en Cristo, para imponer sus fiestas caducadas y sus dogmas humanos por encima del Evangelio, e inducen a los hombres a la observancia de la ley ceremonial como esencial para la salvación.

Hechos 15:1-6 – “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés. Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto.”

HAp pg. 155/2 (153.2) – “Mientras los apóstoles participaban con los ministros y miembros laicos de Antioquía en un ferviente esfuerzo por ganar muchas almas para Cristo, ciertos creyentes judíos de Judea, ‘de la secta de los Fariseos,’ lograron introducir una cuestión que pronto produjo una amplia controversia en la iglesia e infundió consternación a los creyentes gentiles. Con gran aplomo, estos maestros judaizantes aseveraban que a fin de ser salvo, uno debía ser circuncidado y guardar toda la ley ceremonial.

Pablo y Bernabé hicieron frente a esta falsa doctrina con prontitud, y se opusieron a que se presentara el asunto a los gentiles. Por otra parte, muchos de los judíos creyentes de Antioquía favorecían la tesis de los hermanos recién venidos de Judea.

Los conversos judíos no estaban generalmente inclinados a avanzar tan rápidamente como la providencia de Dios les abría el camino. Por el resultado de las labores de los apóstoles entre los gentiles, era evidente que los conversos entre éstos serían muchos más que los conversos judíos. Los judíos temían que si no se imponían las restricciones y ceremonias de su ley a los gentiles como condición de entrada en la iglesia, las peculiaridades nacionales de los judíos, que hasta entonces los habían distinguido de todos los demás pueblos, desaparecerían finalmente de entre aquellos que recibían el mensaje evangélico.

Los judíos se habían enorgullecido siempre de sus cultos divinamente señalados; y muchos de aquellos que se habían convertido a la fe de Cristo, sentían todavía que, puesto que Dios había bosquejado una vez claramente la forma hebrea del culto, era improbable que autorizara alguna vez un cambio en cualquiera de sus detalles. Insistían en que las leyes y ceremonias judías debían incorporarse en los ritos de la religión cristiana. Eran lentos en discernir que todas las ofrendas de los sacrificios no habían sino prefigurado la muerte del Hijo de Dios, en la cual el símbolo se había cumplido, y después de la cual los ritos y ceremonias de la dispensación mosaica no estaban más en vigor.”

Los maestros judaizantes eran profesos cristianos, profesos seguidores de Cristo, que querían que los cristianos no sólo se circunciden, sino que guarden TODA la ley ceremonial—con sus fiestas y santas convocaciones. El Decálogo no fue puesto en controversia en ningún momento, pues debía ser obvio que la Ley de Dios es eterna e inmutable. El sábado del cuarto mandamiento nunca fue un motivo de disputa. El asunto controversial giraba exclusivamente en torno a la ley ceremonial.

Comentario Bíblico 7ª pg. 283/1/3 – “En los días de Pablo había quienes constantemente hablaban de la circuncisión, y podían presentar abundantes pruebas bíblicas para mostrar que era obligatoria para los judíos. Pero esa enseñanza no tenía importancia en ese tiempo, pues Cristo había muerto en la cruz del Calvario, y la circuncisión de la carne ya no podía tener más valor.

El servicio simbólico y las ceremonias relacionadas con él se abolieron en la cruz. El grande y antitípico Cordero de Dios, que era lo simbolizado, se había convertido en una ofrenda a favor del hombre culpable, y la sombra terminó al aparecer la realidad. Pablo estaba procurando que los hombres comprendieran la gran verdad para ese tiempo; pero los que decían ser seguidores de Jesús estaban completamente absortos en la enseñanza de la tradición de los judíos y en la obligación de la circuncisión.”

Pablo estaba tratando de elevar la mente del pueblo de lo terrenal a lo celestial: del sacerdocio levita, al verdadero sacerdocio de Cristo; del santuario terrenal, al verdadero santuario—el Celestial; de las fiestas y ritos de la ley judaica, al antitipo en la obra acabada y perfecta de Cristo en la tierra, en la obra aun no acabada de Cristo en el Santuario Celestial, y en la obra que realizará cuando deje de interceder en el Santuario. Pero Satanás quiere evitar que el hombre mire fuera de sí mismo y busque su aceptación y perdón en el Santuario Celestial, y más bien quiere que el hombre baje la mirada a lo terrenal y busque aquí en la tierra, en formas muertas, en fiestas y ritos caducados, y en sí mismo la justicia y perfección con la cual ser justificado ante Dios. Este es un engaño mortal, y es la obra de Satanás echar por tierra el Santuario Celestial y hacer que los hombres vuelvan a las fiestas y sábados ceremoniales para que nieguen a Cristo y finalmente rechacen por completo su Ministerio Sacerdotal Celestial, y luego que busquen la perfección en sí mismos para pasar el Juicio—salvación por obras en todo su esplendor del cuerno pequeño.

En los días de Pablo los maestros judaizantes “podían presentar abundantes pruebas bíblicas” para mostrar la necesidad de circuncidarse y de guardar toda la ley ceremonial. Así también, hoy en día, los maestros judaizantes utilizan la Biblia para generar sofisticadas teorías acerca de la ley ceremonial, y de cómo las fiestas y sábados ceremoniales son, en sus opiniones erradas, eternos. Pero todo esto es sofistería de Satanás. Esa es una enseñanza “que no tenía importancia” en los días de Pablo, y mucho menos tiene importancia en nuestros días, porque la sombra del ritual simbólico ya se encontró con la realidad en Cristo Jesús Señor nuestro. Así como había una verdad presente en los días de Pablo, hay una verdad presente en nuestros días acerca de cómo el hombre es justificado, perdonado y recibe el bautismo diario del Espíritu Santo. La tarea satánica de llevar a los hombres a las formas muertas de las fiestas y sábados ceremoniales entorpece esta obra, y estorba la siembra de la semilla de la verdad presente: el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo. Los maestros judaizantes dicen que son “seguidores de Cristo”, cuando en realidad—por sus falsas doctrinas—son seguidores del cuerno pequeño y, por añadidura, del gran engañador—Satanás.

Comentario Bíblico 7ª pg. 337/2/4 – “Las ceremonias relacionadas con los servicios del templo, que prefiguraban a Cristo en símbolos y sombras, fueron quitadas en el tiempo de la crucifixión, porque en la cruz el símbolo se encontró con la realidad simbolizada [“tipo” y “antitipo”] en la muerte de la verdadera y perfecta ofrenda, el Cordero de Dios.

La ley de los Diez Mandamientos vive y vivirá por los siglos eternos. La necesidad de las ceremonias de sacrificios y ofrendas cesaron cuando el símbolo y la realidad simbolizada [“tipo” y “antitipo”] se encontraron en la muerte de Cristo. En él [Cristo] la sombra llegó hasta la sustancia. El Cordero de Dios fue la ofrenda completa y perfecta.

“La ley de Dios mantendrá su carácter supremo mientras perdure el trono de Jehová. Esta ley (el Decálogo) es la expresión del carácter de Dios… Los símbolos y las sombras, las ofrendas, y los sacrificios no tuvieron más valor después de la muerte de Cristo en la cruz; pero la ley de Dios (el Decálogo) no fue crucificada con Cristo. Si lo hubiera sido, Satanás habría ganado todo lo que trató de conquistar en el cielo. Por ese intento fue expulsado de los atrios celestiales. Cayó llevando consigo a los ángeles que había engañado; y hoy día está engañando a los seres humanos en cuanto a la ley de Dios.”

No sólo los sacrificios del ritual simbólico llegaron a su fin con la muerte de Cristo, sino que toda la ley ceremonial con sus fiestas y sábados ceremoniales o santas convocaciones que eran símbolos de la obra de Cristo—terminada, y por terminar—perdieron su valor pues ya tenemos la realidad, ya sabemos a qué apuntaban y no necesitamos aferrarnos a las sombras sino que debemos aferrarnos a la realidad.

¿De qué manera “hoy día [Satanás] está engañando a los seres humanos en cuanto a la ley de Dios?

Comentario Bíblico 7ª pg. 316/2/3 – “El pueblo de Dios, a quien él llama su tesoro peculiar, tuvo el privilegio de tener un sistema doble de ley: la moral y la ceremonial. La una, que señala hacia atrás a la creación, para que se mantenga el recuerdo del Dios viviente que hizo el mundo, cuyas demandas tienen vigencia sobre todos los hombres en cada dispensación (antiguo y nuevo pacto), y que existirá a través de todo el tiempo y la eternidad; la otra dada debido a que el hombre transgredió la ley moral, y cuya obediencia consistía en sacrificios y ofrendas que señalaban la redención futura. Cada una es clara y diferente de la otra.

La ley moral fue desde la creación una parte esencial del plan divino de Dios, y era tan inmutable como él mismo. La ley ceremonial debía responder a un propósito particular en el plan de Cristo para la salvación de la raza humana. El sistema simbólico de sacrificios y ofrendas fue establecido para que mediante esas ceremonias el pecador pudiera discernir la gran ofrenda: Cristo. Pero los judíos estaban tan cegados por el orgullo y el pecado que sólo unos pocos de ellos pudieron ver más allá de la muerte de animales como una expiación por el pecado; y cuando vino Cristo, a quien prefiguraban esas ofrendas, no pudieron reconocerlo. La ley ceremonial era gloriosa; era el medio dispuesto por Jesucristo en consejo con su Padre para ayudar en la salvación de la raza humana. Toda la disposición del sistema simbólico estaba fundado en Cristo. Adán vio a Cristo prefigurado en el animal inocente que sufría el castigo de la transgresión que él había cometido contra la ley de Jehová.”

Al hacer un solo paquete del Decálogo y la ley ceremonial, y de las leyes civiles para la nación hebrea dadas a Moisés, en lo que los hombres llaman la “Torá”, Satanás lleva a los hombres a los dos extremos radicales: que toda la ley (Torá) quedó clavada en la cruz (junto con los Diez Mandamientos); o que toda la ley (Torá) debe ser guardada (junto con las fiestas y sábados ceremoniales).

El primer error no tiene pies ni cabeza pues al abrogar el Decálogo—la Ley Moral—el hombre pierde la Ley que define qué es pecado.

CC pg. 61.1 – “No ganamos la salvación con nuestra obediencia; porque la salvación es el don gratuito de Dios, que se recibe por la fe. Pero la obediencia es el fruto de la fe. ‘Sabéis que él fue manifestado para quitar los pecados, y en él no hay pecado. Todo aquel que mora en él no peca; todo aquel que peca no le ha visto, ni le ha conocido’ (1 Juan 3:5, 6). He aquí la verdadera prueba. Si moramos en Cristo, si el amor de Dios está en nosotros, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros designios, nuestras acciones, estarán en armonía con la voluntad de Dios, según se expresa en los preceptos de su santa ley. ‘¡Hijitos míos, no dejéis que nadie os engañe! el que obra justicia es justo, así como él es justo’ (1 Juan 3:7). La justicia se define por la norma de la santa ley de Dios, expresada en los diez mandamientos dados en el Sinaí.

La así llamada fe en Cristo que, según se sostiene, exime a los hombres de la obligación de obedecer a Dios, no es fe, sino presunción. ‘Por gracia sois salvos, por medio de la fe.’ Mas ‘la fe, si no tuviere obras, es de suyo muerta’ (Efesios 2:8; Santiago 2:17).”

DTG pg. 711.3 – “Otro engaño iba a ser presentado ahora. Satanás declaró que la misericordia destruía la justicia, que la muerte de Cristo abrogaba la ley del Padre. Si hubiese sido posible que la ley fuera cambiada o abrogada, Cristo no habría necesitado morir. Pero abrogar la ley sería inmortalizar la transgresión y colocar al mundo bajo el dominio de Satanás. Porque la ley era inmutable, porque el hombre podía ser salvo únicamente por la obediencia a sus preceptos, fue levantado Jesús en la cruz. Sin embargo, Satanás representó como destructor de la ley aquel mismo medio por el cual Cristo la estableció. Alrededor de esto girará el último conflicto de la gran lucha entre Cristo y Satanás.

“El aserto que Satanás presenta ahora es que la ley pronunciada por la misma voz de Dios es deficiente, que alguna especificación de ella ha sido puesta a un lado. Es el último gran engaño que arrojará sobre el mundo. No necesita atacar toda la ley; si puede inducir a los hombres a despreciar un precepto, logra su propósito. ‘Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos’ (Santiago 2:10). Consintiendo en violar un precepto, los hombres se colocan bajo el poder de Satanás. Substituyendo la ley de Dios por la ley humana, Satanás procurará dominar al mundo. Esta obra está predicha en la profecía. Acerca del gran poder apóstata que representa a Satanás, se ha declarado: ‘Hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en mudar los tiempos y la ley: y entregados serán en su mano’ (Daniel 7:25).”

El segundo error es igualmente ilógico, pues las fiestas y sábados ceremoniales no tienen sentido fuera del marco del sacerdocio terrenal y del santuario terrenal. Es decir: no se puede aceptar que el sacerdocio de Aarón—que forma parte de la Torá—quedó abrogado, pero que las fiestas—que también forman parte de la Torá—están en vigencia. Es ilógico aceptar que lo sacrificios—que forman parte de la Torá—quedaron abrogados, pero que los sábados ceremoniales—que también forman parte de la Torá—están en vigencia. Los maestros judaizantes no pueden escoger qué parte de la ley ceremonial quieren guardar y que parte dejar abrogada, pues al hacerlo demuestran que no tiene sentido hacer un solo paquete de toda la ley en la Torá. Ellos mismos caen en su propio lodo de error. O deben aceptar que el Sacerdocio de Cristo en el Santuario Celestial abrogó TODA la ley ceremonial con sus sacrificios y con su sacerdocio levita, con su santuario terrenal y con sus fiestas y sábados ceremoniales; o deben aferrarse a sus fiestas y negar al Cristo que ya vino a la tierra, que vivió una vida perfecta, que fue muerto y que resucitó y ascendió al tercer cielo, y que ahora intercede por nosotros en el Santuario Celestial.

Pero tal como declaró Pablo, los maestros judaizantes, hasta el día de hoy, tienen un velo sobre su rostro que no les permite discernir aquello que fue abolido en la cruz del Calvario.

1MS pg. 281.1 – “Pablo declaró: ‘Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aún hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará’ (2 Corintios 3:12-16).

“Los judíos rehusaron aceptar a Cristo como al Mesías, y no pueden ver que sus ceremonias no tienen significado, que los sacrificios y ofrendas han perdido su propósito. El velo colocado por ellos en su terca incredulidad todavía está delante de su mente. Sería quitado si aceptaran a Cristo, la justicia de la ley.

Muchos en el mundo cristiano también tienen un velo delante de sus ojos y su corazón. No ven con claridad lo que fue abolido. No ven que fue únicamente la ley ceremonial la que fue abrogada a la muerte de Cristo. Pretenden que la ley moral fue clavada a la cruz. Es denso el velo que oscurece su entendimiento. El corazón de muchos está en guerra con Dios. No están sujetos a su ley. Tan sólo cuando se pongan en armonía con la regla de su gobernante, puede Cristo ser de algún valor para ellos. Pueden hablar de Cristo como de su Salvador, pero él les dirá finalmente: No os conozco. No os habéis arrepentido genuinamente delante de Dios por la transgresión de su santa ley y no podéis tener fe genuina en mí, porque mi misión fue exaltar la ley de Dios.”

La pluma inspirada escribe que “cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.” ¿De qué manera nos “convertimos al Señor”? Cuando aceptamos la amonestación del Testigo Fiel que nos dice que no tenemos capacidad para amar y que tenemos una naturaleza pecaminosa, una inclinación al pecado que es condenable, que somos hijos de Satanás y por eso tenemos su mismo carácter, su mismo odio a la Ley, su mismo odio a Dios… entonces recién tendremos necesidad de Uno que vivió una vida perfecta, Uno que fue engendrado sin mancha de pecado, sin inclinación al mal, Uno que es nuestro Sustituto en la vida, Garante y Sustituto en la muerte, y Mediador en el Santuario Celestial—Cristo. Pero, mientras mantengamos nuestra mente fija en nosotros mismos, buscando en nosotros mismos la perfección para pasar el Juicio… entonces el velo seguirá sobre nuestro rostro y seremos presa de cualquier fábula de maestro judaizante o cualquier otro agente de Satanás.

A los creyentes engañados por los maestros judaizantes en Galacia, Pablo les amonestó claramente por haberse desviado de la justificación por la fe a la salvación por obras.

Gálatas 3:1-5 – “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

“Aquel” que nos “suministra el Espíritu” es Dios Padre que nos otorga el Espíritu Santo, no porque obedecemos los Diez Mandamientos, ni mucho menos por guardar las fiestas caducadas de la ley ceremonial—sino que nos otorga el Consolador en virtud de que Cristo presenta su obediencia perfecta y perpetua a nuestro favor. No recibimos el Espíritu Santo como “recompensa” por obedecer, sino más bien para capacitarnos a obedecer verdadera y voluntariamente, y gracias a la justicia perfecta de Cristo.

¿Pero acaso no recibieron los discípulos al Espíritu Santo en la fiesta del Pentecostés?

Hechos 2:1-4 – “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”

Los discípulos no recibieron la manifestación especial de la lluvia temprana por estar observando la fiesta del Pentecostés, pues NO LA ESTABAN GUARDANDO.

¿Cómo se observaba la fiesta del Pentecostés?

La fiesta de la siega o semanas o pentecostés se celebraba en el mes tercero, 5 de Siván (Levítico 23:15-16; Ester 8:9). El único lugar donde se celebró la fiesta era en el santuario terrenal porque allí habitaba el nombre de Jehová (Deuteronomio 16:11,16). La fiesta no se observaba “en la casa”, ni en el aposento alto donde los discípulos se encontraban orando y esperando la promesa de Cristo de enviar al Consolador. Toda vez que los israelitas celebraban esa fiesta lo hacían llevando al santuario terrenal dos panes con levadura elaborados con el grano nuevo:

Levítico 23:17 – “De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová.”

En ninguna parte del libro de Hechos leemos que los apóstoles salieron del aposento alto para traer dos panes con levadura al santuario terrenal—es decir: NO celebraron la fiesta del pentecostés después de la muerte de Cristo en la cruz. ¿Por qué no la celebraron? Porque para celebrar la fiesta del pentecostés había que llevar dos panes con levadura del nuevo grano y presentarlas al sacerdote terrenal en el santuario terrenal, y tanto el sacerdocio terrenal, como el santuario terrenal, como toda la ley ceremonial—incluyendo la fiesta del pentecostés—había sido ABROGADA con la muerte de Cristo, por lo tanto no había por qué observar esta fiesta ni ninguna otra fiesta.

La levadura de los panes que se presentaban en el santuario terrenal en ocasión de la fiesta del pentecostés era un símbolo del Espíritu Santo (Mateo 13:33; Lucas 13:21), y así cada vez que los israelitas presentaban sus dos panes con levadura estaban anunciando simbólicamente el derramamiento del pentecostés en una fecha y mes determinados proféticamente. Esta fiesta anunciaba simbólicamente al inicio del Ministerio Sacerdotal de Cristo en el Lugar Santo del Santuario Celestial, y la sombra se encontró con la realidad el 5 de Siván del año 31 d.C., cuando Dios derramó su Espíritu sobre aquel grupo pequeño en número que se encontraba en el aposento alto, orando y esperando la promesa; en lugar del grupo mayor y abundante en número, que se encontraba afuera celebrando la caducada fiesta del pentecostés.

HAp pg. 32/1 (31.4) – “La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. Habían de esperarla antes de empezar a hacer su obra. Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre, desde toda la eternidad. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado el Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como sacerdote y rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra, y era el Ungido sobre su pueblo.”

Así como los Gálatas y muchos otros fueron engañados por los maestros judaizantes e inducidos a guardar la ley ceremonial en los días de Pablo, hoy en día son muchos los que son engañados e inducidos a observar las fiestas caducadas de la ley ceremonial, echando por tierra el Evangelio y el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo.

HAp pg. 317/2 (308.2) – “Así Pablo emplazó a los creyentes de Galacia ante el tribunal de su propia conciencia, y trató de detenerlos en su conducta. Confiando en el poder de Dios para salvar, y rehusando reconocer las doctrinas de los maestros apóstatas, el apóstol se esforzó por inducir a los conversos a ver que habían sido groseramente engañados, pero que retornando a su fe anterior en el Evangelio, podrían sin embargo frustrar el propósito de Satanás. Tomó partido firmemente del lado de la verdad y la justicia; y su suprema fe y confianza en el mensaje que predicaba ayudaron a muchos cuya fe había fallado, a recuperar su lealtad al Salvador.”

Es el propósito de Satanás que la gente observe las fiestas o cualquier rito de la ley ceremonial pues al hacer esto se rechaza a Cristo como el Mesías y como Salvador personal.

HAp pg. 318/1 (309.1) – “En las iglesias Gálatas, el error abierto y desenmascarado estaba suplantando al mensaje evangélico. Cristo, el verdadero fundamento de la fe, era virtualmente desplazado por las anticuadas ceremonias del judaísmo. El apóstol vio que para salvar a los creyentes Gálatas de las peligrosas influencias que los amenazaban, debían tomarse las más decisivas medidas, darse las más penetrantes amonestaciones.”

Cuando el apóstol Pedro tuvo la palabra en el primer concilio cristiano habló de su convicción de que el Espíritu Santo había dejado en claro su postura respecto a la ley ceremonial.

Hechos 15:7-10 – “Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?

Cuando el Espíritu Santo descendió sobre Cornelio y su familia, por qué descendió el Espíritu sobre ellos? ¿Por estar observando una fiesta? ¿Por estar guardando la ley ceremonial? NO. El Espíritu descendió sobre ellos porque aceptaron POR FE a Cristo como su Sustituto en la vida, Garante y Sustituto en la muerte y Mediador—“purificando POR LA FE sus corazones.” Estos gentiles no estaban esperando una fiesta, una fecha específica para recibir las bendiciones de Dios, sino que a lo largo del libro de Hechos tenemos evidencia de cómo el Espíritu Santo descendió sobre gentiles que por fe aceptaban a Cristo, sin importar el lugar ni la fecha. Y cuando el Espíritu Santo descendió sobre Cornelio y su familia, esto ocurrió delante de los maestros judaizantes que se aferraban a la ley ceremonial y que acompañaron a Pedro para controlar su conducta delante de los “gentiles.”

Hechos 10:44-45 – “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.”

La decisión de Dios en el primer concilio cristiano

Comentario Bíblico 7ª pg. 330/1/3 – “Pablo… describe la visita que hizo a Jerusalén para conseguir el arreglo de las mismas cuestiones que entonces agitaban a las iglesias de Galacia, en cuanto si los gentiles debían someterse a la circuncisión y observar la ley ceremonial.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 330/2/1 – “Pero los tres principales apóstoles—contra los cuales no existía tal prejuicio—habiendo sido ganados ellos mismos para la opinión correcta, presentaron el asunto ante el concilio, y lograron el apoyo de todos en la decisión de liberar a los gentiles de las obligaciones de la ley ceremonial.”

HAp pg. 158/4 (156.3) – “Los diversos puntos envueltos en el arreglo del principal asunto en disputa parecían presentar ante el concilio dificultades insuperables. Pero en realidad el Espíritu Santo había resuelto ya este asunto, de cuya decisión parecía depender la prosperidad, si no la existencia misma, de la iglesia cristiana.

“‘Habiendo habido grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio, y creyesen.’ Arguyó que el Espíritu Santo había decidido el asunto en disputa descendiendo con igual poder sobre los incircuncisos gentiles y los circuncisos judíos. Relató de nuevo su visión, en la cual Dios le había presentado un lienzo lleno de toda clase de cuadrúpedos, y le había ordenado que matara y comiese. Cuando rehusó hacerlo, afirmando que nunca había comido nada común o inmundo, se le había contestado: ‘Lo que Dios limpió, no lo llames tú común’ (Hechos 10:15).”

HAp pg. 160/0 (157.2) – “En una ocasión anterior, Pedro había razonado con sus hermanos concerniente a la conversión de Cornelio y sus amigos, y a su trato con ellos. Cuando relató en aquella ocasión cómo el Espíritu Santo descendió sobre los gentiles, declaró: ‘Así que, si Dios les dio el mismo don también como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?’ (Hechos 11:17). Ahora, con igual fervor y fuerza, dijo: ‘Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando con la fe sus corazones. Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?’ Este yugo no era la ley de los diez mandamientos, como aseveran algunos que se oponen a la vigencia de la ley; Pedro se refería a la ley de las ceremonias, que fue anulada e invalidada por la crucifixión de Cristo.”

Fue el apóstol Santiago, y no Pedro—a quien el cuerno pequeño quiere que el mundo vea como “el primer papa”—quien formuló finalmente la decisión del Espíritu Santo: que no se debía inquietar a los conversos gentiles con la ley ceremonial. Y esta decisión fue escrita en una carta para ser enviada a todas las iglesias que había formado el apóstol Pablo y que habían sido inquietadas por los maestros judaizantes.

Hechos 15:19-30 – “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo. Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta.”

Los maestros judaizantes habían “salido de nosotros”—es decir: salieron de entre los profesos seguidores de Cristo—pero, sin embargo “no dimos orden”—es decir: no habían sido enviados ni por Dios, ni por los apóstoles, a predicar sus falsas doctrinas y ha “inquietar con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley”—la ley ceremonial.

HAp pg. 160/3 (158.3) – “Plugo al Espíritu Santo no imponer la ley ceremonial a los conversos gentiles, y el sentir de los apóstoles en cuanto a este asunto era como el sentir del Espíritu de Dios. Santiago presidía el concilio, y su decisión final fue: ‘Yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados.’

Esto puso fin a la discusión. El caso refuta la doctrina que sostiene la iglesia católica romana, de que Pedro era la cabeza de la iglesia. Aquellos que, como papas, han pretendido ser sus sucesores, no pueden fundar sus pretensiones en las Escrituras. Nada en la vida de Pedro sanciona la pretensión de que fue elevado por encima de sus hermanos como el viceregente del Altísimo. Si aquellos que se declaran ser los sucesores de Pedro hubieran seguido su ejemplo, habrían estado siempre contentos con mantenerse iguales a sus hermanos.

“En este caso, Santiago parece haber sido escogido para anunciar la decisión a la cual había llegado el concilio. Su sentencia fue que la ley ceremonial, y especialmente el rito de la circuncisión, no debía imponerse a los gentiles, ni aun recomendarse. Santiago trató de grabar en la mente de sus hermanos el hecho de que, al convertirse a Dios, los gentiles habían hecho un gran cambio en sus vidas, y que debía ejercerse mucha prudencia para no molestarlos con dudosas y confusas cuestiones de menor importancia, no fuera que se desanimaran en seguir a Cristo.

“Los conversos gentiles, sin embargo, debían abandonar las costumbres inconsecuentes con los principios del cristianismo. Los apóstoles y ancianos convinieron por lo tanto en pedir a los gentiles por carta que se abstuvieran de los alimentos ofrecidos a los ídolos, de fornicación, de lo estrangulado, y de sangre. Debía instárselos a guardar los mandamientos, y a vivir una vida santa. Debía asegurárseles también que los que habían declarado obligatoria la circuncisión no estaban autorizados por los apóstoles para hacerlo.”

¿Por qué la falsa doctrina de los maestros judaizantes es agradable al oído incircunciso?

Escuchar el vino de Babilonia de que debemos guardar las fiestas y santas convocaciones de la caducada ley ceremonial es agradable a nuestros oídos incircuncisos porque por naturaleza odiamos a Cristo y queremos una religión que nos permita salvarnos por medio de algún mérito propio donde nuestro yo—y no Cristo—sea exaltado. Es el propósito de Satanás eliminar la ley moral—los Diez Mandamientos—y exaltar en su lugar la caducada ley ceremonial, pues si logra hacer esto el hombre no tiene necesidad genuina de Cristo.

HAp pg. 319/1 (310.1) – “Substituir la santidad del corazón y la vida por las formas exteriores de la religión, es tan agradable para la naturaleza no renovada hoy como en los días de esos maestros judíos. Hoy, como entonces, hay falsos guías espirituales, a cuyas doctrinas muchos prestan atención ansiosamente. El esfuerzo premeditado de Satanás procura apartar las mentes de la esperanza de salvación mediante la fe en Cristo y la obediencia a la ley de Dios. En toda época el gran enemigo adapta sus tentaciones a los prejuicios e inclinaciones de aquellos a quienes trata de engañar. En los tiempos apostólicos inducía a los judíos a exaltar la ley ceremonial y a rechazar a Cristo; y actualmente induce a muchos profesos cristianos, con el pretexto de honrar a Cristo, a menospreciar la ley moral y a enseñar que sus preceptos pueden ser transgredidos impunemente. Es el deber de todo siervo de Dios resistir firmemente a estos pervertidores de la fe y, por la palabra de verdad, exponer denodadamente sus errores.”

En Cristo somos libres de la condenación de la ley moral, y como resultado de la justificación por la fe se nos capacita para que podamos obedecerla voluntariamente en el camino de la santificación verdadera. En Cristo somos libres de la observancia de la ley ceremonial, que era una sombra y figura que nos ayuda a comprender los misterios del plan de redención. No somos aceptados por la observancia legalista a ninguna de estas dos leyes, sino que únicamente podemos ser justificados en virtud de la justicia perfecta de Cristo.

HAp pg. 320/2 (311.1) – “Pablo rogó a los que habían conocido una vez el poder de Dios en sus vidas, a volver a su primer amor de la verdad evangélica. Con argumentos irrefutables les presentó su privilegio de llegar a ser hombres y mujeres libres en Cristo, por cuya gracia expiatoria todos los que se entregan plenamente son vestidos con el manto de su justicia. Sostuvo que toda alma que quiera ser salvada debe tener una experiencia genuina y personal en las cosas de Dios.”

A pesar de la clara y contundente decisión que tomó el Espíritu Santo en el primer concilio cristiano…

Los maestros judaizantes continúan estorbando la siembra

HAp pg. 162/1 (159.4) – “No todos, sin embargo, estaban satisfechos con la decisión; había un bando de hermanos ambiciosos y confiados en sí mismos que estaban en desacuerdo con ella. Estos hombres estaban decididos a ocuparse en la obra bajo su propia responsabilidad. Se tomaban la libertad de murmurar y hallar faltas, de proponer nuevos planes y tratar de derribar la obra de los hombres a quienes Dios había escogido para que enseñaran el mensaje evangélico. Desde el principio la iglesia ha tenido que afrontar tales obstáculos, y tendrá que hacerlo hasta el fin del siglo.

“Jerusalén era la metrópoli de los judíos, y era allí donde se encontraban la intolerancia y el exclusivismo mayores. Los cristianos judíos que vivían a la vista del templo permitían, como era natural, que sus mentes se volvieran a los privilegios peculiares de los judíos como nación. Cuando vieron que la iglesia cristiana se apartaba de las ceremonias y tradiciones del judaísmo, y percibieron que la santidad peculiar con la cual las costumbres judías habían estado investidas pronto serían perdidas de vista a la luz de la nueva fe, muchos se indignaron con Pablo como el que había en gran medida causado este cambio. Aun los discípulos no estaban todos preparados para aceptar de buen grado la decisión del concilio. Algunos eran celosos por la ley ceremonial; y miraban a Pablo con desagrado, porque pensaban que sus principios respecto a las obligaciones de la ley judía eran flojos.”

A pesar de que Dios mismo había dejado en claro esta decisión en el primer concilio cristiano, los maestros judaizantes no dejaron de hacer sentir su mala influencia, y siguieron estorbando la labor de Pablo en las distintas regiones del mundo antiguo. De hecho, la circuncisión de Timoteo (Hechos 16:3) ocurrió también después del primer concilio cristiano, donde ya se supone que se había tomado la rotunda decisión de no circuncidar a los gentiles convertidos (y Timoteo era de padre griego). Pero a pesar de todo, los maestros judaizantes seguían haciendo sentir su mala influencia y Pablo se vio obligado a circuncidar a Timoteo para que les dejen predicar en paz aquellos supuestos “hermanos en Cristo.”

1MS pg. 278.1 – “La mayor dificultad a la que Pablo tuvo que hacer frente surgió de la influencia de los maestros judaizantes. Ellos le provocaron mucha dificultad ocasionando disensiones en la iglesia de Corinto. Continuamente presentaban las virtudes de las ceremonias de la ley, exaltando esas ceremonias por encima del Evangelio de Cristo y condenando a Pablo porque no las imponía a los nuevos conversos.

“Pablo les hizo frente en su propio terreno. ‘Si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación’ (2 Corintios 3:7-9).”

HAp pg. 168/2 (166.2) – “Como medida de precaución, Pablo aconsejó prudentemente a Timoteo que se circuncidase, no porque Dios lo requiriese, sino para eliminar del pensamiento de los judíos algo que pudiera llegar a ser una objeción contra el ministerio de Timoteo. En su obra, Pablo había de viajar de ciudad en ciudad, en muchas tierras, y con frecuencia tenía oportunidad de predicar a Cristo en las sinagogas de los judíos, como también en otros lugares de reunión. Si llegaban a saber que uno de sus compañeros era incircunciso, su obra quedaría grandemente estorbada por los prejuicios y el fanatismo de los judíos. Por doquiera el apóstol afrontaba resuelta oposición y severa persecución. Deseaba impartir a sus hermanos judíos, tanto como a los gentiles, el conocimiento del Evangelio; y por eso procuraba, en la medida consecuente con su fe, quitar todo pretexto de oposición. Sin embargo, mientras condescendía así con el prejuicio judío, creía y enseñaba que la circuncisión y la incircuncisión nada eran, y que el Evangelio de Cristo era todo.”

HAp pg. 164/3 (162.3) – “En su ministerio, Pablo se veía obligado a menudo a estar solo. Era especialmente enseñado por Dios, y no se atrevía a hacer concesiones que comprometieran los principios. A veces la carga era pesada, pero Pablo se mantenía firme de parte de lo recto. Comprendía que la iglesia no debía ser puesta nunca bajo el dominio del poder humano. Las tradiciones y máximas de los hombres no debían tomar el lugar de la verdad revelada. El avance del mensaje evangélico no debía ser estorbado por los prejuicios y las preferencias de los hombres, cualquiera fuese su posición en la iglesia.

“Pablo se había consagrado con todas sus facultades al servicio de Dios. Había recibido las verdades del Evangelio directamente del cielo, y en todo su ministerio mantuvo una relación vital con los agentes celestiales. Había sido enseñado por Dios en cuanto a la imposición de cargas innecesarias a los cristianos gentiles; así cuando los creyentes judaizantes introdujeron en la iglesia de Antioquía el asunto de la circuncisión, Pablo conocía el sentir del Espíritu de Dios concerniente a esa enseñanza, y tomó una posición firme e inflexible que libró a las iglesias de las ceremonias y los ritos judíos.”

A lo largo del relato bíblico en el libro de los Hechos de los apóstoles, podemos ver que la predicación de Pablo giraba en torno al Evangelio de Cristo: su vida, su muerte y su resurrección (Hechos 13:27-42). No existe una sola evidencia de que Pablo predicara sobre la necesidad de guardar la ley ceremonial, mas bien todo lo contrario, hay bastante evidencia sobre sus conflictos tanto con los judíos que habían rechazado a Cristo, como con los maestros judaizantes que profesaban creer en Cristo pero se aferraban a sus ritos caducados de la ley ceremonial.

Hechos 17:2-5 – “Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas. Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.”

Hechos 17:16-18 – “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.”

Hechos 18:4-6 – “Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos. Y cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo. Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles.”

Los apóstoles y las fiestas anuales

HAp pg. 221/1 (218.1) – “Después de dejar Corinto, el próximo escenario de la labor de Pablo fue Éfeso. Estaba en camino a Jerusalén, para asistir a una fiesta próxima; y su estada en Éfeso fue necesariamente breve. Razonó en la sinagoga con los judíos, quienes fueron impresionados tan favorablemente que le rogaron que continuara sus labores entre ellos. Su plan de visitar a Jerusalén le impidió detenerse entonces, mas prometió volver a visitarles, ‘queriendo Dios.’ Aquila y Priscila le habían acompañado a Éfeso, y los dejó allí para que continuaran la obra que había comenzado.”

Hay un par de textos que los maestros judaizantes manipulan para impartir sus falsas teorías de que las fiestas de la ley ceremonial aún están en vigencia. Aquí se cumple antaño como hogaño que: “En los días de Pablo había quienes constantemente hablaban de la circuncisión, y podían presentar abundantes pruebas bíblicas para mostrar que era obligatoria para los judíos.” Así, hoy los maestros judaizantes utilizan estos textos para querer demostrar que las fiestas son obligatorias para los cristianos…

Hechos 18:21 – “Sino que se despidió de ellos, diciendo: Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpó de Éfeso.”

Hechos 20:16 – “Porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Éfeso, para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén.”

¿Con qué motivo Pablo deseaba estar en Jerusalén durante alguna fiesta?

HAp pg. 321/1 (312.1) – “Pablo deseaba grandemente llegar a Jerusalén a tiempo para la Pascua, pues eso le daría oportunidad de encontrarse con aquellos que llegaban de todas partes del mundo para asistir a la fiesta. Siempre acariciaba él la esperanza de poder ser de alguna manera instrumento para quitar el prejuicio de sus compatriotas incrédulos, de modo que pudieran ser inducidos a aceptar la preciosa luz del Evangelio. También deseaba encontrarse con la iglesia de Jerusalén y entregarle las ofrendas que enviaban las iglesias gentiles para los hermanos pobres de Judea. Y por medio de esta visita, esperaba lograr que se efectuara una unión más firme entre los judíos y los gentiles convertidos a la fe.”

Luego de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo, los judíos seguían peregrinando al templo terrenal en Jerusalén para celebrar las fiestas del ritual simbólico que ya no estaban más en vigencia.

HAp pg. 119/3 (117.3) – “Mientras tanto, los adoradores de todas las naciones buscaban el templo que había sido dedicado al culto de Dios. Resplandeciente con oro y piedras preciosas, ofrecía una vista de belleza y magnificencia. Pero Jehová no se hallaba más en ese hermoso palacio. Israel como nación se había divorciado de Dios. Cuando Cristo, casi al fin de su ministerio terrenal, miró por última vez el interior del templo, dijo: ‘He aquí vuestra casa os es dejada desierta’ (Mateo 23:38). Hasta entonces había llamado al templo la casa de su Padre, pero cuando el Hijo de Dios salió de sus muros, la presencia de Dios fue quitada para siempre del templo edificado a su gloria.”

Romanos 11:1-8 – “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia. Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.”

Romanos 11:11-21 – “Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.”

Si bien el apóstol Pablo es conocido como “el apóstol de los gentiles”, Pablo no dejaba de intentar convencer a los judíos que Jesús era el Cristo. Es por esta razón que Pablo trataba de persuadir a los judíos en sus sinagogas cada sábado, hasta que estos o aceptaban o finalmente lo echaban a golpes. Y como los judíos todavía continuaban celebrando las fiestas del ritual simbólico, grandes multitudes de judíos de todas partes del mundo antiguo peregrinaban a Jerusalén para celebrar estas tres fiestas anuales. Pues, por mandato divino, en la ley ceremonial estaba escrito que las fiestas debían ser celebradas en el templo terrenal donde estaba el nombre de Dios—en su ley, y específicamente en el cuarto mandamiento. Los israelitas no debían celebrar las fiestas en sus casas, sino que debían peregrinar a Jerusalén.

DTG pg. 56.2 – “Había tres fiestas anuales: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de las Cabañas, en las cuales todos los hombres de Israel debían presentarse delante del Señor en Jerusalén. De estas fiestas, la Pascua era la más concurrida. Acudían muchos de todos los países donde se hallaban dispersos los judíos. De todas partes de Palestina, venían los adoradores en grandes multitudes.”

Si bien la sierva del Señor, al hablar de las tres fiestas anuales, menciona a la Pascua como una “fiesta”, la fiesta de la pascua era la fiesta de los panes sin levadura o panes ázimos—de la cual la Pascua era el día de preparación. Como la Pascua era el día de preparación para la fiesta de los panes sin levadura, a esta fiesta se le conocía informalmente como la fiesta de la Pascua.

Como estudiamos en el estudio completo de las fiestas y sábados ceremoniales, en la ley ceremonial existían únicamente tres fiestas anuales:

  1. La fiesta de los panes sin levadura o ázimos (Éxodo 23:15; 34:18).
  2. La fiesta de la siega o pentecostés (Éxodo 23:16; 34:22).
  3. La fiesta de las cabañas o cosecha (Éxodo 23:16; 34:22).

Y había siete sábados ceremoniales o santas convocaciones:

  1. El 15 de Abib (Lv. 23:6) – primer día de la fiesta de los panes sin levadura.
  2. El 21 de Abib (Lv. 23:8) – último día de la fiesta de los panes sin levadura.
  3. 5 del mes tercero o Siván (Lv. 23:15-16) en la fiesta del pentecostés.
  4. El primero del mes séptimo (Lv. 23:24) en el toque de trompetas.
  5. El 10 del mes séptimo (Lv. 23:27) en la santa convocación para el Día de la Expiación.
  6. El 15 del mes séptimo (Lv. 23:34-35) – primer día de la fiesta de las cabañas.
  7. El 22 del mes séptimo (Lv. 23:36) – último día de la fiesta de las cabañas.

La pascua no era ni fiesta, ni sábado ceremonial o santa convocación. No habían “siete fiestas”, sino que eran sólo tres fiestas. Y “fiesta” no es lo mismo que “santa convocación” o sábado ceremonial.

Éxodo 23:14 – “Tres veces en el año me celebraréis fiesta.”

Éxodo 23:15 – “(1) La fiesta de los panes sin levadura.”

Éxodo 23:16 – “También (2) la fiesta de la siega…” “y (3) la fiesta de la cosecha a la salida del año.”

Éxodo 23:17 – “Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Jehová el Señor.”

Dios sólo menciona tres fiestas: la fiesta de los panes sin levadura o panes ázimos, la fiesta de la siega o pentecostés y la fiesta de la cosecha. No existe “siete” fiestas, tal enseñanza no es bíblica, sino que se trata de otro vino de Babilonia que está esparcido por toda la cristiandad del lado del cuerno pequeño.

La orden de Dios era que para estas fiestas anuales todos los israelitas debían acudir al santuario terrenal a celebrarlas. Los israelitas NO CELEBRABAN LAS FIESTAS EN NINGUN OTRO LUGAR QUE NO SEA EL SANTUARIO TERRENAL. No celebraban las fiestas ni en sus hogares, ni en sus sinagogas, como lo hacen hoy los maestros judaizantes.

PP pg. 578/1 (519.1) – “Había tres asambleas anuales de todo Israel para rendir culto en el santuario. Éxodo 23:14-16. Por algún tiempo Silo fue el lugar de reunión; pero más tarde Jerusalén llegó a ser el centro del culto de la nación, y allí se congregaban las tribus para las fiestas solemnes.”

MC pg. 214.6 – “Los tres viajes anuales para asistir a las fiestas de Jerusalén, la estada de una semana en cabañas durante la fiesta de los tabernáculos, eran oportunidades para descansar fuera de casa y cultivar la vida social. Esas fiestas eran ocasiones de regocijo aun más endulzado y enternecido por la circunstancia de que en dichas fiestas se daba hospitalaria acogida al extranjero, al levita y al pobre.”

2MCP pg. 271.1 – “A los que vivían lejos del tabernáculo la asistencia a las fiestas anuales les requería más de un mes de cada año. Este ejemplo de devoción a Dios debe recalcar la importancia de los servicios religiosos y la necesidad de subordinar nuestros intereses egoístas y mundanos a los que son espirituales y eternos.”

ED pg. 41/5 (39.3) – “Como medios de educación, las fiestas de Israel ocupaban un lugar importante. En la vida común, la familia era escuela e iglesia, y los padres eran los maestros, tanto en las cosas seculares como en las religiosas. Pero tres veces al año se dedicaban algunos días al intercambio social y al culto. Estas reuniones se celebraron primero en Silo y luego en Jerusalén. Solo se exigía que estuvieran presentes los padres y los hijos, pero nadie deseaba perder la oportunidad de asistir y, siempre que era posible, todos los miembros de la casa asistían, y junto con ellos, como participantes de su hospitalidad, estaban el extranjero, el levita y el pobre.”

El sábado semanal no es una “fiesta”

Además de Éxodo capítulo 23, la orden de Jehová sobre las fiestas y sábados ceremoniales o santas convocaciones se encuentra en Levítico capítulo 23. Tanto los maestros judaizantes como los antinomianos utilizan el hecho de que el sábado semanal es mencionado al principio de este capítulo para tratar de hacer creer a la gente que el sábado del cuarto mandamiento es también una “fiesta.” Pero hacer esto es pervertir las Escrituras y hacer el trabajo de Satanás.

Levítico 23:2-4 – “Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas: Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis. Estas son las fiestas solemnes de Jehová, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos:”

Si bien es cierto que la santidad del sábado semanal del cuarto mandamiento es recalcado al principio de este capítulo, no es nombrado como una fiesta, sino que es importante que los israelitas entendieran que los sábados ceremoniales o santas convocaciones debían tener las mismas restricciones que el sábado semanal del cuarto mandamiento. El séptimo día es una “santa convocación,” es decir: es un feriado—un día en el que no se puede trabajar. Pero “santa convocación” no es sinónimo de “fiesta.” En el versículo 4, Jehová vuelve a reiterar “estas son las fiestas solemnes de Jehová” y menciona todas las fiestas por nombre, tal como está en Éxodo 23, a excepción de la fiesta del pentecostés.

Levítico 23:6 – “Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová…”

Levítico 23:34 – “A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días.”

PP pg. 320/3 (283.5) – “Nuevamente se le recordó al pueblo su sagrada obligación de observar el sábado. Se designaron fiestas anuales, en las cuales todos los hombres de la nación debían congregarse ante el Señor, y llevarle sus ofrendas de gratitud, y las primicias de la abundancia que él les diera.”

El sábado del cuarto mandamiento NO ES una fiesta, pues así NO ESTÁ ESCRITO. Y los sábados ceremoniales, o “santas convocaciones” tenían las mismas restricciones del sábado semanal del cuarto mandamiento. Pero “santa convocación” NO ES LO MISMO que “fiesta”, pues claramente, tanto la fiesta de los panes ázimos, como la fiesta de los tabernáculos tenían ambas DOS SANTAS CONVOCACIONES o sábados ceremoniales. Si la fiesta de los panes sin levadura duraba 7 días, y el primer y último día de la fiesta eran santas convocaciones o sábados ceremoniales, entonces claramente una fiesta NO ES LO MISMO que una santa convocación.

Levítico 23:6-8 – “Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura. El primer día tendréis santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación; ningún trabajo de siervo haréis.”

En su viaje a Éfeso, Pablo llegó a conocer a un judío llamado Apolo, que había sido enseñado por Juan el Bautista cuando Apolo había peregrinado a Jerusalén en ocasión de estas fiestas anuales.

Hechos 18:24-25 – “Llegó entonces a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan.”

DTG pg. 23.4 – “La Providencia había dirigido los movimientos de las naciones, así como el flujo y reflujo de impulsos e influencias de origen humano, a tal punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador. Las naciones estaban unidas bajo un mismo gobierno. Un idioma se hablaba extensamente y era reconocido por doquiera como la lengua literaria. De todos los países, los judíos dispersos acudían a Jerusalén para asistir a las fiestas anuales, y al volver adonde residían, podían difundir por el mundo las nuevas de la llegada del Mesías.”

HAp pg. 231/3 (228.3) – “Los judíos, esparcidos ampliamente ahora en todos los países civilizados, esperaban en general el advenimiento del Mesías. Cuando Juan el Bautista predicaba, muchos, en sus visitas a Jerusalén en ocasión de las fiestas anuales, habían ido a las orillas del Jordán para escucharle. Allí habían oído a Jesús proclamado como el Prometido, y habían llevado las nuevas a todas partes del mundo. Así había preparado la Providencia el terreno para las labores de los apóstoles.

“Al llegar a Éfeso, Pablo encontró doce hermanos, que, como Apolos, habían sido discípulos de Juan el Bautista, y como él habían adquirido cierto conocimiento de la misión de Cristo. No tenían la capacidad de Apolos, pero con la misma sinceridad y fe estaban tratando de extender el conocimiento que habían recibido.”

Pablo asistió a las fiestas en Jerusalén para aprovechar la oportunidad de predicar a las multitudes de judíos que asistían a esas tres fiestas anuales. Pues si Pablo empleaba su tiempo en viajar extensamente a lugares apartados para encontrar tanto a judíos como a gentiles, cómo no iba a aprovechar la ocasión de que todas estas multitudes venían de todos los rincones a celebrar las fiestas en Jerusalén. Pablo estaba siguiendo el ejemplo de Cristo de ir a donde quiera que hubiese personas a quienes predicar y presentar la verdad presente.

CM pg. 248.3 – “La Biblia revela a Cristo como el buen Pastor, que busca a las ovejas perdidas incansablemente… Proclamaba su mensaje desde la ladera de la montaña, desde el bote del pescador, en el desierto, en las grandes rutas de tránsito. Doquiera hallaba personas listas para escuchar, estaba listo para abrirles el tesoro de la verdad. Asistía a las fiestas anuales de la nación judía, y a las multitudes absortas en la ceremonia exterior les hablaba de las cosas celestiales, poniendo a su vista la eternidad.”

El apóstol Pedro también aprovechó las fiestas anuales para tratar de alcanzar a los judíos que acudían a Jerusalén a celebrarlas.

HAp pg. 424/1 (410.1) – “En el libro de los Hechos de los Apóstoles se hace poca mención de la última parte del ministerio del apóstol Pedro. Durante los años de intensa actividad que siguieron al derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, Pedro estaba entre los que se esforzaban incansablemente para alcanzar a los judíos que acudían a Jerusalén a adorar en el tiempo de las fiestas anuales.”

Pero Jesús ya había declarado que había llegado el tiempo cuando las fiestas anuales llegarían a su fin, y los verdaderos creyentes no tendrían más necesidad de peregrinar a Jerusalén a adorar en el templo terrenal.

Juan 4:19-21 – “Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.”

DTG pg. 159.3 – “Aquí se declara la misma verdad que Jesús había revelado a Nicodemo cuando dijo: ‘A menos que el hombre naciere de lo alto, no puede ver el reino de Dios’ (Juan 3:3). Los hombres no se ponen en comunión con el cielo visitando una montaña santa o un templo sagrado. La religión no ha de limitarse a las formas o ceremonias externas. La religión que proviene de Dios es la única que conducirá a Dios. A fin de servirle debidamente, debemos nacer del Espíritu divino. Esto purificará el corazón y renovará la mente, dándonos una nueva capacidad para conocer y amar a Dios. Nos inspirará una obediencia voluntaria a todos sus requerimientos. Tal es el verdadero culto. Es el fruto de la obra del Espíritu Santo.”

Es de suma importancia tomar en cuenta que la destrucción de Jerusalén y del templo ocurrieron justamente en el tiempo de la primera fiesta—la fiesta de los panes sin levadura—que era la fiesta más concurrida.

¿Qué les ocurrió a todos esos judíos que rechazaron a Cristo, que rechazaron que la ley ceremonial había sido abrogada, y quisieron seguir celebrando la Pascua con su fiesta de panes ázimos, y con su primicia de las gavillas?

Fueron DESTRUIDOS o LLEVADOS EN CAUTIVERIO a Roma.

CS pg. 34/2 (30.2) – “Espantosas fueron las calamidades que sufrió Jerusalén cuando el sitio se reanudó bajo el mando de Tito. La ciudad fue sitiada en el momento de la Pascua, cuando millones de judíos se hallaban reunidos dentro de sus muros. Los depósitos de provisiones que, de haber sido conservados, hubieran podido abastecer a toda la población por varios años, habían sido destruidos a consecuencia de la rivalidad y de las represalias de las facciones en lucha, y pronto los vecinos de Jerusalén empezaron a sucumbir a los horrores del hambre.”

A pesar de toda la evidencia bíblica y del espíritu de profecía, los maestros judaizantes saben sacar provecho de textos fuera de su contexto como los siguientes:

HAp pg. 322/1 (313.1) – “Al ser advertido del complot, Pablo decidió hacer el viaje por Macedonia. Tuvo que renunciar a su plan de llegar a Jerusalén a tiempo para celebrar allí la Pascua, pero tenía la esperanza de encontrarse allí para Pentecostés.”

HAp pg. 322/3 (313.3) – “En Filipos, Pablo se detuvo para observar la Pascua. Sólo Lucas quedó con él; los otros miembros del grupo siguieron hasta Troas para esperarlo allí. Los filipenses eran los más amantes y sinceros de entre los conversos del apóstol, y durante los ocho días de la fiesta, él disfrutó de una pacífica y gozosa comunión con ellos.”

En primer lugar, como ya hemos estudiado, por mandato divino, los israelitas debían celebrar la Pascua y la fiesta de los panes sin levadura (que duraba siete días) en Jerusalén. Si Pablo hubiese querido celebrar la fiesta conforme a la ley ceremonial, entonces debía haber hecho todo lo posible por llegar a tiempo a Jerusalén. Pero no lo hizo, pues en su misma prédica enseñaba que la ley ceremonial había sido abrogada. En el párrafo anterior la misma hermana Elena recalca este punto:

HAp pg. 321/3 (312.3) – “El éxito que acompañaba la predicación del Evangelio despertó de nuevo la ira de los judíos. De todos partes llegaban noticias de la divulgación de la nueva doctrina, por la cual los judíos eran relevados de la observancia de los ritos de la ley ceremonial y los gentiles eran admitidos con iguales privilegios que los judíos como hijos de Abrahán. En su predicación en Corinto, Pablo presentó los mismos argumentos que defendió tan vigorosamente en sus epístolas. Su enfática declaración: ‘No hay Griego ni Judío, circuncisión ni incircuncisión” (Colosenses 3:11), era considerada por sus enemigos como una osada blasfemia, y decidieron reducir su voz al silencio.”

Pablo predicaba por la letra y la voz que la ley ceremonial estaba abrogada. No tiene sentido pensar que Pablo celebraba las fiestas que él mismo decía que estaban abrogadas. No hay evidencia alguna de que Pablo celebraba las fiestas, sólo existen textos que nos hablan que el pasaba en algún lugar o que deseaba estar en algún lugar para las fechas de las fiestas. Tampoco hay evidencia alguna de que Pablo instara ni por letra ni por su voz a la gente a observar las fiestas, todo lo contrario, en sus epístolas tenemos una clara evidencia de que él enseñaba que dichas fiestas con toda su ley ceremonial fueron clavadas en la cruz.

Los únicos ritos que tenemos evidencia que Pablo observaba son los ritos del Nuevo Pacto: el bautismo y la cena del Señor:

Hechos 20:7 – “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.”

HAp pg. 322/4 (313.5) – “En la última tarde de su estada, los hermanos se juntaron ‘a partir el pan.’ El hecho de que su amado maestro estaba por partir había hecho congregar a un grupo más numeroso que de costumbre. Se reunieron en un ‘aposento alto’ en el tercer piso. Allí, movido por el fervor de su amor y solicitud por ellos, el apóstol predicó hasta la medianoche.”

¿Y qué predicaba Pablo? ¿Las fiestas? ¿La ley ceremonial?

La predicación de Pablo

La predicación de Pablo no giraba en torno a la caducada ley ceremonial, sino que giraba en torno de (1) la obra acabada de Cristo en la tierra—el Evangelio, (2) la obra aún no acabada de Cristo en el cielo—su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Santuario Celestial, y (3) la obra de Cristo por hacer cuando termine su obra en el Santuario Celestial. Estas tres obras estaban simbolizadas y representadas por las tres fiestas de la ley ceremonial. Es por esto que en Cristo, aquellas fiestas que eran figura y sombra de Cristo, ya no tienen vigencia.

HAp pg. 187/2 (185.1) – “Pablo habló a los judíos tesalonicenses de su celo anterior por la ley ceremonial, y del asombroso suceso que le había ocurrido junto a las puertas de Damasco. Antes de su conversión había confiado en una piedad heredada, una falsa esperanza. Su fe no había estado anclada en Cristo; en vez de eso, había confiado en formas y ceremonias. Su celo por la ley había estado desvinculado de la fe en Cristo, y no tenía ningún valor. Mientras se vanagloriaba de ser intachable en el cumplimiento de los requerimientos de la ley, había rechazado a Aquel que daba valor a la ley.

“Pero al convertirse, todo había cambiado. Jesús de Nazaret, a quien había estado persiguiendo en la persona de sus santos, se le apareció como el Mesías prometido. El perseguidor le vio como el Hijo de Dios que había venido a la tierra en cumplimiento de las profecías, y en cuya vida se cumplían todas las especificaciones de los Escritos Sagrados.

“Mientras Pablo proclamaba con santa audacia el Evangelio en la sinagoga de Tesalónica, se derramaron raudales de luz sobre el verdadero significado de los ritos y ceremonias relacionados con el servicio del tabernáculo. Condujo el pensamiento de sus oyentes más allá del servicio terrenal y del ministerio de Cristo en el santuario celestial, al tiempo cuando, habiendo completado su obra mediadora, Cristo volverá con poder y grande gloria y establecerá su reino en la tierra. Pablo creía en la segunda venida de Cristo. Tan clara y vigorosamente presentó las verdades concernientes a este suceso, que ellas hicieron en la mente de muchos que oían una impresión que nunca se borró.”

HAp pg. 202/3 (200.2) – “Contemplad al apóstol predicando en la sinagoga de Corinto, razonando de las escrituras de Moisés y los profetas, y conduciendo a sus oyentes al advenimiento del Mesías prometido. Escuchad mientras explica claramente la obra del Redentor como el gran sumo sacerdote de la humanidad: el que por el sacrificio de su propia vida había de expiar el pecado una vez por todas, y emprender entonces su ministerio en el santuario celestial. Se hizo entender a los oyentes de Pablo que el Mesías cuyo advenimiento habían anhelado, había venido ya; que su muerte era la realidad prefigurada por todas las ofrendas de los sacrificios, y que su ministerio en el santuario celestial era el gran objeto que arrojaba su sombra hacia atrás y aclaraba el ministerio del sacerdocio judío.”

HAp pg. 207/1 (204.3) – “Pablo comprendía que su suficiencia no estaba en él, sino en la presencia del Espíritu Santo, cuya misericordiosa influencia llenaba su corazón y ponía todo pensamiento en sujeción a Cristo. Hablando de sí mismo, afirmaba que llevaba ‘siempre por todas partes la muerte de Jesús en el cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestaba en nuestros cuerpos’ (2 Corintios 4:10). En las enseñanzas del apóstol, Cristo era la figura central. ‘Vivo—declaraba,—no ya yo, mas vive Cristo en mí’ (Gálatas 2:20). El yo estaba escondido; Cristo era revelado y ensalzado.”

Hechos 19:1-4 – “Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.”

HAp pg. 232/1 (229.1) – “Estos hermanos no sabían nada de la misión del Espíritu Santo. Cuando Pablo les preguntó si habían recibido el Espíritu, contestaron: ‘Ni aun hemos oído si hay Espíritu Santo.’ ‘¿En qué pues sois bautizados?’ preguntó Pablo, y ellos dijeron: ‘En el bautismo de Juan.’

Entonces el apóstol les expuso las grandes verdades que constituyen el fundamento de la esperanza del cristiano. Les habló de (1) la vida de Cristo en esta tierra, y (2) de su cruel muerte de ignominia. Les dijo (3) cómo el Señor de la vida había roto las barreras de la tumba, y se había levantado triunfante de la muerte, Repitió la comisión del Salvador a sus discípulos: ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id, y doctrinad a todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo’ (Mateo 28:18, 19). Les habló también (4) de la promesa de Cristo de enviar el Consolador, por cuyo poder se realizarían poderosas señales y prodigios, y describió cuán gloriosamente esta promesa se había cumplido el día de Pentecostés.”

Cuando Pablo se volvió a encontrar en Éfeso a unos judíos que habían aceptado el bautismo de Juan el Bautista, les “expuso las grandes verdades que constituyen el fundamento de la esperanza del cristiano.”

¿Cuáles eran esas verdades que constituyen el fundamento de nuestra esperanza? ¿Las fiestas y sábados ceremoniales? ¿La circuncisión y la ley ceremonial? ¿Los ritos y formas muertas y caducadas?

  • Pablo les habló de la obra acaba de Cristo en la tierra—el Evangelio: (1) su vida de obediencia perfecta a la Ley de Dios—la OFRENDA perfecta por medio de la cual podemos ser JUSTIFICADOS. (2) Su muerte en la cruz que satisface la condenación de la LEY (los Diez Mandamientos)—el SACRIFICIO por medio del cual nuestros pecados pueden ser PERDONADOS. (3) Su resurrección como Hombre, gracias a lo cual podemos tener un Sumo Sacerdote—un MEDIADOR que interceda por nosotros en el Santuario Celestial (su obra aún no acabada en el tercer cielo)—que pueda presentar su justicia perfecta para nuestra justificación, y para que (4), en virtud de su obediencia perfecta se nos pueda otorgar al Espíritu Santo—el CONSOLADOR—para que nos capacite para andar en el camino de la santificación verdadera.

¿Cuál fue el resultado de que estos verdaderos creyentes aceptaron con gozo el Evangelio y el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo?

HAp pg. 232/3 (229.3) – “Con profundo interés, y agradecido y maravillado gozo, los hermanos escucharon las palabras de Pablo. Por la fe aceptaron la maravillosa verdad del sacrificio expiatorio de Cristo, y le recibieron como su Redentor. Fueron bautizados entonces en el nombre de Jesús; ‘y habiéndoles impuesto Pablo las manos,’ recibieron también el bautismo del Espíritu Santo, por el cual fueron capacitados para hablar los idiomas de otras naciones, y para profetizar. Así fueron habilitados para trabajar como misioneros en Éfeso y en su vecindad, y también para salir a proclamar el Evangelio en Asia Menor.

Fue abrigando un espíritu humilde y susceptible a la enseñanza cómo estos hombres adquirieron la experiencia que los habilitó para salir como obreros al campo de la mies. Su ejemplo presenta a los cristianos una lección de gran valor. Muchos hacen tan sólo poco progreso en la vida divina porque tienen demasiada suficiencia propia para ocupar la posición de alumnos. Se conforman con un conocimiento superficial de la Palabra de Dios. No desean cambiar su fe o práctica, y por ende no hacen esfuerzos por adquirir mayor conocimiento.”

HAp pg. 324/1 (315.1) – “Pablo había exaltado siempre la ley divina. Había mostrado que en la ley no hay poder para salvar a los hombres del castigo de la desobediencia. Los que han obrado mal deben arrepentirse de sus pecados y humillarse ante Dios, cuya justa ira han provocado al violar su ley; y deben también ejercer fe en la sangre de Cristo como único medio de perdón. El Hijo de Dios había muerto en sacrificio por ellos, y ascendido al cielo para ser su abogado ante el Padre. Por el arrepentimiento y la fe, ellos podían librarse de la condenación del pecado y, por la gracia de Cristo, obedecer la ley de Dios.”

Como resultado haber aceptado a Cristo como su Sustituto en la vida, Garante y Sustituto en la muerte, y Mediador, aquellos creyentes en Éfeso fueron justificados en base de la justicia perfecta de Cristo, y como resultado de la justificación por la fe recibieron el bautismo del Espíritu Santo que los capacitó para que pudieran andar en el camino de la obediencia verdadera—una santificación verdadera que SIEMPRE es un RESULTADO de estar siendo justificados en Cristo, y que NUNCA es una CAUSA para que el hombre sea aceptado. Se nos otorga al Consolador como resultado de la justificación, y no como causa para que seamos aceptados, como enseña falsamente el cuerno pequeño. Y esa “ley divina” que debemos aprender a obedecer voluntariamente es la que nos condena de pecado: los Diez Mandamientos—la ley moral.

HAp pg. 234/1 (231.1) – “La experiencia de esos conversos judíos tiene todavía otra lección para nosotros. Cuando fueron bautizados por Juan, no comprendieron bien la misión de Jesús, a saber, que él llevaría los pecados del mundo. Seguían creyendo graves errores, pero cuando recibieron mayor conocimiento, aceptaron alegremente a Cristo como su Redentor; y al dar este paso hacia adelante, cambiaron sus obligaciones. Cuando recibieron una fe más pura, hubo un cambio correspondiente en su vida. Como señal de este cambio, y como reconocimiento de su fe en Cristo, fueron bautizados de nuevo, en el nombre de Jesús.”

Estos discípulos en Éfeso aceptaron la nueva luz que les trajo Pablo porque tenían un espíritu humilde y susceptible a ser enseñados—no se creían que ya lo sabían todo, como lamentablemente muchos profesos cristianos hoy, quienes rechazan el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo pues se quedaron con la “justificación una vez y para siempre en la cruz” de los Reformadores—una justificación sin Santuario y sin Sacerdocio, que no era una verdad presente para el tiempo de los Reformadores, pero que sin embargo sí es una verdad presente para nuestro tiempo.

HAp pg. 233/2 (230.2) – “Hoy son demasiados los que ignoran tanto como los creyentes de Éfeso la obra del Espíritu Santo en el corazón. Sin embargo, ninguna verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios.”

HAp pg. 275/1 (268.3) – “Al contemplar a Cristo, nos detenemos en la orilla de un amor inconmensurable. Nos esforzamos por hablar de este amor, pero nos faltan las palabras. Consideramos su vida en la tierra, su sacrificio por nosotros, su obra en el cielo como abogado nuestro, y las mansiones que está preparando para aquellos que le aman; y sólo podemos exclamar: ¡Oh! ¡qué altura y profundidad las del amor de Cristo! ‘En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.’ ‘Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios’ (1 Juan 4:10; 3:1).”

HAp pg. 372/4 – “El apóstol mostró que la religión no consiste en ritos y ceremonias, credos y teorías. Si así fuera, el hombre natural podría entenderla por investigación, así como entiende las cosas del mundo. Pablo enseñó que la religión es un positivo poder salvador, un principio proveniente enteramente de Dios, una experiencia personal del poder renovador de Dios en el alma.

“Les mostró cómo Moisés enseñó a Israel a mirar a Cristo como al Profeta a quien ellos debían oír; cómo todos los profetas testificaron de él como el gran remedio de Dios para el pecado, el Inocente que había de llevar los pecados del culpable. Pablo no censuró la observancia de sus ritos y ceremonias, pero les mostró que al mismo tiempo que ellos mantenían el servicio ritual con gran exactitud, rechazaban al que se tipificaba en todo el sistema de ritos.”

HAp pg. 373/2 (361.1) – “… Pero otros rehusaron tercamente aceptar el claro testimonio de las Escrituras, aun cuando les fuera presentado por uno que tenía la iluminación especial del Espíritu Santo. No podían refutar sus argumentos, pero rehusaron aceptar sus conclusiones.”

HAp pg. 390/4 (377.3) – “Cristo había anticipado que se levantarían engañadores, por cuya influencia la maldad se multiplicaría y la caridad de muchos se enfriaría (Mateo 24:12). Advirtió a sus discípulos que la iglesia estaría en mayor peligro por este mal que por las persecuciones de sus enemigos. Una y otra vez Pablo previno a los creyentes contra esos falsos maestros. De este peligro, más que de cualquier otro, deberían prevenirse; pues, al recibir falsos maestros, abrirían la puerta a errores por los cuales el enemigo podría empañar las percepciones espirituales y hacer tambalear la confianza de los nuevos conversos al Evangelio. Cristo era la norma por la cual debían probar las doctrinas presentadas. Todo lo que no estaba en armonía con sus enseñanzas debían rechazarlo. Cristo crucificado por el pecado, Cristo resucitado de entre los muertos, Cristo ascendido a lo alto, ésta era la ciencia de la salvación que ellos debían aprender y enseñar.”

Cristo crucificado por el pecado y Cristo resucitado de entre los muertos—es el EVANGELIO. Cristo ascendido a lo alto para interceder en el Santuario Celestial—es su MINISTERIO SACERDOTAL CELESTIAL. Esta es la “ciencia de la salvación” que debemos aprender y enseñar. Esta era la predicación de Pablo.

El arresto de Pablo

En su despedida de los creyentes en Éfeso, antes de partir a Jerusalén, Pablo advierte a los creyentes sobre la entrada de los falsos creyentes en Cristo que se introducirían en la iglesia como lobos disfrazados de ovejas trayendo consigo doctrinas de demonios, tal como lo hicieron los maestros judaizantes en Galacia.

Hechos 20:28-31 – “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.”

En su viaje a Jerusalén, Dios quiso advertir a Pablo de que no vaya a Jerusalén, pues le esperaba una trampa.

Hechos 21:4 – “Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete días; y ellos decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén.”

Hechos 21:10-14 – “Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles. Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar, que no subiese a Jerusalén. Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús. Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.”

HAp pg. 328/2 (318.6) – “Nunca antes se había acercado el apóstol a Jerusalén con tan entristecido corazón. Sabía que iba a encontrar pocos amigos y muchos enemigos. Se acercaba a la ciudad que había rechazado y matado al Hijo de Dios y sobre la cual pendían los juicios de la ira divina. Recordando cuán acerbo había sido su propio prejuicio contra los seguidores de Cristo, sentía la más profunda compasión por sus engañados compatriotas. Y sin embargo, ¡cuán poco podía esperar que fuera capaz de ayudarles! La misma ciega cólera que un tiempo inflamara su propio corazón, encendía ahora con indecible intensidad el corazón de todo un pueblo contra él.

No podía contar siquiera con el apoyo y la simpatía de los hermanos en la fe. Los judíos inconversos que le habían seguido muy de cerca el rastro, no habían sido lentos en hacer circular, acerca de él y su trabajo, los más desfavorables informes en Jerusalén, tanto personalmente como por carta; y algunos, aun de los apóstoles y ancianos, habían recibido esos informes como verdad, sin hacer esfuerzo alguno por contradecirlos, ni manifestar deseo de concordar con él.”

Es importante entender la situación a la que se enfrentaría Pablo al visitar a los “hermanos en la fe” en Jerusalén. Los judíos que habían rechazado a Cristo (judíos inconversos)  lo tenían como el más terrible blasfemo porque Pablo enseñaba que la ley ceremonial—con su santuario terrenal, su sacerdocio terrenal, sus fiestas y demás ritos simbólicos—había llegado a su final con la muerte de Cristo, y hacían circular “los más desfavorables informes en Jerusalén” en contra de Pablo. Los judíos que supuestamente habían aceptado a Cristo (judíos creyentes), por otra parte, “habían recibido esos informes como verdad, sin hacer esfuerzo alguno por contradecirlos, ni manifestar deseo de concordar con” Pablo. En otras palabras, los mismos judíos “hermanos en la fe” estaban en desacuerdo con Pablo en cuanto a la caducidad de la ley ceremonial—y esto incluía hasta a los mismos apóstoles que habían estado con Cristo, a diferencia de Pablo! Por lo tanto—porque ellos sí habían estado con Cristo—pensaban que Pablo no podía tener un conocimiento más claro que ellos mismos.

Al llegar a Jerusalén Pablo finalmente se reúne con los judíos creyentes, quienes no estaban muy contentos con su visita, pues no estaban contentos con su persona, y Pablo les entregó las ofrendas voluntarias de todas las iglesias de origen gentil. Ni siquiera estas generosas contribuciones de los creyentes gentiles pudieron ablandar el duro corazón de los creyentes judíos.

HAp pg. 329/2 (320.2) – “En esa ocasión Pablo y sus acompañantes presentaron formalmente a los dirigentes de la obra en Jerusalén las contribuciones enviadas por las iglesias gentiles para el sostén de los pobres entre sus hermanos judíos. El juntar estas contribuciones había costado al apóstol y a sus colaboradores mucho tiempo, mucha reflexión ansiosa y labor cansadora. La suma, que excedía en mucho a las expectativas de los ancianos de Jerusalén, representaba mucho sacrificio y aun severas privaciones de parte de los creyentes gentiles.

“Estas ofrendas voluntarias expresaban la lealtad de los conversos gentiles a la obra de Dios organizada en todo el mundo, y todos debieran haberlas recibido con agradecimiento. Sin embargo, era evidente para Pablo y sus acompañantes, que aun entre aquellos delante de los cuales estaban en ese momento, había quienes eran incapaces de apreciar el espíritu de amor fraternal que había inspirado esos donativos.”

Hechos 21:18-19 – “Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio.”

Ese “Jacobo” o “Santiago” (según la traducción) es el mismo Santiago que escribió un libro de la Biblia. Es el mismo Santiago, hijo de José y hermanastro de Jesús. Es el mismo Santiago que en el primer concilio cristiano, movido por el Espíritu Santo, declaró que no se debía imponer la ley ceremonial a los conversos gentiles (Hechos 15:13-21). Ese Santiago, ahora influenciado por los maestros judaizantes, es quien va a consentir en la trampa preparada para Pablo…

HAp pg. 329/4 (320.4) – “En los primeros años del trabajo evangélico entre los gentiles, algunos de los principales hermanos de Jerusalén, aferrándose a anteriores prejuicios y modos de pensar, no habían cooperado de corazón con Pablo y sus asociados. En su ansiedad por conservar algunas formas y ceremonias carentes de significado habían perdido de vista las bendiciones que les reportaría a ellos y a la causa que amaban un esfuerzo por unir en una todas las fases de la obra de Dios. Aunque deseosos de proteger los mejores intereses de la iglesia de Cristo, habían dejado de mantenerse al paso con la marcha de las providencias de Dios, y en su sabiduría humana, trataban de imponer a los obreros muchas restricciones innecesarias. Así se levantó un grupo de hombres que no conocían personalmente las circunstancias cambiantes y las necesidades peculiares afrontadas por los obreros en los países distantes, pero quienes insistían, sin embargo, en que tenían autoridad para ordenar a los hermanos de esos países que siguieran ciertos métodos determinados de trabajo. Creían que la obra de predicar el Evangelio debía hacerse de acuerdo con sus opiniones.

“Varios años habían pasado desde que los hermanos de Jerusalén, con los representantes de otras iglesias principales, habían considerado cuidadosamente las serias cuestiones que se habían suscitado en cuanto a los métodos seguidos por los que trabajaban por los gentiles. Como resultado de ese concilio, los hermanos habían hecho unánimemente ciertas recomendaciones a las iglesias referentes a algunos ritos y costumbres, inclusive la circuncisión. En ese concilio general, los hermanos habían recomendado a las iglesias cristianas y con la misma unanimidad a Bernabé y Pablo como colaboradores dignos de la plena confianza de cada creyente.”

HAp pg. 330/3 (321.3) – “Después, cuando se vio que crecía rápidamente el número de conversos entre los gentiles, algunos de los principales hermanos radicados en Jerusalén volvieron a acariciar sus anteriores prejuicios contra los métodos de Pablo y sus asociados. Estos prejuicios se fortalecieron con el transcurso de los años, hasta que algunos de los dirigentes llegaron a la conclusión de que la obra de predicar el Evangelio debía realizarse desde entonces de acuerdo con sus propias ideas. Si Pablo conformaba sus métodos a ciertos planes de acción que ellos defendían, reconocerían y apoyarían su trabajo; de otra manera, no le considerarían más con favor ni le apoyarían.”

Después de que se realizó el primer concilio cristiano en Jerusalén, donde el Espíritu Santo dejó en claro de que no se debía imponer más la ley ceremonial, como ya hemos leído anteriormente, hubieron muchos creyentes judíos que no estuvieron de acuerdo con la decisión de Dios. Estos “creyentes” se dejaron arrastrar por su fanatismo hacia el ritual simbólico y sus tradiciones al punto que, a través de los años, “llegaron a la conclusión de que la obra” debía llevarse a cabo según sus propios opiniones, sin importar la dirección del Espíritu Santo, quien—a lo largo del libro de Hechos—se puede ver que era quien estaba a cargo de dirigir a la iglesia de Cristo. Ahora que tenían a Pablo cara a cara le harían saber su decisión: o Pablo se somete a nuestras ideas, o ya no le apoyaremos más.

HAp pg. 332/1 (322.4) – “Los hombres que, mientras figuraban entre los encargados de la obra en Jerusalén, habían insistido en que se tomaran medidas arbitrarias de control, vieron desde un nuevo punto de vista el ministerio de Pablo, y se convencieron de que era su propio proceder el equivocado; que ellos habían sido esclavos de las costumbres y tradiciones judías, y que la obra del Evangelio había sido grandemente estorbada porque no habían comprendido que la muralla de separación entre los judíos y gentiles había sido derribada por la muerte de Cristo.

“Se ofrecía una áurea oportunidad a todos los hombres dirigentes de confesar francamente que Dios había obrado por medio del apóstol Pablo y que ellos habían errado al permitir que los informes de los enemigos despertaran sus celos y prejuicios. Pero en lugar de unirse en un esfuerzo por hacer justicia al perjudicado, le dieron un consejo que mostraba el sentimiento todavía acariciado por ellos de que Pablo debía ser considerado en alto grado responsable por los prejuicios existentes. No tomaron noblemente su defensa ni se esforzaron por mostrar su error a los desafectos, sino que trataron de hacerle transigir aconsejándole que siguiera un proceder que, en su opinión, haría desaparecer todo lo que fuese causa de aprensión errónea.”

Cuando Pablo les relató todas las maravillas que Dios había obrado en tierras de paganos y gentiles, por un breve momento los maestros judaizantes quedaron convencidos por el Espíritu Santo que se habían equivocado y que “ellos habían sido esclavos de las costumbres y tradiciones judías” y que su lento discernimiento espiritual había estorbado la obra. Pero esta convicción duró muy poco, pues en su respuesta a Pablo “le dieron un consejo que mostraba el sentimiento todavía acariciado” de que Pablo era el culpable de los prejuicios que existían en Jerusalén por parte de los judíos inconversos hacia los judíos creyentes. Fue entonces que le tendieron una trampa.

Hechos 21:20-25 – “Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres. ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley. Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación.”

Estos profesos “hermanos en Cristo” aconsejaron a Pablo que vaya al santuario terrenal—que ya no está más en vigencia—a practicar los ritos de la ley ceremonial—que ya no están más en vigencia—para que al hacer esto Pablo echara por tierra todo lo que venía predicando por todas las iglesias. Consentir en este acto de celebrar un rito, cualquiera que fuera el rito, de la ley ceremonial (así sea una simple fiesta), iba en contra de sus enseñanzas y de su integridad. Y ni un solo apóstol, ni un solo “hermano” tuvo el coraje de advertir a Pablo que no cometiera tal error. Así de terrible era la influencia de los maestros judaizantes en Jerusalén, eran verdaderamente lobos rapaces disfrazados de ovejas… Finalmente, Pablo cometió el error de consentir con los maestros judaizantes, pues seguramente al ver que estos profesos creyentes iban a ser un continuo estorbo en la predicación de la verdad presente, pensó que consintiendo en esta ocasión le dejarían en paz para predicar lo correcto en Jerusalén.

Los verdaderos débiles en la fe

HAp pg. 333/2 (324.1) – “Los hermanos esperaban que Pablo, al seguir el proceder aconsejado, pudiera contradecir en forma decisiva los falsos informes concernientes a él. Le aseguraron que la decisión del concilio anterior respecto a los conversos gentiles y a la ley ceremonial, estaba todavía en vigencia. Pero el consejo que le daban ahora no estaba de acuerdo con aquella decisión. El Espíritu de Dios no había sugerido esta instrucción; era el fruto de la cobardía. Los dirigentes de la iglesia de Jerusalén sabían que por no conformarse a la ley ceremonial, los cristianos se acarrearían el odio de los judíos y se expondrían a la persecución. El Sanedrín estaba haciendo todo lo que podía para impedir el progreso del Evangelio. Ese cuerpo escogía a hombres para que siguieran a los apóstoles, especialmente a Pablo, y se opusieran de toda forma posible a su obra. Si los creyentes en Cristo fueran condenados ante el Sanedrín como transgresores de la ley, serían rápida y severamente castigados como apóstatas de la fe judía.

Muchos de los judíos que habían aceptado el Evangelio tenían todavía en alta estima la ley ceremonial, y estaban muy dispuestos a hacer concesiones imprudentes, esperando ganar así la confianza de sus compatriotas, quitar su prejuicio y ganarlos a la fe de Cristo como Redentor del mundo. Pablo comprendía que mientras muchos de los miembros dirigentes de la iglesia de Jerusalén continuaran abrigando prejuicios contra él, tratarían constantemente de contrarrestar su influencia. Tenía la impresión de que si por alguna concesión razonable pudiera ganarlos a la verdad, podría quitar un gran obstáculo para el éxito del Evangelio en otros lugares. Pero no estaba autorizado por Dios para concederles tanto como ellos pedían.

Cuando pensamos en el gran deseo que tenía Pablo de estar en armonía con sus hermanos, en su ternura por los débiles en la fe, en su reverencia por los apóstoles que habían estado con Cristo, y hacia Santiago, el hermano del Señor, y en su propósito de llegar a ser todo para todos, siempre que esto no le obligara a sacrificar sus principios, no nos sorprende tanto que se sintiese constreñido a desviarse del curso firme y decidido que hasta entonces había seguido. Pero en vez de lograr el propósito deseado, sus esfuerzos de conciliación sólo precipitaron la crisis, apresuraron sus predichos sufrimientos, y le separaron de sus hermanos, de modo que la iglesia quedó privada de uno de sus más fuertes pilares, y los corazones cristianos de todas partes se llenaron de tristeza.”

Como podemos apreciar, los verdaderos “débiles en la fe” eran los maestros judaizantes, y aquellos hermanos que estaban dispuestos a desviarse de lo correcto para ganarse el afecto de los angustiadores. En Hechos 21 vemos que los débiles en la fe fueron aquellos hermanos que consintieron en que Pablo celebrara una fiesta de la ley ceremonial.

Hechos 21:26 – “Entonces Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, cuando había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 287/1/2 – “Esa concesión no estaba en armonía con sus enseñanzas [de Pablo] ni con la firme integridad de su carácter. Sus consejeros no era infalibles. Aunque algunos de esos hombres escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo, sin embargo, a veces erraban cuando no estaban bajo su influencia directa. Se recordará que en una ocasión Pablo se opuso a Pedro frente a frente porque estaba actuando en forma doble.”

Son muchos los maestros judaizantes que hoy enseñan que Pablo guardaba las fiestas de la ley ceremonial. Sin embargo, como ya hemos estudiado, para celebrar estas fiestas había que acudir al santuario terrenal. En Hechos 21 leemos que Pablo acudió al santuario terrenal, durante la celebración de una fiesta, y este acto—de acuerdo al espíritu de profecía—“no estaba en armonía con sus enseñanzas” y, no era un acto aprobado por Dios, pues TODA la ley ceremonial estaba abrogada.

En HAp pg. 335/1 (325.3) leemos que cuando Pablo acudió al santuario terrenal, “Jerusalén estaba llena de adoradores procedentes de muchos países” pues “desde regiones extranjeras habían acudido a Jerusalén para asistir a las fiestas.”

Los maestros judaizantes aconsejaron a Pablo a CELEBRAR UNA FIESTA y leemos que “esta concesión no estaba en armonía con sus enseñanzas.” Al acudir al santuario terrenal y al celebrar una fiesta, Pablo estaba echando por tierra lo que había declarado acerca de las fiestas, sábados ceremoniales, y el santuario terrenal:

Colosenses 2:16-17 – “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”

Hechos 17:24 – “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas.”

Pablo comprendía que el verdadero santuario—el celestial—era el que ahora estaba en vigencia, y no tenía por qué acudir al santuario terrenal, ni participar en ningún rito ni en ninguna fiesta de la ley ceremonial.

Al acudir al santuario terrenal para celebrar una fiesta, ocurrió lo que era inevitable: los judíos lo vieron y se enfurecieron porque sabían que Pablo predicaba que esa ley ceremonial que ellos seguían guardando fanática y celosamente, ya no estaba en vigencia. Los discípulos y profesos hermanos en Cristo que le aconsejaron mal para que Pablo acuda al templo de Jerusalén no consideraron plenamente el peligro inevitable al que se exponía Pablo, y aun así consintieron en que vaya y se exponga a la ira de los judíos.

HAp pg. 335/1 (325.3) – “Aquellos que habían aconsejado a Pablo que tomara esta medida no habían considerado plenamente el gran peligro al cual se expondría así. Por entonces Jerusalén estaba llena de adoradores procedentes de muchos países. Cuando, en cumplimiento de la comisión que Dios le diera, Pablo había llevado el Evangelio a los gentiles, había visitado muchas de las mayores ciudades del mundo, y era bien conocido por miles que desde regiones extranjeras habían acudido a Jerusalén para asistir a las fiestas. Entre éstos había hombres cuyos corazones estaban llenos de verdadero odio contra Pablo; y para él, entrar en el templo en una ocasión pública era poner en peligro su vida. Por varios días entró y salió entre los adoradores al parecer sin ser notado; pero antes que terminara el período especificado, mientras hablaba con un sacerdote concerniente a los sacrificios que debían ofrecerse, fue reconocido por algunos judíos de Asia.

“Estos se precipitaron sobre él con furia demoníaca gritando…”

Hechos 21:27-28 – “Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar.”

Si prestamos atención, esta acusación hecha contra Pablo, es la misma acusación que fue hecha contra Esteban:

Hechos 6:13 – “Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley.”

Tanto Esteban, como su sucesor Pablo, fueron acusados de hablar en contra del santuario terrenal y en contra de la ley ceremonial, pues ambos habían comprendido que ese santuario temporal y esa ley temporal habían quedado abrogados con la muerte de Cristo, y en su lugar estaba el Santuario Celestial y el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo.

Lucas 4:24-30 – “Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio. Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue.”

HAp pg. 343/3 (333.5) – “Las palabras de reproche del Salvador a los hombres de Nazaret se aplicaron, en el caso de Pablo, no solamente a los judíos incrédulos, sino también a sus propios hermanos en la fe. Si los dirigentes de la iglesia hubiesen abandonado plenamente sus sentimientos de amargura contra el apóstol, y le hubieran aceptado como a uno especialmente llamado por Dios para dar el Evangelio a los gentiles, el Señor habría permitido que lo tuvieran por más tiempo. Dios no había dispuesto que las labores de Pablo terminaran tan pronto; pero no hizo un milagro para contrarrestar el curso de las circunstancias creadas por el proceder de los dirigentes de la iglesia de Jerusalén.”

Pablo fue eventualmente apresado por los romanos y finalmente fue llevado cautivo a Roma, donde sería eventualmente decapitado. A pesar de que no era la voluntad divina que Pablo fuera llevado preso tan pronto, Dios utilizó este evento para seguir usando a Pablo como su instrumento desde Roma, desde donde envió varias cartas que hasta el día de hoy sirven de enseñanza para todos los cristianos que quieren comprender la verdad presente: cómo el hombre es justificado, perdonado, y cómo recibe al Espíritu Santo como un Agente Regenerador.

HAp pg. (362.1) – “Por providencia de Dios, este aplazamiento tuvo por resultado el adelanto del Evangelio. Mediante el favor de los encargados de la guardia, le fue permitido a Pablo residir en una cómoda vivienda, donde podía tratar libremente con sus amigos y también declarar diariamente la verdad a cuantos acudían a oírle. Así prosiguió durante dos años con sus labores, ‘predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento.’

“Durante ese tiempo no se olvidó de las iglesias que había establecido en muchos países. Comprendiendo los peligros que amenazaban a los convertidos a la nueva fe, el apóstol procuraba, en tanto le era posible, atender a sus necesidades por medio de cartas de amonestación e instrucciones prácticas. Y desde Roma envió consagrados obreros a trabajar no sólo en aquellas iglesias, sino también en campos que él no había visitado. Estos obreros, como prudentes pastores, intensificaron la obra tan bien comenzada por Pablo, quien se mantuvo informado de la situación y peligros de las iglesias por la constante correspondencia con ellos, de suerte que pudo ejercer prudente inspección sobre todos.

“Así, aunque aparentemente ajeno a la labor activa, Pablo ejerció más amplia y duradera influencia que si hubiese podido viajar libremente de iglesia en iglesia como en años anteriores. Como preso del Señor, era objeto del más profundo afecto de parte de sus hermanos; y sus palabras, escritas por quien estaba en cautiverio por la causa de Cristo, imponían mayor atención y respeto que cuando él estaba personalmente con ellos. Hasta que Pablo les fue quitado, los creyentes no se dieron cuenta de cuán pesadas eran las cargas que había soportado por ellos. En otros tiempos se habían excusado en gran parte de las responsabilidades porque les faltaba su sabiduría, tacto e indomable energía; pero ahora, abandonados a su inexperiencia para aprender las lecciones que habían rehuido, apreciaron sus amonestaciones, consejos e instrucciones como no los habían estimado durante su obra personal. Al informarse de su valentía y fe durante su largo encarcelamiento, fueron estimulados a una mayor fidelidad y celo en la causa de Cristo.”

HAp pg. 383/2 (370.2) – “No por los discursos de Pablo, sino por sus prisiones, la atención de la corte imperial romana fue atraída al cristianismo; en calidad de cautivo, rompió las ligaduras que mantenían a muchas almas en la esclavitud del pecado. No sólo esto, sino que, como Pablo declaró: ‘Muchos de los hermanos en el Señor, tomando ánimo con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor’ (Filipenses 1:14).”

HAp pg. 384/2 (371.1) – “Antes de finalizar esos dos años de encarcelamiento, Pablo pudo decir: ‘Mis prisiones han sido célebres en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás;’ y entre aquellos que enviaban saludos a los filipenses, mencionó especialmente a los que eran de la ‘casa de César’ (Filipenses 1:13; 4:22).”

HAp pg. 382/3 (369.3) – “No obstante, aun en este caso, como en muchos otros, se comprobó la veracidad de la afirmación de Pablo; que las armas de nuestra milicia son ‘poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas’ (2 Corintios 10:4). Aun en la misma casa de Nerón fueron ganados trofeos para la cruz. De entre los viles siervos de un rey aun más vil, se ganaron conversos que llegaron a ser hijos de Dios. No eran cristianos secretos, sino que profesaban su fe abiertamente y no se avergonzaban.”

HAp pg. 383/3 (370.3) – “La paciencia y el gozo de Pablo, su ánimo y fe durante su largo e injusto encarcelamiento, eran un sermón continuo. Su espíritu, tan diferente del espíritu del mundo, testificaba que moraba en él un poder superior al terrenal. Y por su ejemplo, los cristianos fueron impelidos a defender con mayor energía la causa de cuyas labores públicas Pablo había sido retirado.”

 

El origen del cuerno pequeño

“Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.”

(2 Tesalonicenses 2:7)

CS pg. 53/1 (47.1) – “El apóstol Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses, predijo la gran apostasía que había de resultar en el establecimiento del poder papal. Declaró, respecto al día de Cristo: ‘Ese día no puede venir, sin que venga primero la apostasía, y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición; el cual se opone a Dios, y se ensalza sobre todo lo que se llama Dios, o que es objeto de culto; de modo que se siente en el templo de Dios, ostentando que él es Dios’ (2 Tesalonicenses 2:3, 4). Y además el apóstol advierte a sus hermanos que ‘el misterio de iniquidad está ya obrando’ (Vers. 7). Ya en aquella época veía él que se introducían en la iglesia errores que prepararían el camino para el desarrollo del papado.”

El “misterio de iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7), el “inicuo” (2 Tesalonicenses 2:8-9), el “cuerno pequeño” (Daniel 7:8; 8:9-12), la “bestia que surge del mar” (Apocalipsis 13:1-10), es el poder papal—la iglesia católica. A pesar de que la mayoría de protestantes conectan la unión del paganismo romano con el cristianismo como el inicio del cuerno pequeño, en su segunda epístola a los tesalonicenses el apóstol Pablo indica claramente que el cuerno pequeño “ya está en acción”, “ya está obrando” en sus propios días—alrededor de 3 siglos antes de que el imperio romano adoptara el cristianismo como religión oficial (la epístola fue escrita alrededor del año 51 y el cristianismo se convirtió en religión exclusiva del Imperio Romano el 380 d.C.).

“Poco a poco, primero solapadamente y a hurtadillas, y después con más desembozo, conforme iba cobrando fuerza y dominio sobre los espíritus de los hombres, ‘el misterio de iniquidad’ hizo progresar su obra engañosa y blasfema” (CS pg. 53/2 | 47.2) durante los días de Pablo en la iglesia que Cristo dejó en Jerusalén.

¿Quiénes formaron el grupo de creyentes apóstatas que poco a poco se convertiría en lo que hoy es el cuerno pequeño?

Los maestros judaizantes.

Comentario Bíblico 7ª pg. 332/2/2 – “También comenzaron a levantarse partidos debido a la influencia de maestros judaizantes, que insistían en que los conversos al cristianismo debían observar la ley ceremonial en el asunto de la circuncisión. Aún sostenían que los israelitas originales eran los eminentes y privilegiados hijos de Abrahán, y que tenían derechos a todas las promesas hechas a él. Sinceramente pensaban que al ubicarse en un punto intermedio entre judíos y cristianos, lograrían eliminar la mala voluntad que había contra el cristianismo, y que ganarían a muchos judíos.

“Defendían su posición, que era opuesta a la de Pablo, mostrando que el proceder del apóstol, al recibir a los gentiles en la iglesia sin la circuncisión, impedía que más judíos aceptaran la fe y que su número fuera mayor que el de los gentiles que entraban en la iglesia. De ese modo justificaban su oposición a las conclusiones de las serenas deliberaciones de los reconocidos siervos de Dios. Se negaban a admitir que la obra de Cristo abarcara a todo el mundo. Afirmaban que él era el Salvador únicamente de los hebreos; por lo tanto, sostenían que los gentiles debían ser circuncidados antes de ser admitidos a las prerrogativas de la iglesia de Cristo.”

Los maestros judaizantes crearon una división en la naciente iglesia cristiana al negarse a aceptar la verdad presente que la ley ceremonial había llegado a su fin con la muerte de Cristo, y que el plan de salvación abarcaba a todo el mundo—y no únicamente a los hebreos, y a su cultura y tradiciones judías.

Los maestros judaizantes razonaban que “al ubicarse en un punto intermedio entre judíos y cristianos”—guardando la ley ceremonial—“lograrían eliminar la mala voluntad que había contra el cristianismo” en Jerusalén, y que además al guardar la ley ceremonial “ganarían a muchos judíos.” Esta misma mentalidad fue la que llevó a los falsos creyentes a razonar que si se ubicaba un punto intermedio entre paganos y cristianos se lograría eliminar la mala voluntad de los romanos contra el cristianismo, y que además se ganaría a muchos paganos a la causa de Cristo.

CS pg. 53/2 (47.2) – “Mas habiendo cesado la persecución y habiendo penetrado el cristianismo en las cortes y palacios, la iglesia dejó a un lado la humilde sencillez de Cristo y de sus apóstoles por la pompa y el orgullo de los sacerdotes y gobernantes paganos, y substituyó los requerimientos de Dios por las teorías y tradiciones de los hombres. La conversión nominal de Constantino, a principios del siglo cuarto, causó gran regocijo; y el mundo, disfrazado con capa de rectitud, se introdujo en la iglesia. Desde entonces la obra de corrupción progresó rápidamente. El paganismo que parecía haber sido vencido, vino a ser el vencedor. Su espíritu dominó a la iglesia. Sus doctrinas, ceremonias y supersticiones se incorporaron a la fe y al culto de los que profesaban ser discípulos de Cristo.”

“El fin justifica los medios”

CS pg. 55/3 (49.4) – “Para dar a los convertidos del paganismo algo que equivaliera al culto de los ídolos y para animarles a que aceptaran nominalmente el cristianismo, se introdujo gradualmente en el culto cristiano la adoración de imágenes y de reliquias. Este sistema de idolatría fue definitivamente sancionado por decreto de un concilio general. Para remate de su obra sacrílega, Roma se atrevió a borrar de la ley de Dios el segundo mandamiento, que prohíbe la adoración de las imágenes y a dividir en dos el último mandamiento para conservar el número de éstos.

“El espíritu de concesión al paganismo fomentó aún más el desprecio de la autoridad del Cielo. Obrando por medio de directores inconversos de la iglesia, Satanás atentó también contra el cuarto mandamiento y trató de echar a un lado el antiguo sábado, el día que Dios había bendecido y santificado (Génesis 2:2, 3), para colocar en su lugar el día festivo observado por los paganos como ‘el venerable día del sol’.”

CS pg. 435/2 (381.6) – “¿Cuál fue el origen de la gran apostasía? ¿Cómo empezó a apartarse la iglesia de la sencillez del Evangelio?—Conformándose a las prácticas del paganismo para facilitar a los paganos la aceptación del cristianismo. El apóstol Pablo dijo acerca de su propio tiempo: ‘Ya está obrando el misterio de iniquidad’ (2 Tesalonicenses 2:7). Mientras aún vivían los apóstoles, la iglesia permaneció relativamente pura. ‘Pero hacia fines del siglo segundo, la mayoría de las iglesias asumieron una forma nueva; la sencillez primitiva desapareció, e insensiblemente, a medida que los antiguos discípulos bajaban a la tumba, sus hijos, en unión con nuevos convertidos, … se adelantaron y dieron nueva forma a la causa.’—[Roberto Robinson, Ecclesiastical Researches, capítulo 6, pág. 51.] Para aumentar el número de los convertidos, se rebajó el alto nivel de la fe cristiana, y el resultado fue que ‘una ola de paganismo anegó la iglesia, trayendo consigo sus costumbres, sus prácticas y sus ídolos.’—[Gavazzi, Lectures, pág. 278.] Una vez que la religión cristiana hubo ganado el favor y el apoyo de los legisladores seculares, fue aceptada nominalmente por multitudes; pero mientras éstas eran cristianas en apariencia, muchos ‘permanecieron en el fondo paganos que seguían adorando sus ídolos en secreto.’—[Ibid.]”

Ese terrible “espíritu de concesión” que lleva a los hombres a pensar que está bien “modernizar” la iglesia y “adaptarla” al mundo, celebrando la navidad, la semana santa, o empleando la música mundana y el teatro (cualquier cosa que venga del mundo), con el fin y el pretexto de “ganar almas” y especialmente “ganar a los jóvenes”… es el espíritu del inicuo que llevó a los maestros judaizantes a apartarse de la verdad presente, y que luego los llevó a caer aun más hondo en su apostasía al incorporar el paganismo para aumentar el número de “creyentes.” Este principio de que el “fin justifica los medios” viene de Satanás y no de Cristo.

Comentario Bíblico 7ª pg. 333/1/1 – “Después de la decisión del concilio de Jerusalén acerca de esta cuestión, muchos aún mantenían esta opinión, pero entonces no fueron más lejos en su oposición. En aquella ocasión el concilio había decidido que los conversos provenientes de la iglesia judía podían observar los ritos de la ley mosaica, si así lo preferían, pero que esos ritos no debían imponerse a los conversos provenientes de los gentiles. Los opositores (los maestros judaizantes) entonces aprovecharon esto para introducir una distinción entre los que observaban la ley ceremonial y los que no la observaban. Hacían notar que estos últimos estaban más lejos de Dios que los primeros.

La indignación de Pablo se despertó. Se levantó su voz en un severo reproche: ‘Si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo.’ El partido que mantenía que el cristianismo no tenía valor sin la circuncisión (maestros judaizantes), se puso en orden de batalla contra el apóstol, y él tuvo que hacerles frente en cada iglesia que había fundado o visitado: en Jerusalén, Antioquía, Galacia, Corinto, Éfeso y Roma. Dios lo impulsó a la gran obra de predicar a Cristo y a él crucificado; la circuncisión y la incircuncisión eran nada. El partido judaizante consideraba a Pablo como un apóstata empeñado en destruir el muro de separación entre los israelitas y el mundo. Los judaizantes visitaban cada iglesia que él había establecido, y creaban divisiones. Sostenían que el fin podría justificar los medios; hacían circular acusaciones falsas contra el apóstol y se esforzaban por desacreditarlo. Cuando Pablo al visitar las iglesias iba tras esos celosos e inescrupulosos opositores, hacía frente a muchos que lo consideraban con desconfianza y que aún despreciaban sus labores.

Esas divisiones en cuanto a la ley ceremonial y los méritos relativos de los diferentes maestros que enseñaban la doctrina de Cristo, le ocasionaron al apóstol mucha ansiedad y difícil trabajo.”

Llama mucho la atención que ese espíritu satánico de que “el fin justifica los medios” que se inició con los maestros judaizantes, luego se manifestaría en todo su esplendor con los jesuitas. Pero lo más terrible es que se ve manifestado hoy en la iglesia que profesa ser el Israel “moderno,” que profesa “guardar la ley,” y que piensa que recibirá la lluvia tardía “para pasar el Juicio” sin la justicia perfecta de Cristo que está afuera en el Santuario Celestial, mas con una perfección dentro de ellos mismos.

CS pg. 249/1 (215.3) – “En toda la cristiandad se veía amenazado el protestantismo por formidables enemigos. Pasados los primeros triunfos de la Reforma, Roma reunió nuevas fuerzas con la esperanza de acabar con ella. Entonces fue cuando nació la orden de los jesuitas, que iba a ser el más cruel, el menos escrupuloso y el más formidable de todos los campeones del papado. Libres de todo lazo terrenal y de todo interés humano, insensibles a la voz del afecto natural, sordos a los argumentos de la razón y a la voz de la conciencia, no reconocían los miembros más ley, ni más sujeción que las de su orden, y no tenían más preocupación que la de extender su poderío…

“Al darse a conocer como miembros de la orden, se presentaban con cierto aire de santidad, visitando las cárceles, atendiendo a los enfermos y a los pobres, haciendo profesión de haber renunciado al mundo, y llevando el sagrado nombre de Jesús, de Aquel que anduvo haciendo bienes. Pero bajo esta fingida mansedumbre, ocultaban a menudo propósitos criminales y mortíferos. Era un principio fundamental de la orden, que el fin justifica los medios. Según dicho principio, la mentira, el robo, el perjurio y el asesinato, no sólo eran perdonables, sino dignos de ser recomendados, siempre que sirvieran los intereses de la iglesia…”

Juan también hizo frente a los maestros judaizantes

ECFP pg. 61.3 – “Juan vivió para ver el Evangelio de Cristo predicarse lejos y cerca, y a miles aceptando ávidamente sus enseñanzas. Pero se vio lleno de tristeza al percibir errores ponzoñosos que se introducían en la iglesia. Algunos que aceptaban a Cristo pretendían que su amor los libraba de la obediencia a la ley de Dios. Por otra parte, muchos enseñaban que debía observarse la letra de la ley, y también todas las costumbres y ceremonias judaicas, y que esto era suficiente para la salvación, sin la sangre de Cristo. Sostenían que Cristo era un buen hombre, como los apóstoles, pero negaban su divinidad. Juan vio los peligros a que estaría expuesta la iglesia, si recibía esas ideas, y les hizo frente con rapidez y decisión. Escribió a uno de los más honorables colaboradores en el Evangelio, una mujer de buena reputación y extensa influencia, lo siguiente:

Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras’ (2 Juan 7-11).”

Aquellos “engañadores” que se infiltraban en la iglesia de Cristo con doctrinas de demonios eran los que enseñaban que debía observarse “todas las costumbres y ceremonias judaicas”—esto incluye fiestas y santas convocaciones. Si bien negar que “Jesucristo ha venido en carne” es negar que Cristo vino a la tierra como Hombre, vivió una vida perfecta como Hombre, murió como Hombre y resucitó como Hombre; también se niega que “Jesucristo ha venido en carne” al celebrar las fiestas del ritual simbólico. Celebrar la pascua con su fiesta de panes ázimos, por ejemplo, es negar que el Mesías ya ha venido a la tierra y ya ha sido sacrificado como nuestro verdadero cordero pascual.

1 Corintios 5:7 – “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.”

Ya estaba obrando el misterio de iniquidadel cuerno pequeño—por medio de los maestros judaizantes y Juan fue el último apóstol que tuvo que hacer frente a sus falsas enseñanzas que echaban por tierra el Evangelio y el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo.

ECFP pg. 62.3 – “Valiéndose de interpretaciones erróneas y falsedades los emisarios de Satanás habían tratado de suscitar la oposición contra Juan, y contra la doctrina de Cristo. En consecuencia, disensiones y herejías estaban haciendo peligrar la iglesia. Juan hizo frente a estos errores con firmeza. Interrumpió el camino de los adversarios de la verdad. Escribió y exhortó en el sentido de que los dirigentes de estas herejías no debían recibir el menor estímulo. Hoy en día existen peligros similares a aquellos que amenazaron la prosperidad de la iglesia primitiva, y las enseñanzas de los apóstoles sobre estos puntos deben ser claramente escuchadas. ‘Debes tener caridad’, es el clamor que debe oírse por doquiera, especialmente por parte de aquellos que profesan santificación. Pero la caridad es demasiado pobre para cubrir el pecado inconfeso. Las enseñanzas de Juan son importantes para aquellos que viven en medio de los peligros de los últimos días. El había estado íntimamente asociado con Cristo, había escuchado sus enseñanzas, y había presenciado sus poderosos milagros. Presentaba un convincente testimonio, que hacía que las falsedades de sus enemigos no tuvieran ningún efecto.”

1 Juan 2:18-26 – “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.”

 

La carta a los judíos

“Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”

(Hebreos 5:11-14)

La carta a los Hebreos, es decir—la carta a los judíos creyentes en Cristo, aquellos profesos creyentes que habitaban en Jerusalén, es una epístola en la cual el apóstol Pablo hace frente directamente a los maestros judaizantes exponiendo la abrogación de la ley ceremonial, la abrogación del sacerdocio levita, la abrogación del santuario terrenal, y la realidad en el Evangelio de Cristo, y su Ministerio Sacerdotal Celestial en el Santuario Celestial.

MDS pg. 177.2 – “En su carta a los Hebreos, Pablo estaba desarrollando ciertos aspectos de la encarnación y por qué Jesús llegó a ser hombre. Esta información tenía mucho que ver con una comprensión más profunda del ministerio de Cristo en el santuario celestial. Pero Pablo sabía, por alguna razón que no conocemos, que sus lectores no estaban listos para las implicaciones más amplias de una verdad más avanzada acerca de Jesús: ‘Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque… tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido… El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal’ (Heb. 5:11-14).”

En Hebreos 5:11-14 tenemos una muy fuerte amonestación a los creyentes judíos en Jerusalén, pues ellos eran los que deberían haber tenido mayor comprensión acerca del Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial, y sin embargo, estaban como niños en la fe, aferrándose todavía al caducado sistema del ritual simbólico. Los creyentes judíos habían sido “tardos para oír” por causa de su fanatismo por el templo terrenal y la ley ceremonial y por sus prejuicios contra Pablo.

Hebreos 7:11-12, 18-19, 24-28 – “Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios… Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 374/1/1 – “La muerte y la resurrección de Cristo completaron su pacto. Antes de ese tiempo se revelaba por medio de símbolos y sombras que señalaban hacia la gran ofrenda que sería hecha por el Redentor del mundo, ofrecida como promesa por los pecados del mundo. Los creyentes eran salvados antiguamente por el mismo Salvador de ahora; pero era un Dios velado. Veían la misericordia de Dios en símbolos. La promesa hecha a Adán y a Eva en el Edén era el Evangelio para una raza caída. Se había dado la promesa de que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, y que ésta le heriría el calcañar. El sacrificio de Cristo es el glorioso cumplimiento de todo el sistema hebreo. Ha salido el Sol de justicia. Cristo nuestra justicia está brillando esplendorosamente sobre nosotros.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 372/1/4 – “El sumo sacerdote tenía el propósito de representar de una forma especial a Cristo, quien habría de convertirse en sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Este orden de sacerdocio no debía ser transmitido a otro ni ser suplantado por otro. ¿Qué está haciendo Cristo en el cielo? Está intercediendo por nosotros.”

Pablo quería brindar material más maduro a la iglesia de Jerusalén, pero los creyentes judíos no estaban todavía preparados para recibirlo, pues seguían lentos en discernir que la ley ceremonial consistía de símbolos y representaciones, y que ahora tenían la realidad del símbolo en el Evangelio y el Ministerio de Cristo en el Santuario Celestial.

En los primeros cuatro capítulos de la carta a los Hebreos, Pablo quería explicarles que era necesario que Cristo viniera como Hombre para desarrollar una vida de obediencia perfecta a la Ley—puesto que el hombre no puede vivir una vida perfecta desde su engendramiento hasta su muerte; era necesario que Cristo como Hombre pagara la condenación de la Ley, que es la muerte segunda o eterna; y era necesario que Cristo resucitara como Hombre para poder ser nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario Celestial.

Hebreos 8:1-3 – “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer.”

En los siguientes capítulos Pablo deseaba que los creyentes entendieran que, así como en el ritual simbólico el sacerdote entraba primeramente a quemar incienso (Éxodo 30:7-8), y luego a aumentar aceite a las lámparas (Éxodo 30:8; Levítico 24:1-4); Cristo presenta diariamente su justicia perfecta para que podamos ser aceptados, y para que como resultado podamos recibir al Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana y podamos andar en el camino de la santificación verdadera. En el día del Juicio Cristo presentará su obediencia perfecta una vez y para siempre, para que el nombre del creyente sea conservado en el Libro de la Vida, y como resultado de que sus pecados fueron borrados en virtud de su sangre derramada en la cruz, el creyente pueda recibir la lluvia tardía para dar el fuerte pregón (Hechos 3:19)—el mensaje de los tres ángeles con poder a todos aquellos que nunca escucharon la verdad presente.

Pablo deseaba que los creyentes entendieran que, así como en el ritual simbólico no bastaba que se sacrificara el cordero en el atrio, era necesario que un Mediador entre Dios y el israelita estuviera autorizado para entrar con la sangre del sacrificio para transferir así el pecado del israelita—primero al sustituto—luego al santuario—diariamente (Levítico 4:16-17); para que en el día de expiación o juicio el pecado perdonado y transferido al santuario pudiera ser borrado de la cuenta del israelita y transferido a la cuenta de Satanás; así también era necesario que Cristo padeciera una sola vez en la cruz, para luego presentar su sangre derramada en la cruz diariamente a nuestro favor—para que nuestros pecados puedan ser perdonados y transferidos al Santuario Celestial. Asimismo, en el Juicio Cristo va a presentar su sangre para que los pecados que fueron perdonados y transferidos al Santuario Celestial puedan ser borrados de los libros de memoria de malas obras y transferidos a la cuenta de Satanás.

CS pg. 473/1 (415.1) – “Tal era el servicio que se efectuaba como ‘mera representación y sombra de las cosas celestiales.’ Y lo que se hacía típicamente en el santuario terrenal, se hace en realidad en el santuario celestial. Después de su ascensión, nuestro Salvador empezó a actuar como nuestro Sumo Sacerdote. San Pablo dice: ‘No entró Cristo en un lugar santo hecho de mano, que es una mera representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros’ (Hebreos 9:24).”

PVGM pg. 121.1 – “‘Por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos’ (Hebreos 7:25). Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, no como un mero suplicante, intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación, sino como un Conquistador que reclama su victoria. Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta la obra que él mismo se señaló, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene sus méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo. Ellas, perfumadas con la fragancia de la justicia de Cristo, ascienden hasta Dios en olor suave. La ofrenda se hace completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.”

CS pg. 473/4 (415.4) – “Este ministerio siguió efectuándose durante dieciocho siglos en el primer departamento del santuario. La sangre de Cristo, ofrecida en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba perdón y aceptación cerca del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían inscritos en los libros de registro. Como en el servicio típico había una obra de expiación al fin del año, así también, antes de que la obra de Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer una obra de expiación para quitar el pecado del santuario. Este es el servicio que empezó cuando terminaron los 2.300 días. Entonces, así como lo había anunciado Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo, para cumplir la última parte de su solemne obra: la purificación del santuario.”

PP pg. 371/2 (325.2) – “Después de su ascensión, nuestro Salvador iba a principiar su obra como nuestro Sumo Sacerdote. El apóstol Pablo dice: ‘No entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios’ (Hebreos 9:24). Como el ministerio de Cristo iba a consistir en dos grandes divisiones, ocupando cada una un período de tiempo y teniendo un sitio distinto en el santuario celestial, asimismo el culto simbólico consistía en el servicio diario y el anual, y a cada uno de ellos se dedicaba una sección del tabernáculo.”

PP pg. 371/4 (325.4) – “Aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no había de anular el pecado; éste queda registrado en el santuario hasta la expiación final; así en el símbolo, la sangre de la víctima quitaba el pecado del arrepentido, pero quedaba en el santuario hasta el día de la expiación.

“En el gran día del juicio final, los muertos han de ser juzgados ‘por las cosas que’ están ‘escritas en los libros, según sus obras’ (Apocalipsis 20:12). Entonces en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales. En esta forma el santuario será liberado, o limpiado, de los registros del pecado. En el símbolo, esta gran obra de expiación, o el acto de borrar los pecados, estaba representada por los servicios del día de la expiación, o sea de la purificación del santuario terrenal, la cual se realizaba en virtud de la sangre de la víctima y por la eliminación de los pecados que lo manchaban.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 375/1/4 – “Jesús está ahora en el lugar santísimo para presentarse por nosotros delante de Dios. Allí no cesa momento tras momento de presentar a su pueblo completo en él; pero porque somos presentados así ante el Padre celestial, no debemos imaginarnos que debemos abusar de su misericordia y volvernos descuidados, indiferentes y desenfrenados. Cristo no es ministro de pecado. Somos completos en él, aceptados en el Amado, pero sólo si permanecemos en él por fe.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 375/2/1 – “Este es el gran día de la expiación, y nuestro Abogado está de pie ante el Padre suplicando como nuestro intercesor. En vez de ataviarnos con las vestiduras de justicia propia, deberíamos ser hallados cada día humillándonos delante de Dios, confesando nuestros pecados individuales, buscando el perdón de nuestras transgresiones y cooperando con Cristo en la obra de preparar nuestras almas para que reflejen la imagen divina. A menos que entremos en el santuario de lo alto y nos unamos con Cristo en ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, seremos pesados en las balanzas del santuario y hallados faltos.”

5TI pg. 397/2 – “Este es el gran día de la preparación, y la obra solemne que se está llevando a cabo arriba en el santuario debe mantenerse siempre ante la mente de los empleados de nuestras diversas instituciones. No debe permitirse que los afanes de los negocios absorban el pensamiento de tal manera que la obra que se está llevando a cabo en el cielo, que concierne a cada individuo, sea considerada con liviandad. Las escenas solemnes del juicio, del gran día de la expiación, han de mantenerse ante la atención del pueblo y grabarse en sus conciencias con ahínco y poder. El tema del santuario nos dará una visión correcta de la importancia de la obra para este tiempo. La apreciación correcta del mismo hará que los obreros de nuestras casas publicadoras muestren mayor energía y celo en sus esfuerzos por dar éxito a la obra. Que ninguno se vuelva descuidado y ciego a las necesidades de la causa y los peligros a que está expuesta cada alma. Que procure cada uno ser un canal de luz.”

NB pg. 306.1 – “Nuestra fe con referencia al mensaje del primero, el segundo y el tercer ángel era correcta. Los grandes postes señaladores que hemos pasado son inconmovibles. Aunque las huestes del infierno quieran derribarlos de su fundamento, y triunfar con el pensamiento de que han tenido éxito, no lo lograrán. Estos pilares de la verdad se mantienen tan inconmovibles como las colinas eternas, y no pueden ser movidos ni por todos los esfuerzos de los hombres combinados con los de Satanás y su hueste. Podemos aprender mucho y debemos estar constantemente investigando las Escrituras para ver si estas cosas son así. El pueblo de Dios debe tener ahora sus ojos fijos en el santuario celestial, donde se está realizando la ministración final de nuestro gran Sumo Sacerdote en la obra del juicio: donde él está intercediendo por su pueblo’ (The Review and Herald, 27 de noviembre de 1883).”

 

Epílogo 

“Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.”

(Hebreos 9:24)

Cristo se encuentra ahora en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial realizando la obra del juicio por los justos muertos, y realizando el Servicio Diario Celestial por los vivos—realiza su obra de Intercesor para presentarse por nosotros y presentar la ofrenda verdadera—su vida perfecta, y el sacrificio verdadero—su sangre derramada en la cruz, diariamente para que podamos ser aceptados, perdonados y podamos recibir al Espíritu Santo como un Agente Regenerador que pueda subyugar nuestra inclinación al pecado, nuestro egoísmo y toda nuestra maldad; para escribir la Ley de Dios en nuestra mente y corazón (Hebreos 8:10), y para sembrar en nosotros los frutos del espíritu (Gálatas 5:22-23)—capacitándonos para poder obedecer voluntaria y verdaderamente la Ley de Dios. Esta Ley es la base del Pacto—los Diez Mandamientos, cuyo original se encuentra en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial.

CS pg. 486/3 (430.2) – “La ley de Dios que se encuentra en el santuario celestial es el gran original del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y consignados por Moisés en el Pentateuco eran copia exacta. Los que llegaron a comprender este punto importante fueron inducidos a reconocer el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Comprendieron mejor que nunca la fuerza de las palabras del Salvador: ‘Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley’ (Mateo 5:18). Como la ley de Dios es una revelación de su voluntad, un trasunto de su carácter, debe permanecer para siempre ‘como testigo fiel en el cielo.’ Ni un mandamiento ha sido anulado; ni un punto ni un tilde han sido cambiados. Dice el salmista: ‘¡Hasta la eternidad, oh Jehová, tu palabra permanece en el cielo!’ (Salmos 119:89). ‘Seguros son todos sus preceptos; establecidos para siempre jamás’ (Salmos 111:7, 8).”

Comentario Bíblico 7ª pg. 39/2/1 – “El arca del santuario terrenal era el modelo de la verdadera arca del cielo. Allí, junto al arca celestial, hay ángeles vivientes, cada uno con un ala protegiendo el propiciatorio y extendiéndola hacia lo alto, al paso que las otras alas están plegadas sobre ellos como señal de reverencia y humildad.”

Comentario Bíblico 7ª pg. 41/1/1 – “Os amonesto: no coloquéis vuestra influencia contra los mandamientos de Dios. Esa ley es tal como Jehová la escribió en el templo del cielo. El hombre puede hollar su copia terrenal, pero el original se conserva en el arca de Dios en el cielo; y sobre la cubierta de esa arca, precisamente encima de esa ley está el propiciatorio. Jesús está allí mismo, delante de esa arca, para mediar por el hombre.”

Esta es la verdad presente que Esteban, Pablo, y otros discípulos de Cristo trataron de esparcir a toda nación, tribu y lengua. Esta verdad presente, sin embargo, fue obstaculizada por los agentes de Satanás que, a pesar de profesar creer en Cristo, seguían aferrándose a los rudimentos de sus instituciones, costumbres, ritos y ceremonias que no tenían más valor.

DTG pg. 363.4 – “La substitución de los mandamientos de Dios por los preceptos de los hombres no ha cesado. Aun entre los cristianos, se encuentran instituciones y costumbres que no tienen mejor fundamento que la tradición de los padres. Tales instituciones, al descansar sobre la sola autoridad humana, han suplantado a las de creación divina. Los hombres se aferran a sus tradiciones, reverencian sus costumbres y alimentan odio contra aquellos que tratan de mostrarles su error. En esta época, cuando se nos pide que llamemos la atención a los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, vemos la misma enemistad que se manifestó en los días de Cristo. Acerca del último pueblo de Dios, está escrito: ‘El dragón fue airado contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra los otros de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de Jesucristo’ (Apocalipsis 12:17).

“Pero ‘toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.’ En lugar de la autoridad de los llamados padres de la iglesia, Dios nos invita a aceptar la Palabra del Padre eterno, el Señor de los cielos y la tierra. En ella sola se encuentra la verdad sin mezcla de error. David dijo: ‘Más que todos mis enseñadores he entendido: porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos’ (Salmos 119:99, 100). Todos aquellos que aceptan la autoridad humana, las costumbres de la iglesia, o las tradiciones de los padres, presten atención a la amonestación que encierran las palabras de Cristo: ‘En vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres’ (Marcos 7:7).”

HAp pg. 189/2 (186.5) – “Los que enseñan hoy verdades poco populares no necesitan desanimarse si en ocasiones no son recibidos más favorablemente, aun por los que pretenden ser cristianos, de lo que lo fueron Pablo y sus colaboradores por la gente entre la cual trabajaron. Los mensajeros de la cruz deben velar y orar, y seguir adelante con fe y ánimo, trabajando siempre en el nombre de Jesús. Deben exaltar a Cristo como el mediador del hombre en el santuario celestial, en quien se concentraban todos los sacrificios de la dispensación del Antiguo Testamento, y por cuyo sacrificio expiatorio los transgresores de la ley de Dios pueden hallar paz y perdón.”

Hoy día esta verdad presente, el triple mensaje angélico—el Evangelio y el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo—una justificación diaria, un perdón diario y un bautismo del Espíritu Santo diario—es lo que debe ser proclamado a toda nación, tribu y lengua. La justicia perfecta de Cristo debe resplandecer entre las tinieblas. Pero Satanás sabe que le queda poco tiempo y quiere evitar que haya hombres que entiendan cómo el hombre es justificado, perdonado, cómo obtiene la lluvia temprana, como pasa el Juicio de Vivos y cómo obtiene la lluvia tardía. Por esta razón, manda a sus agentes—que son los mismos agentes de antes—a que desvíen la vista de Cristo hacia las fiestas y ritos que carecen de valor alguno; y a los legalistas que llevan a la gente a buscar dentro de sí mismos la perfección para pasar el Juicio, y a querer recibir la lluvia tardía para “pasar el Juicio.” A todos estas almas engañadas, nuestro Sumo Sacerdote les dice:

“MIRA Y VIVE”

(Números 21:8-9; Juan 3:14-15)

FO pg. 36.3 – “Debemos confiar en un Salvador crucificado y resucitado. Pobre alma, enferma de pecado y desanimada, mira y vive. Jesús ha empeñado su palabra; salvará a todos los que acuden a El.”

Debemos mirar FUERA de nosotros por la fe hacia el Santuario Celestial, donde se encuentra nuestro Abogado que tiene la justicia perfecta toda suficiente para que podamos ser justificados y la sangre toda suficiente para que podamos ser perdonados.

HAp pg. 180/3 (178.3) – “Hasta el fin, habrá un conflicto entre la iglesia de Dios y los que están bajo el dominio de los ángeles malos.

“Los primeros cristianos estaban llamados a menudo a hacer frente cara a cara a las potestades de las tinieblas. Por medio de sofistería y persecución el enemigo se esforzaba por apartarlos de la verdadera fe. Ahora, cuando el fin de las cosas terrenales se acerca rápidamente, Satanás realiza desesperados esfuerzos por entrampar al mundo. Inventa muchos planes para ocupar las mentes y apartar la atención de las verdades esenciales para la salvación. En todas las ciudades sus agentes están organizando empeñosamente en partidos a aquellos que se oponen a la ley de Dios. El gran engañador está tratando de introducir elementos de confusión y rebelión, y los hombres se están enardeciendo con un celo carente de sabiduría.

“La maldad está llegando a un grado jamás antes alcanzado; no obstante, muchos ministros del Evangelio claman: ‘Paz y seguridad.’ Pero los fieles mensajeros de Dios han de seguir rápidamente adelante con su obra. Vestidos con la armadura celestial, han de avanzar intrépida y victoriosamente, sin cejar en su lucha hasta que toda alma que se halle a su alcance haya recibido el mensaje de verdad para este tiempo.”

Amén. Que Dios los bendiga.

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