Estudio sobre la Naturaleza Humana de Cristo

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“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo es venido en carne es de Dios.”

1 Juan 4:1-2

Comentario Bíblico 7ª, pg. 441 – “La humanidad del Hijo de Dios es todo para nosotros. Es la cadena áurea que une nuestra alma a Cristo y, mediante Cristo, a Dios. Esto ha de ser nuestro estudio.

Cristo era un hombre real; dio pruebas de su humildad al convertirse en hombre. Sin embargo, era Dios en la carne. Cuando tratemos este tema, haríamos bien en prestar atención a las palabras pronunciadas por Cristo a Moisés en la zarza ardiente:

‘Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es’ (Éxodo 3:5).

Deberíamos emprender este estudio con la humildad de un aprendiz, con un corazón contrito. Y el estudio de la encarnación de Cristo es un campo fructífero, que recompensará al escudriñador que cava profundamente en procura de la verdad oculta.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 442 – “A medida que el obrero estudie la vida de Cristo y se espacie en el carácter de su misión, cada nuevo estudio le revelará algo más profundamente interesante que lo ya revelado. El tema es inagotable. El estudio de la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio y su obra de mediación ocuparán la mente del estudiante diligente mientras dure el tiempo.

Ciertamente es un misterio que Dios fuera así manifestado en la carne, y sin la ayuda del Espíritu Santo no podemos esperar comprender este tema. La lección más humillante que el hombre tiene que aprender es que la sabiduría humana es nada, y que es necedad el tratar de descubrir a Dios por sus propios esfuerzos, sin ayuda (divina).

Este es un gran misterio, un misterio que no será entendido plena y completamente, en toda su grandeza, hasta que ocurra la traslación de los redimidos. Entonces se comprenderá el poder, la grandeza y la eficacia de la dádiva de Dios al hombre.

No podemos explicar el gran misterio del plan de redención. Jesús asumió la humanidad para poder alcanzar a la humanidad; pero no podemos explicar de qué modo la divinidad se revistió de humanidad.”

La Biblia presenta abundante evidencia acerca de que Cristo, el Hijo de Dios, vino al mundo como hombre, es decir que: vistió su divinidad de humanidad y vino a este planeta “en la carne.”

Si bien es cierto que la gran mayoría de cristianos aceptan que Cristo vino al mundo con una naturaleza humana, el punto de controversia es en cuanto qué tipo de naturaleza humana adoptó Cristo cuando vino al mundo.

La razón por la cual se da esta controversia es que NO se hace una distinción en cuanto a la diferencia entre depravación y degeneración que sufrió la naturaleza humana como consecuencia del pecado de Adán. La gente que no sabe distinguir entre estas dos consecuencias, hace un solo paquete de ambas al hablar de “naturaleza pecaminosa,” cuando en realidad son dos cosas muy distintas.

La segunda razón por la cual se da una controversia en cuanto a la naturaleza humana de Cristo, y también en cuanto a la naturaleza humana de todos nosotros—la raza humana descendiente de Adán y Eva después de pecar—es que la gente no estudia cuáles son todos los requerimientos de la ley para poder ser justificados o aceptados ante Dios y ante la ley.

Si no se comprende que después de que Adán y Eva pecaron, ese pecado trajo como consecuencia un cambio a la naturaleza perfecta que ellos tenían en cuanto a dones naturales y dones espirituales o sobrenaturales; entonces no se puede comprender la naturaleza humana que poseemos, ni mucho menos la naturaleza humana de Cristo. Y si no se entiende los requerimientos de la ley de Dios para alcanzar justificación, tampoco se puede comprender la naturaleza humana que Cristo debía poseer para que el Hijo de Dios pudiera ser el Sustituto de la raza caída.

También existen muchas citas donde la hermana White escribe sobre la naturaleza humana de Cristo, y en este estudio las vamos a citar. Sin embargo hay que puntualizar que muchos hermanos no comprenden que al hablar de que Cristo “vino en la carne”—es decir vino como un ser humano—esto no implica que tuvo ni tiene nuestra exacta naturaleza, pues Lucas 1:35 dice claramente que la humanidad de Cristo fue engendrada por el Espíritu Santo.

Dos citas que ocasionan mucha controversia son las siguientes:

RH, 15 de Diciembre, 1896, Parte 7 – “En El no había astucia o maldad; fue siempre puro e inmaculado, aunque tomó sobre sí nuestra naturaleza pecaminosa.”

MM pg. 237.3 – “Él tomó sobre su naturaleza sin pecado nuestra naturaleza pecaminosa, para saber cómo socorrer a los que son tentados.”

Pareciera una contradicción decir que Cristo “fue puro e inmaculado,” pero al mismo tiempo decir que “tomó sobre sí nuestra naturaleza pecaminosa.” Por esto volvemos a repetir: en cuanto a la naturaleza humana pecaminosa se refiere, hay que hacer distinción entre depravación y degeneración. Una naturaleza depravada no puede ser pura ni inmaculada. Una naturaleza con mancha de pecado no puede ser pura ni inmaculada.

En este estudio vamos usar el término de “mancha de pecado” o “naturaleza pecaminosa” refiriéndonos principalmente a la depravación de la naturaleza humana.

Cristo tomó sobre sí la degeneración, pero no la depravación de la naturaleza pecaminosa humana. La razón, como veremos más adelante, es que la ley no demanda que el hombre sea libre de degeneración, más la ley sí demanda que el hombre sea libre de mancha de pecado, de depravación y toda contaminación.

1MS 300.1 – “No debemos tener dudas en cuanto a la perfección impecable de la naturaleza humana de Cristo.”

1MS pg. 296.1 – “Cristo, que no conocía en lo más mínimo la mancha o contaminación del pecado, tomó nuestra naturaleza en su condición deteriorada.”

Mientras que 1MS 300.1 habla de una naturaleza humana de Cristo libre de depravación, 1MS 296.1 habla de una naturaleza humana de Cristo con degeneración. Son dos cosas distintas, y la razón por la cual podemos decir que la naturaleza humana de Cristo es perfecta es que, como veremos más adelante, la ley demanda una naturaleza libre de depravación, pero no exige una naturaleza libre de degeneración. Si la ley demandara una naturaleza libre de degeneración Cristo tendría que haber llegado a medir más de 4 metros de altura, con una simetría perfecta y un color de piel de tinte rosado de salud perfecta y una energía vital capaz de vivir más de 1000 años, etc.

Pero Cristo tomó sobre si la condición deteriorada o degenerada de la raza caída. Esto en sí no es condenable ante la ley. Pero la depravación si es condenable ante la ley, como veremos más adelante al estudiar todos los requisitos para la justificación.

Es importante notar también que, de acuerdo a 1 Corintios 15:50-57, la naturaleza humana pecaminosa de los redimidos será transformada y liberada tanto de la depravación como de la degeneración.

CS pg. 702/3 (627.2) – “Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de porte poco inferior al del Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los hombres de las generaciones posteriores; en este aspecto se nota la gran degeneración de la raza humana.

Pero todos se levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud. Al principio, el hombre fue creado a la semejanza de Dios, no sólo en carácter, sino también en lo que se refiere a la forma y a la fisonomía. El pecado borró e hizo desaparecer casi por completo la imagen divina; pero Cristo vino a restaurar lo que se había malogrado. Él transformará nuestros cuerpos viles y los hará semejantes a la imagen de su cuerpo glorioso. La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal.

Todas las imperfecciones y deformidades quedan en la tumba. Reintegrados en su derecho al árbol de la vida, en el desde tanto tiempo perdido Edén, los redimidos crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de la raza humana en su gloria primitiva. Las últimas señales de la maldición del pecado serán quitadas, y los fieles discípulos de Cristo aparecerán en ‘la hermosura de Jehová nuestro Dios,’ reflejando en espíritu, cuerpo y alma la imagen perfecta de su Señor.”

Si Cristo hubiera venido con una naturaleza pecaminosa igual a la nuestra, no hubiera sido el cordero perfecto sin mancha y sin contaminación de 1 Pedro 1:19.

La misma hermana White lo dice:

3MS pg. 147.2 – “Cristo no poseía la misma deslealtad pecaminosa, corrupta y caída que nosotros poseemos, pues entonces él no podría haber sido una ofrenda perfecta.”

Más claro que 1 Pedro 1:19 y 3MS 147.2 no puede estar escrito.

También vale la pena leer:

CC pg. 62.2 – “Antes que Adán cayese le era posible desarrollar un carácter justo por la obediencia a la ley de Dios. Mas no lo hizo, y por su caída tenemos una naturaleza pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 444 – “Cristo vino a la Tierra, tomó la humanidad y se presentó como representante del hombre para mostrar que, en el conflicto con Satanás, el hombre, tal como Dios lo creó, unido al Padre y al Hijo, podía obedecer todos los requerimientos divinos.

A Cristo se lo llama el segundo Adán. En pureza y santidad, conectado con Dios y amado por Dios. Comenzó donde el primer Adán había comenzado. Voluntariamente recorrió el terreno donde Adán cayó, y redimió el fracaso de Adán.

Al llegar el cumplimiento del tiempo debía revelarse en forma humana. Tenía que ocupar su lugar a la cabeza de la humanidad mediante la toma de la naturaleza humana pero no la pecaminosidad del hombre.

Cuando Cristo inclinó la cabeza y murió, derribó por tierra junto con él las columnas del reino de Satanás. Venció a Satanás en la misma naturaleza sobre la cual Satanás había obtenido la victoria en el Edén. El enemigo fue vencido por Cristo en su naturaleza humana.”

En el primer párrafo de la anterior cita de la hermana White, ella dice que Cristo vino con una naturaleza humana “tal como Dios lo creó” (antes del pecado). Pareciera esto contradecir al hecho que Cristo haya venido con nuestra naturaleza caída o a “semejanza de carne de pecado” (después del pecado).

Es el motivo de este estudio llegar a comprender porqué en unas citas pareciera que la hermana White dijera que vino con la naturaleza humana de Adán ANTES de pecar, mientras que en otras citas parecería decir que vino con la naturaleza humana DESPUÉS de pecar. Brevemente diremos que la razón es porque Cristo vino con una naturaleza humana que tenía similitudes y diferencias con la naturaleza del primer Adán ANTES de pecar, y con similitudes y diferencias al hombre DESPUÉS del pecado—la naturaleza que todos nosotros poseemos.

Y la única manera de poder hallar el motivo de estas diferencias en la naturaleza humana de Cristo es por medio de los requerimientos o las demandas de la ley para la justificación del hombre caído, las cuales estudiaremos en breve.

Comentario Bíblico 7ª, pg. 445 – “Sean cuidadosos, sumamente cuidadosos en cómo se ocupan de la naturaleza humana de Cristo. No lo presenten ante la gente como un hombre con tendencia al pecado. Él es el segundo Adán. El primer Adán fue creado como un ser puro y sin pecado, sin mancha de pecado sobre él; era la imagen de Dios. Podía caer, y cayó por la transgresión.

Por causa del pecado su posteridad nació con propensiones inherentes a la desobediencia. Pero Jesucristo era el unigénito Hijo de Dios. Tomó sobre sí la naturaleza humana, y fue tentado en todo sentido como es tentada la naturaleza humana. Podía haber pecado; podía haber caído, pero en ningún momento hubo en él inclinación alguna al mal. Fue asediado por las tentaciones en el desierto como lo fue Adán por las tentaciones en el Edén.”

1MS pg. 313.1 – “El Hijo de Dios se humilló y tomó la naturaleza del hombre después que la raza humana ya hacía cuatro mil años que se había apartado del Edén y de su estado original de pureza y rectitud. Durante siglos el pecado había estado dejando sus terribles marcas sobre la raza humana, y la degeneración física, mental y moral prevalecía en toda la familia humana.”

Si Cristo hubiese venido con la misma naturaleza pecaminosa que nosotros, NO PODRÍA HABER SIDO JUSTIFICADO EN SÍ MISMO y entonces TODAS estas citas serían mentira:

Isaías 45:25 – “En Jehová será justificada y se gloriará toda la generación de Israel.”

Romanos 3:24 – “Siendo justificados gratuitamente por su gracia por la redención que es en Cristo Jesús.”

Romanos 5:9 – “JUSTIFICADOS pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

Gálatas 2:16 – “…para que fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada.”

Pregunta:

Job 25:4 – “¿Cómo pues se justificará el hombre con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?

Respuesta:

Job 14:4 – “¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? NINGUNO.”

¿Por qué?

Romanos 8:8 – “El ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar.”

Esto debería ser algo básico para todo aquel que ciertamente comprende la justificación por la fe. Todo ser humano descendiente de Adán y Eva caídos en el pecado, nacen con una naturaleza pecaminosa que NO PUEDE ser justificada en sí misma – necesitamos de un SUSTITUTO EN LA VIDA que desde el momento de ser engendrado tenga una naturaleza que permita poder ser justificada por sí mismo ante Dios.

MGD pg. 140.4 – “‘¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley’ (Romanos 3:31). ‘Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu.’ (Romanos 8:3-4)”

Debería ser algo obvio que una naturaleza humana engendrada por un hombre y una mujer es diferente a una naturaleza humana engendrada directamente por Dios. Adán fue creado por Dios como un ser humano, con una naturaleza humana. Después de pecar Adán seguía siendo un ser humano. PERO hubo un cambio en su naturaleza—Adán después del pecado no es igual a Adán antes del pecado. Esto no quiere decir que Adán “dejó de ser humano,” eso sería incoherente. Pero también sería ignorante argumentar que Adán seguía teniendo la misma naturaleza perfecta.

Lucifer también fue creado perfecto por Dios, pero hubo un cambio en su naturaleza, un cambio que no fue hecho por Dios. Después de su pecado Lucifer se convirtió en Satanás, ya no era el mismo de antes.

Si Adán, después de pecar, hubiese mantenido su naturaleza humana perfecta, sus dones naturales y sus dones espirituales intactos y sin ningún cambio, entonces no hubiese sido necesario que Cristo venga a este mundo.

El gran problema es que la mayoría de la gente piensa que Cristo vino al mundo únicamente para pagar la “paga del pecado es muerte.” Sin embargo, la justificación no exige sangre; mas bien es la condenación de la ley la que exige la muerte del infractor. Son dos asuntos distintos. Son dos problemas que tenemos distintos. Son dos exigencias distintas. Y por lo tanto requieren dos soluciones distintas.

Es por esto que el cordero que había que sacrificar en el altar del sacrificio, además de morir, debía ser perfecto. Tenía DOS funciones, no solamente una: 1) ser perfecto, 2) morir.

Si sólo hubiese bastado la muerte del animal para solución al problema de justificación y perdón de pecados, la ofrenda no tendría ninguna necesidad de ser perfecta.

Éxodo 12:5 – “El cordero será sin defecto.”

Levítico 9:3 – “Tomad un macho cabrío para el sacrificio por el pecado, y un becerro y un cordero, sin defecto, los dos de un año, para el holocausto.”

Levítico 22:19 – “para que os sea aceptado será un macho sin defecto, ya sea toro, cordero o cabrito.”

1 Pedro 1:19 – “Sino con la sangre preciosa de Cristo, como un cordero sin mancha y sin contaminación.”

Ya hemos analizado la naturaleza humana que poseemos todos los descendientes de Adán y Eva después de su transgresión en un anterior estudio, y ahora en éste estudio nos vamos a enfocar en la naturaleza humana de Cristo y sus semejanzas y diferencias con nuestra propia naturaleza.

El apóstol Pablo nos presenta las dos naturalezas de Cristo: la Divina y la Humana. He aquí la descripción de la Divina:

Filipenses 2:6 – “El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios.”

Hebreos 1:3 – “El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia…”

Y he aquí la descripción de la naturaleza Humana de Cristo:

Filipenses 2:8 – “Y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”

1JT pg. 468.4 – “Escrito está: ‘Pues que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también estad armados del mismo pensamiento’ (1 Pedro 4:1). Y además: ‘El que dice que está en él, debe andar como él anduvo’ (1 Juan 2:6).

Preguntémonos: ¿Qué habría hecho nuestro Salvador en nuestras circunstancias? ¿Cuáles habrían sido sus esfuerzos para la salvación de las almas? Esta pregunta queda contestada por el ejemplo de Cristo. Dejó su realeza, puso a un lado su gloria, sacrificó sus riquezas y revistió su divinidad de humanidad, a fin de alcanzar a los hombres donde estaban. Su ejemplo demuestra que depuso la vida por los pecadores.”

1MS pg. 290.2 – “Al paso que la Palabra de Dios habla de la humanidad de Cristo cuando estuvo en esta tierra, también habla decididamente de su preexistencia.

El Verbo existía como un ser divino, como el eterno Hijo de Dios, en unión y unidad con su Padre. Desde la eternidad era el Mediador del pacto, Aquel en quien todas las naciones de la tierra, tanto judíos como gentiles, habían de ser benditas si lo aceptaban.

Antes de que fueran creados los hombres o los ángeles, el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.”

Juan 1:1-3 – “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.”

1MS pg. 290.3 – “Si Cristo hizo todas las cosas, existió antes de todas las cosas. Las palabras pronunciadas acerca de esto son tan decisivas, que nadie debe quedar en la duda. Cristo era esencialmente Dios y en el sentido más elevado. Era con Dios desde la eternidad, Dios sobre todo, bendito para siempre.”

1MS pg. 285.2 – “La humillación del hombre Cristo Jesús es incomprensible para la mente humana, pero su divinidad y su existencia antes de que el mundo fuera formado nunca pueden ser puestas en duda por los que creen en la Palabra de Dios.

El apóstol Pablo habla de nuestro Mediador, el unigénito Hijo de Dios, el cual en un estado de gloria era en la forma de Dios, el Comandante de todas las huestes celestiales, y quien, cuando revistió su divinidad con humanidad, tomó sobre sí la forma de siervo. Isaías declara:

‘Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre’ (Isaías 9:6-7).

Al consentir en convertirse en hombre, Cristo manifestó una humildad que es la maravilla de las inteligencias celestiales. El acto de consentir en ser hombre no habría sido una humillación si no hubiera sido por la excelsa preexistencia de Cristo.

Debemos abrir nuestro entendimiento para comprender que Cristo puso a un lado su manto real, su corona de regia y su elevado mando, y revistió su divinidad con humanidad para que pudiera encontrarse con el hombre donde éste estaba y para proporcionar a los miembros de la familia humana poder moral, a fin de que llegaran a ser los hijos e hijas de Dios.

Para redimir al hombre, Cristo se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:8).”

FO pg. 71.3 – “Cristo tomó sobre sí la humanidad por nosotros. Revistió su divinidad, y la divinidad y la humanidad se combinaron. Mostró que la ley que Satanás declaró que no podía guardarse, sí podía guardarse. Cristo tomó la humanidad para estar aquí en nuestro mundo, a fin de mostrar que Satanás había mentido.

Tomó la humanidad sobre sí para demostrar que con la divinidad y la humanidad combinadas, el hombre podía guardar la ley de Jehová. Si separan la humanidad de la divinidad, ustedes pueden tratar de labrar su propia justicia desde ahora hasta que Cristo venga, y no lograrán otra cosa que un fracaso.”

En el último párrafo leemos: “para demostrar que con la divinidad y la humanidad combinadas, el hombre podía guardar la ley de Jehová.” Es necesario comprender de qué manera es que Cristo combinó la divinidad y la humanidad para guardar la ley perfectamente y de qué manera nosotros, siguiendo su ejemplo, podemos combinar la divinidad con la humanidad para una santificación genuina.

Para no caer en razonamientos erróneos, es necesario comprender la diferencia entre los dones naturales y los dones sobrenaturales del hombre.

PP pg. 485.2 – “El secreto del éxito estriba en la unión del poder divino con el esfuerzo humano. Los que logran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el Brazo todopoderoso.”

1 Corintios 15:45 – “Así también está escrito: el primer hombre Adán llegó a ser un alma viviente; y el postrer Adán, espíritu vivificante.”

Cristo, como hombre—con naturaleza humana, fue el segundo o postrer Adán.

Es el propósito de este estudio hallar las similitudes y las diferencias entre la naturaleza humana del primer Adán y el segundo Adán (Cristo).

Para poder comprender la naturaleza humana de Cristo, debemos comprender cabalmente por qué tuvo que venir en forma humana al mundo, y para ello debemos comprender cuál fue el resultado del pecado de Adán en relación a la naturaleza humana.

Las demandas de la Ley

Antes de estudiar al primer y al postrer Adán, necesitamos estudiar las demandas de la ley, pues el Evangelio—la obra de Cristo como hombre aquí en la tierra—se debe a las demandas de la ley. Es decir: el Evangelio es la ley desarrollada.

PVGM pg. 99.1 – “Ningún hombre puede presentar correctamente la ley de Dios sin el Evangelio, ni el Evangelio sin la ley. La ley es el Evangelio sintetizado, y el Evangelio es la ley desarrollada. La ley es la raíz, el Evangelio su fragante flor y fruto.”

Todo ser humano en esta tierra, desde el momento de ser engendrado, tiene un caso pendiente ante la Corte Suprema de Justicia de Dios: El Santuario Celestial.

1MS pg. 145.1 – “Estamos en el gran día de la expiación, cuando mediante la confesión y el arrepentimiento nuestros pecados han de ir de antemano al juicio.

Dios no acepta ahora de sus ministros un testimonio suave y falto de temple. Un testimonio tal no sería verdad presente. El mensaje para este tiempo debe ser alimento oportuno para nutrir a la iglesia de Dios. Pero Satanás ha estado procurando gradualmente despojar este mensaje de su poder, para que la gente no esté preparada para resistir en el día del Señor (JUICIO DE VIVOS).

En 1844, nuestro gran Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo del santuario celestial para comenzar la obra del juicio investigador. Han estado siendo examinados delante de Dios los casos de los muertos justos. Cuando se complete esta obra, se pronunciará juicio sobre los vivientes. ¡Cuán preciosos, cuán importantes son estos solemnes momentos! Cada uno de nosotros tiene un caso pendiente en el tribunal celestial.”

Cada ser humano de este planeta tiene un caso pendiente en la Corte Suprema de Justicia de Dios: el Santuario Celestial (Apocalipsis 11:19; Hebreos 12:22-28). Ahí tenemos un Juez: Dios Padre (Daniel 7:9-10), tenemos testigos: los ángeles de Dios (Mateo 18:10; Daniel 7:10), tenemos un Abogado Defensor: Cristo Sumo Sacerdote (Daniel 7:13), tenemos una ley: los Diez Mandamientos (Apocalipsis 11:19), tenemos los libros de buenas y malas obras (Malaquías 3:16; Isaías 65:6-7), el libro de la vida (Apocalipsis 3:5; Filipenses 4:3), y tenemos también al acusador: Satanás (Apocalipsis 12:10).

DiaDeJuicio

Entonces, cuando hablamos de “los requerimientos de la ley,” es necesario aclarar que estamos hablando específicamente de la Ley Moral—El Decálogo—Los Diez Mandamientos; no estamos hablando de la ley civil de Israel, ni estamos hablando de la ley ceremonial. Es necesario hacer esta aclaración pues existen muchas personas que dicen que “la ley” incluye TODO el pentateuco, toda la “Torá.” Sin embargo, la ley moral, aquella la ley que define qué es pecado no es todo el pentateuco.

1 Juan 3:4 – “Pecado es transgresión de la ley.”

Es necesario aclarar también que la ley no condena únicamente el acto consumado del pecado, sino que condena los deseos, las miradas, los pensamientos, las intenciones, y hasta el estado de ser, pues Dios escudriña la mente y los corazones, no únicamente los hechos consumados.

Mateo 5:21-22 – “Oístes que fue dicho a los antiguos: No matarás; mas cualquiera que matare, será culpado del juicio. Mas yo os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio…”

Mateo 5:27-28 – “Oístes que fue dicho: No adulterarás: Mas yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”

Mateo 15:19 – “Porque del corazón del hombre salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.”

Salmos 139:23-24 – “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”

Dios sí hizo una distinción entre los Diez Mandamientos, la ley ceremonial, y la ley nacional de Israel; pues de entre todas esas “leyes” SOLAMENTE las dos tablas del pacto (los Diez Mandamientos) fueron colocadas en el arca sagrada del pacto (2 Crónicas 5:10), dentro del LUGAR SANTÍSIMO del santuario terrenal (Hebreos 9:3-4). Y este santuario, con este arca, con esta ley, con estos Diez Mandamientos, eran una COPIA del original que se encuentra en el cielo (Hebreos 9:9-11; Apocalipsis 11:19), donde Cristo es el verdadero Sumo Sacerdote que trabaja en el “perfecto tabernáculo no hecho de manos, es decir, no de esta creación” (Hebreos 9:11), pues el santuario terrenal fue construido conforme al original que Dios le mostró, y Dios le mostró el Santuario Celestial y le dijo que haga uno terrenal “conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxodo 26:30); pues el Santuario Celestial es un edificio real, no es un símbolo, y no fue hecho de manos humanas, sino construido por Dios mismo. Tal como el apóstol Pablo explica en el libro de Hebreos:

Hebreos 8:5 – “Ellos sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le había advertido a Moisés cuando estaba por acabar el tabernáculo, diciendo: Mira, harás todas las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.”

Pero los maestros religiosos dicen que esta ley, que era una copia del original que está en el Santuario original “ya no forma parte del nuevo pacto.” Sin embargo, ¿cuál es el nuevo pacto?

Hebreos 8:10 – “Pondré mis leyes en la mente de ellos y en sus corazones las inscribiré. Y yo seré para ellos Dios, y para mí ellos serán pueblo.”

¿Qué ley es la que debe ser entronizada en la mente y los corazones de la gente? ¿La ley que dice que hay que apedrear a los que encienden fuego en sábado? ¿La ley “del amor”? ¿La ley del catecismo, que dice que el domingo es “el día de la resurrección” y del “pentecostés”? ¿La ley que dice que cada 10 de mes séptimo es día de juicio simbólico (Yom Kippur)?

El sentido común nos dice que esa ley que debe ser entronizada en la mente y los corazones de los verdaderos creyentes debe ser la única ley que se encuentra en el Santuario Celestial: la ley que menciona Pablo en Hebreos 9:9-11, la ley que el apóstol Juan vio en visión en Apocalipsis 11:19; la ley que Pablo dice es “santa, justa y buena” (Romanos 7:12), la ley que nos da conocimiento de qué es pecado (Romanos 7:7), la única ley que define qué es pecado (1 Juan 3:4), aquella ley que si no la guardamos somos “mentirosos y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 2:4): la ley moral – los Diez Mandamientos.

En muchos otros estudios ya hemos analizado que únicamente Los Diez Mandamientos son la ley eterna de Salmos 119. La ley ceremonial tuvo un principio y tuvo un final (Oseas 2:11; 2 Colosenses 2:16-7), y la ley de Israel como constitución civil de la nación también tuvo su inicio y su final, pues sólo se aplicaba a la nación judía según la carne. En cambio, los Diez Mandamientos no tuvieron principio pues ésta ley es el fundamento del trono del gobierno de Dios (Salmos 89:14), y no tiene fin, pues el Trono de Dios es eterno (Salmos 119:7-8, 89).

PP pg. 282.2 – “La mente del pueblo, cegada y envilecida por la servidumbre y el paganismo, no estaba preparada para apreciar plenamente los abarcantes principios de los diez preceptos de Dios.

Para que las obligaciones del Decálogo pudieran ser mejor comprendidas y ejecutadas, se añadieron otros preceptos, que ilustraban y aplicaban los principios de los Diez Mandamientos.

Estas leyes se llamaron ‘derechos’, porque fueron trazadas con infinita sabiduría y equidad, y porque los magistrados habían de juzgar según ellas.

A diferencia de los Diez Mandamientos, estos ‘derechos’ fueron dados en privado a Moisés, quien debía de comunicarlos al pueblo.”

PP pg. 283.6 – “Estos ‘derechos’ debían ser escritos por Moisés y junto con los Diez Mandamientos, para cuya aplicación fueron dados, debían ser cuidadosamente atesorados como fundamento de la ley nacional y como condición del cumplimiento de las promesas de Dios a Israel.”

Romanos 7:7-9 –“Tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo: pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.”

PP pg. 335.1 – “El sistema de sacrificios confiado a Adán fue también pervertido por sus descendientes. La superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje corrompieron el sencillo y significativo servicio que Dios había establecido.

A través de su larga relación con los idólatras, el pueblo de Israel había mezclado muchas costumbres paganas con su culto; por consiguiente, en el Sinaí el Señor le dio instrucciones definidas tocante al sistema de sacrificios.

Una vez terminada la construcción del santuario, Dios se comunicó con Moisés desde la nube de gloria que descendía sobre el propiciatorio, y le dio instrucciones completas acerca del sistema de sacrificios y ofrendas, y las formas del culto que debían emplearse en el santuario.

De esa manera se entregó a Moisés la ley ceremonial, que fue escrita por él en un libro. Pero la ley de los Diez Mandamientos pronunciada desde el Sinaí había sido escrita por Dios mismo en las tablas de piedra, y se guardó sagradamente en el arca.

Muchos confunden estos dos sistemas y se valen de los textos que hablan de la ley ceremonial para tratar de probar que la ley moral fue abolida; pero esto es pervertir las Escrituras.

La distinción entre los dos sistemas es clara. El sistema ceremonial se componía de símbolos que señalaban a Cristo, su sacrificio y su sacerdocio.

Esta ley ritual, con sus sacrificios y ordenanzas, debían los hebreos seguirla hasta que el símbolo se cumpliera en la realidad de la muerte de Cristo, Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Entonces debían cesar todas las ofrendas de sacrificio. Tal es la ley que Cristo quitó de en medio y clavó en la cruz (Colosenses 2:14).

PERO acerca de la ley de los Diez Mandamientos el salmista declara: ‘Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos’ (Salmos 119:89). Y Cristo mismo dice: ‘No penséis que he venido para abolir la Ley…’ (Mateo 5:17-18). En estas palabras Cristo enseña, no solo cuáles habían sido las demandas de la ley de Dios, y cuáles eran entonces, sino que además ellas perdurarán tanto como los cielos y la tierra. La ley de Dios es tan inmutable como su trono. Mantendrá sus demandas sobre la humanidad a través de todos los siglos.

Respecto a la ley pronunciada en el Sinaí, dice Nehemías: ‘Sobre el monte Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatuto y mandamientos buenos’ (Nehemías 9:13). Y Pablo, el apóstol de los gentiles, declara: ‘La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.’ Esta ley no puede ser otra que el Decálogo, pues es la ley que dice: ‘No codiciarás’ (Romanos 7:12, 7).

Si bien la muerte del Salvador puso fin a la ley de los símbolos y sombras, no disminuyó en lo más mínimo la obligación del hombre hacia la ley moral. Todo lo contrario, el mismo hecho de que fuera necesario que Cristo muriera para expiar la transgresión de la ley, prueba que esta es inmutable.”

Ya que hemos establecido de qué Ley estamos hablando (los Diez Mandamientos) cuando en éste estudio hablamos de “ley”, ahora podemos proseguir con nuestro tema.

Las Demandas de la Ley

En la Biblia podemos encontrar los siguientes requerimientos de la ley para que el hombre sea aceptado o justificado.

DTG pg. 710.3 – “La ley requiere justicia, una vida justa, un carácter perfecto…”

Requerimientos para ser aceptado/justificado

  1. Obediencia perfecta y perpetua a la ley (Romanos 2:13).
  2. Un carácter perfecto (Mateo 5:48).
  3. Una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16).
  4. Una vida justa (Levítico 18:4-5).

El hombre debe cumplir TODOS estos cuatro requerimientos para poder ser aceptado ante Dios y ante la ley. Si el hombre no llega a cumplir siquiera uno de estos requerimientos entonces viene:

La condenación de la ley

La muerte eterna (Romanos 6:23) o “muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).

La muerte que el hombre generalmente experimenta es conocida como “muerte primera” y es tan solo como un “sueño” (Lucas 8:52; Juan 11:11-14). Pero la condenación de la ley implica una muerte eterna y definitiva: que sea como si el hombre nunca hubiese existido (Abdías 1:16; Salmos 37:10).

Ya que hemos establecido los requerimientos o demandas de la ley, ahora podemos analizar la posición legal de Adán antes de desobedecer la ley, y de qué manera cambió tanto su posición legal como su naturaleza después de su pecado.

El Primer Adán

Eclesiastés 7:29 – “He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas.”

1MS pg. 313.2 – “Cuando Adán fue atacado por el tentador en el Edén, estaba sin mancha de pecado. Estaba en toda la fortaleza de su perfección delante de Dios. Todos los órganos y facultades de su ser estaban igualmente desarrollados y armoniosamente equilibrados.

En el desierto de la tentación, Cristo estuvo en el lugar de Adán para soportar la prueba que éste había fracasado en resistir.”

Dones naturales y sobrenaturales

Para que Adán pueda obedecer la ley de Dios, el Creador le dio dones sobrenaturales, los cuales podemos leer en Gálatas 5:22-23: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Estos dones eran su vestidura interna para cubrir su desnudez espiritual.

Los dones sobrenaturales o espirituales se caracterizan porque no son propios del hombre, no son inherentes. Estos dones fueron otorgados por el Espíritu Santo, por ello también se llaman “frutos del Espíritu” en el libro de Gálatas.

En la semejanza exterior: el hombre tiene rostro, como Dios tiene rostro (Génesis 33:10; Éxodo 33:23); el hombre tiene ojos como Dios para ver (Génesis 7:1; 1 Samuel 26:24; 1 Reyes 11:33; 2 Reyes 10:30); el hombre tiene oídos como Dios para oír (Génesis 29:33; 2 Crónicas 7:15); el hombre tiene manos como Dios y tiene pies como Dios (Éxodo 24:9-11; Éxodo 31:18; Deuteronomio 11:2; Daniel 5:5); el hombre tiene boca como Dios para hablar (1 Reyes 8:15; 2 Crónicas 35:22; Mateo 4:4).

Como hemos visto, la “semejanza exterior” del hombre se refiere a los dones naturales que el Creador le dio al hombre y tienen que ver con la demanda de tener una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16). Estos dones son propios del hombre:

Dones naturales

  1. Facultades mentales.
  2. Facultad de la voluntad.
  3. Facultad del habla.
  4. Facultades físicas.
  5. Facultad de comer.
  6. Facultad moral.

Salmos 100:3 – “Reconoced que Jehovah es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos.”

1MS pg. 349.3 – “El hombre puede tener un intelecto brillante; puede ser rico en la posesión de dones naturales. Pero todos ellos le son dados por Dios, su Hacedor.

Dios puede quitar el don de la razón, y en un momento el hombre quedará como Nabucodonosor, degradado al nivel de las bestias del campo (Daniel 4:33). Dios hace esto porque el hombre procede como si su sabiduría y poder los hubiera recibido independientemente de Dios.

El hombre es únicamente mortal, y mientras se sienta demasiado sabio para aceptar a Jesús, permanecerá siendo únicamente mortal. Los hombres han hecho cosas maravillosas en el mundo intelectual, pero ¿quién les dio poder para hacer esto? El Señor Dios de los ejércitos.”

En cambio, la “semejanza interior” del hombre se refiere a los dones sobrenaturales de Gálatas 5:22-23, que tienen que ver con la demanda de obediencia perfecta y perpetua a la ley (Romanos 6:23). Estos dones no son propios del hombre.

Dios dio el don sobrenatural del amor a Adán para que Adán pudiera cumplir la demanda de obediencia perfecta a la ley de Romanos 2:13. Ya que el amor cumple la ley (Romanos 13:10). Si Dios no le dotaba de amor, era imposible que Adán pudiera obedecer la ley.

Pero, además de los dones sobrenaturales, para que Adán pudiera obedecer la ley, tenía que tener conocimiento de la ley, ya que no se puede obedecer una ley que se desconoce. Dios tuvo que entronizar la ley en la mente y en el corazón de Adán para que Adán supiera qué es pecado y qué es desobediencia. Si Adán no hubiera tenido conocimiento de la ley, pudiera haber alegado “nunca me dijiste qué era pecado.”

PP pg. 378.1 (333.1) – “Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus corazones.”

Adán sabía perfectamente que para tener derecho a la vida eterna (libre acceso al árbol de la vida) debía mantenerse puro, leal, y obediente a la ley.

PP pg. 32.1 – “Al hombre, obra maestra de la creación, Dios le dio la facultad de comprender sus requerimientos, para que reconociera la justicia y la benevolencia de su ley y su sagrado derecho sobre él; y del hombre se exige una respuesta obediente.”

La vestidura externa de Adán, esa vestidura de luz, estaba íntimamente ligada a su vestidura interna.

PVGM pg. 252.3 – “La ropa blanca de la inocencia era llevada por nuestros primeros padres cuando fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta conformidad con la voluntad de Dios. Toda la fuerza de sus afectos era dada a su Padre celestial.

Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la santa pareja. Este manto de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales de celestial inocencia. Si hubieran permanecido fieles a Dios, habría continuado envolviéndolos. Pero cuando entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó.”

La vestidura de luz externa de Adán era un símbolo de lo que tenía internamente: los dones sobrenaturales: amor, fe, lealtad, paciencia, mansedumbre, dominio propio, temperancia, etc.

Las facultades mentales

Al crear al hombre, Dios le dio facultades mentales poderosas:

  1. Inteligencia (Daniel 1:17; Proverbios 2:6-7.
  2. Memoria (Proverbios 10:7; Eclesiastés 9:5).
  3. Pensar.
  4. Comprender.
  5. La razón.

Dios creó al hombre el sexto día de la creación (Génesis 1:27, 31); y le bendijo con una inteligencia que no dio a ninguna otra criatura. El hombre fue dotado de un poder intelectual “un poco menor que los ángeles” (Hebreos 2:7).

¿Cuánto tiempo nos tomaría aprender la clasificación (por nombre, grupo, especie, etc.) de todos los animales de la tierra de memoria?

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Sin duda sería una tarea que tomaría al menos varios días.

Sin embargo, Adán tenía una facultad mental tan poderosa que no tuvo ningún problema en poner nombre a cada ser viviente del reino animal y grabarlo en su memoria.

Génesis 2:19 – “Formó, pues, Jehová Dios de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y trájolas a Adam, para que viese cómo les había de llamar; y todo lo que Adam llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.”

PP pg. 33.0 (30.1) – “Toda criatura viviente era familiar para Adán, desde el poderoso leviatán que juega entre las aguas hasta el más diminuto insecto que flota en el rayo del sol. A cada uno le había dado su nombre y conocía su naturaleza y sus costumbres.

La gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados movimientos, ‘las diferencias de las nubes’ (Job 37:16), los misterios de la luz y del sonido, de la noche y el día, todo estaba al alcance de la comprensión de nuestros primeros padres.”

Facultad mental (área material): Como hemos analizado, Adán tenía una poderosa facultad mental en el área material (Génesis 2:19-20).

Facultad mental (área espiritual): Adán tenía un conocimiento claro de Dios; entendía que Dios tiene un carácter perfecto (justo y misericordioso al mismo tiempo – Salmos 116:5), es omnisciente/omnisapiente (Salmos 147:5; Isaías 40:28; Salmos139:1-6), omnipresente (Salmos 139:7-12; Isaías 40:27), omnipotente (Salmos 147:5; 139:13-16), Eterno (Isaías 40:28; 1 Timoteo 6:14-16), el Creador (Jeremías 27:5; Salmos 33:6; Génesis 1:27), mientras que el hombre es una criatura creada por Dios (Salmos 100:3).

Para que Adán pudiera mantener sus facultades mentales en estado de perfección tenía que cumplir la condición de obediencia perfecta y perpetua a la ley de Dios.

La facultad de la voluntad

MJ pg. 88.1 (149.1 / 104.3) – “La religión pura tiene que ver con la voluntad. La voluntad es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre, poniendo a las demás facultades bajo su dominio. La voluntad no es el gusto ni la inclinación, sino el poder de decidir que actúa en los hijos de los hombres para obediencia o desobediencia a Dios.”

Facultad de la voluntad (área material): Tiene que ver con el trabajo de la rutina de la vida diaria, pues para realizar cualquier trabajo se necesita hacer ejercicio de la voluntad. El Creador dio a Adán y a Eva su trabajo: cuidar el huerto del Edén (Génesis 2:15).

2 Tesalonicenses 3:10 – “Si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma.”

Facultad de la voluntad (área espiritual): Está íntimamente relacionada con hacer la voluntad de Dios que está expresada en su santa ley y en las órdenes que Dios da a conocer al hombre.

La facultad de la voluntad en el área espiritual decide si se va a obedecer o desobedecer a Dios.

Dios otorgó libre albedrío a Adán y Eva para que ellos pudieran escoger servirle y obedecerle voluntariamente.

Las facultades físicas

Se refiere al sistema músculo-esquelético.

PP pg. 515.4 – “Mientras una clase pide una parte de las bendiciones que Dios ha concedido a sus vecinos más ricos, la otra necesita el fiel servicio, la fuerza del cerebro, de los huesos y de los músculos, que constituyen el capital de los pobres.”

Job 10:8, 11 – “Tus manos me hicieron y me formaron… me vestiste de piel y carne, y me tejiste con huesos y nervios.”

PP pg. 25.1 – “Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida. La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad.”

La facultad del habla

Dios le otorgó a Adán la facultad del habla, para que se comunicase con palabras claras y fáciles de comprender, con fluidez de palabras en toda su perfección, con algunos propósitos:

  • De que Adán y su descendencia le presenten sus alabanzas y adoración por medio de cantos. (Salmos 138: 4-5, Éxodo 15: 1-2)
  • De que comuniquen las órdenes de Dios a otros hombres (Daniel 2:21-30); y de que se puedan comunicar con su prójimo (1 Samuel 19:1-3).
  • De que haga sus peticiones cara a cara (Génesis 18:23-33); y por medio de la oración (1 Reyes 8:35-36; Daniel 9:18-20).
  • De que pueda conversar (Génesis 22:7-8; Lucas 24:13-29).
  • De que el hombre le glorifique a Dios (Salmos 30:1; 86:9).
  • De que el hombre le exprese su gratitud (Salmos 19:14).
  • De que pueda enseñar (Éxodo 18:20; Deuteronomio 4:5, 9).

 

La facultad de comer

Génesis 1:29 – “Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.”

La facultad de comer que Dios le dio al hombre se le había otorgado con el don de la temperancia.

La facultad moral

Solamente el hombre entre todos los moradores de la tierra está sujeto a la ley moral. Los demás seres inferiores que Dios creó en la tierra están sujetos a leyes naturales; pero no a la ley moral. La orden de Génesis 2:16-17 fue una ley exclusiva para el hombre y no para los seres inferiores.

La posición legal del Primer Adán

CC pg. 62.1 – “La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la ley de Dios, la perfecta justicia.

Si la vida eterna se concediera con alguna condición inferior a ésta, peligraría la felicidad en todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado con toda su secuela de dolor y miseria para siempre.”

  1. Obediencia perfecta y perpetua a la ley (Romanos 2:13)

Para que Adán pudiese obedecer a Dios perfecta y voluntariamente, debía tener los dones del Espíritu (Gálatas 5:22-23) – específicamente: debía tener capacidad para amar.

Como el primer Adán fue creado a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26-27) y Dios es amor (1 Juan 4:8), el primer Adán sí tenía capacidad para amar y por lo tanto podía obedecer perfectamente la ley (Romanos 13:10).

Pero además, para poder obedecer la ley, Adán debía tener conocimiento de la ley. Por lo tanto, el primer Adán tenía la ley de Dios grabada en su mente y en su corazón (Salmos 40:8).

  1. Un carácter perfecto (Mateo 5:48)

Dios creó al primer Adán con un carácter perfecto: “conforme a su imagen y semejanza” (Génesis 1:26-17).

  1. Una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16)

Todo lo que Dios creó era perfecto, libre de mancha de pecado (Génesis 1:31).

PP pg. 39.5 – “La ola de angustia que siguió a la transgresión de nuestros primeros padres es considerada por muchos como un castigo demasiado severo para un pecado tan insignificante; y ponen en tela de juicio la sabiduría y la justicia de Dios en su trato con el hombre. Pero si estudiaran más profundamente el asunto, podrían discernir su error.

Dios creó al hombre a su semejanza, libre de pecado. La tierra había de ser poblada con individuos un poco menor a los ángeles; pero debía probarse su obediencia; pues Dios no había de permitir que el mundo se llenara de personas que menospreciaran su ley. No obstante, en su gran misericordia, no señaló a Adán una prueba severa. La misma levedad de la prohibición hizo al pecado sumamente grave.

Si Adán no pudo resistir la prueba más ínfima, tampoco habría podido resistir una mayor, si se le hubiesen confiado responsabilidades más importantes.”

  1. Una vida justa (Levítico 18:4-5)

Como Adán tenía grabada la ley de Dios en su mente y su corazón, y como tenía capacidad para amar, Dios lo había creado completamente capacitado para vivir una vida justa y perfecta.

Adán estaba capacitado, solo hacía falta que él desarrollara esa vida justa voluntariamente desarrollando las facultades y talentos que su Creador le proveyó el momento de su creación.

Entonces, habiendo estudiado al primer Adán a la luz de los requerimientos de la ley, podemos ver que Adán tenía en sí mismo todo lo que la ley demanda para poder ser aceptado en sí mismo (no necesitaba sustituto, ni garante, ni mediador, ni salvador, pues estaba en perfecta armonía con el Creador).

CS pg. 586.1 (521.1) – “Adán y Eva habían sido perfectamente felices mientras obedecieron a la ley de Dios, y esto constituía un testimonio permanente contra el aserto que Satanás había hecho en el cielo, de que la ley de Dios era un instrumento de opresión y contraria al bien de sus criaturas.”

Hubo un tiempo en el cual Adán y Eva vivieron en perfecta armonía con la ley del Creador.

PP pg. 25.3 (24.4) – “Aunque únicamente Cristo es ‘la misma imagen’ del Padre (Hebreos 1:3); el hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón.

Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre.”

Ya que el hombre Adán cumplía con todos los requerimientos de la ley, entonces la ley no hallaba nada en ellos para rechazarlos, por lo tanto:

Posición Legal de Adán antes de pecar:

  1. Aceptado en sí mismo, porque cumple todos los requerimientos de la ley: obediencia perfecta, vida justa, naturaleza sin mancha de pecado y un carácter perfecto.

La ley no hallaba nada para condenar al hombre, por lo tanto:

  1. No estaba bajo condenación.

Esta posición legal entraña dos tipos de demandas diferentes. La demanda de Romanos 2:13 (obediencia perfecta) no es igual a la demanda de Romanos 6:23 (muerte eterna). No podemos hacer un solo paquete de estas demandas.

Si la demanda es de obediencia, no podemos presentar sangre. Y si la demanda es de sangre, no se puede presentar obediencia.

La justificación y el perdón de pecados no son una y la misma cosa.

Mucha gente se cierra a hacer un solo paquete de la justificación y el perdón debido a este párrafo:

FO pg. 107.2 – “El perdón y la justificación son una y la misma cosa.”

Este párrafo debe ser estudiado en su contexto y el contexto es el ritual simbólico. El perdón y la justificación son una y la misma cosa EN CRISTO. Pero Cristo presenta dos cosas diferentes: la ofrenda y el sacrificio (Hebreos 5:1; Hebreos 8:3).

La ofrenda es su vida de obediencia perfecta a la ley, la cual es presentada para justificación; mientras que el sacrificio es su sangre derramada en la cruz para el perdón de nuestros pecados.

Esto lo aprendemos del ritual simbólico porque, primeramente el animal a sacrificar debía cumplir dos requisitos: ser perfecto sin defecto alguno (Éxodo 12:5; Levítico 4:3), simbolizando la vida de obediencia perfecta sin defecto alguno de Cristo. Y el animal debía morir (Levítico 4:4; Éxodo 12:6), simbolizando el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario.

Si para justificación/aceptación bastaría la muerte de Cristo, no habría necesidad de pedir perfección. De igual manera, si para el perdón de pecados bastara una vida de perfección, no haría falta la muerte de Cristo. Esto ya lo revisamos brevemente al comienzo del estudio.

Pero, volviendo a la posición legal del primer Adán: Adán tenía justicia/obediencia perfecta en sí mismo, tenía un carácter perfecto, era libre de la mancha de pecado y de cualquier mancha o defecto, y tenía el don sobrenatural del amor que lo capacitaba para obedecer la ley que estaba entronizada en su mente y su corazón.

Por esto, Adán estaba libre de condenación. Pero además había un tercer factor legal:

  1. Libre acceso directo a Dios.

Adán tenía libre acceso directo a Dios. Adán no tenía necesidad de un mediador; se podía comunicar cara a cara con su Creador.

Esta era la posición legal del hombre Adán. Pero Dios puso una CONDICIÓN para que Adán se mantenga aceptado en sí mismo, sin condenación y con acceso directo a Dios: Génesis 2:16-17.

  • Condición: Obediencia perfecta y perpetua. Y así mantener su posición legal ante Dios y la ley; para que los dones sobrenaturales se mantengan dentro del hombre y para que los dones naturales se mantengan en estado de perfección.

Lamentablemente el hombre Adán no mantuvo esa condición (Génesis 3:1-6), y como consecuencia de su pecado se produjo un cambio en su naturaleza lo cual tuvo consecuencias en su posición legal. Y ahora debemos estudiar en qué consistió ese cambio, tal como lo planteamos desde un principio:

ED pg. 10.2 (14.5) – “A fin de comprender qué abarca la obra de la educación, necesitamos considerar tanto la naturaleza del ser humano como el propósito de Dios al crearlo.

Hemos de considerar también el cambio que sufrió la humanidad por la introducción del mal, y el plan de Dios para cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la educación de la especie humana.”

La caída del hombre en el pecado

PP pg. 32.2 – “Como los ángeles, los moradores del Edén habían de ser probados. Únicamente podían conservar su feliz estado si eran fieles a la ley del Creador. Podían obedecer y vivir, o desobedecer y perecer. Dios los había colmado de ricas bendiciones; pero si ellos menospreciaban su voluntad, Aquel que no perdonó a los ángeles que pecaron no los perdonaría a ellos tampoco: la transgresión los privaría de todos sus dones, y les acarrearía desgracia y ruina.

Los ángeles amonestaron a Adán y a Eva a que estuvieran en guardia contra las argucias de Satanás; porque sus esfuerzos por tenderles una celada serían infatigables. Mientras fueran obedientes a Dios, el maligno no podría perjudicarle; pues, si fuera necesario, todos los ángeles del cielo serían enviados en su ayuda.

Si ellos rechazaban firmemente sus primeras insinuaciones, estarían tan seguros como los mismos mensajeros celestiales. Pero si cedían a la tentación, su naturaleza se depravaría, y no tendrían en sí mismos poder ni disposición para resistir a Satanás.”

En el anterior párrafo la hermana White describe DOS CONSECUENCIAS distintas: 1) “los privaría de sus dones” y 2) “su naturaleza se depravaría.”

Si Dios le iba a privar de dones naturales—habla, facultades, mentales, físicas, razonamiento, etc.—el hombre hubiera quedado en un estado de una bestia, peor a lo que le ocurrió a Nabucodonosor en Daniel capítulo 4. Además no podía privarle al hombre de dones naturales, porque como ya dijimos, estos son propios o inherentes del hombre.

Por lo tanto, lo más razonable es que Dios los privó de sus dones sobrenaturales o espirituales—amor, fe, paz, paciencia, mansedumbre, humildad, etc.—ya que estos no son propios, no son inherentes del hombre.

Pero el hecho de que sus dones naturales no fueran perdidos o privados, no quiere decir que quedaron perfectos o intactos. Estos dones se depravaron o pervirtieron, y por esto la hna. White dice que su naturaleza se depravó—está refiriéndose a dones naturales.

En resumen:

Si nuestros primeros padres—creados perfectos, con capacidad para amar, y con la ley escrita en sus mentes y corazones—no cedían a la tentación y al pecado, entonces permanecerían en ese estado de perfección, libres de condenación y aceptados en sí mismos.

Pero si ellos cedían al pecado, entonces perderían sus dones sobrenaturales y sus dones naturales se depravarían: dejarían de tener capacidad para amar, dejarían de ser perfectos a semejanza de su Creador.

Y desafortunadamente, Adán y Eva no cumplieron con la condición de obediencia perfecta y perpetua a la santa ley de Dios. El primer Adán depravó su naturaleza y perdió sus dones espirituales, y toda su descendencia hereda esa misma naturaleza, esa misma condición. Es por esto que necesitamos un Salvador desde que somos engendrados.

VAAn pg. 52.4 – “Tan pronto como Dios, a través de Jesucristo, creó nuestro mundo y colocó a Adán y Eva en el jardín del Edén, Satanás anunció su propósito de conformar a los padres de la humanidad a su propia naturaleza.”

Mucha gente se aferra por el sentimentalismo a sostener erróneamente que un bebe recién nacido nace “santo”, “inocente,” “a semejanza de Dios,” y “sin mancha de pecado.” Pero Dios quiere que en lugar de que seamos seres sentimentalistas seamos seres racionales; por eso nos dio las facultades mentales. Pero como nuestros dones naturales—entre ellos las facultades mentales—se pervirtieron, no queremos razonar con la cabeza fría, sino que queremos que nuestros sentimientos gobiernen nuestro cerebro.

Reconocer que un ser humano es engendrado a la naturaleza de Satanás en lugar de a semejanza de Dios hiere nuestros sentimientos y nuestro orgullo, pero si no queremos que Dios “hiera nuestros sentimientos” entonces habría que dejar de leer la Biblia, porque en toda la Biblia la amonestación del Testigo Fiel dice clara y rotundamente que: odiamos a Dios, odiamos su Ley, estamos en armonía con Satanás y enemistad con Dios, somos depravados, somos rebeldes, no tenemos capacidad para amar naturalmente, a pesar de todo nos declaramos ricos cuando somos miserables, pobres, ciegos y desnudos… y todo esto DESDE EL VIENTRE.

Un ser humano que no acepta esto, que no acepta la amonestación del Testigo Fiel, no puede apreciar ni mucho menos necesitar de Cristo como su Salvador. El que se cree sano y bueno, no necesita del Doctor Celestial.

Pero desde los primeros hijos de Adán y Eva—Caín y Abel—se puede ver que no todos los seres humanos van a aceptar su naturaleza pecaminosa, su posición legal, y su verdadera condición, y por esta razón no todos los hombres van a necesitar un Sustituto y Garante que los reemplace desde el vientre.

No todos los cristianos van a aceptar esto, y es por esto que la hermana White bien dice que la amonestación del Testigo Fiel es lo que ocasiona el zarandeo en el pueblo de Dios!

PE pg. 270.2 – “Pregunté cuál era el significado del zarandeo que yo había visto, y se me mostró que lo motivaría el testimonio directo que exige el consejo que el Testigo fiel dio a la iglesia de Laodicea. Moverá este consejo el corazón de quien lo reciba y le inducirá a difundir la recta verdad. Algunos no soportarán este testimonio directo, sino que se levantarán contra él, y esto es lo que causará un zarandeo en el pueblo de Dios.”

Satanás, movido por la envidia, al ver a nuestros primeros padres vivir en alegría, paz y armonía con el Creador, decidió arruinar esa felicidad induciéndolos a desobedecer a Dios, y así conformar la naturaleza humana, que era semejante a Dios, a su propia naturaleza satánica.

Y lamentablemente lo consiguió: Génesis 3:6.

MJ pg. 32 (53.2 / 38.3) – “La obra de Satanás es destronar a Dios del corazón y moldear la naturaleza humana conforme a su propia imagen deforme. Excita todas las malas propensiones, despierta las pasiones impuras y las ambiciones.

Declara: ‘Te daré todo este poder, estos honores, estas riquezas y estos placeres pecaminosos.’ Pero pone por condición que la integridad sea sacrificada y la conciencia embotada. De ese modo degrada las facultades humanas, y las hace cautivas del pecado.”

Es por consecuencia del pecado de Adán y Eva que nosotros, su descendencia, tenemos la misma naturaleza de Satanás: somos celosos, envidiosos, egoístas, celosos, orgullosos; tenemos odio y deseamos ser el centro de atención, deseamos ser la cabeza de todo y de todos (Romanos 1:29-31); y manifestamos todas estas características satánicas desde muy temprana edad.

La posición legal del hombre DESPUÉS del pecado

CC pg. 17.1 – “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos.

Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial.

El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre.”

Ya estudiamos que esos “dones” de los cuales Adán y Eva fueron privados, fueron los dones sobrenaturales—la vestimenta interna—que los capacitaba para obedecer y amar a Dios.

DTG pg. 89.3 – “Después de inducir al hombre a pecar, Satanás reclamó la tierra como suya, y se llamó príncipe de este mundo.

Habiendo hecho conformar a su propia naturaleza al padre y madre de nuestra especie, pensó establecer aquí su imperio. Declaró que el hombre le había elegido como soberano suyo. Mediante su dominio de los hombres, dominaba el mundo.”

Después de que Satanás logró inducir a nuestros primeros padres a desobedecer a Dios, logró conformar su naturaleza de ellos, que había sido creada a semejanza del Creador, a la misma naturaleza de Satanás.

Adán, después del pecado, se dio cuenta de que había perdido su vestidura externa (Génesis 3:7-8) y por ello se declaró desnudo. Pero no se percató de que había perdido también su vestidura interna, no comprendió su desnudez espiritual, sino que sólo se dio cuenta de su desnudez física.

Génesis 3:9-10 – “Y llamó Jehová Dios al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme.”

Cuando Adán y Eva se escondieron de Dios (Génesis 3:10), demostraron que habían perdido el conocimiento que tenían de Dios, y perdieron el discernimiento espiritual; pues al tratar de esconderse de Dios estaban demostrando que no comprendían que Dios es omnipresente, omnisapiente y omnipotente. Su mente estaba entenebrecida en un aspecto bastante básico acerca de Dios.

PP pg. 37.1 – “Pero el gran Legislador iba a revelar a Adán y Eva las consecuencias de su pecado. La presencia divina se manifestó en el huerto. En su anterior estado de inocencia y santidad solían dar alegremente la bienvenida a la presencia de su Creador; pero ahora huyeron aterrorizados, y se escondieron en el lugar más apartado del huerto.”

CC pg. 17.2 – “En su estado de inocencia, el hombre gozaba de completa comunión con Aquel ‘en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia’ (Colosenses 2:3).

Pero después de su caída no pudo encontrar gozo en la santidad y procuró ocultarse de la presencia de Dios. Tal es aún la condición del corazón que no ha sido regenerado. No está en armonía con Dios ni encuentra gozo en la comunión con El.”

Los dones naturales (facultades mentales, voluntad, facultad del habla, facultades físicas, facultad de comer, facultad moral) del hombre se depravaron. Mientras que los dones sobrenaturales (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio – Gálatas 5:22-23) se perdieron.

Y como todos los seres humanos somos descendientes de Adán y Eva después del pecado, ellos nos transmitieron la misma naturaleza (Romanos 5:12; Génesis 5:3): con mancha de pecado, sin amor, y sin discernimiento espiritual.

Adán y Eva, después del pecado, engendraron hijos “a su semejanza, conforme a su imagen” (Génesis 5:3), una imagen caída, depravada y pervertida, ya no conforme a la imagen y semejanza de Dios.

Isaías 1:4 – “¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, descendencia de malhechores, hijos depravados!”

Romanos 5:12 – “Así como el pecado entró en el mundo por un hombre (el primer Adán), y por el pecado la muerte (segunda), y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron.”

De hombres libres, pasamos a ser esclavos de Satanás (2 Pedro 2:29).

Sin embargo el hombre ingenuamente exclama:

“¡Jamás hemos sido esclavos de nadie!” (Juan 8:33)

A lo que nuestro Salvador responde:

“De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado.” (Juan 8:33)

Y “no hay hombre que no peque” (1 Reyes 8:46; 2 Crónicas 6:36; Eclesiastés 7:20).

De ser hijos de Dios, la raza humana pasó a ser hijos del Diablo (Juan 8:44) y por esto necesitamos ser adoptados (Romanos 8:15, 23).

Los dones naturales, en el área espiritual se depravaron, mientras que en el área material se degeneraron.

Facultades mentales después del pecado

Facultad mental (área material): Cuando Adán infringió la ley, Dios no le privó de sus poderosas facultades mentales en el área material, y éstas siguieron tan vigorosas y poderosas como antes de caer en el pecado. Una evidencia de ello lo tenemos en Génesis 4:17, donde se relata que Caín, el hijo de Adán, hizo uso de su poderosa inteligencia al diseñar una ciudad, e hizo uso de sus facultades físicas y de la voluntad en el área material al construir la ciudad que había diseñado.

Pero esas poderosas facultades mentales, por causa de la depravación del hombre y especialmente al dar rienda suelto al apetito depravado, empezaron a degenerarse.

La degeneración de las facultades naturales del hombre se hicieron más evidentes después del diluvio, cuando Dios le autorizó a la raza humana el consumo de carne (Génesis 9:3), de animales limpios.

CRA pg. 446.1 – “Después del diluvio la gente comía mayormente alimentos de origen animal. Dios vio que las costumbres del hombre se habían corrompido, y que él estaba dispuesto a exaltarse a sí mismo en forma orgullosa contra su Creador y a seguir los dictámenes de su propio corazón.

Y permitió que la raza longeva comiera alimentos de origen animal para abreviar su existencia pecaminosa. Pronto después del diluvio la raza humana comenzó a decrecer en tamaño y en longevidad.”

La degeneración que se ha ido manifestando en las facultades mentales del hombre ha sido un proceso lento y se ha necesitado que transcurran muchas generaciones desde la caída de Adán para que la degeneración sea más notoria.

Facultad mental (área espiritual): Las facultades mentales en el área espiritual quedaron depravadas. Una evidencia de esto ya lo mencionamos en el hecho de que Adán y Eva se escondieron de Dios demostrando que perdieron noción de que Dios es omnipresente y pensaron erróneamente “estoy escondido entonces Dios no me puede ver.”

Hoy día los seres humanos demostramos la misma naturaleza pecaminosa y condición de Adán después del pecado: cuando cometemos un pecado queremos escondernos y no queremos atender a la presencia de Dios.

¿Y qué hacemos cuando queremos cometer algún pecado?

Miramos a todos lados para cerciorarnos de que “nadie nos ve” y entonces cometemos el pecado. Así demostramos la misma falta de conocimiento de Dios.

Facultad de la voluntad después del pecado

Facultad de la voluntad (área material): Cuando Adán cedió a la tentación, Dios no le privó de la facultad de la voluntad para las cosas materiales o seculares. Como ya hemos mencionado, Caín hizo uso de la facultad de la voluntad en el área material al construir una gran ciudad, y asimismo los descendientes de Noé después del diluvio, yendo en contra de la voluntad divina, se esparcieron y empezaron a edificar una torre (Génesis 11:1-4).

Entonces el hombre caído puede hacer uso de su facultad de la voluntad en el área material para escoger donde vivir, en qué trabajar, que estudiar, con qué ropa vestirse, qué tipo de alimentos consumir, etc., sin consultar a Dios.

Facultad de la voluntad (área espiritual): Es importante entender que cuando Dios creó al hombre a su imagen y conforme a su semejanza, no colocó al hombre en un punto “neutro” entre la obediencia y la desobediencia. Dios colocó al hombre en el camino de la obediencia.

CS pg. 586.1 (521.1) – “Adán y Eva habían sido perfectamente felices mientras obedecieron a la ley de Dios, y esto constituía un testimonio permanente contra el aserto que Satanás había hecho en el cielo, de que la ley de Dios era un instrumento de opresión y contraria al bien de sus criaturas.”

Adán y Eva escogieron voluntaria y conscientemente salir del camino de la obediencia en que Dios los había colocado, para pasarse al camino de la desobediencia. Adán y Eva escogieron desobedecer a Dios.

Dios le dotó a Adán de la facultad de la voluntad y le había dado libre albedrío, y mientras él permaneciera en el camino de la obediencia seguiría en su libre albedrío. Pero al desobedecer voluntariamente a Dios, la voluntad de Adán quedó bajo el dominio de Satanás y fue reducido a la esclavitud (2 Pedro 2:19), y así perdió su libre albedrío y paso a tener siervo albedrío.

La voluntad es la facultad más importante para el desarrollo del carácter, pero ésta facultad fue puesta bajo el dominio de Satanás y, desde la caída del hombre, la voluntad con siervo albedrío ha estado obrando en el hombre el querer y hacer los deseos de nuestro padre el diablo (Juan 8:44) para la completa ruina y miseria del hombre.

Es por esto que el hombre caído naturalmente no puede escoger servir a Dios ni puede obedecerle, pues su voluntad está bajo el control de Satanás; y Satanás es un mal pagador, es un amo que se ocupa de manejar nuestra voluntad en la medida en que puede para arruinarnos y destruirnos.

El momento en que Adán cedió a la tentación, su facultad de la voluntad en el área espiritual quedó depravada y desde ese mismo instante para el hombre ya no era más un deleite hacer la voluntad de Dios expresada en Su ley y Su Palabra, porque la voluntad del hombre quedó bajo el completo dominio de otro padre. Debido a esto, a todo el linaje humano no le agrada obedecer, no le agrada hacer la voluntad de Dios en forma voluntaria, porque hacer esto se opone a la inclinación natural humana que es la de hacer de continuo el mal (Génesis 6:5).

Pero como los hombres no conocen su propio corazón: “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9), creen que nacen libres y que son libres, y no quieren admitir su condición de esclavos, por lo cual se declaran ricos (Apocalipsis 3:17) y no tienen necesidad de un Libertador.

MJ pg. 89.3 (106.2) – “Necesitas beber diariamente de la fuente de la verdad, con el fin de entender el secreto del placer y el gozo en el Señor. Pero debes recordar que tu voluntad es la fuente de todas tus acciones.

Esta voluntad, que constituye un factor tan importante en el carácter del hombre, fue puesta, en ocasión de la caída, bajo el dominio de Satanás; y desde entonces él ha estado obrando en el hombre el querer y hacer su beneplácito, pero para la completa miseria y ruina del ser humano.”

Cuando alguien nos invita “¡vamos a una fiesta!” qué fácil es acceder a esta invitación. Sin embargo si alguien nos invita “vamos a hacer obra misionera” o “vamos a estudiar la Biblia,” inmediatamente surgen las excusas y los pretextos. Esto demuestra cómo nuestra facultad de la voluntad está depravada y bajo dominio del enemigo.

Es por esto también que cuando nos invitan a hacer algo que no debemos hacer inmediatamente surgen los pensamientos en nuestra cabeza “no hago esto siempre, es sólo una vez nomas”, o también “ay! es mucho fanatismo… hay que vivir la vida! ¡Sólo se vive una vez!”

¿Pero nos hemos puesto a pensar, cuál espíritu es el que nos hace decir todas estas cosas?

Otra evidencia de todo esto la tenemos cuando nuestros hijos nos dicen: “ah! pero ustedes disfrutaron cuando eran jóvenes… yo también quiero vivir mi vida y cometer errores!”

Toda nuestra vida diaria da testimonio de que somos esclavos del pecado, esclavos de Satanás y enemigos acérrimos de Dios. Y nuestros hechos también demuestran que Satanás maneja la voluntad del hombre para su destrucción y ruina eterna porque es un mal pagador.

Facultad del habla después del pecado

Esta facultad que le había sido otorgada al primer Adán para glorificar a su Creador, para alabarle y darle gracias, después del pecado quedó depravada.

Cuando Dios buscó al hombre después de su caída y le preguntó dónde estaba y qué había hecho, Adán, en vez de mostrar arrepentimiento, usó su depravada facultad del habla para excusar su pecado culpando a su esposa y de esa manera al mismo Creador.

Génesis 3:12 – “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.”

Así Adán después del pecado con la facultad del habla estaba justificando su pecado y echando la culpa a su esposa y a su Creador. Como todos los hombres somos descendientes de este Adán caído y tenemos la misma condición y la misma naturaleza, cuando cometemos algún acto ilícito prontamente buscamos justificarnos y culpar a otros antes de reconocer nuestra culpabilidad.

Después de la caída, toda la descendencia de Adán ha usado la facultad del habla no para glorificar al Creador, sino para glorificarse a sí mismos. Y hay muchos ejemplos de esto en la Biblia:

  • Nabucodonosor no quería reconocer que Dios le había dado todo su poder, majestad y reino, sino que se glorificaba a sí mismo diciendo, “¿no es ésta la Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Daniel 4:30)
  • Cuando el rey Ezequías fue sanado de una enfermedad de muerte por Dios, en vez de dar gloria a Dios se glorificó a sí mismo (Isaías 39:1-4).
  • Cuando Moisés se atribuyó el poder que sólo a Dios corresponde al hacer salir agua de la peña (Números 20:10).

Todos estos ejemplos de glorificación al hombre en lugar de a Dios terminaron en terribles consecuencias debido a la magnitud de este terrible pecado que el hombre comete a diario sin la menor consideración y sin el menor respeto a Dios.

Juan 19:10-11 – “Entonces dícele Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿no sabes que tengo potestad para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte?

Respondió Jesús: Ninguna potestad tendrías contra mí, si no te fuese dado de arriba: por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.”

A los seres humanos nos gusta hablar de lo que está de moda, de los chismes, del deporte, de la música, de política, de los famosos, de dinero, de proyectos, de novios(as), etc., pero no nos gusta conversar de cosas que tengan que ver con materia de religión.

Cuando el hombre corteja a la mujer, o viceversa, usa su facultad del habla para adorar a los seres creados y para exaltar a los seres creados, en lugar de adorar y exaltar al Creador.

También le gusta al hombre usar la facultad del habla para demostrar sus progresos en el área material (y así exaltarse y glorificarse a sí mismo): “Yo he hecho esto….”, “Yo he ganado esto…”, “Yo he comprado esto….”, “Yo he construido esto…”, “Yo escribí esto…”, “Yo logré hacer esto…”, etc.

¿Pero cuánto uso de la facultad del habla utiliza el hombre para transmitir el mensaje de salvación a otros?

Más bien nos da vergüenza hablar acerca de la fe que profesamos, nos avergonzamos de ser cristianos, pero sin embargo nos falta tiempo para hacer alarde de nosotros mismos. Es así que nuestros hechos demuestran que esta facultad está completamente depravada.

Jeremías 6:10 – “¿A quién tengo de hablar y amonestar, para que oigan? He aquí que sus orejas son incircuncisas, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.”

Facultades físicas después del pecado

Cuando Adán cedió a la tentación quedó depravado como un ser integral inmediatamente, pero no quedó degenerado inmediatamente. Es decir: la depravación fue inmediata, pero la degeneración ha tomado muchas generaciones y muchos siglos.

Después del pecado, Adán siguió conservando su estatura elevada y simetría perfecta (Génesis 6:4); pero por causa de la depravación de la descendencia de Adán, al complacer sus apetitos intemperantes (especialmente después del diluvio), tanto la estatura humana como su vigor físico empezó a disminuir bruscamente.

Lucas 19:3 – “Zaqueo… procuraba ver quien era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.”

Desde la caída del hombre la estatura y vigor de la raza humana ha ido disminuyendo considerablemente, y cuanto más violan los hombres las leyes de la salud, tanto más se hace presente la degeneración y se desarrollan en el hombre toda clase de enfermedades.

Cuando el hombre viola las leyes de la salud se incapacita para prestarle servicio al Señor y también se incapacita para ser útil para sí mismo.

CRA pg. 85.1 – “Todo el que se aparte de la luz en un caso endurece su corazón para desatender la luz en otros asuntos. Todo el que viole obligaciones morales en materia de alimentación y vestido, prepara el camino para violar las exigencias de Dios con respecto a intereses eternos…”

CRA pg. 85.3 – “Dios no exige que sus hijos se nieguen a sí mismos para perjuicio de sus fuerzas físicas. Les exige que obedezcan la ley natural, para preservar su salud física. El sendero de la naturaleza es el camino que él señala, y es lo suficientemente ancho para cualquier cristiano.

Dios nos ha provisto con mano pródiga de ricas y variadas bendiciones para nuestra subsistencia y nuestro gozo. Pero para que podamos disfrutar del apetito natural, que preservará la salud y prolongará la vida, él restringe el apetito. El dice: Tened cuidado; refrenaos, negaos a satisfacer el apetito antinatural.

Si creamos un apetito pervertido, violamos las leyes de nuestro ser, y asumimos la responsabilidad por abusar de nuestros cuerpos y por acarrearnos enfermedades.”

Facultad de comer después del pecado

Es por causa de la depravación del hombre que éste viola las leyes de la salud y el resultado de la violación de las leyes de la salud es la degeneración.

CRA pg. 63.2 – “La decadencia de la virtud y la degeneración de la especie se deben principalmente a la complacencia del apetito pervertido.”

CRA pg. 72.2 – “Muchos se maravillan de que la humanidad haya degenerado tanto, física, mental y moralmente. No entienden que es la violación de la constitución y las leyes de Dios, y la transgresión de las leyes de la salud, lo que ha producido esta triste degeneración.

La intemperancia en el comer y el beber, y la complacencia de las bajas pasiones, ha entumecido las delicadas sensibilidades, de manera que las cosas sagradas han sido puestas al nivel de las cosas comunes.”

CRA pg. 84.3 – “Dios ha mostrado que la reforma pro salud está tan relacionada con el mensaje del tercer ángel como la mano lo está con el cuerpo. En ninguna parte ha de encontrarse una causa tan grande de degeneración física y moral como en el descuido de este importante tema.

Los que complacen su apetito y su pasión, y cierran los ojos a la luz por temor de ver complacencias pecaminosas que no están dispuestos a abandonar, son culpables delante de Dios.”

CRA pg. 23.1 – “La enfermedad es causada por la violación de las leyes de la salud; es el resultado de infringir las leyes de la naturaleza.”

Cuando Adán se rindió al poder del apetito, todo se perdió, el dominio propio fue sustituido por la intemperancia y la complacencia, y la facultad de comer quedó inmediatamente depravada.

Desde entonces la complacencia del apetito ha ido en aumento y fortaleciéndose en cada generación sucesiva hasta que la razón humana ha quedado sumamente debilitada en su poder moral.

Tanto es así que la Biblia nos relata que Esaú vendió su primogenitura por complacer su apetito (Génesis 25:29-34).

Tanto es el poder del apetito que se ha convertido en un ídolo de los hombres, tal como lo indica la Palabra de Dios:

Filipenses 3:19 – “El fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre y cuya gloria es su vergüenza, que sólo piensan en lo terrenal.”

Facultad moral después del pecado

La facultad moral debido a la complacencia del apetito pervertido se ha ido debilitando en cada generación sucesiva y en cuanto más se satisface el apetito pervertido, el hombre tiene menos poder moral y finalmente es vencido por sus pasiones y malos hábitos.

Nuestra posición legal

  1. Rechazados.

Debido a nuestros pecados, a nuestra condición, a nuestra naturaleza pecaminosa, toda la raza humana está rechazada: destituida de la gloria de Dios (Romanos 3:13).

  1. Bajo condenación y deudores.

Somos pecadores, llevamos la naturaleza depravada con mancha de pecado, y la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), y esa muerte es una muerte eterna (Apocalipsis 21:8).

  1. No tenemos acceso directo a Dios.

El pecado ha creado una división entre la raza humana y el Creador, nuestros pecados “han hecho ocultar su rostro” de nosotros, “para no oír” (Isaías 59:2).

“El pecado entró en el mundo por un hombre” – Adán, “y por el pecado la muerte” (primera y segunda), “y la muerte así pasó a todos los hombres, pues todos pecaron” (Romanos 5:12).

Como todos somos simiente de ese hombre que pecó, todos somos engendrados con la mancha de pecado, con una naturaleza pecaminosa, un carácter perverso, y un corazón egoísta. Porque “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hechos 17:26).

Somos pobres y desnudos, pero nos creemos y declaramos ricos sin ninguna necesidad.

CS pg. 559.2 (495.2) – “Dios declara: ‘Enemistad pondré’ (Génesis 3:15). Esta enemistad no es fomentada de un modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en divergencia con Satanás.

No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo.

Si Dios no se hubiese interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a Dios.”

Por naturaleza, desde que somos engendrados, estamos en armonía con Satanás y en enemistad con Dios. Para que el hombre pueda llegar a tener enemistad con Satanás es necesario que ocurra algo sobrenatural.

Este asunto es algo que el ser humano no comprende plenamente. Adán tenía una vestidura externa de luz que era un símbolo de su vestidura interna (los dones sobrenaturales o frutos del Espíritu de Gálatas 5:22-23). Cuando Adán perdió esta vestidura interna (y por ello también la externa), comprendió que estaba desnudo, pero solamente en la parte externa.

PP pg. 40.4 – “Después de su pecado, Adán y Eva no pudieron seguir morando en el Edén. Suplicaron fervientemente a Dios que les permitiera permanecer en el hogar de su inocencia y regocijo. Confesaron que habían perdido todo derecho a aquella feliz morada, y prometieron prestar estricta obediencia a Dios en el futuro.

Pero se les dijo que su naturaleza se había depravado por el pecado, que había disminuido su poder para resistir al mal, y que habían abierto la puerta para que Satanás tuviera más fácil acceso a ellos.

Si siendo inocentes habían cedido a la tentación; ahora, en su estado de consciente culpabilidad, tendrían menos fuerza para mantener su integridad.”

Si Adán y Eva hubieran comprendido su verdadera desnudez, no hubiesen prometido obedecer a Dios “estrictamente en el futuro.” Era necesario que comprendan su verdadera desnudez para tener la necesidad de un Redentor.

Esta ignorancia la tenemos todos los seres humanos. Otra muestra clara de esta ignorancia acerca de nuestra verdadera desnudez la tenemos en el monte Sinaí cuando los israelitas recibieron las dos tablas del pacto con la ley ceremonial y la ley para la nación de Israel y prometieron obedecer a todas las palabras de Jehová (Éxodo 24:3) dos veces:

Éxodo 24:7 – “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos.”

Como los israelitas desconocían su verdadera naturaleza y condición, al igual que Adán después de su pecado, prometieron obedecer a Dios. Sin embargo, a la vuelta de la esquina, por así decirlo, ya estaban rindiendo culto a un becerro de oro mientras comían, bebían, bailaban y daban rienda a sus pasiones carnales (Éxodo 32).

El hombre no comprende que debido a que no tiene más capacidad para amar (no tiene Gálatas 5:22-23), no puede obedecer a Dios y no puede cumplir con la demanda de Romanos 2:13.

Es por esto de vital importancia conocernos a nosotros mismos y debemos rogar a Dios que nos muestre cómo realmente somos.

1MS pg. 367.1 – “Es natural que tengamos un concepto más elevado de nosotros mismos que el que debemos tener. Pero aunque nos es penoso conocernos a nosotros mismos como somos realmente, sin embargo debiéramos orar para que Dios nos revela la forma en que él nos ve.”

Romanos 12:3 – “Digo, pues, a cada uno de vosotros, por la gracia que me ha sido dada, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que deba tener; más bien, que piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.”

Romanos 1:29-31 – “Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención. Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres, insensatos, desleales, crueles y sin misericordia.”

Romanos 1:29-32 da un detallado resumen de la condición del hombre y va más allá de una simple “naturaleza depravada.”

Romanos 1:29-32 va a la raíz del problema: tenemos odio en lugar de amor, y sin amor es imposible obedecer la ley de Dios (Romanos 13:10).

  • El hombre, no puede obedecer, no puede satisfacer Romanos 2:13 – porque no tenemos capacidad para amar.
  • El hombre, no puede satisfacer 1 Pedro 1:15-16 (demanda ser sin mancha de pecado), porque nuestra naturaleza está depravada.

Son dos problemas diferentes, que necesitan dos soluciones diferentes.

La naturaleza depravada impide al hombre satisfacer la demanda de 1 Pedro 1:15-16, pero no tiene que ver con la demanda de Romanos 2:13.

Adán y Eva perdieron la capacidad para amar y engendraron hijos sin capacidad natural para amar; por lo tanto nosotros engendramos también hijos sin capacidad para amar, enemigos de Dios y en armonía con Satanás.

Y si, por naturaleza, estamos en armonía con Satanás, vamos acaso a interesarnos por trabajar para que otros entiendan su condición? No vamos a trabajar por los demás, si ni siquiera nos preocupamos por nosotros mismos entender nuestra condición.

El segundo Adán

Ya que como consecuencia de la transgresión del primer Adán entró el pecado y la muerte en este pequeño mundo, era necesario que viniera un segundo (o postrer) Adán por el cual obtengamos la aceptación, el perdón y el acceso a Dios y a la vida eterna.

Romanos 5:17 – “Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de gracia, y del don de la justicia.”

El Señor Jesús—el Hijo de Dios—como Dios estaba y está sobre la Ley, porque como Dios es Rey y es el Dador y Legislador de la Ley (Isaías 33:22), por lo tanto no tiene el deber de obedecer la ley. Pero para que podamos obtener la vida eterna, Él tomó la decisión de revestir su divinidad con la humanidad.

Gálatas 4:4 – “Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, hecho de mujer (creado como hombre), hecho súbdito a la ley.”

El Hijo de Dios se colocó bajo el deber de obedecer perfecta y perpetuamente la Ley, no para sí mismo, sino, como Pablo continúa diciendo: “para que redimiese a los que estaban debajo de la ley.” (Gálatas 4:5)

Como ya hemos estudiado, ningún descendiente de Adán puede satisfacer los requerimientos de la ley de manera perfecta para poder restaurar la posición legal perdida por el primer Adán.

Es por esta razón, que en su infinita misericordia, Dios Padre va a aceptar que su Hijo amado, viniera a la tierra como hombre, para que sea este hombre—el segundo Adán—quien consiga una posición legal aceptable ante Dios y pueda llegar a ser el Sustituto y Garante de la raza humana.

HR pg. 47.3 – “Todo el cielo se lamentó por la desobediencia y la caída de Adán y Eva, que habían acarreado la ira de Dios sobre toda la especie humana. Ya no podían tener comunión directa con Dios y se habían sumergido en la miseria y la desesperación.

No se podía cambiar la ley de Dios para que se adaptara a la necesidad del hombre, porque de acuerdo con el plan de Dios ésta nunca debía perder su fuerza ni anular el más pequeño de sus requerimientos.

Los ángeles de Dios fueron comisionados para que visitaran a la pareja caída y le informaran que aunque no podían conservar su santa condición ni su hogar edénico por causa de la transgresión de la ley de Dios, su caso no era totalmente desesperado.

Se les informó que el Hijo de Dios, que había conversado con ellos en el Edén, se había sentido impulsado por la piedad, en vista de su condición desesperada, y que se había ofrecido voluntariamente para soportar el castigo que les correspondía, y morir para que los seres humanos pudieran vivir por fe en la expiación que Cristo proponía hacer por ellos.

Por medio de Jesús se había abierto una puerta de esperanza para que el hombre, a pesar de su gran pecado, no quedara bajo el dominio completo de Satanás. La fe en los méritos del Hijo de Dios elevaría de tal manera a éste que podría resistir las artimañas de Satanás.

Se le concedería un tiempo de prueba durante el cual, por medio de una vida de arrepentimiento y fe en la expiación del Hijo de Dios, podría ser redimido de su transgresión a la ley del Padre y elevado así hasta un nivel donde sus esfuerzos por guardar la ley de Dios podrían ser aceptados.”

HR pg. 48.3 – “Cuando Adán y Eva se dieron cuenta de cuán exaltada y santa es a ley de Dios, cuya transgresión requería un sacrificio tan costoso para salvarlos de la ruina junto con su posteridad, rogaron que se les permitiera morir o que sus descendientes experimentaran el castigo de su transgresión, antes que el amado Hijo de Dios hiciera un sacrificio tan grande.

La angustia de Adán iba en aumento. Se dio cuenta de que sus pecados eran de tal magnitud que implicaban terribles consecuencias. ¿Cómo podía ser posible que el tan honrado Comandante celestial, que había caminado y conversado con él cuando gozaba de santa inocencia, a quien los ángeles honraban y adoraban, fuera depuesto de su exaltada posición para morir por causa de su pecado?

Se informó a Adán que la vida de un ángel no podía pagar la deuda. La ley de Jehová fundamento de su gobierno en el cielo y en la tierra, era tan sagrada como Dios mismo; y por esa razón el Señor no podía aceptar la vida de un ángel como sacrificio por su transgresión. Su ley es de más importancia a su vista que los santos ángeles que rodean su trono.

El Padre no podía abolir ni modificar un solo precepto de su ley para adaptarla a la condición caída del ser humano. Pero el Hijo de Dios, que junto con el Padre había creado al hombre, podía ofrecer por éste una expiación que el Señor podía aceptar, mediante el don de su vida en sacrificio, para recibir sobre sí la ira de su Padre. Los ángeles informaron a Adán que así como su transgresión había acarreado muerte y ruina, la vida y la inmortalidad aparecerían como resultado del sacrificio de Cristo.”

DTG pg. 90.2 – “Al nacer Jesús, Satanás supo que había venido un Ser comisionado divinamente para disputarle su dominio. Tembló al oír el mensaje del ángel que atestiguaba la autoridad del Rey recién nacido. Satanás conocía muy bien la posición que Cristo había ocupado en el cielo como amado del Padre. El hecho de que el Hijo de Dios viniese a esta tierra como hombre le llenaba de asombro y aprensión. No podía sondear el misterio de este gran sacrificio. Su alma egoísta no podía comprender tal amor por la familia engañada.

La gloria y la paz del cielo y el gozo de la comunión con Dios, eran débilmente comprendidos por los hombres; pero eran bien conocidos para Lucifer, el querubín cubridor. Puesto que había perdido el cielo, estaba resuelto a vengarse haciendo participar a otros de su caída. Esto lo lograría induciéndolos a menospreciar las cosas celestiales, y poner sus afectos en las terrenales.

No sin obstáculos iba el Generalísimo del cielo a ganar las almas de los hombres para su reino. Desde su infancia en Belén, fue continuamente asaltado por el maligno. La imagen de Dios se manifestaba en Cristo, y en los concilios de Satanás se había resuelto vencerle.

Ningún ser humano había venido al mundo y escapado al poder del engañador. Las fuerzas de la confederación del mal asediaban se senda para entablar guerra con él, y , si era posible, prevalecer contra él.”

Para que podamos salir de la posición legal de RECHAZADOS, necesitamos de un sustituto que cumpla con todas las demandas de la ley; en otras palabras necesitamos: Un sustituto en la vida.

La humanidad de Cristo, el segundo Adán, fue creada con los dones naturales y los dones sobrenaturales.

Dones naturales.- Necesitamos de un sustituto en la vida desde el momento en que hemos sido engendrados, pues la ley demanda que seamos sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16), la ley condena nuestro estado de ser.

Dones sobrenaturales.- Necesitamos de un sustituto en la vida que posea capacidad para amar, pues para la demanda de obediencia perfecta es necesario este don (Romanos 13:10).

Entonces, al estudiar la naturaleza humana de Cristo, debemos estudiarla a la luz de los requerimientos de la ley de Dios, tanto para ser aceptados o justificados, como para salir de la condenación de la ley, y para poder tener un Mediador en el Santuario Celestial. Debemos estudiar la naturaleza humana de Cristo con relación a estas demandas, debido a que Cristo vino como hombre a este mundo a satisfacer estas demandas.

Hay muchas teorías y filosofías en cuanto a la naturaleza humana de Cristo, pero si se estudia su naturaleza humana sin tomar en consideración las demandas de la ley, entonces se corre el peligro de caer en errores doctrinales que nos llevarán a pervertir tanto la justicia de la fe (justificación) como la justicia de la ley (santificación).

1. Demanda de obediencia perfecta – Romanos 2:13

Para que Cristo, como hombre, pudiera cumplir con esta condición, él debía tener:

  1. Conocimiento de la ley,
  2. Capacidad para amar y poseer fe. (Romanos 13:10; Hebreos 11:6)

El salmista, al hablar proféticamente de Cristo, declaró: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmos 40:8). Entonces la ley de Dios iba a estar escrita en la mente y en el corazón del Mesías, desde el momento de su engendramiento.

El apóstol Pablo, al hablar del cumplimiento de la profecía de Salmos 40:8, dice: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:5, 7).

Cristo vino a este mundo como hombre para hacer la voluntad del Padre, es decir: para obedecer la ley de Dios. Y Cristo fue engendrado por el Espíritu Santo (Mateo 1:18-20), por lo tanto fue dotado, desde su engendramiento, con el amor, la fe, y todos los dones sobrenaturales (Gálatas 5:22-23).

Como Cristo nació con capacidad para amar (Juan 13:1) y tenía la ley escrita en su mente y su corazón (Hebreos 10:5, 7; Salmos 40:8), Cristo pudo obedecer la ley de manera perfecta y perpetua.

DTG pg. 433.2 – “‘¿Quién de vosotros me convence de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?’ (Juan 8:46). Día tras día, durante tres años los enemigos de Cristo le habían seguido, procurando hallar alguna mancha en su carácter.

Satanás y toda la confederación del maligno habían estado tratando de vencerle; pero nada habían hallado en él de lo cual sacar ventaja. Hasta los demonios estaban obligados a confesar: ‘Se quién eres, el Santo de Dios’ (Marcos 1:24).

Jesús vivió la ley a la vista del cielo, de los mundos no caídos y de los hombres pecadores. Delante de los ángeles, de los hombres y de los demonios, había pronunciado sin que nadie se las discutiese palabras que, si hubiesen procedido de cualesquiera otros labios, hubieran sido blasfemia:

‘Yo, lo que a él agrada, hago siempre’ (Juan 8:29).”

Cristo prefirió la muerte antes de quebrantar un punto de la ley de Dios (Filipenses 2:8).

Cristo obedeció la ley perfecta y perpetuamente NO PARA SÍ MISMO, porque él no estaba rechazado, ni bajo condenación, ni separado de Dios, sino que lo hizo PARA NOSOTROS (Juan 17:19).

Cristo obedeció la ley de Dios no para sí mismo, porque él no lo necesitaba y no lo necesita; los necesitados somos todos nosotros—la raza caída—los seres humanos caídos en el pecado:

Juan 17:19 – “Y por ellos yo me santifico a mí mismo.”

PVGM pg. 105.1 – “‘El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir’ (Mateo 20:28). El vivió, pensó y oró, no para sí mismo, sino para los demás. De las horas pasadas en comunión con Dios él volvía mañana tras mañana, para traer la luz del cielo a los hombres. Diariamente recibía un nuevo bautismo del Espíritu Santo.”

Si Cristo, diariamente, presenta su obediencia perfecta en el Santuario Celestial por nosotros ante Dios Padre y la ley, entonces Dios Padre nos acepta en Cristo como si fuésemos 100% obedientes (Romanos 3:24), aunque en nosotros mismos somos 0% obedientes.

Y en virtud de esa misma justicia perfecta nos concede el bautismo diario del Espíritu Santo para que el Espíritu Santo pueda sembrar en nosotros Gálatas 5:22-23—amor—para que podamos obedecer la ley y así desarrollar obediencia verdadera y así lograr que esa declaración que fue hecha en el Santuario Celestial pueda empezar a ser una realidad en esta tierra y en el creyente haya santificación verdadera.

2. Demanda de carácter perfecto – Mateo 5:48

Cristo, desde el momento en que su humanidad fue engendrada por el Espíritu Santo (Lucas 1:35), recibió del Espíritu Santo los atributos de un carácter perfecto. Nuestro Redentor desarrolló ese carácter perfecto desde su nacimiento, en este planeta tierra, mediante aflicciones, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor e inclusive lágrimas a Aquel que podía escucharle.

Cristo desarrolló un carácter perfecto e inmaculado, no para sí mismo, porque Él no necesitaba ese carácter, sino para todos nosotros; porque somos nosotros los que poseemos un carácter imperfecto dominado por el egoísmo (Oseas 10:1), el engaño (Jeremías 17:9), y porque somos sin afecto natural, sin misericordia (Romanos 1:31). Es por todo esto que nosotros necesitamos de ese carácter perfecto de Cristo—Hombre, para así poder ser aceptados ante Dios.

Si Cristo, como Sumo Sacerdote, presenta su carácter perfecto como si fuera nuestro en el Santuario Celestial, somos aceptados porque el carácter perfecto de Cristo toma el lugar de nuestro carácter imperfecto.

El carácter perfecto de Cristo se revela en el hecho de que odia el pecado, pero ama al pecador:

CC pg. 54.1 – “Teniendo tan preciosas promesas bíblicas delante de vosotros, ¿podéis dar lugar a la duda? ¿Podéis creer que cuando el pobre pecador desea volver y abandonar sus pecados, el Señor le impide con severidad que venga arrepentido a sus pies? ¡Desechad tales pensamientos!

Nada puede perjudicar más a vuestra propia alma que tener tal concepto de vuestro Padre celestial. El aborrece el pecado, pero ama al pecador, pues se dio en la persona de Cristo para que todos los que quieran puedan ser salvos y gozar de eterna bienaventuranza en el reino de gloria.

¿Qué lenguaje más tierno o más poderoso podría haberse empleado para expresar su amor hacia nosotros? Declara:

‘¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante, de modo que no tenga compasión del hijo de sus entrañas? ¡Aun las tales le pueden olvidar; mas no me olvidaré yo de ti!’ (Isaías 49:15).

Alzad la vista los que vaciláis y tembláis; porque el Señor Jesús vive para interceder por vosotros.”

3. Demanda de ser sin mancha de pecado – 1 Pedro 1:15-16

La ley de Dios requiere que el hombre posea una naturaleza libre de la mancha del pecado, sin inclinación a hacer el mal.

Comentario Bíblico 7ª pg. 451 – “Nació sin una mancha de pecado, pero vino a este mundo de la misma manera como viene cada miembro de la familia humana.

Inocente e inmaculado, andaba entre los irreflexivos, los toscos y los descorteses.

Cristo, que no conocía en lo más mínimo la mancha o contaminación del pecado, tomó nuestra naturaleza en su condición deteriorada (sinónimo de degenerada). Esta fue una humillación mayor que la que puede comprender el hombre finito. Dios fue manifestado en la carne. Se humilló a sí mismo. ¡Qué tema para el pensamiento, para una profunda y ferviente contemplación!”

Las Sagradas Escrituras, al hablar de la naturaleza humana de Cristo, lo presentan como un “Santo Ser” (Lucas 1:35); esto quiere decir que Cristo, desde el momento de su engendramiento por el Espíritu Santo, estuvo libre de la mancha del pecado.

La razón por la cual Cristo tenía que ser engendrado sin mancha de pecado es que la ley así lo demanda y el hombre no puede cumplir con esta demanda por sí mismo.

Si un hombre y una mujer—la carne—pudieran engendrar una criatura “santa” libre de pecado y contaminación, entonces no hubiera sido necesario que el Espíritu Santo engendrara la naturaleza humana de Cristo, y hubiese sido suficiente que José y María engendraran al Mesías. Pero como la carne humana contaminada y corrupta no puede heredar el reino de los cielos (1 Corintios 15:50), necesitamos de un sustituto que desde el engendramiento sea sin mancha de pecado.

El apóstol Pedro, al hablar de Cristo, dice: “Es el cordero sin mancha y sin contaminación.” (1 Pedro 1:19)

La naturaleza humana de Cristo fue engendrada sin mancha de pecado y, en el transcurso de su vida en esta tierra, se mantuvo sin mancha de pecado; por esto el apóstol Pedro dice: “El cual no hizo pecado.” (1 Pedro 2:22). Y el apóstol Pablo en Hebreos 4:15 dice que Cristo fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

Aún Satanás reconoció la santidad de Cristo (Lucas 4:34).

Cristo fue el único ser que vivió sin pecar en esta tierra, pues Cristo no poseía la misma deslealtad y tendencia pecaminosa, corrupta y caída que todos nosotros poseemos, ya que de haber sido Cristo exactamente con nuestra misma naturaleza y condición, entonces El no hubiera podido haber sido una ofrenda perfecta.

Cristo se mantuvo sin mancha de pecado no para sí mismo, pues Él no lo necesitaba, sino que lo hizo porque nosotros lo necesitamos, porque nosotros somos egoístas manchados por el pecado (Deuteronomio 32:5; Isaías 1:4), con la inclinación de continuo a hacer el mal (Génesis 6:5; Jeremías 13:23).

Si Cristo como Sumo Sacerdote presenta su naturaleza sin pecado ante Dios y la ley en el Santuario Celestial por nosotros, entonces nosotros somos aceptados y, en Cristo, Dios nos acepta como si nunca hubiéramos pecado.

Cristo tenía que mantenerse sin mancha de pecado en la tierra, no sólo para que seamos aceptados ante Dios, sino también para que Él sea nuestro SUSTITUTO para librarnos de la muerte segunda, y esto lo sabemos porque en el ritual simbólico sólo se aceptaba el animal sustituto que era sin defecto y sin mancha (Éxodo 12:5; Levítico 22:22).

Semejanza de carne de pecado

En Romanos 8:3 el apóstol Pablo, al hablar de la naturaleza humana de Cristo dice: “Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado…”

Hay mucha gente que usa éste versículo para teorizar que Cristo fue engendrado con la naturaleza con mancha de pecado o naturaleza pecaminosa. Esto es un error que lamentablemente muchos hermanos cristianos, incluso adventistas, creen.

¿Por qué es un error?

  • En primer lugar “semejanza” NO es lo mismo que “igual.”

De acuerdo a la definición de la Real Academia Española, la palabra “semejanza” significa: Cualidad de semejante. Y “semejante” significa: Que se semeja o se parece a alguien o algo.

Es decir, Romanos 8:3 dice que la naturaleza humana de Cristo es SEMEJANTE o PARECIDA a la naturaleza humana de nosotros, pero que NO ES IGUAL.

Otro ejemplo lo tenemos en Génesis 1:26, en la creación del hombre, del primer Adán: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.”

Génesis 1:26 habla de un PARECIDO del hombre a Dios, pero bajo ninguna circunstancia Génesis 1:26 dice que el hombre es IGUAL a Dios.

En la primera parte del estudio, al estudiar al primer Adán, ya estudiamos de qué manera se asemeja o se parece el hombre a Dios. Entonces ahora debemos analizar en qué manera se asemeja o se parece la naturaleza humana de Cristo a la nuestra, y en qué manera se diferencia.

Cuando la Biblia habla de “carne de pecado” se refiere a la naturaleza de Adán después del pecado: naturaleza con mancha de pecado o pecaminosa tanto con depravación como degeneración.

Hemos estudiando que la ley demanda que seamos sin mancha de pecado y que no podemos cumplir con esta demanda porque desde que somos engendrados en el vientre de nuestra madre tenemos esta mancha. Por lo tanto, la naturaleza humana de Cristo fue engendrada sin mancha de pecado.

  • Si Cristo hubiera sido engendrado con mancha de pecado, de acuerdo a Lucas 1:35 – Cristo fue engendrado por el Espíritu Santo, lo cual significaría que Dios crea el pecado. Pero en ninguna parte de la Biblia encontramos tal cosa: que Dios haya creado al pecado. Esto es falso y terrible. Por lo tanto pensar que Cristo fue engendrado con mancha de pecado es una tergiversación de las Escrituras.

DTG pg. 90.3 – “En ocasión del bautismo del Salvador, Satanás se hallaba entre los testigos. Vio la gloria del Padre que descansaba sobre su Hijo. Oyó la voz de Jehová atestiguar la divinidad de Jesús.

Desde el pecado de Adán, la especie humana había estado privada de la comunión directa con Dios; el trato entre el cielo y la tierra se había realizado por medio de Cristo; pero ahora que Jesús había venido ‘en semejanza de carne de pecado’ (Romanos 8:3), el Padre mismo habló. Antes se había comunicado con la humanidad por medio de Cristo; ahora se comunicaba con la humanidad en Cristo.

Satanás había esperado que el aborrecimiento que Dios siente hacia el mal produjera una eterna separación entre el cielo y la tierra. Pero ahora era evidente que la relación entre Dios y el hombre había sido restaurada.”

Mateo 4:2-10 – “Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre. Y llegándose a él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan. Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le pasa a la santa ciudad, y le pone sobre las almenas del templo, y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le pasa el diablo a un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, y dícele: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.”

DTG pg. 91.2 – “Muchos consideran este conflicto entre Cristo y Satanás como si no tuviese importancia para su propia vida; y para ellos tiene poco interés. Pero esta controversia se repite en el dominio de todo corazón humano. Nunca sale uno de las filas del mal para entrar en el servicio de Dios, sin arrostrar los asaltos de Satanás.

Las seducciones que Cristo resistió son las mismas que nosotros encontramos tan difíciles de resistir. Le fueron infligidas en un grado tanto mayor cuanto más elevado es su carácter que el nuestro. Llevando sobre sí el terrible peso de los pecados del mundo, Cristo resistió la prueba del apetito, del amor al mundo, y del amor a la ostentación que conduce a la presunción. Estas fueron las tentaciones que vencieron a Adán y Eva, y que tan fácilmente nos vencen a nosotros.”

Romanos 8:2-4 – “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne. Para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu.”

Romanos 8:2-4, en el gran contexto de Romanos 8:3, vemos que Pablo habla de que Jesús nos ha librado de la condenación de la ley – “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Al hablar de nuestra naturaleza humana dice que la “carne es débil”, es decir, nuestra naturaleza depravada tiene inclinación a cometer pecado, no tiende a obedecer la ley, pues odia la ley (Jeremías 6:10). Es por esta razón que estamos bajo condenación de la ley. ¿Y cómo nos ha librado Dios de esta condenación? Envió a su Hijo amado en SEMEJANZA de nosotros, es decir – con una naturaleza humana como la nuestra, PERO – sin mancha de pecado, libre de depravación y contaminación y libre de tendencia a hacer de continuo el mal. Gracias a esto “la ley es cumplida en nosotros” – somos justificados – la naturaleza sin mancha de pecado de Cristo satisface la demanda de 1 Pedro 1:15-16 que nosotros no podemos cumplir por nosotros mismos. Y como resultado de esta justificación se nos concede el Espíritu Santo para que ya no “andemos conforme a la carne” sino “conforme al Espíritu”, y así podamos ser regenerados.

Si un ser humano tiene inclinación a hacer el mal, así esté aquí en la tierra o en el cielo, esa inclinación va a existir y es por esto que no se puede permitir un ser con inclinación al mal en el cielo. Un bebe que nace con esta inclinación a hacer el mal, no puede ir al cielo con esta inclinación. Es necesario que esa corrupción sea transformada en incorrupción (1 Corintios 15:53). Es necesario un Sustituto que haya sido engendrado sin esta inclinación.

Romanos 8:7 – “Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.”

Romanos 8:7 nos vuelve a amonestar que nuestra carne – nuestra naturaleza depravada – está en enemistad contra Dios y en armonía con Satanás, no se puede sujetar a la ley, no puede obedecer a la ley, por eso Cristo es nuestro Sustituto en la vida, y gracias a su trabajo como Sumo Sacerdote nos concede la lluvia temprana para que recién ahí podamos obedecer y podamos empezar a amar esa ley que por naturaleza odiamos.

Ésta es la “unión del poder divino con el esfuerzo humano,” la “unión de la divinidad con la humanidad” que citamos de la hermana White al comienzo de este estudio. El Espíritu Santo (la divinidad) implanta en nosotros lo que no tenemos (Gálatas 5:22-23 – los dones sobrenaturales o espirituales), para que nosotros (la humanidad) con nuestro esfuerzo humanos podamos desarrollar esos dones, no para justificación, sino para santificación verdadera. Es por esto que la hermana White dice la clave del éxito es la unión del poder divino con el esfuerzo humano.

PP pg. 485.2 – “El secreto del éxito estriba en la unión del poder divino con el esfuerzo humano. Los que logran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el Brazo todopoderoso.”

Degeneración vs Depravación

Pero además de versículos como Romanos 8:3, que se usan para tergiversar la naturaleza humana de Cristo, también existen citas en el Espíritu de Profecía que se usan para hacer dudar sobre la naturaleza humana de Cristo.

Una de esas citas es la siguiente en el Deseado de Todas las Gentes pg. 91.3: “Cristo tomó sobre sí las flaquezas de la humanidad degenerada.”

  • Lo primero que es importante entender es que DENEGERACIÓN no es lo mismo que DEPRAVACIÓN.

De acuerdo a la Real Academia Española:

Degeneración: Degenerar – Dicho de una persona o cosa: Decaer, desdecir, declinar, no corresponder a su primera calidad o a su primitivo valor o estado.

Depravación: Depravar – Viciar, adulterar, pervertir, especialmente a alguien.

Cuando estudiamos el resultado del pecado del primer Adán, en cuanto a la naturaleza humana, dijimos que:

  • Los dones naturales, en el área espiritual se depravaron, mientras que en el área material se degeneraron.

¿De qué manera se DEGENERÓ la naturaleza humana?

Algunos ejemplos que ya analizamos anteriormente: la facultad mental que en el primer Adán era increíblemente poderosa fue declinando y decayendo a través de los años. Los primeros seres humanos descendientes de Adán no necesitaban de libros ni de escritos para pasar el conocimiento a las subsiguientes generaciones; hasta que llegó un momento en que las facultades mentales del hombre se degeneraron tanto que fue necesario que el conocimiento se retenga en escritos.

CS pg. 7/1 (9.2) – “Durante los veinticinco primeros siglos de la historia humana no hubo revelación escrita. Los que eran enseñados por Dios comunicaban sus conocimientos a otros, y estos conocimientos eran así legados de padres a hijos a través de varias generaciones.

La redacción de la palabra escrita empezó en tiempos de Moisés. Los conocimientos inspirados fueron entonces compilados en un libro inspirado. Esa labor continuó durante el largo período de dieciséis siglos, desde Moisés, el historiador de la creación y el legislador, hasta Juan, el narrador de las verdades más sublimes del evangelio.”

Debido a la degeneración que ha dio aumentado a lo largo de los siglos en la especie humana, hemos llegado al estado actual en que vivimos en un mundo donde el cáncer y todo tipo de enfermedades acosan a los seres humanos desde muy temprana edad.

CM pg. 80.1 – “Degeneración física – El hombre salió de la mano de su Creador perfecto, hermoso en forma, y tan lleno de fuerza vital, que transcurrieron más de mil años antes que sus apetitos y pasiones corruptas y las violaciones generales de las leyes físicas se notasen sensiblemente en la especie.

Las generaciones más recientes han sentido la presión de la enfermedad y los achaques más rápida y penosamente a medida que cada una iba apareciendo. Las fuerzas vitales han sido muy debilitadas por la complacencia del apetito y las pasiones concupiscentes.”

Es importante notar que debido a que nuestro apetito está pervertido o depravado, violamos las leyes de la salud, nos alimentamos de carne y todo tipo de dieta dañina para nosotros lo cual acelera la degeneración de todo nuestro cuerpo y todas nuestras facultades o dones naturales.

CRA pg. 63.2 – “La decadencia de la virtud y la degeneración de la especie se deben principalmente a la complacencia del apetito pervertido.”

Como podemos ver, degeneración y depravación son dos cosas distintas. La degeneración de la raza humana, como consecuencia del pecado de Adán se ha ido incrementando a través de los largos siglos que han pasado. Mientras que la depravación de la naturaleza humana se dio en un abrir y cerrar de ojos—fue algo inmediato.

  • La degeneración ha tomado siglos para incrementarse en la raza caída.
  • La depravación de nuestra naturaleza fue instantánea, en un abrir y cerrar de ojos.

Otro ejemplo de degeneración en la naturaleza humana tiene que ver con la estatura. El primer Adán era de noble estatura, sus primeros descendientes hasta el diluvio eran gigantes para nuestros tiempos (Génesis 6:4).

CRA pg. 171.1 – “Adán y Eva en el Edén era de noble estatura, y perfectos en simetría y belleza. Eran sin pecado, y tenían perfecta salud. ¡Qué contraste con la raza humana actual! La belleza ha desaparecido. La perfecta salud es desconocida. Doquiera que miremos vemos enfermedad, deformidad e imbecilidad.

He averiguado las causas de esta sorprendente degeneración, y se señala el Edén. La hermosa Eva fue seducida por la serpiente a comer de la fruta del único árbol del cual Dios les había prohibido comer, o aun tocar, para no morir.”

CS pg. 702/3 (627.2) – “Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia altura y forma majestuosas, de porte poco inferior al del Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los hombres de las generaciones posteriores; en este respecto se nota la gran degeneración de la raza humana.”

Otro ejemplo de degeneración en la naturaleza humana tiene que ver con la longevidad. Adán y sus primeros descendientes vivían por siglos, pero por causa de la degeneración la cantidad de años de vida en la raza humana ha ido declinando.

Génesis 5:5, 8, 11, 14, 17, 20, 26, 31 – “Los años que vivió Adán fueron 930, y murió. Todos los años de Set fueron 912, y murió. Todos los años de Enós fueron 905, y murió. Todos los años de Cainán fueron 910, y murió. Todos los años de Mahalaleel fueron 985, y murió. Todos los años de Jared fueron 962, y murió. Todos los años de Matusalén fueron 969, y murió. Todos los años de Lamec fueron 777, y murió.”

EC pg. 18.1 – “Los patriarcas desde Adán hasta Noé, con pocas excepciones, vivieron aproximadamente mil años. Desde los días de Noé, la longevidad ha venido disminuyendo.

En los días de Cristo se llevaban a él de toda ciudad, población y aldea, enfermos de toda clase de males para que él los sanara. Y la enfermedad se ha mantenido en aumento a través de generaciones sucesivas desde aquel período. Debido a la continuada violación de las leyes de la vida, la mortalidad ha aumentado hasta un grado alarmante.

Los años del hombre se ha acortado al punto de que la presente generación baja a la tumba aun antes de la edad en que las generaciones que vivieron durante los dos primeros milenios que siguieron a la creación entraran en la escena de sus actividades.”

CRA pg. 446.1 – “Después del diluvio la gente comía mayormente alimentos de origen animal. Dios vio que las costumbres del hombre se habían corrompido, y que él estaba dispuesto a exaltarse a sí mismo en forma orgullosa contra su Creador y a seguir los dictámenes de su propio corazón. Y permitió que la raza longeva comiera alimentos de origen animal para abreviar su existencia pecaminosa. Pronto después del diluvio la raza humana comenzó a decrecer en tamaño y en longevidad.”

Es importante también añadir que la razón por la que Adán y sus primeros descendientes vivieron por varios años es debido a que Adán y Eva llegaron a comer del árbol de la vida en el Edén (Génesis 2:9). El árbol de la vida sirve para el sustento físico de los seres creados que no tienen en sí mismos inmortalidad, pero gracias al fruto del árbol de la vida pueden vivir eternamente (Génesis 3:22). Pero la condición para tener derecho al árbol de la vida es obediencia perfecta y como la raza humana, en ocasión del pecado de Adán, perdió la capacidad para amar, ya no puede en sí mismo satisfacer esta condición, y por lo tanto estamos privados del árbol de la vida.

PP pg. 39.4 – “Para que poseyera una existencia sin fin, el hombre debía continuar comiendo del árbol de la vida. Privado de este alimento, vería su vitalidad disminuir gradualmente hasta extinguirse la vida.

Era el plan de Satanás que Adán y Eva desagradaran a Dios mediante su desobediencia; y esperaba que luego, sin obtener perdón, siguieran consumiendo del árbol de la vida, y perpetuar así una vida de pecado y miseria. Pero después de la caída, se encomendó a los santos ángeles que custodiaran el árbol de la vida. Estos ángeles estaba rodeados de rayos luminosos semejantes a espadas resplandecientes.

A ningún miembro de la familia de Adán se le permitió traspasar esa barrera para comer del fruto de la vida; de ahí que no exista pecador inmortal.”

Satanás y los ángeles caídos consumieron por muchos siglos del árbol de la vida, es por esto que ellos han conseguido vivir por tantos siglos sobrepasando las edades de los hombres. Pero aún así, sin duda al estar privados del árbol de la vida, Satanás y su hueste se han tenido que ir degenerando a través de los siglos.

HR pg. 47.1 – “Se me mostró a Satanás como fue una vez, un ángel feliz y exaltado. Después lo vi como es ahora. Su aspecto sigue siendo principesco. Sus rasgos siguen siendo nobles, porque es un ángel caído. Pero la expresión de su rostro está llena de ansiedad, preocupación, infelicidad, malicia, odio, deseos de causar daño, engaño y toda clase de mal.

Observé en forma especial esa frente que fue tan noble. A partir de sus ojos comienza a retroceder. Observé que por tanto tiempo se ha inclinado al mal que toda buena cualidad se ha rebajado y se ha desarrollado todo rasgo maligno. Sus ojos son astutos, irónicos, y manifiestan profunda penetración. Su cuerpo es grande, pero su piel cuelga suelta de sus manos y rostro.

Cuando lo contemplé, su barbilla reposaba sobre su mano izquierda. Parecía que estaba entregado a una profunda meditación. Una sonrisa se dibujaba en su rostro, que me hizo temblar, pues estaba llena de maldad y de astucia satánica. Es la sonrisa que esboza justamente antes de apoderarse de su víctima, y cuando la entrampa en sus redes es cada vez más horrible.”

1MS pg. 313.3 – “Cristo llevó los pecados y las debilidades de la raza humana tal como existían cuando vino a la tierra para ayudar al hombre. Con las debilidades del hombre caído sobre él, a favor de la raza humana había de soportar las tentaciones de Satanás en todos los puntos en los que pudiera ser atacado el hombre.”

¿A qué se refiere la hermana White cuando habla de “debilidades” y «flaquezas»?

1MS pg. 314.1 – “Adán estuvo rodeado con todo lo que podía desear su corazón. Estaba atendida cada necesidad suya. No había pecado ni había señales de decadencia en el glorioso Edén. Los ángeles de Dios conversaban libre y amablemente con la santa pareja. Las felices aves canoras gorjeaban sus inocentes y gozosos cantos de alabanza a su Creador. Los pacíficos cuadrúpedos, en su feliz inocencia, jugaban en torno de Adán y Eva, obedientes a la palabra de ellos. Adán se hallaba en la perfección de su virilidad, y era la más noble obra del Creador. Estaba creado a la imagen de Dios, pero era un poco menor que los ángeles.

¡Que contraste el del segundo Adán cuando fue al sombrío desierto para hacer frente sin ninguna ayuda a Satanás! Desde la caída, la raza humana había estado disminuyendo en tamaño y en fortaleza física, y hundiéndose más profundamente en la escala de la dignidad moral, hasta el período del advenimiento de Cristo a la tierra. Y a fin de elevar al hombre caído, Cristo debía alcanzarlo donde estaba. El tomó la naturaleza humana y llevó las debilidades y DEGENERACIÓN del hombre.”

Como podemos ver, cuando la hermana White habla de que Cristo tuvo nuestras mismas “debilidades” ella hace referencia a la degeneración pero nunca en cuanto a la inclinación al pecado, nunca en cuanto a la depravación de la naturaleza humana.

DTG pg. 278.2 – “Jesús fue hecho en todo semejante a sus hermanos. Se hizo carne, como somos carne. Tuvo hambre y sed, y sintió cansancio. Fue sostenido por el alimento y refrigerado por el sueño. Participó de la suerte del hombre, aunque era el inmaculado Hijo de Dios. Era Dios en la carne.”

¿De qué manera se DEPRAVÓ la naturaleza humana?

FO pg. 119.3 – “A menos que el hombre llegue a tener el mismo parecer que Dios, se halla aún en su depravación natural.”

MC pg. 134.1 – “Cuando la luz brille en el alma, algunos que parecían estar completamente entregados al pecado, se pondrán a trabajar con éxito en favor de pecadores tales como eran ellos.

Por medio de la fe en Cristo, habrá quienes alcancen altos puestos de servicio, y se les encomendarán responsabilidades en la obra de salvar almas. Saben dónde reside su propia flaqueza, y se dan cuenta de la depravación de su naturaleza. Conocen la fuerza del pecado y el poder de un hábito vicioso. Comprenden que son incapaces de vencer sin la ayuda de Cristo, y su clamor continuo es: ‘A ti confío mi alma desvalida’.”

1MCP pg. 44.3 – “El egoísmo es la esencia de la depravación, y debido a que los seres humanos se han sometido a su poder, hoy se ve en el mundo lo opuesto a la obediencia de Dios.”

De manera instantánea, como consecuencia del pecado, los dones naturales se depravaron o pervirtieron y el egoísmo reemplazó al amor. Es decir: los dones sobrenaturales o espirituales (Gálatas 5:22-23) se perdieron por completo, pues nunca fueron inherentes o propios del hombre.

CC pg. 17.1 – “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos.

Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial.”

Esto ya lo estudiamos en la primera parte de este estudio.

Volviendo a la cita en el Deseado de Todas las Gentes, al comienzo del párrafo la hna. White describe la naturaleza humana de Adán: “no pesaba sobre él ninguno de los efectos del pecado,” y “Gozaba de una plenitud de fuerza y virilidad, así como del perfecto vigor de la mente y el cuerpo.”

Cuando dice “no pesaba sobre él ninguno de los efectos del pecado” se refiere a que la naturaleza humana estaba libre tanto de depravación como degeneración. Y cuando dice “fuerza y virilidad, vigor de la mente y cuerpo” está hablando específicamente de que se trataba de una naturaleza libre de degeneración.

DTG pg. 91.3 – “Satanás había señalado el pecado de Adán como prueba de que la ley de Dios era injusta, y que no podía ser acatada. En nuestra humanidad, Cristo había de resarcir el fracaso de Adán. Pero cuando Adán fue asaltado por el tentador, no pesaba sobre él ninguno de los efectos del pecado. Gozaba de una plenitud de fuerza y virilidad, así como del perfecto vigor de la mente y el cuerpo. Estaba rodeado por las glorias del Edén, y se hallaba en comunión diaria con los seres celestiales.

No sucedía lo mismo con Jesús cuando entró en el desierto para luchar contra Satanás. Durante cuatro mil años, la familia humana había estado perdiendo fuerza física y mental, así como valor moral; y Cristo tomó sobre sí las flaquezas de la humanidad degenerada. Únicamente así podía rescatar al hombre de las profundidades de su degradación.”

Pero en el segundo párrafo vemos que la hna. White ya empieza a describir la naturaleza humana de Cristo. “Durante cuatro mil años, la familia humana había estado perdiendo fuerza física y mental.” Aquí la hermana White menciona la degeneración de la naturaleza humana que, como hemos estado estudiando, ha tomado varios siglos para ir empeorando.

Entonces, cuando ella dice finalmente “Cristo tomó sobre sí las flaquezas de la humanidad degenerada,” ella está hablando que Cristo vino a la tierra con una naturaleza degenerada, pero con una naturaleza libre de mancha de pecado.

La naturaleza degenerada es lo que asemeja a la humanidad de Cristo con nuestra propia naturaleza humana, y es lo que lo diferencia de la naturaleza humana del primer Adán ANTES del pecado.

La naturaleza depravada o pecaminosa o con mancha de pecado es lo que diferencia nuestra propia naturaleza con la humanidad de Cristo libre de mancha de pecado, y es lo que lo asemeja a la naturaleza humana del primer Adán ANTES del pecado.

 

 

NaturalezaHumanaCristo

4. Demanda de una vida justa – Levítico 18:5

Para que Cristo como hombre pudiera cumplir con este requerimiento, Dios escribió la ley en su mente y su corazón (Salmos 40:8; Hebreos 10:5,7); nuestro Redentor fue dotado del don celestial del amor y de la fe (Juan 13:1.34); y, asimismo, su naturaleza estaba libre de mancha de pecado (Lucas 1:35; 1 Pedro 1:18-19). Por todas estas razones mencionadas, Cristo pudo prestar obediencia implícita a la santa ley de Dios.

Cristo vivió una vida justa, no para sí mismo, pues Él no lo necesitaba, sino para nosotros quienes vivimos una vida llena de injusticias y trapos de inmundicia (Romanos 1:29; Isaías 64:6).

Si nuestro Sumo Sacerdote presenta su vida justa por nosotros en el Santuario Celestial, entonces seremos aceptados y declarados justos en Cristo, a pesar de que en nosotros mismos somos injustos (Tito 3:7; Efesios 1:6).

La ofrenda perfecta

El Hijo de Dios vino a esta tierra, revistiendo su divinidad de humanidad, para vivir una vida de obediencia perfecta y perpetua a la santa Ley de Dios; desarrolló un carácter perfecto, se mantuvo sin mancha de pecado y vivió una vida justa, para así satisfacer todos los requerimientos que el hombre pecador e imperfecto necesita para poder ser aceptado y dejar de estar rechazado ante Dios.

Al hacer esta obra de una vida de obediencia perfecta, Cristo preparó el primer medio que es la ofrenda. Esta obra perfecta, esta ofrenda perfecta, habilitó a Cristo para:

  1. Poder presentarse en sacrificio por el pecado (Mateo 27:24); 1 Timoteo 6:13).
  2. Para, posteriormente, poder entrar al Santuario Celestial y empezar su Ministerio Sacerdotal Celestial.

Todo esto lo sabemos porque en el ritual simbólico la ofrenda estaba prefigurada por el incienso y también por la perfección requerida del animal a sacrificar.

La noche del 14 de Abib del año 31 d.C. (decimos “noche” del día bíblico Gn. 1:5,8,13,23,24; no estamos hablando de “a.m.” – “p.m.”), Cristo declaró que había vencido al mundo (Juan 16:33) y declaró que había “terminado la obra” que Dios Padre le dio que hiciese (Juan 17:4).

Esa “obra acabada” de Juan 17:4 era la ofrenda—su vida de obediencia perfecta y perpetua a la Ley.

Entonces la posición legal de Cristo, como hombre, aquella noche antes de ir al Getsemaní era de:

  1. Aceptado en sí mismo.
  2. Sin condenación.
  3. Con acceso directo a Dios.

Juan 17:4 es un ejemplo de Cristo dirigiéndose a Dios Padre directamente, sin necesidad de Mediador.

Nosotros, en cambio, sí necesitamos orar con un Mediador; es por esto que nosotros debemos orar en nombre de Cristo (Juan 14:14).

Por ejemplo oramos: “Dios Padre, por favor bendice a mi familia, te lo pido en nombre y por los méritos de tu Hijo amado, nuestro Señor Jesús.”

Necesitamos que Cristo presente nuestras oraciones y peticiones como si fueran suyas, y las purifique con su sangre y las perfume con su justicia para que así sean limpias de nuestra inmundicia.

PVGM pg. 121.1 – “Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, no como un mero suplicante, intercede por nosotros el Capitán de nuestra salvación, sino como un Conquistador que reclama su victoria.

Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta la obra que él mismo señaló, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene sus méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las ofrendas de agradecimiento de su pueblo.

Ellas, perfumadas con la fragancia de la justicia de Cristo, ascienden hasta Dios en olor suave. La ofrenda se hace completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.”

Cristo resucitó como hombre (pues no podía morir como Dios), para que podamos tener un Mediador, un trabajador en el Santuario Celestial que pueda presentar la ofrenda y el sacrificio a nuestra cuenta y así podamos, no solo alcanzar justificación y el perdón, pero también la regeneración gracias a la lluvia temprana.

El Activo y el Pasivo de la naturaleza humana

DTG pg. 92.1 – “Muchos sostienen que era imposible para Cristo ser vencido por la tentación. En tal caso, no podría haberse hallado en la posición de Adán; no podría haber obtenido la victoria que Adán dejó de ganar.

Si en algún sentido tuviésemos que soportar nosotros un conflicto más duro que el que Cristo tuvo que soportar, él no podría socorrernos. Pero nuestro Salvador tomó la humanidad con todo su pasivo. Se vistió de la naturaleza humana, con la posibilidad de ceder a la tentación. No tenemos que soportar nada que él no haya soportado.”

En el último párrafo la sierva del Señor menciona que “nuestro Salvador tomó la humanidad con todo su pasivo.” Para concluir con nuestro estudio necesitamos entender la diferencia entre pasivo y activo.

DIFERENCIA ENTRE CRISTO Y LOS HOMBRES PECAMINOSOS 

  • Cristo como hombre:

Activo Positivo:

  1. Ama la ley de Dios y ama a Dios, porque tiene el don del amor y tiene la ley de Dios escrita en su mente y corazón. (Juan 13:1, 34; Salmos 40:8).
  2. Su carácter fue y es perfecto (Juan 14:7-9).
  3. Fue engendrado sin mancha de pecado y se mantuvo sin mancha de pecado (Lucas 1:35; 1 Pedro 1:18-19; 2:22).
  4. Su vida fue justa (Mateo 27:19).

El Activo de la naturaleza humana de Cristo no estaba depravado.

 

  • Hombres pecaminosos:

Activo Negativo:

  1. Odiamos a Dios y odiamos la ley porque no tiene capacidad para amar (Juan 5:42; Jeremías 6:10; Romanos 8:7).
  2. Nuestro carácter es imperfecto (Jeremías 17:9; Marcos 7:21-23).
  3. Nuestra naturaleza está manchada y contaminada por el pecado y el egoísmo (Génesis 6:5; Eclesiastés 8:11; Isaías 1:4; Oseas 10:1).
  4. La vida del hombre es injusta (Romanos 3:10-18).

El Activo del hombre está depravado o pervertido.

SEMEJANZAS ENTRE CRISTO Y EL HOMBRE PECAMINOSO

  • Cristo como hombre:

Pasivo Negativo:

  1. Como hombre en este planeta tierra, creció hasta alcanzar la estatura de los hombres de su tiempo (Lucas 19:3).
  2. Su cuerpo no tenía la perfecta simetría del primer Adán.
  3. Su color de piel fue como el de la raza judía.
  4. Su vigor físico y mental degenerado como la gente de su época (Isaías 52:14).

Cristo tomó la degeneración de la raza humana, pero no tomó la depravación de la humanidad (fue sin mancha de pecado).

 

  • Hombres pecaminosos:

Pasivo Negativo:

  1. Estatura disminuida (Lucas 19:3).
  2. Cuerpos imperfectos y asimétricos.
  3. Color de piel de distintos matices, pálidos o morenos (Números 12:1).
  4. Nuestro vigor físico y mental disminuido (Salmos 90:10).

El pasivo del hombre está degenerado.

Es así que, como la sierva del Señor menciona: Cristo tomó la humanidad con todo su Pasivo, pero no compartimos el mismo Activo.

Mientras que nuestra naturaleza pecaminosa corre a hacer el mal, la naturaleza perfecta de Cristo rehuía a hacer el mal.

Comentario Bíblico 7ª, pg. 453 – “Es un hermano en nuestras flaquezas, pero no posee pasiones semejantes a las nuestras. Como el Impecable, su naturaleza rehuía el mal.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 454 – “Sólo Cristo podía abrir el camino, y lo hizo por medio de una ofrenda igual a las demandas de la ley divina. Era perfecto e incontaminado por el pecado. Era sin mancha ni arruga.

Así sucede con la lepra del pecado: arraigada profundamente, mortífera e imposible de ser eliminada por el poder humano.

‘Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga.’ (Isaías 1:5-6).

Pero Jesús, al venir a morar en la humanidad, no se contamina. Su presencia tiene poder para sanar al pecador.

Al tomar nuestra naturaleza, el Salvador se vinculó con la humanidad por medio de un vínculo que nunca se ha de romper. A través de las edades eternas está ligado a nosotros.

‘De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito’ (Juan 3:16).

Lo dio no sólo para llevar nuestros pecados y morir como nuestro sacrificio; lo dio a la raza caída.

Para asegurarnos de su inmutable consejo de paz, Dios dio a su Hijo unigénito para que llegase a ser uno más de la familia humana y retuviese para siempre su naturaleza humana.”

Esperamos que este estudio sirva para comprender las diferencias y similitudes de la naturaleza humana de Cristo con el primer Adán y con nuestra propia naturaleza.

Nuestro Señor Jesús vino en forma humana a esta tierra con los dones espirituales o sobrenaturales y con una naturaleza humana libre de depravación y en todo esto fue similar al primer Adán antes del pecado cuando vivían en perfecta obediencia en el Edén.

Pero nuestro Señor Jesús, al tomar la naturaleza humana caída, llevó sobre si la degeneración acumulada por varios siglos y en esto se diferenciaba del primer Adán. Otra importante diferencia con el primer Adán antes de caer, aquel que vivía en el Edén, es que Cristo tuvo que rendir una perfecta obediencia, una vida justa, tuvo que desarrollar un carácter perfecto en una ambiente completamente distinto al ambiente de prueba que fue sometido el primer Adán.

El primer Adán fue dotado de una naturaleza perfecta en todo sentido y fue dotado de dones espirituales que lo capacitaban para estar en armonía con Dios y con la ley. El primer Adán fue colocado en un mundo libre de gente que lo odiaba y libre de gente que odiaba a Dios. Lo único que tenía que hacer es obedecer a Dios y mantenerse alejado del árbol de la ciencia del bien y del mal que era el único lugar donde Satanás podía tentarlo si él se atrevía a acariciar el pecado.

Nuestro Señor Jesús vino con los dones espirituales, con la ley escrita en su mente y su corazón, vino libre de depravación, pero vino con la degeneración. Además de esto tuvo que librarse de todo tipo de tentación estando continuamente rodeado de gente que lo odiaba y que, como instrumentos de Satanás, buscaban hacerle caer en pecado en todo momento y de cualquier manera.

Y aún así, a pesar de todo, salió victorioso y gracias a su victoria los seres humanos tenemos una vía de escape de este mundo de miseria, pecado y destrucción.

Juan 16:33 – “Os he hablado de estas cosas para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero ¡tened valor; yo he vencido al mundo!”

1MS pg. 296.2 – “Cristo se sometió al insulto y la burla, al desprecio y al ridículo. Oyó cómo se falseaba y aplicaba mal su mensaje, que estaba lleno de amor, bondad y misericordia. Oyó que a él lo llamaban el príncipe de los demonios porque testificaba que era Hijo de Dios. Su nacimiento fue sobrenatural, pero para su propia nación, para los que tenían cegados los ojos a las cosas espirituales, fue considerado como un borrón y una mancha.

No hubo una gota de nuestra amarga pena que él no probara, ninguna parte de nuestra maldición que él no soportara para que pudiera llevar hasta Dios a muchos hijos e hijas.

El hecho de que Jesús fue en esta tierra como un varón de dolores, experimentado en quebranto, el hecho de que dejara su hogar celestial a fin de salvar al hombre caído de la ruina eterna, debiera pulverizar todo nuestro orgullo, avergonzar nuestra vanidad y debiera revelarnos el pecado de la suficiencia propia.”

1MS pg. 297.3 – “La enemistad puesta entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer era sobrenatural. La enemistad era en un sentido natural en el caso de Cristo (naturaleza humana libre de depravación), en otro sentido era sobrenatural (dones sobrenaturales o espirituales), puesto que estaban combinadas la humanidad y la divinidad. Y nunca esa enemistad llegó hasta un grado tan notable como cuando Cristo se convirtió en habitante de esta tierra.

Nunca antes había habido un ser en la tierra que aborreciera el pecado con un odio tan perfecto como el de Cristo. El había visto su poder engañador y que infatúa obrando en los santos ángeles, y todas las facultades de Cristo se alistaron contra él.”

1MS pg. 298.1 – “La intensa mundanalidad ha sido una de las tentaciones en las que Satanás ha logrado mayor éxito. Quiere que el corazón y la mente de los hombres estén tan absortos con las atracciones mundanales que no haya lugar para las cosas celestiales. Les domina la mente para que amen al mundo.

Las cosas terrenales eclipsan a las celestiales y apartan al Señor de su vista y entendimiento. Se fomentan falsas teorías y falsos dioses en lugar de lo verdadero. Los hombres quedan subyugados con el resplandor y el oropel del mundo. Están tan aferrados a las cosas de la tierra, que muchos cometerán cualquier pecado a fin de ganar ventaja mundanal.

Fue en este punto donde Satanás pensó vencer a Cristo. Pensó que Cristo podía ser vencido fácilmente en su humanidad.

‘Le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.’ (Mateo 4:8-9)

Pero Cristo quedó inconmovible. Sintió la fuerza de esa tentación, pero le hizo frente por nosotros y venció. Y usó las armas que razonablemente pueden usar los seres humanos: la Palabra de Aquel que es poderoso en consejo: ‘Escrito está’ (Mateo 4:4, 10).”

1MS pg. 299.3 – “Al tomar sobre sí la naturaleza del hombre en su condición caída, Cristo no participó de su pecado en lo más mínimo. Estuvo sujeto a flaquezas y debilidades que rodean al hombre, ‘para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias’ (Mateo 8:17).

Fue conmovido por el sentimiento de nuestras debilidades y fue en todo tentado a nuestra semejanza. Y, sin embargo, no conoció pecado. Fue el Cordero ‘sin mancha y sin contaminación’ (1 Pedro 1:19).

No debemos tener dudas en cuanto a la perfección impecable de la naturaleza humana de Cristo.

Nuestra fe debe ser inteligente; debemos mirar a Jesús con perfecta confianza, con fe plena y entera en el Sacrificio expiatorio. Esto es esencial para que el alma no sea rodeada de tinieblas. Este santo Sustituto puede salvar hasta lo último, pues presentó ante el expectante universo una humildad perfecta y completa en su carácter humano, y una perfecta obediencia a TODOS los requerimientos de Dios.

El poder divino es colocado sobre el hombre para que pueda llegar a ser participante de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Por esto el hombre, arrepentido y creyente, puede ser hecho justicia de Dios en Cristo.”

¡Amén! Que Dios los bendiga.

Para seguir profundizando el estudio sobre la naturaleza humana de Cristo recomendamos: Estudio sobre el Segundo Adán.

Para seguir estudiando la naturaleza del hombre recomendamos:

Estudio sobre la Naturaleza del Hombre.

Para seguir estudiando sobre la condición del hombre recomendamos:

Estudio sobre la Amonestación del Testigo Fiel.