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Prefacio
“Diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.”
(Apocalipsis 14:7)
El mensaje del primer ángel de Apocalipsis capítulo 14 nos ordena adorar al Creador de los cielos y de la tierra.
El mensaje del tercer ángel nos advierte que, mientras un grupo adora a Cristo, el otro grupo—ya que sólo existen dos grupos—adora a la primera bestia de Apocalipsis 13:1-10 y a su imagen (Apocalipsis 13:14-17).
“Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y toma la señal en su frente, o en su mano, este también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira…”
(Apocalipsis 14:9-10)
Esta “imagen” de la bestia, de acuerdo a la profecía de Apocalipsis capítulo 13, debe formarse dentro del territorio geográfico de la segunda bestia de Apocalipsis 13:11-13.
Como ya hemos venido analizando en otros estudios, la primera bestia de Apocalipsis 13 representa una organización religiosa investida de poder civil: el papado. La segunda bestia representa un poder civil o político: los Estados Unidos. La imagen de la bestia representa otra organización religiosa (poder religioso) que, para formar la imagen de la primera bestia, debe influenciar sobre el poder civil para imponer los dogmas de la primera bestia. La imagen de la bestia será formada por el protestantismo apóstata.
HR pg. 400.3 – “Mediante esa primera bestia se representa a la Iglesia Romana, una organización eclesiástica investida de poder civil, con autoridad para castigar a los disidentes. La imagen de la bestia representa otra organización religiosa investida de poderes similares.
La formación de esa imagen es obra de la bestia cuyo pacífico surgimiento y disposición aparentemente bondadosa hacen de ella un notable símbolo de los Estados Unidos. Aquí se puede encontrar una imagen del papado.
Cuando las iglesias de nuestro país, al unirse en puntos de fe que les son comunes, influyan sobre el estado para que imponga sus decretos y apoye sus instituciones, entonces los Estados Unidos, país protestante, habrán formado una imagen de la jerarquía romana. Entonces la verdadera iglesia será objeto de persecución, como lo fue el antiguo pueblo de Dios.”
La primera bestia—el papado—se formó a partir de la iglesia primitiva, aquella iglesia que Cristo dejó formada aquí en la tierra.
“Ya está obrando el misterio de iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7), advertía el apóstol Pablo al ver en sus días la formación del misterio de iniquidad, el inicuo, el hombre de pecado, el cuerno pequeño, el anticristo… es decir: el papado. Este gigantesco sistema de falsa religión no se formó de la noche a la mañana, sino que se vino formando como cizaña en medio del trigo, solapadamente, hasta llegar a su apogeo en la formación de la iglesia católica romana.
De dentro de esa iglesia apóstata romana, siglos proféticos más tarde (Apocalipsis 12:6,14), el Señor sacó un grupo de creyentes que llegarían a formar la iglesia protestante—una luz en medio de las tinieblas de la Edad Media del apogeo de la Iglesia Católica.
Debido a la persecución de la iglesia establecida a los “disidentes”, esta iglesia protestante huyó hacia una nueva tierra en un nuevo continente, “y la tierra ayudó a la mujer…” (Apocalipsis 12:16), en lo que se llegaría a formar los Estados Unidos de América.
Así como la primera bestia de Apocalipsis 13 se formó a partir de un selecto grupo que Dios preparó en la tierra, la imagen de la bestia se va a formar a partir de un grupo que Dios sacó de esa primera bestia. El papado se formó y se instaló en el Viejo Continente—en Europa, y por lo tanto el Protestantismo se formó también en Europa. Pero la imagen de la bestia se formará en el Nuevo Continente—en Estados Unidos, tierra que se fundó bajo los principios del protestantismo y republicanismo.
Muchas personas confunden el principio del “republicanismo” con el partido político republicano, pero estas son dos cosas distintas que no se deben mezclar.
El principio del protestantismo se refiere a la libertad de conciencia, la libertad religiosa—cada persona es libre de adorar a Dios (o de no adorarle) según les dicte la conciencia.
CS pg. 216/3 (187.3) – “‘Los principios contenidos en esta célebre protesta … constituyen la esencia misma del protestantismo. Ahora bien, esta protesta se opone a dos abusos del hombre en asuntos de fe: el primero es la intervención del magistrado civil, y el segundo la autoridad arbitraria de la iglesia. En lugar de estos dos abusos, el protestantismo sobrepone la autoridad de la conciencia a la del magistrado, y la de la Palabra de Dios a la de la iglesia visible.
En primer lugar, niega la competencia del poder civil en asuntos de religión y dice con los profetas y apóstoles: ‘Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.’ A la corona de Carlos V sobrepone la de Jesucristo. Es más: sienta el principio de que toda enseñanza humana debe subordinarse a los oráculos de Dios.’—Ibid.
Los protestantes afirmaron además el derecho que les asistía para expresar libremente sus convicciones tocante a la verdad. Querían no solamente creer y obedecer, sino también enseñar lo que contienen las Santas Escrituras, y negaban el derecho del sacerdote o del magistrado para intervenir en asuntos de conciencia. La protesta de Spira fue un solemne testimonio contra la intolerancia religiosa y una declaración en favor del derecho que asiste a todos los hombres para adorar a Dios según les dicte la conciencia.”
El principio del republicanismo se refiere a la libertad civil: libertad de expresión, libertad de prensa, libertad en el campo económico, etc.
CS pg. 494/1 (436.1) – “‘Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero’ (Apocalipsis 13:11). Los cuernos semejantes a los de un cordero representan juventud, inocencia y mansedumbre, rasgos del carácter de los Estados Unidos cuando el profeta vio que esa nación ‘subía’ en 1798. Entre los primeros expatriados cristianos que huyeron a América en busca de asilo contra la opresión real y la intolerancia sacerdotal, hubo muchos que resolvieron establecer un gobierno sobre el amplio fundamento de la libertad civil y religiosa. Sus convicciones hallaron cabida en la declaración de la independencia que hace resaltar la gran verdad de que ‘todos los hombres son creados iguales,’ y poseen derechos inalienables a la ‘vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.’ Y la Constitución garantiza al pueblo el derecho de gobernarse a sí mismo, y establece que los representantes elegidos por el voto popular promulguen las leyes y las hagan cumplir.
Además, fue otorgada la libertad religiosa, y a cada cual se le permitió adorar a Dios según los dictados de su conciencia.
El republicanismo y el protestantismo vinieron a ser los principios fundamentales de la nación. Estos principios son el secreto de su poder y de su prosperidad. Los oprimidos y pisoteados de toda la cristiandad se han dirigido a este país con afán y esperanza. Millones han fondeado en sus playas, y los Estados Unidos han llegado a ocupar un puesto entre las naciones más poderosas de la tierra.”
Si bien los Estados Unidos se fundó bajo los principios bíblicos del republicanismo y del protestantismo—libertad civil y religiosa—la profecía indica que esta nación llegará a pisotear esos dos principios bajo los cuales se fundaron originalmente y que les trajo tanta bendición y prosperidad.
CS pg. 495/1 – “Los cuernos como de cordero y la voz de dragón del símbolo indican una extraña contradicción entre lo que profesa ser y lo que práctica la nación así representada.
El ‘hablar’ de la nación son los actos de sus autoridades legislativas y judiciales. Por esos actos la nación desmentirá los principios liberales y pacíficos que expresó como fundamento de su política. La predicción de que hablará ‘como dragón’ y ejercerá ‘toda la autoridad de la primera bestia,’ anuncia claramente el desarrollo del espíritu de intolerancia y persecución de que tantas pruebas dieran las naciones representadas por el dragón y la bestia semejante al leopardo. Y la declaración de que la bestia con dos cuernos ‘hace que la tierra y los que en ella habitan, adoren a la bestia primera,’ indica que la autoridad de esta nación será empleada para imponer alguna observancia en homenaje al papado.
Semejante actitud sería abiertamente contraria a los principios de este gobierno, al genio de sus instituciones libres, a los claros y solemnes reconocimientos contenidos en la declaración de la independencia, y contrarios finalmente a la constitución.
Los fundadores de la nación procuraron con acierto que la iglesia no pudiera hacer uso del poder civil, con los consabidos e inevitables resultados: la intolerancia y la persecución. La constitución garantiza que ‘el congreso no legislará con respecto al establecimiento de una religión ni prohibirá el libre ejercicio de ella,’ y que ‘ninguna manifestación religiosa será jamás requerida como condición de aptitud para ninguna función o cargo público en los Estados Unidos.’
Sólo en flagrante violación de estas garantías de la libertad de la nación, es cómo se puede imponer por la autoridad civil la observancia de cualquier deber religioso. Pero la inconsecuencia de tal procedimiento no es mayor que lo representado por el símbolo. Es la bestia con cuernos semejantes a los de un cordero—que profesa ser pura, mansa, inofensiva—y que habla como un dragón.”
¿Qué tan lejos estamos de que esta bestia hable como dragón?
Sólo basta con analizar las políticas del reciente electo presidente de los Estados Unidos—Donald Trump.
Por poner un ejemplo, el nuevo gobierno plantea la necesidad de deportar a millones de inmigrantes. Lo cual no es algo nuevo, ya que se viene haciendo por lo menos dos gobiernos atrás, desde Bush hasta Obama.
Este tipo de decretos, ordenes ejecutivas y legislaciones va en contra del principio del republicanismo, de la libertad civil y del principio establecido en su fundación de que “todos los hombres somos creados iguales, con los mismos derechos inalienables.”
Pero lo que más nos debería llamar la atención es que el nuevo Presidente de los EEUU plantea irse en contra del principio del protestantismo y derribar la separación entre la iglesia y el estado, principio por el cual tantos miles de millones dieron sus vidas en siglos pasados.
Claramente, la segunda bestia de Apocalipsis 13 está haciendo todo lo posible para empezar a hablar como dragón y derribar los principios sobre los cuales esta gran nación fue fundada.
Comentario Bíblico 7ª, pg. 223/1/3 – “Caifás era el que debía ocupar el sacerdocio cuando el símbolo se encontrara con la realidad, cuando comenzara a oficiar el verdadero Sumo Sacerdote.
Cada actor de la historia está en su puesto y su lugar, pues la gran obra de Dios, de acuerdo con su propio plan, será hecha por hombres que se han preparado para ocupar puestos para bien o para mal.
Cuando los hombres se oponen a la justicia se convierten en instrumentos de injusticia; pero no están obligados a tomar este curso de acción. No tienen por qué convertirse en instrumentos de injusticia, como tampoco Caín estuvo obligado a serlo.”
La primera bestia tiene como cabeza visible a un sacerdote jesuita que tiene todas las ganas y el apuro en decretar una ley dominical. La segunda bestia tiene como cabeza visible a un líder sin escrúpulos y a todo un equipo (el católico Mike Pence, el jesuita Stephen Bannon) que tiene toda la intención de establecer una religión de Estado.
Y la imagen de la bestia, el protestantismo apóstata, ya está empezando a mostrar su verdadero rostro con todos sus líderes religiosos que están detrás, como asesores “extra oficiales,” del gobierno de Trump, postulando a este hombre como a un nuevo “Ciro” o incluso como un nuevo “Constantino” – el emperador romano que decretara la primera ley dominical.
Cada actor de la historia está en su puesto y en su lugar. La pregunta que queda hacernos es la siguiente:
¿Y yo qué puesto voy a ocupar? ¿Estaré del lado de la verdad o del error? ¿Quiero estar entre los que adoran a Cristo, o entre los que adoran a la bestia y a su imagen?
Lo primero que tenemos que entender, y sobre todo aceptar (porque cuesta aceptar cualquier cosa que hiera nuestro orgullo), es que por naturaleza ya estamos del lado que adora a la bestia y a su imagen. Desde el vientre ya estamos del lado del mal. Y ya hemos bebido del vino de Babilonia a raudales, el cual tiene nuestra mente embotada con fábulas y tradiciones de hombres.
En nuestro estudio sobre la Adoración, ya hemos visto que ADORAR (la verdadera adoración) significa una verdadera obediencia a la ley de Dios—los Diez Mandamientos. La conexión entre Apocalipsis 14:7 y Éxodo 20:11 es clara.
Pero ahora falta determinar de qué manera se adora a la bestia y a su imagen.
La Adoración a la Bestia y a su Imagen
¿Por qué es importante estudiar todos estos temas relacionados con la adoración y la crisis final?
Primero, porque las señales de los tiempos nos indican que estamos entrando vertiginosamente hacia la crisis final anunciada en las profecías bíblicas. Y segundo, porque Dios así lo quiere, pues escrito está en el mensaje del tercer ángel.
PE pg. 254.1 – “Cuando cesó el ministerio de Jesús en el lugar santo y pasó él al santísimo para estar de pie delante del arca que contenía la ley de Dios, envió otro poderoso ángel con un tercer mensaje para el mundo.
Un pergamino fue puesto en la mano del ángel, y mientras descendía a la tierra con poder y majestad, proclamaba una terrible amonestación, acompañada de las más tremendas amenazas que jamás se dirigieron contra el hombre. Tenía por objeto aquel mensaje poner en guardia a los hijos de Dios revelándoles la hora de tentación y angustia que los aguardaba.”
El mensaje de Dios, a través del tercer ángel, es una terrible amonestación y contiene las más terribles amenazas jamás dadas a la humanidad. De esto debemos concientizarnos y tomar más en serio el lugar que Dios quiere que su iglesia ocupe en este conflicto final al que estamos entrando. Nadie que tome livianamente estas amonestaciones de Dios dadas en su Palabra puede pensar sobrevivir a la última gran prueba a la que será sometida la humanidad entera.
Esto no es alarmismo ni ciencia ficción, sino que son terribles realidades que se están forjando delante de nuestros ojos, mientras que estamos durmiendo con sueños de largos años de paz y seguridad en Egipto.
Cuando el reloj de Dios marque la hora determinada, los eventos finales se desencadenarán rápidamente, estemos preparados o no. Dios no depende de su gente, es su gente quien debe depender de Dios.
CS pg. 656/2 (584.1) – “El primero y más alto deber de toda criatura racional es el de escudriñar la verdad en las Sagradas Escrituras y luego andar en la luz y exhortar a otros a que sigan su ejemplo.
Día tras día deberíamos estudiar diligentemente la Biblia, pesando cada pensamiento y comparando texto con texto. Con la ayuda de Dios debemos formarnos nuestras propias opiniones ya que tenemos que responder a Dios por nosotros mismos.
Las verdades que se encuentran explicadas con la mayor claridad en la Biblia han sido envueltas en dudas y oscuridad por hombres doctos, que con ínfulas de gran sabiduría enseñan que las Escrituras tienen un sentido místico, secreto y espiritual que no se echa de ver en el lenguaje empleado en ellas. Esos hombres son falsos maestros. Fue a personas semejantes a quienes Jesús declaró:
‘No conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios’ (Marcos 12:24).
El lenguaje de la Biblia debe explicarse de acuerdo con su significado manifiesto, a no ser que se trate de un símbolo o figura. Cristo prometió:
‘Si alguno quisiere hacer su voluntad [del Padre], conocerá de mi enseñanza, si es de Dios’ (Juan 7:17).
Si los hombres quisieran tan solo aceptar lo que la Biblia dice, y si no hubiera falsos maestros para alucinar y confundir las inteligencias, se realizaría una obra que alegraría a los ángeles y que traería al rebaño de Cristo a miles y miles de almas actualmente sumidas en el error.”
CS pg. 658/2 (585.3) – “Jesús prometió a sus discípulos ‘el Consolador, es decir, el Espíritu Santo, a quien—dijo—el Padre enviará en mi nombre’, y agregó: ‘El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo cuanto os he dicho’ (Juan 14:26).
Pero primero es preciso que las enseñanzas de Cristo hayan sido atesoradas en el entendimiento, si queremos que el Espíritu de Dios nos las recuerde en el momento de peligro.
‘En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti’ (Salmos 119:11).”
Toda promesa de Dios en su Palabra está sujeta a condiciones. Dios no obrará como por un arte de magia por el que desperdicia su tiempo de gracia en cosas mundanas y en tesoros terrenales, y que descuida el estudio, la práctica, y la enseñanza de las verdades preciosas en las Sagradas Escrituras.
En la vida espiritual no existe el “estancamiento”—o se avanza o se retrocede diariamente. Nosotros decidimos qué camino tomar.
Oda a los “Disidentes”
Si vamos a hablar de adoración a la bestia y a su imagen, y si vamos a aceptar que se trata de organizaciones religiosas, debemos hablar (aunque resulte incómodo) sobre el rito del bautismo y de la palabra “disidente.”
HR pg. 400.3 – “Mediante esa primera bestia se representa a la Iglesia Romana, una organización eclesiástica investida de poder civil, con autoridad para castigar a los disidentes. La imagen de la bestia representa otra organización religiosa investida de poderes similares.”
Tanto la bestia como su imagen son organizaciones religiosas investidas de poder civil para castigar a los “disidentes.”
¿Pero quiénes son los disidentes, y por qué este espíritu del anticristo les llama por ese nombre? ¿Bajo qué autoridad?
Por nacimiento, el momento de recibir un acta de nacimiento, por medio de este documento pasamos a ser ciudadanos de una nación con su territorio geográfico.
Los que no hemos nacido en “cuna adventista” o “cuna protestante”, hemos sido bautizados de pequeños en la iglesia católica. El momento en que hemos sido bautizados en la iglesia católica, ese documento de bautizo es un acta que determina que nos declara siervos del cuerno pequeño.
El momento en que dejamos la organización religiosa de la iglesia católica, pasamos a ser disidentes para este sistema.
Es por eso que con la Bula de la Misericordia – la Misericordiae Vultus — el obispo de Roma hace un llamamiento a los disidentes o herejes que se salieron de su organización. El papa Francisco dio un periodo de tiempo (un año) para que todos los disidentes podamos volver al “seno de la madre.” Cuando el papa dio su discurso para el cierre de “la puerta de la misericordia”, sentenció que iba a dar un “tiempo extra” (¡nos está dando un tiempo de gracia!) para que podamos volver pacíficamente a la iglesia católica; antes de que empiecen a implementar la vara de la justicia.
Pues bien, ahora analicemos la parte incómoda.
Cuando nos bautizamos en el seno de la organización adventista del séptimo día, siervos de qué o de quién nos constituimos?
Cuando nos bautizamos en el seno de la organización corporativa de la iglesia adventista nos convertimos en siervos de la organización adventista.
Ser siervo de una organización religiosa es algo totalmente diferente a ser siervo de Dios, le duela a quien le duela.
El rito del bautismo—hablando del verdadero bautismo delante de Dios—tiene tres características fundamentales:
2JT pg. 389.2 – “Cristo ha hecho del bautismo (1) la señal de entrada en su reino espiritual. Ha hecho de él una condición positiva que todos deben cumplir si desean ser considerados (2) bajo la autoridad del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo. Antes que el hombre pueda hallar hogar en la iglesia, antes de cruzar el umbral del reino espiritual de Dios, debe (3) recibir la impresión del divino nombre: ‘Jehová, justicia nuestra’ (Jeremías 23:6).”
Vamos a analizar estas tres características fundamentales del verdadero bautismo:
- La señal de entrada en su reino espiritual.
¿Cuándo a usted lo bautizaron dentro de la organización religiosa, le dijeron que iba a formar parte del reino espiritual de Cristo?
Por su puesto que no. Es decir, quizás le dijeron que ya es “ciudadano del cielo” o parte del “reino de Dios”, deseando alimentar su ego con demagogia sentimentalista, pero es necesario analizar si es que, en realidad, las organizaciones tienen ese imperativo en mente al momento de bautizar a sus fieles.
Cuando a uno lo bautizan en la iglesia católica es para formar parte del sistema católico. Cuando a uno lo bautizan en la iglesia adventista es para formar parte de la organización adventista. Y así sucede con cualquier organización religiosa. Es por eso que tienen sus propios libros, sus propios manuales de iglesia, y hoy en día hasta se toman la molestia de sacar fotos, preguntar su dirección, y hasta preguntar cuánto dinero gana en su trabajo, para así poder llevar un mejor control de los diezmos, como lo haría cualquier empresa con fines de lucro. Sí, es verdaderamente lamentable tener que reconocer esto, pero no se puede tapar el sol con un dedo.
Puede que usted esté molesto con este tema. Puede que usted crea que cuando lo bautizaron lo hicieron para que usted sea un “ciudadano del cielo.” Entonces le invito a analizar lo siguiente:
Si nos bautizaran para formar parte del reino de Dios, y luego dejamos de asistir a la organización adventista, ¿por qué la organización adventista nos llamaría disidentes?
El hecho de que la organización adventista, y cualquier otra organización religiosa ya sea católica o protestante, llama DISIDENTE a una persona que deja de acudir a su sinagoga, es evidencia clara de que para la organización usted no forma parte de un “reino espiritual de Cristo,” sino que forma parte de una corporación religiosa.
Y si dijera alguna crítica contra los líderes de esta organización religiosa, así sea una crítica negativa o positiva, ¿por qué deberían decir que se “ataca a la iglesia”? Claramente, el momento de formar parte de una organización religiosa, se espera que uno se someta a esa organización, como cuando uno empieza a trabajar en un empleo dentro de cualquier empresa. Por eso es que la gente se ofende cuando “se ataca a la iglesia”—lo que en realidad se traduce como “atacar a mí organización religiosa.”
Hoy en día existen miembros de la organización adventista que rechazan violentamente el Espíritu de Profecía. Pero no es nuestro trabajo el de acusar o marcar a estas personas de “disidentes”, pues los que se perjudican son ellos mismos y más bien deberíamos tener piedad hacia todo aquel que anda en camino de perdición. Dios es el que determinará quien es disidente en los libros del cielo.
- Bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¿Cuándo a usted lo bautizaron le dijeron que estaba “bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”?
Por su puesto que no. Seguramente lo bautizaron “en el nombre” del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como manda la Escritura. Pero esto no es lo mismo que poner a un siervo bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nuevamente: si fuéramos verdaderamente bautizados bajo la autoridad de Dios, entonces únicamente Dios tendría la autoridad de determinar quién es disidente y quién no.
El hecho de que una organización religiosa se da la autoridad de tildar de disidente o de hereje a una persona, es una evidencia contundente de que para esa organización religiosa, el momento del bautismo, pasamos a ser súbditos de su reino de ellos—y no del reino de Dios.
Una organización religiosa jamás tildaría a una persona de disidente o de hereje, a menos que comprendiera y practicara un rito del bautismo bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Jamás le quitarían la potestad a Dios de determinar quién es disidente y quien no.
Mateo 23:11- “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.”
- Recibir la impresión del divino nombre – Jehová justicia nuestra.
Correctamente y bajo inspiración divina, la sierva del Señor concluye diciendo que antes de poder bautizarnos—en el rito del verdadero bautismo—debemos tener el divino nombre de Jehová Justicia Nuestra en nuestras frentes.
¿A usted le explicaron que usted tenía que tener ese nombre en su frente cuando lo bautizaron? ¿Si quiera le explicaron qué significa “Jehová justicia nuestra”?
Si usted comprende cabalmente cómo se recibe el divino nombre de Jehová Justicia Nuestra en la frente, entonces usted sabe perfectamente que ese no es el caso en ninguna organización religiosa.
Para empezar, el primer paso para que Cristo sea nuestra justicia, es aceptar que no tenemos amor (Juan 5:42), que no tenemos capacidad natural para amar, y por lo tanto no podemos obedecer una ley basada en el amor. Para que una persona comprenda el significado del rito del bautismo, primero debe aceptar la amonestación del Testigo Fiel.
Es imposible aceptar a Cristo como mi justicia si yo tengo un concepto de que soy una persona buena y obediente.
El problema es que, si para que las personas se bauticen dentro de una organización religiosa, primero se les tuviera que enseñar que no tienen capacidad para amar, entonces no habrían ministros estrellas populares.
Es más fácil apelar al sentimentalismo – “hermano… da un paso al frente… Dios te está llamando… Dios no quiere que te pierdas….” Es más fácil apelar al sentimiento que apelar a la razón.
O incluso se puede apelar a la diversión, como ciertas organizaciones evangélicas que hoy en día bautizan a sus súbitos usando toboganes de agua. Todo se vale, con tal que la gente sea súbdito del reino de estas iglesias.
Sin embargo Dios nunca apela al sentimentalismo ni a la diversión, Dios quiere que tomemos decisiones basadas en un escrito está, basados en principios implantados por el Consolador celestial, como un resultado de haber aceptado nuestra total incapacidad de obedecer y de satisfacer los requerimientos para nuestra justificación.
¿Pero quién se bautiza porque reconoce su total incapacidad para satisfacer las demandas de la ley de Dios? Nos bautizamos porque “no vaya a ser que me muera sin bautizarme y así me pierda,” y para que “mis pecados sean echados al fondo del mar” y para que podamos “recibir al Espíritu Santo” y ser “nuevas criaturas,” y otras fábulas semejantes que nos dicen para que vayamos corriendo a la pileta mágica.
Bajo ninguna circunstancia nos queremos bautizar para someternos al Gobierno y a la Autoridad Divina, pues bautizarnos bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo implica vivir con la Biblia como única norma de vida; significa vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios; y significa vivir muriendo diariamente a nuestros pecados acariciados, a nuestros ídolos y a nuestro YO.
¿Vivir una vida de abnegación? ¿Negarme a mí mismo? ¿Dejar a un lado mis sueños? Por favor, esto es demasiada carga. Ni que la vida eterna y la tierra nueva fueran tan deseables como las cosas de este mundo.
Preferible es bautizarme para “ser un santo hijo de Dios” como por arte de magia, gracias a un rito mágico que ha sido pervertido para satisfacer nuestro inmenso deseo natural de ser salvados en nuestros pecados y por nuestras propias obras.
Pero el plan de redención no es lo que a mí me gusta o lo que a mí me parece bien, sino lo que Dios manda, así no me guste, así me incomode, así vaya en contra de mi constante deseo de rebelión a la ley y a la autoridad de Dios.
Jehová Justicia Nuestra
Primeramente debemos reconocer nuestra total deslealtad a Dios y a su santa ley (Romanos 1:31), antes de que podamos recibir el nombre de Jehová Justicia Nuestra.
Si creo que ya soy fiel y buenito, entonces no necesito ninguna justicia de Cristo ni de nada. Me creo rico y enriquecido, a pesar de que toda la Biblia clama que soy un “cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo” (Apocalipsis 3:17).
Soy desnudo, porque no tengo obediencia perfecta con la cual me pueda presentar ante el Padre y ni siquiera merezco ser escuchado (Isaías 59:2). Soy ciego, porque no soy capaz de ver como Dios me ve a mí, no soy capaz de ver mi total incapacidad para amar. Soy miserable, porque no tengo absolutamente nada que pueda hacerme acepto en mí mismo ante el Padre y ante la ley. Y finalmente soy cuitado o desgraciado, porque no comprendo que estoy condenado a muerte eterna (Romanos 6:23) desde el momento en que soy engendrado en el vientre de mi madre (Isaías 48:8), y desde ese mismo momento soy hijo de Satanás (Juan 8:44) y estoy en total rebelión contra el Creador.
El bautismo verdadero entra en el campo de la santificación, no de la justificación. Dios no me acepta por haberme bautizado. Dios no me acepta por obedecer lo que es mi deber de obedecer. La única manera en que puedo llegar a ser aceptado ante Dios Padre y la ley es EN CRISTO, en virtud de su perfecta justicia.
El bautismo no es causa de justificación, sino que es resultado.
Es por esto que la sierva del Señor escribe que, antes de bautizarnos, debemos de tener el nombre de Jehová Justicia Nuestra en la frente. Sin embargo nos bautizamos con el concepto católico: para que Dios me acepte como su hijo—como causa, en lugar de cómo un resultado.
Vale la pena aclarar que ninguna de estas observaciones deben ser usadas como excusas para las personas que forman organizaciones religiosas “alternativas” y van, en términos comunes, de “Guatemala a Guatepeor”, pues se dedican a enseñar el terrible error de que—por ejemplo—se deben guardar las fiestas y los sábados ceremoniales para salvarse.
O también enseñan que se debe vestir de cierta manera y comer de cierta manera, con conceptos legalistas y con pura obra externa pero ningún cambio interno, para poder pasar el juicio y ser aceptables ante Dios.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo personas usan el término de disidente con honor, pues les gusta llamar a la organización adventista como “Babilonia”, perdiendo de vista que si en realidad la organización adventista fuera Babilonia, entonces ellos son las hijas de la ramera!
Es cierto que Dios quiere que nos vistamos y que vivamos humildemente en Cristo Jesús, y también quiere que nos alimentemos sanamente; pero todo esto entra en el campo de la santificación y no de la justificación. Dios no me mira “bonito” porque estoy comiendo vegetales. Al único al que Dios puede mirar “bonito” es a Cristo—mi Representante, mi Sustituto, mi Justicia.
En lugar de aceptar a Cristo como “Jehová Justicia Nuestra”, estos grupos enseñan “Fiestas y Sábados Ceremoniales Justicia Mía” o “Soy Vegetariano Justicia Mía.”
Si a usted le molesta que se hable alguna crítica negativa en contra de su sinagoga o en contra de su organización religiosa, usted está demostrando en la práctica que es fiel a su organización, y que se considera siervo de la organización, en lugar de considerarse siervo de Dios.
Esto es algo natural en el ser humano, pues todos somos adoradores de la bestia y de su imagen por naturaleza. Somos siervos de las organizaciones religiosas y eso es lo que nos llama la atención y nos llena de orgullo. Pero no queremos ser siervos de Dios, pues eso implica hundir nuestro orgullo en el fango. No existe ningún reconocimiento del mundo para el humilde cristiano que vive sirviendo a Dios. No hay quien le aplauda y le reconozca, entonces no tiene valor. Esto demuestra nuestra total incapacidad para amar a Dios y a su santa ley.
Si usted llega a convertirse en un verdadero siervo de Dios, entonces no le va a importar que en la crisis final le llamen disidente o hereje, pues usted tendrá bien claro bajo la autoridad de Quien se debe estar sometido, a Quien le debe rendir lealtad y servicio, y Quién es el Único que tiene la autoridad de determinar cuál creyente es adorador verdadero y cuál es adorador falso.
CS pg. 693/1 (619.1) – “Cuando los que honran la ley de Dios hayan sido privados de la protección de las leyes humanas, empezará en varios países un movimiento simultáneo para destruirlos. Conforme vaya acercándose el tiempo señalado en el decreto, el pueblo conspirará para extirpar la secta aborrecida. Se convendrá en dar una noche el golpe decisivo, que reducirá completamente al silencio la voz disidente y reprensora.”
¿Cómo se adora a la bestia y a su imagen?
CS pg. 499/2 (440.2) – “El rasgo más característico de la bestia, y por consiguiente de su imagen, es la violación de los mandamientos de Dios. Daniel dice del cuerno pequeño, o sea del papado: ‘Pensará en mudar los tiempos y la ley’ (Daniel 7:25). Y San Pablo llama al mismo poder el ‘hombre de pecado,’ que había de ensalzarse sobre Dios.
Una profecía es complemento de la otra. Sólo adulterando la ley de Dios podía el papado elevarse sobre Dios; y quienquiera que guardase a sabiendas la ley así adulterada daría honor supremo al poder que introdujo el cambio. Tal acto de obediencia a las leyes papales sería señal de sumisión al papa en lugar de sumisión a Dios.”
Cuando llegue la crisis final y se decrete una ley dominical, quienquiera que con el conocimiento del verdadero día de reposo del cuarto mandamiento, acepte obedecer un día de reposo falso, acepte obedecer el domingo como día de reposo, rendirá honor a la autoridad que estableció ese día de reposo falso—al papado.
Se adora a la bestia y a su imagen guardando el domingo como día de reposo, habiendo llegado a conocer que es el séptimo día—comúnmente llamado sábado—el día de reposo verdadero establecido por el Creador cuando fundó los cielos y la tierra.
CS pg. 502/1 (492.4) – “Los romanistas declaran que ‘la observancia del domingo por los protestantes es un homenaje que rinden, mal de su grado, a la autoridad de la iglesia [católica].’—[Mons. de Segur, Plain Talk About the Protestantism of Today, 213.]
La imposición de la observancia del domingo por parte de las iglesias protestantes es una imposición de que se adore al papado, o sea la bestia. Los que, comprendiendo las exigencias del cuarto mandamiento, prefieren observar el falso día de reposo en lugar del verdadero, rinden así homenaje a aquel poder, el único que ordenó su observancia.
Pero por el mismo hecho de imponer un deber religioso con ayuda del poder secular, las mismas iglesias estarían elevando una imagen a la bestia; de aquí que la imposición de la observancia del domingo en los Estados Unidos equivaldría a imponer la adoración de la bestia y de su imagen.”
Apocalipsis 14:7 nos da una orden: “ADORAD” – esto es un verbo en modo imperativo. Pero yo no puedo adorar – obedecer a Dios – a menos que vaya por la vía correcta, la vía que Dios ha trazado. Y en su Palabra ha indicado que yo no puedo adorar a Dios, no puedo obedecer a Dios, porque en lugar de amar a Dios le odio. No puedo obedecer una ley que aborrezco (Jeremías 6:19).
La Vía Incorrecta
El hombre que obedece… que santifica el sábado, que no come carne, que visita las cárceles, que predica, y que hace todo deber necesario para ser justificado y llegar a un grado de aceptación o perfección ante Dios, no necesita de Cristo, ni del Santuario Celestial, ni del Ministerio (del trabajo) de Cristo en el Santuario, ni de su obediencia perfecta, ni de la misericordia de Dios—esto es ir por una vía equivocada que solo puede terminar en la muerte segunda.
Por mucho que este hombre hable de Cristo e incluso hable del Santuario Celestial, su justificación es por obras, es por méritos que se encuentran dentro de él y que son la causa de justificación (Romanos 4:4).
La única vía
Para dejar de ser adorador de la bestia y de su imagen, y entonces llegar a ser un verdadero adorador del Creador, es necesario seguir el orden establecido por Dios en el ritual simbólico.
- Aceptar mi condición verdadera, mi total incapacidad para amar (Juan 5:42). El Espíritu Santo visitante me debe convencer de pecado y luego me debe mostrar el remedio para mi enfermedad (Cristo).
- Congregarme al Santuario Celestial por la fe, pedir a Cristo que presente la ofrenda: su obediencia perfecta (que desarrolló en la humillante condición de hombre cuando vino a este planeta tierra) ante Dios Padre y ante la ley.
- Por la misericordia inherente de Dios Padre, Él acepta a mí que soy inaceptable y desobediente en mí mismo, como aceptable y 100% obediente EN CRISTO. Dios Padre, en el Santuario Celestial, me declara obediente verdadero, adorador verdadero, perfecto guardador del sábado y de la ley en la persona de Cristo.
- Como RESULTADO de esa declaración hecha en el tercer cielo, Dios Padre quiere que esa declaración empiece a ser una realidad en mí persona y aquí en la tierra, por lo tanto—en virtud de la justicia de Cristo (pues Dios demanda obediencia para concedernos al Espíritu Santo Hechos 5:32)—se nos concede al Espíritu Santo como el Consolador o Agente Regenerador, para que en lugar de ser visitante llegue a ser habitante en nosotros (para que seamos templos del Espíritu Santo). Cristo cumple su promesa de rogar a Dios Padre para que nos sea dado el Consolador (Juan 14:16).
- El trabajo del Espíritu Santo como habitante es de: (1) Entronizar la ley de Dios en mi mente y en mi corazón (Hebreos 8:10). Y (2) debe implantar en mí lo que no tengo: amor, fe, paciencia, bondad, humildad, temperancia, abnegación, lealtad… todos los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
- Mi trabajo consiste en creer que Dios me ha dado capacidad para amar, para obedecer, que el Espíritu Santo ha venido a habitar en mí para subyugar mi maldad, mi inclinación a de continuo el mal, mi egoísmo, etc., y entonces yo debo aprender a desarrollar esos dones (amor, fe, lealtad, paciencia, benignidad, humildad, etc.) diariamente a través de las pruebas diarias. Ahora que Dios me ha capacitado, debo aprender a obedecer por principio.
- Por fe también me congrego al Santuario Celestial para confesar mi pecado al punto.
- Cristo debe presentar por mí su sacrificio: su sangre derramada en la cruz, para que mis pecados puedan ser registrados como perdonados y transferidos al Santuario Celestial. La palabra “perdón” debe ser registrada en mi libro de malas obras, a lado de cada uno de mis pecados.
- Por su misericordia, Dios Padre acepta la muerte eterna y el vino del furor que Cristo sufrió por mí, para pagar mi deuda impagable, y para que yo no tenga que experimentar la ira de Dios por el pecado en mi propia persona.
Todo esto debe ocurrir DIARIAMENTE, pues yo peco diariamente y el momento de pecar vuelvo a estar rechazado y bajo condenación y separado de Dios. Entonces necesito congregarme inmediatamente al Santuario Celestial para que Cristo presente la ofrenda y yo sea aceptado y pueda volver a recibir el bautismo de la lluvia temprana, y presente su sangre para el perdón de mis pecados.
Ésta es la lucha diaria del cristiano que quiere llegar a ser un verdadero adorador de Dios y un obediente verdadero—como resultado de haber sido justificado en base a una vida ajena—la de Cristo.
Entre la vía correcta y la vía incorrecta hay un abismo inseparable. No existe vínculo alguno entre la vía correcta y la vía incorrecta.
CS pg. 546/2 (484.1) – “Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón de su existencia. Sin embargo, se puede comprender suficientemente lo que atañe al origen y a la disposición final del pecado, para hacer enteramente manifiesta la justicia y benevolencia de Dios en su modo de proceder contra todo mal.
Nada se enseña con mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho de que Dios no fue en nada responsable de la introducción del pecado en el mundo, y de que no hubo retención arbitraria de la gracia de Dios, ni error alguno en el gobierno divino que dieran lugar a la rebelión.
El pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser pecado. La única definición del pecado es la que da la Palabra de Dios: ‘El pecado es transgresión de la ley;’ es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino.”
Cuando cometemos cualquier pecado, ya sea en acto, pensamiento, mirada o intención, simplemente se está exteriorizando lo que está dentro de nosotros en nuestro íntimo: la maldad.
Romanos 7:18 – “Y yo sé que en mí (es a saber, en mi carne) no mora el bien; porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo.”
Si fuéramos buenas personas, no necesitaríamos a Cristo, ni su justicia, ni su sangre, ni su trabajo en el Santuario Celestial, ni la misericordia de Dios Padre.
Algunas personas admiten: “Necesito mejorar.”
Pero no se puede “mejorar” algo que está podrido.
La Palabra de Dios dice que somos “podrida llaga” (Isaías 1:6), y por lo tanto no se puede efectuar una mejora. Es necesario que se efectúe un cambio, que nos sea otorgado un nuevo carácter, un nuevo corazón (Ezequiel 11:19).
Todavía no es tarde, pues todavía hay un Sumo Sacerdote que intercede por nosotros en el lugar de nuestra verdadera congregación: el Santuario Celestial.
Dios quiere que dejemos de ser adoradores de la bestia y de su imagen, y que lleguemos a ser verdaderos adoradores de Dios. Dios quiere que aprovechemos el tiempo de gracia que aún nos queda para hacer la preparación necesaria para la prueba final en el que se revelará el carácter—el carácter depravado e imperfecto que hemos heredado de nuestros padres, o el nuevo carácter que nos ha sido otorgado por Dios y que hemos llegado a desarrollar diariamente.
Al comienzo del estudio vimos que “cada actor de la historia está en su puesto y su lugar, pues la gran obra de Dios, de acuerdo con su propio plan, será hecha por hombres que se han preparado para ocupar puestos para bien o para mal.”
Dios quiere que nos preparemos para ocupar puestos para el bien. Pero Dios no puede forzar a nadie. Nosotros somos quienes decidimos hoy, qué puesto hemos de ocupar mañana.
Que Dios los bendiga.
Una respuesta para “La Adoración a la Bestia y a su Imagen”