
Recomendamos descargar este estudio completo en formato PDF y compartir con el mundo entero: POR QUE SI SE DEBE SANTIFICAR EL SABADO
Por qué SI se debe santificar el Sábado
Salmos 1:1-2 – “Bienaventurado el hombre que no anda según el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los burladores. Más bien, en la ley de Jehovah está su delicia, y en ella medita de día y de noche.
Nota: Este documento, al defender la Ley de Dios, no pretende dar a entender que el hombre es justificado por las obras de la ley. El hombre es justificado ante Dios por la fe en la justicia/obediencia perfecta de Cristo. Pero este documento sirve para demostrar que la justificación por la fe no quiere decir que la Ley de Dios haya sido anulada o cambiada.
Este documento es una respuesta al artículo que está circulando por internet titulado “¿Por qué NO se debe guardar el sábado?”
Dicho artículo, en realidad, se desmantela a sí mismo pues basa sus argumentos en que el Antiguo Testamento significa el Pacto Antiguo y en que el Nuevo Testamento significa el Nuevo Pacto.
Tal afirmación es completamente errónea pero, lamentablemente, es comúnmente usada para desechar todo lo que está escrito en el Antiguo Testamento como si estuviera abolido, incluyendo la santa Ley de Dios.
También es bastante común entre los profesos cristianos, quienes dicen que la Ley de Dios fue abolida, usar muchos versículos del Apóstol Pablo, a conveniencia y/o sin entenderlos. Esto no es nada nuevo, de hecho se remonta a los tiempos de la iglesia primitiva, como explica el Apóstol Pedro:
2 Pedro 3:15-16 – “Considerad que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo os ha escrito, según la sabiduría que le ha sido dada. El habla de estas cosas en todas sus epístolas, en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los indoctos e inconstantes tuercen, como lo hacen también con las otras Escrituras, para su propia destrucción.”
Si el Apóstol Pablo escribe en una parte, por ejemplo, “A la verdad, el mandamiento anterior fue abrogado por ser ineficaz e inútil” (Hebreos 7:18), pero en otra epístola dice “De manera que la ley ciertamente es santa; y el mandamiento es santo, justo y bueno” (Romanos 7:12), ¿se contradice? No se contradice, lo que quiere decir, como Pedro explica, “hay algunas cosas difíciles de entender, que los indoctos e inconstantes tuercen para su propia destrucción.”
Como veremos más adelante, el Apóstol Pablo en ciertos versículos habla de la ley ceremonial y en otros versículos habla de la Ley moral – los Diez Mandamientos. Esto, en realidad, no es difícil de comprender, solo que hay gente que, para justificar sus pecados, sus costumbres y sus doctrinas de hombres, tuercen las Escrituras a su favor.
Es también algo bastante común entre la gran mayoría de iglesias protestantes, anular la Ley bajo la bandera de “¡Bajo la gracia! ¡Estamos bajo la gracia, no bajo la Ley!” Y esto también se remonta a los tiempos de la iglesia primitiva, como explica el Apóstol Judas, hermano de Jesucristo:
Judas 1:4 – “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los cuales desde antiguo habían sido destinados para esta condenación. Ellos son hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan al único Soberano y Señor nuestro, Jesucristo.”
Desde los tiempos de la iglesia primitiva ya existían profesos cristianos que usaron la excusa de estar bajo la gracia para decir que la Ley estaba anulada y el resultado fue inevitablemente el libertinaje.
Entonces, para empezar a escudriñar la verdad en la Biblia, iremos punto por punto analizando estos débiles argumentos:
Primer argumento:
En la actualidad, existen numerosos grupos religiosos que declaran creer en el día sábado como el día de reposo instituido por Dios. No vamos a negar que dicho día fuera santificado, PERO ESTO CONSTITUYE UN EVENTO HISTÓRICO, NUNCA UN MANDAMIENTO (Gen. 2:2-3) También fue instituido como el día de reposo, pero para los judíos en el tiempo de la ley (Ex. 16:23-30, 20:8-11; 31: 13-17).
Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó. (Éxodo 31:16-17)
Una de las excusas de los que rechazan la Ley de Dios, particularmente el cuarto mandamiento, es que los mandamientos se instituyeron en el Sinaí y fueron dados para los judíos.
La Ley de Dios existe desde la eternidad y existe porque Dios existe y porque Dios es eterno (Jeremías 10:10).
Moisés, junto con las tribus que salieron de Egipto, santificaron el Sábado ANTES DE LLEGAR AL SINAÍ (Éxodo 16:22-29), antes de que Dios proclame los Diez Mandamientos en el monte del Sinaí.
Es un error histórico decir que la Ley “fue dada a los judíos” pues en el Sinaí NO EXISTÍA LA NACIÓN JUDÍA, solo habían TRIBUS. La Nación Judía nace luego de la muerte de Salomón cuando las tribus se dividieron en: Casa de Judá (tribu de Judá, Benjamín y Leví) y Casa de Israel (1 Reyes 12). Esto ocurrió más de cinco siglos después del tiempo de Moisés.
Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y el conocimiento de la ley se transmitió de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que se necesitó limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio (Génesis 6).
La Ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los Diez Mandamientos a sus descendientes, “Noé era un justo y cabal en su generación; Noé caminaba con Dios” (Génesis 6:9).
Noé era considerado “justo” por Dios, pues obedecía los mandamientos – “Y será para nosotros justicia, si tenemos cuidado de poner por obras todos estos mandamientos delante de Jehovah nuestro Dios, como él nos ha mandado” (Deuteronomio 6:25).
Justicia = obediencia a la ley.
La Biblia también nos dice que Noé “caminaba con Dios.” Hay otro profeta mucho más antiguo a Noé que también “caminó con Dios”—Enoc, hijo de Caín (Génesis 4:17):
“Enoc caminó con Dios 300 años después de engendrar a Matusalén, y engendró hijos e hijas” (Génesis 5:22).
¿Qué significa caminar/andar con Dios?
Deuteronomio 10:12-13 – “Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehovah tu Dios de ti? Sólo que temas a Jehovah tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas a Jehovah tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos de Jehovah y sus estatutos que yo te prescribo hoy, para tu bien.”
Amós 3:3 – “¿Andarán dos juntos, a menos que se pongan de acuerdo?”
Deuteronomio 13:4 – “En pos de Jehovah andaréis, y a él temeréis. Guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz. A él serviréis y a él seréis fieles.”
Salmos 78:10 – “No guardaron el pacto de Dios y rehusaron andar en su ley.”
Salmos 119:1 – “Bienaventurados los íntegros de camino, los que andan según la ley de Jehovah.”
1 Juan 2:3-6 – “En esto sabemos que nosotros le hemos conocido: en que guardamos sus mandamientos. El que dice: ‘Yo le conozco’ y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no está en él. Pero en el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios ha sido perfeccionado. Por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo.”
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, el concepto de “caminar/andar con Dios” esta siempre conectado a guardar los mandamientos.
Caminar con Dios significa amarle, temerle, servirle, serle fiel y guardar sus mandamientos.
Es decir, tanto Enoc antes del diluvio como Noé después del diluvio guardaron los mandamientos de Dios, muchísimo tiempo antes de que estos fueran escritos por Dios en dos tablas de piedra en el Sinaí.
Luego, cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abraham, quien obedeció los mandamientos muchos siglos antes de que Moisés subiera al monte del Sinaí a recibir las tablas de piedra del pacto:
Génesis 26:5 – “porque Abraham obedeció mi voz y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis instrucciones.”
Si los descendientes de Abraham hubieran guardado de igual manera los mandamientos de Dios, jamás habrían sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufrieran una vida de esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la Ley de Dios, y no habría sido necesario proclamarla desde el Sinaí, o grabarla sobre tablas de piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los principios de los Diez Mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que se le dieron a Moisés.
Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la Ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus mentes y corazones.
Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la Ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron sacrificios (ritual simbólico) con el propósito de dirigir sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo como supremo sacrificio.
Si nunca se hubiera violado la Ley de Dios, no habría habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacrificios.
¿Por qué fue necesario proclamar los Diez Mandamientos en el Sinaí? ¿Por qué fue necesario que Dios escriba con su propio dedo la Ley en dos tablas de piedra?
El pueblo que Dios había escogido era un pueblo inclinado a olvidar sus mandamientos, para inclinarse por la idolatría y las costumbres paganas. Dios decidió escribir la Ley en dos tablas de piedra para alejar del pueblo toda posibilidad de mezclar las tradiciones paganas con sus santos preceptos, o de confundir sus mandamientos con costumbres o reglamentos humanos.
Si la Ley de Dios pudiera ser cambiada o abrogada, como insinúa el autor del artículo, ¿por qué no fue cambiada para evitar la muerte de Cristo? La Ley de Dios demanda que la paga del pecado es la muerte y demanda del hombre la obediencia perfecta y perpetua, y como la Ley de Dios no puede ser cambiada ni abrogada, Cristo vino a cumplir la Ley y ser sacrificado por todos nosotros. Con su vida y con su muerte en la cruz, en lugar de abolir, validó la Ley de Dios.
Pero como está escrito, los que defienden la Ley de Dios tendrán que contender con los que la anulan y la menosprecian:
Proverbios 28:4 – “Los que abandonan la ley alaban a los impíos, pero los que guardan la ley contenderán con ellos.”
Sépase que aquellos que enseñan a otros a no obedecer la ley, están cavando su propia fosa:
Proverbios 28:9-10 – “El que aparta su oído para no oír la ley, aun su oración es abominable. El que hace errar a los rectos por el mal camino, él caerá en su propia fosa; pero los íntegros heredarán el bien.”
El mismo Señor Jesús declaró:
Mateo 5:17-19 – “No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir. De cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido cumplido. Por lo tanto, cualquiera que quebranta el más pequeño de estos mandamientos y así enseña a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumple y los enseña, éste será considerado grande en el reino de los cielos.”
Jesús no abrogó ni la “Ley ni los Profetas” -> el Antiguo Testamento. ¿Quién es el hombre para abrogar la Ley o el Antiguo Testamento?
La Ley de Dios no puede ser abrogada porque:
1) La Ley de Dios es eterna (Salmos 119:89,142), y existe porque Dios existe,
2) La Ley de Dios es perfecta (Salmos 19:7) porque:
a) La Ley de Dios es la revelación de su voluntad (Mateo 7:21; Juan 6:38),
b) La Ley de Dios es una expresión de su carácter (Mateo 5:48), que es perfecto porque Dios es justo y misericordioso al mismo tiempo (Salmo 116:5; 145:17),
c) La Ley de Dios es una expresión de la naturaleza santa de Dios (1 Pedro 1:15-16; Levítico 11:44-45).
Entonces, ¿desde cuándo es perfecto Dios: desde el Sinaí, desde la creación? Dios es perfecto desde la eternidad, al igual que su Ley.
Si los mismos ángeles están sujetos a la Ley de Dios (Salmos 148:1-6), cómo podemos llegar a pensar que la Ley se estableció en el Sinaí solamente para los judíos? Dios no estableció la Ley solo para los judíos, ni siquiera solo para este mundo, sino que la estableció para todo ser superior de su creación, y hasta para los mundos no caídos.
La Ley de Dios ha existido siempre y es eterna, es el fundamento del gobierno de Dios en el cielo y en la tierra (Salmos 97:2; Salmo 89:14).
La Ley de Dios es inmutable (Mateo 5 :17-19) porque Dios no cambia (Santiago 1:17).
Segundo argumento:
Todos los que justifican esta doctrina dicen que el día de reposo es antes de la ley y que fue dado en observancia para todo el mundo. Sin embargo recordemos que la Escritura completa se divide en dos Testamentos (pactos) el nuevo y el antiguo, preguntémonos pues ¿cuál es el vigente para nosotros? Lógicamente el nuevo y el antiguo NO, pues como su nombre lo indica es Antiguo, y ahora hay un pacto vigente, y si no la muerte de Cristo no tiene sentido alguno.
Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. (Hebreos 7:18-19)
**En este segundo argumento se usa Hebreos 7:18-19 y luego se lo vuelve a usar nuevamente en el quinto argumento. Es necesario explicar primero el sexto argumento que usa el autor (Hebreos 7:12) para explicar Hebreos 7:18-19.
La mayoría de las iglesias protestantes de hoy en día tienen esta mentalidad de que, cuando en el Nuevo Testamento se dice que “la ley fue abrogada por su debilidad e ineficacia,” esa ley se refiere a los Diez Mandamientos—a la Ley moral.
Quisiera que todo aquel que alberga este pensamiento razone a fondo lo que está haciendo al pensar de esta manera:
Si pensamos que los Diez Mandamientos fueron abrogados por que fueron ineficaces, esto quiere decir que Dios NO ES OMNISAPIENTE, no sería un Dios perfecto.
¿Será posible que Dios, que todo lo sabe y todo lo conoce, decidió dar una Ley moral y no pudo ver hacia el futuro que esa Ley sería ineficaz y que tendría que cambiarla?
¿Será posible que Dios, que es perfecto, haga una Ley imperfecta, ineficaz? ¿Realmente piensan eso?
Si Dios, como este razonamiento supone, es la clase de Dios que dice “Bueno, esta Ley que hice es ineficaz, la probamos y no funcionó, por lo tanto hay que cambiarla;” por qué, entonces, cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido, Dios no dijo “este mandamiento no funcionó, mejor lo cambio…” y así nos evitamos todo este mundo de miseria y pecado para el ser humano?
O por qué cuando el autor del pecado—satanás—se reveló contra la Ley de Dios en el cielo, Dios no dijo “bueno, satanás tiene razón, mi Ley no es correcta, mejor la cambio y así no hay lío”?
¿Qué será más probable: Que Dios se equivocó con su Ley, o que es el hombre el equivocado al razonar que sus Diez Mandamientos fueron abrogados por ineficaces?
Es verdaderamente triste que no nos demos cuenta de que satanás se reveló contra la Ley de Dios y ahí nació el pecado. Y satanás vino al mundo y tentó al hombre, justamente para que el hombre se revele contra Dios, contra su Ley.
Es lamentable que el hombre no se de cuenta de que, al pensar que los Diez Mandamientos fueron ineficaces y por lo tanto fueron abrogados, está de acuerdo y en perfecta armonía con el diablo.
Salmos 78:5-8 – “El estableció su testimonio en Jacob y puso la ley en Israel. Mandó a nuestros padres que lo hicieran conocer a sus hijos, para que lo supiese la generación venidera y sus hijos que nacieran, para que los que surgiesen lo contaran a sus hijos, para que pusiesen en Dios su confianza y no se olvidaran de las obras de Dios, a fin de que guardasen sus mandamientos; para que no fuesen como sus padres: una generación porfiada y rebelde, una generación que no dispuso su corazón, ni su espíritu fue fiel para con Dios.”
Isaías 48:8- “desde el vientre se te ha llamado rebelde.”
Juan 8:44 – “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla, porque es mentiroso y padre de la mentira.”
En realidad en este argumento en contra de la Ley de Dios (4to mandamiento) vemos dos argumentos: (1) primero que Testamento significa Pacto y (2) segundo se usa Hebreos 7:18-19 para decir que, como la Ley no perfeccionó nada, quedó abrogada por su debilidad e ineficacia.
El error del segundo (2) es fruto del error del primero (1).
El Pacto Antiguo NO es El Antiguo Testamento, El Nuevo Pacto NO es el Nuevo Testamento, a continuación, veremos el por qué:
Un “pacto” es un tratado o acuerdo entre dos personas o entidades, en el que se obliga a cumplir alguna cosa.
Elementos de un pacto:
1) Todo pacto se celebra en algún lugar,
2) Tiene que haber dos pactantes—un proponente y un aceptante,
3) Tiene que haber una base,
4) Y finalmente una condición.
Dios es el Legislador, como está escrito en su Palabra: “Jehová es nuestro Legislador, Jehová es nuestro rey” (Isaías 33:22).
Cuando nuestro Creador y Legislador creó a Adán, el primer representante de la raza humana, estableció un pacto con él. Y cuando Adán desobedeció la Ley, quebrantó el pacto original de Dios con el hombre. Tal como dice el profeta Oseas al hablar de Adán: “Más ellos, cuál Adán, traspasaron el pacto; y allí prevaricaron contra mí” (Oseas 6:7).
En la Biblia se habla de varios pactos: el pacto de Dios con Noé, el pacto con Abraham, el pacto con Isaac, el pacto con Jacob, etc.
Todos los pactos de Dios tienen como su base la Ley y como condición la obediencia perfecta.
Pero los pactos que vamos a estudiar son el primer pacto o Pacto Antiguo y el segundo pacto o Nuevo Pacto.
El Pacto Antiguo lo encontramos en Éxodo 24:3-8.
Elementos del Pacto Antiguo:
1) Lugar: fue celebrado en el Sinaí (Éxodo 19:1),
2) Pactantes: Dios fue el proponente (Éxodo 20:1-2) y los israelitas fueron los aceptantes (Éxodo 20:18; Éxodo 24:3,7,8),
3) Base: la Ley—el Decálogo (Éxodo 20:1-17; Deuteronomio 9:9-11),
4) Condición: obediencia—obedece y vivirás (Levítico 18:5)
¿Por qué se le llama Primer Pacto o Pacto Antiguo?
Cronológicamente no es el “primer pacto,” pero al leer Éxodo 24:5-8 vemos que este pacto fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio (sacrificio de unos toros—sangre de animales). Y esta sangre para ratificar este pacto se derramó ANTES de la sangre de Cristo con la cual se ratificó el Nuevo Pacto.
Al leer el capítulo 32 del libro de Éxodo vemos que, cuando Moisés subió al monte por cuarenta días y cuarenta noches, los israelitas quebrantaron el pacto (antiguo) al hacer un becerro de oro para adorar. Al hacer el ídolo quebrantaron el primer y segundo mandamiento de la Ley.
Los israelitas en Éxodo 24:3-8 habían prometido ingenuamente “haremos todas las cosas que Jehovah ha dicho.” Los israelitas que salieron de Egipto hicieron esta promesa porque, debido a que vivieron por 400 años en un ambiente de idolatría y corrupción en Egipto, no comprendían la incapacidad del hombre para obedecer la Ley de Dios, no entendían su extrema pecaminosidad. Al no entender la naturaleza real pecaminosa del hombre, no veían la necesidad de un Salvador. Todo aquel que no comprende de corazón su verdadera condición pecaminosa, que no comprende que no tiene capacidad para amar por naturaleza, nunca va a sentir la necesidad de un Salvador.
Hebreos 8:9 – “no como el pacto que hice con sus padres en el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Porque ellos no permanecieron en mi pacto.”
Todos los israelitas que luego de quebrantar el Pacto Antiguo al hacer el becerro de oro querían evitar la muerte segunda, tuvieron que entrar en el Nuevo Pacto.
Elementos del Nuevo Pacto:
1) Lugar: el Gólgota o Calavera (Lucas 23:33),
2) Pactantes: Dios Padre fue el proponente y Cristo (como hombre) fue el aceptante (Marcos 14:36),
3) Base: la Ley (Jeremías 31:33; Hebreos 8:10, Hebreos 10:16),
4) Condición: obediencia—obedece y vivirás (Lucas 10:28)
El Nuevo Pacto fue acordado entre Dios Padre y Cristo, desde muchísimo antes de la creación de este mundo, y la base siguió siendo la Ley y la condición siguió siendo “obedece y vivirás” – la obediencia perfecta y perpetua a la Ley (Lucas 10:25-28).
Es por esto que Hebreos 8:6 nos dice que Cristo ha alcanzado un ministerio sacerdotal más excelente, pues es el mediador de un pacto superior establecido “sobre mejores promesas.” Los israelitas no cumplieron su promesa, pero Cristo si cumplió su promesa.
Ahora, dijimos que la base del Nuevo Pacto sigue siendo la Ley:
Hebreos 8:10 – “éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días,” dice el Señor. “Pondré mis leyes en la mente de ellos y en sus corazones las inscribiré.” Es decir, la Ley no ha sido abolida en el Nuevo Pacto, sigue siendo la base. Y tal como, en el Antiguo Testamento, el profeta Jeremías predijo: “Porque éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehovah: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.”
Cristo cumplió su promesa, pues como estaba predicho la Ley de Dios estaría escrita en su mente y su corazón – Salmos 40:7-8 “He aquí, yo vengo. En el rollo de pergamino está escrito acerca de mí: El hacer tu voluntad, oh Dios mío, me ha agradado; y tu ley está en medio de mi corazón.”
Cristo obedeció a la ley perfectamente, como hombre (ya que como Dios, Cristo está sobre la Ley), porque en él no había inclinación hacia el pecado, fue engendrado sin mancha de pecado (Lucas 1:35), y Cristo tenía capacidad para amar (Juan 13:1). Pero Cristo no obedeció la Ley para sí mismo, sino para todos nosotros – Juan 17:19 “Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.”
Cristo cumplió con todas las condiciones del pacto: Filipenses 2:8; Mateo 5:17; Juan 8:29; Juan 15:10.
Entonces, como podemos ver y como dijimos anteriormente, en el Nuevo Pacto la condición tampoco cambió; sigue siendo obediencia perfecta a la Ley – Romanos 2:13 “no solo los oidores de la ley, sino que los hacedores de la ley serán justificados.”
También en Daniel 9:27 estaba predicho que Cristo vendría al mundo a “confirmar el pacto con muchos.” Esos “muchos” somos todos nosotros porque Cristo obedeció la Ley para nosotros, porque nosotros necesitamos de esa obediencia perfecta para ser justificados/aceptados; y ese “pacto” es el Nuevo Pacto.
Tanto los israelitas que quebrantaron el Pacto Antiguo, como todo ser humano que existió antes y después de aquel pacto, serán salvos por el Nuevo Pacto, y la promesa de Dios está escrita en Ezequiel 36:25-27 – “seréis purificados… os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu dentro de vosotros y haré que andéis según mis leyes, que guardéis mis decretos y que los pongáis por obra.”
Hay gente que piensa que los israelitas del Antiguo Testamento fueron justificados por las obras de la ley, mientras que los gentiles que creen en Cristo a partir del Nuevo Testamento serán justificados por la fe.
Si esto fuera correcto Dios no sería un Dios justo, que decide que un grupo de gente tiene que salvarse por sus obras, mientras que otro grupo se salva por gracia.
Debe quedar bien claro que:
TODO SER HUMANO DESDE ADÁN HASTA EL ÚLTIMO SERA JUSTIFICADO POR LA FE.
Es lamentable escuchar gente que dice que como Cristo murió en la cruz, El puso su ley en sus mentes y sus corazones y por tanto no santifican el sábado. Este razonamiento es totalmente irónico y contradictorio. Primeramente, si la gente tuviera la Ley de Dios escrita en sus mentes y corazones obedecerían la Ley de Dios perfectamente y por tanto santificarían el Sábado. Segundo, si ya tuvieran la ley en sus mentes y corazones significa que serían justificados por su propia justicia, por sus propias obras, y no serían justificados por la fe, por la justicia de Cristo, que es lo único que Dios Padre acepta para que el pecador sea aceptado.
Todo ser humano que se va a salvar será salvo porque fue justificado por fe y perdonado por la sangre de Cristo. Pero somos aceptados en Cristo para que, como resultado de ser aceptados por la justicia de Cristo, podamos recibir el Espíritu Santo y nos sea dado un nuevo corazón, nos sea dada la capacidad de amar (Romanos 13:10) (como está escrito en Ezequiel 36:25-27) para que aquí en la tierra podamos empezar a obedecer su Ley; para que aquí en la tierra podamos desarrollar la obediencia, ya que en el cielo nos vamos a encontrar con esa misma Ley. No es que los que se salven van a encontrarse con una nueva ley, la Ley de Dios es eterna, y por eso está escrito:
Isaías 66:23 – “Sucederá que de mes en mes y de sábado en sábado vendrá todo mortal para postrarse delante de mí, ha dicho Jehovah.”
Si los justos santificarán el santo Sábado por la eternidad, es aquí en la tierra donde deberán haber aprendido a hacerlo primeramente.
Entonces, es incorrecto hacer todo un paquete del Antiguo Testamento y decir que el Pacto Antiguo es el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento es la primera parte de la Biblia y el Nuevo Testamento es la segunda parte de la Biblia.
El Antiguo Testamento complementa al Nuevo Testamento. Sin el Antiguo Testamento estaríamos en tinieblas en cuanto al Nuevo Testamento se refiere. Por ejemplo:
En Juan 19:14 está registrado que “Era el día de la Preparación de la Pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: -He aquí vuestro rey.”
Sin el Antiguo Testamento estaríamos en tinieblas sobre la importancia de este versículo del Nuevo Testamento: cómo saber qué es la Pascua sin el AT, cómo saber en qué consistía el día de la Preparación, y cómo saber cuál es la importancia de que Pilatos entregó a Cristo a la hora sexta? Sin el AT es imposible hacerlo.
Luego sigue el argumento de que el Nuevo Testamento abolió al Antiguo Testamento:
Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer. (Hebreos 8:13)
Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. (Hebreos 9:15-17)
Aquí se sigue usando citas de Hebreos para decir que el Nuevo Testamento hizo “desaparecer” al Antiguo Testamento, pero ya dimos una extensa aclaración de qué es al Pacto Antiguo y el Nuevo Pacto, usando las mismas citas.
Tercer argumento:
Y en cuanto a lo que argumentan los que pretenden guardar el sábado de que Jesús y los apóstoles lo hacían porque iban a la sinagoga a leer las Escrituras y a enseñar, es natural porque era costumbre judía y ellos eran judíos. (Lucas 4:16) (Hechos 13:14,44; 16:13; 17:1-2; 18:4). Además hay que tener en cuenta, a la hora de usar el libro de Hechos de los Apóstoles, para enseñar o avalar una doctrina concreta, que es un libro histórico, que narra los acontecimientos de los primeros discípulos de Cristo y la recién nacida iglesia y que por lo tanto dichos eventos no constituyen una doctrina, sino eventos históricos. También hay que entender que en el libro de Hechos sucede la etapa de transición de la ley a la gracia y por eso muchos de los acontecimientos que los seguidores de Cristo vivieron tenían que ver aún con cosas de la ley, por ejemplo: se bautizaban en agua, (Hechos 8:36-38) se circuncidaban, (Hechos 16:1-3) se rapaban, (Hechos 21:23-24) echaban suertes, (Hechos 1:15-26) iban al templo (Hechos 3:1) Muchos no habiendo entendido dicho proceso natural de cambio, enseñan a otros a seguir guardando cosas de la Ley y los profetas, que ya no corresponde al Nuevo Testamento o Nuevo Pacto.
Aquí se sigue argumentando que el Nuevo Testamento es el Nuevo Pacto, que ya vimos que es un error abismal.
Pero se argumenta, además, que el libro de Hechos es “un libro histórico” y por tanto “no constituye una doctrina.” También se argumenta que como estaban en una “etapa de transición de la ley a la gracia” no entendían el proceso “de cambio” enseñaban a otros a seguir “guardando cosas de la Ley y los profetas” que “no corresponden al Nuevo Testamento o Nuevo Pacto.”
Primeramente, si tomamos el ejemplo de Hechos 21, cuando Jacobo y otros ancianos reciben al Apóstol Pablo y le dicen “Tú ves, hermano, cuántos miles de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se les ha informado acerca de ti, que tú enseñas a apartarse de Moisés a todos los judíos que están entre los gentiles, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni anden según nuestras costumbres.”
Pablo no estaba enseñando a nadie que los Diez Mandamientos estaban abolidos. ¿Pero cuál era el problema? Pablo decía a los gentiles que no era necesario que se circunciden, ni que sigan con los ritos de festejar la Pascua, ni sacrificando corderos en el santuario de Jerusalén. Es decir, Pablo enseñaba (como lo hace en sus epístolas) que la ley ceremonial había llegado a su fin con la muerte de Cristo, el Cordero de Dios que había de venir para ser sacrificado por la humanidad entera.
El otro problema, es que hubieron “miles de judíos que han creído” en Cristo, como dijo Jacobo, pero que creían en Cristo + el ritual simbólico; seguían defendiendo las costumbres de la circuncisión, de los sacrificios de animales, etc. A estos profesos creyentes se les llamaba “Maestros Judaizantes.”
Entonces, en el capítulo 21 de Hechos vemos que Pablo se da cuenta que estos profesos creyentes iban a ser un estorbo para el avance del Evangelio, y por eso decide ir al templo: “Al día siguiente, después de purificarse con ellos, entró en el templo para dar aviso del día en que se cumpliría la purificación, cuando se ofrecería el sacrificio por cada uno de ellos” (Hechos 21:26). Como vemos, se ofreció sacrificio de animales en el santuario por ellos, es decir se realizó el ritual simbólico, que Cristo había dado fin. Pablo tuvo que hacer esto por hacer caso de Jacobo y el resto de profesos creyentes de Cristo con los que se había encontrado.
Luego de esto aparecen otros judíos y le acusan: “¡Hombres de Israel! ¡Ayudad! ¡Este es el hombre que por todas partes anda enseñando a todos contra nuestro pueblo, la ley y este lugar! Y además de esto, ha metido griegos dentro del templo y ha profanado este lugar santo” (Hechos 21:28).
Esta acusación hecha a Pablo, fue la misma acusación hecha a Esteban antes de que muera apedreado:
“Este hombre no deja de hablar palabras contra este santo lugar y contra su ley.”
Pablo enseñaba que el templo/santuario de Jerusalén ya no estaba en vigencia, que ya no era un lugar santo, que el Santuario que estaba en vigencia era el Santuario Celestial (tal como escribe en el libro de Hebreos), y que la ley ceremonial había llegado a su fin. Pero tanto para los Maestros Judaizantes como para los judíos no creyentes, el templo seguía siendo un lugar santo y los sacrificios de animales seguían en vigencia.
Jesús, María, Pablo y los demás apóstoles, no santificaban el Sábado porque “eran judíos;” lo santificaban porque así estaba escrito en la Ley de Dios. Ni Jesús, ni ningún profeta, tanto en el Antiguo como Nuevo Testamento, enseñaron jamás a violar un mandamiento de Dios.
Romanos 3:31 – “Luego, ¿invalidamos la ley por la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley.”
1 Juan 2:4-5 – “El que dice: ‘Yo le conozco’ y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no está en él. Pero en el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios ha sido perfeccionado. Por esto sabemos que estamos en él.”
1 Juan 3:7-10 – “Hijitos, nadie os engañe. El que practica justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto fue manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede seguir pecando, porque ha nacido de Dios.”
Los apóstoles en el libro de Hechos guardaban los mandamientos porque la verdad estaba en ellos y habían sido perfeccionados en el amor de Dios. Esa es la verdadera razón, y si nosotros fuéramos verdaderos y el amor de Dios estuviera en nosotros guardaríamos también todos sus mandamientos, incluyendo el cuarto – el Sábado.
1 Juan 3:24 – “Y el que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y por esto sabemos que él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.”
Cuarto argumento:
Entonces no hay excusa alguna, todo lo que se encuentra en el viejo pacto o Antiguo Testamento (incluido el día de reposo) no cobra vigencia para nosotros pues ha desaparecido.
Además, el sábado para los Israelitas recuerda la liberación de la esclavitud de Egipto (Dt.5:15). Ahora, nosotros los gentiles en la gracia, no tenemos parte con este mandamiento. Por lo tanto, no debemos someternos a esta ley.
Para el autor, el Antiguo Testamento “ha desaparecido,” no lo encuentra en su Biblia. Pero tanto la Ley como el día de reposo existen y existieron desde antes la creación, desde antes de que un ser humano sea creado (Génesis 2:3-4).
También argumenta que el sábado era para que los israelitas recuerden la liberación de la esclavitud de Egipto.
Si se lee la Biblia se puede aprender que la fiesta de los panes sin levadura y la pascua eran celebraciones que servían, por una parte, para recordar la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto.
El cuarto mandamiento, ni ningún otro mandamiento, tiene nada que ver con la liberación de Egipto, y mas bien el cuarto mandamiento sirve para que todos nosotros recordemos la creación de la tierra, para que reconozcamos al Creador de la tierra:
Éxodo 20:8-11 – “Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será sábado para Jehovah tu Dios. No harás en él obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehovah hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehovah bendijo el día del sábado y lo santificó.”
El Sábado fue instituido por Dios para el hombre—desde Adán hasta el último—para que recuerde quién es su Creador y también fue instituido como señal entre Él y su pueblo (Éxodo 31:13).
Luego se argumentan razones “mas claras” para no guardar el Sábado:
He aquí algunas razones, más que claras, por las que no debemos guardar el sábado:
Quinto argumento:
1. El no guardar el sábado debidamente conducía a la pena de muerte. En Números 15.32-36 encontramos lo que Dios mismo determinó que se hiciese con una persona que había recogido leña en sábado.
Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo. Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés.
Este mandamiento, al igual que el sacerdocio, los ritos y ceremonias judías, fue abolido por causa de su debilidad e ineficacia, porque no era perfecto.
“Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios”. (Hebreos 7:18-19).
De lo contrario, los que quieren seguir con tal observancia de guardar el sábado, tendrían que lapidar a sus hermanos por recoger leña el sábado. Cosa que, por supuesto, va en contra del Espíritu de Cristo.
**En este quinto argumento al igual que en el segundo argumento se usa Hebreos 7:18-19 para argumentar que los Diez Mandamientos fueron abrogados. Es necesario explicar primeramente el sexto argumento (Hebreos 7:12) para entender Hebreos 7:18-19.
Los Diez Mandamientos fueron proclamados en el Sinaí de boca de Dios al pueblo: “Y Dios habló todas estas palabras, diciendo:” (Éxodo 20:1). “Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos, el sonido de la corneta y el monte que humeaba. Al ver esto, ellos temblaron y se mantuvieron a distancia” (Éxodo 20:18).
Dios proclamó su Ley a todo el pueblo. Pero la Ley de Dios—los Diez Mandamientos—no describen cuál es la consecuencia de quebrantar la Ley. Fue por ello que después Dios da a Moisés en privado los estatutos civiles para que los israelitas entiendan y aprendan cuales eran las consecuencias de quebrantar la Ley de Dios, y además no tengan excusas acerca de la Ley: “Y Jehovah dijo a Moisés: ‘Así dirás a los hijos de Israel: ‘Vosotros habéis visto que he hablado desde los cielos con vosotros…’’” (Éxodo 20:22).
Para aclarar este punto tomemos un ejemplo:
El quinto mandamiento dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehovah tu Dios te da.” (Éxodo 20:12)
El quinto mandamiento dice que debemos honrar a nuestros padres, pero no da especificaciones acerca de cómo se puede quebrantar el mandamiento, ni tampoco dice cuáles son las consecuencias, por lo tanto Dios dijo a Moisés:
“El que hiera a su padre o a su madre morirá irremisiblemente.” (Éxodo 21:15)
“El que maldiga a su padre o a su madre morirá irremisiblemente.” (Éxodo 21:17)
“Si un hombre tiene un hijo contumaz y rebelde, que no obedece la voz de su padre ni la voz de su madre, y que a pesar de haber sido castigado por ellos, con todo no les obedece, entonces su padre y su madre lo tomarán y lo llevarán ante los ancianos de su ciudad, al tribunal local. Entonces dirán a los ancianos de la ciudad: ‘Este hijo nuestro es contumaz y rebelde. No obedece nuestra voz; es un libertino y un borracho.’ Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán, y morirá. Así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel lo oirá y temerá.” (Deuteronomio 21:18-21)
Es también verdad que la regla “ojo por ojo, diente por diente” (Levítico 24:20) , se hallaba entre las leyes dictadas por Moisés; pero era un estatuto civil. Nadie estaba justificado para vengarse, porque el Señor había dicho: “No digas: Yo me vengaré.” (Proverbios 20:22) “No digas: Como me hizo, así le haré.” (Proverbios 24:29) “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes.” (Proverbios 24:17) “Si el que te aborrece tuviera hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua.” (Proverbios 25:21)
A Moisés se le dijo que escribiera, como Dios se lo había mandado, derechos y leyes que contenían instrucciones minuciosas respecto a lo que el Seño requería. Estas instrucciones relativas a los deberes del pueblo hacia Dios, a los deberes de unos para con otros, y hacia los extranjeros, no eran otra cosa que los principios de los Diez Mandamientos ampliados y dados de una manera específica, en forma tal que ninguno pudiera errar ni tomar levemente la Ley de Dios. Estos estatutos civiles tenían por objeto resguardar la santidad de los Diez Mandamientos grabados en las tablas de piedra.
Se designaron también fiestas anuales, en las cuales todos los hombres de la nación debían congregarse ante el Señor, y llevarle sus ofrendas de gratitud, y las primicias de la abundancia que él les diera. Fue declarado el objeto de todos estos reglamentos: no servirían meramente para ejercer una soberanía arbitraria, sino para el bien de Israel. El Señor dijo: “Me seréis hombres santos” (Éxodo 22:31), dignos de ser reconocidos por un Dios santo.
Estos estatutos civiles debían ser escritos por Moisés y junto con los Diez Mandamientos, para cuya explicación fueron dados, debían ser cuidadosamente atesorados como fundamento de la ley nacional y como condición del cumplimiento de las promesas de Dios a Israel.
Así que, efectivamente, quebrantar el sábado, o cualquier mandamiento a la Ley de Dios, conducía a la pena de muerte desde los días de Moisés. Así fue ordenado por Dios a Moisés y estas leyes estuvieron vigentes hasta que Cristo les dio su fin.
Por ejemplo, en Juan 8:3-10 vemos que a Jesús le traen a la mujer sorprendida en adulterio y le dicen que “en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales.” Hicieron esto “para probarle” a Jesús. Y Jesús no abolió la ley, mas bien mandó a ejecutar (justicia) “El de vosotros que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” Ahí podemos ver que Dios es no solo justicia, ni tampoco solo misericordia. Dios es justo y misericordioso a la vez (Salmos 116:5). Cuando nadie se atrevió a condenarla Jesús le dijo “Ni yo te condeno.” Jesús perdonó (misericordia) su pecado, pero ese perdón queda bajo una condición de apartarse del pecado “Vete y desde ahora no peques más.”
Es decir, Jesús la justificó/aceptó y perdonó pero luego de ser justificada debía conservar el perdón OBEDECIENDO LOS MANDAMIENTOS: “NO PEQUES MÁS.”
1 Juan 3:4 – “pecado es infracción de la ley”
Jesús no le dijo: “vete tranquila que ya te perdoné, una vez y para siempre, y mi ley está en tu mente y tu corazón; así que puedes obedecer los mandamientos que te agraden, y los mandamientos que no te agraden déjalos a un lado.” Suena un poco ilógico, pero ésa es exactamente la mentalidad de millares de profesos cristianos.
Moisés no solo recibió la Ley moral de Dios escrita en las dos tablas de piedra y los estatutos civiles, sino también la ley ceremonial—el ritual simbólico.
Con Moisés se establecieron: el Santuario terrenal, el Servicio Diario y el Servicio Anual, las fiestas, los siete sábados ceremoniales y el sacerdocio de la orden de Aarón.
En realidad el ritual simbólico se estableció inicialmente con la caída de Adán. Si Adán no hubiera caído en pecado, nunca hubiese habido necesidad del ritual simbólico. Pero desde la caída de Adán se tuvo que sacrificar a un animal inocente que simbolizaba a Cristo.
En Génesis 4:4 vemos que Abel trajo “una ofrenda de los primerizos de sus ovejas, lo mejor de ellas” pues el ritual simbólico pedía la sangre de un animal perfecto, y por tanto esto agradó a Jehovah. En cambio Caín trajo fruto de la tierra como ofrenda (Génesis 4:3) y Jehovah “no miró con agrado a Caín ni su ofrenda” (Génesis 4:5) pues la ley demanda sangre—la muerte del pecador, no demanda los frutos del trabajo del hombre. Simbólicamente vemos también como Caín trato de ser justificado por las obras, en lugar de ser justificado por la fe.
El ritual simbólico era el Evangelio en símbolos. El hombre debía aprender a reconocer primeramente los mandamientos de Dios para poder reconocer su pecado, debía luego poner la mano sobre el animal inocente, debía confesar su pecado al punto y tenía que comprender que él era quien merecía morir, pero otro ser inocente iba a morir en su lugar como sustituto.
Para el tiempo de Abraham se siguió con el ritual simbólico y la ley ceremonial, pero se le agregó la circuncisión (Génesis 17:9-12) como señal del pacto entre Dios y Abraham.
Con cada sacrifico se anunciaba un evento en lo porvenir -> la muerte de Cristo, el verdadero Sustituto y Salvador.
Con Abraham también se estableció el sacerdocio de la primogenitura. El padre de familia era el Sacerdote encargado de los sacrificios y, cuando el padre moría, entonces el primogénito pasaba a ser el nuevo Sacerdote. Pero la primogenitura estaba sujeta a una condición, como vemos en la historia de Esaú y Jacob. Esaú perdió la primogenitura porque fue en contra del pacto (Génesis 25:31-34; Hebreos 12:16-17), al vender su primogenitura por un plato de lentejas y al casarse con dos mujeres paganas (Génesis 26:34). Dios había ordenado que los israelitas no debían casarse con mujeres paganas, y además Dios no aprueba la poligamia (Éxodo 34:14-16; Josué 23:12; 2 Corintios 6:14).
Más tarde, cuando los israelitas en el desierto del Sinaí hicieron el becerro de oro, por quebrantar el pacto antiguo con este acto, perdieron el Sacerdocio de la primogenitura y el Sacerdocio fue dado solamente a la descendencia de Aarón (Números 3:10, 12) pues solo la tribu de Leví, en dicha ocasión, se unió con Moisés (Éxodo 32:26) pues no habían participado del becerro de oro (a excepción de Aarón).
Los israelitas después de los 400 años de cautiverio y opresión en Egipto perdieron de vista tanto la Ley moral como la ley ceremonial, por eso fue necesario establecer la muerte a los que quebrantaban el sábado, el mandamiento de no cometer adulterio, el mandamiento de no hacerse de ídolos, es decir toda la Ley de Dios. Esto fue necesario para que los israelitas comprendan que quebrantar la Ley de Dios significa la muerte del pecador, pues la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23).
Pero esa muerte en los estatutos civiles escritos por Moisés simbolizaba la verdadera muerte que condena la Ley. El israelita que en ese tiempo quebrantaba la Ley debía experimentar la muerte que es “como un sueño” (Juan 11:11), pero esa muerte simbolizaba la muerte segunda: desaparecer como si nunca hubiese existido (Apocalipsis 21:8).
Por eso en Juan 8:3-10, Jesús afirmó que la mujer merecía la muerte por su pecado, pero esa muerte no era la muerte “como un sueño” que los fariseos querían hacerla experimentar apedreándola; sino la muerte segunda. Y el que ejecutará la muerte segunda no es el hombre, sino Dios sobre el pecador que no es aceptado y perdonado, que no se arrepintió, que no confesó y que no abandonó la práctica del pecado.
Así que el autor está completamente incorrecto al razonar que deberíamos “lapidar” a las personas que quebrantan el Sábado. Los que quebrantan el Sábado, o cualquier mandamiento de Dios, están efectivamente buscando la muerte. Pero están buscando la muerte segunda.
Sexto argumento:
2. En el día de reposo se debía inmolar en el santuario, dos corderos (Números 28:9-10).
Mas el día de reposo, dos corderos de un año sin defecto, y dos décimas de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda, con su
libación. Es el holocausto de cada día de reposo, además del holocausto continuo y su libación.
Nos preguntamos ¿Cómo podrían, los que insisten en guardar el día sábado como día de reposo, cumplir con esto? Hoy no existe ese santuario, el Templo de Jerusalén y tampoco el sacerdocio levítico; pues es claro y sencillo, hubo cambio de ley.
“Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley”. (Hebreos7:12).
Los que quieren seguir con tal observancia del día de reposo en sábado, definitivamente no pueden cumplir con esto. Es necesario que entiendan que no son judíos, pues esta ley fue dada únicamente a los judíos en la ley. Y claramente, el texto y todo el contexto del Nuevo Testamento dice que hubo cambio de ley.
El autor, a lo largo de su artículo, menciona varias citas del libro de Hebreos para sustentar sus puntos de vistas. Pero es en este argumento donde más demuestra que no tiene conocimiento de qué se está hablando en el libro de Hebreos.
Son muchos los que confunden la ley moral y la ley ceremonial y se valen de los textos que hablan de la ley ceremonial para tratar de probar que la ley moral fue abolida; pero esto es pervertir las Escrituras. La distinción entre los dos sistemas es clara.
El sistema ceremonial se componía de símbolos que señalaban a Cristo, su sacrificio y su sacerdocio. Esta ley ritual, con sus sacrificios y ordenanzas, debían los hebreos seguirla hasta que el símbolo se cumpliera en la realidad de la muerte de Cristo, Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Entonces debían cesar todas las ofrendas de sacrificio. Tal es la ley que Cristo quitó de en medio y clavó en la cruz.
El autor dice que “Hoy no existe santuario” ni tampoco “sacerdocio levítico.”
Sí existe un Santuario, el verdadero: el Santuario Celestial. Y sí existe un Sacerdocio: el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo. El libro de Hebreos fue escrito justamente para dar a entender este punto.
Hebreos 8:1-2 – “En resumen, lo que venimos diciendo es esto: Tenemos tal sumo sacerdote que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del lugar santísimo y del verdadero santuario que levantó el Señor y no el hombre.”
Hebreos 4:14 – “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que ha traspasado los cielos, Jesús el Hijo de Dios.”
Cristo está AHORA en el Santuario Celestial, como nuestro Sumo Sacerdote presentando “ofrenda y sacrificio” (Hebreos 8:3) (ofrenda: su justicia/vida de obediencia perfecta y perpetua a la Ley, y sacrificio: su sangre derramada en la cruz) para la aceptación del hombre que le sigue por fe a su Ministerio Sacerdotal Celestial y para el perdón diario de pecados, porque diariamente pecamos, ya que no recibimos perdón una vez y para siempre sino que cada vez que infringimos la Ley (cada momento).
Todos los sacrificios de corderos desde el tiempo de Adán hasta el tiempo de Cristo, fueron sombra y figura del verdadero sacrificio -> Cristo. Y cuando Dios le ordenó a Moisés que haga un Santuario y estableció el Sacerdocio de la orden de Aarón, todo esto fue sombra y figura del verdadero Santuario Celestial y del verdadero Sacerdote Celestial:
Hebreos 8:5 – “Ellos sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le había advertido a Moisés cuando estaba por acabar el santuario, diciendo: Mira, harás todas las cosas conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.”
Éxodo 26:30 – “Y levantarás el tabernáculo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.”
Dios ordenó a Moisés que construya un modelo en miniatura del verdadero Santuario Celestial.
El ritual simbólico fue instituido por Dios para que el hombre aprenda dónde y cómo es justificado y perdonado.
El ritual simbólico enseña que el hombre es justificado DIARIAMENTE en el Santuario Celestial. El hombres es perdonado DIARIAMENTE en el Santuario Celestial.
Hay quienes dicen que en la cruz Cristo justificó y perdonó a todos. Esto es completamente falso. Gracias al ritual simbólico podemos aprender que la muerte del cordero era un medio para que el Sacerdote pueda entrar al Santuario. Con la muerte del cordero no había ni aceptación ni perdón de pecados.
“Quemará Aarón incienso aromático, cada mañana y al atardecer” (Éxodo 30:7-8). El incienso simbolizaba la justicia/obediencia perfecta de Cristo (Ezequiel 20:41). Diariamente el sacerdote quemaba incienso en el Santuario. De igual manera, el sacerdote usaba aceite de oliva para aderezar las lámparas dentro del Santuario diariamente, dos veces al día, y el aceite era un símbolo del Espíritu Santo (Zacarías 4:2-3,6). Esto era para enseñar mediante símbolos que el hombre no recibe el bautismo del Espíritu Santo una vez y para siempre, sino que debía pedir y recibir el Espíritu Santo cada día (Salmos 51:10-11). Todo esto quiere decir que el trabajo de Cristo en el Santuario Celestial es lo que nos otorga el Espíritu Santo, a quienes por fe le siguen en su obra Sacerdotal Celestial.
De igual manera, diariamente (de ahí el nombre de Servicio Diario – Esdras 3:4-5), el pecador arrepentido traía el animal a sacrificar (la ofrenda) a la puerta del Santuario y colocando sus manos sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados; así en sentido figurado los trasladaba de su propia persona al cordero inocente. Con su propia mano mataba entonces al animal, y el sacerdote llevaba la sangre al Lugar Santo y la rociaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había violado (Levítico 4:1-20); con esa ceremonia y en un sentido simbólico, el pecado era trasladado al Santuario por medio de la sangre. En algunos casos no se llevaba la sangre al Lugar Santo; sino que el Sacerdote debía comer la carne, tal como Moisés ordenó a los hijos de Aarón, diciéndoles: “él os la dio a vosotros para cargar con la culpa de la congregación, a fin de hacer expiación por ella delante de Jehovah.” (Levítico 10:17); las dos ceremonias simbolizaban igualmente el traslado del pecado del hombre arrepentido al Santuario.
Si el pecador no podía llevar diariamente personalmente el Cordero al santuario terrenal, debía por fe seguir el trabajo del sacerdote desde dondequiera que se encontraba (1 Reyes 8:46-50). Tal como lo solía hacer Daniel, aún cuando estaban cautivos en Babilonia y tanto el santuario terrenal como la ciudad de Jerusalén estaban en ruinas (Daniel 6:10).
El ritual simbólico era sombra y figura de las cosas celestiales (Hebreos 8:5); ahora nosotros, debemos congregarnos al Santuario Celestial y seguir por fe el trabajo de Cristo nuestro Sumo Sacerdote Celestial (Hebreos 4:14) si es que queremos ser aceptados y perdonados en Cristo, y si queremos recibir el Espíritu Santo para que nos regenere y para que podamos ser no solo oidores, sino también hacedores de la Ley.
1 Juan 2:2 – “El es la expiación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
Cristo murió por todos los hombres, la propiciación fue hecha para toda la raza humana. Pero Cristo no aboga por todos, solo intercede por los que le siguen por fe a su trabajo en el Santuario Celestial.
Juan 17:9 –“Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque tuyos son.”
Cuando el profeta Daniel vio a Cristo en vestiduras sacerdotales describió su voz como “el estruendo de una multitud” (Daniel 10:5-6). Cristo, como Sumo Sacerdote, cuando habla, habla por la multitud de creyentes que por fe le siguen en su Ministerio Sacerdotal Celestial.
Hebreos 7:25 – “Por esto también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, puesto que vive para siempre para interceder por ellos.”
Solo por medio de Cristo podemos acercarnos a Dios. No hay otra manera de acercarse a Dios. Los otros medios que los hombres han puesto para acercarnos a Dios son para muerte segunda, no para vida eterna.
También es importante recalcar que el autor al decir que “hoy no existe el Santuario” simplemente esta confirmando algo que ya estaba escrito:
Daniel 8:11 – “Se engrandeció contra el Jefe del ejército. Por el fue quitado el sacrificio continuo, y el lugar de su santuario fue derribado.”
El “Jefe del ejército” es Cristo. Y Daniel predijo que el cuerno pequeño quitaría el “continuo” o Servicio Diario, y que echaría por tierra el Santuario.
El cuerno pequeño argumenta que ese anticristo mencionado en Daniel 8:11 fue un hombre y fue un hombre en el pasado: Antioco Epifanes. Pero esto no es bíblico (Antioco corresponde al periodo del Leopardo 331-165 aC, por tanto no encaja en el esquema de Daniel). En realidad el cuerno pequeño, el anticristo, es un gigantesco sistema de falsa religión que ha echado por tierra el Santuario Celestial y el Ministerio Sacerdotal de Cristo.
Pero el cuerno pequeño también argumenta que el anticristo es un hombre futuro, y que vendrá después de un “rapto,” pero estos son otros de los versículos “torcidos” de los que advierte el Apóstol Pedro.
Un estudio del libro de Daniel muestra claramente que el concepto del “rapto” no es bíblico, pero en este momento nos estamos enfocando en la Ley y el cuarto mandamiento. Un estudio completo del libro de Daniel (capítulo por capítulo y versículo por versículo) se puede encontrar en la siguiente dirección de internet: Daniel – Estudio del Capítulo 1
Es por el cumplimiento de la profecía de Daniel 8:11 que hay gente en tinieblas, como el autor del artículo, que citan versículos de Hebreos sin saber (ni comprender) de la existencia del Santuario Celestial ni del Sacerdocio de Cristo y que el Santuario Terrenal era sombra del Celestial. Y desconociendo la existencia del Santuario Celestial, no hay forma de que el ser humano sea justificado, perdonado y reciba el Espíritu Santo. Esto es justamente lo que le conviene al cuerno pequeño: que en lugar de haber frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23), hayan obras de la carne (Gálatas 5:19-21).
**Tanto en el segundo como en el quinto argumento, el autor usó los versículos de Hebreos 7:18-19 “A la verdad, el mandamiento anterior fue abrogado por ser ineficaz e inútil, porque la ley no perfeccionó nada. Sin embargo, se introduce una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios” para insinuar que los Diez Mandamientos fueron abrogados.
El contexto de Hebreos 7:18-19 es Hebreos 7:12. Es decir, si leemos unos versículos anteriores a los de :18-19 podemos entender de qué ley se está hablando: “Porque de haber cambio de sacerdocio, es necesario que también se haga cambio de ley.”
Hebreos 7:12-19 nos habla de la ley de sacerdocio que había en la ley ceremonial.
En el ritual simbólico, con su santuario terrenal y su sacerdocio terrenal, la ley ceremonial demandaba que el sacerdote debía venir de la descendencia de Aarón—de la orden de Aarón—quien fuera el hermano de Moisés (Números 3:10). Es decir, era una ley que el sacerdote sea descendiente de Aarón.
Jesús no fue descendiente de Aarón, es decir no era de la tribu de Leví. Jesús era descendiente de la tribu de Judá. Es por eso que fue necesario cambiar la ley de sacerdocio, para que Cristo pudiera ser Sacerdote en el Santuario Celestial.
Todo el capítulo 7 de Hebreos nos da a entender este punto:
Hebreos 7:11 – “Ahora bien, si fuera posible lograr la perfección por medio del sacerdocio levítico (porque bajo éste el pueblo ha recibido la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?”
La ley del sacerdocio fue abrogada por ineficaz, ya que la sangre de animales con las que el sacerdote terrenal según el orden de Aarón entraba al santuario terrenal no perfeccionó nada, era tan solo un símbolo, una sombra de lo porvenir. En cambio la sangre de Cristo con la cual Cristo se presenta en el Santuario Celestial es la sangre verdadera y real con la cual el hombre es perdonado.
Cristo es nuestro Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec “Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.” (Hebreos 7:17)
En el sacerdocio terrenal según el orden de Aarón un rey no podía ser sacerdote. En cambio en el sacerdocio según el orden de Melquisedec, se trataba de un sacerdote y un rey a la vez. Cristo es nuestro Sumo Sacerdote y Rey. Por esto fue necesario el cambio en la ley del sacerdocio.
Séptimo argumento:
El día de reposo en el Antiguo Testamento para los judíos, era un día donde se tenía que hacer la voluntad de Dios; santificándolo y honrándolo, el hombre piadoso se cuidaba en aquel día de no hacer su propia voluntad ni decir lo que le salía de sí, veamos cómo lo dice Isaías 58:13-14
Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.
Vemos con esto que era un día especial dedicado únicamente para Dios, no tenía que hacerse cosas no gratas ni hablar de sí mismo. La pregunta que hacemos ahora a los que insisten en guardar este día es ¿el resto de días de la semana pueden hacer cosas no gratas ante Dios? Estamos seguros que su respuesta es que no. Pues bien, no nos engañemos; así tiene que ser; los que hemos creído en Él, hemos entrado en su reposo, por lo tanto, estamos en Cristo y no debemos pecar. Por eso mismo, no debe existir distinción de días para hacer el bien.
Este es otro argumento bastante común: “los cristianos no deberían santificar sólo un día sino todos los días. Todos los días de la semana deberían ser dedicados a Dios.”
Para empezar, el cuarto mandamiento no manda a “hacer cosas agradables a Dios” en Sábado. El cuarto mandamiento manda a NO HACER TRABAJOS SECULARES EN SÁBADO.
Éxodo 20:9-10 “Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será sábado para Jehovah tu Dios. No harás en él obra alguna…”
Es decir, los profesos cristianos que dicen que “santifican todos los días a Dios,” deberían entonces DEJAR DE HACER TRABAJOS SECULARES TODOS LOS DÍAS DE LA SEMANA. No podrían ni trabajar, ni ir al colegio o a la universidad ningún día de la semana. Lo cual es ilógico y nunca fue tal el propósito del cuarto mandamiento.
Pero la mayor gravedad del asunto es que no entendemos que Aquel que santificó el Sábado fue Dios. ¿A quién quieren obedecer, a Dios o a los hombres? ¿Quieren obedecer el mandato de Dios o el mandato de su propia naturaleza pecaminosa, que por naturaleza aborrece la Ley de Dios?
No es el hombre el que elige qué día es santo, Dios es el que escoge, y Dios escogió el séptimo día—el Sábado. Es así de simple. Todo aquel que quiera obedecer a Dios que lo haga.
Y por cierto, es también triste que el autor no comprenda lo escrito en Isaías 58:13-14 – la bendición para todo aquel que santifique el Sábado “Si apartas tu pie por respeto al sábado, para no hacer tu capricho en mi día santo; si al sábado llamas delicia, consagrado a Jehovah y glorioso; y si lo honras, no haciendo tus propios caminos ni buscando tu propia conveniencia, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehovah. Yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer de la heredad de tu padre Jacob. Porque de la boca de Jehovah ha hablado.”
Los que nunca santificaron el Sábado, no saben de la bendición de la cual se pierden. Escrito está.
Mateo 12:36 – “Pero yo os digo que en el día del juicio los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hablen. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”
Como podemos ver, Dios no manda al hombre a que se cuide de decir palabras ociosas solamente en sábado. Si durante la semana no nos deleitamos en hablar de Dios, el sábado no será diferente. Las acciones repetidas forman los hábitos, los hábitos forman el carácter, y por el carácter se decide nuestro destino para el tiempo y la eternidad.
Octavo argumento:
3. No existe ni un sólo texto o porción de las Escrituras en el Nuevo Testamento, que es el pacto vigente para el pueblo de Dios, que enseñe o mande guardar el sábado. Al contrario, por ejemplo Colosenses 2:16-17 enseña que lo de la ley era sombra de lo que había de venir.
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Este texto es más que claro. Nos dice que la realidad, lo que en verdad importa, es Cristo. Ya no las sombras del Antiguo Testamento. Porque esas sombras todas tienen su cumplimiento en Cristo. Incluido en esto, por supuesto, los días de reposo. Es decir, el sábado. Porque sábado significa reposo o descanso.
Todos esos sábados semanales que el pueblo Hebreo tenía que dedicar a la adoración a Jehová, quedaron en la ley de Moisés. Algunos niegan esto, diciendo que únicamente había que guardar los sábados de las festividades judías. Que fueron solamente esos días de reposo los que han sido abolidos. Tratan de justificarlo con Ezequiel 20:12 que dice:
Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.
Pero ni aquí, ni en ninguna otra porción de las Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se hace esa distinción entre la abolición de los días de reposo de las festividades judías y del estatuto que estaba vigente, y, mucho menos, como para que la Iglesia tuviera que guardar de alguna manera el día de reposo.
Es claro el pasaje de Colosenses 2:14 dónde se dice que los días de fiesta, refiriéndose, naturalmente, a aquellas fiestas judías, entre otras: la pascua, el pentecostés, el día de la expiación, la fiesta de las trompetas, la de los tabernáculos, etc. Juntamente con las lunas nuevas, que eran días que se tocaban trompetas, que cesaba el trabajo y donde el tiempo era dedicado a la enseñanza religiosa. Al igual que los días de reposo, era todo ello la sombra de aquello que tenía que venir, esto es, Cristo.
El apóstol Pablo teme que su trabajo sea en vano con aquellas personas que siguen guardando fechas, celebraciones o días. Así lo manifiesta en Gálatas 4:9-11
Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.
“Por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” (Romanos 3:20) Pues “el pecado es infracción de la ley.” (1 Juan 3:4)
Mediante la ley los hombres son convencidos de pecado y deben sentirse como pecadores, expuestos a la ira de Dios, antes de que comprendan su necesidad de un Salvador. Satanás trabaja continuamente para disminuir en el concepto del hombre el atroz carácter del pecado. Y los que pisotean la ley de Dios están haciendo la obra del gran engañador, pues están rechazando la única regla por la cual pueden definir el pecado y hacerlo ver claramente en la conciencia del transgresor.
Pablo aprendió que no había poder en la ley para perdonar al transgresor de ella. “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado” (Romanos 3:20). “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:3-4).
La primera función de la Ley es la de convencer al hombre de pecado. Luego, la siguiente función de la Ley es la de presentarle la solución al problema del pecado: a Cristo.
En este octavo punto el autor argumenta que “no hay un solo texto que enseñe o mande a guardar el sábado en el Nuevo Testamento.”
Sin embargo:
Santiago 2:10 – “Porque cualquiera que guarda toda la ley pero ofende en un solo punto se ha hecho culpable de todo.”
Hebreos 4:9 – “Por tanto, queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios.”
Mateo 12:8 – “Porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado.”
Marcos 2:27 – “También les dijo: El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.”
Mateo 24:19 –“Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado.”
A Jesús los fariseos le acusaban de quebrantar el sábado, pues Jesús curaba a los enfermos y hacía milagros en sábado. Los fariseos se habían vuelto tan legalistas y habían creado un centenar de leyes prohibiendo hacer actividades en sábado. Pero Jesús vino a recordarles que santificar el Sábado no era una cuestión de legalismo fanático:
Juan 9:16 – “Entonces algunos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado.”
Marcos 3:4 – “Y a ellos les dijo: ¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer el mal? ¿Salvar la vida o matar? Pero ellos callaban.”
Mateo 12:11-12 – “Pero él les dijo: ¿Qué hombre hay entre vosotros que tenga ovejas, que si ésta cae en un pozo en sábado, no le echará mano y la sacará? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! De manera que es lícito hacer bien en sábado.”
Hay quienes usan los versículos en que los fariseos acusan a Jesús de violar el Sábado, para insinuar que Jesús violó el cuarto mandamiento y por tanto el cuarto mandamiento quedó anulado.
Analicemos que están enseñando tales personas: Si Jesús violó tan siquiera uno de los Mandamientos, entonces el ser humano no tendría esperanza alguna de salvación, pues la justificación depende de la obediencia perfecta y perpetua a TODA la Ley.
Obviamente es una gran mentira decir que Cristo no obedeció toda la Ley perfectamente:
Filipenses 2:8 – “se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”
Cristo obedeció la ley hasta su muerte en la cruz, obedeció todos los mandamientos, incluyendo el cuarto mandamiento.
Luego se argumenta que Colosenses 2:16 – “nadie juzgue en asuntos de comida o de bebida, o respecto a días de fiesta, lunas nuevas o sábados” se refiere al cuarto mandamiento y no solamente a las tres fiestas anuales (fiesta de panes sin levadura, fiesta del pentecostés, fiesta de las cabañas) y a los siete sábados ceremoniales (Levítico 23:24-39). El autor argumenta que todo esto incluyendo el cuarto mandamiento era “sombra y figura de aquello que había que venir que es Cristo.”
Yo quisiera que demuestre con algún argumento bíblico que el cuarto mandamiento era sombra y figura de Cristo.
Ya que con argumentos bíblicos sí se puede demostrar que las fiestas anuales y los siete sábados ceremoniales eran sombra y figura de un evento en lo porvenir, es decir, tenían un carácter profético.
Ya hablamos de cómo el ritual simbólico era sombra y figura del Santuario Celestial y del Ministerio Sacerdotal de Cristo, hablamos de cómo el incienso simbolizaba la justicia perfecta de Cristo, y de cómo el aceite para las lámparas simbolizaba el Espíritu Santo.
Luego también el cordero tenía dos funciones:
1.- Ofrenda: debía ser perfecto, sin defecto alguno (Éxodo 12:5; Levítico 9:3; Levítico 22:20). Pues simbolizaba la vida de obediencia perfecta y perpetua de Cristo. El Cordero era un sustituto en la vida. La vida manchada de pecado del hombre es sustituida por la vida sin mancha de pecado de Cristo.
2.- Sacrificio: debía morir, porque la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23). El Cordero era un sustituto y garante en la muerte. El hombre debe morir a causa de sus pecados, pero la muerte de Cristo sustituye la muerte del pecador. De igual manera, la deuda impagable del hombre pecador es pagada por Cristo quien fue el que pagó esa deuda impagable para el hombre al hacerse su garante.
Y sabemos que el cordero simbolizaba a Cristo (Juan 1:29).
Claramente el ritual simbólico era sombra y figura de lo celestial. Pero ahora veamos como las fiestas anuales y los sábados ceremoniales tenían su aspecto profético.
Había tres fiestas anuales en todo Israel para rendir culto en el santuario terrenal (Éxodo 23:14-17; Éxodo 34:23; Deuteronomio 16:16):
1) La fiesta de los panes sin levadura (Éxodo 23:15; Éxodo 34:18).
2) La fiesta de la Siega o Pentecostés (Éxodo 23:16; Éxodo 34:22).
3) La fiesta de las cabañas (Éxodo 23:16; Éxodo 32:22).
La Primera Pascua
La primera pascua se celebró cuando el pueblo de Israel se encontraba cautivo en Egipto. Dios suscitó a Moisés para que sea el instrumento humano en la liberación de su pueblo. A pesar de las amonestaciones de Moisés y de las plagas del Señor, el Faraón no quería dejarlos ir, entonces Dios dijo que enviaría una última plaga que iba a consistir en la muerte de todos los primogénitos tanto de seres humanos como de animales (Éxodo 1:13-14; Éxodo 2:10;Éxodo 3:4-17; Éxodo 4:22-23; Éxodo 5:1-2; Éxodo 7; Éxodo 8; Éxodo 9; Éxodo 11:1-6).
Para que los primogénitos de los israelitas se pudieran salvar de esta última plaga, debían sacrificar un cordero o cabrito sin defecto a la hora novena el 14 del mes primero (Abib o llamado también Nisan – Éxodo 13:4). Luego el padre y sacerdote de la casa debía recoger la sangre del cordero sacrificado y debía ponerla con un manojo de hisopo “en los dos postes y en el dintel de la casa en la que han de comer” (Éxodo 12:6-7, 22). De igual manera, el cordero o cabrito debía ser cocinado en fuego sin que se le quiebre ningún hueso (Éxodo 12:8-9, 46).
Aspecto simbólico de la Pascua
La pascua debía ser tanto conmemorativa como simbólica. No solo recordaría la liberación de Israel, sino que también señalaría la liberación más grande que Cristo habría de realizar para libertar a su pueblo de la servidumbre del pecado.
El cordero que se sacrificó el 14 de Abib a la hora novena, era un símbolo de Cristo (Juan 1:29). No bastaba que el cordero pascual fuese sacrificado; había que rociar con su sangre los postes de las puertas, así también no basta creer que Cristo murió en la Cruz, sino que también su sangre debe ser aplicada en nuestro registro personal en el cielo.
El hisopo para rociar la sangre, era un símbolo de la purificación (Salmos 51:7).
El cordero había de ser preparado sin quebrantar ningún hueso, como profecía de que ningún hueso de Cristo sería quebrantado (Juan 19:36).
El cordero pascual debía ser sacrificado en el lugar que Dios había escogido para que habite su nombre (Deuteronomio 16:2-6), y ese lugar fue primero Silo y después Jerusalén; porque en ese lugar estaba el santuario terrenal, y en el santuario terrenal estaba la Ley que tenía su nombre. El cordero pascual no debía ser sacrificado en ninguna otra ciudad (Deuteronomio 16:5).
El 14 de Abib era un día de trabajo y preparación, los israelitas sacrificaban al Cordero, lo asaban, preparaban los panes sin levadura, buscaban las hierbas amargas y terminaban toda actividad antes de la puesta del sol. Era la víspera de la fiesta de los panes sin levadura.
La pascua se cumplió a cabalidad con la muerte de Cristo, que fue crucificado el 14 de Abib del año 31dC a la hora novena, a la hora y fecha exacta en que el cordero pascual era sacrificado desde la primera pascua en Egipto.
Fiesta de los Panes Sin Levadura y Primer y Segundo Sábados Ceremoniales
A la pascua le seguía la fiesta de los panes sin levadura o Azimos (Éxodo 23:15). Esa fiesta duraba 7 días que iban desde el 15 al 21 del mes primero o Abib (Levítico 23:6-8; Éxodo 12:16-17; Éxodo 34:18). El único lugar autorizado por Dios para celebrar la fiesta era el santuario terrenal (Deuteronomio 16:2,6,7,16). En esa fiesta, como su nombre lo indica, la levadura debía desaparecer por orden de Dios durante los días que duraba la fiesta (Éxodo 12:15,18).
Esta fiesta, con su día de preparación que era la pascua, era sombra y figura de la obra de Cristo en esta tierra (Colosenses 2:16, 17), era el Evangelio en símbolos.
En la fiesta de los panes sin levadura, el primer día de la fiesta era el 15 de Abib y el séptimo día de la fiesta era el 21 de Abib eran santas convocaciones (Éxodo 12:16; Levítico 23:6-8). Esas santas convocaciones eran los sábados ceremoniales, en los cuales no se hacía ningún trabajo de orden secular. Esos sábados ceremoniales son los que están mencionados en Colosenses 2:16, Isaías 1:13, Oseas 2:11, 2 Crónicas 8:13, y tuvieron una fecha y mes ordenados por Dios; esos sábados ceremoniales fueron una sombra de la obra de Cristo (Colosenses 2:16-17).
La fiesta de los panes sin levadura, con su día de preparación que fue el 14 de Abib, la pascua y sus sábados ceremoniales, debían los israelitas seguirla hasta que el símbolo se cumpliera con la realidad de la muerte de Cristo, y cuando dijo en la cruz “Consumado es”: la Pascua, la fiesta de los panes sin levadura, el primero y el segundo sábados ceremoniales llegaron a su fin.
Dios dijo “Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus lunas nuevas y sus sábados y todas sus festividades” (Oseas 2:11). Eso llegó a su fin el 14 de Abib del año 31 de la era cristiana.
El sábado del cuarto mandamiento, es un MANDAMIENTO, no una fiesta o festividad. Tanto el sábado del cuarto mandamiento como los demás mandamientos, no tienen ningún simbolismo para ser sombra y figura de la obra de Cristo en la tierra.
El sábado del cuarto mandamiento no tiene fecha específica, en cambio los sábados ceremoniales tenían fechas específicas cada año en el calendario judío.
Para que no quede ninguna duda respecto a este tema, seguiremos estudiando los sábados ceremoniales:
15 de Abib – Primer Sábado Ceremonial
En su aspecto conmemorativo les recordó a los israelitas que:
1.- A la medianoche de un 15 de Abib los primogénitos israelitas fueron librados de la muerte en Egipto porque hubo un sacrificio expiatorio: el cordero pascual – que era un símbolo de Cristo.
2.- A la medianoche del 15 de Abib el pueblo de Israel fue libertado de la esclavitud egipcia y desde esa fecha los israelitas pasaron a ser una nación independiente y por eso esa fecha fue conmemorada (Éxodo 12:14). En esa fecha ellos no trabajaron (Levítico 23:6-7).
En su aspecto simbólico ese primer sábado ceremonial anunció el descanso que Cristo tuvo en la tumba después que terminó su obra en esta tierra (Lucas 23:50-56).
16 de Abib – Primicia De Las Gavillas
Esa fecha los israelitas presentaron la primicia de las gavillas que fue un símbolo que anunció la Resurrección de Cristo, la gavilla debía ser mecida y presentada ante Dios el 16 de Abib y con eso se anunció la Ascensión que Cristo hizo al cielo, la mañana de la Resurrección y su retorno a la tierra, en ese mismo día.
Durante más de mil años los israelitas anunciaron simbólicamente la Resurrección de Cristo al presentar las primicias de las gavillas en una fecha y mes específico. Esa fecha caía en cualquier día de la semana.
Los israelitas presentaron su gavilla una sola vez al año, no cuando ellos quisieron o pudieron, sino el 16 de Abib, que fue la fecha que DIOS ORDENÓ. Tampoco fue en el lugar que ellos quisieron, sino en el santuario terrenal (Levítico 23:11).
21 de Abib – Segundo Sábado Ceremonial
En esa fecha los israelitas no hicieron ningún trabajo de orden secular (Éxodo 12:16; Levítico 23:8). Con esa fecha finalizó la primera fiesta del año.
Segunda Fiesta de la Siega o De Las Semanas o Pentecostés y Tercer Sábado Ceremonial
La fiesta del pentecostés duraba un solo día, se celebraba en el día 5 del mes tercero o Siván (Levítico 23:15-16; Ester 8:9), y el único lugar donde se celebró fue en el santuario terrenal. El 5 del mes tercero fue el tercer sábado ceremonial del año (Levítico 23:21). Tanto la fiesta como el tercer sábado ceremonial fueron sombra y figura de lo porvenir que es Cristo (Colosenses 2:16-17).
Fue Cristo quien ordenó a los israelitas que celebren esa fiesta y Él mismo puso fin a lo que Él mismo hubo instituido (Oseas 2:11; Colosenses 2:16-17).
En esa fiesta los israelitas llevaban al santuario dos panes con levadura, elaborado del grano nuevo (Levítico 23:17). Los panes eran ofrecidos al Señor en el lugar y fecha establecidos por Dios, el 5 del mes tercero o 50 días después de presentar la primicia de las gavillas y una sola vez al año.
En esa fiesta la levadura era un símbolo del Espíritu Santo (Mateo 13:33; Lucas 13:21).
La segunda fiesta y tercer sábado ceremonial eran una figura de:
1.- El inicio del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo en el Santuario Celestial.
2.- El derramamiento del Espíritu Santo, por eso toda vez que los israelitas presentaban sus dos panes con levadura, anunciaron simbólicamente el derramamiento del pentecostés en una fecha y mes determinados proféticamente (Hechos 2:1-4).
Primero del mes séptimo, Cuarto Sábado Ceremonial – Toque de Trompetas
El toque de trompetas el primero del mes séptimo o Etanim (1 Reyes 8:2; Levítico 23:24) era un anuncio de que el día del juicio típico o Servicio Anual estaba llegando, y ese sonido de la trompeta, era una invitación a examinarse para no ser hallados faltos en el día del juicio típico.
Ese cuarto sábado ceremonial con su toque de trompetas eran un símbolo de las señales que debían ocurrir como anuncio del día del Juicio Antitípico.
Este cuarto sábado ceremonial, tanto como el primero, segundo y tercero fueron los que eran símbolo y figura de la obra de Cristo y llegaron a ser abominables como dijo Isaías porque fueron pervertidos al perder de vista a lo que señalaban y los israelitas pasaron a confiar en el rito mismo (Oseas 2:11; Isaías 1:13-14).
10 del Mes Séptimo – Quinto Sábado Ceremonial – Día de Juicio
El 10 del mes séptimo del calendario bíblico religioso era el quinto sábado ceremonial del año y era también una santa convocación solemnísima (Levítico 23:27).
Esta fecha no era una fiesta porque en esa fecha y mes era el día del juicio o día en que las vidas de los israelitas eran examinadas por Dios y sus casos se decidían para vida o muerte simbólicamente (Levítico 23:29).
Se debían congregar en el santuario terrenal (Joel 1:14; Joel 2:1).
Era la única fecha del año que ayunaban por orden de Dios (Levítico 23:27,29).
En esa fecha no debían trabajar, el que trabajaba era cortado (Levítico 23:30-31).
En el 10 del mes séptimo en el santuario terrenal ocurría lo siguiente:
1.- Cambio de ministerio.- terminaba el trabajo del sacerdote, terminaba el Servicio Diario o Continuo (Levítico 16:17) y empezaba el trabajo del sumo sacerdote, empezaba el Servicio Anual o Día de Juicio (Levítico 16:2).
2.- Cambio de departamento.- terminaba el trabajo del primer departamento—el lugar santo—y empezaba el trabajo del segundo departamento—el lugar santísimo (Levítico 16:2, 12-15).
3.- En esa fecha el sumo sacerdote trabajaba a favor del pueblo haciendo:
1) expiación o borramiento del pecado previamente perdonado simbólicamente (Levítico 16:15-16).
2) después de la expiación el sumo sacerdote salía del santuario cargado con los pecados del pueblo y los transfería figurativamente de él al macho cabrío emisario, para luego enviarlo a tierra desierta e inhabitada (Levítico 16:3,20-22).
Para terminar el día del Servicio Anual el sumo sacerdote hacía la reconciliación del pueblo con Dios (Levítico 16:24,30). Así el pueblo quedaba expiado y reconciliado con Dios simbólicamente.
El Servicio Anual o día del Juicio típico que se realizaba el 10 del mes séptimo era sombra del día del Juicio Antitípico (Hebreos 10:1-4).
Ese “cambió de ministerio” – de sacerdote terrenal a sumo sacerdote terrenal, y ese “cambio de departamento” – de lugar santo al lugar santísimo, del santuario terrenal, en el 10 del mes séptimo, fueron sombra y figura al cambio de ministerio y cambio de departamento que habían de ocurrir en el Santuario Celestial al fin de las 2,300 tardes y mañanas predichas en Daniel 8:14 – “Hasta 2,300 tardes y mañanas. Luego el santuario será purificado.”
Un estudio completo del libro de Daniel (Daniel – Estudio del Capítulo 9) demuestra que tal acontecimiento ocurrió en 1844, cuando se dio inicio al Juicio Investigador.
Tercera Fiesta de la Cosecha o Cabañas o Tabernáculos o Recolección y Sexto y Séptimo Sábado Ceremoniales
En el mes séptimo del 15 al 22 se celebraba la fiesta de las cabañas o fiesta de la cosecha (Éxodo 23:16; Deuteronomio 16:13-15). Esa fiesta fue ante todo una ocasión de regocijo. Se celebraba 5 días después del gran día de la expiación, en el cual se había dado la seguridad de que no sería ya recordada la iniquidad del pueblo, éste, ahora reconciliado con Dios, se presentaba ante Él, para reconocer su bondad y alabar su misericordia.
Esta era otra fiesta que, como las demás fiestas ceremoniales, era sombra y figura de lo porvenir, de la obra de Cristo (Colosenses 2:16-17); y como las demás fiestas ceremoniales llegó a su fin cuando Cristo expiró en la cruz.
Es por esto que el Apóstol Pablo nos dice que hemos quedado libres del deber de observar esas fiestas y esos sábados ceremoniales.
Pero el Apóstol Pablo no dice que con la muerte de Cristo hemos quedado libres del deber de obedecer el cuarto mandamiento de la ley de Dios que nos ordena descansar de nuestras actividades seculares en el séptimo día de la semana que es el sábado semanal. Al contrario, Pablo dice al hablar del decálogo que “La ley a la verdad es santa y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12).
El Apóstol Pablo también llegó a la convicción de ser pecador no por la ley ceremonial, sino por el Decálogo, la Ley de los 10 Mandamientos, por eso dijo “¿Qué pues diremos? ¿La Ley es pecado? En ninguna manera; pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia si la ley no dijera no codiciarás” (Romanos 7:7).
De manera que cuando Cristo expiró en la cruz, llegó a su fin los sábados ceremoniales y no el cuarto mandamiento de la Santa Ley de Dios.
La fiesta de las cabañas tuvo tres aspectos que son:
1.- Conmemorativo.- Era una fiesta que conmemoraba la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto (Levítico 23:43); por ello los israelitas hacían cabañas con ramas de árboles (Levítico 23:40). En esas cabañas vivieron todo el tiempo que duró la fiesta (Levítico 23:42).
2.- Gratitud.- Era una fiesta de agradecimiento y regocijo porque:
1) en el 10 del mes séptimo había habido expiación de los pecados simbólicamente y el pueblo se había reconciliado con Dios simbólicamente,
2) Dios les había bendecido abundantemente en los productos de la huerta, del olivar, del viñedo y por la mies abundante recogida en los graneros, los frutos, el aceite y el vino (Levítico 23:38).
3.- Aspecto Simbólico.- En su aspecto profético esta apuntando:
1) A la obra que Cristo hará cuando salga del Santuario Celestial: la Cosecha Final, unos para el granero Celestial (Apocalipsis 14:15; Mateo 13:30) y otros para ser vendimiados y echados en el lagar de la ira de Dios (Apocalipsis 14:16-20) y atados en manojos para ser quemados (Mateo 13:30).
2) Al Segundo Advenimiento de Cristo y cuando Él venga, al viaje que tendrán los redimidos juntamente con Cristo, de esta tierra al cielo (1 Tesalonicenses 4:17).
15 del Mes Séptimo, Sexto Sábado Ceremonial
El 15 del mes séptimo era otra santa convocación y el primer día de la tercera fiesta del año (Levítico 23:35). Otro sábado ceremonial en el que no se hacía ningún tipo de actividad común y que era sombra de lo porvenir (Colosenses 2:16-17).
22 del Mes Séptimo, Séptimo y Último Sábado Ceremonial del Año
El 22 del mes séptimo fue el octavo día de la fiesta y también era una santa convocación (Levítico 23:36).
Todos eso sábados ceremoniales en Levítico 23:39 no son el cuarto mandamiento de la ley de Dios porque el texto dice “El primer día será sábado” (Levítico 23:39); aquí se refiere al primer día de la fiesta que era el 15 del mes séptimo, y continua diciendo “Sábado será también el octavo día,” es el octavo día de la fiesta de las cabañas y es el séptimo sábado ceremonial del año.
Hasta aquí hemos visto que Levítico 23:39 no se refiere al cuarto mandamiento del Decálogo. Los contextos de Levítico 23:39 son Levítico 23:34-36 donde se ordena no trabajar en fechas y meses establecidos por Dios mismo—fechas inamovibles. En cambio el cuarto mandamiento del Decálogo ordena no trabajar cada séptimo día de la semana y cada séptimo día de la semana tiene una fecha diferente.
En el cuarto mandamiento del Decálogo tiene importancia el número del día de la semana—el séptimo, y en Levítico 23:39 tuvo importancia la fecha, el mes y no los días de la semana; lo mismo se aplica al primero, segundo, tercero, cuarto, quinto, sexto y séptimo sábados ceremoniales.
Las tres fiestas anuales y los siete sábados ceremoniales fueron ritos del pacto antiguo o primer pacto y ese pacto llegó a su fin con la muerte de Cristo (Hebreos 8:13).
El Santuario terrenal y sus servicios sólo estuvieron en vigencia o tuvieron su validez hasta que Cristo con su último aliento dijo: “consumado es” (Juan 19:30), y cuando Cristo dijo esto, el velo del templo terrenal se rompió por la mitad (Lucas 23:45). Con este suceso Dios estaba diciendo a la humanidad que terminaron los sacrificios de animales, ofrendas por el pecado, ministerio sacerdotal terrenal, fiestas solemnes y sábados ceremoniales; porque ya el Verdadero Cordero se había presentado en sacrificio (1 Pedro 1:18-19), por el pecado de toda la raza humana y con ese evento, entró en funcionamiento el Verdadero Santuario Celestial y su Ministerio Sacerdotal Celestial (Hebreos 4:14). Por tanto el verdadero lugar donde el hombre caído en el pecado, AHORA es justificado, perdonado, y donde sus pecados previamente perdonados serán borrados en el día del juicio, es en el Santuario Celestial que no está en esta tierra, sino fuera de este planeta, en el cielo (Hebreos 8:12; Apocalipsis 4:1-2).
En el tiempo de la iglesia primitiva, hubieron muchos judíos que profesaban creer en Cristo, pero sin embargo seguían practicando los ritos simbólicos y celebrando la Pascua y demás fiestas ceremoniales.
Es sobre esos profesos cristianos de los cuales Pablo dice: “¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.”
Incluso hoy en día hay iglesias protestantes, como por ejemplo la “World Mission Society Church of God,” que tienen como doctrinas de salvación las ceremonias de la ley ceremonial y celebran la Pascua, la fiesta de los panes sin levadura, fiesta de los tabernáculos, etc. ES A ESTOS PROFESOS CRISTIANOS que SIGUEN CON LAS CEREMONIAS a los cuales Pablo dice “he trabajado en vano con vosotros.”
Pareciera algo leve celebrar, por ejemplo, la Pascua. Pero analicemos: si la Pascua era una ceremonia que apuntaba a la hora y fecha exacta de la muerte de Cristo, al celebrarla, que estaríamos haciendo? Estaríamos negando que Cristo ya vino a la tierra y murió en la cruz.
El servicio simbólico y las ceremonias relacionadas con él se abolieron en la cruz. La sombra terminó al aparecer la realidad. NO LA LEY DE DIOS QUE ES ETERNA
Noveno argumento:
4. Para aquellos que insisten en defender este mandamiento de la ley de guardar el día de reposo, justificándolo con que la Iglesia debe cumplir los diez mandamientos, porque es el Israel espiritual; debemos decir que no hay porción en las Escrituras que afirme o confirme tal postura. Es por eso mismo, que no podemos ignorar la existencia de dos testamentos en las Escrituras ¿Es que acaso es difícil entender que el antiguo Pacto o Testamento es para Israel en la ley y solamente hasta Cristo, y el nuevo Pacto o Testamento es para la Iglesia en la gracia?
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. (Efesios 2:14-19)
Debido a ello, es que los apóstoles se declaran ministros del nuevo pacto. Claramente vemos esto en 2 Corintios 3:6-17
El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; y NO como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido. Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Gálatas 3:23-28 dice:
Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya NO estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
Gálatas 5:4
De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
Romanos 10:4 dice:
Porque el FIN de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
En este argumento vuelve a usar unos versículos, en esta ocasión del libro de Efesios, para argumentar que la ley moral es la que fue abolida en Cristo en lugar de la ley ceremonial. En el octavo argumento hicimos un extenso análisis demostrando que la ley ceremonial, el ritual simbólico, las fiestas y sábados ceremoniales fueron sombra y figura de la obra de Cristo y que llegaron a su fin en la cruz. Y en el primer argumento hicimos un extenso análisis demostrando que la Ley de Dios es eterna.
Pero en este noveno argumento se agrega que “los que insisten en defender este mandamiento… justificándolo con que la Iglesia es el Israel Espiritual.. debemos decir que no hay porción de las Escrituras que afirme o confirme tal postura…”
En otras palabras, se esta alegando que no hay concepto de Israel Espiritual en las Sagradas Escrituras. Sin embargo:
Gálatas 3:28-29 – “Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y ya que sois de Cristo, ciertamente sois descendencia de Abraham, herederos conforme a la promesa.”
Claramente, el Apóstol Pablo explica que si sois de Cristo, sois linaje de Abraham. No descendencia por sangre, pero descendencia de un modo espiritual.
Romanos 9:3-8 – “porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne. Ellos son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas. De ellos son los patriarcas; y de ellos según la carne proviene el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. No es que haya fallado la palabra de Dios; porque no todos los nacidos de Israel son de Israel, ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos, sino que en Isaac será llamada tu descendencia. Esto quiere decir que no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios; más bien, los hijos de la promesa son contados como descendencia.”
Esto quiere decir que un israelita, un judío de sangre, así sea descendiente del mismo Jacob por sangre, si no cree en Cristo, para Dios ese hombre no es israelita porque no aceptó a Cristo.
El hombre que acepta a Cristo es el verdadero israelita, y ese verdadero israelita tiene que aceptar la Ley de Dios.
Tito 1:4 – “a Tito, verdadero hijo según la fe que nos es común.” Tito es un verdadero israelita por esa fe en Cristo Jesús.
Jesús, como hombre, es nuestro Salvador. Pero Jesús, como Dios y como Rey, tiene una Ley con la cual gobierna a sus súbditos. El que no acepta la Ley no tiene ninguna esperanza de salvarse. Pues la Ley es la que convence de pecado, es el ayo que nos lleva a Cristo.
Luego el autor argumenta que todo los que defendemos la Ley “tenemos el velo de Moisés puesto sobre nuestro corazón” pero que “cuando nos convirtamos al Señor el velo se quitará, porque el Señor es el Espíritu.”
Sin embargo es el autor quien tiene un velo sobre sus ojos que no le deja ver que el ritual simbólico llegó a su fin en la cruz, como ya fue explicado ampliamente en el octavo argumento. El autor tampoco comprende que cuando Pablo habla en 2 Corintios de que los apóstoles fueron “ministros del nuevo pacto” es porque el nuevo pacto es del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo en el Santuario Celestial. Pero como el autor argumenta erróneamente que no existe santuario ni sacerdocio en su sexto argumento, es obvio que no hay forma que entienda los versículos de 2 Corintios 3:6-17.
Lamentablemente son muchos los que se sienten confiados en su “riqueza espiritual” y no pueden ver su verdadera condición, la ceguera y pobreza espiritual.
Apocalipsis 3:17 – “Ya que tú dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no tengo ninguna necesidad,’ y no sabes que tú eres desgraciado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
Finalmente el autor nos da varios versículos que hablan sobre la justificación.
Efectivamente el hombre es justificado por la fe (Romanos 3:28; Romanos 4:3), no por las obras de la Ley. Ser justificado significa ser DECLARADO justo, no significa ser HECHO justo.
El hombre es justificado por una justicia ajena, la de Cristo.
Pero ser justificado por la fe no implica que la Ley no este en vigencia (Santiago 2:10-26), al contrario nos demuestra la vigencia de la Ley, porque es la Ley la que demanda la obediencia perfecta. Si no existiera la demanda de la Ley no habría necesidad de Cristo ni su justicia perfecta.
Romanos 3:31 – “Luego, ¿invalidamos la ley por la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley.”
Hay muchos profesos cristianos que se aferran a la justificación por la fe para abolir la Ley, sin embargo se olvidan de la santificación.
1 Pedro 1:15-16 –“Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra manera de vivir. Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”
El Apóstol Pedro escribe “Porque escrito está.” ¿Y dónde está escrito?
Levítico 20:7 – “Santificaos, pues, y sed santos, porque yo, Jehovah, soy vuestro Dios.”
Lo que el Apóstol Pedro escribe está escrito en Levítico, la Ley del Antiguo Testamento que según el autor y muchos que opinan de igual manera: “desapareció” en el Nuevo Testamento.
La santificación es el resultado de haber sido declarados justos en el Santuario Celestial, es un fruto de la aceptación.
Filipenses 2:13-14 – “porque Dios es el que (1) produce en vosotros tanto el querer como el hacer, para cumplir su buena voluntad/ (2) Hacedlo todo sin murmuraciones y contiendas…”
Santificación = (1) Espíritu Santo + (2) Esfuerzo Humano.
La santificación empieza con el Espíritu Santo sembrando en nosotros “tanto el querer como el hacer.” Al haber sido aceptados por la fe nos es dado el Espíritu Santo como agente regenerador para que podamos obedecer la Ley. Pero la santificación implica también el esfuerzo humano, por eso en Filipenses 2:14 la segunda parte dice “hacedlo todo.” Nosotros no vamos a hacer la parte que le corresponde al Espíritu Santo, ni el Espíritu Santo va a hacer la parte que nos corresponde a nosotros.
Somos nosotros los que abandonaremos la práctica del pecado y obedeceremos la Ley, para mantener el perdón y la aceptación que nos fueron otorgados en Cristo.
Y tanto la justificación como la santificación ocurren diariamente, por ello era que, como vimos al estudiar las fiestas y sábados ceremoniales, existía el SERVICIO DIARIO.
Diariamente el israelita era justificado y sus pecados perdonados con el incienso y con la sangre del Cordero.
Muchos afirman que todo fue clavado en la cruz. Sin embargo el ritual simbólico nos enseña que ningún pecado era perdonado cuando se sacrificaba al cordero. Ni los Diez Mandamientos, ni los pecados llegaban a su fin una vez y para siempre cuando moría el cordero.
Anteriormente vimos como en Juan 8:11 Jesús perdonó los pecados de la mujer adúltera, pero bajo una condición “Vete y desde ahora no peques más.”
La mujer fue justificada, perdonada por Cristo. Pero ahí no terminó todo. Tenía que abandonar la práctica del pecado, lo que implica de ahí en adelante obedecer el mandamiento que dice “No cometerás adulterio.” A la mujer le faltaba todavía desarrollar la obediencia—la santificación.
Décimo argumento:
5. En Cristo estamos reposando todos los días. Así lo afirma Hebreos 4:3
“Pero los que hemos creído entramos en el reposo”.
Hebreos 4:10-11 dice:
Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.
Aquí el autor intencionalmente salta el verso 9, que aclara “Por tanto, queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios.”
Hay que leer todo el capítulo para no manipular versículos, contexto con su respectivo texto y entender también que el reposo que aquí se menciona es el reposo de la gracia que se obtiene siguiendo la prescripción “Trabaja diligentemente.” Los que aprenden de Jesús su humildad y mansedumbre, encuentran reposo en la experiencia de practicar las lecciones de Cristo.
No se obtiene reposo en la indolencia, el egoísmo y la búsqueda de placeres. Los que no están dispuestos a dar al Señor un servicio fiel, ferviente y amante, no encontrarán reposo espiritual ni en esta vida ni en la venidera.
El trabajo diligentemente es lo único que produce paz y gozo en el Espíritu Santo: felicidad en esta tierra y gloria en el más allá.
El que quiera heredar el reposo perdurable prometido a los hijos de Dios, tiene que llegar a ser colaborador con Dios. El verdadero cristiano es elegido para llevar el yugo de Cristo, vale decir, llevar su carga, cargar su cruz.
Escrudiñad las Escrituras y veréis que no se elige a ningún hijo o hija de Adán para que sea salvo si desobedece la ley de Dios. El mundo invalida la ley de Dios; empero los cristianos son elegidos para santificación mediante obediencia a la verdad. Son elegidos para que lleven la cruz si quieren ceñir la corona.
Mateo 7:16-23 – “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así también, todo árbol sano da buenos frutos, pero el árbol podrido da malos frutos. El árbol sano no puede dar malos frutos, ni tampoco puede el árbol podrido dar buenos frutos. Todo árbol que no lleva buen fruto es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?’ Entonces yo les declararé: ‘Nunca os he conocido. ¡Apartaos de mí, obradores de maldad!’”
1 Juan 2:17 – “Y el mundo está pasando, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
Hacer la voluntad de Dios es cumplir sus mandamientos, Salmos 40:8 – “El hacer tu voluntad, oh Dios mío, me ha agradado; y tu ley está en medio de mi corazón.”
Quisiera agregar unas palabras del reformador inglés John Wesley (1703-1791):
“Cada árbol se conoce por su fruto”, y así se conoce al cristiano perfecto. El se agrada en guardar no solamente una parte o la mayoría de la ley, sino toda la ley sin ofender en un punto. Con respecto a todos los mandamientos, él tiene “una conciencia sin ofensa para con Dios y los hombres” (Hechos 24:16 V. M.). El evita todo cuanto Dios ha prohibido, y hace todo lo que El ordena. Sigue la senda de sus mandamientos, ya que Dios ha libertado así su corazón. El hacerlo así es su gloria y alegría; su corona diaria de regocijo es hacer la voluntad de Dios, “como en el cielo, así también en la tierra.”
El guarda todos los mandamientos de Dios, y esto con todas sus fuerzas, pues su obediencia es en proporción a su amor. Y por consiguiente, amando a Dios de todo su corazón, le sirve con toda su fuerza, continuamente presentando su alma y cuerpo “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Romanos 12:1), completamente y sin reserva dedicándose con todo cuanto tiene y es, a su gloria. Todos los talentos que posee, los emplea constantemente según la voluntad de su Maestro, incluso cada facultad de su alma, y cada miembro de su cuerpo.
En contestación al aserto de que a la muerte de Cristo quedaron abolidos los preceptos del Decálogo juntamente con los de la ley ceremonial, decía Wesley:
La ley moral contenida en los Diez Mandamientos y sancionada por los profetas, Cristo no la abolió. Al venir al mundo, no se propuso suprimir parte alguna de ella. Esta es una ley que jamás puede ser abolida, pues permanece firme como fiel testigo en los cielos […]. Existía desde el principio del mundo, habiendo sido escrita no en tablas de piedra sino en el corazón de todos los hijos de los hombres al salir de manos del Creador. Y no obstante estar ahora borradas en gran manera por el pecado las letras tiempo atrás escritas por el dedo de Dios, no pueden serlo del todo mientras tengamos conciencia alguna del bien y del mal.
Cada parte de esta ley ha de seguir en vigor para toda la humanidad y por todos los siglos; porque no depende de ninguna consideración de tiempo ni de lugar ni de ninguna otra circunstancia sujeta a alteración, sino que depende de la naturaleza de Dios mismo, de la del hombre y de la invariable relación que existe entre uno y otro.
“No he venido para abrogar, sino a cumplir.’ […] Sin duda quiere [el Señor] dar a entender en este pasaje—según se colige por el contexto—que vino a establecerla en su plenitud a despecho de cómo puedan interpretarla los hombres; que vino a aclarar plenamente lo que en ella pudiera haber de oscuro; vino para poner de manifiesto la verdad y la importancia de cada una de sus partes; para demostrar su longitud y su anchura, y la medida exacta de cada mandamiento que la ley contiene y al mismo tiempo la altura y la profundidad, la inapreciable pureza y la espiritualidad de ella en todas sus secciones. (Wesley, sermón 25)
Wesley demostró la perfecta armonía que existe entre la ley y el evangelio:
Existe, pues, entre la ley y el evangelio la relación más estrecha que se pueda concebir. Por una parte, la ley nos abre continuamente paso hacia el evangelio y nos lo señala; y por otra, el evangelio nos lleva constantemente a un cumplimiento exacto de la ley. La ley, por ejemplo, nos exige que amemos a Dios y a nuestro prójimo, y que seamos mansos, humildes y santos. Nos sentimos incapaces de estas cosas y aun más, sabemos que ‘a los hombres esto es imposible;’ pero vemos una promesa de Dios de darnos ese amor y de hacernos humildes, mansos y santos; nos acogemos a este evangelio y a estas alegres nuevas; se nos da conforme a nuestra fe; y la ‘justicia de la ley se cumple en nosotros’ por medio de la fe que es en Cristo Jesús […].
Entre los más acérrimos enemigos del evangelio de Cristo, se encuentran aquellos que ‘juzgan la ley’ misma abierta y explícitamente y ‘hablan mal de ella;’ que enseñan a los hombres a quebrantar (a disolver, o anular la obligación que impone) no solo uno de los mandamientos de la ley, ya sea el menor o el mayor, sino todos ellos de una vez […]. La más sorprendente de todas las circunstancias que acompañan a este terrible engaño, consiste en que los que se entregan a él creen que realmente honran a Cristo cuando anulan su ley, y que ensalzan su carácter mientras destruyen su doctrina. Sí le honran como le honró Judas cuando le dijo: ‘Salve, Maestro. Y le besó.’ Y él podría decir también a cada uno de ellos: ‘¿Con beso entregas al Hijo del hombre?’ No es otra cosa que entregarle con un beso hablar de su sangre y despojarle al mismo tiempo de su corona; despreciar una parte de sus preceptos, con el pretexto de hacer progresar su evangelio. Y en verdad nadie puede eludir el cargo, si predica la fe de una manera que directa o indirectamente haga caso omiso de algún aspecto de la obediencia: si predica a Cristo de un modo que anule o debilite en algo el más pequeño de los mandamientos de Dios (ibíd., sermón 35).
Y a los que insistían en que “la predicación del evangelio satisface todas las exigencias de la ley,” Wesley replicaba:
Lo negamos rotundamente. No satisface ni siquiera el primer fin de la ley que es convencer a los hombres de su pecado, despertar a los hombres de su pecado, despertar a los que duermen aún al borde del infierno. Como lo dijo nuestro Señor, ‘los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.’ Es por lo tanto absurdo ofrecerle médico al que está sano o que cuando menos cree estarlo. Primeramente tenéis que convencerle de que está enfermo; de otro modo no os agradecerá la molestia que por él os dais. Es igualmente absurdo ofrecer a Cristo a aquellos cuyo corazón no ha sido quebrantado todavía (ibíd.).
Los reformadores que surgieron de Europa: los valdenses (Italia), Wyclef (Inglaterra), Hus (Checoslovaquia/Praga), Lutero (Alemania), Zuinglio (Suiza), Wesley (Inglaterra), etc., surgieron para quitarle el poder religioso al cuerno pequeño, como estaba predicho en el libro de Daniel. El Sacro Imperio Romano, con su sede en la Iglesia Católica Romana, había sumergido a la tierra en un mundo de tinieblas espirituales, doctrinas y tradiciones de hombres, habían prohibido la Biblia y habían pervertido la justificación por la fe en justificación por obras.
Fue por ello que Dios suscitó a los reformadores, de entre todas las clases sociales, de entre todos los países de Europa, para sacar al mundo de estas tinieblas espirituales. Dios no les dio toda la luz, todo el conocimiento de su Palabra; pero les dio luz suficiente para que puedan ir rescatando, de a poco, la verdad de la Palabra de Dios. También fueron los reformadores quienes tradujeron la Biblia para que esté disponible en el idioma nativo de toda la gente, lo que desencadenó la ira de Roma, la Inquisición contra los “herejes.”
La Iglesia Protestante surge de la unión de hombres determinados a defender la infalible autoridad de las Sagradas Escrituras como regla de fe y conducta. Negaban a los papas, concilios, patriarcas y reyes el derecho de dirigir la conciencia en materia de religión. La Biblia era su autoridad, y por sus enseñanzas ponían a prueba toda doctrina y afirmación.
Estos líderes protestantes defendieron la justificación por la fe, pero también defendían los Diez Mandamientos.
Entonces, ¿por qué hoy en día, las iglesias protestantes que surgieron de aquellos grandes líderes, decidieron que la Ley de Dios está anulada?
La respuesta la podemos encontrar en las Sagradas Escrituras:
2 Tesalonicenses 2:10-11 – “por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto, Dios les enviará una fuerza de engaño para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.”
Dios les envió la verdad a los líderes protestantes, pero no les envió toda la luz. Era el deber de las generaciones siguientes la de escrudiñar las Escrituras para seguir recibiendo más luz concerniente a la verdad.
Cuando los peregrinos de Holanda partían hacia el Nuevo Mundo, escapando de las persecuciones, John Robinson, un pastor que no iba a poder participar de este peregrinaje, dio el siguiente discurso de despedida:
“Hermanos: Dentro de muy poco tiempo vamos a separarnos y solo el Señor sabe si viviré para volver a ver vuestros rostros; pero sea cual fuere lo que el Señor disponga, yo os encomiendo a él y os exhorto ante Dios y sus santos ángeles a que no me sigáis más allá de lo que yo he seguido a Cristo. Si Dios quiere revelaros algo por medio de alguno de sus instrumentos, estad prontos a recibirlo como lo estuvisteis para recibir la verdad por medio de mi ministerio; pues seguro estoy de que el Señor tiene más verdades y más luces que sacar de su Santa Palabra.
Por mi parte, no puedo deplorar lo bastante la triste condición de las iglesias reformadas que han llegado a un punto final en religión, y no quieren ir más allá de lo que fueron los promotores de la reforma. No se puede hacer ir a los luteranos más allá de lo que Lutero vio; […] y a los calvinistas ya los veis manteniéndose con tenacidad en el punto que los dejó el gran siervo de Dios que no logró ver todo.
Es esta una desgracia por demás digna de lamentar, pues por más que en su tiempo fueron luces que ardieron y brillaron, no llegaron a penetrar todos los planes de Dios, y si vivieran hoy estarían tan dispuestos a recibir la luz adicional como lo estuvieron para aceptar la primera que les fue dispensada.” (D. Neal, History of the Puritans 1:269)
¿Cuál era el error que tenían los primeros líderes protestantes? ¿Cuál fue esa luz adicional que las iglesias protestantes debían escrudiñar en las Escrituras?
Por ejemplo, cuando Lutero habló de los Diez Mandamientos en sus obras, escribió que sí estaban vigentes los mandamientos, pero que el sábado había sido cambiado por el domingo para los cristianos, en honor a la resurrección de Cristo.
¿Y qué aconteció?
Las Iglesias Protestantes se aferraron a este error y por ende se perdió de vista la verdad, y hoy en día no solo se aferran al domingo, sino que también han vuelto la gracia de Jesucristo en libertinaje al abolir la santa Ley de Dios, como ocurrió en los tiempos de los Apóstoles en (2 Pedro 3:15-16). Volvieron la justificación por la fe en gracia barata.
En conclusión:
Si en alguna parte de la Biblia, ya sea Antiguo o Nuevo Testamento, dice que “la ley fue abrogada” mientras que en otra parte dice “la ley es eterna y perfecta,” obviamente no puede estar hablando de la MISMA LEY.
Si en un versículo dice que los “mandamientos fueron ineficaces” mientras que en otro versículo dice que los “mandamientos son santos, justos, buenos,” obviamente no se está hablando de la MISMA LEY en ambos versículos.
La Ley moral—los Diez Mandamientos, nunca fueron sombra y figura de Cristo, en cambio la ley ceremonial—el ritual simbólico—era figura y sombra de la obra de Cristo tanto aquí en la tierra como en el cielo.
La ley ceremonial entró en vigencia cuando Adán y Eva desobedecieron la Ley moral de Dios, y la ley ceremonial expiró, llegó a su fin con la muerte de Cristo en la cruz.
La Ley moral estuvo en vigencia desde la eternidad y nunca va a expirar, pues es el fundamento del gobierno de Dios.
Si hubiese sido posible que la ley fuera cambiada o abrogada, Cristo no habría necesitado morir. Pero abrogar la ley sería inmortalizar la transgresión y colocar al mundo bajo el dominio de Satanás. Porque la ley era inmutable, porque el hombre podía ser salvo únicamente por la obediencia a sus preceptos, fue levantado Jesús en la cruz.
Alrededor de esto girará el último conflicto de la gran lucha entre Cristo y Satanás.
El aserto que Satanás presenta ahora es que la ley pronunciada por la misma voz de Dios es deficiente, que alguna especificación de ella ha sido puesta a un lado. Es el último gran engaño que arrojará sobre el mundo. No necesita atacar toda la ley; si puede inducir a los hombres a despreciar un precepto, logra su propósito: “Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos” (Santiago 2:10).
Consintiendo en violar un precepto, los hombres se colocan bajo el poder de Satanás. Substituyendo la ley de Dios por la ley humana, Satanás procurará dominar al mundo. Esta obra está predicha en la profecía.
La guerra contra la ley de Dios, que empezó en el cielo, continuará hasta el fin del tiempo. Cada hombre será probado. El mundo entero ha de decidir si quiere obedecer o desobedecer. Todos será llamados a elegir entre la Ley de Dios y las leyes de los hombres. En esto se trazará la línea divisoria. Habrá solamente dos clases. Todo carácter quedará plenamente definido; y todos demostrarán si han elegido el lado de la lealtad o el de la rebelión.
Y PARA CONCLUIR…
Llama mucho la atención como el autor argumenta bastante que los “hechos históricos” (como él les llama) tanto del Antiguo Testamento como hasta del libro de Hechos, “no pueden ser considerados como doctrinas.”
“Hechos históricos no pueden ser considerados como doctrinas.”
Esto resulta bastante irónico considerando que hay un hecho histórico, que no se encuentra en la Palabra de Dios, que hoy en día muchos profesos cristianos lo consideran como doctrina: EL DOMINGO.
En la Biblia nunca se menciona el cambio del día de reposo del Sábado (séptimo día de la semana) al domingo (primer día de la semana).
No fue hasta el 7 de marzo del año 321, cuando Constantino I el Grande decretó que el domingo sería observado como el día de reposo civil obligatorio:
“En el venerable día del Sol, que los magistrados y las gentes residentes en las ciudades descansen, y que todos los talleres estén cerrados. En el campo, sin embargo, que las personas ocupadas en la agricultura puedan libremente y legalmente continuar sus quehaceres, porque suele acontecer que otro día no sea apto para la plantación o de viñas o de semillas; no sea que por descuidar el momento propicio para tales operaciones la liberalidad del cielo se pierda. Dado el séptimo día de marzo, Crispo y Constantino siendo cónsules cada uno de ellos por segunda vez.” Codex Justinianus, lib. 3, tit. 12, 3; Philip Schaff, History of the Christian Church, Vol. 3 (1902), p. 380, note.
Antes de la Revolución francesa, en casi todos los países de tradición cristiana estaban prohibidos en domingo los trabajos manuales, el comercio y el baile. Había excepciones en casos de trabajos urgentes o para algún tipo de corporación gremial. Tras la Revolución, el descanso del domingo fue apareciendo paulatinamente en el derecho laboral, y en la actualidad está admitido en casi todas las legislaciones.
En esta época, la iglesia, nacida en el seno de Roma, apoyada por el emperador, usó su autoridad para transferir el día de reposo del Sábado al Domingo. Sin embargo, no hay justificación bíblica exacta para dicha medida, simplemente se retoma el aspecto del acontecimiento de la Resurrección de Jesús por haber acaecido el primer día de la semana. En el siglo XVI, un concilio papal tuvo el siguiente apéndice:
“Recuerden todos los cristianos que el séptimo día fue consagrado por Dios y aceptado y observado no solo por los judíos, sino también por todos los que querían adorar a Dios; no obstante nosotros los cristianos hemos cambiado el sábado de ellos en el día del Señor, domingo.” (Morer, pág. 281)
Y Jesús dijo:
Marcos 7:7-8 – “Y en vano me rinden culto, enseñando como doctrina los mandamientos de hombres. Porque dejando los mandamientos de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.”
Podríamos pensar que es de poca importancia que si el hombre le rinde culto a Dios el sábado o el domingo. Pero a Dios sí le importa, pues el sábado es su cuarto mandamiento, mientras que el domingo es mandamiento de hombres, y todo aquel que le rinde culto en domingo “en vano le rinde culto.”
Además, el asunto de la adoración en sábado y domingo tienen un aspecto profético y presente que nos incumbe a todos nosotros:
“Vi otro ángel que volaba en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra: a toda nación y raza y lengua y pueblo. Decía a gran voz:
‘¡Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado! Adorad al que hizo los cielos y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.’ (Apocalipsis 14:6-7)”
Los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis, son el último mensaje de amonestación al planeta tierra antes del Segundo Advenimiento de Cristo, pues la hora de su gran Juicio ha llegado.
Y el mensaje del primer ángel, nos llama, no solo a prestar atención para que nos pongamos a cuentas con Dios para prepararnos para el Juicio, pero también nos llama a adorar al que “hizo los cielos y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.”
De los Diez Mandamientos de su santa Ley, el cuarto mandamiento—el sábado—es aquel que tiene el sello de Dios, el sello del Creador: “Porque en seis días Jehovah hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó el séptimo día.” (Éxodo 20:11)
“porque la hora de su juicio ha llegado! Adorad al que hizo los cielos y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.’ (Apocalipsis 14:6-7)”
“Porque en seis días Jehovah hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó el séptimo día.” (Éxodo 20:11)
No es coincidencia que en Apocalipsis 14:6-7 se use las mismas palabras que en Éxodo 20:11, nada en la Biblia está escrito por casualidad.
Cada ser humano a sido colocado a prueba como lo fueron Adán y Eva en el Edén. Así como el árbol de la ciencia fue colocado en medio del huerto del Edén, así el mandamiento del sábado está colocado en medio del Decálogo.
En cuanto al fruto del árbol de la ciencia se presentó la prohibición: “No comeréis de él… para que no muráis” (Génesis 3:3). Dios dijo del sábado: No lo profanen, sino guárdenlo santamente. “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Éxodo 20:8). Así como el árbol de la ciencia fue la prueba de la obediencia de Adán, así el cuarto mandamiento es la prueba que Dios ha dado para probar la lealtad de todos los suyos.
La experiencia de Adán ha de ser una amonestación para nosotros mientras dure el tiempo. Nos advierte que no recibamos ninguna afirmación de nada ni nadie que menoscabe una jota o una tilde de la sagrada ley de Jehová.
EL PAPADO EN LA PROFECIA
La “bestia” de Apocalipsis 13:1-10 es un símbolo de un poder (civil + religioso) a través de los siglos, que ha existido bajo diversas formas, simbolizadas por las siete cabezas.
Bajo la cabeza dominante del período presentado en Apocalipsis 13:1-10, la bestia representa el papado. Ejerció el poder perseguidor durante 1.260 años, al fin de los cuales nos es representada como yendo en cautiverio.
Lo que hizo de ella un poder perseguidor fue la unión de la iglesia con el estado. La Edad Media atestigua sus funestos efectos tanto sobre la iglesia como sobre el estado.
LA PRIMERA BESTIA EN CAUTIVERIO Y EL SURGIMIENTO DE LA OTRA BESTIA
Precisamente cuando este poder perseguidor va en cautiverio (vers. 10), el profeta ve otro poder que se levanta en forma de “otra bestia” que sube “de la tierra,” y que tiene “dos cuernos semejantes a los de un cordero, mas hablaba como un dragón.”
Había, entre otras especificaciones dignas de nota, que significaban claramente a qué potencia se aplica este símbolo, las cuatro siguientes:
1. El tiempo de su nacimiento.
2. El territorio en que actúa.
3. El carácter que profesa tener, según lo indican sus cuernos.
4. Su verdadero carácter y obra, según lo revela su voz.
1. Esta potencia, nace más o menos, cuando la bestia anterior, gobernada por la cabeza papal, es llevada en cautiverio o cesa de ser potencia perseguidora. Esto sucedió en 1798, cuando el papa Pío VI fue llevado en cautiverio, y desde esa fecha el papado no ha sido reconocido por el poder civil como defensor de la fe de las naciones y juez de herejes.
En esa oportunidad—al fin del siglo XVIII—había tan sólo una nueva potencia notable que hacía su aparición en el horizonte del mundo, a saber, los Estados Unidos de Norteamérica.
2. Las bestias que representaban las naciones del Viejo Mundo aparecen como saliendo del mar (Daniel 7:2, 3, 17; Apocalipsis 13:1); el mar, o las aguas, simboliza los grandes movimientos nacionales de flujo y reflujo, con todos los cambios y fluctuaciones que ocasionan. Apocalipsis 17:15; Isaías 8:7.
Pero la bestia de dos cuernos llega al poder, no entre las naciones conocidas del mundo, sino en una parte desconocida hasta entonces. Esta especificación se cumple en los Estados Unidos y su gobierno; porque surgieron, por así decirlo, “entre las soledades de la tierra.”
3. Tenía dos cuernos como los de un cordero, rasgo que no se notó en ningún otro símbolo de la profecía divina. El “cordero” es un símbolo de Cristo, el Cordero muerto desde la fundación del mundo, Cordero que “tenía siete cuernos.” Apocalipsis 5:6.
Un cuerno es símbolo de fuerza o exaltación, o de lo que produce eminencia o exaltación. Había dos principios en las doctrinas de Cristo que, adoptados por cualquier gobierno, le darían preeminencia y servirían para elevarlo. Estos dos principios de la religión cristiana han contribuido, aparte de su inherente poder divino, para granjearle favor dondequiera que hayan sido conocidos, y los hombres que no los abrazan los admiran.
Estos dos principios de este gobierno han granjeado también la admiración de todos los que aman la justicia en todas las naciones, y han llevado a sus playas desde el Viejo Mundo, multitudes de oprimidos y amantes de la libertad.
Estos principios son la absoluta igualdad o fraternidad de los hombres y la perfecta libertad de elección en cuanto a creer o no creer en asuntos religiosos.
El primero se expresa en pasajes como éstos: “Dios … de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hechos 17:26), y “Uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos”. Mateo 23:8.
El segundo, por estas palabras: “El que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.” Juan 12:47. “Dios no hace acepción de personas.” Véase también Juan 18:36; Mateo 20:25-28; Lucas 9:51-56; 2 Corintios 1:24; 5:11, 20.
La obra de los ministros de Cristo no consiste en obligar, sino en ganar; no en ordenar sino en persuadir y rogar. Únicamente una religión sobre toda la faz de la tierra reconoce los principios de la igualdad de los hombres y la absoluta libertad de la voluntad, sin compulsión. Únicamente una nación importante sobre toda la faz de la tierra ha encarnado alguna vez en la constitución de su existencia y los principios de su gobierno estas dos características, y esta nación es la de los Estados Unidos de Norteamérica.
La igualdad del hombre se presenta así en la declaración de la independencia: “Tenemos por verdades evidentes de por sí: Que todos los hombres son creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad.”
La libertad religiosa se presenta en la primera enmienda de la constitución: “Ninguna ley promulgará el Congreso respecto del establecimiento de la religión, o que prohíba el libre ejercicio de ella; o cercene la libertad de palabra o de prensa; o el derecho de reunión pacífica.” Estos principios cristianos limitan el símbolo de la bestia de dos cuernos a los Estados Unidos.
4. “Hablaba como un dragón.” El “dragón” es satánico, y símbolo de una potencia perseguidora. Apocalipsis 12:9, 13. “De la abundancia del corazón habla la boca.” La manera de hablar revela la verdadera naturaleza y el desarrollo ulterior de la nación que nos ocupa.
Un gobierno habla por sus leyes y decretos. El símbolo indica, por lo tanto, que los Estados Unidos llegarán todavía a ser una potencia perseguidora. ¿Hay indicaciones de que tal será el caso?—Hace noventa años, no se podía decir que las hubiese. Ahora son legión.
LA IMAGEN DE LA BESTIA
Por la profecía puede verse que la bestia de dos cuernos levanta una imagen a la bestia e impone la marca de la bestia a aquellos que están dentro de su jurisdicción.
Lo que constituía la bestia era una unión de la iglesia y el estado, en la que el estado imponía a todos los dogmas de la iglesia.
Una imagen de la bestia sería el establecimiento de un sistema semejante en el gobierno de los Estados Unidos.
LA MARCA DE LA BESTIA
La marca de un poder es lo que se presenta específicamente como señal de su autoridad. La autoridad de Dios y su jurisdicción se concentran en su poder creador de todo. La señal o marca de esa autoridad es el sábado. Véase Éxodo 20:8-11; Ezequiel 20:12, 20.
La marca de la bestia es aquello que el papado presenta como señal de su autoridad. Como poder perseguidor, el papado debe ser un poder que se opone al verdadero cristianismo. Su marca debe mostrar oposición a la ley de Dios, o un cambio en ella. En la diferencia que hay entre la ley de Dios tal como la da su Palabra y la practicó Jesucristo, y esa misma ley según la interpreta, enseña, practica e impone el papado, debe hallarse la marca de esa potencia.
Como se ha notado ya, la señal del poder de Dios es su santo sábado del cuarto mandamiento. La interpretación papal de aquella ley discrepa de la Palabra mayormente en lo que respecta a ese mandamiento.
La ley de Jehová declara que “el séptimo día será sábado a Jehová.” La iglesia católica romana declara que guardar este mandamiento consiste en “dedicar el domingo [primer día de la semana] a la oración y otros deberes religiosos.”—Catecismo de Butler.
Al querer probar que “la iglesia tiene poder para instituir fiestas de precepto,” el Catecismo Doctrinal dice: “Si no tuviese tal poder, no podría haber hecho aquello en que concuerdan con ella todos los religiosos modernos: no podría haber substituido la observancia del domingo, primer día de la semana, en lugar de la observancia del sábado, séptimo día, cambio para el cual no hay autoridad bíblica.”
Otra obra católica (Abridgment of Christian Doctrine) prueba la misma autoridad de la iglesia “por el mismo acto de cambiar el sábado en domingo…. Guardando el domingo, ellos [los protestantes] reconocen el poder que tiene la iglesia para ordenar fiestas, y para ordenarlas so pena de pecado.”
Muchos otros testimonios respecto del mismo hecho podrían presentarse de fuentes católicas y protestantes. La marca de la bestia es, por lo tanto, el domingo impuesto por la ley.
LEY DOMINICAL
¿Hay pruebas de que el gobierno norteamericano hará esto, y que obligará a todos sus súbditos a recibir esta marca en la diestra, absteniéndose de todo trabajo, o en la frente, es decir libremente y por su profesión de fe? En verdad, las pruebas abundan. Ya varios estados, por separado, han perseguido a los que realizaban trabajos comunes en domingo. Por la multiplicación de las decisiones judiciales, contrarias a la Constitución y al verdadero espíritu americano, y por la enorme presión de los entusiastas religiosos sobre los magistrados, la nación de los Estados Unidos se está dirigiendo hacia el fin lógico de los pasos ya dados, a saber una unión completa de la iglesia y el estado y la elevación del domingo al estado de ley.
¿QUÉ OCURRIRÁ LUEGO?
¿Qué vendrá luego? Habrá quienes, en conciencia obedientes a Dios y a su Palabra, no podrán observarla. No podrán rendir obediencia al estandarte de otra potencia. Por lo tanto, las leyes se volverán más estrictas; pero serán violadas por razones de conciencia. El gobierno, cegado y lanzado en su carrera fatal, creerá necesario mantener su falsa dignidad. Impondrá multas y penalidades cada vez más severas, hasta la confiscación de los bienes y la privación de la ciudadanía. Los “herejes” no podrán ni comprar ni vender. Serán boicoteados. Y aun más, si persisten en lo que un gobierno cegado llama “obstinación,” serán considerados traidores y el castigo que merece la traición es la muerte.
DECRETO DE MUERTE EN LA PROFECIA
(Apocalipsis 13:15)
La profecía declara que el gobierno de los Estados Unidos llegará aún a decir que a los tales se les ha de dar muerte. Lo ya explicado demuestra que el camino en el cual ha entrado ya la nación de los Estados Unidos conduce lógicamente a este fin. Y no sólo esto, sino que su influencia al respecto hará retroceder al mundo a la Edad Media, a la ruina completa de la iglesia y el estado. Los que no saben estas cosas pueden tratarlas como increíbles, mas si tan sólo quieren investigar, pueden comprenderlas. A pesar de todo, Dios cuidará a los fieles; no necesitan temer. Los que corren peligro son los perseguidores, no los perseguidos.
Juan 8:47 – “El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.”
Hay una gran diferencia entre leer la Palabra de Dios para aprender lo que Dios manda, y entre leer la Palabra de Dios para buscar excusa al pecado y para defender tradiciones y doctrinas de hombres.
La Biblia no enseña que la Ley haya sido abolida, más bien enseña que es eterna, perfecta y que será la norma de juicio.
La Biblia no enseña que el sábado del cuarto mandamiento ha sido abolido, mas bien enseña que es la señal entre Dios y su pueblo.
La Biblia no enseña que el día de reposo haya sido cambiado al domingo, pero sí enseña que todo aquel que enseñe a los hombres a rechazar su santa Ley está cavando su propia fosa.
Eclesiastés 12:13-14 – “La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá a su juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.”
Amén, que Dios los bendiga.
Me hizo entender el mandamiento de santificar el sabado a Dios