Estudio completo de Joel capítulo 1

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El estudio del capítulo primero de Joel está dividido en dos partes: Joel 1:1-13, y Joel 1:14-20. Y cada una de estas partes debe ser estudiada en dos contextos: primero el aspecto histórico del libro, en el que tenemos que entender que se trata del pueblo de Israel, literal según la carne, con su Pacto Antiguo, su sacerdocio terrenal, y su santuario terrenal. Mientras que el segundo aspecto es el profético—que trata sobre el Israel “moderno”, con el Nuevo Pacto, con el verdadero Sacerdocio, y el verdadero Santuario Celestial. Asimismo, este “Israel moderno” debe abarcar otros dos contextos: 1. El contexto presente, y 2. el contexto futuro. La necesidad de dividir el estudio en dos partes y cada parte en su contexto se comprenderá a medida que avancemos en el análisis.

Aspecto Histórico (Joel 1:1-13)

En el aspecto histórico del libro de Joel tenemos al pueblo de Israel según la carne. En este tiempo estaba en vigencia el Pacto Antiguo con su santuario terrenal (Éxodo 25:8-9) y su sacerdocio terrenal según el orden de Aarón (Números 3:10).

El profeta Joel inicia el capítulo haciendo un repaso de lo que había acontecido al pueblo de Dios en aquellos días: la nación había sido invadida por una plaga de insectos. Los insectos que comieron toda la siembra y todas las plantas fueron la oruga, el saltón, el revoltón, y las langostas. Es decir, la plaga de la langosta en toda sus facetas de desarrollo.

Joel 1:1 – “La palabra de Jehovah que vino a Joel…” – El profeta inicia su relato aclarando que lo que vamos a leer a continuación es la Palabra de Jehová. Es decir, no es un cuento o un sueño que Joel se ha imaginado, sino que es la Palabra que Dios le ha mandado a escribir.

Joel 1:2 – “Oíd esto, viejos, y escuchad, todos los moradores de la tierra…” – Joel está hablando en tiempo presente para sus propios días. “… ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres?” – El profeta va a relatar algo tan terrible que nunca había acontecido antes al pueblo de Israel.

Joel 1:3 – “De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos hasta la otra generación.” Lo que había acontecido era tan importante que debía ser contado “hasta la otra generación.” ¿Cuál es esa “otra generación”? Se trata de la también llamada “última generación” por el apóstol Pablo.

1 Corintios 10:11 – “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.”

En 1 Corintios 10:11 el apóstol Pablo, al hacer referencia a lo que ocurrió al pueblo de Israel con esta plaga destructora (1 Corintios 10:10), dice que esto “les aconteció en figura (o ejemplos) y están escritas para nuestra instrucción”, para “nosotros sobre quienes ha llegado el fin de las edades” (o fines de los siglos, según la traducción). Es decir, que el relato del profeta Joel ha sido escrito para nosotros que vivimos en este período actual. Pues nosotros somos esa “otra generación” o “última generación”—la iglesia de Laodicea.

Joel 1:4 – Lo que debía ser contado para nuestra generación se encuentra en este versículo. Al pueblo de Israel había llegado una plaga que es la oruga, el pulgón, el revoltón – que son todas las diferentes fases de este insecto hasta llegar a la langosta, que es su fase adulta. Se trata de una plaga de langostas. La primera fase – la oruga comió una parte, y lo que dejó la oruga lo comió el pulgón, lo que quedó de este lo comió el revoltón, hasta que finalmente lo último que quedó lo devoró la langosta. Es así que esta plaga devoró toda la siembra.

El ritual simbólico

Para poder comprender el libro de Joel es necesario estar familiarizado con el ritual simbólico. A continuación, haremos un breve resumen del trabajo que se realizaba en el santuario terrenal y estudiaremos el significado de algunos símbolos para poder comprender mejor el mensaje de este libro.

El sacerdocio terrenal consistía en dos servicios: 1) el servicio diario o continuo (Éxodo 30:7-8), y 2) el servicio anual o día de expiación (Levítico 16:1-34).

Diariamente y dos veces al día, en el servicio diario, el sacerdote terrenal debía entrar al lugar santo del santuario con incienso y aceite para quemar incienso en el altar del incienso, y posteriormente aumentar aceite a las lámparas (Éxodo 30:7-8). Luego, debía también diariamente y dos veces al día sacrificar al cordero en el altar del sacrificio localizado en el atrio, para que la víctima inocente derrame sangre. El sacerdote debía recoger la sangre que era otro medio que le habilitaba para entrar dentro del santuario, y debía asperjar la sangre en el velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo, pues detrás de este velo se encontraba la Ley que demanda la muerte segunda del israelita—los Diez Mandamientos (Éxodo 29:38-42; Levítico 4:5-6, 16-17; Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8).

PP pg. 366/2 (321.3) – “Mientras de mañana y de tarde los sacerdotes entraban en el lugar santo a la hora del incienso, el sacrificio diario estaba listo para ser ofrecido sobre el altar de afuera, en el atrio. Esta era una hora de intenso interés para los adoradores que se congregaban ante el tabernáculo. Antes de allegarse a la presencia de Dios por medio del ministerio del sacerdote, debían hacer un ferviente examen de sus corazones y luego confesar sus pecados. Se unían en oración silenciosa, con los rostros vueltos hacia el lugar santo. Así sus peticiones ascendían con la nube de incienso, mientras la fe aceptaba los méritos del Salvador prometido al que simbolizaba el sacrificio expiatorio.

Las horas designadas para el sacrificio matutino y vespertino se consideraban sagradas, y llegaron a observarse como momentos dedicados al culto por toda la nación judía. Y cuando en tiempos posteriores los judíos fueron diseminados como cautivos en distintos países, aun entonces a la hora indicada dirigían el rostro hacia Jerusalén, y elevaban sus oraciones al Dios de Israel.”

PP pg. 367/3 (322.3) – “La parte más importante del servicio diario era la que se realizaba en favor de los individuos. El pecador arrepentido traía su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y colocando la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados; así, en un sentido figurado, los trasladaba de su propia persona a la víctima inocente. Con su propia mano mataba entonces el animal, y el sacerdote llevaba la sangre al lugar santo y la rociaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había violado. Con esta ceremonia y en un sentido simbólico, el pecado era trasladado al santuario por medio de la sangre. En algunos casos no se llevaba la sangre al lugar santo; sino que el sacerdote debía comer la carne, tal como Moisés ordenó a los hijos de Aarón, diciéndoles: ‘Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación’ (Levítico 10:17). Las dos ceremonias simbolizaban igualmente el traslado del pecado del hombre arrepentido al santuario.

“Tal era la obra que se hacía diariamente durante todo el año. Con el traslado de los pecados de Israel al santuario, los lugares santos quedaban manchados, y se hacía necesaria una obra especial para quitar de allí los pecados. Dios ordenó que se hiciera expiación para cada una de las sagradas divisiones lo mismo que para el altar. Así ‘lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel’ (Levítico 16:19).”

El servicio anual o día de expiación se realizaba una vez al año, en una fecha y mes establecidos por Dios mismo—el 10 de mes séptimo del calendario bíblico (Levítico 23:27; 16:2, 29). El responsable de realizar este trabajo en el servicio anual terrenal era el sumo sacerdote terrenal (Levítico 16:2). En el día de expiación simbólico, el israelita debía seguir confiando en los mismos elementos que estaban completamente FUERA de él, y en los que había confiado durante el servicio diario: la ofrenda (el incienso—Levítico 16:12-13) y el sacrificio (la sangre del sustituto—Levítico 16:15). Pues el sumo sacerdote entraba primeramente a quemar incienso en el lugar santísimo con el incensario, y posteriormente entraba con la sangre del substituto al lugar santísimo para asperjarla sobre el propiciatorio (Levítico 16:12-15). En el servicio anual o día de expiación los pecados que habían sido perdonados y transferidos al santuario durante el servicio diario, eran entonces borrados en promesa, y posteriormente transferidos en el atrio simbólicamente al macho cabrío emisario que representaba a Satanás (Levítico 16:20-22).

PP pg. 369/2 (323.5) – “Mediante este servicio anual le eran enseñadas al pueblo importantes verdades acerca de la expiación. En la ofrenda por el pecado que se ofrecía durante el año, se había aceptado un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no había hecho completa expiación por el pecado. Sólo había provisto un medio en virtud del cual el pecado se transfería al santuario. Al ofrecerse la sangre, el pecador reconocía la autoridad de la ley, confesaba la culpa de su transgresión y expresaba su fe en Aquel que había de quitar los pecados del mundo; pero no quedaba completamente exonerado de la condenación de la ley.

“El día de la expiación, el sumo sacerdote, llevando una ofrenda por la congregación, entraba en el lugar santísimo con la sangre, y la rociaba sobre el propiciatorio, encima de las tablas de la ley. En esa forma los requerimientos de la ley, que exigían la vida del pecador, quedaban satisfechos. Entonces, en su carácter de mediador, el sacerdote tomaba los pecados sobre sí mismo, y salía del santuario llevando sobre sí la carga de las culpas de Israel. A la puerta del tabernáculo ponía las manos sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel, y confesaba ‘sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío.’ Y cuando el macho cabrío que llevaba estos pecados era conducido al desierto, se consideraba que con él se alejaban para siempre del pueblo. Tal era el servicio verificado como ‘bosquejo y sombra de las cosas celestiales’ (Hebreos 8:5).”

Si bien este es tan sólo un breve resumen del ritual simbólico, debería ser suficiente para que a través de los símbolos podamos comprender la realidad que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

El incienso era un símbolo de la justicia/obediencia perfecta y perpetua de Cristo como Hombre (Levítico 1:17; Ezequiel 20:41; Daniel 9:18; Isaías 6:3, 5).

PP pg. 366/1 (337.4) – “El incienso, que ascendía con las oraciones de Israel, representaba los méritos y la intercesión de Cristo, su perfecta justicia, la cual por medio de la fe es acreditada a su pueblo, y es lo único que puede hacer el culto de los seres humanos aceptable a Dios.”

El aceite era un símbolo del Espíritu Santo (Zacarías 4:2-3, 6; Mateo 25:4).

PVGM pg. 337.2 – “En la parábola todas las vírgenes salieron a recibir al esposo. Todas tenían lámparas y vasijas para aceite. Por un tiempo parecía no haber diferencia entre ellas. Tal ocurre con la iglesia que vive precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Todos tienen el conocimiento de las Escrituras. Todos han oído el mensaje de la pronta venida de Cristo, y esperan confiadamente su aparición. Pero así como ocurrió en la parábola, ocurre hoy en día. Interviene un tiempo de espera, la fe es probada; y cuando se oye el clamor: ‘He aquí, el esposo viene; salid a recibirle’, muchos no están listos. No tienen aceite en sus vasijas para las lámparas. Están destituidos del Espíritu Santo.”

Tanto el sacerdote como el sumo sacerdote terrenales trabajaban en representación del pecador, y a su vez representaban al verdadero Sumo Sacerdote y Mediador que es Cristo (Salmos 110:4; Hebreos 5:5-10; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 12:24). El sacerdocio terrenal era una representación del verdadero Sacerdocio—el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo de Hebreos 7:24.

El santuario terrenal era a su vez una representación en miniatura de la verdadera Corte Suprema de Justicia Celestial que es el Santuario Celestial (Éxodo 25:40; Hebreos 8:2, 5). En el Santuario Celestial se encuentra la Ley de Dios, los Diez Mandamientos originales (Apocalipsis 11:19). El Santuario Celestial es el único lugar de trabajo de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 8:2). Este Templo no se encuentra en la tierra, sino en el tercer cielo (Salmos 11:4; 2 Corintios 12:2).

HR pg. 395.1 – “El santuario que está en el cielo, en el cual oficia Jesús en nuestro favor, es el gran original, del cual el santuario construido por Moisés era una copia. Así como el santuario terrenal tenía dos compartimentos, el lugar santo y el lugar santísimo, también hay dos lugares santos en el santuario celestial. Y el arca que contenía la ley de Dios, el altar del incienso y otros instrumentos de servicio que encontramos en el santuario terrenal, tenían su contraparte en el santuario celestial. En santa visión se le permitió al apóstol Juan entrar en los cielos, y allí vio el candelabro y el altar del incienso, ‘y el templo de Dios fue abierto’, y él vio ‘el arca de su pacto’ (Apocalipsis 4:5; 8:3; 11:19).”

CES pg. 109.1 – “Muchos y intensos fueron los esfuerzos hechos para derribar su fe. Nadie podía dejar de ver que si el Santuario terrenal era una figura o copia del celestial, la ley depositada en el arca en la Tierra era una transcripción exacta de la ley guardada en el arca del cielo; y que aceptar la verdad relativa al Santuario celestial involucraba reconocer las exigencias de la ley de Dios y la obligación de guardar el sábado del cuarto mandamiento. En esto estribaba el secreto de la oposición violenta y resuelta que se le hizo a la exposición armoniosa de las Escrituras que revelaban el ministerio de Cristo en el Santuario celestial. Los hombres trataron de cerrar la puerta que Dios había abierto y de abrir la que él había cerrado. Pero ‘el que abre, y ninguno cierra, y cierra, y ninguno abre’, había declarado: ‘He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar’ (Apocalipsis 3:7, 8). Cristo había abierto la puerta, o ministerio, del Lugar Santísimo, la luz brillaba desde la puerta abierta del Santuario celestial, y se vio que el cuarto mandamiento estaba incluido en la ley allí guardada; lo que Dios había establecido, nadie podía derribarlo.”

El servicio diario o continuo terrenal era una representación del Servicio Diario Celestial de Romanos 3:24. El servicio anual o día de expiación terrenal era una representación del Juicio de Apocalipsis 14:7—Juicio que antecede a la Segunda Venida de Cristo de Mateo 24:30-31.

CS pg. 473/2 (415.2) – “El servicio del sacerdote durante el año en el primer departamento del santuario, ‘adentro del velo’ que formaba la entrada y separaba el lugar santo del atrio exterior, representa la obra y el servicio a que dio principio Cristo al ascender al cielo. La obra del sacerdote en el servicio diario consistía en presentar ante Dios la sangre del holocausto, como también el incienso que subía con las oraciones de Israel. Así es como Cristo ofrece su sangre ante el Padre en beneficio de los pecadores, y así es como presenta ante él, además, junto con el precioso perfume de su propia justicia, las oraciones de los creyentes arrepentidos. Tal era la obra desempeñada en el primer departamento del santuario en el cielo.

“Hasta allí siguieron los discípulos a Cristo por la fe cuando se elevó de la presencia de ellos. Allí se concentraba su esperanza, ‘la cual—dice San Pablo—tenemos como ancla del alma, segura y firme, y que penetra hasta a lo que está dentro del velo; adonde, como precursor nuestro, Jesús ha entrado por nosotros, constituido sumo sacerdote para siempre.’ ‘Ni tampoco por medio de la sangre de machos de cabrío y de terneros, sino por la virtud de su propia sangre, entró una vez para siempre en el lugar santo, habiendo ya hallado eterna redención’ (Hebreos 6:19, 20; 9:12).

“Este ministerio siguió efectuándose durante dieciocho siglos en el primer departamento del santuario. La sangre de Cristo, ofrecida en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba perdón y aceptación cerca del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían inscritos en los libros de registro. Como en el servicio típico había una obra de expiación al fin del año, así también, antes de que la obra de Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer una obra de expiación para quitar el pecado del santuario. Este es el servicio que empezó cuando terminaron los 2.300 días. Entonces, así como lo había anunciado Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo, para cumplir la última parte de su solemne obra: la purificación del santuario.”

Habiendo comprendido los símbolos, ahora podemos mirar más allá del símbolo hacia la realidad.

Debemos aceptar la vigencia de la Ley de Dios, la única Ley eterna e inmutable—los Diez Mandamientos, que se encuentran en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial (Apocalipsis 11:19). Esta es la Ley que demanda obediencia perfecta y perpetua (Romanos 2:18), y demanda una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16), para que el hombre sea aceptado o justificado; y esta es la Ley que condena al hombre que no satisface estas demandas a la muerte segunda (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8). Debemos aceptar también la Amonestación del Testigo Fiel (Apocalipsis 3:14-18), para tener necesidad del Evangelio y del Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo.

Si aceptamos la Ley y nuestra verdadera condición delante de Dios, tendremos genuina necesidad del Evangelio: la vida perfecta de Cristo como Hombre que es la verdadera OFRENDA, y es el único medio por el cual podemos ser aceptados, pues Cristo es nuestro SUSTITUTO EN LA VIDA (Hebreos 8:1-3); tendremos necesidad de su sangre derramada en la cruz del Calvario, el único medio por el cual nuestros pecados pueden ser perdonados (Levítico 4:20, 26; Efesios 1:7) y en el Juicio borrados (Levítico 16:16; Hechos 3:19), pues Cristo es nuestro GARANTE y SUSTITUTO EN LA MUERTE; y tendremos necesidad de su SACERDOCIO en el Santuario Celestial, pues Cristo es nuestro único MEDIADOR ante Dios Padre y la Ley (1 Timoteo 2:5; Hebreos 7:25; 12:24).

Así como el sacerdote terrenal quemaba incienso y luego aumentaba aceite a las lámparas, diariamente y dos veces al día, Cristo diariamente presenta su justicia perfecta para que podamos ser aceptados o justificados, y luego—como resultado de estar siendo justificados por la justicia de la fe (Romanos 3:24; 4:13)—derrama sobre nosotros al Espíritu Santo bajo la forma de lluvia temprana, que nos capacita para desarrollar la santificación verdadera o justicia de la ley (Romanos 6:22; 8:4).

Y así como el sacerdote terrenal transfería el pecado confesado por medio de la sangre, diariamente y dos veces al día al santuario, Cristo diariamente presenta su sangre que derramó en la cruz para que podamos ser perdonados diariamente y para que nuestros pecados sean transferidos al Santuario Celestial diariamente (Efesios 1:7; Colosenses 1:14).

Comentario Bíblico 7ª, pg. 299/1/5 – “Se presenta a Cristo Jesús como que está continuamente de pie ante el altar, ofreciendo momento tras momento el sacrificio por los pecados del mundo. El es ministro del verdadero tabernáculo que el Señor levantó y no el hombre. Las sombras simbólicas del tabernáculo judío ya no tienen virtud alguna. No se necesita hacer más una expiación simbólica diaria y anual, pero es esencial el sacrificio expiatorio mediante un Mediador debido que constantemente se cometen pecados. Jesús está oficiando en la presencia de Dios, ofreciendo su sangre derramada, como si hubiera sido un cordero [literal] sacrificado. Jesús presenta la oblación ofrecida por cada culpa y por cada falta del pecador.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 375/1/4 – “Jesús está ahora en el lugar santísimo para presentarse por nosotros delante de Dios. Allí no cesa momento tras momento de presentar a su pueblo completo en él; pero porque somos presentados así ante el Padre celestial, no debemos imaginarnos que debemos abusar de su misericordia y volvernos descuidados, indiferentes y desenfrenados. Cristo no es ministro de pecado. Somos completos en él, aceptados en el Amado, pero sólo si permanecemos en él por fe.”

En el Santuario Celestial, Cristo está realizando el Servicio Diario Celestial (Romanos 3:24) para los creyentes vivos (Isaías 38:18-19), y Día de Juicio para los que ya han pasado al descanso. En el ritual simbólico, el 10 de mes séptimo se realizaba un “holocausto continuo” (Números 29:7, 11)—es decir un servicio diario (Éxodo 29:42)—que simbolizaba el Servicio Diario Celestial de Cristo en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial durante el Juicio de Apocalipsis 14:7 para los creyentes vivos.

El ritual simbólico enseña claramente que en el acto del sacrificio del cordero no había ni aceptación, ni perdón de pecados. En el acto del sacrificio sólo se proveía un medio para que los pecados puedan ser transferidos al santuario diariamente, y para que en ocasión del Juicio puedan ser borrados. Del símbolo a la realidad: en la muerte de Cristo no hubo ni aceptación, ni perdón de pecados. Sólo se proveyó el segundo medio—que es su preciosa sangre—para que ahora, en calidad de Sumo Sacerdote la pueda presentar por nosotros—para que nuestros pecados confesados puedan ser transferidos al Santuario Celestial, y—si retenemos el perdón—puedan ser borrados cuando nuestros nombres sean tomados en el Juicio—ya sea porque fuimos al descanso, o porque se dio inicio al Juicio de Vivos.

PP pg. 371/4 (325.4) – “Aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no anulaba el pecado; este queda registrado en el santuario hasta la expiación final; así en el símbolo, la sangre de la víctima quitaba el pecado del arrepentido, pero quedaba en el santuario hasta el día de la expiación.

“En el gran día del juicio final, los muertos han de ser juzgados ‘por las cosas que’ están ‘escritas en los libros, según sus obras’ (Apocalipsis 20:12). Entonces por el poder de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales. En esta forma el santuario será liberado, o limpiado, de los registros del pecado. En el símbolo, esta gran obra de expiación, o el acto de borrar los pecados, estaba representada por los servicios del día de la expiación, o sea de la purificación del santuario terrenal, la cual se realizaba en virtud de la sangre de la víctima y por la eliminación de los pecados que lo manchaban.”

¡Cuando el sumo sacerdote terrenal entraba a quemar incienso con el incensario al lugar santísimo en el día de expiación simbólico (Levítico 16:12-13), el incienso no dejaba de simbolizar la justicia perfecta de Cristo! ¡Seguía simbolizando una justicia ajena y completamente FUERA del israelita! ¡Asimismo, cuando el sumo sacerdote terrenal entraba al lugar santísimo el 10 de mes séptimo, no entraba con la sangre del israelita, sino con una sangre ajena y completamente FUERA del israelita (Levítico 16:15)!

Esto es lo que el ritual simbólico, la Palabra de Dios, nos enseña con símbolos y representaciones. Sin embargo, a pesar de lo que está escrito, si los seres humanos quieren inventarse teorías de que el hombre debe recibir la lluvia tardía para pasar el juicio, o de que tienen que salir al campo para recibir la lluvia tardía, o de que tienen que celebrar las fiestas caducadas del ritual simbólico para ser aceptados, o cualquiera de esas mentiras, esa será una decisión propia. Dios no obliga a los hombres a creer la verdad y permite que los hombres vayan en pos de dioses ajenos. A nadie se le obliga a creer una mentira. Y por mucho que creamos una mentira, la mentira nunca se convierte en verdad.

Resultados y Consejos

Como veremos a continuación, así como existen resultados y consecuencias por la llegada de la plaga a Israel, también hay consejos del profeta para el pueblo de Dios.

Joel 1:5 – Primer Resultado y Consejo

Antes de que llegara la plaga había el fruto de la vid para hacer vino fermentado, y por ello, en el pueblo de Dios había borrachos. Entonces, el primer resultado o consecuencia de la llegada de esta plaga es que ya había más vino fermentado, y por ende ya no habían borrachos en el pueblo. La plaga se comió toda la vid, y por lo tanto no había más uvas para preparar vino. Entonces, el primer consejo del profeta a los borrachos es: “despertad, llorad, gemid,” pues ya no hay vino para beber y emborracharse.

Joel 1:6 – “Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra” – el profeta está refiriéndose a la plaga: las langostas que llegaron como una gigantesca nube de insectos. “Mi tierra,” como dijimos, en el aspecto histórico, se trata de Israel según la carne. Esta plaga llegó al pueblo de Israel y acabó con todo.

Joel 1:7 – Estas langostas con “dientes de león” fueron capaces de comer hasta la corteza de los árboles. Y recordemos que un árbol que se queda sin corteza es un árbol  que está destinado a morir.

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Árboles sin corteza.

Segundo Resultado y Consejo

Joel 1:8 – En este versículo el profeta da otro consejo: “Llora como joven vestida de cilicio.” Cuando una mujer queda viuda con muchos hijos siendo aún joven, sabe que su situación es terrible, pues le espera una vida dura llena de sacrificios, ya que tiene que trabajar para sustentar a sus hijos al mismo tiempo que tiene que cuidarlos y criarlos. El pueblo debía llorar como una mujer que enviuda de edad joven pues la plaga había acabado con todo y le esperaba un porvenir duro y terrible.

Joel 1:9-10 – El segundo resultado de la llegada de la plaga es el siguiente: “Desapareció de la casa de Jehová la ofrenda y la libación.”

Números 15:7 – “Y de vino para la libación ofrecerás la tercera parte de un hin, en olor grato a Jehová.”

La libación que debía presentar el sacerdote terrenal dentro del santuario terrenal era hecha de vino (Éxodo 29:40; Levítico 23:13; Números 15:7; Números 28:7). Este vino simbolizaba la sangre de Cristo (Filipenses 2:16-17). Si no hay libación para presentar dentro del santuario, entonces en el ritual simbólico no puede haber perdón de pecados diario simbólico (Números 6:17; 15:24; 28:15,24).

Decimos “simbólico” pues el perdón de pecados diario que se llevaba a cabo en el ritual simbólico se obtenía a través de símbolos: el vino y la sangre de animales. Pero la Ley no demanda ni vino ni sangre de animales, sino que demanda la sangre del infractor de la Ley (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8). Cristo como Hombre derramó su sangre en la cruz del Calvario (Juan 19:34) justamente para preparar este medio necesario para poder ingresar al Santuario Celestial, y para poder presentarlo diariamente con el fin de que el pueblo de Dios pueda obtener el perdón de pecados diario, y ya no en promesa, sino en realidad por medio de la sangre preciosa de Cristo (Hebreos 5:1; 1 Juan 1:9; Efesios 1:7).

Números 15:24 – “Si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato a Jehová, con su ofrenda y su libación conforme a la ley, y un macho cabrío en expiación.”

Otro resultado causado por la plaga es el siguiente: “El trigo fue destruido, se perdió el aceite.” Como la plaga devoró los árboles de olivas, entonces no había aceitunas, y por lo tanto no había el ingrediente necesario para preparar el aceite que se usaba dentro del santuario para aderezar las lámparas durante el servicio diario terrenal (Éxodo 27:20-21; Levítico 24:1-4). Como ya hemos analizado, el aceite era un símbolo del Espíritu Santo (Mateo 25:3-4,8; Zacarías 4:2-6). Esto quiere decir simbólicamente que no hay Espíritu Santo para derramar sobre el pueblo diariamente como resultado de la justificación por fe diaria. Por lo tanto, en el pueblo no puede haber frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23), sino solamente frutos de la carne (Gálatas 5:19-21).

También se debe comprender el significado del “trigo destruido”:

DTG 575.2 – “Cristo presentó lo que le esperaba y lo ilustró por las cosas de la naturaleza, a fin de que los discípulos pudiesen comprenderlo. El verdadero resultado de su misión iba a ser alcanzado por su muerte. ‘De cierto, de cierto os digo—dijo—que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda; mas si muriere, mucho fruto lleva.’ Cuando el grano de trigo cae en el suelo y muere, brota y lleva fruto. Así también la muerte de Cristo iba a resultar en frutos para el reino de Dios. De acuerdo con la ley del reino vegetal, la vida iba a ser el resultado de su muerte.”

DTG pg. 576.1-3 – “Los que cultivan el suelo tienen siempre presente esta ilustración. Año tras año, el hombre conserva su provisión de grano, y arroja aparentemente la mejor parte. Durante un tiempo, debe quedar oculta en el surco, para que la cuide el Señor. Primero aparece la hoja, luego la espiga y finalmente el grano en la espiga. Pero este desarrollo no puede realizarse a menos que el grano esté sepultado, oculto y, según toda apariencia, perdido.

“La semilla enterrada en el suelo produce fruto, y a su vez éste es puesto en tierra. Así la cosecha se multiplica. Igualmente, la muerte de Cristo en la cruz del Calvario producirá fruto para la vida eterna. La contemplación de este sacrificio será la gloria de aquellos que, como fruto de él, vivirán por los siglos eternos.

El grano de trigo que conserva su propia vida no puede producir fruto. Permanece solo. Cristo podía, si quería, salvarse de la muerte. Pero si lo hubiese hecho, habría tenido que permanecer solo. No podría haber conducido hijos e hijas a Dios. Únicamente por la entrega de su vida podía impartir vida a la humanidad. Únicamente cayendo al suelo para morir, podía llegar a ser la simiente de una vasta mies: la gran multitud que de toda nación, tribu, lengua y pueblo será redimida para Dios.”

Con el trigo se preparaba el pan de la proposición que se debía colocar sobre la mesa dentro del santuario terrenal (Levítico 24:5-9). El pan era otro símbolo de la justicia (obediencia) perfecta y perpetua de Cristo como Hombre (Juan 6:48), por medio del cual el creyente recibe la aceptación o justificación diaria en el Servicio Diario Celestial de Romanos 3:24.

Romanos 3:28 – “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”

Juan 6:51 – “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.”

Entonces, de acuerdo con Joel 1:9-10, en el santuario terrenal no hay ofrenda (trigo), ni libación (uva) y tampoco hay aceite (oliva). No hay ofrenda de cereales (trigo – pan) que simbolizan a la justicia perfecta de Cristo; no hay el sacrificio ni la libación (el vino) que simbolizan la sangre de Cristo. Y tampoco hay aceite que simboliza al Espíritu Santo. No hay nada para que los sacerdotes se puedan presentar en el santuario terrenal, y no hay nada con que los sacerdotes puedan realizar su trabajo a favor del pueblo de Dios. Por lo tanto, el pueblo de Dios no puede tener aceptación, ni perdón de pecados, ni bautismo del Espíritu Santo diarios.

Es por todo esto que “los sacerdotes están de luto.” Si no hay libación—símbolo de la sangre de Cristo—para que presente el sacerdote, entonces los pecados del pueblo están sin perdón. Si no hay pan—símbolo de la justicia de Cristo—para que presente el sacerdote, entonces el pueblo está sin aceptación. Si no hay aceite para las lámparas—símbolo del Espíritu Santo—entonces en el pueblo no hay santificación verdadera.

En concreto: esta terrible plaga quitó el Servicio Diario porque el pueblo no tiene con qué presentarse ante Dios. Por lo tanto, el pueblo no está aceptado, no está perdonado y no tiene lluvia temprana.

Ante estas terribles consecuencias, ¿cuál debería ser la reacción del pueblo de Dios? El CONSEJO del profeta como ya vimos es: LLORAR (Joel 1:8).

Como podemos apreciar, lo que hicieron los insectos afecta y tiene que ver con la CASA DE JEHOVA—el santuario.

¿Cuándo la Biblia habla de “casa de Jehová” se refiere únicamente al santuario? Así es.

Esdras 1:4 – “Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.”

¿Será que a Dios le agrada que hoy en día los religiosos le llamen “casa de Jehová”, “templo”, “tabernáculo”, “santuario”, los nombres que se empleaban exclusivamente para el santuario terrenal, a las sinagogas donde se reúnen para rendirle culto? NO, porque esto nunca fue ni aprobado ni ordenado por Dios, sino que el culto de en las sinagogas es un culto que se inventaron los hombres.

La razón por la cual al santuario terrenal se le daba el honorable título de “casa de Dios” es porque en el santuario terrenal se encontraban los Diez Mandamientos en el lugar santísimo, pues en el Cuarto Mandamiento Dios ha puesto su Sello y su Nombre.

CS pg. 446.1 – “El Señor manda por el mismo profeta: ‘Ata el rollo del testimonio, y sella la ley entre mis discípulos’ (Isaías 8:16). El sello de la ley de Dios se encuentra en el cuarto mandamiento. Este es el único de los Diez Mandamientos que contiene tanto el nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás. Aparte de este precepto, no hay nada en el Decálogo que muestre qué autoridad fue la que promulgó la ley. Cuando el día de reposo fue cambiado por el poder del papa, se le quitó el sello a la ley. Los discípulos de Jesús están llamados a restablecerlo elevando el sábado del cuarto mandamiento a su lugar legítimo como institución conmemorativa del Creador y signo de su autoridad.”

El santuario terrenal era una representación del verdadero tabernáculo: el Santuario Celestial, donde se encuentra la Ley original. Por lo tanto, la verdadera “casa de Jehová” es el Santuario Celestial.

Hechos 17:24 – “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas.”

Hebreos 8:2 – “Ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre.”

¿Entonces, sólo los borrachos tenían que GEMIR? No. Todo el pueblo de Dios debía llorar y gemir, pues la ofrenda y la libación habían desaparecido de la casa de Jehová: La plaga había quitado al pueblo el servicio diario.

Joel 1:11-12 – Tercer Resultado y Consejo

Este es el tercer consejo: “Confundíos labradores, gemid viñeros.” Debido al tercer resultado: Los insectos destruyeron – “por el trigo y la cebada; porque se ha perdido toda la cosecha del campo.” La plaga destruyó hasta los árboles frutales: “el granado, la palmera y el manzano. Se han secado todos los árboles del campo.” Esto era una razón más para gemir, pues la plaga había destruido TODO, y había FALTA DE TODO.

Cuando no hay pan, aceite, ni frutos, ni vino, ¿qué sucede con el pueblo? “Por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres? (Joel 1:12).

Debido a que el pueblo no tenía OFRENDA, ni LIBACION, ni ACEITE, se encontraba en la condición de “ARBOLES SECOS.” Es decir, el pueblo de Dios era un PUEBLO SIN FRUTOS, de manera LITERAL, de manera histórica, y de manera real; pero también era un pueblo sin frutos de manera SIMBOLICA, pues NO TENIAN AL ESPIRITU SANTO como Agente Regenerador o bajo la forma de Lluvia Temprana. Y era un pueblo sin frutos, sin Espíritu Santo Habitante, pues no tenían con qué presentarse ante Dios, al no tener la ofrenda ni la libación.

Los árboles simbolizan a los creyentes (Ezequiel 17:22-24; Salmos 128:3; Proverbios 11:30; Isaías 37:31; Jeremías 11:16-17; 12:1-2; Oseas 14:8; Mateo 12:33), entonces en Joel 1:11-12 se reitera la condición del pueblo de estar sin los frutos de la obediencia verdadera – Romanos 7:4 (debido a que no hay aceite para las lámparas). Un ser humano que no lleva frutos es comparado a un árbol seco (Isaías 56:3; Lucas 23:31; 6:44; 13:7; Mateo 3:10; 7:19; Juan 15:2-5).

Árbol seco.
Árbol seco.

Como resultado de que no hay árboles que den frutos (y en su lugar hay puro árbol seco): “se extinguió el gozo de los hijos de los hombres.” Se extinguió el gozo porque no hay nada para comer, no hay alimento, entonces la muerte es inminente.

Es un pueblo sin frutos en un sentido literal y también espiritual:

  • No tienen frutos para comer,
  • No tienen frutos del Espíritu y
  • No tienen con qué presentarse ante Dios.

El pueblo no tenía con qué alabar a Dios.

  • El pueblo de Dios no estaba aceptado, porque no tenía la OFRENDA.
  • El pueblo de Dios no estaba perdonado, porque no tenía la LIBACION.
  • El pueblo de Dios no tenía al Espíritu Santo como Habitante, y por eso en el pueblo solo había frutos de la carne, porque no tenían ACEITE.

El pueblo de Dios se encontraba en esta terrible condición porque la plaga quitó el servicio diario.

Joel 1:13 – Pero no solamente es el pueblo que se encuentra en esta horrible condición: “¡Ceñíos y haced duelo, oh sacerdotes! ¡Gemid, oh servidores del altar! Venid, dormid sobre cilicio, oh servidores de mi Dios; porque la ofrenda vegetal y la libación han sido quitadas de la casa de vuestro Dios.”

El santuario y los sacerdotes fueron afectados por la plaga. Los sacerdotes no tenían con qué trabajar en el santuario. ¿Qué debían hacer los sacerdotes? Debían LAMENTAR y GEMIR porque fue quitado su mantenimiento—las primicias—y por lo tanto la clase sacerdotal tampoco tiene con qué alimentarse. Los sacerdotes también se mueren de hambre, también están sin aceptación, sin perdón, sin Espíritu Santo, y por lo tanto en ellos también solo puede haber obras de la carne (Gálatas 5:19-21).

Aspecto Profético (Joel 1:1-13)

Es necesario hacer una pausa para analizar el aspecto profético de lo que hemos estado estudiando hasta el momento en Joel 1:1-13.

En el aspecto profético debemos entender que se trata de un mensaje para nuestra era actual, en la cual está en vigencia el Nuevo Pacto (Lucas 22:20; Hebreos 9:15; 12:24), con su Santuario Celestial (Hebreos 8:1-2), con su Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo (Hebreos 8:6; Hebreos 6:19-20), y en el que el pueblo de Dios ya no es únicamente el Israel según la carne, sino más bien se trata del Israel moderno o espiritual (Romanos 2:28-29).

Si se trata de una historia que debe tener un cumplimiento literal (en los días de Joel) y un cumplimiento profético (para nuestros días), tal como advierte el profeta (Joel 1:2), entonces este terrible incidente que ocurrió en el pasado es algo que ocurre también con el Israel Moderno (1 Pedro 1:1).

En Joel 1:2-3 ya analizamos que todo esto que escribió el profeta Joel era no solamente para el Israel de su tiempo sino también para todos los moradores de la tierra, y en particular para la “última generación” (1 Corintios 10:11). Así que nosotros, hoy en día, debemos prestar mucha atención a la amonestación que se da en el libro de Joel.

PR pg. 307/1 (306.3) – “Nadie rehúse ser reprendido por su mal proceder, ni acuse a los siervos de Dios de ser demasiado celosos al procurar limpiar de malas acciones el campamento. Un Dios que aborrece el pecado invita a los que aseveran guardar su ley a que se aparten de toda iniquidad. La negligencia en cuanto a arrepentirse y rendir obediencia voluntaria acarreará hoy a hombres y mujeres consecuencias tan graves como las que sufrió el antiguo Israel.”

No sólo las amonestaciones del libro de Joel, sino que todas las amonestaciones que se relatan en el Antiguo y Nuevo Testamento sirven de amonestación para el Israel moderno.

El profeta ordena “OID” en tiempo presente, a los ancianos y TODOS los moradores de la Tierra: En primer lugar, aquellos que profesamos ser los actuales guardadores de la Ley—con el cuarto mandamiento, pero en segundo lugar también incluye a los dominicales. Pues TODOS hemos sufrido las consecuencias de la invasión de esta “plaga”.

Joel 1:4-6 – “Pueblo fuerte subió a mi tierra.”

En el aspecto histórico, ya estudiamos que “mi tierra” se refería a un territorio geográfico – el Israel literal según la sangre.

Pero en el aspecto profético ya no se trata de un territorio restringido geográficamente. Ahora “mi tierra” se refiere a todo el pueblo que profesa ser el pueblo de Dios esparcido por toda la faz del planeta tierra.

Romanos 2:28-29 – “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”

PR pg. 527.2 – “Pero, gracias a Dios, su iglesia no está ya en servidumbre. Al Israel espiritual han sido devueltos los privilegios que fueron concedidos al pueblo de Dios cuando se le libertó de Babilonia. En todas partes de la tierra, hombres y mujeres están respondiendo al mensaje enviado por el Cielo, acerca del cual Juan el revelador profetizó que sería proclamado antes del segundo advenimiento de Cristo: ‘Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio ha llegado’ (Apocalipsis 14:7).”

Ya hemos identificado al Israel espiritual o Israel moderno, entonces nos falta identificar a las “orugas modernas” – la plaga espiritual.

CS pg. 628/2 (559.4) – “Un estudio de la Biblia hecho con oración mostraría a los protestantes el verdadero carácter del papado y se lo haría aborrecer y rehuir; pero muchos son tan sabios en su propia opinión que no sienten ninguna necesidad de buscar humildemente a Dios para ser conducidos a la verdad. Aunque se enorgullecen de su ilustración, desconocen tanto las Sagradas Escrituras como el poder de Dios. Necesitan algo para calmar sus conciencias, y buscan lo que es menos espiritual y humillante. Lo que desean es un modo de olvidar a Dios, pero que parezca recordarlo. El papado responde perfectamente a las necesidades de todas esas personas. Es adecuado a dos clases de seres humanos que abarcan casi a todo el mundo: los que quieren salvarse por sus méritos, y los que quisieran salvarse en sus pecados. Tal es el secreto de su poder.”

¿Qué es lo que hicieron estas “orugas modernas”? Han venido y han quitado la ofrenda y la libación. Han echado por tierra el Servicio Diario Celestial: el sacerdocio de Cristo y el Santuario Celestial.

Han quitado la Ofrenda verdadera

Mientras que la oruga histórica quitó la ofrenda simbólica (Joel 1:10-11), la oruga moderna ha quitado la ofrenda verdadera, el pan verdadero: que es la justicia perfecta de Cristo como Hombre. Esa justicia perfecta y perpetua por medio de la cual el hombre es aceptado diariamente, no aquí en la tierra, sino en el Santuario Celestial, y en la persona de Cristo. El cuerno pequeño ha sacado esa justicia del Santuario, la ha traído aquí a la tierra, y la ha colocado dentro del corazón del hombre. Ha camuflado su salvación por obras con un “Cristo morando en mí,” y un engañoso “no soy yo el que obra, sino el Espíritu Santo que obra en mí.”

Gálatas 2:21 – “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”

La oruga moderna sabe manipular las Sagradas Escrituras, pues por ejemplo usa Gálatas 2:20 para decir que como está escrito que “Cristo vive en mi”, por lo tanto “su justicia está dentro de mí” literalmente. Y de esta manera colocan la justicia de Cristo dentro del ser humano para sostener su salvación por obras. Pero al hacer esto omiten la siguiente parte—su contexto—donde se aclara cómo es que “Cristo vive en mí” verdaderamente: “lo vivo por la fe” – es decir que no se trata de algo literal, sino que es algo que ocurre por medio de la fe, ya que Cristo se encuentra trabajando en el Santuario Celestial y no dentro de los seres humanos. El que trabaja dentro del ser humano, cuando el creyente llega a ser un templo del Espíritu Santo, es justamente el Espíritu Santo. Pero el cuerno pequeño, con su doctrina de la trinidad, hacen de Cristo y del Espíritu Santo una misma persona, y por esto dicen que “Cristo mora en mi” es algo literal.

Gálatas 2:20 – “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Las orugas modernas también usan versículos como Mateo 28:20 – “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” – para usarlo literalmente como que Cristo vive en mí, dentro de mí corazón, y que todo lo que yo hago, no lo hago yo sino que es Cristo. ¿Y entonces que ocurre cuando cometo un pecado? No puede ser pecado, pues “Cristo vive en mí”, razonan y siguen pecando, como si Cristo fuera el autor del pecado.

Al quitar la justicia perfecta de Cristo del Santuario Celestial para introducirla dentro del corazón del hombre para que éste por sus propios méritos (y Cristo viviendo en él supuestamente) pueda ser justificado de esta manera ante Dios, han quitado la ofrenda verdadera. En esta justificación Dios Padre debe mirar directamente al ser humano para justificarlo, tal y como ocurrió con la ofrenda rechazada de Caín. En cambio Abel llevó un SUSTITUTO—GARANTE–MEDIADOR, porque Abel no deseaba que Dios lo mire directamente a él (así Abel sea templo del Espíritu Santo), sino que Abel reconocía su condición de pecador ante Dios, y sabía que su única esperanza era que Dios Padre mire a Cristo—el único que satisface las demandas de la Ley—para que Abel pueda ser declarado justo en Cristo, ya que el hombre caído no es justo en sí mismo.

PP pg. 60/2 (53.2) – “Caín y Abel representan dos clases de personas que existirán en el mundo hasta el fin del tiempo. Una clase se acoge al sacrificio indicado; la otra se aventura a depender de sus propios méritos; el sacrificio de éstos no posee la virtud de la divina intervención y, por lo tanto, no puede llevar al hombre al favor de Dios. Sólo por los méritos de Jesús son perdonadas nuestras transgresiones. Los que creen que no necesitan la sangre de Cristo, y que pueden obtener el favor de Dios por sus propias obras sin que medie la divina gracia, están cometiendo el mismo error que Caín. Si no aceptan la sangre purificadora, están bajo condenación. No hay otro medio por el cual puedan ser librados del dominio del pecado.

La clase de adoradores que sigue el ejemplo de Caín abarca la mayor parte del mundo; pues casi todas las religiones falsas se basan en el mismo principio, a saber que el hombre puede depender de sus propios esfuerzos para salvarse. Afirman algunos que la humanidad no necesita redención, sino desarrollo, y que ella puede refinarse, elevarse y regenerarse por sí misma. Como Caín pensó lograr el favor divino mediante una ofrenda que carecía de la sangre del sacrificio, así obran los que esperan elevar a la humanidad a la altura del ideal divino sin valerse del sacrificio expiatorio. La historia de Caín demuestra cuál será el resultado de esta teoría. Demuestra lo que será el hombre sin Cristo. La humanidad no tiene poder para regenerarse a sí misma. No tiende a subir hacia lo divino, sino a descender hacia lo satánico. Cristo es nuestra única esperanza. ‘En ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos’ (Hechos 4:12).”

1MS pg. 459.2 – “La gran obra que ha de efectuarse para el pecador que está manchado y contaminado por el mal es la obra de la justificación. Este es declarado justo mediante Aquel que habla verdad. El Señor imputa al creyente la justicia de Cristo y lo declara justo delante del universo. Transfiere sus pecados a Jesús, el representante del pecador, su sustituto y garantía. Coloca sobre Cristo la iniquidad de toda alma que cree. ‘Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él’ (2 Corintios 5:21).”

La justificación es únicamente para aquel que se reconoce a sí mismo pecador manchado y contaminado por el mal. La justificación no sirve al que se cree justo, o que se cree que ya ha sido “hecho” justo como por arte de magia. En la justificación el pecador NO es “hecho” justo, sino que es DECLARADO justo en base a una justicia AJENA—la obediencia perfecta y perpetua de Cristo como Hombre. Pero la oruga se ha introducido en el pueblo de Dios para introducir sus dogmas de justificación como sinónimo de HACER justo en lugar de lo correcto: DECLARAR justo. Pues el cuerno pequeño hace un solo paquete de la justificación—de la obediencia por medio de la cual el hombre es aceptado, y de la santificación—de la obediencia que se debe desarrollar en el verdadero creyente.

En lugar del Pan Verdadero (Juan 6:35), la oruga ha colocado delante del pueblo al PAN INMUNDO (Ezequiel 4:12-13)—“lo que el Espíritu Santo HACE en mí.” Y como resultado de esta obra maligna, el profeso pueblo de Dios actual NO ESTA JUSTIFICADO delante de Dios.

Han quitado el Vino verdadero

La oruga moderna también ha quitado el “vino”, que como ya hemos estudiado, simboliza la sangre de Cristo. La oruga ha quitado la verdad de que sólo la sangre de Cristo como Hombre nos otorga el perdón de todo pecado, y que la sangre de Cristo es toda suficiente para perdonar todo pecado (Efesios 1:7).

1 Juan 1:7 – “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”

La oruga moderna sabe usar la Biblia para torcer las Escrituras a su conveniencia. Otro ejemplo de esto lo tenemos en: Hechos 2:38 – “Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo.”

A la oruga no le interesa la parte de “arrepentíos” tanto como la parte que dice “sea bautizado.” Y usan estos versículos para su doctrina de que el rito del bautismo perdona los pecados del hombre. Quitan el vino al sustituir la sangre de Cristo por una ceremonia que ellos realizan aquí en la tierra, en sus sinagogas. Al hacer esto también echan por tierra el Sacerdocio de Cristo y el Santuario Celestial. La oruga moderna quita de vista lo celestial para que los hombres confíen en lo terrenal: el trabajo de los hombres en sus sinagogas.

Si en todo el mundo cristiano se enseña que el rito del bautismo es la causa por la cual los pecados son perdonados, esto nos demuestra que la oruga moderna ha quitado efectivamente la libación y el pueblo de Dios NO está perdonado ante los ojos de Dios, tal y como nos lo advirtió el profeta de Dios.

Han quitado el Aceite verdadero

Hemos analizado que el aceite es un símbolo del Espíritu Santo (Zacarías 4:2-3, 6; Mateo 25:4) y que el incienso un símbolo de la justicia perfecta de Cristo (Ezequiel 20:41). Y también hemos estudiado que, en el ritual simbólico, el sacerdote terrenal aumentaba aceite a las lámparas después de haber quemado incienso en el altar del incienso (Éxodo 30:7-9; Levítico 24:1-4). Ya hemos analizado que de esta manera el ritual simbólico, por medio de símbolos, nos enseña que el bautismo diario del Espíritu Santo es otorgado como RESULTADO de estar siendo justificado en virtud de la justicia perfecta de Cristo (Romanos 3:24). El Espíritu Santo no es dado como una causa para que el hombre pueda ser justificado, sino como un RESULTADO del pecador estar siendo justificado en virtud de una obediencia ajena—la de Cristo como Hombre.

La oruga moderna utiliza también Hechos 2:38 para enseñar que es el rito del bautismo—la causa por la cual recibimos al Espíritu Santo. Han quitado el aceite verdadero y lo han suplantado con un ritual—el bautismo. En lugar de enseñarle a la gente cuál es la causa verdadera por la que se recibe el bautismo diario del Espíritu Santo, y en lugar de llevar la gente a Cristo y a confiar en Cristo—en su obediencia perfecta y en su Sacerdocio en el Santuario Celestial—le enseñan a la gente a confiar en un rito realizado por los hombres aquí en la tierra y en sus sinagogas. En lugar de llevar almas a Cristo, llevan almas a los hombres, a que confíen en una organización humana, echando por tierra el Santuario Celestial, el Sacerdocio de Cristo, y el Evangelio—su justicia perfecta y su sangre derramada en la cruz. Encima de esto les enseñan que el bautismo del Espíritu Santo se recibe una vez y para siempre al ser bautizado, mientras que en el ritual simbólico el sacerdote quemaba incienso y luego aumentaba el aceite a las lámparas diariamente y hasta dos veces al día. De esta manera, por medio de la ley ceremonial, Dios nos enseña que la justificación, el perdón de pecados, y el bautismo del Espíritu Santo, los debiéramos pedir y recibir diariamente congregando al Santuario Celestial por la fe. Esto es el SERVICIO DIARIO CELESTIAL, pero como ya vimos, la PLAGA HA QUITADO EL SERVICIO DIARIO.

En el aspecto histórico vimos que el resultado literal de todo esto fue que no había frutos en el pueblo de Israel. En el aspecto profético el resultado es el mismo: en el pueblo de Dios tampoco hay frutos, y no hay santificación verdadera solo obediencia espuria. Pues en el pueblo de Dios NO HAY ESPIRITU SANTO HABITANTE. Somos las vírgenes insensatas de la parábola del Salvador: que tienen sus lámparas, pero que NO TIENEN ACEITE (Mateo 25:3). Profesamos ser obedientes, pero ni siquiera somos templos del Espíritu Santo.

DTG pg. 291.1 – “Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del nuevo corazón. Se realiza un cambio que ningún hombre puede realizar por su cuenta. Es una obra sobrenatural, que introduce un elemento sobrenatural en la naturaleza humana. El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una fortaleza suya, que él sostiene en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad sea conocida en ella sino la suya. Un alma así guardada en posesión por los agentes celestiales es inexpugnable para los asaltos de Satanás. Pero a menos que nos entreguemos al dominio de Cristo, seremos dominados por el maligno. Debemos estar inevitablemente bajo el dominio del uno o del otro de los dos grandes poderes que están contendiendo por la supremacía del mundo. No es necesario que elijamos deliberadamente el servicio del reino de las tinieblas para pasar bajo su dominio. Basta que descuidemos de aliarnos con el reino de la luz. Si no cooperamos con los agentes celestiales, Satanás se posesionará de nuestro corazón, y hará de él su morada. La única defensa contra el mal consiste en que Cristo more en el corazón por la fe en su justicia. A menos que estemos vitalmente relacionados con Dios, no podremos resistir los efectos profanos del amor propio, de la complacencia propia y de la tentación a pecar. Podemos dejar muchas malas costumbres y momentáneamente separarnos de Satanás; pero sin una relación vital con Dios por nuestra entrega a él momento tras momento, seremos vencidos. Sin un conocimiento personal de Cristo y una continua comunión, estamos a la merced del enemigo, y al fin haremos lo que nos ordene.”

DTG pg. 538.1 – “En toda época se otorgó a los hombres su día de luz y privilegios, un tiempo de gracia en el que pueden reconciliarse con Dios. Pero esta gracia tiene un límite. La misericordia puede interceder durante años, ser despreciada y rechazada. Pero llega al fin un momento cuando ella hace su última súplica. El corazón se endurece de tal manera que cesa de responder al Espíritu de Dios. Entonces la voz suave y atrayente ya no suplica más al pecador, y cesan las reprensiones y amonestaciones.”

Cuando el cuerno pequeño engaña a las personas haciéndoles creer que el bautismo de agua borra el pecado original—la naturaleza pecaminosa—y que gracias a este rito el hombre “nace de nuevo”, por medio de esta mentira induce al hombre a creer que ya son “nuevas criaturas” cuando en realidad NO LO SON. Es por esta razón que la gente se bautiza, cuando en realidad NO TIENEN NECESIDAD DE SER REGENERADOS o de NACER DE NUEVO. Esta es también la causa por la que los profesos creyentes NO ACEPTAN que NO tienen AMOR (Juan 5:42), y que mas bien ODIAN la Ley de Dios (Romanos 8:7), que están muertos estando aún vivos (Apocalipsis 3:1; Efesios 2:1), que están desnudos espiritualmente (Apocalipsis 3:17), y por lo tanto que NO TIENEN NECESIDAD del Espíritu Santo como Habitante. Tienen la casa adornada y barrida, pero como la casa está VACIA (pues NO son templo del Espíritu Santo), entonces son presa fácil de los espíritus inmundos—que son los ángeles caídos (Mateo 12:43-45).

Mateo 12:43-45 – “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.”

DMJ pg. 23/2 – “El corazón del hombre es por naturaleza frío, sombrío y sin amor. Siempre que alguien manifieste un espíritu de misericordia o de perdón, no se debe a un impulso propio, sino al influjo del Espíritu divino que lo conmueve. ‘Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero’ (1 Juan 4:19).”

CC pg. 15/1 (17.1) – “El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fué hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial. El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre.”

CS pg. 518/2 (459.1) – “Hay en las diversas denominaciones hombres eminentes por su piedad, que reconocen y deploran este hecho. El profesor Edward A. Park, al exponer los peligros religiosos corrientes, dice acertadamente: ‘Una de las fuentes de peligros es el hecho de que los predicadores insisten muy poco en la ley divina. En otro tiempo el púlpito era eco de la voz de la conciencia […]. Nuestros más ilustres predicadores daban a sus discursos una amplitud majestuosa siguiendo el ejemplo del Maestro y recalcando la ley, sus preceptos y sus amenazas. Repetían las dos grandes máximas de que la ley es fiel trasunto de las perfecciones divinas, y de que un hombre que no tiene amor a la ley no lo tiene tampoco al evangelio, pues la ley, tanto como el evangelio, es un espejo que refleja el verdadero carácter de Dios. Este peligro arrastra a otro: el de desestimar la gravedad del pecado, su extensión y su horror. El grado de culpabilidad que acarrea la desobediencia a un mandamiento es proporcional al grado de justicia de ese mandamiento […].”

1MS pg. 254.1 – “Son pocos los que comprenden el tema de la responsabilidad personal del hombre. Sin embargo, es un asunto de máxima importancia. Todos podemos obedecer y vivir, o podemos transgredir la ley de Dios, desafiar su autoridad y recibir el castigo consiguiente. De modo que a cada alma le incumbe decididamente la pregunta: ¿Obedeceré la voz del cielo, las diez palabras pronunciadas en el Sinaí, o iré con la multitud que pisotea esa ígnea ley? Para los que aman a Dios, será la máxima delicia observar los mandamientos divinos y hacer aquellas cosas que son agradables a la vista de Dios. Pero el corazón natural odia la ley de Dios y lucha contra sus santas demandas. Los hombres cierran su alma a la luz divina, rehusando caminar en ella cuando brilla sobre ellos. Sacrifican la pureza del corazón, el favor de Dios y su esperanza del cielo a cambio de la complacencia egoísta o las ganancias mundanales.”

1JT pg. 328.1 – “A los que se sienten seguros por causa de sus progresos y se creen ricos en conocimiento espiritual, les cuesta recibir el mensaje que declara que están engañados y necesitan toda gracia espiritual. El corazón que no ha sido santificado es engañoso ‘más que todas las cosas, y perverso’ (Jeremías 17:9). Se me mostró que muchos se ilusionan creyéndose buenos cristianos, aunque no tienen un solo rayo de la luz de Jesús. No tienen una viva experiencia personal en la vida divina. Necesitan humillarse profunda y cabalmente delante de Dios antes de sentir su verdadera necesidad de realizar esfuerzos fervientes y perseverantes para obtener los preciosos dones del Espíritu.”

2JT pg. 13.5 – “‘Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso’ (Sofonías 1:14); pero ¿dónde contemplamos el verdadero espíritu adventista? ¿Quiénes se están preparando para subsistir en ese tiempo de tentación que está por sobrecogernos? El pueblo al cual Dios ha confiado las verdades sagradas, solemnes y escrutadoras para este tiempo, está durmiendo en su puesto. Dice por sus acciones: Tenemos la verdad, somos ricos, y estamos enriquecidos, y no tenemos ‘necesidad de ninguna cosa’; mientras que el Testigo Fiel declara: ‘Y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo’ (Apocalipsis 3:17).

“¡Con qué fidelidad describen estas palabras la condición actual de la iglesia: ‘Y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo’! Los siervos de Dios presentan mensajes de amonestación dictados por el Espíritu Santo, que señalan defectos de carácter a los que yerran; pero ellos dicen: ‘Esto no representa mi caso. No acepto el mensaje que me traéis. Estoy haciendo lo mejor que puedo. Creo la verdad’.”

El cuerno pequeño ha DEJADO SECO a la estructura de la verdad. El profeta Daniel también nos advirtió que esto es precisamente lo que ocurriría cuando escribió:

Daniel 8:9-12 – “Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa. Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra. Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.”

El cuerno pequeño, la oruga, la plaga, entro en la “tierra gloriosa”, que en el aspecto histórico era el Israel terrenal, pero en el aspecto histórico es el Israel espiritual. Este cuerno pequeño quitó el “continuo” o “servicio diario”, y además echó por tierra el Santuario Celestial, echó por tierra toda la verdad, la sana doctrina. Por esta razón el pueblo de Dios sobre toda la tierra ni esta aceptado, ni perdonado, ni tiene al Espíritu Santo como Agente Regenerador. Negar esta terrible realidad seria negar tanto el libro de Joel como el libro de Daniel: seria negar lo que está escrito.

El pan inmundo

Hoy en día el pueblo de Dios no tiene el pan verdadero. En lugar del pan verdadero tenemos al pan inmundo. En Ezequiel 4:9-13 el Señor le dice al profeta que debe comer pan cocido con estiércol humano—este es el pan inmundo literal. ¿Pero qué simboliza el “pan inmundo”?

Mientras que el pan verdadero es la justicia perfecta y perpetua de Cristo que Él vivió y desarrollo aquí en la tierra como Hombre, y que ahora la presenta a favor del creyente que por fe le sigue en su trabajo sacerdotal en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial diariamente, el pan inmundo es lo contrario a esta justicia imputada de Cristo.

El pan inmundo es Cristo morando en mí para que yo haga buenas obras y así por mis buenas obras yo pueda ser justificado o aceptado ante Dios. Es una salvación por obras adornada con Cristo y con el Espíritu Santo.

Al poner las buenas obras—los méritos de los hombres—en lugar de la justicia de Cristo que está en el cielo, la oruga moderna o cuerno pequeño está quitando el pan verdadero y está dando pan inmundo al pueblo de Dios para que éste no sea aceptable ante Dios.

En lugar de la sangre de Cristo, la oruga moderna ha colocado el rito del bautismo como medio para el perdón de pecados y porque así logra que el pueblo no sea verdaderamente perdonado. Al pueblo de Dios se le enseña a mirar y a confiar en un rito o en algo que está dentro de sí mismo, para que así no tenga con qué presentarse ante Dios, tal como el Israel según la carne en el tiempo de las orugas no tenía con qué presentarse ante Dios. Es por todo esto que el pueblo de Dios actual somos árboles secos y sin frutos, tal como ocurrió literalmente en el aspecto histórico.

El Valle de Huesos Secos

3MS pg. 166/2 – “Las obras de justicia pesadas en el juicio, 1881—Los ministros a veces dicen a la gente que no tienen nada que hacer, sino creer, que Jesús lo ha hecho todo, y que sus obras no son nada. Sin embargo, la Palabra de Dios declara sencillamente que en el juicio las balanzas serán equilibradas justamente, y que las decisiones se basarán en la evidencia presentada.

“Un hombre llega a ser el gobernante de diez ciudades, otro de cinco, y otro de dos; y cada hombre recibirá exactamente en proporción al progreso que ha hecho con los talentos que se le han confiado. Nuestros esfuerzos en las obras de justicia, en nuestro propio favor y por la salvación de las almas, tendrán una influencia decidida en nuestra recompensa.”

“Jesús lo ha hecho todo” sí, pero en lo que se refiere al EVANGELIO—Cristo como Hombre desarrolló la obediencia perfecta en virtud de la cual podemos ser justificados en el Santuario Celestial. Pero la obra que me toca hacer a mí, la santificación verdadera, el abandono de la práctica del pecado, es una obra mancomunada entre el poder divino y el esfuerzo humano. Yo soy el que debe abandonar la práctica del pecado, Cristo no puede abandonar mis malos hábitos por mí. Soy yo quien debe “llevar mucho fruto” y dejar de ser un “árbol seco.” Por eso volvemos a recalcar: el cuerno pequeño hace un solo paquete de la justificación y la santificación, y por lo tanto para ellos “Cristo lo ha hecho todo” incluye la justificación y la santificación, y así inducen a la gente a seguir pecando.

Proverbios 28:13 – “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”

Cristo no presenta su justicia perfecta para que yo pueda ser declarado “justo” y luego me otorga la lluvia temprana, para que yo siga pecando, sino para que yo aprenda a obedecer y aprenda a apartarme del pecado. Esta es la santificación verdadera, esto es “llevar mucho fruto.”

Pero los antinomianos que dicen “Cristo lo ha hecho TODO por mi, yo no tengo NADA que hacer” y emplean ese razonamiento en el campo de la SANTIFICACION, están en un ERROR mortal. Pues si yo soy un mentiroso, soy yo quien debe dejar de mentir. No es Cristo ni el Espíritu Santo el que deja de mentir por mí.

Otra figura para representar a los creyentes sin frutos, además de los “arboles secos”, es el valle de huesos secos. En Ezequiel 37:1-2,11 el Señor le mostró al profeta un valle de huesos secos, que representaba al Israel según la carne de aquel tiempo. Pero el Israel espiritual actualmente ha llegado también a la misma condición de valle de huesos secos, pues el cuerno pequeño ha quitado de su vista el Santuario y el Servicio Diario Celestiales.

Valle de huesos secos.
Valle de huesos secos.

CS pg. 586.3 – “Muchos se engañan con respecto a su verdadera condición ante Dios. Se felicitan por los actos reprensibles que no cometen, y se olvidan de enumerar las obras buenas y nobles que Dios requiere, pero que ellos descuidan de hacer. No basta que sean árboles en el huerto del Señor. Deben corresponder a lo que Dios espera de ellos, llevando frutos. Dios los hace responsables de todo el bien que podrían haber realizado, sostenidos por su gracia. En los libros del cielo sus nombres figuran entre los que ocupan inútilmente el suelo. Sin embargo, aun el caso de tales personas no es del todo desesperado. El Dios de paciencia y amor se empeña en atraer aún a los que han despreciado su gracia y desdeñado su misericordia.  ‘Por lo cual se dice: Despiértame tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; […] redimiendo el tiempo, porque los días son malos’ (Efesios 5:14-16).”

De acuerdo con Joel 1:8, el pueblo de Dios, al saber que se encuentra en esta terrible condición, debería llorar, lamentarse y gemir por liberación. Las langostas modernas han quitado al pan verdadero, al “pan de vida” (Juan 6:48), al “pan vivo” (Juan 6:51), aquello que es lo único que puede lograr la aceptación de Dios. Han quitado la justicia verdadera que, de acuerdo con Hebreos 3:14, es el principio de nuestra confianza hasta el fin: Ya que ese pan verdadero es suficiente para darnos aceptación, tanto en el Servicio Diario, como en el Día del Juicio, para que nuestros nombres se conserven en el Libro de la Vida y podamos tener vida eterna.

Pero en lugar del pan verdadero el cuerno pequeño está repartiendo pan inmundo por el mundo entero. Han quitado la verdad que sólo la sangre de Cristo nos concede el perdón de nuestros pecados (Efesios 1:7; Mateo 26:28; Romanos 3:25), pues sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hebreos 9:22). Y ya que las orugas modernas son las encargadas de administrar el rito del bautismo, han quitado la verdad de que es gracias a la justicia perfecta de Cristo y al Sacerdocio de Cristo la causa que trae al Espíritu Santo al verdadero creyente para que haya verdadera santificación (lluvia temprana y esfuerzo humano) aquí en la tierra.

Todo esto tiene un paralelo con Daniel 8:11, ya que las orugas modernas (que en el libro de Daniel son el cuerno pequeño) han lanzado su ataque contra el Ministerio Sacerdotal de Cristo en el Lugar Santísimo, han quitado el Servicio Diario Celestial y han echado por tierra el Santuario Celestial.

Cuando las orugas modernas enseñan que cuando el hombre se bautiza “nace de nuevo,” entonces enseñan a los hombres que el bautismo borra la naturaleza pecaminosa y que por medio de ese rito te conviertes en un santo hijo de Dios.

Si esto fuera verdad, es decir: que si por medio del bautismo nacemos de nuevo, entonces el ser humano no tendría ya necesidad de ser regenerado, no tiene necesidad de nacer verdaderamente de nuevo. Una persona que acepta que al ser bautizado ya ha nacido de nuevo no va a aceptar que no tiene capacidad natural de amar (la amonestación del Testigo Fiel – Apocalipsis 3:17) y no va a tener necesidad de desarrollar un nuevo carácter semejante al de Cristo.

Por mucho que las orugas modernas se aferren a Hechos 2:38, el hecho es que ni el bautismo, ni ningún rito que pueda realizar el hombre aquí en la tierra, puede perdonar los pecados ni puede traer al Espíritu Santo como Habitante, ni puede hacer al hombre nacer de nuevo. Todo esto ocurre como resultado del trabajo de Cristo como Sumo Sacerdote en el Santuario Celestial.

Las orugas modernas, al imponer sus tradiciones y costumbres de hombres, lo único que logran es que los profesos cristianos se consideren ya ricos (Apocalipsis 3:17) y no tengan necesidad de la justicia de Cristo, ni de su sangre, ni de su Sacerdocio, ni del Santuario Celestial, y ni siquiera tengan necesidad de verdadero arrepentimiento y del abandono de la práctica del pecado.

El cuerno pequeño ha dejado seca la estructura de la verdad y las personas ya no tienen necesidad de la ofrenda y la libación. Es por esto que también cuando los hombres cometen pecados prefieren “volver a bautizarse” en lugar de arrodillarse y humillarse delante de Dios.

Es así que el cuerno pequeño logra satisfacer ampliamente a dos clases de personas: los legalistas que buscan la salvación por obras, por sus propios méritos, porque se creen “buenos, santos y perfectos”; y también a los antinomianos que quieren salvarse sin reforma, sin el abandono de la práctica del pecado, porque aseguran que “Cristo ya lo ha hecho todo por mí y yo no tengo necesidad de hacer nada” en el campo de la santificación. Creen que Cristo no es únicamente su justificación, sino su santificación PERSONAL de ellos mismos.

Mateo 23:2, 4-7 – “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.”

Los fariseos, como está escrito en Mateo 23:2-7, “atan cargas pesadas y difíciles de llevar” sobre los hombres, y les dicen: “tienes que salir al campo para recibir la lluvia tardía”, “tienes que recibir la lluvia tardía para pasar el juicio”, “tienes que dejar de comer carne para pasar el Juicio”, “tienes que celebrar las fiestas de la Tora para recibir el sello de Dios”, y muchas otras mentiras, para que los hombres busquen dentro de sí mismos la justicia por la cual ser aceptados, mientras rechazan la justicia perfecta de Cristo.

“Pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”, pues cuando los hombres no les ven a ellos, los fariseos comen carne, no poden orden en su casa y peor con sus propios hijos, y cometen peores iniquidades a escondidas de los hombres. Los fariseos manipulan verdades como la Reforma Pro Salud o la salida al campo, para llevarlas al campo de la justificación, en lugar del campo de la santificación.

Los fariseos modernos “aman las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones, y que los hombres les llamen” anciano, pastor, maestro de escuela sabática. Pero no quieren reconocer que son pecadores por naturaleza (Isaías 48:8), y que por mucho que se bauticen y se rebauticen siguen siendo hijos de su padre el diablo (Juan 8:44).

Lo más triste, es que el ser humano desconoce que además todos somos fariseos por naturaleza.

DMJ pg. 69.2 – “Sin embargo, los principios sostenidos por los fariseos han caracterizado a la humanidad en todos los siglos. El espíritu del farisaísmo es el espíritu de la naturaleza humana; y mientras el Salvador contrastaba su propio espíritu y sus métodos con los de los rabinos, enseñó algo que puede aplicarse igualmente a la gente de todas las épocas.”

A veces manifestamos el extremo del farisaísmo, pero en otras ocasiones manifestamos el otro extremo de la naturaleza humana que es el antinomianismo: el odio a la Ley de Dios.

Jeremías 6:19 – “Oye, tierra: He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley.”

¿Frente a esta terrible realidad, que debería hacer el pueblo de Dios? Deberíamos orar y pedir a Dios que nos dé la ofrenda y la libación. Debemos estudiar y comprender cuál es la verdadera ofrenda y libación. Luego de que entendamos por nosotros mismos, podremos enseñar a otros para así ir restaurando la verdadera ofrenda y la verdadera libación. Nuestro Señor Jesús habló acerca de la ofrenda y la libación en Juan capítulo 6.

La verdadera ofrenda

En Juan 6:5-13 leemos que Cristo dio de comer a una multitud hambrienta de cinco mil personas al multiplicar panes y peces milagrosamente. Ante este milagro, la multitud trató de coronarle rey terrenal, pues a la gente nos interesa mucho saciar nuestros intereses terrenales, pero no nos interesa nuestra pobreza espiritual.

DTG pg. 340.2 – “Durante todo el día esta convicción se había fortalecido. Ese acto culminante les aseguraba que entre ellos se encontraba el Libertador durante tanto tiempo esperado. Las esperanzas de la gente iban aumentando cada vez más. El sería quien haría de Judea un paraíso terrenal, una tierra que fluyese leche y miel. Podía satisfacer todo deseo. Podía quebrantar el poder de los odiados romanos. Podía librar a Judá y Jerusalén. Podía curar a los soldados heridos en la batalla. Podía proporcionar alimento a ejércitos enteros. Podía conquistar las naciones y dar a Israel el dominio que deseaba desde hacía mucho tiempo.”

Los israelitas anhelaban la liberación del yugo de los romanos, pero no deseaban la liberación del yugo del pecado, pues no se consideraban pecadores sino justos, y mas bien miraban a los gentiles como perdidos sin esperanza. Encima de esto tenían el concepto de que el Mesías sometería a las naciones por la fuerza militar, para colocar a Israel como un imperio mundial terrenal a base de la fuerza. Los mismos discípulos de Cristo tenían estos errores doctrinales en la cabeza.

DTG pg. 402.2 – “El Salvador reunió a sus discípulos en derredor de sí y les dijo: ‘Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos’ (Marcos 9:35). Tenían estas palabras una solemnidad y un carácter impresionante que los discípulos distaban mucho de comprender. Ellos no podían ver lo que Cristo discernía. No percibían la naturaleza del reino de Cristo, y esta ignorancia era la causa aparente de su disputa. Pero la verdadera causa era más profunda. Explicando la naturaleza del reino, Cristo podría haber apaciguado su disputa por el momento; pero esto no habría alcanzado la causa fundamental. Aun después de haber recibido el conocimiento más completo, cualquier cuestión de preferencia podría renovar la dificultad, y el desastre podría amenazar a la iglesia después de la partida de Cristo. La lucha por el puesto más elevado era la manifestación del mismo espíritu que diera origen a la gran controversia en los mundos superiores e hiciera bajar a Cristo del cielo para morir. Surgió delante de él una visión de Lucifer, el hijo del alba, que superaba en gloria a todos los ángeles que rodean el trono y estaba unido al Hijo de Dios por los vínculos más íntimos. Lucifer había dicho: ‘Seré semejante al Altísimo’ (Isaías 14:14), y su deseo de exaltación había introducido la lucha en los atrios celestiales y desterrado una multitud de las huestes de Dios. Si Lucifer hubiese deseado realmente ser como el Altísimo, no habría abandonado el puesto que le había sido señalado en el cielo; porque el espíritu del Altísimo se manifiesta sirviendo abnegadamente. Lucifer deseaba el poder de Dios, pero no su carácter. Buscaba para sí el lugar más alto, y todo ser impulsado por su espíritu hará lo mismo. Así resultarán inevitables el enajenamiento, la discordia y la contención. El dominio viene a ser el premio del más fuerte. El reino de Satanás es un reino de fuerza; cada uno mira al otro como un obstáculo para su propio progreso, o como un escalón para poder trepar a un puesto más elevado.”

Cristo no permitió que lo coronen rey terrenal. Posteriormente, cuando la multitud volvió a encontrarse con Cristo le preguntaron:

Juan 6:25 – “Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?”

Entonces Cristo les va a explicar que él es el pan verdadero (Juan 6:32-40).

Juan 6:38 – “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.”

Cristo vino a la tierra como Hombre para vivir una vida de obediencia perfecta y perpetua a la Ley de Dios, pues la voluntad de Dios es que obedezcamos su Ley (Hebreos 10:5-7; Salmos 40:8). Pero esto Cristo no lo hizo a favor de sí mismo, sino a favor de todos nosotros (Juan 17:19), que no tenemos capacidad para amar por naturaleza (Juan 5:48) y por lo tanto no podemos obedecer la Ley de Dios de manera perfecta y perpetua.

Romanos 8:7 – “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.”

Cristo como Hombre obedeció la Ley de manera perfecta y perpetua a favor y en lugar de la raza caída en el pecado.

Cristo obedeció la Ley perfectamente para que:

  1. El hombre pueda tener aceptación o justificación en el Santuario Celestial, si es que el hombre acepta y cree en Cristo como su justicia perfecta (Jeremías 23:6). “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).
  2. Para darnos vida eterna (Juan 6:40), al recuperar el acceso al árbol de la vida (Apocalipsis 2:7).
  3. Para que podamos recibir al Espíritu Santo habitante (bajo la forma de lluvia temprana en el Servicio Diario, y bajo la forma de lluvia tardía en ocasión del Juicio de Vivos—Hechos 3:19).
  4. Y si Dios nos lleva al descanso, que es la muerte primera, Cristo obedeció la Ley para que podamos resucitar en ocasión de su segunda venida a la tierra en gloria (Juan 6:40).

Juan 6:40 – “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Cuando Cristo estableció la cena del Señor en Mateo 26:26, al tomar el pan dijo: “este es mi cuerpo.” El pan verdadero es su vida de obediencia perfecta a la Ley que nos concede aceptación en el Santuario Celestial. Esta es la obediencia perfecta a la Ley que el cuerno pequeño ha quitado—la justicia perfecta que está fuera de nosotros, fuera de este planeta tierra, pues está en la persona de Cristo y en el Santuario Celestial. El cuerno pequeño desvía la atención de la gente de Cristo, de su justicia perfecta, de su Sacerdocio, para enfocarse en una justicia de Cristo “dentro del corazón del hombre”, y hace énfasis en lo que el Espíritu de Cristo HACE en el hombre—esto es el pan inmundo de Ezequiel 4:12-13. El cuerno pequeño NO hace distinción entre justificación y santificación, entre la justicia de la fe y la justicia de la ley, sino que hace un sólo paquete de ambas, y la coloca en dentro del hombre para que el centro de la justificación sea el corazón del hombre en lugar del Santuario Celestial.

FO pg. 12.2 – “Mientras una clase pervierte la doctrina de la justificación por la fe y deja de cumplir con las condiciones formuladas en la Palabra de Dios –‘Si me amáis, guardad mis mandamientos’ (Juan 14:15), igualmente cometen un error semejante los que pretenden creer y obedecer los mandamientos de Dios pero se colocan en oposición a los preciosos rayos de luz -nuevos para ellos- que se reflejan de la cruz del Calvario. La primera clase no ve las cosas maravillosas que tiene la ley de Dios para todos los que son hacedores de su Palabra. Los otros cavilan sobre trivialidades y descuidan las cuestiones de más peso -la misericordia y el amor de Dios.”

FO pg. 17.2 – “Sea hecho claro y manifiesto que no es posible mediante mérito de la criatura realizar cosa alguna en favor de nuestra posición delante de Dios o de la dádiva de Dios por nosotros. Si la fe y las obras pudieran comprar el don de la salvación, entonces el Creador estaría obligado ante la criatura. En este punto la falsedad tiene una oportunidad de ser aceptada como verdad. Si algún hombre puede merecer la salvación por algo que pueda hacer, entonces está en la misma posición del católico que cumple penitencia por sus pecados. La salvación, en tal caso, es en cierto modo una obligación, que puede ganarse como un sueldo. Si el hombre no puede, por ninguna de sus buenas obras, merecer la salvación, entonces ésta debe ser enteramente por gracia, recibida por el hombre como pecador porque acepta y cree en Jesús. Es un don absolutamente gratuito. La justificación por la fe está más allá de controversias. Y toda esta controversia termina tan pronto como se establece el punto de que los méritos de las buenas obras del hombre caído nunca pueden procurarle la vida eterna.”

Efesios 2:8-9 – “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

FO pg. 18.1 – “La luz que he recibido de Dios coloca este importante tema más allá de todo interrogante en mi mente. La justificación es enteramente por gracia y no se consigue por ninguna obra que el hombre caído pueda realizar. El punto ha sido presentado delante de mí con claridad, que si el hombre rico tiene dinero y posesiones, y los ofrenda al Señor, se introducen ideas falsas que estropean la ofrenda por pensar que merece el favor de Dios, que el Señor está obligado a considerarlo con especial benevolencia en virtud de su donación.”

La verdadera libación

Cristo no habló únicamente del pan, sino que habló también del vino cuando estableció la cena del Señor.

Mateo 26:27-28 – “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”

El vino sin fermento era un símbolo de su sangre derramada en la cruz del Calvario, un símbolo de su sacrifico expiatorio. Su sangre es toda suficiente para expiar nuestros pecados y para darnos la vida eterna.

¿Queremos esa vida eterna? Si la respuesta es SI, ¿qué debemos hacer?

Juan 6:47-53 – “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.”

Primeramente, la orden de Jesús es que CREAMOS EN EL. Creer que él es el Pan Verdadero, que su obediencia perfecta como Hombre es toda suficiente para que podamos ser justificados. La siguiente condición es que “comamos su carne” (JUSTICIA) y bebemos su sangre (PERDON).

Comer su Carne y Beber su Sangre

DTG pg. 353/3 – “Comer la carne y beber la sangre de Cristo es recibirle como Salvador personal, creyendo que perdona nuestros pecados, y que somos completos en él. Contemplando su amor, y espaciándonos en él, absorbiéndolo, es como llegamos a participar de su naturaleza. Lo que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede beneficiarnos a menos que lo comamos; a menos que llegue a ser parte de nuestro ser. Así también Cristo no tiene valor para nosotros si no le conocemos como Salvador personal. Un conocimiento teórico no nos beneficiará. Debemos alimentarnos de él, recibirle en el corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida. Debemos asimilarnos su amor y su gracia.”

En Juan 6:53-55 Cristo nos mandó a “comer su carne” y a “beber su sangre.” Comer su carne y beber su sangre es creer en Cristo como nuestro Salvador personal, creer que su justicia y su sangre son todas suficientes que seamos aceptados y obtengamos perdón por nuestros pecados.

La carne y la sangre de Cristo como Hombre son completamente suficientes para darnos la resurrección (Juan 6:54), y para que podamos vivir eternamente (Juan 6:55-58).

Existe otra historia Bíblica que también trata acerca del Pan Verdadero y su relación con nosotros, con nuestra condición de pecadores por naturaleza: la historia de los leprosos (2 Reyes 6:25-29; 7:1-19). Esta historia describe de igual manera la condición del pueblo de Dios como la del mundo dominical, y así como tiene su aspecto histórico, tiene también su aspecto profético.

Los Leprosos (2 Reyes 6:24-29; 7:1-19)

Los cuatro leprosos en el campo sirio.
Los cuatro leprosos en el campo sirio.

En estos versículos tenemos la historia de la terrible hambre que hubo en Samaria cuando el rey Ben-hadad de Siria la sitió con su ejército. Como Samaria estaba sitiada no podían ingresar alimentos y se habían agotado las reservas. Ante esta circunstancia la gente comenzó a comer carne humana del hambre.

2 Reyes 6:28-29 – “Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío. Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo.”

En el capítulo siguiente (2 Reyes 7) el profeta Eliseo anunció al pueblo que al día siguiente se iba a vender trigo a precio barato. Al escuchar esto, un príncipe se burló diciendo que esto sólo podría ocurrir si el Señor “abriría las ventanas del cielo.” A lo que el profeta respondió diciendo: “¡He aquí que tú lo verás con tus ojos, pero no comerás de ello!” (2 Reyes 7:2).

Luego leemos que hay cuatro leprosos que están afuera de la ciudad y están debatiendo qué hacer (2 Reyes 7:3). Si entran en la ciudad van a morir de hambre pues no hay qué comer. Pero si se quedan afuera de la ciudad, lo más probable es que el ejército del rey de Siria los mate. Al final toman la decisión de ir al campamento donde se encontraba el ejército del rey para ver si les dan algún alimento. De lo contrario sabían que los iban a matar, pero quedarse allí ya sea fuera o dentro de la ciudad era muerte segura, entonces no tenían nada que perder intentando pedir misericordia al rey (2 Reyes 7:4).

Los leprosos llegan al campamento de los sirios al anochecer y encuentran que no había absolutamente nadie (2 Reyes 7:5), “porque el Señor había hecho que en el campamento de los sirios se oyera el estruendo de carros, el estruendo de caballos y el estruendo de un gran ejército, y se dijeron unos a otros: ‘He aquí,  el rey de Israel ha contratado contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios para que vengan contra nosotros’ (2 Reyes 7:6).”

Los sirios, al escuchar el estruendo como de un ejército, decidieron abandonar el campamento. Pero no lo hicieron de día, por temor de que los israelitas los vean salir huyendo y decidan ir tras de ellos para matarlos, entonces prefirieron esperar al anochecer para huir cubiertos por la oscuridad de la noche. Y resulta que el ejército salió huyendo y abandonando todo, y no se llevaron nada (2 Reyes 7:7).

Entonces los leprosos entraron en una de las tiendas y comieron y bebieron hasta saciarse. Incluso agarraron las cosas de valor y las escondieron, y luego fueron de tienda en tienda haciendo lo mismo (2 Reyes 7:8).

Una vez que los leprosos habían satisfecho su hambre, meditaron sobre la situación y se dieron cuenta de que no habían obrado correctamente pues en la ciudad la gente se estaba muriendo de hambre (2 Reyes 7:9) mientras ellos estaban saciados. Entonces acordaron ir a la puerta de la ciudad para que le avisen al rey de Israel que el ejército sirio había abandonado el sitio (2 Reyes 7:10).

Sin embargo, el rey de Samaria dudó de que esto fuese cierto, pues pensaba que se trataba de una trampa del rey de Siria (2 Reyes 7:12), y entonces mandó unos mensajeros para que vayan a verificar si los leprosos decían la verdad (2 Reyes 7:13-14).  Una vez confirmaron que lo que dijeron los leprosos era cierto (2 Reyes 7:15), el pueblo salió y saqueo el campamento de los sirios. Y tal como lo predijo el profeta de Jehová, se vendía el trigo bastante barato por su abundancia (2 Reyes 7:16).

Debido a la conmoción causada por el saqueo, el príncipe que se había hecho la burla de lo que profetizó el profeta murió atropellado por la muchedumbre (2 Reyes 7:17).

2 Reyes 7:20 – “Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la entrada, y murió.”

La moraleja de esta historia

Los leprosos se morían de hambre, decidieron ir en busca de alimento, y encontraron el pan verdadero. Luego de saciar su hambre fueron a buscar a otros para avisarles dónde encontrar el pan verdadero. Los leprosos no esperaron al amanecer para avisar al pueblo hambriento, sino que esa misma noche fueron a dar las buenas nuevas de que había pan en abundancia para saciar el hambre.

Nosotros somos esos leprosos y es nuestro deber buscar a los hambrientos para guiarlos al Pan Verdadero: enseñarles para qué sirve el pan verdadero, y enseñarles qué van a recibir si comen del pan verdadero.

Pero esta historia, como dijimos en un principio, tiene también un aspecto profético.

El Aspecto Profético de Joel 1:1-13

Cuando termine la obra intercesora de Cristo en el Santuario Celestial, cuando termine el tiempo de gracia para el mundo entero, y Cristo pronuncie las palabras:

Apocalipsis 22:11 – “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.”

Entonces habrá un pueblo sin frutos, sin el pan verdadero, tal como lo describe el profeta Joel: “todos los árboles del campo se secaron” (Joel 1:12), que se encuentra en esta condición porque NO QUISIERON ACEPTAR que eran árboles secos por naturaleza, desde el momento en fueron engendrados. Es decir, que RECHAZARON la Amonestación del Testigo Fiel (Apocalipsis 3:17), y por lo tanto nunca tuvieron genuina necesidad del Evangelio, ni del Sacerdocio de Cristo, ni de la misericordia del Padre, ni del Agente Regenerador. Rechazaron el plan de salvación de Dios, y en su lugar aceptaron el plan de Satanás: salvación por obras.

1JT pg. 327.3 – “El Señor nos muestra aquí que el mensaje que deben dar a su pueblo los ministros que él ha llamado para que amonesten a la gente no es un mensaje de paz y seguridad. No es meramente teórico, sino práctico en todo detalle. En el mensaje a los laodicenses, los hijos de Dios son presentados en una posición de seguridad carnal. Están tranquilos, creyéndose en una exaltada condición de progreso espiritual. ‘Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo’ (Apocalipsis 3:17).

“¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque crea sinceramente dicho engaño. No sabe que su condición es deplorable a la vista de Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del Testigo Fiel se lisonjean de que se encuentran en una exaltada condición espiritual, dicho mensaje quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera condición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan penetrante y severo no puede ser un error, porque es el Testigo Fiel el que habla y su testimonio debe ser correcto.”

2JT pg. 14.2 – “Aquel siervo malo que dice en su corazón: ‘Mi Señor se tarda en venir’ (Mateo 24:48), profesa estar aguardando a Cristo. Es un ‘siervo’ exteriormente dedicado al servicio de Dios, mientras que en su corazón ha cedido a Satanás. No niega abiertamente la verdad, como el escarnecedor, sino que revela en su vida el sentir de su corazón, a saber, que la venida del Señor se tarda. La presunción lo vuelve negligente de los intereses eternos. Acepta las máximas del mundo y se conforma a sus costumbres y prácticas. En él predominan el egoísmo, el orgullo mundanal y las ambiciones. Temiendo que sus hermanos ocupen un puesto más elevado que él mismo, empieza a hablar despectivamente de sus esfuerzos y a impugnar sus motivos. Así hiere a sus consiervos. A medida que se aparta del pueblo de Dios, se une más y más con los impíos. Se lo encuentra comiendo y bebiendo ‘con los borrachos’ (vers. 49), uniéndose con los mundanos y participando de su espíritu. Así queda adormecido en una seguridad carnal, y vencido por la indiferencia y la pereza.”

Luego de que Cristo termine su obra intercesora en el Santuario Celestial y se prepare para venir a la tierra por segunda vez, entonces las plagas de Apocalipsis 16 se desencadenaran sobre el planeta afectando únicamente a aquellos que salieron reprobados en el Juicio de Vivos y que recibieron la marca de la bestia.

CS pg. 685/3 (611.2) – “Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca (Apocalipsis 14:9, 10). Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba por libertar a Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación final del pueblo de Dios. En el Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles: ‘Vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen’. El mar ‘se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar’. También ‘los ríos; y […], las fuentes de las aguas, […] se convirtieron en sangr’”. Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada. El ángel de Dios declara: ‘Justo eres tú, oh Señor, […] porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen’ (Apocalipsis 16:2-6). Al condenar a muerte al pueblo de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de su sangre como si la hubiesen derramado con sus propias manos. Del mismo modo Cristo declaró que los judíos de su tiempo eran culpables de toda la sangre de los santos varones que había sido derramada desde los días de Abel, pues estaban animados del mismo espíritu y estaban tratando de hacer lo mismo que los asesinos de los profetas.”

Como consecuencia de las primeras plagas de Apocalipsis 16, el mundo quedará reducido a la condición descrita por el profeta Joel:

Joel 1:12 – “La vid está seca, y pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres.”

CS pg. 686/1 (612.1) – “En la plaga que sigue, se le da poder al sol para ‘quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor’ (Apocalipsis 14:8, 9). Los profetas describen como sigue el estado de la tierra en tan terrible tiempo: ‘El campo fue destruido, se enlutó la tierra; […] porque se perdió la mies del campo’. ‘Se secaron todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres’. ‘El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados’. ‘¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos!, […] Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderías del desierto’ (Joel 1:10, 11, 12, 17, 18, 20). ‘Y los cantores del templo aullarán en aquel día, dice el Señor Jehová; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar echados serán en silencio’ (Amós 8:3).

“Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra serían enteramente destruidos. Sin embargo serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres. Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio final la ira de Dios se derramará sin mezcla de misericordia.”

CS pg. 687/3 (613.1) – “El pueblo de Dios no quedará libre de padecimientos; pero aunque perseguido y acongojado y aunque sufra privaciones y falta de alimento, no será abandonado para perecer. El Dios que cuidó de Elías no abandonará a ninguno de sus abnegados hijos. El que cuenta los cabellos de sus cabezas, cuidará de ellos y los atenderá en tiempos de hambruna. Mientras los malvados estén muriéndose de hambre y pestilencia, los ángeles protegerán a los justos y suplirán sus necesidades. Escrito está del que ‘camina en justicia’ que ‘se le dará pan y sus aguas serán ciertas’. ‘Cuando los pobres y los menesterosos buscan agua y no la hay, y la lengua se les seca de sed, yo, Jehová, les escucharé; yo, el Dios de Israel, no los abandonará’ (Isaías 33:16; 41:17).”

A causa de la caída de las primeras plagas, se acabará la vida vegetal y animal en la tierra, y entonces los seres humanos no tendrán qué comer. El mundo entero padecerá de hambre, tal y como sucedió en tiempos del Israel histórico en muchas ocasiones, porque rechazaron al Pan Verdadero. Pero para el pueblo de Dios que sí acepto su condición de árboles secos por naturaleza, y que por lo tanto sí acepto al Pan Verdadero: comió la carne y bebió la sangre de Cristo, y salió aprobado en el Juicio de Vivos en virtud de la carne de Cristo: para ellos está escrita la promesa que Dios les va a proveer de PAN y AGUA (Isaías 33:16).

Dios no promete soda ni pollo frito al remanente, sino PAN y AGUA. Por lo tanto, se trata de un pueblo que aprendió a desarrollar el don sobrenatural de la TEMPERANCIA (Gálatas 5:22-23) descrito en la Reforma Pro Salud, antes de que se desencadene la crisis final (Apocalipsis 13:13-17). Se trata de un pueblo que aprendió a comer sano, y no a comer para satisfacer al dios vientre (Filipenses 3:19), ni comer sano y sencillo para “pasar el juicio por no comer carne” (salvación por obras); sino como RESULTADO de estar siendo aceptados y declarados 100% temperantes en virtud de la justicia perfecta de Cristo en el Santuario Celestial.

PE pg. 282/1 – “Vi a los santos abandonar las ciudades y los pueblos y juntarse en grupos para vivir en los lugares más apartados. Los ángeles los proveían de comida y agua, mientras que los impíos sufrían hambre y sed. Vi después que los magnates de la tierra consultaban entre sí, y Satanás y sus ángeles estaban atareados en torno de ellos. Vi un edicto del que se repartieron ejemplares por distintas partes de la tierra, el cual ordenaba que si dentro de determinado plazo no renunciaban los santos a su fe peculiar y prescindían del sábado para observar el primer día de la semana, quedaría la gente en libertad para matarlos. Pero en aquella hora de prueba estaban los santos tranquilos y serenos, esperando en Dios y apoyados en su promesa de que se les abriría un camino de salvación. En algunos puntos los malvados se precipitaron contra los santos para matarlos antes de que venciese el plazo señalado en el edicto; pero ángeles en la persona de guerreros pelearon por ellos. Satanás quería tener el privilegio de exterminar a los santos del Altísimo; pero Jesús ordenó a sus ángeles que velaran por ellos. Dios tendría a honra hacer un pacto con quienes habían guardado su ley a la vista de los paganos circundantes; y Jesús recibiría honra al trasladar sin que vieran la muerte a los fieles expectantes que durante tanto tiempo le habían aguardado.”

PR pg. 536/1 – “En visiones del gran día de juicio, los mensajeros inspirados de Jehová obtuvieron vislumbres de la consternación que sobrecogerá a los que no estén preparados para encontrarse con su Señor en paz.

“‘He aquí que Jehová vacía la tierra, y la desnuda, y trastorna su haz, y hace esparcir sus moradores… Porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados… Cesó el regocijo de los panderos, acabóse el estruendo de los que se huelgan, paró la alegría del arpa’ (Isaías 24:1-8).

“‘¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso… El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo. ¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! también fueron asolados los rebaños de las ovejas’. ‘Secóse la vid, y pereció la higuera, el granado también, la palma, y el manzano; secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres’ (Joel 1:15-18, 12).”

¿Qué harán los impíos entonces para satisfacer su hambre? Comerán carne humana, así como aconteció al Israel histórico en repetidas ocasiones (2 Reyes 6:28-29).

Lamentaciones 4:10 – “Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos; Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo.”

Deuteronomio 28: 54-57 – “El hombre tierno en medio de ti, y el muy delicado, mirará con malos ojos a su hermano, y a la mujer de su seno, y al resto de sus hijos que le quedaren; para no dar a alguno de ellos de la carne de sus hijos, que él comiere, por no haberle quedado nada, en el asedio y en el apuro con que tu enemigo te oprimirá en todas tus ciudades. La tierna y la delicada entre vosotros, que nunca la planta de su pie intentaría sentar sobre la tierra, de pura delicadeza y ternura, mirará con malos ojos al marido de su seno, a su hijo, a su hija, al recién nacido que sale de entre sus pies, y a sus hijos que diere a luz; pues los comerá ocultamente, por la carencia de todo, en el asedio y en el apuro con que tu enemigo te oprimirá en tus ciudades.”

DTG pg. 530.2 – “Cristo vino a salvar a Jerusalén con sus hijos; pero el orgullo, la hipocresía, la malicia y el celo farisaico le habían impedido cumplir su propósito. Jesús conocía la terrible retribución que caería sobre la ciudad condenada. Vio a Jerusalén cercada de ejércitos, a sus sitiados habitantes arrastrados al hambre y la muerte, a las madres alimentándose con los cuerpos muertos de sus propios hijos, y a los padres e hijos arrebatándose unos a otros el último bocado; vio los afectos naturales destruidos por las angustias desgarradoras del hambre.”

CS pg. 40/1 (34.2) – “La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley. Lóbregos son los anales de la humana miseria que ha conocido la tierra a través de siglos de crímenes. Al contemplarlos, el corazón desfallece y la mente se abruma de estupor; horrendas han sido las consecuencias de haber rechazado la autoridad del cielo; pero una escena aun más sombría nos anuncian las revelaciones de lo porvenir. La historia de lo pasado, la interminable serie de alborotos, conflictos y contiendas, ‘toda la armadura del guerrero en el tumulto de batalla, y los vestidos revolcados en sangre’ (Isaías 9:5), ¿qué son y qué valen en comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de la saña satánica? Entonces el mundo verá, como nunca los vio, los resultados del gobierno de Satanás.”

Cuando Dios Espíritu Santo se retire por completo de los seres humanos que no aceptaron que son pecadores por naturaleza desde su engendramiento, y por lo tanto nunca tuvieron necesidad de ser regenerados, entonces los impíos verán lo que es la humanidad por naturaleza sin el freno del Espíritu Santo. Los que creen que el hombre nace bueno, que es bueno por naturaleza, entonces verán lo que somos los seres humanos por naturaleza sin el Espíritu Santo frenando nuestras malas pasiones e inclinaciones naturales. Porque los seres humanos no serán simplemente dirigidos por sus malas pasiones, sino que encima se habrán convertido en sinagoga de Satanás (Mateo 12:45; Apocalipsis 2:9). El diablo y sus ángeles tendrán acceso total a ellos, y por lo tanto los impíos se convertirán en habitación de muchos demonios.

CS pg. 40/1 (34.1) – “No podemos saber cuánto debemos a Cristo por la paz y la protección de que disfrutamos. Es el poder restrictivo de Dios lo que impide que el hombre caiga completamente bajo el dominio de Satanás. Los desobedientes e ingratos deberían hallar un poderoso motivo de agradecimiento a Dios en el hecho de que su misericordia y clemencia hayan coartado el poder maléfico del diablo. Pero cuando el hombre traspasa los límites de la paciencia divina, ya no cuenta con aquella protección que le libraba del mal. Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron sus propias manos. Todo rayo de luz que se desprecia, toda admonición que se desoye y rechaza, toda pasión malsana que se abriga, toda transgresión de la ley de Dios, son semillas que darán infaliblemente su cosecha. Cuando se le resiste tenazmente, el Espíritu de Dios concluye por apartarse del pecador, y este queda sin fuerza para dominar las malas pasiones de su alma y sin protección alguna contra la malicia y perfidia de Satanás. La destrucción de Jerusalén es una advertencia terrible y solemne para todos aquellos que menosprecian los dones de la gracia divina y que resisten a las instancias de la misericordia divina. Nunca se dio un testimonio más decisivo de cuánto aborrece Dios el pecado y de cuán inevitable es el castigo que sobre sí atraen los culpables.”

CS pg. 671/3 (600.1) – “Cuando él abandone el santuario, las tinieblas envolverán a los habitantes de la tierra. Durante ese tiempo terrible, los justos deben vivir sin intercesor, a la vista del santo Dios. Nada refrena ya a los malos y Satanás domina por completo a los impenitentes empedernidos. La paciencia de Dios ha concluido. El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor y pisoteado su ley; Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el Espíritu de Dios, al que se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de ellos. Desamparados ya de la gracia divina, están a merced de Satanás, el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo entero será envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén.”

Apocalipsis 18:2 – “Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.”

Mientras tanto, el pueblo que aceptó a tiempo que es un árbol seco por naturaleza, en aquel tiempo futuro de angustia, tendrá para comer pan y agua (Isaías 33:16; 26:20), y tendrá los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23), pues tendrá al Espíritu Santo como Habitante—será templo del Espíritu Santo.

Aspecto Histórico de JOEL 1:14-20

Antes de continuar con el primer capítulo de Joel, haremos un breve resumen de lo que hemos cubierto hasta ahora.

Resumen de los primeros 13 versículos

Al pueblo de Dios llegó una plaga (Joel 1:4,6) que comió los cereales, la vid, el olivo, y hasta los árboles frutales (Joel 1:7, 10-12). Por causa de esta plaga, el pueblo se encuentra en una situación terrible y sin gozo (Joel 1:12). Los árboles quedaron secos y sin savia (Joel 1:7, 12). Esta situación histórica sirve de amonestación profética para el pueblo de Dios actual (Joel 1:3), pues es el cuerno pequeño la verdadera plaga que ha dejado seca la estructura de la verdad.

Así como el Israel según la carne se encontraba sin ofrenda, sin libación, sin aceite y sin frutos, el pueblo de Dios actual se encuentra en la misma condición sin aceptación, sin perdón, sin Espíritu Santo habitante y sin frutos del Espíritu (sin santificación verdadera). Pues no se enseña que la justicia perfecta de Cristo es necesaria para que seamos aceptados diariamente; no se enseña que la sangre de Cristo es necesaria para el perdón de nuestros pecados diariamente; no se enseña que es por medio de la obediencia de Cristo y su Sacerdocio que podemos recibir la lluvia temprana diariamente; y por todas estas razones el pueblo no tiene frutos del espíritu y está sin gozo (Joel 1:12).

En los siguientes versículos de este capítulo vamos a ver el consejo de Dios ante toda esta terrible situación.

El Consejo de Dios:

Primer Llamado a Congregar al Santuario Celestial

En Joel 1:14 Dios da el remedio para los males de Israel, y nos dice lo que debemos hacer.

Joel 1:14 – “Proclamad ayuno, convocad asambleacongregad a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, clamad a Jehová.”

En el Pacto Antiguo había únicamente tres asambleas anuales que fueron instituidas por Dios (Éxodo 23:14-17):

  • La Pascua con la fiesta de los panes sin levadura (o panes ázimos),
  • La fiesta del Pentecostés (o fiesta de la siega) y
  • la fiesta de las cabañas (o fiesta de la cosecha), la cual era antecedida por el Día de Expiación o Juicio (Levítico 23:27-32).

PP pg. 578/1 (519.1) – “Había tres asambleas anuales de todo Israel para rendir culto en el santuario (Éxodo 23:14-16). Por algún tiempo fué Silo el lugar de reunión; pero más tarde Jerusalén llegó a ser el centro del culto de la nación, y allí se congregaban las tribus para las fiestas solemnes.”

De estas tres asambleas, la única fecha que debía ser acompañada con ayuno (por orden de Dios) era el 10 del mes séptimo – el Día de la Expiación. En estas asambleas instituidas por Dios, los israelitas debían congregarse en el santuario terrenal. Hoy en día se los hombres utilizan el término “casa de Jehová” para llamar a sus sinagogas, pero ese nombre es exclusivo del santuario (2 Crónicas 7:2).

CS pg. 414.3 – “Toda la ceremonia estaba destinada a inculcar a los israelitas una idea de la santidad de Dios y de su odio al pecado; y además hacerles ver que no podían ponerse en contacto con el pecado sin contaminarse. Se requería de todos que afligiesen sus almas mientras se celebraba el servicio de expiación. Toda ocupación debía dejarse a un lado, y toda la congregación de Israel debía pasar el día en solemne humillación ante Dios, con oración, ayuno y examen profundo del corazón.”

De acuerdo con Levítico 23:27-29, durante el 10 del mes séptimo, el israelita que trabajaba y que no ayunaba debía ser muerto.

Levitico 23:27-29 – “A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

PP pg. 323.4 – “Todo hombre debía humillar su corazón mientras se realizaba la obra de expiación. Todos los negocios se suspendían, y toda la congregación de Israel pasaba el día en solemne reverencia delante de Dios, en oración, ayuno y profundo análisis del corazón.”

Cuando en Joel 1:14 dice “PROCLAMAD AYUNO”, está mandando a la gente a actuar como si fuese el día de expiación, es un llamado al ayuno del 10 de mes séptimo: es un llamado a CONGREGAR al santuario.

Recordemos que en el santuario terrenal se realizaban dos servicios: el Servicio Diario (Éxodo 29:38-42; 30:7-8) y el Servicio Anual o Día de Juicio/Expiación (Levítico 23:27-29).

El Servicio Diario

El Servicio Diario se realizaba en dos lugares: en el atrio del santuario y en el Lugar Santo dentro del santuario. El atrio era el lugar donde se preparaban los medios que habilitaban al sacerdote para que pueda ingresar dentro del santuario.

En el atrio se molía el incienso, se sacrificaba al cordero, se preparaba el aceite, la libación (Éxodo 29:40), y los panes de la proposición (Éxodo 25:30). Una vez los medios habían sido preparados en el atrio, el Sacerdote debía entrar dentro del santuario para quemar el incienso (Éxodo 30:7-8) y luego aumentar el aceite a las lámparas (Levítico 24:2-4) diariamente, luego debía salir al atrio otra vez para recoger la sangre del animal sacrificado (Éxodo 29:38-39), para luego poder volver a entrar dentro del santuario a rociar la sangre en el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo diariamente (Levítico 4:6).

Por medio de este ritual simbólico, los pecados del creyente eran transferidos simbólicamente al sustituto (cordero), y luego por medio de la sangre eran transferidos simbólicamente al santuario para que puedan ser perdonados en promesa, ya que la Ley de Dios demanda sangre de hombre y no de animales (Hebreos 10:3-5).

¿Por qué debían ser transferidos los pecados al santuario?

Los pecados eran transferidos diariamente al santuario por medio del Servicio Diario para que cuando llegara el 10 de mes séptimo, el Día de Juicio o Expiación, todos los pecados que hayan sido transferidos puedan ser borrados (simbólicamente en promesa).

1 Timoteo 5:24 – “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes de que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubre después.”

En 1 Timoteo 5:24 podemos analizar que existen únicamente dos grupos. Nos interesa estar en el primer grupo: el grupo cuyos pecados son tomados en cuenta en el servicio diario antes del Juicio, para que cuando llegue el Juicio puedan ser borrados. El segundo grupo, el que los pecados son tomados “después,” será después del milenio, cuando los pecados son tomados ya no para ser borrados sino para ser motivo de condenación en un juicio basado en las obras.

1MS pg. 145.1 – “Estamos en el gran día de la expiación, cuando mediante la confesión y el arrepentimiento nuestros pecados han de ir de antemano al juicio.”

Es ahora durante el Servicio Diario Celestial que nuestros pecados diariamente, mediante confesión y arrepentimiento, son transferidos al Santuario Celestial y son perdonados en virtud de la sangre de Cristo (Hebreos 9:11-14).

1MS pg. 130.1 – “‘¿Qué debo hacer para ser salvo?’ (Hechos 16:30). La respuesta era: ‘Arrepiéntete y conviértete para que tus pecados puedan ir antes que tú al juicio y sean borrados’.”

En el ritual simbólico el incienso era necesario para aceptación, la sangre para el perdón y el aceite era un símbolo de la lluvia temprana otorgado como resultado de la justificación por la fe.

El Servicio Anual / Día de Juicio o Expiación

El Servicio Anual se realizaba en dos lugares: en el atrio y en el Lugar Santísimo. El sumo sacerdote debía entrar con el incienso y el incensario al Lugar Santísimo, debía colocar el incensario sobre el propiciatorio para quemar el incienso, pues debajo del propiciatorio (dentro del arca) se encontraba la Ley que demanda obediencia perfecta (Levítico 16:12-13)—los Diez Mandamientos, las tablas del pacto (Éxodo 34:28). El sumo sacerdote quemaba el incienso en el Lugar Santísimo para que el nombre del creyente pueda ser conservado en el Libro de la Vida. Posteriormente la sangre del animal sacrificado era rociada sobre el propiciatorio para que los pecados del creyente puedan ser eliminados simbólicamente y en promesa (Levítico 16:15-16, 30). Finalmente, y en forma figurativa, el Sumo Sacerdote cargaba sobre sí los pecados del pueblo para salir del santuario y colocarlos sobre el macho cabrío (Levítico 16:20-22).

Mientras que con el Servicio Diario los pecados eran transferidos DENTRO del santuario diariamente, en el Dia de Expiación los pecados eran SACADOS FUERA del santuario (Levítico 16:20-22).

Levítico 16:20-22 – “Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.”

CS pg. 472/3 (414.4) – “El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación. Se aceptaba un sustituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no borraba el pecado. Solo proveía un medio para transferirlo al santuario. […] El día de la expiación, el sumo sacerdote, después de haber tomado una víctima ofrecida por la congregación, iba al lugar santísimo con la sangre de dicha víctima y rociaba con ella el propiciatorio, encima mismo de la ley, para dar satisfacción a sus exigencias. Luego, en calidad de mediador, tomaba los pecados sobre sí y los llevaba fuera del santuario. Poniendo sus manos sobre la cabeza del segundo macho cabrío, confesaba sobre él todos esos pecados, transfiriéndolos así figurativamente de él al macho cabrío emisario. Este los llevaba luego lejos y se los consideraba como si estuviesen para siempre quitados y echados lejos del pueblo.”

CS pg. 470/3 (413.2) – “El servicio del santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el lugar santo, mientras que una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el lugar santísimo, para purificar el santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de sí mismo a la víctima inocente. Luego se mataba el animal. ‘Sin derramamiento de sangre,’ dice el apóstol, no hay remisión de pecados. ‘La vida de la carne en la sangre está’ (Levítico 17:11). La ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida comprometida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al lugar santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, por intermedio de la sangre, al santuario. En ciertos casos, la sangre no era llevada al lugar santo; pero el sacerdote debía entonces comer la sangre, como Moisés lo había mandado a los hijos de Aarón, diciendo: ‘Dióla él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación’ (Levítico 10:17). Ambas ceremonias simbolizaban por igual la transferencia del pecado del penitente al santuario.”

CS pg. 471/1 (413.3) – “Tal era la obra que se llevaba a cabo día tras día durante todo el año. Los pecados de Israel eran transferidos así al santuario, y se hacía necesario un servicio especial para eliminarlos. Dios mandó que se hiciera una expiación por cada uno de los departamentos sagrados. ‘Así hará expiación por el santuario, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel y de sus transgresiones, con motivo de todos sus pecados. Y del mismo modo hará con el tabernáculo de reunión, que reside con ellos, en medio de sus inmundicias.’ Debía hacerse también una expiación por el altar: ‘Lo purificará y lo santificará, a causa de las inmundicias de los hijos de Israel’ (Levítico 16:16,19).”

En el Día de Expiación o Juicio se hacía una SEPARACION entre los que sirven a Dios y los que no le sirven, una DIVISION entre los creyentes y los incrédulos. En este Servicio había dos resultados y dos grupos:

  • Aquellos cuyos nombres fueron conservados en el Libro de la Vida, sus pecados fueron borrados, y recibieron la lluvia tardía como resultado (Hechos 3:19).
  • Aquellos cuyos nombres fueron borrados del Libro de la Vida, y luego fueron cortados de la congregación (Levítico 23:28-29).

CS pg. 474.5 – “Cada nombre es mencionado, cada caso cuidadosamente investigado. Habrá nombres que será aceptados, y otros rechazados. En caso de que alguien tenga en los libros de memoria pecados de los cuales no se haya arrepentido y que no hayan sido perdonados, su nombre será borrado del libro de la vida, y la mención de sus buenas obras será borrada de los registros de Dios. El Señor declaró a Moisés: ‘Al que haya pecado contra mí, a este borraré de mi libro’ (Éxodo 32:33). Y el profeta Ezequiel dice: ‘Si el justo se apartare de su justicia, y cometiere maldad, […] todas las justicias que hizo no vendrán en memoria’ (Ezequiel 18:4).”

CS pg. 475.1 – “A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter está en armonía con la ley de Dios, sus pecados será juzgados dignos de la vida eterna. El Señor declara por el profeta Isaías: ‘Yo, yo soy aquel que borro tus transgresiones a causa de mí mismo, y no me acordaré más de tus pecados’ (Isaías 43:25). Jesús dijo: ‘El que venciere, será así revestido de ropas blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, sino confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus santos ángeles’ (Apocalipsis 3:5). ‘A todo aquel, pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos. Pero a cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 10:32-33).”

Los dos grupos del Día de Juicio o Expiación son resultado del Servicio Diario. Es antes del Juicio—durante el Servicio Diario—que el hombre debe asegurarse de retener el perdón de sus pecados en los libros de memoria en el Santuario Celestial, retener la aceptación y retener al Espíritu Santo como Habitante.

Si confesamos con arrepentimiento nuestros pecados, la palabra “perdón” se coloca en cada uno de nuestros pecados en nuestro libro de memoria de malas obras. Pero ese perdón debe conservarse por medio del abandono de la práctica de nuestros pecados.

Es así como diariamente debemos asegurarnos recibir la aceptación en base a la justicia perfecta de Cristo como Hombre, el perdón de nuestros pecados en base a su sangre derramada en la cruz, y el Espíritu Santo también en base a la obediencia perfecta de Cristo.

Pero, para poder tener necesidad de la justicia perfecta de Cristo, es necesario que el hombre acepte primero su total incapacidad para obedecer la Ley de Dios, debido a su incapacidad natural para amar (Juan 5:42). De lo contrario, como Caín, no verá su necesidad de un sustituto y buscará presentarse ante Dios con su propia justicia y sus propios méritos—con el pan inmundo.

Una Separación

Como acabamos de analizar, en el Día de Juicio o Expiación, Dios hacía una separación entre los creyentes y los incrédulos.

pescados

Cuando Cristo habló de la red que fue echada en el mar, ilustró una escena de juicio en la que hubo una separación entre los pescados que servían y los pescados que no servían.

Mateo 13:47-49 – “Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que fue echada en el mar y juntó toda clase de peces. Cuando estuvo llena, la sacaron a la playa. Y sentados recogieron lo bueno en cestas y echaron fuera lo malo. Así será el fin del mundo: Saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos.”

Como el corazón natural del ser humano es “engañoso” y “perverso” (Jeremías 17:9), y como el ser humano tiene una tendencia natural a tener un concepto demasiado elevado de sí mismo (Romanos 12:3; 2 Timoteo 3:2), entonces cuando leemos “pez bueno” razonamos que ese pez bueno es una “persona buena en sí misma.” Y, por lo tanto, razonamos que ese pez bueno somos nosotros, ya que nos consideramos una “persona buena.” En cambio, esos peces malos son las “otras personas” que son “malas.” O incluso podemos pensar que los “peces buenos” son aquellas personas que asisten a nuestro culto religioso, y que los “peces malos” son las personas que no asisten o que no comparten nuestras mismas creencias.

PVGM pg. 93.2 – “El echar la red es la predicación del Evangelio. Esto reúne en la iglesia tanto a buenos como a malos. Cuando se complete la misión del Evangelio, el juicio realizará la obra de separación. Cristo vio cómo la existencia de los falsos hermanos en la iglesia haría que se hablase mal del camino de la verdad. El mundo injuriaría el Evangelio a causa de las vidas inconsecuentes de los falsos cristianos. Esto haría que hasta los mismos creyentes tropezaran al ver que muchos que llevaban el nombre de Cristo no eran dirigidos por su Espíritu. A causa de que estos pecadores habían de estar en la iglesia, los hombres estarían en peligro de pensar que Dios disculpaba sus pecados. Por lo tanto, Cristo levanta el velo del futuro, y permite que todos contemplen que es el carácter, y no la posición, lo que decide el destino del hombre.

“Tanto la parábola de la cizaña como la de la red enseñan claramente que no hay un tiempo en el cual todos los malos se volverán a Dios. El trigo y la cizaña crecen juntos hasta la cosecha. Los buenos y los malos peces son llevados juntamente a la orilla para efectuar una separación final.

“Además, estas parábolas enseñan que no habrá más tiempo de gracia después del juicio. Una vez concluida la obra del Evangelio, sigue inmediatamente la separación de los buenos y los malos, y el destino de cada clase de personas queda fijado para siempre.”

El echar la red es un símbolo de la predicación del Evangelio, que al igual que cuando se realiza la pesca, atrae en su red tanto a “peces buenos” como “peces malos.” Y es en el Juicio cuando se hará la separación final entre el pez bueno y el pez malo.

¿Cómo es que el pescador israelita hacía diferencia entre pez bueno y pez malo?

Por medio de la LEY. La Ley de Levítico 11:9-12 era la norma del israelita para hacer distinción entre un pez bueno para consumir y un pez malo que debía ser desechado.

“Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación.”

Asimismo, hay una LEY que es la norma de ese Juicio donde se hará distinción entre hombre “bueno” y hombre “malo.” Esa LEY, es la Ley Moral, la Ley eterna e inmutable—los Diez Mandamientos.

Eclesiastés 12:13-14 – “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.”

El “pez bueno” no es un hombre que es bueno por naturaleza. Se trata de un hombre que tiene el mismo corazón natural perverso y sin capacidad para amar como el “pez malo.” La DIFERENCIA que lo convierte en un “pez bueno” es que acepta su condición de pecador, y por lo tanto tiene genuina necesidad de un SUSTITUTO EN LA VIDA, un GARANTE y SUSTITUTO en la muerte—el Evangelio–, y tiene necesidad de un MEDIADOR ante Dios Padre y la Ley—el SACERDOCIO de Cristo.

El “pez bueno” es un ser humano que comprende que no puede satisfacer en sí mismo las demandas de la Ley de Dios, y que por lo tanto necesita de la humanidad perfecta de Cristo. Comprende que no puede satisfacer la demanda de obediencia perfecta y perpetua (Romanos 2:13) porque por naturaleza no tiene capacidad para amar (Juan 5:42), y comprende que no puede satisfacer la demanda de tener una naturaleza sin mancha de pecado (1 Pedro 1:15-16) porque su naturaleza fue engendrada con mancha de pecado (Salmos 51:5; Isaías 48:8). Por lo tanto, esta persona tiene necesidad de la naturaleza humana sin mancha de pecado de Cristo (Lucas 1:35), y de su vida perfecta de obediencia a la Ley de Dios (Filipenses 2:8).

Este ser humano no se queda solamente con el Evangelio, sino que comprende la necesidad del Sacerdocio de Cristo en el Santuario Celestial, pues comprende que no fue ni justificado, ni perdonado en la cruz “una vez y para siempre”, pues al haber estudiado el ritual simbólico comprendió que en el atrio sólo se proveían los medios necesarios para que el sacerdote y sumo sacerdote pudiesen realizar la segunda parte del plan de redención dentro del santuario. Esta persona entendió que no bastaba la muerte del cordero en el atrio, pues esa sangre debía ser aplicada dentro del santuario, ya que así es como simbólicamente el pecado era transferido al santuario DIARIAMENTE, pues en el ritual simbólico tanto el perdón, como la aceptación, como el bautismo del Espíritu Santo, ocurrían DIARIAMENTE y dos veces al día.

Esta persona tuvo necesidad de congregar al Santuario Celestial para ser justificado diariamente y en virtud de la justicia perfecta de Cristo, para ser perdonado diariamente en virtud de la sangre de Cristo derramada en la cruz, y para poder recibir diariamente la lluvia temprana. Esta persona es un “pez bueno” porque esta siendo declarado PERFECTO GUARDADOR DE LA LEY en Cristo en el Santuario Celestial, y como resultado recibe al Agente Regenerador que lo capacita para que en sí mismo empiece a desarrollar la justicia de la ley.

Pero una persona que no acepta la Amonestación del Testigo Fiel, y por lo tanto nunca tuvo necesidad de las bendiciones del Sacerdocio de Cristo, jamás fue DECLARADA “PERFECTO OBEDIENTE” en la persona de Cristo, y por lo tanto aquí en la tierra jamás será un verdadero creyente. Por mucho que esta persona se exalte a sí misma por no faltarse un sólo sábado a su sinagoga, a menos que no esté siendo declarado “perfecto guardador del cuarto mandamiento” en Cristo, jamás llegará a guardar el sábado como a Dios le agrada aquí en la tierra.

Día de Adoración

El 10 de mes séptimo era también un día de adoración, un día en que la esperanza para que el israelita sea aprobado estaba puesta en el trabajo que realizaba el sumo sacerdote. Asimismo, el mensaje de los tres ángeles indica que el conflicto final va a girar en torno a la adoración.

Apocalipsis 14:7 – “¡Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! ¡Adorad al que hizo los cielos y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas!”

Es así que Joel 1:14 tiene su paralelo en Apocalipsis 14:7: es un primer llamado a congregar al Santuario Celestial.

Joel 1:14 no se trata de un Juicio aquí en la tierra, sino que se trata del Juicio de Apocalipsis 14:7 que se está realizando ahora en el Santuario Celestial. Cuando Joel 1:14 nos manda a “congregar en la casa de Jehová”, HOY ya no se trata del santuario terrenal, sino del Santuario Celestial, al Santuario al que Cristo entró luego de ascender al cielo (Hechos 1:9-11; Hebreos 8:2).

Hay quienes usan Hebreos 10:25 – “No dejemos de congregarnos como algunos tienen por costumbre”, para decir que debemos congregarnos en sus sinagogas. Pero el libro de Hebreos trata sobre el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo en el Santuario Celestial (Hebreos 8:2), por lo tanto Hebreos 10:25 es también un llamado de congregación al Santuario Celestial donde ministra Cristo a favor de la raza caída, y por lo tanto no se trata de un llamado a congregarnos a las sinagogas de los hombres.

La congregación más importante es al Santuario Celestial de Dios, no a las sinagogas de los hombres. En las sinagogas humanas el hombre no obtiene la aceptación, ni el perdón, ni el Espíritu Santo. Es en el Santuario Celestial donde, gracias al trabajo y los méritos de Cristo, el hombre obtiene la justificación, el perdón y la lluvia temprana diariamente.

En Joel 1:14 Dios llama a “todos los moradores de la tierra” a congregarse al Santuario Celestial, y nos llama a “clamad a Jehová.” Nuestra esperanza en el Día del Juicio es clamar a Jehová, y la manera en que clamamos a Dios es por medio de la oración. La oración es nuestra única defensa.

El Día de la Destrucción

Joel 1:15 – “Ay del día! Porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso.”

Ese “día” de Joel 1:15, es el día de Joel 1:14—el día de expiación, el 10 de mes séptimo.

En el Pacto Antiguo, el israelita que en el 10 de mes séptimo no se congregaba al santuario terrenal debía ser cortado del pueblo (Levítico 23:29-30). ¿Qué simbolizaba esto para nosotros en el Nuevo Pacto?

1 Tesalonicenses 5:3 – “Cuando digan paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina.”

La destrucción, en un primer aspecto, se refiere al nombre borrado del Libro de la Vida.

Ya en CS pg. 537/0 (474.5) vimos por qué un nombre, en el Día del Juicio, es borrado del Libro de la Vida. La destrucción se refiere a un nombre borrado del Libro de la Vida (Apocalipsis 3:5), se trata de una persona que ha sido pesado en balanza y hallado falto (Daniel 5:27).

En el primer aspecto, cuando un nombre es borrado del Libro de la Vida, entonces se da la destrucción espiritual, pero aún no hay una destrucción física todavía.

Como en los días de Noé” (Mateo 24:37) también podemos aprender que la destrucción tiene otro aspecto: Cuando Dios cerró la puerta del arca se dio el cierre de gracia para los antediluvianos – la destrucción espiritual. En ese momento los incrédulos no estaban conscientes de que su caso ya había sido decidido en el cielo y de que estaban perdidos. Fue recién después de siete días que cayó el diluvio y vino la destrucción física sobre ellos (Génesis 7:10).

Cuando termine el tiempo de gracia para todo el mundo, y Cristo haya pronunciado las palabras: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía” (Apocalipsis 22:11), entonces abandonará el Santuario Celestial para prepararse para venir por segunda vez a la tierra. En ese momento, cuando la tierra por primera vez se encuentre sin un INTERCESOR ante Dios Padre y ante la Ley, que se derramarán las plagas de Apocalipsis 16. Estas plagas afectarán únicamente a los que salieron reprobados en el Juicio de Vivos, y no afectarán a los que salieron aprobados y recibieron lluvia tardía. Es así que, en un segundo aspecto, la “destrucción” de Joel 1:15 se refiere a las personas cuyos nombres fueron borrados del Libro de la Vida en el Juicio de Vivos que son afectados por las plagas de Apocalipsis 16, y que en ocasión de la Segunda Venida de Cristo son convertidos en estiércol (Jeremías 25:33). En un tercer aspecto, la “destrucción” final de los impíos, que es la muerte segunda (Apocalipsis 21:8), ocurrirá después del milenio cuando Cristo regrese por tercera vez a la tierra con la Canaán Celestial y los redimidos (Apocalipsis 20:1-10; 21:10, 27), para que la tierra sea purificada con fuego y azufre (Malaquías 4:1).

En resumen, una vez haya concluido el Juicio de Vivos, se va a cerrar la puerta de la gracia para el mundo entero, esa es la destrucción espiritual – nombres borrados del Libro de la Vida. Pero la gente no estará al tanto de esta decisión que se ha tomado en el cielo. La destrucción física se iniciará primero con las plagas de Apocalipsis 16. Los incrédulos que hayan sobrevivido a las plagas, en ocasión de la Segunda Venida de Cristo, quedarán convertidos en estiércol (Jeremías 25:33). Y finalmente, en ocasión de la Tercera Venida de Cristo a la tierra con la nueva Jerusalén para el juicio de los impíos, estos resucitarán para posteriormente ser combustible en la purificación de la tierra con fuego y azufre (Malaquías 4:1).

La Apostasía antes del Juicio de Vivos

El apóstol Pablo advirtió claramente que antes de la Segunda Venida de Cristo, la iglesia de Cristo debía esperar la apostasía de los falsos hermanos, y que se manifieste el hombre de pecado—el cuerno pequeño.

2 Tesalonicenses 2:1-4 – “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.”

En 2 Tesalonicenses 2:1-4, el apóstol Pablo escribió proféticamente que antes de que se diera inicio al juicio investigador en el Santuario Celestial, debía ocurrir primero la apostasía de la iglesia cristiana. Esta apostasía tiene dos aplicaciones:

  • La primera se refiere al surgimiento del cuerno pequeño de Daniel 8:11 antes de 1844, el cual se levantó contra Cristo, quitó el continuo y echó por tierra el Santuario Celestial. Esto debía ser una señal para el inicio del Juicio de los Muertos en Cristo.
  • Y así como antes de que se dé inicio al Juicio por los muertos justos, Pablo advirtió de la apostasía de la iglesia, debe ocurrir otra apostasía ANTES que se de inicio al Juicio de Vivos, tal como lo estamos estudiando en el primer capítulo de Joel. Esta apostasía se debe dar como resultado de que las “orugas modernas” quitaron la ofrenda y la libación.

¿Cuál es la apostasía del pueblo de Dios antes del Juicio de Vivos?

En el primer capítulo de Joel estamos estudiando que el pueblo de Dios no tenía ni pan, ni vino, ni aceite para presentar ante Dios. Esta es la apostasía del pueblo que profesa ser el pueblo de Dios actualmente.

Apostasía es negar la justicia perfecta de Cristo, negar el Santuario Celestial, y negar el Ministerio Sacerdotal Celestial de Cristo, por medio de la doctrina de la justificación una sola vez y para siempre en la cruz. Esta doctrina de la justificación y perdón en la cruz es la apostasía y el pan inmundo que quita de vista de la cristiandad el Santuario Celestial, el Sacerdocio de Cristo, el Servicio Diario, para que la gente llegue al Día de Juicio sin preparación, sin la ofrenda, sin la libación, sin el pan verdadero.

Por toda la cristiandad se habla de “estar preparados para la segunda venida de Cristo” pero: ¿necesito preparación para la segunda venida de Cristo? ¿acaso a la Segunda Venida de Cristo no le ANTECEDE un JUICIO que hace separación entre el “pez bueno” y el “pez malo”? ¿No sería más lógico que los líderes religiosos hablen de “estar preparados para el Juicio de Apocalipsis 3:17”, tal y como está escrito en el mensaje de los tres ángeles?

Ya que el Juicio de Vivos antecede a la Segunda Venida de Cristo, debemos saber cómo llegar preparados a este evento solemne, en lugar de “prepararnos para la segunda venida de Cristo” cuando ya es DEMASIADO TARDE, pues para cuando Cristo aparezca en las nubes de los cielos todo caso ya fue decidido para vida eterna o muerte segunda. En su Segunda Venida, Cristo viene ya a recoger a sus redimidos, no viene a recién entonces realizar un examen de cada caso, pues este examen ya lo habrá terminado de realizar ANTES de abandonar el Santuario Celestial para venir a la tierra. Debemos pues prepararnos para el Juicio, así—por añadidura—estaremos preparados para la segunda venida de Cristo.

PVGM pg. 251.3 – “El examen que de los convidados a la fiesta hace el rey (Mateo 22:1-14), representa una obra de juicio. Los convidados a la fiesta del Evangelio son aquellos que profesan servir a Dios, aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida. Pero no todos los que profesan ser cristianos son verdaderos discípulos. Antes que se dé la recompensa final, debe decidirse quiénes son idóneos para compartir la herencia de los justos. Esta decisión debe hacerse antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo; porque cuando Él venga, traerá su galardón consigo, ‘para recompensar a cada uno según fuere su obra’ (Apocalipsis 22:12). Antes de su venida, pues, habrá sido determinado el carácter de la obra de todo hombre, y a cada uno de los seguidores de Cristo le habrá sido fijada su recompensa de acuerdo con sus obras.”

Así como la apostasía de Daniel 8:11 debía ser señal para el inicio del Juicio de muertos, la apostasía de hoy debiera ser señal de que el Juicio de Vivos y de que la crisis final está a las puertas.

¿Cuál es el consejo de Dios ante esta apostasía?

Como hemos estudiado en estos versículos del primer capítulo de Joel, el consejo de Dios es de: anunciar el Juicio de Vivos inminente, y llamar a la gente a que se congregue al Santuario Celestial, para que aprenda a depender de los méritos de Cristo (Evangelio), de su Sacerdocio, de la misericordia del Padre que acepta al inaceptable en virtud de los méritos del único que puede ser aceptable (Cristo como Hombre), y depender del Consolador que es el único que puede entronizar la Ley de Dios en nuestras mentes y corazones (Hebreos 8:10) y de crear lo que no tenemos por naturaleza—los dones sobrenaturales de Gálatas 5:22-23—como el amor, la fe, y la lealtad.

Debemos anunciar a la gente quién está en el Santuario Celestial y cuál es la obra que está realizando ahora a nuestro favor diariamente (Hebreos 8:1-2). Cristo está presentando su ofrenda y su sacrificio en el Servicio Diario diariamente durante el Servicio Diario Celestial por los vivos, realizando expiación por los muertos en Cristo, y nuestro Sumo Sacerdote realizará esta misma labor por los que se congreguen al Santuario Celestial en el Juicio de Vivos, para que en el Juicio pueda haber una justificación final—ahora sí una sola vez y para siempre, un borramiento de pecados perdonados, y el derramamiento de la lluvia tardía para que los aprobados puedan dar el fuerte pregón de Apocalipsis 18:1-5.

Hebreos 8:1-3 – “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga algo que ofrecer.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 299/1/5 – “Se presenta a Cristo Jesús como que está continuamente de pie ante el altar, ofreciendo momento tras momento el sacrificio por los pecados del mundo. El es ministro del verdadero tabernáculo que el Señor levantó y no el hombre. Las sombras simbólicas del tabernáculo judío ya no tienen virtud alguna. No se necesita hacer más una expiación simbólica diaria y anual, pero es esencial el sacrificio expiatorio mediante un Mediador debido que constantemente se cometen pecados. Jesús está oficiando en la presencia de Dios, ofreciendo su sangre derramada, como si hubiera sido un cordero [literal] sacrificado. Jesús presenta la oblación ofrecida por cada culpa y por cada falta del pecador.”

Comentario Bíblico 7ª, pg. 375/1/4 – “Jesús está ahora en el lugar santísimo para presentarse por nosotros delante de Dios. Allí no cesa momento tras momento de presentar a su pueblo completo en él; pero porque somos presentados así ante el Padre celestial, no debemos imaginarnos que debemos abusar de su misericordia y volvernos descuidados, indiferentes y desenfrenados. Cristo no es ministro de pecado. Somos completos en él, aceptados en el Amado, pero sólo si permanecemos en él por fe.”

Sólo en Cristo se puede formar una verdadera congregación. Fuera de Cristo no puede haber una congregación pura. ¿Por qué? Porque la Ley que se encuentra en el Santuario Celestial (Apocalipsis 11:19) demanda una obediencia perfecta y perpetua y también demanda la paga del pecado que es muerte segunda.

Mientras que la Ley demanda PERFECCION, ¿qué dice la Palabra acerca de nuestra condición, de nuestra naturaleza humana caída?

Salmos 58:3 – “Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.”

Isaías 48:8 – “í, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no se abrió antes tu oído; porque sabía que siendo desleal habías de desobedecer, por tanto te llamé rebelde desde el vientre.”

Romanos 1:29-32 – “Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”

Juan 8:44 – “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”

Juan 5:42 – “Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.”

Si no nos congregamos al Santuario Celestial diariamente entonces seremos con “nombre de vivos pero estando en realidad muertos” (Apocalipsis 3:1), nos creeremos ricos espiritualmente mientras estamos en realidad desnudos (Apocalipsis 3:17). Estamos desnudos de los dones de Gálatas 5:22-23, pues por naturaleza tenemos Gálatas 5:19-21.

Por mucho que hagamos nuestros mejores esfuerzos de obediencia, por más que nos congreguemos todos los días de reposo en las sinagogas de los hombres, si no nos congregamos al Santuario Celestial entonces seremos árboles secos y sin frutos (Joel 1:12), seremos parte del valle de huesos secos (Ezequiel 37:1-2, 11).

Joel 1:16 – “¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios?”

De acuerdo con este versículo, el alimento o sustento fue quitado del pueblo. ¿Quién arrebató el alimento? Fue la plaga de insectos. ¿Qué es lo que fue arrebatad? El pan, el vino, el aceite, y el gozo. De igual manera, hoy en día, el cuerno pequeño está comiendo todo.

¿Por qué es que ya no hay gozo, alegría, ni júbilo en el pueblo de Dios? ¿Por qué hay miedo en lugar de gozo? Esto se debe a que la gente no sabe cómo enfrentar el juicio. Pues los lideres religiosos les enseñan a las ovejas a buscar la perfección con qué pasar el juicio DENTRO de sí mismos, en lugar de FUERA de sí mismos en la justicia perfecta de Cristo.

Jeremías 33:16 – “En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.”

Joel 1:17 – “El grano se pudrió debajo de los terrones, los graneros fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo.”

“El grano se pudrió” – ya no hay grano, y debido a esto “los ajonjolíes están destruidos,” “se secó el trigo.”

El trigo era la ofrenda vegetal para el santuario, era un símbolo de la justicia perfecta de Cristo (1 Crónicas 21:23; Ezequiel 45:13; Éxodo 29:41). La justicia perfecta de Cristo ha desaparecido de la vista del pueblo de Dios, y el cuerno pequeño ha colocado en su lugar al pan inmundo de Ezequiel 4:12-13.

2JT pg. 413.2 – “En la Palabra de Dios hállase sabiduría indubitable, inagotable; pues ella no se originó en la mente finita, sino en la infinita. Sin embargo, mucho de lo que Dios ha revelado en su Palabra es obscuro para los hombres debido a que las joyas de la verdad está sepultadas debajo de los escombros de la sabiduría y la tradición humanas. Para muchos, los tesoros de la Palabra permanecen ocultos debido a que no los han buscado con ardiente perseverancia hasta haber comprendido los preceptos de oro. La Palabra ha de ser escudriñada para que se purifique a los que la reciban y los prepare para ser miembros de la familia real, hijos del Rey del cielo.”

2JT pg. 560.1 – “La escuela sabática debe ser un lugar donde se buscan las joyas de la verdad, se rescatan de su ambiente de error y se colocan en su verdadero marco dentro del cuadro del Evangelio. Preciosas gemas de verdad, que durante mucho tiempo se perdieron de vista, deben ser devueltas ahora a los hijos de Dios. Los temas de la justificación por la fe, la justicia de Cristo, deben ser presentados a nuestras escuelas, a fin de que los jóvenes y los niños puedan comprender estos temas importantes, y tanto los maestros como los alumnos puedan conocer el camino de la salvación. Principios sagrados y eternos relacionados con el plan de la salvación han estado durante largo tiempo perdidos de vista, pero deben ser devueltos a su lugar apropiado en el plan de salvación, aparecer en su luz celestial y penetrar las tinieblas morales que rodean al mundo.”

La plaga de insectos ha devorado la justicia perfecta de Cristo, el cuerno pequeño ha ocultado las preciosas joyas de la verdad, y enviado a sus agentes a alimentar al pueblo de Dios con el pan inmundo.

Joel 1:18 – “¡Cómo gimieron las bestias! ¡Cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! También fueron asolados los rebaños de las ovejas.”

Ni las bestias tenían para comer. La plaga afectó tanto a humanos como a animales. Pero aparte de esto, “las ovejas están asoladas,” esparcidas, divididas. Mas Jehová es el pastor y nosotros somos las ovejas (Salmos 23:1; Juan 10:11-14).

¿Y por qué andan esparcidas y asoladas las ovejas?

Ezequiel 34:1-6 – “Y fue a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo del hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y diles a los pastores: Así ha dicho el Señor Jehová: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan así mismos! ¿Acaso los pastores no deben apacentar a las ovejas? Pero vosotros os coméis a las mejores de ellas y os vestís con la lana: Degolláis a la oveja engordada, y no apacentáis las ovejas. No fortalecéis a las ovejas débiles ni curáis a las enfermas. No habéis vendado a la perniquebrada, ni habéis hecho volver a la descarriada, ni buscasteis a la perdida; sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y están dispersadas por falta de pastor; y están expuestas a ser devoradas por todas las fieras del campo, y fueron esparcidas. Y anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto: y en toda la haz de la tierra fueron derramadas mis ovejas, y no ha habido quien se preocupe de ellas ni quien las busque.”

En Ezequiel 34:1-6 encontramos la razón por la cual las ovejas están esparcidas – es culpa del pastor asalariado, al que sólo le interesa la lana de la oveja gorda. Pero este no es el verdadero pastor, el verdadero pastor es Cristo.

Debido a que hoy en día las ovejas están esparcidas sin pastor, están expuestas a toda “fiera del campo.” Estas fieras del campo son los hombres que vienen y engañan a las ovejas con un alimento falso: ya sean otras religiones paganas u otras doctrinas falsas disfrazadas de cristianismo.

Los pastores no están dando el verdadero alimento a las ovejas. Las ovejas están en esta condición por falta del conocimiento de la justicia perfecta de Cristo. A las ovejas se les exige perfección para enfrentar el Juicio, pero las ovejas nunca van a alcanzar la perfección necesaria para pasar el Juicio, entonces las ovejas tienen miedo y no quieren que llegue el Juicio. El pastor asalariado exige salvación por obras a las ovejas: “tienes que guardar las fiestas del ritual simbólico para pasar el juicio”, “tienes que dejar de comer carne para pasar el juicio”, “tienes que salir al campo para recibir lluvia tardía”, “tienes que recibir lluvia tardía para pasar el juicio”, “tienes que alcanzar la perfección para pasar el juicio.” Es pura salvación por obras sin justicia perfecta de Cristo, sin Sacerdocio de Cristo, sin Santuario Celestial, sin misericordia de Dios Padre, y sin Espíritu Santo como Agente Regenerador—sino que es PURO ESFUERZO HUMANO, puro PAN INMUNDO, pura SANTIFICACION ESPURIA.

FO pg. 51.1 – “Durante las reuniones de Orebro el Espíritu del Señor me urgió a presentar su ley como la gran norma de santidad y a advertir a la gente contra la moderna santificación espuria que tiene su origen en la adoración del yo en lugar de la sumisión a la voluntad de Dios. Este error está inundando el mundo rápidamente, y como testigos de Dios seremos llamados a dar un decidido testimonio contra él. Es uno de los engaños específicos de los postreros días y demostrará ser una tentación para todos los que creen en la verdad presente. Los que no tienen su fe firmemente establecida en la Palabra de Dios serán extraviados. Y la parte más triste de todo esto es que tan pocos de los que son engañados por este error hallan alguna vez el camino de regreso a la luz.”

FO pg. 89.3 – “La santificación espuria no lleva a glorificar a Dios, sino que induce a quienes pretenden poseerla a exaltarse y glorificarse a sí mismos. Cualquier cosa que sobrevenga en nuestra experiencia, sea de alegría o de tristeza, que no refleje a Cristo ni lo señale como su autor, glorificándolo a El y sumergiendo al yo hasta hacerlo desaparecer de la vista, no es una genuina experiencia cristiana.”

¿Cristo oró para que las ovejas sean esparcidas, o para que sean unidas?

Cristo oró por la unidad de las ovejas en Juan 17:21; 12:32, pero como vemos en Joel 1:18 las ovejas estas dispersas y Ezequiel 34:1-6 nos advierte que por esta razón es que son presa fácil de las fieras.

1MS pg. 304.1 – “Puesto que los hijos de Dios son uno en Cristo, ¿cómo considera Jesús las castas, las distinciones sociales, el apartamiento del hombre de sus prójimos, debido al color, la raza, la posición, la riqueza, la cuna, o las prendas personales? El secreto de la unidad se halla en la igualdad de los creyentes en Cristo. La razón de toda división, discordia y diferencia se halla en la separación de Cristo. Cristo es el centro hacia el cual todos debieran ser atraídos, pues mientras más nos acercamos al centro, más estrechamente nos uniremos en sentimientos, simpatía, amor, crecimiento en el carácter e imagen de Jesús. En Dios no hay acepción de personas.”

Cristo presenta la misma justicia perfecta y la misma sangre derramada en la cruz por el rico, el pobre, el blanco, el negro, el joven, y el viejo—por todo aquel que se congregue al Santuario Celestial. Es así que EN CRISTO todos somos iguales, y es así que, si todos nos congregáramos al Santuario Celestial, llegaríamos a tener una unidad bíblica—seremos UNO EN CRISTO.

1MS pg. 305.1 – “Cristo vino para dar al mundo un ejemplo de lo que podría ser la humanidad perfecta unida con la divinidad. Presentó al mundo una nueva fase de la grandeza cuando exhibió su misericordia, compasión y amor. Dio a los hombres una nueva interpretación de Dios. Como cabeza de la humanidad, enseñó a los hombres lecciones en la ciencia del gobierno divino, por las cuales reveló la rectitud de la reconciliación de la misericordia y la justicia. La reconciliación de la misericordia y la justicia no implicaban ninguna transigencia con el pecado ni ignorar ninguna demanda de la justicia, sino que dando su lugar debido a cada atributo divino, se podía ejercer la misericordia en el castigo del hombre pecaminoso e impenitente sin destruir la clemencia de la reconciliación ni perder su carácter compasivo, y la justicia se podía ejercer al perdonar al transgresor arrepentido sin violar su integridad [de la justicia].”

En Cristo no hay judío ni gentil, pues el verdadero judío no es judío según la carne, sino según el Espíritu (Romanos 10:11-13).

1 Corintios 12:13 – “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”

Colosenses 3:10-11 – “Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos

HAp pg. 157.2 – “En una ocasión anterior, Pedro había razonado con sus hermanos concerniente a la conversión de Cornelio y sus amigos, y a su trato con ellos. Cuando relató en aquella ocasión cómo el Espíritu Santo descendió sobre los gentiles, declaró: ‘Así que, si Dios les dió el mismo don también como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?’ (Hechos 11:17). Ahora, con igual fervor y fuerza, dijo: ‘Dios, que conoce los corazones, les dió testimonio, dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando con la fe sus corazones. Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?’ Este yugo no era la ley de los diez mandamientos, como aseveran algunos que se oponen a la vigencia de la ley; Pedro se refería a la ley de las ceremonias, que fué anulada e invalidada por la crucifixión de Cristo.

“El discurso de Pedro dispuso a la asamblea para escuchar con paciencia a Pablo y Bernabé, quienes relataron lo que habían experimentado al trabajar por los gentiles. ‘Toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los Gentiles.’

“Santiago también dió testimonio con decisión, declarando que era el propósito de Dios conceder a los gentiles los mismos privilegios y bendiciones que se habían otorgado a los judíos.

Plugo al Espíritu Santo no imponer la ley ceremonial a los conversos gentiles, y el sentir de los apóstoles en cuanto a este asunto era como el sentir del Espíritu de Dios. Santiago presidía el concilio, y su decisión final fué: ‘Yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados’.”

¿Quiénes llegaran a ser UNO en Cristo? Aquellos verdaderos creyentes que acepten que por naturaleza son arboles secos, y un valle de huesos secos. Estos tendrán necesidad de congregar al Santuario Celestial y serán UNO en Cristo.

Juan 12:32 – “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.”

Cristo no ascendió al Santuario Celestial para atraer a los hombres hacia otros hombres, o a que dependan de una organización religiosa, o de un pastor o líder humano. Cristo ascendió al Santuario Celestial para que aprendamos a depender de sus méritos—su justicia perfecta, su sangre derramada en la cruz, y de su Sacerdocio, de la misericordia del Padre, y del Agente Regenerador.

Sin embargo, como analizamos ya en el versículo 15, el Juicio de Vivos hace una separación, no una unidad entre los seres humanos. La unidad se dará entre los creyentes que se congreguen al Santuario Celestial. No habrá unidad entre los que se congreguen al Santuario y los que no se congreguen al Santuario.

La razón por la cual hay discordia entre los cristianos es que estos miran los defectos de unos y otros, sin comprender que ante Dios no hay pecados “grandes” ni “chicos.” Pecado es pecado y no importan cuán grande o cuán liviano sea, igual merece la muerte segunda. Basta una “pequeña mentirita” para que el hombre merezca la muerte segunda:

Apocalipsis 21:8 – “Pero, para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”

Una oveja va a estar en unidad con otra oveja cuando estas ovejas comprendan que Cristo presenta exactamente la misma justicia y sangre por ambas. No hay por qué tener contiendas ni envidia. Las contiendas surgen porque nosotros queremos que todos los que están a nuestro alrededor alcancen la perfección de carácter, cuando ni nosotros mismos podemos alcanzar la perfección. Es así que, por falta de conocimiento, que no hay unidad.

Oseas 4:6 – “Mi pueblo es destruido porque carece de conocimiento.”

El Fariseo y el Publicano

Lucas 18:9 – “Dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como que eran justos y menospreciaban a los demás…”

El fariseo y el publicano.
El fariseo y el publicano.

Para aquellas personas a quienes les agrada compararse con los demás, y que al compararse con los demás se creen justos, y se creen merecedores del favor de Dios por sus propios méritos, Jesús dio la parábola del Fariseo y el Publicano (Lucas 18:9-14).

El fariseo se consideraba bueno por naturaleza, justo en sí mismo, y con capacidad de amar a Dios, y pensaba que sus “buenas obras” le hacían merecedor de la aceptación y de las bendiciones de Dios. Sin embargo, fue el publicano el que fue justificado por Dios: “Os digo que éste descendió a casa justificado en lugar del primero” (Lucas 18:14). El publicano pudo ser justificado por Dios porque el publicano tenía un concepto correcto de sí mismo – sabía que era un pecador por naturaleza y que necesitaba un sustituto en la vida. El fariseo, en cambio, no veía necesidad de un sustituto en la vida, pues pensaba que había nacido como un santo angelito del cielo. Entonces el fariseo no tenía necesidad de Aquel que nació puro y santo, sin mancha ni contaminación (Lucas 1:35; Hebreos 7:26; 1 Pedro 1:19). “Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:14).

Al fariseo de hoy en día igualmente le gusta compararse con todo publicano que ve a su alrededor. Al comparar el carácter de un ser pecador con otro ser pecador surge la discordia. Comparamos nuestro carácter con el de nuestros semejantes, cuando en realidad deberíamos comparar nuestro carácter con el de Cristo, el único modelo de carácter. Si en lugar de mirar los defectos de los demás nos dedicáramos a comparar nuestro carácter con el de Cristo, tendríamos un mejor concepto de nosotros mismos en lugar de un falso y elevado concepto propio.

Pero es importante comprender que Cristo es nuestro modelo de carácter en el camino de la santificación, no así en el camino de la justificación.

Llamados a congregarnos

El llamado de Joel 1:14 es a congregarnos, no a dividirnos. Debemos congregarnos al Santuario Celestial porque no tenemos capacidad natural para amar, pues en vez de amarle a Dios le odiamos, y es por esto que necesitamos de la aceptación de Dios en aquel que sí tuvo capacidad para amar – Cristo (Juan 13:1).

La Ley de Dios nos manda a amar a Dios (Deuteronomio 6:4-5) y a amarnos unos a otros (Levítico 19:18), algo que no está dentro de nuestra capacidad natural en nuestra condición caída. Es por esto que debemos congregarnos al Santuario, para que el poder divino pueda sembrar en nosotros eso que nosotros no tenemos y así podamos desarrollar esa capacidad de amar, junto con los otros dones espirituales (Gálatas 5:22-23).

¿Por qué necesitamos la ofrenda? Porque en nosotros no hay justicia, no hay capacidad para amar. Cristo entró en el Santuario Celestial como precursor por nosotros, para presentarse por nosotros ante Dios (Hebreos 6:20; Hebreos 9:24). Porque Cristo tiene la única ofrenda, la única justicia, capaz de satisfacer las demandas de la Ley—Romanos 2:13; 1 Pedro 1:15-16.

Orar a Dios

Joel 1:19-20 – “A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo. Las bestias del campo bramarán también a ti, porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderas del desierto.”

El consejo para las ovejas esparcidas es de clamar a Jehová: “a ti Jehová clamaré porque fuego consumió los pastos.” “Clamar a Jehová” equivale a orar a Dios.

Al comparar nuestras vidas contaminadas por el pecado con la vida inmaculada de Cristo, al comparar nuestro carácter imperfecto con el carácter perfecto de Cristo, y al ver nuestra vida a la luz de las demandas de la Ley de Dios, finalmente podremos comprender nuestra verdadera condición y aceptaremos la Amonestación del Testigo Fiel (Apocalipsis 3:17).

El consejo de Dios es de ‘clamar a Jehová,’ porque nuestra única esperanza se halla en la misericordia de Dios, quien acepta al injusto como justo en la persona de Cristo, es decir que: llamas las cosas que NO SON como si fuesen.

Romanos 4:17 – “Como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.”

2JT pg. 176.1 – “Su única esperanza se cifra en la misericordia de Dios; su única defensa será la oración. Como Josué intercedía delante del ángel, la iglesia remanente, con corazón quebrantado y fe ferviente, suplicará perdón y liberación por medio de Jesús su Abogado. Sus miembros serán completamente conscientes del carácter pecaminoso de sus vidas, verán su debilidad e indignidad, y mientras se miren a sí mismos, estarán por desesperar. El tentador estará listo para acusarlos, como estaba listo para resistir a Josué. Señalará sus vestiduras sucias, su carácter deficiente. Presentará su debilidad e insensatez, su pecado de ingratitud, cuán poco semejantes a Cristo son, lo cual ha deshonrado a su Redentor. Se esforzará para espantar las almas con el pensamiento de que su caso es desesperado, de que nunca se podrá lavar la mancha de su contaminación. Esperará destruir de tal manera su fe que se entreguen a sus tentaciones, se desvíen de su fidelidad a Dios, y reciban la marca de la bestia.”

“El tentador estará listo para acusarlos…” ¿Qué debemos hacer cuando el tentador nos acuse de desobedientes a la Ley?

FO pg. 110.1 – “Por estos pasajes resulta evidente que no es la voluntad de Dios que seas caviloso y tortures tu alma con el temor de que Dios no te aceptará porque eres pecador e indigno. ‘Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros’ (Santiago 4:8). Presenta tu caso delante de El, invocando los méritos de la sangre derramada por ti en la cruz del Calvario. Satanás te acusará de ser un gran pecador, y tú debes admitirlo, pero puedes decir: Sé que soy pecador, y ésa es la razón por la cual necesito un Salvador. Jesús vino al mundo para salvar pecadores. ‘La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado’ (1 Juan 1:7). ‘Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad’ (1 Juan 1:9). No hay en mí mérito o bondad por la cual pueda reclamar la salvación, pero presento delante de Dios la sangre totalmente expiatoria del inmaculado Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es mi único ruego. El nombre de Jesús me da acceso al Padre. Su oído, su corazón, están abiertos a mi súplica más débil, y El suple mis necesidades más profundas.”

PR pg. 431.3 – “Los que sean fieles a Dios y al deber serán amenazados, denunciados y proscritos. Serán traicionados por ‘padres, y hermanos, y parientes, y amigos’ (Lucas 21:16). Su única esperanza se cifrará en la misericordia de Dios; su única defensa será la oración.”

¿Qué consejo es dado por Dios para enfrentar la hora del Juicio?

“A ti Jehová clamaré” porque la oración es nuestra única defensa: porque el Santuario Celestial es el único lugar donde se decide nuestro caso, porque la justicia perfecta de Cristo es la única perfección que puede satisfacer las demandas de la Ley de Dios en la hora del Juicio, porque la misericordia del Padre acepta al que no es perfecto en si mismo y lo declara perfecto en Cristo (Colosenses 2:10), y porque Cristo cumple su promesa de Juan 14:16.

Pero en Joel 1:19 también advierte el profeta que la “llama abrasó todos los árboles del campo.” Como los árboles estaban secos, vino la llama y los quemó a todos.

Jeremías 17:7-8 – “Bendito el hombre que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Será como un árbol plantado junto a las aguas y que extiende sus raíces a la corriente. No temerá cuando venga el calor, sino que sus hojas estarán verdes. En el año de sequía no se inquietará, ni dejará de dar fruto.”

¿Por qué están secos los árboles?

CS pg. 495.2 – “Dios declara: ‘Enemistad pondré’ (Génesis 3:5). Esta enemistad no es fomentada de un modo natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en divergencia con Satanás. No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo. Si Dios no se hubiese interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a Dios.”

DMJ pg. 23.2 – “El corazón del hombre es por naturaleza frío, sombrío y sin amor. Siempre que alguien manifieste un espíritu de misericordia o de perdón, no se debe a un impulso propio, sino al influjo del Espíritu divino que lo conmueve. ‘Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero’ (1 Juan 4:19).”

Cuando Adán pecó, su naturaleza se hizo mala y el egoísmo suplantó al amor que había en él. Quedó desnudo de Gálatas 5:22-23 (Génesis 3:10). Nosotros somos descendencia de Adán y compartimos esta naturaleza pecaminosa y mala (Hechos 17:26; Romanos 5:19). Como consecuencia del pecado del primer Adán, es que nuestra posición legal ante Dios y ante la Ley es la de: 1. Rechazados (Romanos 3:23), Bajo Condenación (Romanos 6:23; Apocalipsis 21:8), y Separados de Dios (Isaías 59:2). Es por esto que necesitamos un Sustituto en la vida, un Garante y Sustituto en la muerte, un Mediador, y también necesitamos que Dios implante en nosotros los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23).

Hechos 17:26 – “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación.”

Romanos 5:19 – “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”

En Joel 1:19-20 nos encontramos en el ZARANDEO y en el JUICIO que hace una DIVISION entre los que aceptan la Amonestación del Testigo Fiel y como resultado congregan al Santuario Celestial, y los que rechazan la Amonestación del Testigo Fiel y como resultado no se congregan al Santuario Celestial.

PE pg. 270.2 – “Pregunté cuál era el significado del zarandeo que yo había visto, y se me mostró que lo motivaría el testimonio directo que exige el consejo que el Testigo fiel dio a la iglesia de Laodicea. Moverá este consejo el corazón de quien lo reciba y le inducirá a exaltar el estandarte y a difundir la recta verdad. Algunos no soportarán este testimonio directo, sino que se levantarán contra él, y esto es lo que causará un zarandeo en el pueblo de Dios.”

2JT pg. 13.5 – “‘Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso’ (Sofonías 1:14); pero ¿dónde contemplamos el verdadero espíritu adventista? ¿Quiénes se están preparando para subsistir en ese tiempo de tentación que está por sobrecogernos? El pueblo al cual Dios ha confiado las verdades sagradas, solemnes y escrutadoras para este tiempo, está durmiendo en su puesto. Dice por sus acciones: Tenemos la verdad, somos ricos, y estamos enriquecidos, y no tenemos ‘necesidad de ninguna cosa;’ mientras que el Testigo Fiel declara: ‘Y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo’ (Apocalipsis 3:17).”

“Yo ya entendí cómo el hombre es justificado ante Dios y este mensaje no es para mí, este no es mi caso.” El momento que el hombre empieza a razonar de esta manera se constituye en un árbol seco listo que está listo para ser quemado.

CB 7ª pg. 175 – “Pero esta comparación de los huesos secos no sólo se aplica al mundo sino también a los que han sido bendecidos con gran luz, pues estos también son como los esqueletos del valle. Tienen la forma de hombres, la estructura del cuerpo; pero no tienen vida espiritual. Sin embargo, en la parábola de los huesos secos no quedan solamente unidos con apariencia de hombres, pues no es suficiente que haya simetría entre los miembros y el organismo entero. El aliento de vida debe vivificar los cuerpos para que puedan levantarse y entrar en actividad. Esos huesos representan la casa de Israel, la iglesia de Dios, y la esperanza de la iglesia es la influencia vivificante del Espíritu Santo. El Señor tiene que impartir su aliento a los huesos secos para que puedan vivir.”

Para que un hueso seco pueda vivir, primeramente, debe aceptar su condición de hueso seco. Si el hombre no acepta que no tiene capacidad natural de amar, entonces no tienen necesidad de la ofrenda de Cristo y no puede tener verdadera vida espiritual. Sólo los hombres que aceptan su condición de huesos secos pueden realmente necesitar de la ofrenda, de Cristo, y del Espíritu Santo como agente regenerador.

¿Por qué los árboles secos fueron quemados?

Como los árboles secos no reconocieron su condición de árboles secos, no vieron necesidad de congregarse al Santuario. Todos los que se congreguen al Santuario no serán árboles quemados (Jeremías 17:8), mas bien serán llamados árboles de justicia (Isaías 61:3).

Si los hombres claman a Jehová, es porque reconocieron su condición, por lo tanto, se van a congregar al Santuario y no se van a quemar.

Salmos 1:3 – “Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo y cuya hoja no cae. Todo lo que hace prosperará.”

Quedamos = Destrucción

En Joel 1:19-20 debemos entender que “quemados” es un sinónimo de la “destrucción” que ya estudiamos en Joel 1:15. Y como estudiamos en Joel 1:15 – la “destrucción” repentina tiene dos aspectos: uno espiritual y uno físico en la persona. De igual manera, en Joel 1:19-20 se reitera la advertencia sobre la destrucción de la persona en el Día del Juicio con la metáfora de “árboles quemados.”

“Quemados” – un primer aspecto es el espiritual que equivale al nombre borrado del Libro de la Vida en la hora del Juicio. Pero recién en el día final es que se dará el “quemados” física y literalmente cuando los pecadores sean quemados en la muerte segunda (Apocalipsis 20:9; Malaquías 4:1).

Zarandeo y Juicio

Por lo tanto, en Joel 1:19-20, hemos analizado que nos encontramos en tiempo de zarandeo y de Juicio. Hemos estudiado que todos somos árboles y huesos secos. Pero va a llegar la hora en que ocurrirá un zarandeo por la amonestación del Testigo Fiel, y posteriormente ocurrirá una separación por el Juicio de Vivos.

De un lado se encuentra el grupo que no va a aceptar su condición de árbol seco y no va a tener necesidad de clamar a Jehová, ni de congregar al Santuario. Este grupo sufrirá una destrucción espiritual inicialmente (nombre borrado del libro de la vida) y una destrucción literal posteriormente (tierra purificada con fuego y azufre de Malaquías 4:1).

Por otro lado, se encuentra el grupo que está unido en Cristo, pues aceptó su condición de árbol seco, y por lo tanto tuvo necesidad de clamar a Jehová en oración por misericordia, y de congregar al Santuario. Al estudiar Joel capítulo 2 vamos a ver que estos árboles secos van a reverdecer.

Antes de que venga el fuego (el Juicio) aparentemente había bastante trigo (profesos cristianos con justicia propia), pero luego vino el fuego (el Juicio) y quemó todo aquello que no llegó a reconocer su verdadera condición (nombre borrado del Libro de la Vida), quemó a todo aquel que no confió en el pan verdadero (justicia perfecta de Cristo) sino en el pan inmundo (justicia propia). Cuando vino el Juicio fue quemado todo árbol que no clamó a Jehová, que no se congregó al Santuario, que no tuvo necesidad de la justicia perfecta de Cristo, de su sangre, ni de su Sacerdocio, que no tuvo necesidad de la misericordia de Dios, ni de la lluvia temprana.

Trigo y Cizaña

En la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30) nuestro Señor Jesús enseña acerca de una siembra: acerca de un hombre que sembró buena semilla, pero que mientras dormía vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo. Cuando los siervos fueron a preguntarle al hombre si desea que ellos remuevan la cizaña, el señor les dijo: “No; no sea que al recoger la cizaña arranquéis con ella el trigo.” Luego les dijo que en el tiempo de la siega es cuando se va a recoger la cizaña para atarla en manojos para ser quemada.

cosecha_trigo

No es el hombre el que debe separar el trigo de la cizaña, pues el hombre no puede leer la mente, las intenciones, ni el estado de ser. El ser humano puede juzgar únicamente las acciones externas, y es fácil simular las acciones externas para engañar a los hombres. Dios es el único que puede separar al trigo de la cizaña pues Dios si puede juzgar nuestro estado interno, además de las acciones externas.

Hebreos 4:12 – “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”

Pecado es infracción de la Ley (1 Juan 3:4), pero no infringimos la Ley únicamente con actos externos (Mateo 5:21, 27), sino también con nuestras intenciones y pensamientos (Mateo 5:22, 28), inclinaciones, deseos, miradas sensuales y hasta el estado de ser (Genesis 6:5; 1 Juan 3:15; Salmos 51:5; 58:3; Isaías 48:8).

Mateo 5:21-22 – “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.”

Mateo 5:27-28 – “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”

HHD pg. 41.3 – “Dice el salmista: ‘La ley de Jehová es perfecta’ (Salmos 19:7). ¡Cuán maravillosa en su sencillez, en lo fácil de comprender, y en su perfección es la ley de Jehová! Es tan breve que fácilmente se puede aprender de memoria cada precepto de ella, y no obstante tan abarcante que expresa toda la voluntad de Dios y tiene que ver no solamente con los actos externos, sino con los pensamientos y las intenciones, los deseos y las emociones del corazón. Las leyes humanas no pueden hacer esto. Sólo pueden referirse a los actos externos. Un hombre puede ser transgresor, y a pesar de eso, ocultar sus delitos de los ojos humanos; puede ser criminal, ladrón, asesino o adúltero, pero mientras no se lo descubra, la ley no lo puede condenar como culpable…”

CC pg. 29.3 – “El apóstol Pablo dice que ‘en cuanto a justicia que haya en la ley,’ es decir, en lo referente a las obras externas, era ‘irreprensible’ (Filipenses 3:6), pero cuando discernió el carácter espiritual de la ley, se reconoció pecador. Juzgado por la letra de la ley como los hombres la aplican a la vida externa, él se había abstenido de pecar; pero cuando miró en la profundidad de los santos preceptos, y se vió como Dios le veía, se humilló profundamente y confesó así su culpabilidad: ‘Y yo aparte de la ley vivía en un tiempo: mas cuando vino el mandamiento, revivió el pecado, y yo morí’ (Romanos 7:9). Cuando vió la naturaleza espiritual de la ley, se le mostró el pecado en todo su horror, y su estimación propia se desvaneció.”

¿Quién podrá permanecer de pie?

Ante el carácter espiritual de la ley, ante la profundidad de sus santos preceptos y sus demandas, ante la naturaleza espiritual de la ley, que juzga no sólo los actos externos, sino también nuestro estado de ser, nuestras inclinaciones, intenciones, pensamientos, deseos, miradas… en la hora del Juicio, ¿quién podrá permanecer de pie?

“A ti Jehová clamaré.” Todo aquel que clame a Jehová, todo aquel que reconozca su condición de árbol seco por naturaleza, todo aquel que coma del pan verdadero (Juan 6:54-56), podrá permanecer de pie en el Juicio, pues no dependerá de su propia justicia que ante Dios es como trapo de inmundicia (Isaías 64:6), de su propio carácter imperfecto y perverso por naturaleza (Romanos 1:29-32), sino que dependerá de la naturaleza santa—sin mancha de pecado (Lucas 1:35), de la justicia perfecta (Juan 8:29), y del carácter inmaculado de Cristo como Hombre (Hebreos 7:26).

¿Qué debemos clamar a Dios para permanecer firmes en el Juicio?

Mientras Cristo realiza el Servicio Diario Celestial por los vivos, debemos clamar a Dios que cuente la justicia de Cristo como nuestra justicia (Habacuc 2:4; Romanos 1:17; 4:6; Gálatas 3:11), y que cuente su muerte segunda como la muerte segunda que nosotros deberíamos experimentar por nuestros pecados (Isaías 53:5; 1 Corintios 15:3; Gálatas 1:4).

Romanos 4:6 – “Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras.”

Isaías 53:11-12 – “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.”

Conclusión

En el primer capítulo de Joel, específicamente en Joel 1:14 encontramos un llamado de Dios para congregar al Santuario Celestial. Tanto Joel 1:14, como Apocalipsis 14:7, Mateo 22:1-3, son llamamientos para congregar al Santuario Celestial.

Para el versículo de Joel 1:14 nos encontramos en un tiempo profético en el que ya llegó la hora del Juicio de Vivos, y este anuncio de Juicio viene con un llamamiento a congregar al Santuario Celestial, donde se encuentra la única justicia con la que el hombre puede salir aprobado en el Juicio.

En Apocalipsis 14:7 – Dios nos manda también a “adorar al que hizo los cielos y la tierra” – con esta expresión nos llama específicamente a santificar el cuarto mandamiento: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra pero el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios […] Porque en seis días Jehová hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y lo santificó.”

CS pg. 432.1 – “El primer ángel exhorta a los hombres a que teman al Señor y le den honra y a que le adoren como Creador del cielo y de la tierra. Para poder hacerlo, deben obedecer su ley. El sabio dice: ‘Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano’ (Eclesiastés 12:13). Sin obediencia a sus mandamientos, ninguna adoración puede agradar a Dios. ‘Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos’ (1 Juan 5:3). ‘El que aparte sus oídos para no escuchar la ley, verá que su oración misma es cosa abominable’ (Proverbios 28:9).”

CS pg. 432.2 – “El deber de adorar a Dios estriba en la circunstancia de que Él es el Creador, y que a Él es a quien todos los demás seres deben su existencia. Y cada vez que la Biblia presenta el derecho de Jehová a nuestra reverencia y adoración con preferencia a los dioses de los paganos, menciona las pruebas de su poder creador. ‘Todos los dioses de los pueblos son ídolos; mas Jehová hizo los cielos’ (Salmos 96:5). ‘¿A quién pues me compararéis, para que yo sea como él? Dice el Santo. ¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes?’ (Isaías 40:25-26). ‘Así dice Jehová, Creador de los cielos (Él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo; […] ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios!’ (Isaías 45:18). Dice el salmista: ‘Reconoced que Jehová él es Dios: Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos’ (Salmos 100:3). ‘¡Venid, postrémonos, y encorvémonos; arrodillémonos ante Jehová nuestro Hacedor!’ (Salmos 95:6). Y los santos que adoran a Dios en el cielo dan como razón del homenaje que le deben: “¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas!’ (Apocalipsis 4:11)”

En la parábola de Mateo 22:1-3 también encontramos un llamado a congregar al Santuario, antes de que se realice el EXAMEN o Juicio del Rey a los convidados para la fiesta de bodas.

Mateo 22:1-3 – “Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir.”

El rey hizo un llamado a congregar, pero los convidados a la boda no quisieron asistir. De manera simbólica, estos versículos nos enseñan que Dios está haciendo un llamado a congregar al Santuario Celestial, antes de que se dé inicio al Juicio de Vivos, pero el profeso pueblo de Dios NO QUIERE congregar al Santuario Celestial, pues no ha aceptado la Amonestación del Testigo Fiel, y confía en su justicia propia.

CS pg. 423.3 – “En la parábola del capítulo 22 de San Mateo, se emplea la misma figura de las bodas y se ve a las claras que el juicio investigador se realiza antes de las bodas. Antes de verificarse estas entra el Rey para ver a los huéspedes, y cerciorarse de que todos llevan las vestiduras de boda, el manto inmaculado del carácter, lavado y emblanquecido en la sangre del Cordero (Mateo 22:11; Apocalipsis 7:14). Al que se le encuentra sin traje conveniente, se le expulsa, pero todos los que al ser examinados resultan tener las vestiduras de bodas, son aceptados por Dios y juzgados dignos de participar en su reino y de sentarse en su trono. Esta tarea de examinar los caracteres y de determinar los que están preparados para el reino de Dios es la del juicio investigador, la obra final que se lleva a cabo en el santuario celestial.”

Efesios 2:8 – “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.”

1MS pg. 389.1 – “Es imposible que el hombre se salve a sí mismo. Puede engañarse a sí mismo en cuanto a esto, pero no puede salvarse a sí mismo. Sólo la justicia de Cristo puede servir para su salvación, y éste es un don de Dios. Es el vestido de boda en el cual podéis aparecer como huéspedes bienvenidos en la cena de las bodas del Cordero. Que la fe se aferre de Cristo sin demora, y seréis una nueva criatura en Jesús, una luz para el mundo.”

PVGM pg. 252.2 – “El vestido de boda de la parábola representa el carácter puro y sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo. A la iglesia ‘le fue dado que se vista de lino fino, limpio y brillante’, ‘que no tuviese mancha, ni arruga, ni cosa semejante’. El lino fino, dice la Escritura, ‘son las justificaciones de los santos’ (Apocalipsis 19:8; Efesios 5:27). Es la justicia de Cristo, su propio carácter sin mancha, que por la fe se imparte a todos los que lo reciben como Salvador personal.”

La maldición de la higuera

Dios nos ordena congregar al Santuario Celestial, pero Satanás no quiere que hagamos esto (2 Tesalonicenses 2:1-4), y mas bien insiste en que estemos cómodos congregando a las sinagogas de los hombres, seguros y confiados en nuestra condición de árboles secos, pero creyéndonos arboles cargados de mucho fruto.

Joel 1:12 – “La vid está seca, y pereció la higuera…”

Habacuc 3:17-18 – “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; Aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento; Y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.”

Lucas 13:6-9 – “Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.”

Mateo 21:18-19 – “Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.”

DTG pg. 534.2 – “Toda aquella noche Jesús la pasó en oración, y por la mañana volvió al templo. Mientras iba, pasó al lado de un huerto de higueras. Tenía hambre y, ‘viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, si quizá hallaría en ella algo; y como vino a ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos’.”

“No era tiempo de higos maduros, excepto en ciertas localidades; y acerca de las tierras altas que rodean a Jerusalén, se podía decir con acierto: ‘No era tiempo de higos.’ Pero en el huerto al cual Jesús se acercó había un árbol que parecía más adelantado que los demás. Estaba ya cubierto de hojas. Es natural en la higuera que aparezcan los frutos antes que se abran las hojas. Por lo tanto, este árbol cubierto de hojas prometía frutos bien desarrollados. Pero su apariencia era engañosa. Al revisar sus ramas, desde la más baja hasta la más alta, Jesús no ‘halló sino hojas.’ No era sino engañoso follaje, nada más.”

DTG pg. 535.3 – “La maldición de la higuera era una parábola llevada a los hechos. Ese árbol estéril, que desplegaba su follaje ostentoso a la vista de Cristo, era un símbolo de la nación judía. El Salvador deseaba presentar claramente a sus discípulos la causa y la certidumbre de la suerte de Israel. Con este propósito invistió al árbol con cualidades morales y lo hizo exponente de la verdad divina. Los judíos se distinguían de todas las demás naciones porque profesaban obedecer a Dios. Habían sido favorecidos especialmente por él, y aseveraban tener más justicia que los demás pueblos. Pero estaban corrompidos por el amor del mundo y la codicia de las ganancias. Se jactaban de su conocimiento, pero ignoraban los requerimientos de Dios y estaban llenos de hipocresía. Como el árbol estéril, extendían sus ramas ostentosas, de apariencia exuberante y hermosas a la vista, pero no daban sino hojas. La religión judía, con su templo magnífico, sus altares sagrados, sus sacerdotes mitrados y ceremonias impresionantes, era hermosa en su apariencia externa, pero carente de humildad, amor y benevolencia.

“Ningún árbol del huerto tenía fruta, pero los árboles que no tenían hojas no despertaban expectativa ni defraudaban esperanzas. Estos árboles representaban a los gentiles. Estaban tan desprovistos de piedad como los judíos; pero no profesaban servir a Dios. No aseveraban jactanciosamente ser buenos. Estaban ciegos respecto de las obras y los caminos de Dios. Para ellos no había llegado aún el tiempo de los frutos. Estaban esperando todavía el día que les había de traer luz y esperanza. Los judíos, que habían recibido mayores bendiciones de Dios, eran responsables por el abuso que habían hecho de esos dones. Los privilegios de los que se habían jactado, no hacían sino aumentar su culpabilidad.

“Jesús había acudido a la higuera con hambre, para hallar alimento. Así también había venido a Israel, anhelante de hallar en él los frutos de la justicia. Les había prodigado sus dones, a fin de que pudiesen llevar frutos para beneficiar al mundo. Les había concedido toda oportunidad y privilegio, y en pago buscaba su simpatía y cooperación en su obra de gracia. Anhelaba ver en ellos abnegación y compasión, celo en servir a Dios y una profunda preocupación por la salvación de sus semejantes. Si hubiesen guardado la ley de Dios, habrían hecho la misma obra abnegada que hacía Cristo. Pero el amor hacia Dios y los hombres estaba eclipsado por el orgullo y la suficiencia propia. Se atrajeron la ruina al negarse a servir a otros. No dieron al mundo los tesoros de la verdad que Dios les había confiado. Podrían haber leído tanto su pecado como su castigo en el árbol estéril. Marchitada bajo la maldición del Salvador, allí, de pie, seca hasta la raíz, la higuera representaba lo que sería el pueblo judío cuando la gracia de Dios se apartase de él. Por cuanto se negaba a impartir bendiciones, ya no las recibiría. ‘Te perdiste, oh Israel’ (Oseas 13:9), dice el Señor.

La amonestación que dió Jesús por medio de la higuera es para todos los tiempos. El acto de Cristo, al maldecir el árbol que con su propio poder había creado, se destaca como amonestación a todas las iglesias y todos los cristianos. Nadie puede vivir la ley de Dios sin servir a otros. Pero son muchos los que no viven la vida misericordiosa y abnegada de Cristo. Algunos de los que se creen excelentes cristianos no comprenden lo que es servir a Dios. Sus planes y sus estudios tienen por objeto agradarse a sí mismos. Obran solamente con referencia a sí mismos. El tiempo tiene para ellos valor únicamente en la medida en que les permite juntar para sí. Este es su objeto en todos los asuntos de la vida. No obran para otros, sino para sí mismos. Dios los creó para vivir en un mundo donde debe cumplirse un servicio abnegado. Los destinó a ayudar a sus semejantes de toda manera posible. Pero el yo asume tan grandes proporciones que no pueden ver otra cosa. No están en contacto con la humanidad. Los que así viven para sí son como la higuera que tenía mucha apariencia, pero no llevaba fruto. Observan la forma de culto, pero sin arrepentimiento ni fe. Profesan honrar la ley de Dios, pero les falta la obediencia. Dicen, pero no hacen. En la sentencia pronunciada sobre la higuera, Cristo demostró cuán abominable es a sus ojos esta vana pretensión. Declaró que el que peca abiertamente es menos culpable que el que profesa servir a Dios pero no lleva fruto para su gloria.

“La parábola de la higuera, pronunciada antes de la visita de Cristo a Jerusalén, está en relación directa con la lección que enseñó al maldecir el árbol estéril. En el primer caso, el jardinero de la parábola intercedió así: ‘Déjala aún este año, hasta que la excave y estercole. Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después’ (Lucas 13:8-9). Debía aumentarse el cuidado al árbol infructuoso. Debía tener todas las ventajas posibles. Pero si permanecía sin dar fruto, nada podría salvarlo de la destrucción. En la parábola, no se indicó el resultado del trabajo del jardinero. Dependía de aquel pueblo al cual se dirigían las palabras de Cristo. Los judíos estaban representados por el árbol infructuoso, y a ellos les tocaba decidir su propio destino. Se les había concedido toda ventaja que el Cielo podía otorgarles, pero no aprovecharon sus acrecentadas bendiciones. El acto de Cristo, al maldecir la higuera estéril, demostró el resultado. Los judíos habían determinado su propia destrucción.”

Si bien el hombre es justificado por la fe en la justicia perfecta de Cristo, como resultado le es concedido al Espíritu Santo para que en el hombre se pueda desarrollar la santificación verdadera. Pues, como ya hemos estudiado, en el ritual simbólico aprendemos que primeramente el sacerdote terrenal quemaba incienso en el altar del incienso, para luego como resultado aumentar aceite a las lámparas en el lugar santo del santuario terrenal (Éxodo 30:7-8; Levítico 24:1-4). El incienso era un símbolo de la justicia perfecta de Cristo (Levítico 1:17; Ezequiel 20:41). Mientras que el aceite era un símbolo del Espíritu Santo (Zacarías 4:2-3, 6; Mateo 25:4).

Como resultado de la justificación por la fe, el Espíritu Santo implanta el don sobrenatural del amor en el verdadero creyente para que este pueda desarrollar la planta celestial del amor obedeciendo la Ley de Dios.

PVGM pg. 70.1 – “El hombre que trata de guardar los mandamientos de Dios solamente por un sentido de obligación—porque se le exige que lo haga—nunca entrará en el gozo de la obediencia. El no obedece. Cuando los requerimientos de Dios son considerados como una carga porque se oponen a la inclinación humana, podemos saber que la vida no es una vida cristiana. La verdadera obediencia es el resultado de la obra efectuada por un principio implantado dentro. Nace del amor a la justicia, el amor a la ley de Dios. La esencia de toda justicia es la lealtad a nuestro Redentor. Esto nos inducirá a hacer lo bueno porque es bueno, porque el hacer el bien agrada a Dios.”

CC pg. 58.1 – “Es cierto que puede haber una conducta externa correcta sin el poder renovador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de ser estimado por los demás pueden producir una vida bien ordenada. El respeto propio puede impulsarnos a evitar las apariencias de mal. Un corazón egoísta puede realizar actos de generosidad. ¿De qué medio nos valdremos, entonces, para saber de parte de quién estamos?

“¿Quién posee nuestro corazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿De quién nos gusta hablar? ¿Para quién son nuestros más ardientes afectos y nuestras mejores energías? Si somos de Cristo, nuestros pensamientos están con El y le dedicamos nuestras más gratas reflexiones. Le hemos consagrado todo lo que tenemos y somos. Anhelamos ser semejantes a El, tener su Espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo.

“Los que llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús producen los frutos de su Espíritu: ‘amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza’ (Gálatas 5:22, 23). Ya no se conforman con las concupiscencias anteriores, sino que por la fe siguen las pisadas del Hijo de Dios, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos como El es puro. Aman ahora las cosas que en un tiempo aborrecían, y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y dominador es ahora manso y humilde de corazón. El que antes era vano y altanero, es ahora serio y discreto. El que antes era borracho, es ahora sobrio y el que era libertino, puro. Han dejado las costumbres y modas vanas del mundo. Los cristianos no buscan ‘el adorno exterior,’ sino que ‘sea adornado el hombre interior del corazón, con la ropa imperecedera de un espíritu manso y sosegado’ (1 Pedro 3:3, 4).”

DTG pg. 625.1 – “Al describir a sus discípulos la obra y el cargo del Espíritu Santo, Jesús trató de inspirarles el gozo y la esperanza que alentaba su propio corazón. Se regocijaba por la ayuda abundante que había provisto para su iglesia. El Espíritu Santo era el más elevado de todos los dones que podía solicitar de su Padre para la exaltación de su pueblo. El Espíritu iba a ser dado como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de Cristo habría sido inútil.”

Para que Dios nos conceda al Espíritu Santo como un Agente Regenerador que cumple la promesa del Nuevo Pacto (Hebreos 8:10), Dios demanda obediencia perfecta (Hechos 5:32). Es por esto necesario que Cristo presente su justicia perfecta diariamente, para que en virtud de su obediencia perfecta nos sea dado al Consolador, tal como Cristo prometió que haría: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16).

CC pg. 26.2 – “El es la fuente de todo buen impulso. Es el único que puede implantar en el corazón enemistad contra el pecado. Todo deseo de verdad y pureza, toda convicción de nuestra propia pecaminosidad evidencian que su Espíritu está obrando en nuestro corazón.”

Santiago 1:23-25 – “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”

Es por esta razón que el apóstol Santiago afirma que la “fe sin obras está muerta” (Santiago 2:20), pues el verdadero creyente que está siendo justificado por fe, está también recibiendo al Agente Regenerador que lo capacita para andar en el camino de la santificación verdadera, y por lo tanto, debe dar fruto.

3MS pg. 227.1 – “Nuestra aceptación por parte de Dios es segura solamente por medio de su amado Hijo, y las buenas obras son únicamente el resultado de la obra de su amor perdonador. Las obras no son ningún crédito para nosotros, y no se nos concede nada debido a nuestras buenas obras por lo cual podamos reclamar una parte en la salvación de nuestras almas. La salvación es un don gratuito de Dios al creyente, que le es concedido solamente por Cristo. El alma atribulada puede encontrar paz por medio de su fe en Cristo, y su paz estará en proporción a su fe y confianza. No puede presentar sus buenas obras como un mérito para la salvación de su alma.

“¿Pero no son las buenas obras de ningún valor? El pecador que todos los días comete pecado impunemente, ¿es considerado por Dios con el mismo favor como aquel que por medio de la fe en Cristo lucha por lograr su integridad? Las Escrituras contestan: ‘Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas’ (Efesios 2:10).

“En su divina disposición, en virtud del favor inmerecido del Señor, él ha ordenado que las buenas obras sean recompensadas. Somos aceptados sólo por los méritos de Cristo; y los actos de misericordia, las acciones de caridad que realizamos, son los frutos de la fe, y llegan a ser una bendición para nosotros; pues los hombres serán recompensados de acuerdo con sus obras.

Es la fragancia de los méritos de Cristo lo que hace aceptable para Dios nuestras buenas obras, y es la gracia la que nos capacita para hacer las obras por las cuales él nos recompensa. Nuestras obras en sí mismas, y por sí mismas, no tienen ningún mérito. Cuando hemos hecho todo lo que nos es posible hacer, debemos considerarnos como siervos inútiles. No merecemos ninguna gratitud de parte de Dios. Solamente hemos hecho lo que es nuestro deber hacer, y nuestras obras no podrían haber sido hechas con la fuerza de nuestra propia naturaleza pecaminosa.”

En el Día de Juicio sólo se va a tratar con los pecados que hayan sido confesados, perdonados y abandonados – pecados que han sido transferidos al Santuario Celestial (Proverbios 28:13). El Día de Juicio ya es demasiado tarde para estar pidiendo perdón, para estar buscando aceptación. El tiempo para buscar y recibir la gracia de Dios es AHORA, mientras Cristo está realizando el Servicio Diario en el Santuario Celestial.

La base que tenemos para pedir perdón y aceptación es Cristo nuestra “ofrenda y sacrificio” (Efesios 5:2), pero también es nuestro Sumo Sacerdote autorizado para presentar la ofrenda y el sacrificio (Hebreos 8:3). Cristo entró al Santuario Celestial con su propia sangre (Hebreos 9:12) y con su propia justicia (Hebreos 10:19-21).

Antes de que llegue el “¡ay!” de Joel 1:15 debemos tener asegurados el perdón, la aceptación y la lluvia temprana. Pero la situación del pueblo de Dios es la contraria y por esos estamos como huesos secos, como arboles infértiles.

Un árbol seco no puede volver a reverdecer por sí mismo, necesita regeneración o volver a nacer de nuevo. Asimismo, el ser humano no tiene poder para nacer de nuevo, ni poder para regenerarse por sí mismo—se necesita de un poder externo que obre este cambio. Y es importante recalcar que no se trata de una “modificación” del carácter que es malo por naturaleza desde el engendramiento, sino que se trata de DESARROLLAR UN NUEVO CARÁCTER implantado por Dios Espíritu Santo.

Ezequiel 36:26 – “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”

Salmos 51:10 – “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.”

CC pg. 18.1 – “Es imposible que escapemos por nosotros mismos del hoyo de pecado en el que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo, y no lo podemos cambiar. ‘¿Quién podrá sacar cosa limpia de inmunda? Ninguno’ (Job 14:4). ‘El ánimo carnal es enemistad contra Dios; pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la verdad lo puede estar’ (Romanos 8:7). La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano, todos tienen su propia esfera, pero no tienen poder para salvarnos. Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden cambiar el corazón; no pueden purificar las fuentes de la vida. Debe haber un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo alto, antes que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Únicamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma y atraer ésta a Dios, a la santidad.

“El Salvador dijo: ‘A menos que el hombre naciere de nuevo,’ a menos que reciba un corazón nuevo, nuevos deseos, designios y móviles que lo guíen a una nueva vida, ‘no puede ver el reino de Dios’ (Juan 3:3). La idea de que lo único necesario es que se desarrolle lo bueno que existe en el hombre por naturaleza, es un engaño fatal. ‘El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernen espiritualmente’ (1 Corintios 2:14). ‘No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo’ (Juan 3:7). De Cristo está escrito: ‘En él estaba la vida; y la vida era la luz de los hombres’ (Juan 1:4), el único ‘nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos’ (Hechos 4:12).”

El mensaje de Joel capítulo 1

En resumen, el mensaje de Joel 1 es de proclamar el inminente Juicio de Vivos, y de aceptar que somos árboles secos sin capacidad para amar (la Amonestación del Testigo Fiel con todas sus ramificaciones). Es necesario un verdadero arrepentimiento y debe haber confesión de nuestros pecados, pues nuestra única esperanza es la misericordia de Dios. Cuando clamemos a Dios, cuando clamemos por su misericordia, Dios aceptará una vida que no hemos vivido nosotros mismos, una obediencia que no hemos desarrollado nosotros mismos, y aceptará una muerte que no hemos experimentado nosotros mismos—el Evangelio.

¿Qué debemos confesar? ¿Qué debemos hacer?

El profeta Sofonías escribió que debemos primeramente confesar que somos un pueblo sin pudor (sin vergüenza) que no merece las bendiciones del Servicio Diario, ni del Dia de Expiación.

Sofonías 2:1-3 – “Congregaos y meditad, oh nación sin pudor, antes que tenga efecto el decreto, y el día se pase como el tamo; antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehová, antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros. Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová.”

El profeta Sofonías también llamó al pueblo de Dios a congregarse al Santuario para poder subsistir en el día del Juicio. Y llamó al pueblo a meditar.

CS pg. 586.2 – “Vivimos en el período más solemne de la historia de este mundo. La suerte de las innumerables multitudes que pueblan la tierra está por decidirse. Tanto nuestra dicha futura como la salvación de otras almas dependen de nuestra conducta actual. Necesitamos ser guiados por el Espíritu de Verdad. Todo discípulo de Cristo debe preguntar seriamente: ‘¿Señor, qué quieres que haga?’ Necesitamos humillarnos ante el Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su Palabra, especialmente acerca de las escenas del juicio.”

PP pg. 369/1 – “‘Y pondrá Aarón ambas manos suyas sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada: y dejará ir el macho cabrío por el desierto’ (Levítico 16:21-22). Sólo después de haberse alejado al macho cabrío de esta manera, se consideraba el pueblo libre de la carga de sus pecados. Todo hombre había de contristar su alma mientras se verificaba la obra de expiación. Todos los negocios se suspendían, y toda la congregación de Israel pasaba el día en solemne humillación delante de Dios, en oración, ayuno y profundo análisis del corazón.”

Sofonías nos dice que debemos congregarnos al Santuario “antes que venga el decreto” o “antes que tenga efecto el decreto.” Ese decreto es lo que se va a decretar en el Santuario Celestial en el día del Juicio: nombre conservado en el libro de la vida o nombre borrado del libro de la vida. “Antes de que venga el furor de Jehová,” es decir: antes de que caigan las plagas de Apocalipsis 16 sobre la tierra, después que haya concluido el Juicio de Vivos. Y el posterior “día de la ira de Jehová” será después del milenio cuando la tierra sea purificada con fuego y azufre (Malaquías 4:1).

En otras palabras, Dios nuevamente y esta vez por medio del profeta Sofonías también nos está aconsejando: “Haga su Servicio Diario. Congregue al Santuario Celestial diariamente buscando la aceptación, el perdón y la lluvia temprana; pues de esto depende que su nombre sea conservado en el Libro de la Vida cuando llegue el día del Juicio.”

Cuando Sofonías nos manda a “buscad justicia” – es porque debemos buscar el pan verdadero, la justicia de la fe: la justicia perfecta de Cristo, que debe ser imputada a nuestro favor, para que seamos justificados diariamente. Pero también debemos pedir que como resultado el Espíritu Santo grabe la Ley de Dios en nuestras mentes y nuestros corazones (Hebreos 8:10) para que también en nosotros se desarrolle la justicia de la ley – esto es santificación.

Sofonías nos aconseja “buscad mansedumbre” – y la mansedumbre es un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Para que el hombre pueda “buscar justicia” y “buscar mansedumbre” primero debe aceptar que ni es justo, ni es manso, sino que es un hombre sin pudor y sin capacidad para amar. De lo contrario no tendrá necesidad de buscar ni justicia ni mansedumbre.

En Sofonías 2:3 leemos “quizá seréis guardados…” Esto equivale a 1 Pedro 4:18 – “Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?” Y también a Ezequiel 14:14-16 – “Si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor. Y si hiciere pasar bestias feroces por la tierra y la asolaren, y quedare desolada de modo que no haya quien pase a causa de las fieras, y estos tres varones estuviesen en medio de ella, vivo yo, dice Jehová el Señor, ni a sus hijos ni a sus hijas librarían; ellos solos serían librados, y la tierra quedaría desolada.”

En Joel capítulo 1 también hemos analizado el aspecto literal del trigo destruido: cuando caigan las plagas de Apocalipsis 16 no habrá trigo, pues no habrá alimentos literalmente. Y, ¿qué va a ocurrir con aquellos que no quisieron congregar al Santuario Celestial, aquellos que no tuvieron necesidad de la justicia de Cristo, ni de confesar sus pecados, ni de clamar por la lluvia temprana? Cuando caigan las plagas y no haya que comer, los ángeles se apartarán de ellos y los impíos no tendrán qué comer.

PE pg. 270.1 – “De cuando en cuando Jesús enviaba un rayo de luz a los que angustiosamente oraban, para iluminar su rostro y alentar su corazón. Vi que algunos no participaban en esta obra de acongojada demanda, sin que se mostraban indiferentes y negligentes, sin cuidarse de resistir a las tinieblas que los envolvían, y éstas los encerraban como una nube densa. Los ángeles de Dios se apartaron de ellos y acudieron en auxilio de los que anhelosamente oraban. Vi ángeles de Dios que se apresuraban a auxiliar a cuantos se empeñaban en resistir con todas sus fuerzas a los ángeles malos y procuraban ayudarse a sí mismos invocando perseverantemente a Dios. Pero nada hicieron a sus ángeles por quienes no procuraban ayudarse a sí mismos, y los perdí de vista.”

Joel capítulo 1 es un primer llamado a congregar al Santuario Celestial.

sietetrompetas03

Amén. Que Dios los bendiga.

6 respuestas para “Estudio completo de Joel capítulo 1”

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